XIII
Los tres adolescentes habían pasado la noche en la casa de uno de ellos: Jeon JungKook. Para JiMin aquello era desperdiciar una noche con Yoongi, ya que éste no podía estar presente allí. Apenas llegaron, luego de que Namjoon vomitara un poco más y bebiera mucha agua, los tres se fueron a dormir.
Despertaron al siguiente día cuando la alarma del reloj de JungKook sonó. Había sido tan chillona y molesta que ninguno quiso hablar mientras se levantaban. Se vistieron como el día anterior y bajaron a desayunar. El padre de JungKook parecía muy alegre comentando lo bello que estaba el día, las ventajas del invierno y lo lindo que sería cuando la nieve cayera en diciembre.
El humor de JiMin mejoró y se puso a hablar con el padre de su amigo sobre el clima, pero volvió a decaer cuando éste le comentó al rizado la tragedia que hubo en el último viaje de convivencia que hizo la escuela, y se quedó más que callado. Namjoon no pasó por alto aquello. Finalmente JiMin y Namjoon decidieron irse media hora antes de entrar a la escuela debido a que necesitaban ponerse el uniforme.
Ambos chicos se fueron por diferentes caminos a sus respectivas casas. El rizado podía sentir los pasos del diablo en sus talones, y le extrañaba que éste no estuviese a su lado caminando. No había nadie a esas horas de la mañana, al menos no por aquella zona.
—¿Yoon? —no recibió respuesta, tan solo aquellos pasos detrás de sí.
Tragó saliva con fuerza y de inmediato se puso tensó, creyendo que algo andaba mal. Apresuró el paso hacia su casa, queriendo llegar rápidamente para poder meterse en su cuarto y enfrentar lo que sucedía.
Minutos después llegó a su casa y abrió la puerta principal, cerrando detrás de sí mismo y a punto de correr hacia su cuarto, pero detuvo sus pasos al ver a su padre observarlo desde el sofá de la sala, bebiendo una pequeña taza de té. Ambos se observaron por unos cortos segundos antes que Seung alzara ambas cejas y dejara la taza en la mesa ratona frente a él.
—Hijo, hola. —dijo.
JiMin no sabía exactamente qué decir. Era muy extraño hablar luego de que ambos supieran que Seung quiso quemarlo con un cigarrillo, JiMin le provocó un ataque al corazón diciendo "Yoongi" y luego el nombrado se le apareció a su padre en el hospital. Simplemente apretó sus labios, formando una línea con ellos, alzando un poco una de sus comisuras y asintiendo en forma de saludo.
—Uhm, ¿mamá y Hyunah? —por algún motivo se puso mucho más tensó al ver como su padre se ponía de pie, caminando muy lentamente hacia él.
—No están.
—Oh. —JiMin asintió, viendo alrededor.
Estaba realmente inseguro. Hizo una especie de trompita con sus labios y frunció un poco el ceño, pensando. ¿Dónde podría estar su familia?
—¿Dónde fueron? —A resolver unos asuntos. —sonrió amistosamente.
A pesar de que se veía honesto la respuesta a su pregunta lo puso más nervioso. ¿Qué debía estar haciendo su familia que no podía él enterarse? Porque claramente sería muy tonto continuar preguntando.
—¿La pasaste bien anoche en la protesta?
—Oh, si. —se le hizo un nudo en la garganta por mentir.
—Si.
—¿Has comido? ¿Quieres que te prepare algo?
Aquellas preguntas lo hicieron sentir querido, importante para su padre en el cual siempre había buscado algún tipo de aprobación y amor verdadero, que sus ojitos se llenaron de lágrimas y sonrió con vergüenza. Tragó saliva con fuerza antes de negar.
—Oh, no. Está bien. —su voz tembló un poco y carraspeó con fuerza para reafirmarla.
—Ya he desayunado con JungKook. ¿Tú... tú has desayunado?
