XXI
—¿Quiere un poco de té, señora Park?
La nombrada rió al oír el tono formal que usaba su pequeña hija para referirse a ella, y luego de asentir con una sonrisita, Park Hyunah simula servir té desde su Minniera de plástico a una pequeña taza rosada. El día era una obra de arte. No hacía frío, ni calor. Había un sol precioso, y ambas habían decidido poner un mantel sobre el césped del patio trasero y jugar a que se reunían a tomar el té. Jacky, la cuñada de Park Eunji, estaba allí también, pero un poco más lejos, observando cuidadosamente al niño de cinco años que no paraba de correr en círculos y reír a carcajadas.
—JiMin, cariño. —Jacky comenzó, queriendo que éste se detuviera un poco, y estaba a punto de advertirle que se quede fuera a la vista de las mayores, pero el niño de rizos se dirigió entre respiraciones agitadas hacia la casa. Eunji se puso de pie de inmediato y observó a su hija por el quejido que ésta dejó salir.
—Vuelvo rápido, cariño. Sólo traeré a tu hermano, mientras hazme otra taza de té, por favor. —fingió beberse todo lo de la taza y chillar por lo caliente que estaba.
Hyunah se echó a reír antes de quitarle la pequeña tasita a su madre y comenzar a preparar más té para ella y sus osos, los cuales le hacían compañía. Cuando Eunji entró a la casa, se encontró con JiMin corriendo en círculos alrededor del sofá, viendo detrás suyo de vez en cuando y chillando con emoción para luego estallar en carcajadas.
—¡No me atrapas, no me atrapas! —se burlaba de algo que no estaba allí. Eunji suspiró.
Su hijo de cinco años era un terremoto. El rizado volvió la vista al frente y detuvo aquella carrera, observando algo frente suyo y chillando con más emoción antes de dirigirse a la dirección contraria, subiéndose al sofá y poniéndose en posición fetal a la par que ocultaba su rostro con sus pequeñas manitos. Jacky, la cual estaba entrando a la casa, rió al ver a su sobrino de aquella manera y se le acercó.
—¿Qué le sucede al bebé? Corre muy rápido.
—JiMin, cielo. No corras así, por favor. —se acercó a su hijo y lo tomó en brazos con cuidado. Éste se ocultaba en el hombro de su madre.
—Te puedes caer y... ¿De quién te escondes, niño travieso? —su bebé soltó una risita antes de observar a su madre con una dulce sonrisa cuadrada y sus mejillas ruborizadas.
—De su amigo imaginario. —dijo Jacky sentándose en el sofá.
Eunji deja un beso en el rostro de su pequeño antes de soltarlo, y JiMin parece buscar algo con la mirada antes de que sus ojos se iluminen y comience a correr nuevamente. —Es tan alegre que me contagia.
—¡Mami! —su hija llamaba desde el patio, ya harta de esperar tanto tiempo.
—Estoy en camino, Hyunah. —observó a su niño. —Minnie, bebé. ¿Me prestas atención? —JiMin la observó tan sólo unos segundos antes de seguir corriendo y chillando.
Eunji nuevamente suspira. —Vé con Hyunah. —dijo su cuñada, tomando el diario que se encontraba en el sofá y acomodándose en éste para comenzar a leerlo.
—Yo me encargo.
—Jacky, no te sientas obligada a quedarte aquí. JiMin puede venir al patio. ¿Verdad, JiMin ? —el niño ni siquiera la oyó, ahora se escondía detrás del sofá, concentrado en no hacer ni un ruido.
—No me siento obligada, Eunji. Me gusta verlo jugar. —dice, y observa de reojo el diario, cambiando una página al no ver nada interesante. —Avísame si necesitas algo. —nuevamente su hija llama, y se dirige hacia el patio.
—¡Aquí estoy, amor!
Jacky suspira antes de volver a ver a JiMin cuando éste ríe y rodea el sofá, tirándose al suelo y tomando la pierna de su tía, cerrando sus ojitos con fuerza. —¡No me atrapas, moun... monstruo de las cosquillitas!
—¿Con quién hablas, mocosito? —dice su tía, y alza las cejas con sorpresa cuando el niño se retuerce y comienza nuevamente a correr en círculos alrededor del sofá.
La mujer vuelve la vista al diario, y es minutos después que se da cuenta al ver de reojo que la puerta que lleva al sótano, la habitación del pequeño, está abierta. Pensarlo le llevó tan sólo segundos, y parece que habían coincidido ya que JiMin corría en aquella dirección, sin mirar al frente, tan sólo atrás, a aquella supuesta cosa que le perseguía.
—JiMin , cuida... ¡JiMin ! —el niño vió al frente tan sólo cuando sintió que donde pisaba no había absolutamente nada, y antes de tener una brutal caída por las escaleras, la mujer pudo observar como la nada misma tironeaba de la camisa blanca del niño hacia el lado contrario a la caída, dejándolo tirado de vuelta en el living.
Su tía borró de inmediato de su mente haber visto aquello al notar el puchero en el labio inferior de su sobrino, y se acercó a paso rápido. —Cariño, ¿te encuentras bien? No pasó nada, sólo fue un susto.
—Yo estoy bien. —responde el niño con la voz algo temblorosa. No quería llorar frente a su tía. Miró alrededor y se quedó observando por unos segundos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Se fue...
Jacky no hace preguntas, tan sólo abraza al niño luego de ponerlo de pie, le besa la mejilla y lo obliga a ir con su madre. Mientras cierra la puerta que lleva al sótano, siente un escalofrío viajar por su columna vertebral al recordar lo que había visto, y aunque quería creer que podía haber sido un milagro, no se sentía como uno. Se sentía como una maldición.
