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VII

Dos semanas.

Habían pasado dos semanas desde lo que había sucedido luego de que JiMin despertó de aquel desmayo al enterarse de que, prácticamente, él fue el que causó la muerte de su primo. Para empezar, estuvo en observación por un día debido a su falta de alimento y mal aspecto. Durmió gracias al tranquilizante en el suero y se alimentó bien antes de volver a casa.

Luego llegó la noticia del funeral de Bonhwa, y el rizado con tan solo oírlo cayó desmayado nuevamente. ¿Se había vuelto una especie de trauma? No lo sabía con exactitud, pero supuso que sí debido a las imágenes que rondaban por su mente en el momento en que alguien nombraba a su familiar fallecido, la manera en la que murió. Recordaba la palabra Castrati y estallaba en ataques de ansiedad, en puro pánico. Tan puro que creía que podría morir.

Finalmente fue cuando recordó que, segundos antes de caer desmayado en el hospital, el demonio no lo había sostenido. No había sentido la protección de sus brazos, no había sentido nada e internamente estaba agradecido, porque en aquel momento fue la primera vez que le tuvo miedo de la forma en la que todos lo hacen. Miedo a que le hiciera algo, incluso sabiendo que se estaba llevando su alma.

El padre de JiMin había vuelto a la casa, luego de un par de días le comentaron sobre la muerte de su sobrino y se encerró en su cuarto por más de tres días. Siempre estaba en la casa, pero cuando JiMin llegaba a ésta se iba a otra parte, incluso si era otra habitación, simplemente se iba.

Ni siquiera lo miraba, rezaba constantemente –incluso más que antes– y al niño le dolía debido a que esperaba una disculpa... una disculpa por querer hacer que quemara su propia piel, por pegarle a su madre, etc. Pero lo que más le dolía a JiMin de toda esta situación no eran los desmayos, el vivir constantemente con la ansiedad, el cargar con la culpa de la muerte de una persona y de dañar a su propio padre, mucho menos el saber que se iba a ir al infierno de manera segura y gratuita.

El verdadero dolor fue que luego de despertar aquel día en el hospital... Yoongi se había ido. Completamente. Ya no sentía el pitido en su oído izquierdo, no sentía el constante malestar, ni tampoco su cuerpo continuó deteriorándose. Incluso mejoró. Ya no parecía un cadáver. Y a pesar de que al principio tuvo miedo de volver a ver a Yoongi, definitivamente no se comparaba con el dolor de tenerlo lejos, de no sentirlo abrazarle por las noches.

Era todo completamente terrible y el nudo en su garganta no disminuía ni siquiera llorando ruidosamente en los brazos de su madre, la cual no comprendía la tristeza de su hijo al creer que todo estaba bien. Decidió culparse, porque jamás permitiría que su pequeño tuviera la culpa de nada. Finalmente luego de las dos semanas JiMin volvió a la escuela. Sus padres habían firmado la autorización del viaje de convivencia.

"¡El viaje en el que Dios guía tu camino!", dijeron, pero Dios no guiaba nada que tuviera el nombre de "Park JiMin", y éste lo sabía. Jeon JungKook continuaba molesto por no haber ido, JiMin temía ir porque sabía que irían los de último año, y eso implicaba que ChanYeol y Jackson estuvieran allí. "Los bravucones", por así decirlo. Hacían la vida de los dos adolescentes imposible, todo por no llevar el típico estereotipo y por ser inocentes.

JungKook era un rebelde sin causa, incluso siendo de igual tamaño de que JiMin, pero claramente en el instituto no aparentaba aquello. En cambio, JiMin era como siempre en todas partes. ChanYeol era el que siempre seguía a Jackson. Éste último había tenido una vida terrible, cayendo en un orfanato y siendo adoptado por una familia rica al ser extremadamente hermoso. Se le subió la fama a la cabeza, nadie sabía que era adoptado excepto los padres de JiMin, los cuales se llevaban bien con los padres de Jackson.

