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XVI

JiMin despierta al siguiente día, completamente a salvo, con su madre llamando a la puerta e intentando evitar que el niño llegara tarde a la escuela. Los ojitos verdes se abren lentamente, y frente a él, más bien, a su lado, el diablo lo observaba mientras una de las comisuras de sus labios se elevaba lentamente.

—Yoon... —susurra suave y dulcemente, su voz sonando ronca debido a ser la primera vez en el día que hablaba.

La mano repleta de preciosos anillos de oro del ente va a los ricitos color chocolate de su niño favorito, el cual cierra nuevamente sus ojos y parece volver a revivir aquel momento en el cual no supo su realmente estaba despierto o había sido un sueño. Decidió quitarse la duda.

—¿Estuviste aquí toda la noche?

—No, he llegado hace unos minutos. —responde.

JiMin no se preocupa debido a que no se le cruza nada extraño por la cabeza, y además realmente estaba muy dormido así que no puede saberlo con exactitud. Comienza a refregar sus ojitos para no estar tan adormilado y poder levantarse para, al menos, darle un beso al diablo.

Sin embargo, éste último resulta ser más rápido debido a que se inclina y comienza a dejar suaves y lentos besos por el pálido y suave rostro de JiMin, el cual envuelve el cuello del ente con sus brazos y vuelve a cerrar sus ojos. Puede sentir como se está durmiendo poco a poco. Es cuando Yoongi lleva su mano a la espalda del rizado para darle una suave e íntima caricia por debajo del pijama que siente unas líneas de piel sobresalidas rozando las yemas de sus dedos.

El cuerpo del niño se estremece con un leve dolor y frunce el ceño, volviendo a abrir los ojos y observando el semblante del diablo. Éste tiene los ojos un poco más oscuros. —¿Qué te sucedió? —exige saber.

—¿Qué? ¿Qué tengo? —ni siquiera intenta verse debido a que es imposible. Yoongi presiona un poco su mano en los rasguños, provocando que JiMin sisee en un reclamo pero, apenas terminó, ya no sintiese más dolor. El diablo había sanado sus heridas.

—¿Yoon? ¿Qué sucede? Me estás... me estás asustando.

—No hay nada de qué asustarse. —miente, y atrajo a JiMin, volviendo a sentarse y dejándolo en su regazo, contra su pecho. El niño no se negó e incluso refregó su rostro contra el torso del arcángel, como un gatito.

— Levántate y vé a la escuela. Tengo unos asuntos pendientes, pero me verás aquí en la noche. —JiMin asiente y Yoongi lo toma del mentón, inclinándose y dejando un suave beso en sus labios.

—Vé, se hace tarde.

En realidad le importaba una mierda si se le hacía tarde en la escuela, porque la escuela y todo el maldito mundo, excepto JiMin, le importaba una mierda. Sin embargo, debía resolver unos asuntos pendientes. Porque el hijo de puta se metió con su niño.

El rizado se pone de pie luego de recibir un suave beso que le dejó cosquilleando los labios y salió de encima del regazo del diablo, caminando tranquilamente hacia el baño y cerrando la puerta detrás. A Yoongi no le tomó ni un segundo ponerse de pie y, en un parpadeo, estar en la habitación del último piso de la casa. La habitación de Seung y Eunji, solo que se encontraba el primero, el cual en realidad no era Seung y estaba en camisa blanca y calzones, buscando ropa para vestirse mientras silbaba una melodía irreconocible y completamente inconsciente de que el diablo se encontraba a unos centímetros, detrás de él.

—¿Tú le hiciste eso en la espalda a JiMin? —dice, y el demonio se lo toma tan sorpresivamente que arroja el pantalón que tenía en su mano y dar un grito algo cómico, girándose y observando aterrado al diablo.

—¿Q-Qué? No. No, no, señor. No. —da unos pasos hacia atrás hasta estar pegado a la pared.

—Y-Yo ni siquiera le hablo. —Eres el único demonio en la casa, y mi niño tiene rasguños en su espalda. —Seung no paraba de negar con la cabeza, aterrado.