26 de enero de 1969. || Un año, un mes y un día después. ||
—JiMin ... JiMin ... Oye, JiMin ... JiMin. —tan sólo pasan unos cortos segundos de silencio antes de recibir otra palomita de maíz contra su mejilla.
—... JiMin.
—Ay, por Dios. —dice el nombrado, ocultando su rostro en sus manos.
Su mejor amigo ríe. —JiMin, ésta película es una mierda. —y vuelve a reír silenciosamente, aunque recibe unos "shh" de la parte de adelante.
Ambos adolescentes estaban en el cine, el único del pueblo y, extrañamente para ser un domingo, no estaba lleno. Había una película en estreno desde hace menos de una semana llamada "La Residencia". Al parecer, a casi nadie del pueblo le gustaba, y es por eso que habían algunos asientos libres a los lados. JiMin no quería ser mala persona, realmente quería darle una oportunidad a la película, pero no podía, y JungKook lo volvía más complicado.
—JungKook, por lo que más quieras, déjame ver la película.
JungKook suspira. Está harto, aburrido. JiMin le devuelve la mirada. —¿Por qué la ves? No te gusta. —come palomitas ignorando otro "shh" que proviene de más adelante.
—Porque hemos gastado dinero en ésto, y en las palomitas que están cayendo al suelo. —JiMin baja su voz aún más debido a que se oyen quejas. —Y no creo que sea tan mala, todos parecen disfrutarla.
—Se están durmiendo, JiMin.
El niño suspira, negando lentamente y acomodando sus ricitos. No había cambiado nada a excepción de su vestimenta: había abandonado los tiradores, los pantalones cortos y kickers. Ahora tan sólo usaba una camiseta blanca abotonada hasta arriba, unos pantalones largos hasta la cintura color negro, y borcegos del mismo color, los cuales lo hacían tan sólo un poquito más alto, y eso le hacía feliz. Él iba a ser alto, algún día.
Estaba hermoso, reluciente, pero seguía siendo la misma dulce y bondadosa criatura de siempre. Seguía siendo Park JiMin Hyung. JungKook también había cambiado. No sólo era mucho más responsable, también había tenido un cambio de imagen: con su cabello hacia atrás y ropa parecida, sólo que su camisa no tenía botones y estaba más abierta en la parte del cuello. Ambos ahora también se veían fuera de la escuela para ir al cine o al parque junto a Namjoon.
Un quejido salió de la boca del rizado ante la fuerte picazón que sentía en el antebrazo, sobre una marca apenitas visible e indescifrable, ya que su madre lo había llevado al hospital a hacerse unos exámenes, y al no obtener respuestas decidieron descartar la posibilidad de algo grave, añadiendo una donde se debía a algún tipo de alergia de alguna tela que le rozaba la piel. —¿Tienes comezón aún?
—No sé qué sea. —responde, y deja de rascarse, porque hace que le pique aún más.
—Déjame ver. —su mejor amigo le toma el brazo, observando con atención en el área donde le picaba al niño.
—Si, definitivamente te vas a morir. — bromea, haciendo a JiMin reír silenciosamente y alejar su brazo. —Te diré qué: nos vamos de aquí a mi casa, cenamos allí y luego te acompaño a tu casa. Era un buen plan. —Suena bien, pero me da vergüenza ponerme de pie ahora.
—JiMin, no me voy a quedar ni un segundito más aquí sentado. Necesito ir al baño, tengo hambre, me estoy aburriendo. Accidentalmente usó un tono de voz normal para decir aquello, provocando que tres filas al frente, un adulto que estaba con su esposa se gire. —¿Quieres cerrar la boca, por el amor de Dios?
—Púdrete.
—JungKook. —JiMin regaña, y por querer llamar la atención de su amigo pone su mano sobre la del otro, frunciéndole el ceño antes de ver al adulto.
—Lo siento, señor. Ya nos íbamos.
Y todo hubiese salido bien si el hombre simplemente se hubiese girado, pero estaba fastidiado, y era un idiota. Su mirada bajó a las manos de los adolescentes, las cuales estaban una sobre la otra, y negó. —Tenían que ser homosexuales. —dice antes de girarse y volver a sentarse.
Se oyen algunas risas en el cine ante el, al parecer, chistoso comentario del adulto. JiMin nota que su mano sigue sobre la de JungKook y la aleja rápidamente, mirando a su mejor amigo con culpabilidad. A él no le molestaba lo que la gente pensara sobre él, pero a pesar de conocer muy bien a JungKook, jamás habían pasado por una situación así.
—Lo sien-
—Ni se te ocurra disculparte por tomar mi mano. —le interrumpe JungKook.
A él tampoco le importaba. —Vamos. —dice, poniéndose de pie.
JiMin está por hacerlo, pero entonces comienza a sentir aquel reconocible malestar en su estómago. Nota como por arte de magia las palomitas del hombre que los insultó sale volando hacia la cara de su esposa, la cual se queja antes de ponerse de pie, sacudiendo su precioso vestido. Todos están viendo aquella escena antes de subir la mirada a la pantalla. La película ha quedado tildada en una parte donde uno de los personajes suelta una carcajada.
De los parlantes se oye un pitido irritado, y JiMin es el único que no tapa sus oídos. Lo sintió durante tanto tiempo, que ya no le afectaba en lo más mínimo. La gente comienza a quejarse y, entonces, la pantalla literalmente se quiebra, todo se oscurece antes de que las luces del cine se encendieran. Todos están entre asustados y muy confundidos. ¿Acaso el sonido había hecho que la pantalla se quebrara? JungKook se vuelve a sentar en su asiento, sorprendido. —Dime que no estoy loco y viste eso.
—Lo vi. —responde JiMin con tranquilidad.