El rizado lo había escuchado en el momento en que los padres de Jackson lo habían confesado ante los Kim, pero jamás dijo nada. Sabía que iba a tener un viaje terrible. Por todos los cielos, lo sabía. Pero ya nada le importaba, ya no le encontraba mucho sentido a las cosas. Quería a Yoongi, lo único que quería, lo único que deseaba y no podía tener.

Sintió todo el cariño que éste alguna vez le dió realmente falso, y eso rompió su corazón. El autobús parecía estar esperando a que los estudiantes finalizaran de subir. El profesor de coro estaba a un lado de la puerta de éste, observando su reloj. Probablemente esperaba a que fuese el minuto exacto para subirse y partir. JiMin pensó seriamente en escaparse, pasar el día paseando en la ciudad, tal vez comprarse un helado y luego volver a la escuela cuando fuese la hora, pero su madre lo mataría por aquello, así que caminó rápidamente al autobús, entregando su permiso y subiendo a éste.

Todos estaban sentados en sus respectivos lugares excepto los dos imb... bravucones. Los dos bravucones. Se encontraban molestando a un chico de adelante, el cual estaba junto a otro, ambos cubriendo sus cabezas para no ser golpeados por éstos. JiMin rogó pasar rápidamente por el pasillo, y así lo hizo. Ni siquiera tenía idea de cómo no lo notaron. Iba a sentarse detrás de todo, del lado de la ventana junto a Kim Namjoon, el cual era de último año y leía la biblia con mucha atención.

No entendía como nadie eligió aquel asiento, lo mejor del viaje era disfrutar del paisaje. Una vez el rizado se sentó, suspiró y se acomodó contra el respaldo del asiento, su piel erizada debido al frío. El invierno se acercaba. Kim Namjoon dejó de observar la biblia para ver a su acompañante.

—Hey, JiMin. —dijo. A decir verdad, Namjoon era un buen tipo.

Un buen y lindo tipo. No se metía con nadie, y nadie se metía con él debido a su tamaño. Grande, musculoso y con mala cara... pero solo para algunas personas. JiMin lo había conocido cuando tuvo que hacer una obra de teatro en donde Namjoon era Moisés y JiMin... bueno, ignoremos que fue una oveja y solo enfoquemonos en presumir que estuvo en una obra.

Desde allí se saludaban en los pasillos y pocas veces habían almorzado juntos, pero nada más que eso. Ni siquiera una amistad como la de JungKook y JiMin.

—Namjoon. —saludó de vuelta JiMin, notando lo frío que había sonado. Observó de reojo la biblia y frunció un poco el ceño al notar que ésta, por dentro, no era nada parecido a la verdadera.

—¿Qué lees? —fingió no saber.

—¿Qué te parece? —rió Namjoon nerviosamente a la par que volvía la vista a su lectura. JiMin le observó por unos segundos con notoria gracia.

—Definitivamente no he visto antes la palabra "vampiro" en la biblia. — comentó, llevando su mirada al frente, fingiendo quitarle importancia a aquello. Namjoon, completamente sobresaltado cerró "la biblia" y la dejó sobre su regazo, apuntando con su enorme dedo índice al rizado, el cual había vuelto a verle con una pequeña sonrisita.

—Si no dices nada te lo pagaré como sea. —intentó negociar. JiMin decidió que continuaría con aquella negociación, pensando por unos segundos antes de acomodarse en el asiento.

—No diré nada con una condición. —ambos se quedan viendo y JiMin, sin quitar su mirada del chico del frente suyo, asintió en dirección a ChanYeol y Jackson, los cuales bromeaban entre sí sobre algo.

—¿Ves a esos chicos?

A la par en que Namjoon vió al frente para buscar a los dos tontos, el autobús se puso en marcha y todos exclamaron con emoción antes de que acelerara por la calle tranquilamente. El profesor interrumpió la charla de Namjoon y JiMin para avisar a todos que se mantuvieran en sus asientos.

—Los bravucones. —respondió Namjoon luego de unos minutos.

—Me molestan, y mucho. Tú eres grande, Nam. Eres musculoso. ¿Puedes protegerme? —honestamente está sonrojado, y no por haberlo llamado musculoso, sino porque nunca había sido tan directo en algo.

