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VIII

Sus ojitos se abrieron lentamente en cuanto pudo oír a su madre entrar a la habitación, cerrando la puerta sin cuidado y todo debido a que cargaba una bandeja en sus antebrazos, la cual tenía un desayuno puesto de manera muy organizada: chocolate caliente en una enorme taza azul y unas galletas bien horneadas en un pequeño y floreado platito de porcelana.

A un lado una nota en la cual le deseaba un buen día y todas las bendiciones del mundo, las cuales no harían ni un poquito de efecto en JiMin porque, ¡hey! ¡Estaba enamorado del diablo! Volvió a cerrar sus ojos debido a que no quería que su madre notara que estaba despierto, sintiendo como ésta dejaba la bandeja a un lado suyo, sobre su mesita de noche.

-JiMinie. -le sacudió el hombro, el niño simplemente cubrió su cabeza con las cobijas. -El desayuno, bebé.

-En un minuto...

Eunji suspiró, regañándolo un poco debido a que sabía que no iba a despertar de inmediato y ella no podía quedarse. Simplemente se fue, y JiMin frotó sus ojitos con sus pequeños puños por debajo de las cobijas. Casi de inmediato sintió el peso de un cuerpo caer a un lado suyo, sentándose. Hubiese tenido miedo, pero solo sentía emoción.

-Miren quién despertó. -no pudo evitar sonreír, cerrando sus ojos con fuerza por unos segundos y sintiendo cosquillas en su pancita.

Le encantaba cuando le hablaban así, especialmente si era Yoongi, por lo que no pudo evitar sonrojarse. Se quitó las mantas de encima a la par en que se sentaba con algo de lentitud, haciendo sus ricitos hacia un lado. Continuaba estando despeinado, pero poco le importaba ya que Yoongi lo había visto varias veces de aquella manera. Bostezó antes de levantarse.

-Ya vuelvo. -dijo, y corrió descalzo al baño. Se había aguantado en ir el día anterior.

Minutos después salió, Yoongi continuaba en el mismo lugar y con su mirada sobre el niño que ingresaba con pereza -nuevamente- a la cama. Tomó la bandeja y la puso sobre su regazo, el cual estaba oculto bajo las cobijas. Lo mantenían abrigado, hacía frío fuera. Antes de comenzar a beber de su chocolate caliente para comenzar bien el día tomó una galleta y se la tendió a Yoongi sin verlo.

-¿Quieres? -de reojo notó como éste negaba y de inmediato la sumergió en su chocolate caliente para luego morder, masticando el exquisito sabor de ambas delicias mezcladas. Es cuando decide comenzar a beber de su chocolate caliente que Yoongi decide hablar.

-He estado merodeando por tu casa. -casi escupe todo, alejando la taza con rapidez de sus labios y tragando con fuerza la bebida. Su corazón latía muy fuerte, sus ojos se abrieron de par en par. ¿Yoongi había hecho algo nuevamente? El miedo se disparó por todo su cuerpo.

-Tranquilo, no hice nada malo ni que hiciera notable mi presencia. -aquello provocó que el alivio cayera de manera satisfactoria sobre él, provocando que suspire antes de continuar desayunando.

-Solo se giraron algunos crucifijos... y asusté a tu padre... Solo eso.

-Oh, bueno... -JiMin aceptó aquello. Por algún motivo, comenzaba a gustarle el que Yoongi hiciera notable su presencia.

¿Acaso era el poder y protección que sentía cuando tenía al diablo a su alrededor? ¿Éstas dos emociones comenzaban a apoderarse de él? Quiso verlo, y sabiendo que no podía ver sus ojos decidió ver sus labios, pero de inmediato bajó la mirada y sus mejillas ardieron de manera infernal al recordar el cómo sus labios se habían rozado contra los del ente la noche anterior, en pleno silencio y absoluta oscuridad de su cuarto.

-Descubrí que tienes una azotea.