—Si, gracias. —Oh, bueno. —asintió lentamente antes de dar un paso atrás. —Me voy a vestir para ir al instituto.
—Yo te llevo. —dijo Seung, bajando la mirada y asintiendo. Parecía apenado.
—Genial, gracias. —agradeció el niño de rizos antes de girarse para ir a su cuarto.
¿Debía de ponerse feliz porque la relación con su padre estaba avanzando? ¿Finalmente éste último comprendía que golpear a alguien con un cinturón hasta marcarlo no era forma de solucionar las cosas? ¿Acaso había cambiado? O, ¿cambiaría? Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en las respuestas de todas aquellas preguntas.
Una mano tira fuertemente de su brazo y otra mano junto a un objeto se pegan con fuerza en su cabeza, sobre sus rizos. De inmediato se siente sofocado, y literalmente como su sangre comienza a hervir. —En el nombre del Señor, te ordenó que salgas de éste cuerpo.
JiMin abre su boca en un grito mudo, comenzando a temblar. Puede sentir fuego en sus huesos, en su interior. En todas partes y, oh. Es como ser quemado vivo por un largo tiempo y nunca morir, solo sufrir.
—Y...
Ni siquiera termina de nombrar al diablo cuando el crucifijo que se encuentra en su cabeza vuela de la mano de Seung y una fuerza inhumana arroja a su padre hasta una esquina de la sala, dejándolo en el suelo y tirando algunas cosas.
JiMin intenta mantenerse de pie como puede mientras recupera la respiración, pero se encuentra quejándose en voz alta por el fuego en sus venas. Observa a su padre de lo más herido, llorando bajito mientras se sostiene a sí mismo, pálido.
—¿Q-Qué eres? —Seung también está pálido, y se arrastra hasta tomar nuevamente el rosario, tendiéndolo hacia JiMin por si éste planeaba acercarse.
—¿Qué clase de monstruo eres?
Shockeado y perturbado, el rizado se ríe secamente, limpiando las lágrimas de su rostro e intentando enderezarse debido a que se encontraba algo doblado por el dolor. Debía verse fuerte frente a su padre, o éste creería que podría derrotarlo fácilmente.
Le apuntó con su pequeño dedo índice a una de las personas que alguna vez más amó, amenazante. Se veía como un pequeño intentando asustar, pero daba igual.
—N-No... no vuelvas a intentar tocarme, o voy a matarte. —acomodó sus ricitos, temblando.
Se estaba muriendo de ardor. —Voy a matarte.
Se tambaleó hasta llegar a la puerta que iba hacia las escaleras y la bajó con demasiada dificultad, quitándose la mochila en el camino a su habitación. Una vez llegó cerró la puerta detrás de sí y se apoyó contra ésta, cerrando sus ojos y llevando una mano a su pecho.
No aguantaba, y a pesar de que el fuego en su interior no se había propagado, podía sentir aún el ardor tan potente que su aliento era como vapor. Unos brazos lo rodearon fuertemente por la cintura.
—JiMin. —el susurro del diablo era ronco, y hasta parecía desesperado ante los quejidos de dolor del menor.
—Arde, arde. —las lágrimas no le salían y le costaba respirar. Sus piernas le temblaban y estaba seguro de que si no era sostenido por Yoongi iba a caer al suelo.
—M-Me está... —sollozó secamente. Una mano de Yoongi se dirigió hacia el mentón del rizado, tomándolo y alzando su rostro.
—Mírame. JiMin, mírame. —los ojos del niño se abrieron con cansancio y ambos se vieron fijamente.
Poco a poco el alivio llegó al pecho del rizado en cuanto el ardor cedía y parecía que algo refrescante lo invadía. Se sostuvo mejor de Yoongi, cerrando nuevamente los ojos y recibiendo un desesperado y necesitado beso en los labios.
—Ya, estás bien. No voy a dejar que nadie te vuelva a tocar.
—I-Intenté decir tu nombre, Yoongi. Me dió miedo, no salía.