El castaño frente a él lo observó por unos segundos de arriba a abajo, asintiendo lentamente, como confirmando sus dudas.

—Cambiaste. —confirma.

Las cejas de JiMin se alzan, sorprendido pero no del todo. —Te ves todo confiado y negociador. Quiero decir, siempre he entendido que eres muy inteligente y observador, pero te muestras muy tímido y hoy estás... bastante atrevido.

Oh, rayos. ¡Alguien está siendo increíblemente directo! La incomodidad de JiMin se incrementó, provocando que se reacomode en su asiento y vea al frente, inseguro mientras llevaba sus pequeñas manos a su regazo.

—Yo no quería... bueno, l-lo siento. —tragó saliva con fuerza para intentar aliviar el nudo en su garganta, pero sentía que no funcionaba. Yoongi ya no estaba, y se había comportado como un chico tonto y atrevido para buscar la protección de alguien. Estaba muy apenado.

—Lo siento, no tengo derecho de... tú sabes. No diré lo de tu libro, tranquilo. —llevó su mirada a la ventana, viendo la carretera en la que se encontraban.

—Supongo que todos hacemos cosas malas alguna vez.

—¿Crees que leer ésto es malo? —sonrió de lado ante la pregunta de su compañero de asiento.

—No, es por eso que no voy a delatarte. No haces nada malo. —Irás al cielo y yo no, pero así es por algo, y probablemente porque lo merezco.

— Eres una buena persona, Nam.

Namjoon parece pensar en algo mientras vuelve a abrir la supuesta biblia, retomando su lectura. JiMin parece estar esperando ver algo anormal entre los árboles de los costados de la carretera, algo que le diga que Yoongi no se había ido, que le importaba el que estuviese bien en el planeta Tierra. Jamás supo cuándo se llevaría su alma, ni tampoco lo que pidió, que fue – según el diablo– la cosa más pura. Quería saber, y la intriga lo carcomía más rápido que la ansiedad.

Suspiró antes de apoyar su cabeza contra el vidrio y cerrar sus ojos, ignorando el hermoso paisaje y al cuervo que volaba más arriba del autobús, por lo alto.

El autobús finalmente se detuvo al adentrarse a un bosque por un camino de tierra, estacionando no tan lejos de la carretera. No deseaba perderse. Namjoon despertó a JiMin, el cual roncaba un poco y tenía su dedo pulgar resbalando de su boca. Cuando despertó vió alrededor y suspiró profundamente, sonrojado al haber sido visto durmiendo como un bebé... literalmente.

Se puso de pie mientras se frotaba sus ojitos y caminó detrás de un par de alumnos, siguiendo a Namjoon por el pequeño pasillo entre los asientos del autobús. Los bravucones se pusieron detrás suyo, pero JiMin estaba lo suficientemente adormilado como para darse cuenta. Fue finalmente cuando llegó al primer escalón para bajar del autobús que fue empujado con fuerza, provocando que su cara diera contra la tierra bruscamente.

Un gemido de dolor salió de sus labios ante el fuerte dolor de nariz, oyendo risas de sus compañeros. Unas manos lo levantaron por el brazo, y cuando se reincorporó, completamente mareado, notó que Namjoon fue el único que lo ayudó. Le agradeció en un asentimiento a la par que intentaba quitarse la tierra de las pestañas sin que dañaran sus ojos. El profesor no había visto aquella escena, y tampoco preguntó de qué se reían todos.

Simplemente se acercó y sacó un papel a la par en que se colocaba sus anteojos para comenzar a leer. —"Amados, amémonos unos a los otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4:7)" —una vez finaliza de leer aquello observa a todos sus alumnos con una sonrisa, como si todo fuese simple.

—Los hemos traído aquí porque deseamos que todos se amen, que todos sientan que pueden contar con el otro. La comodidad, el respeto, y principalmente el amor atrae al señor. Vamos a sentir la felicidad esta tarde. —finalmente suspiró antes de ver a su alrededor.