Y es que Yoongi podía hacer lo que quisiese con éste. —No fui yo.

No. Sabía que no mentía, y aunque sus ojos estuviesen oscuros y quisiese matar a alguien, no podía culpar a quien no era, porque JiMin podía estar en peligro, y había que solucionarlo de una forma u otra. Asiente lentamente, completamente serio. —De todas formas, ya me aburriste. Vete, y haz que vuelva el infeliz. — ordena.

El demonio que habitaba el cuerpo de Seung no parece feliz por ello, pero intenta no demostrarlo y asiente. —Dile que si dice una palabra sobre donde estuvo volverá indudablemente. Y tú... —alza un poco su cabeza en señal de autoridad. —Si te llegas a escapar, voy a encargarme de que pases la peor eternidad de tu vida.

—S-S-Sí. Sí, mi rey. —se para derecho en su lugar, listo para irse.

—Una cosa más. —Yoongi se va acercando lentamente al demonio, y cuando lo tiene a tan solo centímetros, comienza a sonreír lentamente, de lado.

—Corre la voz. Hay un príncipe.

—P... Príncipe.

—Eso es. Que rápido aprendes. —dice, y aunque suene cómico, su expresión de victoria no ha cambiado.

—Y su alguien vuelve a poner un solo dedo sobre él... voy a chasquear mis dedos, y se van a morir todos. ¿Capiche?

El demonio tan solo asiente, completamente tembloroso, antes de alzar su rostro, viendo hacia el techo y abriendo su boca. Humo negro sale de su boca fugazmente antes de caer al suelo, desmayado... pero respirando. El desgraciado estaba de vuelta. Yoongi camina hacia la puerta y le pone pestillo antes de, nuevamente, volver a la habitación de JiMin.

Éste último se encontraba frente al espejo de su cuarto, finalizando de abotonarse la camisa. Se giró a ver a Yoongi al notarlo de reojo, y éste se acercó de inmediato, abotonándole el último botón con calma, paciencia, pero muy rápidamente.

—Tu padre va a regresar. —dice.

JiMin se lo queda observando, inmóvil ante la manera natural de Yoongi por decir cosas importantes y que claramente le iban a provocar un leve shock. —... Está bien. —tan solo pudo decir luego de unos segundos mientras su esposo le subía los tirantes por los hombros.

Ambos se vieron fijamente por unos segundos antes de que Yoongi pasara lentamente los brazos por la cintura de su niño favorito, acercándolo. Éste último se puso de puntitas de pie y ambos comenzaron una suave y lenta sesión de besos, ladeando sus cabezas hacia lados contrarios y sintiéndose, realmente haciéndolo por primera vez en el día.

Los deditos de JiMin acariciaban tímidamente el cabello de la nuca del diablo, mientras que éste último se tomaba la libertad de, luego de haber acariciado la espalda del rizado, acariciarle los glúteos. El beso, poco a poco, fue volviéndose más intenso, pero continuaba lento.

Finalmente se alejaron debido a que el calor comenzaba a reinar en aquel lugar, y se hacía tarde como para comenzar una sesión de algo más. JiMin debía de ir a la escuela, encargarse de ver cómo estaba Namjoon. Yoongi debía averiguar quién mierda dañó a su esposo, y hacerlo pagar.

—Vendré en la noche... —el rey del inframundo dice sobre los labios de su bebé, el cual asiente apenitas con la cabeza. Ninguno puede separarse aún.

—... y te haré sentir bien. —Si...

Yoongi le da unos últimos besos en los labios antes de subir sus manos a la cintura del rizado y besarle la mejilla, finalmente separándose y dando unos pasos hacia atrás. —Si algo sucede con tu padre, quítate el anillo. Voy a sentirlo cuando lo hagas.

