VIII
JiMin no dudó en aceptar la mano que el rey de las tinieblas le tendía. A pesar de ser ésto último, su confianza estaba totalmente en el ente. No le importaba tanto salir dañado, aún más sabiendo que de todas maneras se iría al infierno, pero pondría toda su confianza en Yoongi. Absolutamente toda.
Con un suave tirón, el diablo lo atrajo cerca de su cuerpo y le rodeó la cintura con un brazo a la par que JiMin apoyó una de sus pequeñas manos en la camisa abotonada y negra, sobre el pecho de éste. Pudo sentir lo cálida que su piel era, y las manos libres de ambos se juntaron, encajando perfectamente, como si estuvieran hechas una para la otra.
Sin más, el diablo comenzó a bailar lentamente, meciéndolos a ambos a un ritmo lento. JiMin se tropezaba con sus pies, y todo debido a que no había nada que pudiese seguir. Nervioso, intentó tragar el nudo de su garganta y río falsamente, sonrojado y muy, muy avergonzado.
-No hay música... -susurró, realmente esperando no romper el precioso ambiente que se había formado. De reojo observó al diablo sonreír de lado.
-Mírame a los ojos.
No evitó alzar ambas cejas, sorprendido al oír aquellas palabras salir de la boca del más alto. Frunció apenitas el ceño y bajó la mirada. El pitido ya de por sí era molesto, y sabía que no aguantaría más de un segundo oyendo éste mucho más potente. Era como sentir que su cabeza iba a explotar. Negó lentamente.
-No puedo...
-Mírame.
-E-Es que... el pitido... -esperaba que Yoongi no se enfadara.
-Suena un pitido largo cuando lo hago.
-JiMin... -el nombrado de pronto se puso muy nervioso, y más al sentir el como el diablo se inclinaba un poco, y el aliento de éste rozaba su rostro como una leve brisa.
-Y duele un poco. Lo siento.
La mano de Yoongi suelta la del menor, y la lleva al mentón de éste último, levantándolo con calma. -Mírame.
Los ojos de JiMin se alzan, observando entre sus pestañas los ojos celestes, y un cuarto rojo de solo uno, del diablo. El pitido hace latir su cabeza del repentino dolor que estremece sus huesos, pero éste se va de manera fugaz, sin dejar rastro. Una melodía suave comienza a sonar. Un violín deja atrás el pitido, y suena tan triste que los ojos de JiMin comienzan a lagrimear.
El diablo, fingiendo no notar aquello y sin apartar la vista de los ojos del menor, lleva la mano desde el mentón nuevamente a la del niño, entrelazando los dedos y suspirando antes de comenzar a mecerse nuevamente. Esta vez JiMin puede seguir los pasos, sin tropiezos, con calma. Las lágrimas caen por su rostro de manera silenciosa, está hipando y hasta tiembla, pero jamás aparta los ojos de los de Yoongi. Disfrutará al máximo el ver terrible pieza de arte.
-¿Qué... ? -traga y luego suspira para que su voz no suene tan quebrada.
-¿Qué es eso?
-Giuseppe Tartini.
JiMin no puede evitar parpadear con sorpresa. Su primo Bonhwa solía aterrorizarlo con historias sobre ese famoso violinista, pero luego de tantas noches en vela debido al miedo que lo hacía sentir aquel nombre, incluso en aquellos meses no se lo hubiera creído.
-¿Está en el infierno? -Me dió su alma. -Yoongi susurra.
La realidad comienza a caer sobre su pequeño cuerpo luego de haber oído aquello. Porque es obvio: Yoongi es el diablo, él es un simple humano. Ha vendido su alma, y el diablo es un manipulador. Tiene el mismo destino de todos, y nada va a cambiar. No debería de creerse éstos actos de cariño, pero no podía evitarlo.
-No entiendo por qué no estoy asustado.
-Yo lo hago. -mientras JiMin parpadea, anonadado y entre lágrimas, Yoongi se inclina para rozar sus labios contra la oreja del menor.
-Caíste...
-... ¿Mh?