Asintió lentamente. La preciosa azotea a la cual nunca tenía permitido ir. Se lo prohibían y todo por ser bastante torpe con sus pasos, ambos padres del niño creyendo que éste podría caer y morir de manera trágica.

-Si, pero nunca me dejan ir. -confirmó, bebiendo lo último de su taza de chocolate antes de dejarla sobre la mesa de noche, no sin antes tomar una galleta.

-Dicen que soy muy torpe y me puedo caer. -se encogió levemente de hombros.

Siempre le hizo ilusión el subir allí, tomar la polaroid de su madre (la cual solo usaba en ocasiones de bonitas reuniones familiares o fiestas en la iglesia) y tomar fotos del precioso cielo. Eso ayudaría mucho a copiar las fotografías y continuar dibujando en su pequeño cuaderno de arte.

-Hoy va a ser un largo día, oí que tu madre está organizando una cena familiar para hacer oraciones por tu primo. -dijo, y JiMin casi puede oír la ironía y diversión en su voz. Está disfrutando de aquello, y no puede evitar estremecerse.

-¿Él... está en el infierno ahora? -teme a la respuesta, incluso sabiendo cuál será.

-Si.

-¿ChanYeol y Jackson también?

-No. Solo el segundo ser inferior.

JiMin asiente lentamente, intentando estar aliviado al saber que ChanYeol no estaba sufriendo la condena en el infierno. Sin embargo, debió de ser un infierno cuando sus ojos fueron arrancados de su rostro por un maligno cuervo. Su pecho comenzó a doler y llevó una de sus pequeñas y delicadas manos allí, por sobre la camiseta del pijama. Inhaló profundamente, intentando calmarse, sin mucho éxito.

Casi de inmediato alejó las cobijas de sus piernas, dejó la galleta sobre la bandeja en la mesa de noche y gateó hasta estar pegado a Yoongi, abrazándolo. Éste de inmediato le acurrucó contra su pecho, no sin antes tomarlo de la cintura y subirlo a su regazo. Casi muere de vergüenza en aquel momento porque, demonios, estaba sobre el regazo del rey de las tinieblas y se sentía... malditamente bien.

Yoongi parece estar hablando contra su oído sano, pero todas las palabras que pronuncia son incomprensibles. Sin embargo, aquel desconocido lenguaje hipnotiza los sentidos de JiMin, el cual de manera inmediata exhala profundamente y relaja todos los músculos a la vez. No sabe porqué está tan calmado cuando oye al diablo hablar de esa manera, pero es como si le arrebataran todo el pánico y lo llenaran de paz.

-¿Qué idioma es ese?

-No tiene un nombre.
-¿Qué me estás diciendo?

-Palabras que no existen en este mundo.

Las cejas del más bajo se alzaron, curioso con aquello, pero sin moverse ni un poquito. -¿No tienen los mismos significados que aquí?

-Son los mismos, pero mucho más fuertes, descriptivos. No se comparan.

Decidió no preguntar. No quería descifrar qué era lo que el diablo le decía, prefería que éste lo mantenga en secreto, así si era algo malo, JiMin jamás lo sabría y continuaría creyendo que le dijo algo como "eres hermoso". Falsas ilusiones. ... ¿O no? Un grito proveniente del piso de arriba provocó que ambos se quedaran en silencio.

"-JiMin, despierta! ¡El desayuno! ¡Ven a convivir con la familia!". El pequeño suspiró mientras sentía sus ojos comenzar a llenarse de lágrimas y sus músculos tensos.

-No quiero asistir a la reunión familiar, no me siento bien. -el diablo alejó un poco a su niño, el cual cerró sus ojos cuando sintió las caricias en su mejilla, provenientes de la mano repleta de anillos de oro del ente. Aquello alivió su corazón.

-¿Yoongi? ¿Q-Qué es lo que pedí?

-Te lo diré esta noche en la azotea. -dice a la par en que aleja la mano y se pone de pie, no sin antes dejar a su niño favorito sobre la cama. JiMin abre los ojos casi de inmediato, viéndolo caminar hasta estar en la orilla de su cama.