JiMin asiente lentamente y, con un guiño de ojo, en un parpadeo el diablo desaparece. El leve vacío aparece en el pecho del rizado y siente que no quiere hacer mucho, pero pone lo mejor de sí y sale de la habitación luego de tomar sus cosas. Se apresura en tomar un té y comer unas tostadas, llevándose para el camino una manzana debido a que, según Eunji, su padre no se sentía bien y planeaba quedarse en el cuarto.

Eso fue un alivio para JiMin y salió rápidamente de la casa antes de que Seung cambiara de opinión. Tenía miedo, pero intentó no preocuparse... aunque sí lo hizo. Su padre lo odiaría, seguramente. Finalmente, en la escuela, luego de las aburridas clases, JungKook y JiMin conversaron de todo en el almuerzo.

Namjoon pasó por un lado de éstos, pero ni siquiera notó que estaban allí. Se veía perdido, cansado, y el rizado no sabía qué hacer. Decidió esperar un día más, pensando exactamente cómo confrontar al de ojos castaños. Cuando la hora de salida se hace presente, el niño de ojos verdes no quiere volver a su casa.

Teme aquel rechazo que probablemente recibirá, y teme el sentir que se lo merece, aún si lo hace a menudo. Se lo merece. Se merece de todo. Al no poder explicarle algún motivo a JungKook y necesitar estar al aire libre a pesar del tremendo frío que hacía, una vez se despide de su amigo, comienza a caminar hacia aquel parque en el que ambos repartieron volantes en contra del halloween.

No era muy lejos, y era realmente bonito, excepto por lo solitario y triste. Lucía como él. Una vez estuvo allí, eligió un banco que se encontraba dentro del parque, cerca de las palomas y de un monumento, el cual era un hombre con sus brazos abiertos, como si estuviese sosteniendo algo, pero no había nada.

Extraño. Suspiró y se apoyó contra el respaldo, respirando profundamente por la nariz y oyendo los pájaros cantar. Necesitaba tranquilidad, necesitaba dejar de pensar. Sentía que se estaba volviendo loco.

—¿Por qué estás aquí, tan solo? —sus ojos se abrieron rápidamente, revoloteando sus pestañas a la par que sonreía al ver a Somin frente a él con una tímida sonrisa.

Estaba muy abrigada y llevaba dos trenzas. Su nariz estaba roja por el frío –como la de él– y también sus mejillas. Se veía adorable. La adolescente no dudó en sentarse a su lado. —No es por entrometerme, pero hace mucho frío aquí. Vas a resfriarte.

—Lo sé, pero... —niega lentamente, viendo alrededor y sin poder evitar sonreír de lado. —... disfruto mucho el frío. Siento que la gente no sabe aprovecharlo, pero no quiero juzgar a nadie.

—En parte, es cierto. —afirma la rubia, asintiendo y encogiéndose de hombros a la vez que ocultaba sus manos entre sus piernas. Aparentaba tener frío.

—Yo opino que el frío se debe disfrutar, pero depende de cuánto frío haga. No quiero, tú sabes, quedar congelada como él... —apuntó con su dedo índice hacia el monumento del hombre. JiMin ya había comenzado a reír.

—... y que la gente crea que soy un monumento de un parque. —finalizó, también riendo.

Era chistosa. Con razón JungKook la quería. Oh, ¡JungKook! JiMin se acomodó de lado, preparado para hablar. —¿Qué tal las cosas con JungKook, Somin? —intentó comenzar el tema.

La adolescente parpadeó rápidamente, lucía algo perdida con el cambio de tema de conversación. —¿Qué hay con JungKook?

—Oh, no lo sé. —el rizado se encogió de hombros. —Pues... yo creo que ustedes harían muy linda pareja.

Las mejillas de la adorable chica se volvieron rojas. —Oh, vaya... uhm. No lo sé.

—¿No te... gusta? —Oh, no. Si, me gusta. —emoción fluyó desde el pecho de JiMin.

— Es muy amable, muy dulce, y muy lindo pero, a decir verdad... también me gusta alguien más.