-Caíste. Te enamoraste de mí.
Desconcertado, JiMin se aparta solo un poco para poder ver a Yoongi fijamente. Sus delgadas y cortas piernas comienzan a temblar, y su corazón late con fuerza. Luego de una profunda respiración cierra sus ojos y apoya su mejilla sobre el pecho del diablo.
-Sí. -admite.
Pronto, algo parecido a unos potentes latidos surgen del pecho del mayor. Son increíblemente rápidos. JiMin solloza. -No sabía que el diablo tenía corazón.
-Yo tampoco.
Los sollozos se vuelven más fuertes antes de alzar nuevamente su mirada hacia Yoongi. -Yoon... -ruega sin dejar de sollozar.
Está adolorido, su pecho duele de tanta tristeza que hay en éste. -¿Qué es lo que he pedido?
Yoongi deba de mecerse de inmediato. Se ve serio, se ve intimidante, se ve hermoso. Como siempre. -Tú me entregaste tu alma. No encontrabas ningún tipo de amor verdadero en ninguna de las personas que te rodean, ni siquiera de tu madre, la cual daría todo por ti. Tú lo sabías... -los sollozos comienzan a surgir con más fuerza al darse cuenta qué era.
Siente presión en su pecho, en su garganta. No deja de temblar, no sabe qué sentir. -Sabías que yo iba a ser el único que podría hacer todo por ti.
-T-Tan solo... -Pediste que alguien te amara honestamente. Pediste sentirte amado. - dice.
-Y debía llevarme tu alma en cuanto sientas algo por mí... pero hay un problema. -JiMin sorbió su nariz, alzando el rostro para ver nuevamente los ojos del diablo.
-Sentiste algo por mí desde el momento en que me viste. No podía llevarme tu alma, pero no solo porque quería divertirme... Sentí algo la noche en que me invitaste a recostarme a tu lado.
-... ¿Algo?
-En el pecho. -se ve tan seguro que JiMin tiene repentinas esperanzas.
-Sentí lo que tú sientes por mí. -confirmó, inclinándose un poco a la par que soltaba la mano del menor y rodeaba mucho mejor su cintura.
El rizado no pudo evitarlo y llevó ambos brazos, de manera realmente lenta, hacia el cuello de Yoongi, poniéndose de puntitas de pie.
-Y un corazón.
Los latidos comienzan cuando te tengo entre mis brazos. -Yoongi... -su aliento rozaba con el del mayor, poniéndolo más torpe de lo que sentía que era. La cercanía lo volvía loco, y sentía que esta vez... ... Esta vez realmente sucedería algo.
-Eres un niño malo, te enamoraste de mí. -JiMin nuevamente solloza, pero Yoongi le brinda un suave e inesperado beso en los labios. Es uno rápido, pero deja a JiMin sin habla.
-Voy a cumplir mi parte del trato. Hoy serás el humano más amado de la tierra...
Sin más, los labios del diablo tomaron lenta y profundamente los de su niño. Éste último cortó su respiración y permitió que Yoongi le brindara todo primero, ya que jamás se había dado una idea de cómo era un beso. Poco a poco comenzó a mover sus labios, siguiendo el compás de éste y bajando sus párpados, relajando su cuerpo y mente por primera vez en el día.
No podía creer que se encontraba en aquella situación. Siempre creyó que existían esas ganas en ambos de comerse la boca, y aunque JiMin lo había deseado bastante, era sorprendente que estuviera sucediendo. Soltó un suspiro por su nariz y ladeó el rostro a la par que el diablo lo hacía en la dirección contraria, profundizando más el beso.
JiMin pudo sentir la lengua del mayor adentrarse a su boca y rozar la suya. Un irreconocible cosquilleo se instaló en su vientre, y ante la inocencia de no haberlo experimentado nunca se apartó un poco de los labios de Yoongi.
-Cierra tus ojos... y no los abras. -ordenó el ente.
