XI
Los siguientes cinco días fueron tranquilos, tanto que hasta daban miedo. JiMin se encontraba mucho mejor, y todo por el arreglo que habían hecho. Mientras se acurrucaban en su cama, ambos desnudos, sudorosos y en una larga sesión de toqueteo y más, compartían entre húmedos besos palabras importantes.
Ya que el rizado le había comentado que su familia parecía estar tramando algo, el diablo decidió que, no solo por ello sino para la recuperación de JiMin, se iría y tan solo volvería a su lado en la noche, al menos por cuatro días hasta que su niño favorito se recuperara nuevamente y no se viera nada sospechoso.
También habían comentado sobre el tema de que, aunque a JiMin le costara, ya no debía de dar la vida por nadie. Yoongi le dijo que él había enviado a la Muerte para matar al hombre y que no lo invada de preguntas, pero el rizado, en medio de una pequeña discusión, le intentó hacer entender que no debían de matar a cada persona que lo molestara ya que se vería demasiado sospechoso, y aunque en el mundo donde Yoongi era rey fuese normal, en el de JiMin era algo horrible.
También le expresó la culpa que le hacía sentir y lloró un poco al recordar a su primo, compañeros de la escuela y el daño que le hizo a su padre. El diablo tan solo repetía lo mismo: "Mi niño favorito, ¿por qué lloras por personas que no merecen respirar el aire de éste mundo? Si están ardiendo en el infierno es por algo. Nadie te toca."
Por el resto de la noche Yoongi secó las lágrimas del rizado con sus dedos repletos de anillos de oro y lo besó en los labios por horas, buscando que se sintiera mejor. Si sus fieles seguidores del infierno vieran lo que era para el diablo irse de allí por "asuntos importantes" , morirían de envidia. Su familia notó el gran cambio en JiMin, y como gente que poco se informa y no tiene idea de nada le comentaron su estúpido plan: atarlo a la cama y hacerle un exorcismo.
Por último lo felicitaron por recuperarse, le dieron la bendición y JiMin no sintió ni cosquillas por ello debido a que Yoongi volvía en la noche. El veintinueve de octubre, en su instituto organizaban para cada alumno que tuviera el permiso de sus padres un proyecto llamado "anti-sectas".
Básicamente era entregar folletos los cuales informaban pésimamente sobre el halloween, metiendo en cabezas ajenas cuán satánico era aquello y todo lo que significaba. Desgraciadamente JungKook y JiMin tuvieron el permiso, y al siguiente día ya se encontraban repartiendo folletos en la esquina del parque de la ciudad. Todos eran muy amables y los tomaban, e incluso se quedaban cuando los adolescentes les explicaban de mala gana cómo era todo el asunto.
La cosa es que todos eran fieles seguidores de Dios, pero ése no era el enorme problema. El enorme problema era que seguían fielmente a la Biblia, la cual tenía sus cosas buenas, pero también sus cosas malas, y los humanos parecían exagerarlos y penalizar de muerte a cualquiera que fuese en contra de aquello.
—Es injusto. —JungKook bufó, notando que nadie pasaba cerca y acercándose a un cesto de basura, tirando cinco volantes dentro y volviendo rápidamente al lado de JiMin.
—¡JungKook! —regañó, y se sonrojó porque, vamos, él no era nadie para decirle a los demás lo que estaba mal. Estaba haciendo lo que se consideraba lo peor del mundo.
—Vale, lo siento. —arrojó uno más y JiMin alzó ambas cejas.
El castaño rodó sus ojos ante el interrogatorio del pequeño. —Es solo... Halloween es genial, amigo. Es tan genial porque te disfrazas y asustas, y asustar es divertido.
La nariz de JiMin se arruga. —Yo no me divierto cuando me asustan. —dice, y le entrega un folleto a la señora que pasa frente a él, dedicándole una tímida sonrisita. JungKook nuevamente rueda sus ojos.
—Es porque siempre has sido al que asustan. ¿Has asustado alguna vez?
De inmediato recordó el momento en que asustó a sus primos –más bien, Yoongi– dando vuelta todos los crucifijos y negó lentamente con la cabeza.
—Asustar es malo, Kook. —estuvo en desacuerdo. Ambos chicos comenzaron a caminar hacia un banco del parque, aún conversando.
—Es malo cuando se hace con maldad. —JungKook defiende.
Ambos se sientan y JiMin suspira, más relajado. Sus piernas duelen, no está totalmente recuperado. En cambio, JungKook se endereza y vé al rizado con una pequeña sonrisita. Su diente chueco se puede apreciar muchísimo, se le ve bonito.