JiMin se lo tomó con algo de sorpresa al principio, pero no le parecía nada indignante. A pesar de que, tal vez, el corazón de su mejor amigo se rompiera en mil pedazos, no juzgaba el que a alguien pueda gustarle dos o más personas a la vez. Era algo que no podía evitarse.

Por supuesto que a él no le sucedía, porque Yoongi era tan único, diferente, excitante y dulce que siempre lo hacía querer más, y más. Somin se veía como si tuviese miedo de ser juzgada y también como si tuviese esperando de que JiMin no creyera que era una cualquiera.

JiMin jamás creería eso de una mujer. A veces sentía que nació en la época equivocada. —Oh, lo siento. Yo... bueno, no sabía. Creí que solo te gustaba JungKook. —la mirada de la chica baja al suelo y mueve sus pies. Luce avergonzada.

—No hay nada de malo en eso, pero yo creo que deberías de aclararlo con mi amigo porque él... pues está muy ilusionado.

Somin se mantuvo callada por unos segundos. JiMin se preguntó si la había incomodado e incluso estuvo a punto de pedir disculpas, pero la chica rápidamente alzó la mirada y se lo quedó observando fijamente. Lucía aún más sonrojada.

—¿Tú no... no quieres saber quién me gusta? —dice.

JiMin parpadea lentamente, procesando aquellas palabras. —Uhm, claro. —que no sea Namjoon, que no sea Namjoon, que no sea Namjoon.

—¿Seguro? —se acerca más hacia JiMin, el cual no es consciente de aquello debido a su inocencia. —Porque... bueno, no me preguntaste.

Si era Namjoon, todo se iba a arruinar. JungKook obviamente no diría nada en contra, pero estaría tan dolido por la relación de éstos que no podría ni ver al de ojos castaños a la cara.

—No quería sonar entrometido. Puedes contarme si g—Tú. Oh.

—... ¿Qué? —Me gustas tú.

JiMin no podía explicar la vergüenza, timidez, incomodidad y fobia que le dió en aquel instante. Su rostro probablemente era una mezcla de colores, sus ganas de correr lejos hasta llegar a los brazos de Yoongi eran infinitas y la incomodidad por su obvia homosexualidad estaba más que visible.

Sintió las manos de la chica tomar sus mejillas; lucía preocupada. —¿JiMin? Reacciona, por favor.

Parpadeó y se apartó tan solo un poco, aún sonrojado y sorprendido. Realmente creía que iba a decir "Namjoon". —Y-Yo... no sé qué decir.

—B-Bueno, podrías comenzar con algo como... "Somin, te diré lo que yo siento." —dijo, intentando ayudar.

Pero lo empeoraba. Lo empeoraba porque, demonios, JiMin sentía culpa. —E-Es que... —negó lentamente.

Sentía que cada cosa que iba a decir lo haría tartamudeando. Se tomó unos segundos para respirar profundo. —... ¿Cómo puedo gustarte? Me conociste ayer. A JungKook lo conoces hace más de dos semanas.

Bueno, eso no tenía mucho sentido. Él se había enamorado de Yoongi al segundo en que lo vió. —No lo sé. Uhm, pues yo... te vi, y me gustaste. Tú... ¿saldrías conmigo?

Ahora JiMin iba a morir. Ya. Ya murió. —Somin, yo... —bajó la mirada y negó lentamente. Ni siquiera podía observarla. No podía creer que él estaba rechazando a alguien, que estaba rompiendo el corazón de una frágil y dulce chica.

Siempre era él a quien le rompían el corazón. —... lo siento, pero me gusta alguien más. Y yo jamás podría hacerle eso a JungKook.

Los ojos de la muchacha están llenos de lágrimas mientras aprieta sus labios por unos segundos, al borde del llanto. —¿Cómo sabes que él gusta de mí? Puede estar fingiendo.

—Él no haría eso, lo conozco. —dice, y era cierto pero, en parte, entendía a la muchacha por creer aquello.