JiMin lo observó por unos segundos antes de obedecer. Nuevamente los labios de Yoongi comenzaron un lento beso. Todo parecía estar dando vueltas, incluso se aferró mucho más al rey de las tinieblas en cuanto sentía que podía llegar a tropezar. Sin embargo, no abrió los ojos, incluso los cerró con más fuerza.
Cuando todo se detuvo el diablo apartó sus labios de los de JiMin, pero éste último no abrió los ojos. Se mantuvo respirando por la boca, con los labios rojos y levemente hinchados, mejillas sonrojadas y ricitos algo despeinados debido al viento en la azotea. Todo parecía más cálido donde estaba, más tranquilo. Un suspiro fue lo primero que oyó.
-Si supieras como te ves ahora... Maldita sea. -Yoongi dijo.
No solo era por lo hermoso que su niño favorito era, sino también por lo obediente que se demostraba ser, ya que no abrió sus ojos en ningún momento. Sonrió de lado antes de hablar:
-Ábrelos.
El rizado lo hace de inmediato, parpadeando un par de veces antes de notar que se encontraban en su habitación, un poco a oscuras y en la punta de la cama. ¿Acaso se habían... transportado allí tan fácilmente? Bueno... no es como si se estuviera besando con alguien común y corriente. Yoongi le rodeó la cintura posesivamente, y JiMin alzó su rostro, poniéndose de puntitas de pie y haciendo muy obvio el estar anhelando otro de los muchos besos que el diablo le brindaba.
Éste último no se negó y complació a su niño, besándolo profundamente mientras lo aferraba a su cuerpo. Luego de unos segundos el rizado ya no podía evitar soltar bajos, y casi inaudibles soniditos desde su garganta. Besar a Yoongi era su nueva cosa favorita, y le agradaba tanto la manera en que era sostenido y mimado que no podía evitar demostrarlo con aquellos leves sonidos.
El diablo apartó su boca de la del niño y comenzó a besarle la mejilla, la mandíbula y finalmente llegó a su cuello, pasando su cálida lengua por la tibia y perfecta piel de JiMin. Éste último abrió su boca levemente, intentando mantenerse en silencio mientras sentía un leve ardor debido a la boca del diablo succionando su piel. Los cosquilleos en su vientre regresaron y solo se aferró mucho más al cuello del mayor, temeroso pero sintiéndose extrañamente bien.
-¿Qué sientes? -Yoongi dijo, aún dejando besos por la piel de su niño, también detrás de la oreja, con los ricitos de éste haciéndole cosquillas en el rostro.
-Siento... -se calló debido a que el rostro del mayor regresó a estar frente al de él y dejaba suaves pero cortos besos en sus labios. ¿Podía sentirse más embobado? -... calor.
Pudo sentir la ligera sonrisa de Yoongi sobre sus labios. -¿Mi niño favorito necesita ayuda? -su voz sonaba ronca, incluso un poco entusiasmado.
JiMin se limitó a quedarse quieto, sin saber exactamente qué responder. Las manos repletas de anillos del diablo comenzaron a desabotonar la camisa blanca del rizado. Éste último comenzó a sentir los nervios brotar por su cuerpo, la vergüenza acumulándose en el rosa de sus mejillas mientras notaba como Yoongi observaba sin pudor alguno su delgado torso.
Muchas veces Yoongi había fingido no estar, y había visto el como JiMin se desnudaba lentamente para irse a bañar. Le fascinaba su pálida piel de porcelana, lo pequeño que se veía en ropa interior y calcetines. Cuando éste se metía a la ducha o bañera quería -realmente lo hacía- lamer las gotas que resbalaban por la espalda de su niño favorito. Quería abrazarlo por detrás y lamerle todo el cuerpo.
El arcángel deslizó los tiradores por sus hombros hasta quitarlos del camino, y también se deshizo de la camisa que cubría la preciosa piel del más bajo. La tiró al piso, sin importarle lo más mínimo el que se ensuciara y llevó ambas manos hacia la espalda baja del niño, el cual se estremeció debido al frío de los anillos contra su piel. Un profundo suspiro surgió del pecho de Yoongi.
-No sabes cuánto llevo esperando para tocarte así... -confesó mientras subía sus manos por los costados del menor, sintiendo sus costillas.