— En halloween todo es inocente diversión. Puedes tener un disfraz, comer muchos dulces...
—¿Dulces? —JiMin rápidamente dijo, viendo a JungKook con un leve brillo en sus ojos verdes.
El otro chico sonrió de manera malévola: había capturado lo que le llamaba la atención al adorable de los Park. Asintió rápidamente. —Muchos. —dijo.
JiMin pareció estar embobado por unos segundos, pero luego negó con la cabeza, bajando la mirada y ordenando los folletos en sus manos. JungKook suspiró, agotado por querer convencer a alguien como su pequeño y fiel amigo.
—Vamos, JiMin. ¿Realmente crees lo que dicen éstos folletos? —tomó uno y buscó algo realmente ridículo para leer en voz alta pero, Dios mío, todo era ridículo.
—"La palabra halloween proviene del idioma maldito el cual significa seguir al verdadero rey. La manera de invocar al señor de las tinieblas es usar disfraces de sus servidores, crear mala vibra y malos sentimientos. ¡Usted siga a Dios!" —vé a JiMin nuevamente, poniendo su peor cara.
—¿En serio?
Obviamente el rizado sabe que no es verdad, pero vé nuevamente los folletos antes de ver a JungKook. —Bueno, no lo sé. La parte en donde dice que los gatitos negros son secuestrados por brujos me parece bastante creíble. Muchos gatitos negros habían desaparecido, aunque también podían ser los de la iglesia, ya que creían que el animal era de mala suerte. Demasiado pretenciosos, demasiado metidos en cosas que no eran así.
—Puede que eso sea verdad, pero no todos los que festejan halloween se llevan a los gatitos. ¡Y halloween no viene de una palabra maldita! Es más, si alguien de éste maldito pueblo tomara un libro y se dedicara a leer un poco, sabrían que comenzó en el siglo diecinueve y que ellos mismos, los católicos y cristianos, celebraban primero que todos.
JiMin se limitó a no decir nada ante la evidente irritación de su amigo, el cual se echó hacia atrás, contra el respaldo de aquel banco y suspiró, observando alrededor mientras se acurrucaba más en su abrigo.
—¿No crees en Dios, Kook? —Si, creo en Dios. —éste rápidamente respondió, más tranquilo pero aún viendo al frente con notable irritabilidad.
—Pero no creo que Dios vaya a matarme por hacer algo que me divierte, sin hacer daño a nadie.
El rizado asintió lentamente y vió hacia el otro lado, rogando no haberle dado una idea a JungKook porque, oh, éste ha puesto su cara de "un foco se prendió sobre mi cabeza."
—¿Qué tal si nos disfrazamos y salimos a pedir dulces? —rápidamente pensó: ¡maldita sea!
—Oh, no. —el niño se levantó del banco, caminando hacia el mismo lugar donde anteriormente estaba y siendo perseguido por su amigo, el cual se quejaba por lo bajo.
—No, no, no. Van a matarme si lo hago.
Si, probablemente iban a matarlo si lo descubrían, y arruinaría su perfecto plan de "todo está bien conmigo, no tengo nada metido dentro, soy un ser de luz." Además, la noche era el único momento en el cual podía permanecer junto a Yoongi, y la noche anterior estaba tan agotado que se había dormido muy rápido, sin tener tiempo de una sesión de besos con el diablo.
Había estado todo el día pensando en lo maravilloso que sería llegar a su casa y meterse entre los brazos de Yoongi, ser besado y sostenido, justo como le encantaba. —¡No van a enterarse! —el castaño rogó.
—Les diremos que... uhm... ¿Una protesta contra el halloween? ¡Será divertido! —intentó animar a JiMin, el cual continuaba repartiendo volantes a la gente que pasaba por allí.
JungKook hacia lo mismo. —Podemos ser terroríficos al menos una noche.
—Yo... —la duda le carcomía el cerebro. Se oía tan divertido pero... debía de consultarlo con Yoongi.
—... no lo sé. —Dulces, JiMin. Dulces.
El nombrado rió tímidamente, sonrojado al notar que su amigo ya conocía una de sus debilidades. Negó lentamente antes de suspirar y entregar el último volante. La conversación finalizó hasta que JungKook entregó su último volante también y ambos caminaban por el parque hacia sus casas.
—Sería... sería divertido. —JiMin dice.