JungKook había estado con varias chicas, y siempre decía que había que disfrutar de la soltería. Pero era diferente invitar a salir a alguien, a darle un beso y nunca más verla. —Es mi mejor amigo. —susurró.

Quería tanto, tanto a JungKook. Era muy linda persona, y esto le dolía. Ahora, más que nada, prefería que la respuesta hubiese sido "Namjoon". Alzó la mirada al oír unos sollozos bajitos y sintió dolor en el pecho al ver a la chica llorar. —Somin, no llores. Lo siento...

Se veía como si estuviese enojada y triste. JiMin no tuvo ni tiempo de acercarse debido a que la adolescente se puso de pie y comenzó a caminar mejor, hacia su hogar, supuso JiMin, el cual cerró nuevamente sus ojos y dió un profundo suspiro para calmar los fuertes latidos de su corazón. Al fin y al cabo, parecía que había ido al parque a hacerse un problema más.

Sin embargo, aquella manera de confrontar las cosas le llevó a pensar en que podía hacerle frente a su padre. Intentó meterse en su cabeza que no necesitaba a su padre, que no quería su amor. Que estaba muy bien tan solo con Yoongi. Se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia su casa. Obviamente no era verdad. Todo le afectaba, y tarde o temprano iba a acabar con él.

Podía sentir el rubor en sus mejillas incluso cuando estaba por abrir la puerta principal de su casa. Entre medio de los pensamientos de cómo sería ver a su padre recordó la incómoda sensación de Somin confesándose, tomándole del rostro y preguntándole si saldría con ella y es que, ay Dios.

Por otra parte, se sentía algo perseguido. ¿Yoongi lo habría visto? De seguro que no, no había sentido su presencia en todo el día. Recordó que si tenía un problema con su padre debía de quitarse el anillo ya que el diablo lo sentiría. Lo tuvo en mente mientras abría la puerta, cabizbajo, y se giraba para cerrarla. Cuando volvió a girarse pudo sentir los brazos de su padre envolverlo en un abrazo.

Entre la sorpresa y el susto quedó inmóvil, con sus brazos colgando a los lados de su cuerpo y oyendo cerca de su oreja la respiración entrecortada de su padre. —L-Lo siento. Lo siento tanto, hijo. —dice.

JiMin continúa quieto, aún temiendo. —Jamás volveré a tocarte, jamás volveré a hacerte daño ni a ti, ni a tu hermana, ni a tu madre. No puedo remediar las cosas, pero aprendí la lección. Realmente lo siento.

Se separan un poco, y el hombre tiene lágrimas fluyendo por sus mejillas. JiMin lo vé fijamente a los ojos, y no sabe si es porque quiere que sea así o porque realmente lo es, pero Seung realmente se vé arrepentido. Incluso diferente. ¿Quién era él para condenarlo? Tragó saliva con fuerza antes de asentir. Le temblaban las manos.

—Lamento haberte dado un ataque al corazón. —se disculpó.

Lo tenía que decir, aunque sonara extraño. —Me lo merecía. —rápidamente responde su padre, negando lentamente. No quería disculpas de su hijo, no debía. —Mira, sé... sé que he sido un desgraciado. Voy a probarte que he cambiado, éstos años yo...

—¿Años? —JiMin lo interrumpe. Seung ahora lo observa fijo, asintiendo con algo de confusión.

—Papá, estamos en el mismo año que cuando te fuiste.

El hombre permanece quieto, procesando aquella información al igual que JiMin, el cual ahora se siente aún más culpable. Había hecho pasar a una persona años en el infierno, y no a cualquiera. A su padre.

—Oh, bueno. Creo que lo sospeché, todo se vé igual. —dijo, suspirando y observando nuevamente a su hijo, negando lentamente.

—Te he echado de menos...

Estaba temblando, y necesitaba darse un baño. Un refrescante y tranquilo baño. —Yo... voy a ir a darme un baño. —dice, apartándose un poco.

—Oh, si. Sí, claro. Yo estaré aquí por si me necesitas. —responde su padre, y luego de unos segundos se gira para ir hacia la cocina.