—¿Y por qué actúas tan normal? —JiMin simplemente revolotea sus pestañas con rapidez ante aquella pregunta, observando a su mejor amigo, el cual niega y suspira.
—Olvídalo. Vámonos a casa.
Ésta vez ambos adolescentes se ponen de pie. Toda la gente está saliendo del cine. JungKook pasa primero, caminando por el angosto pasillo entre los asientos. JiMin observa alrededor, intentando buscar a Yoongi, pero éste no se deja ver. Una sonrisita se hace presente en el rostro del rizado antes de buscar a su mejor amigo, abandonando aquel cine. Finalmente, JiMin había llegado a su casa. Le agradeció al señor Park antes de bajar y caminar hacia la puerta. El malestar en su estómago había estado presente en el camino de vuelta a casa, y estaba ansioso.
Cuando entró y cerró la puerta principal se quedó de pie en la entrada al ver a su hermana Hyunah con su novio, Hyojong, en el sofá. Éstos tenían los labios muy rojos y el cabello algo desarreglado para estar viendo la televisión. Los tres se observaron por unos segundos. —JiMin , no creí que ibas a llegar tan temprano. —dice su hermana, sonriendo suavemente.
—Sí, es que... la película apestó. —explica, y asiente hacia Hyojong en forma de saludo, el cual lo ignora. JiMin vuelve a ver a Hyunah.
— ¿Mamá y papá? —Salieron por su aniversario. Me dijo que vendrían un poco tarde.
—Oh, bueno... —un silencio incómodo se hace presente antes de que JiMin suelte una risita, comenzando a caminar hacia su cuarto.
— Estaré en mi habitación.
—Buena idea. —su hermana le dedica una sonrisita de agradecimiento mientras JiMin abre la puerta que lleva a las escaleras y la cierra detrás suyo, bajando hasta abrir la puerta de su cuarto.
La cerró detrás suyo, prendiendo la luz antes de girarse. Ni siquiera le dió tiempo a ver algo, cuando ya estaba contra la pared, y su esposo, el rey del inframundo y la persona que más amaba, lo sostenía de la cintura con los brazos. JiMin no puede evitar sonreír embobado, cerrando sus ojitos ante la cercanía de sus rostros. —¿Qué tal estuvo la película? —pregunta el arcángel, fingiendo no saber nada.
—Horrible.
—Mi parte favorita fue cuando la rompí.
JiMin no pudo evitar soltar una risita, negando lentamente. Se sentía algo culpable. —Hiciste que aquel pobre hombre arruinara su cita.
—Oh, no era mi intensión. —dice sarcásticamente el diablo, sonriendo coquetamente de lado antes de acercar su rostro y tomar los labios de su esposo en los suyos.
Ambos movían sus labios en el mismo lento y profundo compás, ladeando sus cabezas hacia los lados contrarios. JiMin subió sus brazos al cuello del ente, y éste bajó sus manos hacia los muslos del menos, cargándolo en sus brazos para dirigirse a la cama. Ambos continuaban igual que siempre, pero intentaban volver las cosas menos tóxicas, con Yoongi tan sólo apareciendo en las noches hasta que JiMin se dormía, o cuando a éste le sucedía algo, aunque en todo el año, luego de la horrible navidad que tuvo JiMin, todo parecía ir bien.
Nada se había estropeado, nada los perseguía. Todo estaba perfectamente bien, y aunque al principio aquello era extraño, ya se estaban acostumbrando. Se habían vuelto mucho más unidos, y al menos JiMin creía que ya no habían secretos entre ellos exceptuando el porqué Yoongi no le decía que lo amaba. Si. Incluso habían cumplido un año de casados, y aún así el diablo no decía aquellas simples palabras. Y JiMin comenzaba a sentir que no estaba siendo correspondido.
—Te extrañé. —dice el niño una vez Yoongi se sienta en la cama, con él en su regazo.
—Creí que estabas bastante bien con tu amigo. —responde, llevando los besos a la piel del cuello del menor. JiMin sonríe apenitas visible.
—Si, estaba bastante bien. Pero aún así... yo te extrañé cada segundito.
—Ése es mi niño favorito. —gruñe bajo, satisfecho por la respuesta de su esposo antes de besarle nuevamente los labios.
El rizado sale de encima del diablo para dirigirse a su mueble, tomando el pijama y comenzando a vestirse de espaldas mientras respondía preguntas del rey del inframundo sobre si alguien se había metido con él en el tiempo en que no estuvo y principalmente queriendo saber si había probado bocado en el día. Finalizó de ponerse sus pantalones de pijama y su camiseta de manga larga color gris. Su cabello continuaba perfectamente peinado.
—Comí tanto que aún sigo muy lleno para moverme. —comentó, girándose con una tímida sonrisita y mejillas sonrojadas.
Era verdad. Él estaba acostumbrado a platos pequeños, y el padre de JungKook claramente no, porque le había servido una montaña de pasta con mucha salsa. Lo sorprendente es que se lo había comido casi todo. Cocinaba muy bien. Perdido en sus pensamientos no se dió cuenta de que Yoongi estaba frente a él y le estaba separando la mano del brazo, con su rostro completamente inexpresivo mientras le veía fijamente.
—¿Sigues rascándote?
—Oh, no. —miente, pero suspira ante la mirada del diablo.
—Bueno, si. — admite por haber intentado mentirle a su esposo.
—¿Por qué no me lo dijiste? —dice con el mismo tono de voz, y toma su brazo para observar la zona en donde le picaba.
—Porque todos están haciendo un gran problema por un poco de comezón. —Yoongi alza la mirada para ver nuevamente a JiMin.