—Bien. Vamos a buscar un lugar cerca donde podamos armar una pequeña fogata y acomodar unos troncos para sentarnos a convivir. Siganme.

Todos comienzan a caminar. JiMin sacude su ropa entre todos los alumnos, oyendo a ChanYeol y Jackson detrás. Namjoon va a su lado, pero no tanto. Lleva su supuesta biblia bajo el brazo y tiene la vista bien al frente. Las risas de los torpes de atrás no cesan, y comienzan a hablar más fuerte de lo normal, aunque casi todos lo están haciendo.

—Si, murió en el hospital. —ChanYeol comienza. JiMin siente un cosquilleo de vértigo en su pancita.

—Se desangró. Supongo que... no tuvo las bolas suficientes para seguir con vida. —ambos adolescentes explotan en carcajadas. Claramente hablan sobre Bonhwa.

El piso parece moverse, y JiMin está tan mareado que desea simplemente vomitar. Sintió una de las manos de Namjoon sostenerlo del brazo en cuanto comenzaba a inclinarse hacia un lado, a punto de caer. Lucía como si hubiese subido a un carrusel sin frenos, y su corazón parecía estar yendo al ritmo de éste: rápido, descuidado. Respiró profundo un par de veces sin recibir ninguna pregunta de Namjoon, y pronto se calmó un poco. Yoongi, te necesito.

—Lo siento por lo de tu primo. —JiMin asiente lentamente y limpia sus lágrimas en cuanto se da cuenta de que éstas caen por sus mejillas.

—Voy a cuidar tu espalda. De inmediato, JiMin alza su rostro hacia Namjoon, el cual lo vé de reojo mientras observa como el profesor de coro ha encontrado el lugar perfecto para detenerse. —¡Aquí! Aquí es perfecto. Ayúdenme con ésto, por favor.

—¿E-En serio? —JiMin pregunta, y cuando el otro adolescente asiente de inmediato comienza a sentir la culpa instalándose en su pecho.

—Nam, no te sientas obligado. —No estoy siendo obligado, simplemente creo que no debes lidiar con esta porquería hoy.

JiMin no duda en agradecerle, feliz de poder contar con alguien en el miserable mundo en el que se encontraba. —¡Kim Namjoon! —el maestro le llama, y éste de inmediato se acerca, no sin antes darle su biblia a JiMin para que se la sostuviera. Éste lo hace de inmediato, aferrándola a su pecho.

—Necesitamos sus músculos, señor Kim.

—Con gusto. —¿Por qué quieres venir a convivencia? —la voz de Jackson se hace audible a un lado de JiMin. Finge caminar tranquilamente alrededor del pequeño rizado, el cual encoge sus hombros en su lugar.

—Eres el bicho raro de aquí.

ChanYeol finge pasar tranquilamente por el lado de JiMin y con una sacudida de su brazo tira el libro de las manos del niño de ojos verdes, el cual suspira antes inclinarse para levantarlo. La risa de Jackson llega a sus oídos antes de ser empujado al lodo. Ahora sí ha manchado su ropa por completo.

¿Por qué tuvo que usar su camisa blanca aquel día? Dios santo. Namjoon reaparece de inmediato en la escena, pero a pesar de llegar un poco tarde pone de pie a JiMin y se empeña en ver fijamente a ChanYeol, el cual le sonríe amistosamente al castaño.

—¿Tienen algún problema? —pregunta de mala gana a la par que comienza a acercarse a ChanYeol, el cual parece irradiar más nervios que éstos mismos. —¿Estás aburrido? —N-No.

El profesor vé en aquella dirección debido a que está indignado por la suciedad en la ropa de su alumno más pequeño, Kim JiMin. Namjoon al notar aquello golpea amablemente el hombro del molesto adolescente frente suyo y finge una sonrisa llena de bondad.

—¿Quieres que te desaburra partiendo tu cara, imbécil? —Namjoon sonríe aún más luego de decir aquello, y ChanYeol niega rápidamente antes de alejarse un poco más, pasando por al lado de JiMin y asegurándose de siquiera verlo. Namjoon se gira en cuanto oye a Jackson reír entre dientes.