JiMin aprovecha aquello y también se gira, caminando rápidamente hacia las escaleras, cerrando la puerta antes de comenzar a bajarlas y llegando a la otra puerta, adentrándose en su cuarto y cerrando la puerta con seguro. Su respiración estaba algo agitada, pero intentaba mantenerse tranquilo como sea mientras se encaminaba hacia el baño. Llegó a este y comenzó a llenar la bañera luego de ponerle el tapón.

Había decidido sobre cualquiera, como si fuese algún tipo de Dios, a jugar con la vida de una persona. De su sangre, su familia. Su padre. Se disculpaba, y había estado durante años en el infierno gracias a él. No importaba que no fuesen realmente años, pero en el inframundo sí lo era, y le dolía. Le dolía.

¿Quién era él para decidir sobre la vida de los demás? ¿Quién era él para aceptar disculpas de su padre, cuando era él quien debía disculparse? Porque sí, Seung se había equivocado, pero estaba seguro que unas quemaduras en el cuerpo no se comparaban con años en el infierno.

Cerró el grifo cuando la bañera estuvo llena de agua tibia y tan solo se deshizo de sus zapatos, adentrándose temblorosamente y vestido con camiseta, pantalones, tirantes y calcetines al agua. Cuando su cuerpo se sumergió en ésta, se acurrucó en un rincón de la bañera y cerró sus ojos, llevando sus manos temblorosas a su pecho.

Estaba demasiado nervioso, pero el agua estaba haciendo su efecto, y poco a poco su cuerpo se relajaba. Comenzó a respirar normal y mojó sus manos para pasarlas por su rostro, refrescándose. ¿Había estado tan desesperado por relajarse que se había metido vestido? Rayos, realmente debía de tener los nervios de punta.

Un malestar se hizo presente en su estómago y sus ojos se abrieron, pero no encontró a nadie allí. Y el malestar era diferente. Era como el que experimentó con Yoongi la primera vez que se presentó: escalofríos, miedo profundo y un vuelco en su corazón. Su ceño se frunció.

—... ¿Yoon?

Un silencio ensordecedor provocó que otro escalofrío viajara por su columna vertebral a la vez que una leve presión se hacía presente en sus hombros. Su cuerpo se aflojó al no entender, y sentía algo empujándolo fuerte pero despacio hacia abajo.

Se sostuvo con fuerza de los bordes de la bañera, sin siquiera poder hablar debido al susto, pero fue como si aquella fuerza sobrenatural se diese cuenta de que JiMin estaba rehusándose a hundirse, porque de inmediato la presión en sus hombros aumentó y en un parpadeo se encontró bajo en agua, con su cabeza rebotando contra el fondo de la bañera pero no lo suficientemente fuerte como para desmayarlo.

Las burbujas salían de su nariz y gemidos ahogados de su boca, dejando salir gran parte del aire que intentaba contener. Sus manos fueron a sus hombros, pero no sentía nada que lo sostuviese. No había nada.

Intentó salir, se sacudió y pataleó, pero nada servía. Justo cuando estuvo a punto de darse por vencido, un pensamiento fugaz atravesó su mente y llevó su mano al anillo, quitándoselo y dejando que se perdiera en el agua. Segundos después, la fuerza desapareció junto al malestar, tan solo para que otro malestar reconocible se hiciera presente.

Se sentó en la bañera y comenzó a toser con todas sus fuerzas el agua que se había tragado, respirando profundo como podía mientras volvía a estallar en un mudo ataque de nervios.

—JiMin. —el diablo se aproximó de inmediato y lo tomó del rostro, alzándolo y verificando que estuviese bien.

—JiMin, ¿me oyes? JiMin. —llamó al notar como su niño favorito se veía aún desesperado.

En una temblorosa exhalación se le escapó un lastimoso y entrecortado sollozo, y sus ojos no tardaron en soltar lágrimas. El ente lo envolvió en sus brazos de inmediato, atrayéndolo a su pecho. —Te tengo. Aquí estoy.