Si no fuese porque es su esposo y le conoce, aquellos ojos azules con un cuarto rojo, inexpresivos, que lo ven fijamente, le daría miedo. Pero no es así, sabe que aquella mirada significa que Yoongi no exagera, tan sólo cuida de JiMin, y no sabe cómo decirlo en voz alta.
—Yoon, yo entiendo, pero se irá. Tal vez sea alergia a alguna tela o comida, lo que dijo el doctor.
El diablo vuelve a bajar la mirada al pálido brazo de su esposo y se le frunce un poco el ceño, como si estuviese comenzando a pensar en algo que finalmente descarta al envolverlo en sus brazos y darle un beso en la frente. JiMin amaba cuando Yoongi hacía aquello, eran pocas veces y siempre quedaba tan sorprendido como la primera vez. Se abraza al cálido torso de su esposo y apoya su mejilla en el pecho del contrario, sintiéndose pleno.
—¿Cómo estuvo tu día, Yoon?
—En orden. —responde, y reafirma su agarre en la cintura del menor antes de comenzar a dejar lentos besos en la piel de su cuello. JiMin mantiene sus ojos cerrados, y no evita comenzar a pensar en el tiempo que había pasado, y en el tiempo que pasaría.
—Te noto tenso.
El rizado suspira y ladea un poco más el rostro, buscando que aquellos cálidos labios alivien la tensión que comenzaba a sentir en todo su cuerpo. —Sólo pensaba...
—Estás frío. A la cama, y lo hablamos. —dejó un último beso y se alejó para poder dejar que su niño favorito se moviera. Éste de inmediato se dirigió a su cama y corrió las mantas antes de meterse, haciéndole un lugar al diablo, que también se recostó y agitó su mano para que las mantas los taparan. Atrajo al niño contra su cuerpo, el cual estaba cálido e iba a quitarle los temblores del frío.
—Será mi cumpleaños en unos días. —comenzó JiMin Hyung. Yoongi tan sólo le besó la mejilla suavemente, mimando a su niño.
—Estoy creciendo... y no quiero hacerlo.
—Es algo completamente normal ponerse nostálgico por ello, a nadie le gusta envejecer.
—Si, pero no todo el mundo está casado con el rey del inframundo. — murmura, intentando no darse a entender. JiMin no devuelve la mirada fija de Yoongi, y el silencio se hace presente tan sólo por unos segunditos.
—Te dije que haría todo lo posible para que vivieras la eternidad junto a mí.
—Lo sé, y yo valoro eso. Créeme que lo hago. —rápidamente aclara el rizado, sin querer que Yoongi se sienta que había fallado en hacerlo feliz. — Pero... no lo sé, sólo me desanima un poco. No quiero tener sesenta cuando eso suceda.
—¿Por qué? Tengo miles de años, y más. Me sentiría un poco a la par, siendo honesto. —JiMin no puede evitar reír bajito por aquella broma. —Si, pero luces de veinti tantos. Eso no se verá nada agradable. —no puede evitar volver a reír y Yoongi no puede evitar volver a besarlo. JiMin se aparta unos segunditos después, viendo fijamente a su esposo.
—Te amo, Yoon. Sólo estoy asustado de que no podamos lograrlo, de que algo suceda.
—No lo estés. —dice nuevamente evitando aquellas palabras y metiendo sus manos por debajo de la camiseta del menor para acariciar su piel.
— Tienes que confiar en mí. JiMin siente un nudo en su garganta. Confiar. Confiar en que lo ama aunque no lo diga de vuelta. —Lo hago. —responde, y vuelven a besarse. Comienzan una sesión de besos lentos, dulces, con mordiditas suaves en sus labios.
Yoongi no dejaba hablar a JiMin, y éste reía entre el beso, intentando alejarse, pero no podía y aquello lo hacía reír más antes de ser besado nuevamente con lentitud y más profundidad. Ambas lenguas se encuentran y hacen su fricción, miles de sensaciones se desatan en el cuerpo del rizado. Amaba sentir la lengua de Yoongi con la suya propia. El rey del inframundo se aleja.
—Tienes que dormir. Maldición. JiMin sabía que Yoongi decía aquello ya que la noche anterior JiMin no había dormido muy bien, todo debido a que habían hecho el amor y se habían quedado hablando de muchas cosas hasta que amaneció. Suspira.
—Está bien. —dice, recibiendo un último beso antes de cerrar sus ojos y ser atraído al pecho del mayor.
—Yoon. —¿Mh? Silencio. —¿Tú tienes cumpleaños?
Más silencio por más segundos. —No. —¿Te gustaría tener uno? —y sonríe algo adormilado al sentir un fuerte latido en el pecho del diablo.
—¿Por qué preguntas? JiMin siente que se está durmiendo. Hace todo lo posible para mantenerse despierto. —Sólo creo que sería bonito decidir que tuvieras uno. Podría darte un regalo y... —bosteza. —... y hornearte un pastel. No lo sé.
Yoongi le besa los labios por última vez. —Descansa, niño. Podemos hablar de ésto otro día.
Y JiMin no se niega, finalmente durmiendo con profundidad. Lunes al mediodía, en un día soleado pero frío. Namjoon, JungKook y JiMin se encontraban almorzando en la cafetería del instituto. Sorn, una chica rubia y buena que había salido un par de veces con JungKook, estaba sobre el regazo de éste, oyéndolo hablar mientras veía alrededor para vigilar que no haya ningún profesor cerca que la vea de aquella manera sobre el chico que le atraía.
—Y la pantalla se rompió. Tengo mis sospechas de que JiMin lo hizo con sus poderes, porque ni siquiera se sorprendió. —comenta, haciendo reír a la chica.