JungKook parece estar a punto de explotar por la emoción, pero el rizado rápidamente alza su dedo índice, apuntándolo. —Pero te confirmaré mi respuesta mañana en el instituto.
—Voy a hablar con un amigo cercano para que nos lleve a donde planeo ir. ¡Dios, estoy tan feliz! Tendremos dulces y haré unos buenos disfraces para nosotros. ¡Seremos fantasmas! —exclamó, cegado por la felicidad de, finalmente, hacer algo que le gustaba.
Aquel pueblo era como una cárcel. —Mi padre cree todo lo que le digo, así que le diré que avise a tus padres lo que supuestamente haremos. Tú solo relájate. ¿Si? Todo saldrá bien. Además... algún día debías de hacer algo malo, ¿no crees? JiMin sonrió de lado con timidez, sintiendo sus mejillas algo calientes. No tienes ni idea.
Cuando JiMin llegó a su hogar fue una sorpresa el como incluso su padre lo saludaba. El niño devolvió el saludo y observó el reloj, notando que apenas eran las seis de la tarde. Yoongi no aparecería por allí hasta las ocho o nueve, así que aprovechó para hacerse una rica merienda: té con limón y unas tostadas con mermelada de cereza. Hyunah no estaba en casa, así que aprovechó para sentarse en un sofá individual del living, comiendo tranquilamente mientras sus padres conversaban en el sofá del frente.
—JiMin, cariño. ¿Cómo ha ido todo en la escuela? ¿Has repartido los volantes? —JiMin asintió con la boca llena.
—¿Todo en orden, cielo? ¿Te sientes bien? Te ves bien.
Una vez tragó su comida le sonrió tímidamente a su madre, sonrojado. —Oh, gracias, mami. Tú te ves hermosa también. Todo está en orden. — asintió antes de darle el último sorbo a su té y levantarse, tomando la bandeja con sus cosas.
—Voy a limpiar esto y luego voy a darme un baño.
—De acuerdo, cielito mío. Deja la taza en la encimera, yo la lavo. No olvides cepillar tus dientes, amor.
—Lo haré. —avisó éste.
Aunque su madre le había dicho que no lavara su taza, lo hizo de todas formas. Limpió las migas de la mesa del living y, no sin antes disculparse, se dirigió hacia la puerta que llevaba al sótano. Bajó los escalones, abrió la puerta de su habitación y cerró con pestillo debido a que iba a darse un honorable baño hasta que su nov... bueno, hasta que Yoongi volviera.
Una vez en el baño, llenó la tina con agua tibia y se quitó rápidamente la ropa, adentrándose y relajando su cuerpo una vez estuvo éste bajo el agua. Aprovechó para relajarse más sumergiéndose por unos segundos, con sus ojos cerrados y cuerpo quieto. Hacer aquello le recordaba la abrumadora sensación de cuando el cuerpo de Yoongi lo llevó lentamente a la inconsciencia y despertó con aquel molesto pitido en la oreja izquierda que, por suerte, ya no tenía el placer de oír.
Volvió a la superficie cuando sus pulmones ardieron en busca de aire y frotó el jabón en cada lugar de su cuerpo, limpiando. Aunque extrañaba a Yoongi y tenía la necesidad de sentirlo a cada momento cerca suyo, debía de admitir que estaba mucho mejor así. Podía respirar, no había tanto malestar y el sol pegaba contra su piel.
Cuando le faltaba gran parte de su alma, a pesar de que algunas cosas son muy borrosas en su memoria, pudo jurar poder ver fijamente al sol sin la necesidad de entrecerrar sus ojos o cubrirlos. Pudo verlo como si tuviese gafas oscuras puestas, y se sorprendió.
Negó lentamente, lavando sus ricitos con shampoo. No debía recordar las sensaciones de cuando le faltaba gran parte de su alma, porque el pánico volvía y quedaba en shock. Suspiró y se enfocó en pensar lo divertido pero arriesgado que sería ir con JungKook a donde sea que dijo en halloween.
Aunque pensándolo bien, estaba casi seguro que Yoongi no aceptaría aquello. Y planeaba obedecerlo como el buen niño que es. Finalizó por poner acondicionador en sus rizos y enjuagarlos. Se puso de pie y cubrió su cuerpo entero con una toalla enorme, no sin antes salir de la tina. Se veía más pequeño de lo normal con aquella toalla y sus rizos mojados pegados en el rostro, desordenados.