-Fue una tortura no sentirte todo este tiempo.
JiMin no se atrevió a preguntar, simplemente devolvió el beso en los labios que el mayor le brindaba, sintiéndose pequeño ante las caricias por su torso descubierto, algo avergonzado. No es como si le fascinara su cuerpo. Yoongi se apartó tan solo un poco.
-Ven. -se inclinó un poco y pasó un brazo por debajo de las piernas de JiMin, alzándolo. Todo lo que hacía lo estaba haciendo con una delicadeza tremenda, y es que no podía simplemente corromper al niño, ya que éste era una persona con un alma demasiado pura y todo lo que se encontraba experimentando era nuevo. Lo dejó con delicadeza sobre la cama, acostado mientras se quedaba se pie a un lado.
JiMin simplemente lo miró, bajando la mirada en cuanto notaba como el diablo se quitaba sus zapatos con ayuda de sus propios pies, seguido de comenzar a desabotonar su camisa y quitándosela. Su piel era de un tono pálido, en forma y completamente tatuado. Habían palabras inentendibles, símbolos que no se atrevía a preguntar por su significado. Era hermoso, perfecto. Se acomodó boca arriba mientras Yoongi observaba el cuerpo del niño, con la mirada fija en sus shorts y sonreía de lado. -Quítatelos.
JiMin tragó saliva antes de llevar sus pequeñas manos hacia los shorts, comenzando a bajarlos y desviando la mirada, avergonzado al estarse desnudando para el diablo. Finalmente quedó en ropa interior e hizo a un lado la prenda, fuera de la cama. No levantó la mirada por nada del mundo, solo cuando Yoongi posicionó lentamente su cuerpo sobre el de él, quedando lo suficientemente cerca para darle un beso.
Al paso de los minutos el rizado comenzó a calmarse gracias a los exquisitos besos que Yoongi dejaba en sus labios y por la manera en que le acariciaba su piel. Se apoyaba con un brazo a un lado del cuerpo del niño, y la otra mano la usaba para tomar el muslo de éste y acariciarlo de arriba a abajo. No se hartaba de susurrarle cosas al rizado, el cual estaba hecho un manojo de nervios al principio pero, poco a poco, comenzó a relajarse.
Siempre le había asustado aquel contacto tan cercano en las personas, pero con Yoongi todo se sentía extrañamente bien. Se sentía protegido, sabía que no iba a salir lastimado, y quería. Lo quería demasiado. Fue inevitable el que Yoongi bajara sus caderas, creando una exquisita fricción con los miembros de ambos.
Lentas y cálidas sensaciones se fueron propagando en el cuerpo del menor, el cual respondía a aquellas caricias mutuas con suspiros entrecortados y leves movimientos de pelvis, incluso aportando y cerrando más las piernas. Le gustaba lo que sentía, le gustaba con quién lo hacía. Estaba siendo tan, tan malo. Un chico demasiado malo.
-U-Uhm... -ladeó el rostro en cuanto la lengua de Yoongi lamió su mandíbula lentamente, llegando hasta detrás de su oreja y besando lentamente aquella zona.
Era como un punto débil del menor, lo hacía estremecerse y sentirse mucho más acalorado. -Yoon... -¿Te gusta? -JiMin asintió.
-Tócame. -Yoongi no podía dejar de disfrutar todo el asunto, y más con su nuevo fetiche: algo tan puro dejándose llevar por algo que estaba mal... pero se sentía bien. Las manos de JiMin fueron tímidamente a la espalda del diablo. Era cálida, suave. Le agradaba. Casi ronronea mientras acariciaba la columna vertebral de éste de arriba a abajo.
Está demasiado concentrado en todo lo que su cuerpo siente, todo lo que su cuerpo quiere y, aún más: que necesita. La piel de Yoongi era una de sus cosas favoritas, y con el paso de los segundos se volvía adictivo sentirla contra la yema de sus pequeños y delgados dedos. No podía parar, no podía creer que todo lo que sucedía era real.