—¿Te da risa algo? —No me das miedo, Kim. Sabes que si haces algo podrías salir perjudicado.

—¿Me estás probando?

—¿Chicos? ¿Qué sucede aquí? —el profesor de coro intervino debido a un estudiante explicándole sobre una problemática situación cerca de los cuatro chicos. Namjoon suspira para luego girarse y tomar el brazo de JiMin, guiándolo con él. Oyen risas de ChanYeol y Jackson pero los ignoran por completo, intentando tener un bonito día de convivencia, incluso si el pequeño de cabello rizado sabía con exactitud que no era así.

—¡Cordero de Dios! —aplausos. —¡Cordero de Dios! —más aplausos unísonos. —¡Que quitas el pecado del mundo! ¡Ten piedad de nosotros, ten piedad de nosotros!

JiMin no iba a mentir. Iba a ser muy sincero pero cuidadoso: las canciones solamente lo deprimían aún más. Incluso sabiendo que no vomitaría al nombrar al padre de los cielos, también sabía que no tenía ningún derecho. Suspiró y bajó la mirada a sus manos, solo aplaudiendo cuando todos lo hacían, oyendo a sus compañeros entonar terriblemente con la canción, excepto a Namjoon, el cual cantaba brillante.

Suspiró. ¿Yoongi? ¿Puedes oírme? Siento si hice algo que te molestó, prometo no hacerlo más pero... por favor, vuelve.

Unas pequeñas ramas que provienen de su derecha pican en su rostro desde ya hace rato, pero no cree soportarlo más. Namjoon no podía hacer nada en aquella situación, y JiMin lo comprendía. —¿Podrías, por favor, dejar de arrojarme cosas?

Jackson ríe junto a ChanYeol a la par en que todos dejan de cantar y el profesor regaña a los tres adolescentes con la mirada: a JiMin por interrumpir, y a los otros dos por comenzar. JiMin ni siquiera le da tiempo a hablar.

—Voy a... encontrar un baño. —dice antes de ponerse de pie, sacudiendo su ropa aunque ésta ya está realmente sucia.

—De acuerdo. —el profesor aprueba, sonriendo en dirección a su alumno. Kim JiMin siempre le había caído bien y todo gracias a que jamás daba problemas.

—No te alejes mucho, por favor. —el rizado asiente ante aquello, agradeciendo la muestra de preocupación mientras se encamina fuera de la ronda, adentrándose al bosque poco a poco.

—Yo también necesito ir al baño, profesor.

—Y yo. —JiMin suspira temblorosamente. Sabe que ambos chicos lo hicieron a propósito, no duda ni un poquito.

—Vayan, y no se pierdan.

—Profesor, yo también. —Namjoon rápidamente dice poniéndose de pie. JiMin agradece aquello, pero lo hace muy pronto.

—Namjoon, mejor vé con un nuevo grupo cuando ellos vuelvan. —el profesor dice, y Namjoon nuevamente se sienta, viendo con el ceño levemente fruncido como JiMin caminaba con más rapidez y los otros dos idiotas intentaban alcanzarlo.

De inmediato se giró e intentó cantar sin estar concentrado en qué le sucedería a su compañero. El niño de rizos apresuró mucho más su paso, casi trotando mientras oía como Jackson y ChanYeol hacían exactamente lo mismo entre risas.

Es cuando JiMin detiene su paso al saber que no se liberará de los adolescentes, que éstos deciden empujarlo al suelo de inmediato. Jackson lo sostiene de la nuca, dejando su mejilla pegada contra la tierra del suelo.

—¿Quién mierda te crees que eres ahora? ¿El protegido de Kim? Idiota. — el puchero se instalaba poco a poco en el labio inferior de JiMin. Desde la llegada de Yoongi se había acostumbrado a no lidiar con ese tipo de mierdas, y ahora solo se culpaba, preguntándose qué hizo mal y sintiendo que todo lo que podría ocurrirle se lo merecía.

—Haz que se trague la tierra. —ChanYeol dice completamente emocionado. Jackson toma en un puño los rizos de la parte trasera de la cabeza de JiMin y los levanta un poco, solamente para hundir el rostro de éste en la tierra.