Quitó el tapón de la bañera y se secó rápidamente, poniéndose su ropa interior y dirigiéndose hacia la habitación. Dejó la toalla en el cesto de ropa sucia luego de secar sus ricitos y acomodó éstos a un lado antes de dirigirse hacia el mueble donde guardaba toda su ropa. Tomó unos calcetines, sus shorts de dormir con ositos marrones y bonitos en éste y una remera de manga larga, simple y sin ningún estampado en ella.
Comenzó poniéndose los calcetines y la camiseta, pero cuando estuvo a punto de ponerse los shorts el malestar se instaló lentamente en su estómago y sintió un escalofrío en su columna vertebral. Pronto, unos brazos lo rodearon por la cintura y una boca se pegó a su cuello, besando húmedamente allí, y provocando que sus ojos se cerraran.
—Quédate justo así. —Yoongi dijo, refiriéndose a la vestimenta del menor. Lo giró en sus brazos, dejándolo de frente y tomándolo de la cintura, inclinándose para alcanzar los labios de JiMin.
—Mi niño favorito.
—Yoon. —el menor parpadeó lentamente, embobado con la perfección frente a su rostro.
—Te extrañé. —susurró, intentando no apartar la mirada por la vergüenza, haciendo obvias sus mejillas rojas.
El diablo, con aquella coqueta sonrisa de lado se inclinó y atrapó los labios del menor en un hambriento pero lento beso, siendo correspondido con sorpresa al principio. Un suspirito escapó de la pequeña nariz del rizado, el cual estaba de puntitas de pies y se sostenía gracias a sus brazos rodeando el cuello del diablo.
—Yo a ti. —respondió éste último.
Un momento... ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Aquella imprevista respuesta provocó que JiMin dejara de responder el beso y abriera sus ojos verdes impresionado, sin poder creerlo.
—... ¿Qué dijiste?
Yoongi lo ve por unos segundos, entrecerrando levemente sus ojos para luego alzar ambas cejas. —Yo te extrañé a ti. —repitió, solo que de manera testaruda.
Las mejillas de JiMin estaban a punto de explotar por lo sonrojado que se encontraba. —¿E-En serio? ¿A mi? Yo...
El diablo rueda los ojos antes de acercar más al niño y besarlo lenta y profundamente. Éste último, demasiado feliz por aquella muestra de afecto en palabras que ni siquiera pidió, se dejó mimar y respondió al exquisito beso. Ambos permanecieron así por unos minutos antes de que los brazos de Yoongi se ubiquen en el trasero del rizado y lo levante, cargándolo.
Sus labios no se despegan ni por un segundito mientras el diablo se dirige hacia la cama y deposita suavemente al niño sobre el colchón, corriendo las cobijas hacia abajo. Se separaron y Yoongi comienza a desvestirse mientras el rizado lo vé de reojo, notando que cuando el ente se quita el pantalón no hay nada que cubra lo que había allí debajo.
Yoongi vuelve a la cama, acostándose a un lado del niño y envolviéndolo en sus brazos, comenzando a besarle el cuello lentamente.
—Por mí, niño... Rogaba sentir tu piel. —lamió una porción de ésta, provocando que JiMin suspirara audiblemente y ladeara su cabeza.
Yoongi le sujetó el mentón con una mano para que se mantuviera quieto y comenzó a besarle húmedamente el cuello, rozando sus dientes, pasando su lengua y succionando porciones de piel. JiMin se aferró a Yoongi, estando a la merced de éste. El diablo podía hacer lo que quisiese con él, jamás diría que no.
—Yoon... espera. Tengo que decirte dos cosas, solo dos cositas y ya. — pidió, rogando no faltarle el respeto.
El rey de las tinieblas gruñó antes de apartarse un poco y subirse sobre el pequeño cuerpo de su niño favorito. —Espero que sea importante. —dijo mientras llevaba las manos hacia la camiseta del rizado, subiéndola lentamente y repartiendo besos por su pancita.
—S-Si. JungKook quiere que lo acompañe a una fiesta de halloween, pero no quiero faltarte el respeto. ¿Crees que deba ir? Porque si no es así, no hay problema y lo sabes.
—Vé. Ahí te veré. —habló contra la piel del torso de JiMin, dejando la camiseta levantada hasta la medida de su cuello, comenzando a succionar sus pezones.
La boca del menor se entreabrió, sin poder evitar removerse un poco. —¿Algo más?
A pesar de que el rizado se encontraba embobado por lo que Yoongi le estaba haciendo, demasiado sonrojado abrió sus ojos y llevó sus pequeñas manos a los cálidos hombros del diablo. —Yoongi, esto es más importante que lo anterior. —advirtió, y el nombrado, de mala gana dejó de succionar los pezones de su niño, ubicando su rostro cerca del otro para prestarle atención.