Finalizó por rodear el cuello del arcángel y aferrarse a éste en cuanto Yoongi se apartó tan solo para quitarse los pantalones. JiMin desvió la mirada con rapidez en cuanto notó que el mayor estaba completamente desnudo bajo aquella prenda. ¡Había sido tomado por sorpresa! Los nervios se apoderaron de sí una vez Yoongi nuevamente se acercó, besando de manera suave los labios de su niño antes de comenzar a bajarle la ropa interior.
JiMin se quedó perplejo, con sus ojos fuertemente cerrados y mejillas rojas mientras sentía el como quedaba completamente desnudo para el diablo, expuesto. Éste último quitó los zapatos y calcetines del menor, el cual cerró sus piernas e intentó cubrirse.
-Por todos los infiernos. -Yoongi dijo, suspirando tan profundamente que los cuadros de la pared de movieron levemente. Se inclinó hacia la oreja del niño y la mordió suavemente.
-Voy a lamer todo tu cuerpo.
Y así fue: comenzó lamiendo sus labios, seguido de su mandíbula y bajando a su cuello, mordiendo suavemente allí. Besó sus clavículas y luego bajó un poco más, rozando con sus labios uno de los pezones del menor. La piel de éste se erizó más, y no pudo evitar formar una "o" con sus labios en cuanto el ente comenzó a succionar levemente, pasando su lengua delicadamente antes de encargarse del otro.
Su espalda comenzó a arquearse con el paso en que la lengua iba por su estómago, su abdomen plano, llegando finalmente a su vientre. Dejó suaves besos en éste mientras llevaba sus enormes y tibias manos a las caderas del niño, sosteniéndolo con firmeza. Su aliento rozaba contra el miembro del menor, pero a pesar de que estuvo muy cerca, ése no fue su objetivo.
Alzó su mirada hacia los ojos verdosos que lo observaban entre confundidos y excitados. -Vas a ser un niño bueno, y vas a decirme todo lo que sientas. -ordenó.
El nuevo fetiche del diablo: oír a su niño favorito decir puras cochinadas. JiMin asintió lentamente, dudoso y algo nervioso al no saber qué sentiría. Yoongi presionó el vientre del rizado firmemente para que éste no pudiera moverse, con su otra mano tomando uno de los pequeños y suaves muslos para separarlo un poco del otro, dejándole visible su pequeña entrada.
Sonrió de lado antes de inclinarse más, exhalando lentamente sobre ésta. JiMin se removió un poco, realmente sin lograrlo mucho al estar presionado contra el colchón. Su boca se entreabrió aún más cuando sintió algo cálido y mojado en aquella zona privada, algo que le hacía dar leves escalofríos al principio, pero finalmente tener correntadas de placer desde la base de su miembro, expandiéndose por su vientre y fluyendo lenta y exquisitamente por sus venas.
Su respiración se atascaba en su garganta, tenía la necesidad de cerrar sus ojitos, con su cuerpo relajado pero tenso a la vez. No evitó mover sus caderas, y soltó un quejido en medio de un gemido al estar inmóvil. La mano del ente era pesada, una fuerza sobrenatural.
-Yoon... Ah. -al no poder mover las caderas simplemente arqueó un poco su espalda, ladeando la cabeza y llevando sus manos lentamente a los lados de su cabeza, apretando con sus pequeños y delgados dedos, delicadamente, la funda de la almohada.
-U-Uhm... "Dime lo que sientes."
Una voz susurró en su cabeza. JiMin finalmente cerró sus ojos, soltando gemidos bajos, vergonzosos, completamente sonrojado pero ido por el placer que le producían aquellas cálidas caricias, las cuales eran lentas, repentinamente volviéndose rápidas antes de volver a ser como al principio.
-Siento, uhm... algo extraño. -frunció un poco su ceño en cuanto pudo sentir ésta cosa cálida y suave -claramente sabiendo que era la lengua del mayor- adentrarse un poco en su interior de forma repentina, sin siquiera avisar. Intentó acostumbrarse, y al lograrlo lo notó con la ligera capa de sudor que cubría su cuerpo.