-No me dejan ir a la azotea. -repitió, rogando que a Yoongi no se le ocurriera hacerlo esconderse. Estaba muy vigilado últimamente, simplemente no podía.

-Tu madre planea decirte que la reunión no será en la casa, que puedes quedarte aquí si te afecta. Vale, si era una sorpresa... ya no.

-Y... ¿eso significa que subiré sin permiso a la azotea? -se sonrojó de tan solo pensarlo, mirando dudoso a su alrededor, pensando que no era una buena idea. ¿Qué si alguien lo descubría? Yoongi sonrió de lado.

-Serás un niño malo hoy. -dijo. JiMin parpadeó, completamente atónito ante aquellas últimas palabras que murmuró el diablo.

La figura de éste último se desvaneció en uno de sus parpadeos, y la voz de su madre nuevamente se hizo presente, diciéndole que se apresurara, que debía de decirle algo. Dominique comenzó a sonar por cuarta vez en el día, pero por milésima vez en la vida.

Finalmente se limitó a vestirse con su habitual camisa blanca abotonada y sus shorts negros junto a los tiradores, calcetines y quickers. Se vió al espejo de su habitación por unos segundos antes de tomar la bandeja del desayuno y dirigirse fuera del cuarto, subiendo los escalones hasta finalmente caminar por el corto pasillo y llegar a la sala, en la cual se encontraban su madre y su hermana.

Eunji caminaba de un lado a otro, llevaba ropa en sus manos y una escoba, Hyunah estaba bebiendo un té, sentada en el sofá y mirando la televisión. Su madre debía de estar de muy buen humor ya que odiaba que sus hijos se la pasaran viendo dibujos animados e inapropiados.

-Buen día, cariño. ¿Cómo te sientes hoy? -dice Eunji, acercándose a su hijo y dejando un beso en su mejilla. El niño simplemente sonríe de lado, intentando mostrar que todo iba bien a pesar de haber matado a dos personas y provocar un ataque al corazón a su padre.

-Escucha, hoy estarás solito por unas horas porque haremos una reunión familiar. No creo que debas asistir, no hablaremos de temas lindos para tus orejitas y estarás más cómodo aquí.

-Está bien, mami.

Luego de unos largos minutos regresó de la cocina, en la cual había dejado su bandeja y se dirigió hasta estar a un lado de Hyunah. Se sentó en el sofá y su hermana no dudó en envolverlo en sus brazos, amando los ricitos de su hermano menor contra su mentón.

-¿Sabes por qué papá no me habla? -JiMin preguntó de repente, tomando desprevenida a su hermana, la cual dejó de observar "Porky Pig", la caricatura del momento.

-Probablemente esté arrepentido y no sabe cómo decirlo. Hay que darle su tiempo.

JiMin asiente dudosamente. No puede evitar pensar que Yoongi tiene algo que ver con aquello, incluso cree estar casi seguro porque, vamos, no puede simplemente pasar de un momento a otro. ¿O sí? Si Yoongi había hecho o dicho algo, el rizado comenzaba a creer que el diablo no era tan inteligente como parecía.

Esperaba que su padre no lo sorprenda en un par de días con ninguna tontería. Realmente, realmente esperaba que no. Su hermana se apartó apenas para bajar la mirada y observar a su hermano menor con una de sus sonrisitas.

-¿Sabes qué me dijeron mis amigas hoy? Que habrá luna sangrienta. - JiMin hubiese muerto de miedo si no fuese porque llevaba consigo al diablo más de las veinticuatro horas del día.

Simplemente la observó fijo, parpadeando con lentitud y sin siquiera estremecerse un poquito. -Pero aún no es Halloween, así que tranquilo. -finalizó, extrañada de que su hermano no demostrara ni un poquito de terror.

El que haya luna sangrienta a JiMin siempre le había aterrado, todo por Hyunah y sus leyendas de que era la noche en la que las sombras salían a cazar almas puras. Probablemente hubiera muerto de miedo en aquel momento, pero una sombra realmente lo estaba cazando, y encima se había enamorado de aquella sombra. No podía ser peor.