JiMin, por otro lado, ya estaba harto de oír a su mejor amigo contar la historia a todo ser viviente que se le cruzara. Sin embargo, él jamás dejaba de ser amable o hacía sentir torpe a alguien más. —No es que no me sorprendí, sólo que no reaccioné como tú. —respondió. Namjoon tan sólo observaba la situación, comiendo. Amaba estar con sus amigos.
—¿Y cómo es que, según tú, yo reaccioné? —Ha pasado un día y paras de decirlo. ¡Incluso lo repites!
—Es porque está emocionado, déjalo. —defiende Naeun, y besa a JungKook en los labios, el cual está satisfecho.
JiMin pone los ojos en blanco y Namjoon ríe por ello, provocando que los adolescentes se separen. Naeun vé alrededor nuevamente y se levanta con rapidez de encima de JungKook al ver a un profesor a lo lejos.
—Voy a mi clase. ¿Nos vemos en la noche?
—Ten por seguro que sí. —se besan rápidamente antes de que la chica camine lejos de aquella mesa.
JungKook la vé irse antes de girarse a ver a sus amigos, los cuales lo observan. —... ¿Qué?
—Yo debo ir a la biblioteca. —dice Namjoon, poniéndose de pie y tomando la botella de agua de su bandeja, observando al rizado e intentando no reír.
—¿Nos vemos en la noche? —dice, imitando un tono más agudo.
—Ten por seguro que sí. —dice JiMin en un tono coqueto, imitando a su mejor amigo.
Ambos ríen excepto JungKook mientras Namjoon se aleja. —Park JiMin, deja de romper mi corazón.
—Tú rompes el mío, me cambias por Naeun. —finge tristeza, suspirando.
—¿Es porque su cabello es rubio y el mío no? —sonríe, demostrando que claramente está bromeando antes de suspirar cuando suena la campana. Todos comienzan a ponerse de pie, y ellos también.
—¿Qué harán ésta no...? —no termina su pregunta debido a la cara de JungKook, el cual se queda en silencio.
—No, no quiero saber. —Bien. Eso es bueno.
Ambos se dirigen por el pasillo, caminando lentamente mientras JungKook le comentaba sobre la sorpresa de su cumpleaños, sin decirle nada. —Va a ser genial, pero no puedo decirte. —Suena a que quieres decirme todo. —ambos se adentran a los baños del instituto que, por suerte, están vacíos.
JungKook se dirige a un cubículo mientras JiMin lo espera de pie frente a los lavabos. —Si, pero no puedo. Namjoon me mataría, él va a ayudarme en todo. Se oye como JungKook sale del cubículo, pero JiMin ni puede prestar atención a ello debido a que siente un enorme pinchazo, como si estuviesen inyectándole fuego sobre el lugar que siempre le picaba del brazo. Su boca se entreabre y gime dolorido antes de apoyarse contra el lavabo. —¿JiMin? Hey. —se acerca de inmediato.
—¿Qué tienes?
—N-Nada. —se acaricia el brazo cuando el ardor cesa, y vuelve a respirar, entrecortadamente.
—Sólo sentí un dolor horrible en el brazo. Dejó hacer dormido mal. —miente.
JungKook sabe que JiMin está mintiendo, pero no dice nada. Se lava las manos y pasa un brazo por encima de los hombros de JiMin Hyung, intentando demostrar su apoyo. —Vamos a clase. —dice, y salen del baño de aquella forma.
Cuando salen, JiMin habría preferido quedarse en el baño. Ambos chicos se detienen extrañados de que muchos alumnos corran en la misma dirección, por el largo pasillo y a la izquierda. Muchos murmuran cosas, nada se vé bien. —¿Qué sucede? —pregunta JiMin, intentando que no se notara el miedo en su voz.
—No lo sé. Vamos a averiguarlo. —aún con su brazo sobre los hombros del rizado, ambos comienzan a caminar más lento en aquella dirección.
—Hey, Jungkook. —JungKook alza más su voz al ver a un compañero de su clase, con el cual tenía más confianza.
—¿Qué sucede?
—Alguien murió. —dice, y se dirige corriendo hacia aquel lugar.
Ambos adolescentes comienzan a sentir un vacío en su estómago, principalmente JiMin Hyung, el cual no había oído la palabra "muerte" hace más de un año. Nada relacionado a aquello, ya que fue puro año de felicidad donde el diablo le acompañaba, donde todos creían que éste se había ido, pero era una mentira más ligera de cargar.
Como si ambos estuviesen sincronizados, comienzan a caminar por el pasillo, callados, sin correr. Lucen tranquilos, pero están aterrados. Ya de por sí era algo horrible. ¿Qué si era alguien que conocían? ¿Namjoon? ¿Naeun? ¿Somin? No habían visto a Somin hasta hace un par de meses, pocas veces la cruzaban, pero igualmente era una conocida.
Finalmente giran en donde toda la gente está amontonada, y se separan mientras intentan pasar al frente. Hay un cuerpo de un alumno que, por suerte, no conocían, pero aún así era un alumno. Una persona. Sus ojos veían fijamente un punto perdido en el aire, pálido y con el uniforme empapado de sangre, con cortes en cada parte de sus brazos y garganta.
—Mierda. —dice JungKook, respirando profundo antes de alejar la mirada y buscar entre la multitud.
—JiMin, allí está Nam.
JungKook se dirige hacia su amigo, pero JiMin no puede moverse con tanta facilidad. Alza la mirada, parpadeando lentamente y fijando su vista en la figura alta y con capa negra que está de pie a lo lejos del pasillo, pero no tanto. Aquella figura que se llevó parte de su alma hace rato, pero que Yoongi pudo arreglar debido a que aparentemente no había sido la gran cosa. Muerte lo miraba fijo, aún si JiMin no podía ver su escalofriante rostro debajo de la capa negra que cubría su cabeza, sabía que ésta ya había tomado el alma del alumno muerto, y que sólo estaba allí para demostrar que lo observaba. A él.