—Tu padre no va a seguir vivo cuando vuelvas de la escuela. —prometió el diablo. JiMin de inmediato lo observó y negó.
—No, no. No lo mates. —suplicó su niño favorito. No podía seguir cargando el peso de la culpa, el de las muertes y el como afectaba a su alrededor y lo volvía más débil a continuar vivo.
—No...
Los ojos de Yoongi se oscurecieron y dió un profundo suspiro, pero no fue como las demás veces que los cuadros tan solo se movieron, ésta vez muchas cosas se cayeron y hasta se rompieron. Oh, el diablo estaba tan enojado.
—Te tocó.
—Yoongi, por favor. —rogó, llevando sus manos hacia los hombros del mayor, aferrándose y observándolo fijamente. La expresión del ente era neutra, no demostraba nada pero sostenía a JiMin por la cintura con fuerza.
—Tocó lo que es mío. —sus fosas nasales se abrieron un poco más ante las profundas respiraciones. La luz del cuarto había bajado un poco y JiMin no lo notó hasta que un fuerte relámpago sonó, sobresaltándolo. —Mío.
JiMin sollozó, negando y poniéndose de puntitas de pie, llevando tímidamente sus brazos alrededor del cuello de Yoongi. —No sabe lo que hace. Yoon, por favor. —intentó llegar a la boca del amor de su vida, lográndolo. Rozaron sus labios por un momento.
—Por favor... —Hoy muere. Se va al infierno.
—Yoon... —besa con demasiada vergüenza los labios del ente, el cual comienza a comerle la boca a su niño favorito.
Aquel beso es profundo, lleno de pasión y necesidad. JiMin se aferra a Yoongi como si tuviese miedo de cada cosa que hay en todo el espacio que lo rodea, y en parte es así. Tuvo mucho miedo y ahora tan solo ruega por mimitos del diablo, el cual, sin saber lo que se encuentra experimentando, busca algún tipo de remedio en los labios de su bebé para curar la rabia que siente en su pecho.
Se separan luego de unos minutos. —... Por favor.
El diablo aparta tan solo un poco más su rostro y abre sus ojos, los cuales siguen oscuros. Niega lentamente y es la primera vez que JiMin lo ve tan confundido, shockeado. —Por mí. ¿Qué me estás haciendo? —nuevamente toma a su niño y lo besa profundamente por tan solo unos segundos, finalizando con besos entrecortados.
Vuelve a suspirar y más cosas caen. —Estoy tan furioso. Sé cómo resolver las cosas, pero tú me lo impides... y yo te lo permito.
Ambos se ven fijamente por unos segundos, y el rizado no evita volver a soltar algunas lágrimas. —Es mi padre, Yoon.
—No me importa. —No me importa lo que haga, sigue siendo mi padre. —defendió inútilmente. Una irónica risa, llena de sequedad y poca gracia sale de la boca del ente.
—Humanos. ¿Qué es esa ideología en sus cabezas de que por tener la misma sangre deben perdonar acciones intensionales de uno? Tu padre sabe que tengo mis ojos sobre ti. —su voz baja de tono, la furia intensificando el malestar en el interior del pequeño.
—Yo le advertí. Le advertí que no te tocara, que no te mirara. Lo hizo sabiendo que iba a lastimarte.
Lo que Yoongi no comprendía es que JiMin no lo defendía por ser su sangre. Quería hacer referencia a que amaba a Seung, con todo su corazón, al igual que amaba a su madre y a Hyunah. A su pequeña familia. Y no importaba si su padre buscaba hacerle daño, porque él lo amaba más y no quería ningún daño. Porque, simplemente, ya no podía soportar más porquería.
—Yoon... —sollozó. El nudo en su garganta no le permitía decir lo que sentía. —Y ahora tú me pides que siga como si nada, y dejé pasar el hecho de que te lastimó. ¿Crees que no puedo ver los deseos de los demás, JiMin? —preguntó.