-Hyunah, te oí. -advirtió su madre.

-No quiero oír la palabra "Halloween" en ésta casa, JiMin está algo delicado. -la risa baja y sarcástica de Yoongi se hizo audible en aquel momento, Hyunah simplemente suspiró mientras volvía su vista a la televisión y el rizado se encontraba completamente sonrojado. Ni siquiera se dió cuenta cuando cayó profundamente dormido.

A pesar de seguir durmiendo cuando su madre se despidió de él con un beso en la frente, sus ojos se abrieron en cuanto la puerta principal se cerró. Habría silencio absoluto de no ser porque continuaban dando la caricatura en la televisión.

Se dió cuenta de que estaba cubierto con una manta, con su cabeza sobre un almohadón y completamente sonrojado. Dominique ya no se oía, gracias al cielo. Suspiró antes de sentarse con lentitud, estirándose a la par en que llevaba ambas manos en forma de puño a sus ojos, frotando. ¿Todos se habían ido? Observó alrededor.

-¿Mami? ¿Hyunah? -llamó, pero nadie respondió. Es obvio que se han ido. Es cuando finaliza de bostezar que la televisión se apaga como si nada. Se mantuvo observando ésta y nota por el reflejo a alguien de pie detrás suyo. -¿Yoon?

Es cuando va a girar que, poco a poco, la luz de la cocina, pasillo y living se apagan. Se encuentra completamente a oscuras, y hay una pesada respiración en su cuello que dura unos pocos segundos. Asustado, se gira de golpe y nota que hay un poco de luz escaleras arriba, la cual revela a Yoongi de pie, con sus manos repletas de anillos en los bolsillos de su pantalón, observándolo fijamente. ¿Acaso lo estaba desafiando a que subiera?

-¿Yoon? -éste, ignorando el llamado, rebaja con la mirada a su niño favorito antes de encaminarse hasta desaparecer de la vista del rizado, yendo hacia el lado derecho del piso de arriba. Hacia la azotea, por supuesto.

Un suspiro tembloroso salió de sus labios y, no sin antes verificar por la ventana del living que el coche de su padre no estuviera, frotó su rostro por última vez y subió las escaleras, doblando para encaminarse a las otras escaleras que lo llevarían a la azotea. Ésta es bastante abierta, espaciosa. Los muros a su alrededor son bajos, lo cual le permite admirar todo su pueblo: el verde del césped, el humo saliendo por la chimenea de las casas, preparados para el invierno.

La naturaleza, algún avión pasando... apreciar el cielo, sobre todo, el cual estaba lentamente oscureciendo, con la luna ya haciéndose notar. El diablo se encontraba cerca de un borde, caminando hasta estar de un lado, dándole la espalda al niño. Éste último avanzó hasta que estuvo a un lado del alto hombre. Le daba un poco de vértigo estar cerca de los muros, pero se armó de valentía y se concentró en admirar el precioso paisaje.

Era relajante, le brindaba paz en su interior, luego de no haberla sentido en mucho tiempo. El ente a su lado parecía estar más que calmado, con su mirada fija en él. Es como si estuviese presintiendo que haría una pregunta. -Yoongi... ¿Por qué mi padre no me habla? -no pudo evitarlo. Sabía que no era una casualidad. Algo había ocurrido.

-Le dije que no se acercara a ti. -dijo con tranquilidad el diablo.

-¿Le hablaste? -pudo ver de reojo como asentía con lentitud. Intento tragar el nudo que se le formaba en la garganta gracias al miedo, sin mucho éxito.

-P-Pero... ahora sabrá que te tengo conmigo. Sabrá que tengo algo que ver con la muerte de Bonhwa.

Yoongi volvió la vista al frente con su ceño levemente fruncido. Allí fue donde JiMin aprovechó para verlo, sus ojos lentamente llenándose de lágrimas que no tardarían en salir. -No tienes nada que ver con la muerte de Bonhwa. Eso lo hice yo mientras dormías.