JiMin sale de allí al ver llegar a los policías y dos médicos con una camilla donde pondrían el cuerpo. Se dirige por donde regresó, y en el trayecto al baño se quita el anillo. Segundos después, siente el malestar en su estómago y se tranquiliza, pero sólo un poco. Quiere llorar. Una vez dentro del baño, le pone pestillo a la puerta y se gira, observando al diablo de pie allí, viéndose alerta.
—Yoon... —se le entrecorta la voz mientras se le escapan unas lágrimas, y llega hacia donde está su esposo, siendo envuelto por los brazos de éste contra el calor de su pecho. Comienza a llorar bajito, con sus ojitos cerrados y ceño levemente fruncido.
—N-No puedo...
—Shh, no hables. —lo sostiene mejor hasta cargarlo en sus brazos y poder subirlo a uno de los lavabos, sentándolo en éste. Se ubica entre sus piernas y le limpia el rostro con lentitud, dejando un beso en sus labios.
—Alguien murió.
JiMin asiente lentamente y baja la mirada, con más lágrimas escapando. Sus manos tiemblan. —L-Lo siento. Es que... hace mucho que no veo algo así.
—No lo ví, pero lo sentí. La Muerte estuvo aquí.
—¿Ya no? —sorbió su nariz y Yoongi continuó limpiando las lágrimas que salían de sus preciosos ojos verdes.
—No mientras yo esté. Me teme.
—¿Por qué seguía aquí si el chico ya estaba muerto? Es decir, ya se había llevado su alma. ¿No se supone que debería de haberse ido?
—Tal vez debe llevarse a alguien más.
—¿Dos muertes en el mismo día y mismo lugar?
—Puede que no el mismo día. Algunas veces vigila a su próxima víctima.
JiMin se quedó callado de inmediato, mirando a Yoongi unos segundos antes de sentir escalofríos. Se apegó más a éste, el cual le dejó de manera inmediata. —¿Tú sabes quién solía ser Muerte?
—Hubieron muchas Muertes. Ésta es la novena, la penúltima. Sólo pueden haber diez Muertes. —respondió. A JiMin le gustaba saber sobre éstos temas.
—¿Es como un profeta? Es decir, ¿te eligen? —A decir verdad, no sé bien cómo funciona, pero ésta Muerte lo eligió. Luego de rituales costosos para contactar a Dios, recurrió a mí. — comienza, acariciando la espalda del niño con lentitud.
—Era un simple hombre de una aldea asquerosa y llena de pobreza. Tenía una esposa, y seis hijos. Mató a éstos para demostrarme su insensibilidad, que podía ser la Muerte. —JiMin niega lentamente. No entendía cómo alguien podría hacer algo así.
—Mató a su esposa para conseguir el ritual de invocación, y cuando se reunió con la octava Muerte, luchó contra ella. No sé ni me importa cómo, pero ganó, y está a la espera de la próxima.
—Creí que Muerte debía de ser alguien tranquilo, que ayude a las personas a morir en paz. —Si, el de arriba también lo cree. En la larga lista de "razones para odiar a mi arcángel favorito" está aquello. —sonríe de lado, presumido. JiMin se aparta un poco de su pecho para alzar la mirada y verlo.
—¿Todas las Muertes chillaban de esa forma y se vestían así?
—No, exceptuando lo de la vestimenta. El chillido es algo que sale de alguna parte de Muerte cuando se hace presente, y sólo lo escuchan los seres que son capaces de verla, no los humanos. La he escuchado cuando llegué.
—¿Y por qué yo la escucho? —Porque, por algún motivo, ésta Muerte no habla, y el chillido es la única forma de comunicarse. JiMin frunció un poco el ceño. Aquello era raro. Recibe un beso en los labios de parte de su esposo. —Tienes que calmarte y enfrentar ésto. Las Muertes son completamente normal.
—Para ti. —bufó el niño, y Yoongi nuevamente lo besa.
—¿Qué harías tú si yo muriera? Y es de inmediato, que los brazos de Yoongi se tensan, su rostro se vuelve inexpresivo y sus ojos se vuelven del mismo color que el cuarto de uno. Todo rastro de que allí hubo un color azul desaparece. JiMin no evita sorprenderse, no evita sentir nostalgia y a la vez felicidad por importarle al diablo.
—Yoon. —lleva sus suaves y delicadas manos a las mejillas de su novio.
— Lo siento. No voy a morir, sólo era una suposición. No sabía que te pondrías así.
Yoongi tal sólo lo vé fijo antes de ver de reojo hacia la puerta y volver a ver a su esposo. —Van a enviar a todos a casa, no tendrás que seguir aquí. Apenas llegues, come algo y baja a tu cuarto. Allí estaré.
Y en un parpadeo, desaparece, al igual que el malestar en el estómago del rizado. Éste último suspira y se baja del lavabo de un pequeño salto. Se gira para verse en el espejo y lava su rostro ya que su nariz y alrededores de sus ojos están rosados por el llanto. Finalmente se dirige hacia la salida del baño, quitando el pestillo de puerta antes de salir. Observa a los lados y nota a JungKook y Namjoon caminando en esa dirección. Su mejor amigo suspira, aliviado de encontrar al rizado.
—JiMin, ¿dónde estabas? —de inmediato en que llega al más bajo, lo envuelve en un fuerte abrazo.
—Estabas llorando. ¿Alguien te hizo daño? Torpe, no puedes andar solo. Hay un asesino en la escuela.