—¿Crees que he dicho que eres un alma pura todo este tiempo solo porque tuve ganas? —No, no dije eso. Es solo—Tu padre va a saber lo que es estar cerca del infierno cuando vuelvas de la escuela. —interrumpió, acercando más el rostro al de su niño favorito, el cual intentó aguantar los sollozos.
—Es una orden. ¿Ha quedado claro?
—Si... —dice, parpadeando para soltar más lágrimas.
El diablo le alzó el mentón y llevó su cálida y húmeda lengua a la mejilla de JiMin, limpiando las gotas de tristeza, saboreando ésta última. —Deja de hacerme dudar de mis decisiones.
—Lo siento. —se permite llorar luego de que Yoongi deja un beso en sus labios y se aparta, rodeando su pequeño cuerpo. JiMin se gira rápidamente, limpiando las lágrimas de su rostro y sollozando mientras nota a Yoongi negar lentamente, pero nuevamente con aquella expresión neutra que tanto lo caracterizaba.
—No lo comprendo. —dice antes de tragar saliva.
—Vístete, volveré cuando oscurezca. En tan solo un parpadeo el diablo desaparece, y con él un pedazo del alma de JiMin, dejándolo más débil, tembloroso y llorando.
Sube las escaleras furiosamente luego de salir de su cuarto, y en cuanto cierra la puerta detrás de sí y ya está en la sala nuevamente, vestido con su uniforme, mochila, cara lavada y peinado, su padre se encuentra allí, inmóvil en el sofá y observando a su hijo con una mezcla de lástima y miedo.
La furia fluye por las venas del rizado a la par que toma un libro que se encuentra cerca y se lo arroja al adulto, el cual se sobresalta, sorprendido. —¡Eres un tonto! —grita JiMin, comenzando a sollozar con fuerza, con las lágrimas cayendo como cascada de sus preciosos ojos verdes.
—¡Temetiste conmigo y ahora la vas a pasar mal! ¡Y no quiero, pero te lo mereces! —iba a explotar si no le decía en la cara la verdad a alguien.
—... JiMin. Está tan roto, tan a punto de colapsar.
—É-Él tenía razón, eres un mal padre. —apunta con su pequeño dedo índice al hombre mayor, acusándolo.
—Te gusta golpear a mamá, y te gusta castigarme. Te gusta jugar a ser Dios.
—Este no eres tú. No es el niño dulce que siempre amé.
—No. —y ésta vez no se quebró, incluso salió mucho más fuerte. Negó lentamente antes de acomodar las correas de su mochila sobre sus pequeños hombros.
—Tú no sabes amar. Y sin más, giró sobre sus talones y salió de su casa, camino a la escuela y llorando desconsoladamente.
No duró ni media hora dentro del salón de clases, pero se la pasó gran parte en el baño, el cual estaba completamente vacío a esas horas y podía darse el lujo de estar fuera de los cubículos. Park JungKook lo encontró cuando su profesor le ordenó ir a buscar al alumno que hace más de treinta minutos se había ido al baño y no volvía.
JiMin lloraba y murmuraba "no quiero que suceda" mientras JungKook intentaba calmarlo mojándole el rostro y abrazándolo. El rizado se veía extremadamente perturbado, como si no pudiese evitar lo que se avecinaba, y así era. Murmuró un par de veces "Yoongi", pero quién sabe dónde estaba que no apareció ni un segundo. JungKook decidió llevar a JiMin a su casa cuando éste último parecía temer ir a la suya.
No paraba de preguntar por la hora y negar rápidamente desesperado. Cuando ambos llegaron a la casa del castaño se encaminaron hacia su cuarto y se quedaron allí, bebiendo jugo de naranja exprimido y comiendo pan con mermelada. Ambos tuvieron una corta charla en donde el rizado le confesaba a su amigo el haber hecho algo muy, muy malo que no podía decir y no saber cómo remediarlo. JungKook le dijo:
"—Pues... está en ti detener las cosas, pero quiero que tengas cuidado. El sentir culpa y estar en un ambiente tóxico puede arruinarte y volverte alguien diferente. No dejes que eso pase."