—Mi padre me... saludó hoy.
Yoongi parecía no haberse sorprendido ni un poquito, como si ya supiese que Park Seung intentaría acercarse nuevamente al no sospechar de JiMin.
—¿Quieres que lo mate? —JiMin niega rápidamente, sobresaltado y tensándose un poco ante la brusquedad de sus palabras.
—Bien. Esto es lo que vas a hacer: hablas con él, y cuando intente algo me nombras. Luego yo me encargo.
JiMin asintió, no muy seguro mientras devolvía el lento beso en los labios. Sus brazos rodearon el cuello del diablo, el cual llevó sus manos repletas de anillos hacia la ropa interior de su niño, bajándola lentamente. Le acarició los muslos y el trasero a la par que adentraba su lengua en la cavidad bucal del menor, tomándolo de imprevisto y robándole un gemido entrecortado, apenas audible.
Restregó ambas erecciones y el rizado no tardó en comenzar a sudar y respirar agitadamente, invadido por las sensaciones que fluían lentamente por todo su cuerpo. Los ojos de Yoongi buscaron los suyos y JiMin ya entendía que era para quitarle el dolor, así que no apartó la mirada, perdiéndose en el azul de sus ojos, y también en lo bordó.
Las manos del arcángel sostuvieron las caderas del menor antes de ubicarse en su entrada, adentrándose lentamente al principio, buscando una mala expresión en el rostro de su niño favorito, pero, al no encontrarla, finalizando por adentrarse con más rapidez. Comenzó a moverse en un vaivén lento antes de llevar sus manos a las muñecas de JiMin y clavarlas en la almohada, a los lados de su cabeza.
Ambos continuaron viéndose a los ojos fijamente, el rizado soltando suaves suspiros y abriendo más sus cortas y delgadas piernas. Fue cuando sus ojos se cerraron debido al placer que los labios de Yoongi fueron detrás de su oreja, besándolo allí y haciéndolo gemir. Comenzó a hablar nuevamente en aquel idioma tan suave e inentendible a la par que aceleraba sus movimientos, rozando reiteradas veces el punto dulce del menor.
—U-Uhm... Yoongi... —entreabrió más los labios cuando el vaivén se transformó en embestidas, duras y rápidas. La punta del miembro de Yoongi golpeaba fuerte su punto dulce, haciéndolo jadear por aire, gemir entrecortada pero audiblemente mientras oía la rápida respiración y los gruñidos de parte del diablo.
Su pelvis se tensaba una y otra vez, el placer fluía de manera más rápida por su cuerpo y le cegaba la mente, convirtiéndolo en alguien que solo sabía gemir, mover sus caderas y rogar por más.
—M-Más... más rápido. —pidió presionando las yemas de sus deditos sobre la piel de la espalda del ente el cual, luego de oír lo que su niño decía, aceleró las bruscas y fuertes embestidas, golpeando el nudo de nervios en su interior y provocando que comenzara a gemir fuerte.
—Joder, niño. —mordió suavemente la piel del cuello del menor, intentando acercarlo aún más al orgasmo.
Simplemente no podía, JiMin iba a matarlo algún día. Bastó un par de embestidas más para que el rizado llegara al clímax de manera exquisita, doblando los deditos de sus pies, arqueando su espalda y jadeando el nombre de Yoongi mientras manchaba con su esencia el torso de ambos. Segundos después sintió como el diablo se corría en su interior, llenándolo.
Se estremeció y acurrucó contra el cálido cuerpo del ente, agotado y con la respiración agitada. Compartieron besos por varios minutos, ya no había nada de qué hablar y Yoongi, él simplemente quería apreciar el rostro del menor. Le acarició la suave mejilla con lentitud, rozando con su pulgar el lugar en la mejilla de su niño favorito. Nuevamente lo besó, sin poder resistirse. Todo estaba saliendo tan bien... que incluso asustaba.
JungKook se había encargado de hacerle saber a su padre que planeaba ir con JiMin y otro amigo a una protesta contra el halloween y las sectas para hablar de Dios. Su padre lo creyó y finalmente decidió comunicárselo a Kim Eunji la cual, orgullosa de su hijo, lo felicitó y con gusto lo dejó.
Park había organizado disfrazarse junto a JiMin –él elegiría el disfraz– e ir a una fiesta que le había recomendado el amigo con el cual irían –que, por cierto, era Kim Namjoon– la cual quedaba casi fuera del pueblo, en la casa embrujada del viejo Cowell –bueno, JiMin no sabía eso– y divertirse. Mucho.