No sabe si fue por la brusquedad en sus palabras, la falta de sentimientos en Yoongi que lo asustaba, o la culpa que calaba su alma muy de a poco, pero en el momento en que bajó la mirada e intentó con todas sus fuerzas no llorar, un sollozo bajo y débil escapó de su boca. Rápidamente tapó ésta con una de sus manos a la par que cerraba sus ojos y las lágrimas caían de manera silenciosa por sus mejillas.

El arcángel se mantuvo observándolo fijamente. No le sorprendía el que su niño favorito llorara, ya que sabía que su alma pura estaba entrelazada con la sensibilidad en el corazón de éste, pero por algún motivo... le dolía el pecho al verlo así. -¿Por qué lloras?

-Es que... -hipó, sorbiendo su nariz antes de apartar las lágrimas con sus pequeños y delgados dedos, dejando sus pálidas mejillas completamente mojadas. -... Soy una mala persona, y lo estoy asumiendo justo ahora. - no pudo evitar confesar, con el dolor siendo insoportable en su pecho. Yoongi lo tomó entre sus brazos de manera inmediata, acurrucándolo en su pecho mientras el niño se deshacía en fuertes sollozos.

-No lo eres. -a pesar de la desesperación en todos sus sentidos al ver así a JiMin, su voz se encontraba completamente neutra. -Y te lo digo yo. Ya sabes quién soy, cómo me llaman y las cosas que puedo llegar a hacer.

JiMin rió entre lágrimas, sorbiendo su nariz y tragando saliva antes de apartarse un poquito. Las yemas de los dedos de Yoongi presionaron levemente la espalda de su niño cuando este pasó su lengua por sus labios rojos y mojados.

-Solo q-quería ser feliz... no sabía que hacer cuando me molestaban, o me golpeaban. Sé que está mal que m-mates personas tan fácilmente, en mi mundo, claro... Pero... jamás me sentí tan protegido como ahora.

Tan... No podía explicarlo, pero Yoongi me indicó en un asentimiento que, lo que sea que JiMin sintiese, él también lo sentía. Ambos permanecieron en silencio por un par de segundos, y el rizado aprovechó aquello para intentar calmar su respiración y limpiar mucho mejor su rostro.

-¿Quieres ver lo que puedo hacer? -preguntó Yoongi de manera inesperada, alzando ambas cejas con aire de superioridad. Al notar que el pequeño no reaccionaba de ninguna forma soltó un largo suspiro y posicionó sus manos en los hombros del más bajo, girándolo hasta dejarlo de espaldas a él. Se inclinó un poco y rozó con sus labios la oreja de su niño.

-Mira el cielo.

El rizado alzó la mirada de inmediato, y tuvo que parpadear un par de veces al notar como la tarde se volvía noche de una manera anormal. Las estrellas alumbraban de manera preciosa el cielo azul mientras la luna se volvía más grande y, poco a poco, roja. De inmediato recordó a su hermana hablando del eclipse, pero no se imaginó que podía verse tan bonito. Resplandecía tanto con el brillo de la luna que el bordó parecía extenderse por el cielo.

-Wow... -ni siquiera sabía qué decir. Apenas podía contar una estrella sin perderse. Se limitó simplemente a suspirar profundamente, sin poder creer lo que el ser más malo de la tierra podía hacer.

El diablo se alejó un poco, tan solo para quedar a una distancia razonable y extender su mano repleta de anillos hacia el más bajo. -¿Alguna vez bailaste con el diablo en tu azotea a la luz de la luna sangrienta? -JiMin intentó no sonreír mientras negaba lentamente.

Allí fue cuando Yoongi sonrió de lado, alzando un poco sus cejas. - ¿Aceptarías?

Jamás se negaría a sentir aquella embriagante cercanía. Y algo le decía que realmente iba a ser un niño malo hoy.








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