-Calor... ráfagas de algo, a-ah, se siente bien...
Su miembro palpitaba con fuerza, amaba las caricias que el ente proporcionaba en la parte interna de su muslo. Se alejó de su entrada en cuanto notó que no podía aguantar los gemidos de JiMin. Eran demasiado para él, y estaba seguro como la mierda que en toda su existencia jamás había sentido algo tan fuerte.
Besó su vientre antes de subir y besarlo profundamente en los labios, arrodillado mientras tomaba los muslos del menor y los separaba, posicionándose entre éstos. Entre una prolongada sesión de besos, el diablo no dejaba de resfregar su miembro contra la entrada del menor. Tan solo era eso, y el pequeño gemía gustoso, incluso queriendo más al mover sus caderas en círculos.
-Eres un niño tan bueno, JiMin... -los chasquidos de los besos interrumpían su habla, y los temblores del rizado creaban un mejor ambiente.
Yoongi gruñía bajo, como si tuviese una bestia interna en su pecho. Era algo así, ya que realmente necesitaba follarlo con todas sus fuerzas, pero algo le decía que tenía que proteger a éste pequeño. No podía. Incluso el ser más cruel del universo no podría lastimar a JiMin. No había necesidad de prepararlo, podía hacerlo y de una mejor manera. Se alejó de los labios de su niño y lo miró fijamente a los ojos.
JiMin parecía perderse en su mundo cada vez que Yoongi le veía fijo, y es que estaba obsesionado con la peculiar originalidad de aquellos ojos celestes con un cuarto rojo. Simplemente amaba ver como el rojo se volvía celeste, era como ver el cielo y el infierno a la vez. JiMin no quería estar en ninguno si significaba no tener a Yoongi a su lado.
-Mírame, no dejes de mirarme, niño. -ordenó. No paraba de ordenar, y ninguno se quejaba. Los brazos de Yoongi tomaron los muslos de JiMin mucho mejor antes de atraerlo más a su miembro, un poco hacia abajo. Una mano bajó a su erección y la alineó con la entrada del menor, el cual tragó saliva con fuerza.
-No dejes de verme, cariño.
Distraído al haberse derretido internamente con aquel apodo, sus ojos se abrieron más de la cuenta al sentir un ardor en su entrada, algo abriéndose paso en su interior. Fue cuando cerró sus ojos con fuerza que Yoongi se detuvo.
-Mírame. -nuevamente ordenó con su voz volviéndose más profunda.
De inmediato los ojos llorosos de JiMin se abrieron, observando fijamente los ojos del mayor y sintiendo cosquilleo en donde se abría paso su miembro. No había dolor, el ardor era demasiado leve para notarlo, no como al principio, y solo podía mantener sus labios entreabiertos, sin dejar de ver si amor de su vida. Éste último también había abierto levemente la boca, con las pupilas dilatándose y el precioso color celeste volviéndose de un azul profundo.
-Mierda. ¿Te duele? -JiMin negó lentamente. Sin embargo, podía sentir que de a poco no tenía suficiente aire.
Estaba muy lleno, era muy grande.
-Bien. No te atrevas a dejar de verme.
Yoongi comenzó a mover sus caderas en un ligero y lento vaivén al principio, observando a su niño con atención. Parecía como si quisiera descifrar algún cambio en éste lugar, alguna queja o signo de que estuviera sufriendo, pero solo pudo sentirse orgulloso con una coqueta sonrisa ladina en cuanto un suspiro escapó de la boca del menor, separando más sus rojizos y rellenitos labios que al diablo tanto le gustaban.
El vaivén iba igual de lento, pero un poco más profundo. El calor los invadía a ambos, y ahora estaban mucho más cómodos: sus cuerpos pegados, compartiendo lentos besos de vez en cuando. Yoongi acariciaba la frágil y delicada figura de JiMin, yendo desde su cintura hasta sus caderas, sosteniéndolo y presionando la yema de sus dedos contra la piel, sabiendo que luego tendría una marca.