¿No sé ha vuelto ya alguien diferente? Se sentía diferente. Débil y fuerte a la vez. Eran las 8 pm, hora de volver para la cena. Le sudaban las manos mientras salía de la casa de los Park y caminaba hacia la suya. No había nadie, como a la mañana, y todo estaba oscuro a excepción de la tenue luz blanca en cada faro.
Pudo sentir la presencia de Yoongi a mitad de camino, pero no se atrevió a hablar. Tenía miedo de cada respuesta que recibiría. Finalmente llegó a la casa y, sin siquiera pensarlo abrió la puerta principal, adentrándose. Fue envuelto fuertemente en los brazos de su madre, la cual jadeó, aliviada.
—JiMin, Dios santo. —se aleja luego de unos segundos, besando el rostro de su hijo.
—¡Cielo! ¡Te busqué por todas partes! Pero tu padre, uh. Él me dijo que estarías bien y decidí esperar. ¿Dónde estabas?
—Lo siento, mami. —su voz tembló así que rápidamente carraspeó su garganta.
—Estaba con JungKook, me sentía raro y me quedé en su casa. Siento haberte preocupado.
Los besitos de su madre en su rostro lo reconfortan un poco, pero aún sigue aterrado por lo que se avecinaba. Eunji sonríe tímidamente luego, viendo fijamente a JiMin. —Tu padre me contó lo que sucedió. —dice, y el niño se congela, pálido y tenso. No sabe qué hacer, no sabe qué decir.
—Ha asimilado la culpa, y ha prometido tantas cosas buenas, amor. Todo va a mejorar. Él quiere ofrecerte una disculpa.
... ¿Qué? —U-Uh... Sus balbuceos sin interrumpidos en cuanto Seung sale de la cocina, relamiendo sus labios y viendo hacia su esposa e hijo. Luce relajado, incluso parece estar realmente feliz.
JiMin jura nunca hacerlo visto así mientras éste se acerca rápidamente con una mirada culpable... y ojos rojos. Demonios, que ése no era su padre. Pero tampoco era Yoongi, lo sentía detrás.
—JiMin, lo siento tanto, hijo. Prometo que no volveré a lastimarte, te lo juro. —dice fluidamente, rodeando con su brazo la cintura de Eunji, la cual se sonroja.
Simplemente asiente, y es allí cuando su padre sonríe levemente y mira a su esposa, la cual le devuelve la mirada. ¿No nota el cambio en el color de ojos? —Deberíamos cenar, tengo hambre y cocinas delicioso.
Su madre ríe, aún más sonrojada. Se parece a él cuando Yoongi dice cosas que lo hacen sentirse el ser más afortunado del mundo. —Cocinaría lo que sea por ti, amor. —y ambos adultos se dirigen a la cocina, entablando una conversación.
JiMin vé a Hyunah, la cual está en el sofá fingiendo ver televisión, y ambos se observan fijamente antes de volver a lo suyo. El niño se dirige a su cuarto, bajando las escaleras y cerrando la puerta detrás de sí antes de encender la luz. Yoongi se encuentra allí, y él no puede evitar comenzar a sollozar silenciosamente, pegado a la puerta.
—¿L-Lo mataste?
La mandíbula de Yoongi parece estar tensa, y se mantiene bastante quieto.
—No. —dice. JiMin deja de llorar, sorprendido. —Pero va a desear estar muerto, y no lo lamento.
El rizado comienza a quitarse la mochila, el abrigo y deja todo sobre un sofá individual en la esquina del cuarto. Suspira y limpia las lágrimas en su rostro antes de girarse y encontrándose a Yoongi frente a él. Ya no se sobresalta más.
—Estás asustado. —confirma el ente, por lo cual JiMin niega.