Iba a conseguir dulces para el rizado, bailar con la rebelde hija del padre William y asustar. Asustar mucho. Mientras Namjoon se encargaba de comprar unos refrescos y comida chatarra para el viaje en una estación de servicio, JiMin y JungKook se encontraban en el baño de ésta el cual estaba vacío.
Ambos simplemente de pie frente al enorme espejo, observando sus ridículos reflejos debajo de una sábana manchada con pintura roja y agujeros en el área de los ojos para bloquear sus vistas. Un suspiro salió del más alto de ambos.
—Nos vemos tan aterradores, JiMin. —dijo, y se veía un poco chistoso el no notar cuando hablaba. Literalmente, ambos lucían igual. JiMin no habló por unos segundos, y por encima de la sábana pudo notarse que ladeaba la cabeza.
—Uhm, si.
—¿No lo crees? ¿No crees que nos vemos muy terroríficos?
—Uhm... —no quiere decepcionar a su amigo, el cual se ha tomado el tiempo de preparar todo detalladamente y sin problemas.
—Oh, si. Definitivamente.
—Genial, sígueme. —dijo, buscando la mano del más bajo y llevándolo a la salida del baño. Ambos chocaron con una pareja de adultos, los cuales se sobresaltaron un poco.
— ¡Boooo!
El hombre con peinado raro alzó ambas cejas. —¿Qué son? ¿Mocosos con sábanas?
—Cállate, somos fantasmas. —JungKook respondió, completamente indignado y tirando de la mano de JiMin, dirigiéndose ambos hacia el auto. Namjoon salía de hacer las compras con tres latas de coca cola y un gran paquete de papas fritas.
Éste vestía casual, pero había maquillado su rostro como el de un esqueleto y su cabello estaba peinado hacia atrás. Alzó ambas cejas al ver a los niños, sin saber qué decir. JungKook alzó sus brazos, indignado, y Namjoon reconoció de inmediato aquel gesto, llevando una mano a su pecho de manera exagerada.
—Oh, lo siento. Me asustaron y quedé algo ido. —mintió.
JungKook parecía conforme con aquello y no se metió al asiento de copiloto sin decirle "já, perdedor" al mayor de los tres. JiMin subió en el asiento trasero y quitó la sábana de encima de su cuerpo, encontrándose a Yoongi a su lado e intentando no sobresaltarse. Debía de acostumbrarse a que Yoongi podía aparecerse solamente para él. Se sentó bien pegado a su lado, intentando disimular y permitió que éste le acariciara la mano.
—¿Nam? —JiMin llamó, recibiendo tan solo un murmullo de parte de éste.
— ¿A dónde vamos?
Ambos chicos del asiento del frente se ven de reojo antes de que JungKook se gire y vea a JiMin a través de la sábana. Incluso la forma en que lo vé a través de los agujeros de ésta luce como si quisiera disculparse.
—Hay una fiesta en la casa del viejo Cowell. —dice despacio, apenas audible. Los ojos de JiMin se agrandaron. Oh, no.
—¡¿La casa del viejo Cowell?! —exclamó, asustado. ¡Ése viejo había sido su pesadilla de niño!
—¡Si! —JungKook parece emocionado.
—¡Está embrujada! —¡Lo sé! —continúa entusiasta.
—Y habrá mucha gente. Chicos como yo, y chicos como tú, aunque... bueno, nunca vi a alguien como tú. Casi todos saben lo que quieren.
Yoongi suelta una risa casi silenciosa y el rubor no tarda en llegar a las mejillas del rizado. Namjoon continúa conduciendo en silencio y comiendo papas. —¿Acaso yo no? —JiMin responde, tranquilo y llevando su mirada a la ventana, observando la oscura y vacía carretera.
—No. Tú sabes que lo que hacemos está bien, pero estas muy follad-muy absorbido por el sistema. —rápidamente se corrige, volviendo la vista al frente.
Nuevamente la risa del diablo se hace audible y JiMin no puede evitar sonreír tímidamente de lado, bajando la mirada y recibiendo una caricia en su mano izquierda.
Oh, Yoongi.
….
Ummm fiesta de halloween… nunca he ido a uno en todos mis 23 años xD.
No te olvides de dejarme tus votos y comentarios~
Gracias por siempre leerme😋
Nos leemos en: Demonio y Emperador✨
TQ💙
MinMin💜
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