—Tranquilo... —JiMin devuelve el abrazo debido a que nota a su mejor amigo realmente asustado. Aunque su tono de voz fuese como su quisiera matarlo, sabía que cuando sonaba así era porque estaba preocupado o asustado.
—... sólo me asustó ver al chico.
—Soy un idiota. Luego de lo que has pasado con tu familia no debería de haberte llevado. Lo siento, JiMin . —se aparta y su mirada demuestra absoluta culpabilidad.
—JungKook, no es tu culpa. Yo estoy grande para que sea tu responsabilidad. —Cállate, tú siempre serás mi responsabilidad, idiota.
—No se pongan cursis. JiMin, me alegra que estés vivo. —bromea, y JungKook lo fulmina con la mirada, sin encontrarle sentido al comentario. —¿Qué? Eres un exagerado, sólo fue al baño. JiMin rió bajo.
—Nam, nosotros también creímos que tú fuiste el que murió.
—Desafortunadamente para JungKook, sigo vivo. —esta vez los tres rieron.
— Pero hablando en serio, debemos ir a la oficina del director. Llamarán a nuestros padres y nos iremos a nuestras casas. —Si. Aparentemente el colegio no es seguro hasta que descubran quién anda asesinando personas. —explica JungKook mientras los tres se dirigen hacia la oficina del director por el pasillo.
—Ésto será un caos, probablemente ni siquiera nos dejen andar de a uno por los pasillos. —¿Crees que está mal? Yo no quiero andar solo si alguien anda asesinando personas. A JiMin le daba igual, sabe que con sólo quitarse el anillo Yoongi estará allí para salvarlo de lo que sea. Los Park terminaban de almorzar luego de haber ido a buscar a JiMin a la escuela.
Hyunah finalizó de comer primero que todos y se fue a su habitación, no sin antes levantar su plato. Nadie tocó el tema de la escuela, especialmente porque no querían que JiMin se pusiera mal. Cuando todos finalizaron de comer, Eunji se levantó para juntar los platos. —Yo te ayudo. —se ofreció JiMin Hyung, a punto de ponerse de pie si no fuese porque su madre lo detuvo.
—No, no. Quédate. Yo lo levanto, tú deberías de ir a descansar. —dice con amabilidad, y le guiña un ojo antes de dirigirse hacia la cocina. JiMin observa a su padre, quien lleva viéndolo durante todo el almuerzo, y suspira.
—Papá...
—No dije nada. —Seung ríe bajo, intentando tranquilizar a su hijo.
—Lo sé, pero sé en lo que estás pensando. —y le dolía.
Tragó saliva con fuerza, negando. —No fui yo. No tuve nada que ver.
—¿Ha vuelto?
—No. Nada ha vuelto.
—bastardo mentiroso. —No hay nada que temer, estoy abrumado porque me trajo recuerdos, pero juro que ésta vez no he tenido nada que ver. Realmente hay alguien en la escuela que asesinó a ése chico.
—Espero que encuentren una solución, o no pienso dejarte ir de nuevo. — comenta Seung mientras JiMin se pone de pie y le da un beso en la mejilla.
—Voy a ayudar a mamá. —Se va a molestar si lo haces, ya la oíste: quiere que vayas a descansar. ¿Tienes tarea? —JiMin niega.
—De acuerdo, entonces vé a tu habitación a descansar.
—Subo en un rato, voy a darme un baño. —dice, y se dirige hacia las escaleras, cerrando la puerta detrás suyo antes de bajar las escaleras. Finalmente lleva a su cierto y cierra la puerta con pestillo mientras comienza a quitarse la ropa. Yoongi aún no estaba allí. Se dirige al baño y comienza a llenar la bañera en ropa interior y calcetines, temblando un poco por el frío. Siente el malestar hacerse presente unos minutos después, y unos pasos llegar al baño desde el cuarto. JiMin no se gira, continúa regulando el agua para su baño.
—¿Desde cuándo te has vuelto un exorcista? —pregunta Yoongi, y cuando JiMin se gira con sus mejillas sonrojadas al estar en ropa interior, el diablo tiene en sus manos un cuaderno del rizado, donde éste había anotado un exorcismo que se había aprendido de memoria.
—Desde que un demonio me perseguía. —dice.
Yoongi cierra el libro y lo deja sobre la tapa del retrete antes de acercarse al rizado, envolviendo su cuerpo semi desnudo en sus brazos, acariciándole los muslos mientras pegaba sus labios contra su oreja. —Tienes frío. —dice, mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja del niño, trayéndole a éste más escalofríos ante la calidez mezclada con la frialdad.
—Yoon... —suspira. —... espera. —se aleja un poquito y se da la vuelta, cerrando el grifo. La bañera ya estaba llena, y el agua perfecta. Nuevamente se gira hacia el diablo.
—Yoon, siento por lo que te dije en la escuela. No quería hacerte enfadar. —se disculpa, pero el diablo tan sólo vuelve a envolverlo en sus brazos y le besa los labios de manera suave y lenta.
JiMin se deja completamente, rodeando el cuello del más alto con sus brazos y poniéndose de puntitas de pie. ¿No estás molesto? —dice sobre los labios de su esposo, el cual niega antes de apartarse.
—He pensado una respuesta a tu pregunta. —responde, y sonríe ladinamente. —Tú serías mi excusa perfecta para el apocalipsis.
JiMin no puede evitar echarse a reír y ésta vez comenzar él un beso. Su risita cesa entre más besos, besos que suben de temperatura al igual que sus cuerpos. Las manos del diablo acarician las nalgas del niño por debajo de la ropa interior de éste, presionándolo contra su obvia erección que se ha formado debajo de su pantalón. Leves gemiditos escapaban de la boca del menor ante las presiones y el beso, el cual se volvía cada vez más profundo.