El rizado se aferró con todas sus fuerzas a su esposo, y éste último lo levantó como pudo, sin importarle arruinar su elegante vestuario negro y tomándolo en brazos. Tomó una toalla y se encaminó nuevamente al dormitorio, estirando la toalla sobre la cama y luego dejando el tembloroso y mojado cuerpo de su niño, el cual continuaba sollozando. Se cayó un poco mientras Yoongi le quitaba la ropa, comenzando a sonrojarse al quedar tan solo en ropa interior.

El ente lo volvió a sentar y tomó la toalla, acercándolo y comenzando a secarlo lenta y delicadamente, brindándole todo el cuidado que se merecía, pero, maldita sea, era el diablo. Ambos estaban en silencio mientras Yoongi se ponía de cuclillas y le secaba los deditos de los pies a su niño, el cual limpiaba sus lágrimas y comenzaba a sentir frío.

El diablo comenzó a desabotonar su propia camisa, quitándosela y revelando aquel torso marcado y lleno de tatuajes, símbolos y palabras irreconocibles ante los ojos de JiMin, el cual fue abrigado por ésta camisa. Yoongi comenzó a abotonársela y le subió las mangas para que no le fuera tan larga.

—Y-Yoon... —las manos del diablo fueron a los muslos de su niño, y alzó la mirada para verlo mejor desde la posición en la que se encontraba.

—... algo me empujó. —Lo sé.

—Tengo miedo. —dijo con un hijo de voz. Sentía que iba a enloquecer, era demasiada paranoia. Tenía demasiadas preguntas, pero apenas podía respirar. —No lo tengas, ya estoy aquí.

JiMin comenzó a llorar nuevamente, siendo algo ruidoso. —N-No vuelvas a irte. —dijo, dejando fluir las lágrimas por sus mejillas.

Era demasiado. Realmente demasiado. Yoongi lo observa fijamente por unos segundos, y JiMin desearía saber qué ronda por la cabeza de éste antes de que asintiera. —No me iré. —simplemente dice antes de ponerse de pie.

—Métete en la cama, voy por el anillo. —No, no. —rompe nuevamente en sollozos, cerrando sus ojitos con fuerza y llevando sus manos a una de las manos del ente.

— P-Por favor. Yoon...

—Está bien. De acuerdo. —Yoongi se acerca más y lleva sus brazos a la cintura del menor, poniéndolo de pie. A éste le tiemblan las piernas.

Quitó la toalla, dejándola en el suelo y abrió las cobijas, acostando a JiMin. Lo dejó allí y tan solo fue al mueble, buscando un cambio de ropa interior y volviendo cuando lo encontró. Le quitó a JiMin la que llevaba puesta y le puso la nueva, subiéndola lentamente por sus preciosas piernas.

Lo acomodó mejor en la cama y le subió su propia camisa antes de inclinar su rostro y dejar suaves besos en la pancita del menor. Yoongi estaba siendo realmente dulce, realmente cuidadoso con él cuando el resto del mundo era un asco. El diablo. ¿Era afortunado? Se acomodó a un lado y llevó las cobijas sobre sus cuerpos.

JiMin rápidamente se acurrucó contra el pecho del ente y ambos enredaron sus piernas. La temperatura corporal del rey del inframundo era cálida, y eso ayudaba mucho al rizado a relajarse. —Puedes dormir, yo estoy aquí y no permitiré que toquen a mi niño favorito.

—¿No te irás? 

—No me iré. —llevó su mano a los ricitos del adolescente, acariciándolos.

JiMin tardó más de media hora en dormirse, y Yoongi... Yoongi estaba tan malditamente furioso.






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hi, no te olvides de dejarme tus votos y comentarios vale?


os ha gustado?


espero poder finalizar esta adaptación, antes de que me den bajones y quiera enviarlo a borradores nuevamente!!


gracias por dejarme tus comentarios, votos y compartir la historia~


TKM.


MinMin.

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