El calor irradiaba de sus cuerpos, los gemidos eran audibles incluso en el primer piso y simplemente no sentían que pudiesen parar. El menor se encontraba más que agradecido por no sentir ningún tipo de dolor, y el recuerdo de aquel ardor al principio se había evaporado por completo luego de sentir todas las correntadas de placer que fluían por sus venas.
El vaivén de Yoongi se habían vuelto embestidas un poco más rápidas, un tanto bruscas luego de haber encontrado el ángulo correcto para rozar el punto dulce del menor. Ya podía dejar de verlo a los ojos, pero simplemente no querían. Se sentían más conectados de lo normal, como si pudiesen sentir lo del otro. JiMin, muy concentrado en lo que experimentaba por primera vez su cuerpo, jamás oyó el ruido de la puerta abriéndose.
-¡Estamos en casa! -se oyó. De inmediato JiMin dió una profunda inhalación, sorprendido con la guardia baja y asustado a la vez que dejaba de moverse y observaba fijamente a la puerta de su cuarto, de repente sintiéndose muy mal.
¡Estaba pecando tanto! Lejos de ser un alma pura. ¡Lejísimos! Yoongi no detuvo sus embestidas. Fingiendo no haberlo notado, simplemente comenzó a dejar suaves y húmedos besos sobre la piel del cuello del menor, acelerando sus embestidas. JiMin, cegado por el placer, rodeó el cuello del diablo con sus brazos y cerró sus ojos, tensando sus piernas. Necesitaba disfrutar, necesitaba pensar.
-¡JiMin! ¿Estás durmiendo? -unos pasos se hicieron audibles en las escaleras y todo su cuerpo se congeló, abriendo sus ojos en dirección a la puerta.
Como por arte de magia, el pestillo se corrió por sí solo, trabando la puerta antes de ser abierta. La perilla fue girada un par de veces antes de que se oyera un profundo y agotador suspiro y que subieron las escaleras, nuevamente al primer piso.
Todo el cuerpo de JiMin volvió a relajarse, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón antes de abrazar a Yoongi mejor, aferrándose con miedo y presionando sus labios contra el cálido hombro del diablo para acallar sus fuertes jadeos, soltando sonidos contra la piel del mayor.
Las embestidas se volvían cada vez más fuertes, tanto que JiMin comenzó a clavar sus uñas en la piel de los bíceps del rey de las tinieblas, el cual respiraba profundo y gruñía de vez en cuando, también jadeando roncamente mientras la cama rechinaba un poco. Ambos estaban por llegar, y JiMin se nublaba ante la cercanía del clímax ya que jamás lo había experimentado, y apenas tenía idea de qué era.
-Y-Yoon, uhm... ¡Ah! -fue cuando los dientes de Yoongi mordieron levemente el lóbulo de la oreja del menor que éste arqueó su espalda, entregándose a la placentera sensación de su cuerpo siendo lentamente sumergido en una gran ola de satisfacción.
Su respiración se cortó, tembló por unos segundos y su esencia salía de su miembro, manchando ambos torsos. Yoongi no dejaba de impulsarse sobre su niño favorito, acabando dentro suyo segundos después. Ambos jadeando por un poco de aire mientras se abrazaban, piel contra piel entre las sábanas ya algo desordenadas.
JiMin mantenía sus ojos cerrados y labios entreabiertos a la par en que el mayor le tomaba del rostro, observándolo con una sonrisa ladina para luego comerle la boca, lenta y profundamente, ambos acariciando mutuamente sus lenguas.
-Lo has hecho tan bien, niño. -halagó a la par que el menor aferraba mejor sus brazos al cuello del diablo, abrazándolo.
-... Lo lograste.
-¿Mh? -rozó con su nariz el cuello del menor, el cual cerró sus ojos.
-Hacerme sentir el humano más amado en la tierra. Lo lograste
....
Joder, que buen ambiente mientras escuchas inferno y saturno alv XD...
Gracias x votar, comentar y compartir esta adaptación😙
Nos seguiremos leyendo en mis demás historias en emisión y finalizadas~
MinMin♥️
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