Yoongi alejó sus manos para comenzar a quitarse la camisa, pero JiMin apartó sus manos y él mismo la desabotonó, quitándosela y dejando visible el torso repleto de tatuajes. Dejó la camisa sobre el lavabo que estaba a su lado y llevó sus manitos al pantalón del diablo, bajándolo. Yoongi no llevaba nada debajo de sus pantalones. Completamente desnudo, finalizó por quitarle al rizado la ropa interior mientras éste se deshacía de sus calcetines con sus propios pies. Yoongi se apartó tan sólo para meterse en la bañera y ayudar a JiMin a entrar.
Se sentó, y tiró de la mano del rizado para dejarlo de pie frente a sí. Comenzó a besarlo los muslos de manera húmeda mientras le acariciaba las nalgas y entre ellas. El niño suspiró. —Quieto... —dijo Yoongi ante el movimiento de caderas del menor, y continuó besándole los muslos, mordiendo suavemente y haciéndolo suspirar nuevamente.
—... Bueno niño. Ven aquí.
Tiró de sus manos y JiMin se sentó sobre el regazo de Yoongi, siendo recibido por el agua calentita hasta arriba de sus pezones. Alzó el rostro cuando recibió un beso lento y profundo, exquisito en sus labios. Gimió al pegar su torso contra el del mayor y le rodeó el cuello con los brazos. Inconscientemente, el rizado comenzó a mover sus caderas, y las fricciones comenzaron. Ambos suspiraban en la boca del otro mientras se acariciaban y se besaban. El diablo llevó sus besos al cuello del niño, el cual soltaba soniditos bajos, con sus ojitos cerrados y el ceño fruncido.
—Yoon... —arrugó su naricita al sentir como el diablo adentraba dos de sus dedos con anillos en su interior, comenzando a moverlos lentamente. Un suspirito salió de sus labios antes de comenzar a gemir por los movimientos que su esposo realizaba en su interior, y por cómo las puntas de sus dedos rozaban contra su punto dulce, haciéndolo retorcerse. Las manos del rizado bajaron hasta el torso de su esposo, acariciando, delineando con sus dedos sobre los tatuajes, sobre las frases y símbolos inentendibles para él. Las descargas de placer le recorrían todo el tiempo, y el calor era abrumadoramente exquisito.
—P-Por favor...
—Como mi niño lo desee. —dijo Yoongi aunque, siendo honestos, él tampoco aguantaba.
Sacó los dedos del interior del niño con lentitud y lo observó fijamente, amando como le brillaban aquellos preciosos ojos verdes, como su boquita estaba roja, levemente hinchada y como el color en sus pómulos era un leve rosado. —Vas a montarme.
JiMin asintió mientras llevaba sus manos a los hombros del diablo para poder levantarse un poco. El arcángel lo ayudaba tomándolo de las caderas, y el menor fue bajando, llevando una mano a la erección de Yoongi para adentrarla en su interior de manera lenta. Ya no dolía, sólo le temblaban las piernas porque se sentía... se sentía demasiado bien. Se sostuvo con sus brazos alrededor del cuello del ente cuando finalmente el miembro de éste estuvo completamente dentro, y aguardó unos segundos de aquella forma, entre besos, caricias de manos y lenguas, para finalmente comenzar a mover sus caderas en círculos. Se sentía bien, se sentía como estar en casa.
No era tan sólo el placer, las sensaciones; era el sentirse, el tenerse lo suficientemente cerca para complementarse, para respirarse y conocer cada detalle en el cuerpo del otro, en el alma. JiMin Hyung, con ayuda del amor de su vida, comenzó a dar saltos, al principio lentos, sobre la erección del ente, formando un vaivén que los hacia temblar. Por algún motivo, el frío en sus pieles exceptuando las áreas en el agua cálida, lo volvía todo mejor. El cambio de temperatura, la irregularidad de sus respiraciones mientras se besaban, suspirando entrecortadamente en la boca del otro, aumentando el ritmo de las embestidas.
Se sentía pleno, hacer el amor con el diablo incluso se sentía puro, pero malo a la vez. A JiMin no le importaba, tan sólo... era demasiado. Yoongi era demasiado para él, y lo amaba con todo su corazón. Minutos después, cuando ya ambos estaban cubiertos por una leve capa de sudor y el cosquilleo en su vientre era demasiado, aumentaron el ritmo. JiMin fue el primero en llegar, con un gemido agudo y entrecortado, deteniendo su movimiento, con tan sólo Yoongi haciéndolo seguir con las embestidas.
Su esencia salió de su miembro, mezclándose con el agua mientras la correntada de un intenso placer le recorría el cuerpo. Pronto pudo sentir al diablo llenar su interior, apretarlo más contra él. Ambos abrazados, respirando agitadamente. Yoongi llevó una de las manos que estaban en las nalgas del menor hacia el mentón de éste, sosteniéndole con firmeza para atraerlo a su boca, besándolo profundamente.
—Te amo...
—Lo sé. —responde Yoongi, dejando besos en sus mejillas, en todo su rostro.
Y JiMin está a punto de decirlo, pero tan sólo se recuerda a sí mismo la reacción de Yoongi cuando oyó la pregunta del menor en el baño de la escuela. ¿Qué tal si moría? Ojos rojos, músculos tensos, mirada fija, sin siquiera poder responder. Yoongi lo amaba... y algún día lo diría.
....
Nota: el cumpleaños de JiMin se mantendrá como en la historia original, por ende no será el 13 de octubre, sino el 1 de febrero.
Feliz Navidad.
No te olvides de dejarme tus votos y comentarios!!
TQM.
MinMin.
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