Yoongi rodea la cintura de su niño favorito con sus brazos, acercándolo y pegándolo a su pecho. Bajó el rostro y olfateó el cuello del más bajo tan solo unos segundos. —Estás triste.
JiMin nuevamente solloza, comenzando a temblar. Todo el miedo que cargó sobre sí jamás se convirtió en alivio, ahora solo era tristeza que no podía cambiar.
Se sentía terrible, y temía no saber cómo controlarlo. Yoongi lo observaba sin comprender al principio, pero pronto, en carne propia pudo sentir las emociones de su niño y, casi desesperado por aliviar el malestar, lo alzó como si fuese una princesa y lo llevó a la cama, recostándolo.
El rizado no dejaba de llorar, y Yoongi le limpió las lágrimas antes de tomarlo del mentón y alzarle el rostro, acomodándose a su lado pero un poco más arriba. —¿Soy yo el causante de tu tristeza? —JiMin tan solo parpadea, notando apenas notable.
—¿Crees que estoy equivocado en la decisión que he tomado?
Ambos permanecen callados por unos segundos, tan solo oyendo como el rizado sorbía su nariz e intentaba no hacer ruido al llorar. —No. No creo que estés equivocado, y por eso estoy triste.
Su madre, ella... jamás la hacia visto tan feliz, tan radiante. Pudo incluso sentir lo hermosa y amada que ésta se sentía, y las esperanzas surgiendo de su pecho. Su padre, el cual estaba siendo poseído por un demonio y su alma estaba en quién-sabe-donde, se veía mucho más comprensivo e inteligente de aquella manera. Tan solo le dolía, porque él realmente desearía tener a su padre de vuelta, pero siendo de aquella manera.
El diablo se mantuvo acariciando delicadamente la mejilla de su niño favorito, y nuevamente lucía confundido como nunca. Realmente era muy extraño verlo así, sin entender lo que sucedía.
—Aún no lo comprendo.
Ésta vez JiMin preguntó. —¿Qué cosa?
—Te interesa la vida de alguien el cual no se preocupa por la tuya. —se inclina y besa suavemente los labios de su niño.
—Te pone triste que alguien sufra, incluso si no tuvo inconveniente con hacerte sufrir a ti. Eres tan frágil, y tan puro. Yo... me dejas sin habla.
Nuevamente comparten una húmeda sesión de besos ruidosos. JiMin se acurruca en el pecho del rey del inframundo, el cual sostiene a su niño favorito como si se le pudiese resbalar de las manos, cosa que era cierta. Nunca había sentido tanto enojo como el ver que el rizado no podía respirar debido a que alguien intentó que de quitara de encima. Ilusos.
Acarició las caderas del niño y adentró su lengua a la boca del menor, el cual gimió bastante bajo y se acercó aún más más, necesitando de mucho más tacto. Yoongi se apartó solo unos segundos. —¿Cómo es que Dios no le prestó atención a alguien como tú?
JiMin suspiró al sentir los besos del ente sobre la piel de su cuello, succionando y lamiendo. —Uhm... tal vez él sabía que... que iba a enamorarme de ti.
El corazón del diablo volvía a latir, y con mucha más intensidad. Una sonrisa ladina se hizo presente en su boca, gustoso por su respuesta a aquella suposición. —O tal vez yo lo sabía e impedía que se metiera en mi camino.
Aquella noche hicieron el amor, y Yoongi se ocupó de quitar el susto y tristeza del pecho de JiMin. Mientras éste último dormía luego de varios minutos, se permitió quedarse recostado, envolviendo el pequeño cuerpo del menor y pensando una manera en la que éste disfrutara de su vida junto a él... y no muriera en el intento.
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hey, sorprise, no dejes de votar y comentar vale!!!
gracias a las personitas que estan dejando sus estrellitas y comentarios. TQM.
Nos seguiremos leyendo, pecadoras~
MinMin.
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