El cuerpo del rizado se retuerce, intentando zafarse del agarre debido a que siente que se está ahogando. Inesperadamente lo sueltan y se queda en el suelo, tosiendo e inhalando profundamente con el rostro lleno de tierra.

—Fenómeno. —dice Jackson antes de levantarse y comenzar a caminar con ChanYeol nuevamente hacia el pequeño campamento con los demás alumnos. Y eso ha sido todo.

Un profundo y tembloroso suspiro sale de la pequeña nariz de JiMin, el cual se gira en el mismísimo suelo, sentándose y observando fijamente a ambos muchachos, caminando.

—Basura adoptada. —deja salir mientras traga el sabor amargo de su boca. Es la primera vez que siente ira por su cuenta, y que insulta a alguien queriendo hacerlo. Y que, maldita sea, se siente increíble.

Internamente agradece a su lengua afilada. Ambos adolescentes detienen su caminata, ChanYeol incluso se aleja un poco de Jackson mientras vé a JiMin con sorpresa y hasta cierto terror. Fue allí y por la desquiciada mirada de Jackson que el rizado fue poniéndose de pie lentamente mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

No se arrepentía, pero estaba asustado. Sabía que se había pasado y podrían matarlo a golpes. Debía de ir rápidamente donde Namjoon, pero ambos chicos estaban bloqueando aquel camino. Una risa entrecortada y extremadamente falsa sale de la boca de Jackson.

—Dios bendito, estás tan muerto justo ahora. —dice.

JiMin toma aquello como una señal para girarse y comenzar a correr, sintiendo a ambos adolescentes hacer lo mismo. ChanYeol grita el nombre de su amigo, porque molestar es muy diferente a alejarse de los demás y partirle la cabeza al niño contra una roca. Sabe que su amigo va a pasarse, y sabe que va a tener que conservar un peso en su conciencia para toda su vida.

El niño no puede dejar de respirar rápidamente entre sollozos apenas audibles mientras corre con la mayor fuerza que le queda, intentando no tropezar con ninguna rama de por medio porque, oh Dios, estaría tan malditamente muerto si eso ocurriera. Sabe que se está alejando demasiado cuando ya no se oyen los cantos de sus compañeros y por no reconocer aquella área del bosque.

Es cuando vé al frente que desea haber cerrado su boca y conservado su ira: un lago que separa el bosque de otro bosque está a unos metros, claramente no puede arrojarse así como así debido a que no sabe nadar. Concluyó todo sabiendo que moriría, y preferiría morir ahogado antes de hacerlo a manos de Jackson, con ChanYeol de cómplice. Sollozó más fuerte.

¿Cómo podría Yoongi llevarse su alma, matándolo de ésta manera? Creía que el diablo decidía la muerte de sus víctimas, y si el arcángel sintiese algo por él... esto no estaría pasando.

¿Cómo había sido tan torpe de creer que Yoongi sentiría algo por él? ¿Cómo había podido creer que, alguna vez, alguien sentiría amor por él?

—Yoongi. —susurró con pánico antes de respirar profundo, sin dejar de correr y saltando en cuanto llegó al borde del lago, hundiéndose lentamente.

Cerró sus ojos con fuerza mientras sentía sus oídos taparse por el sonido del agua, dejando su cuerpo inmóvil pero sintiendo como cada vez descendía más. Burbujas salieron de su nariz a la vez que relajaba su cuerpo, disfrutando de la calma que el agua le brindaba y esperando a la muerte con paciencia. Si iba a morirse, iba a morirse bien.

Más burbujas salieron de su nariz con brusquedad en cuanto unos brazos envolvieron su cintura, apegándolo a un duro torso. Fue entonces que... ... el malestar se hizo presente. Dió una profunda inhalación por la boca en cuanto su rostro estuvo fuera del agua, tosiendo un poco. No había entrado agua a sus pulmones, pero el haber corrido bastante y luego contener la respiración lo había hecho ahogarse un poco.

Su oído izquierdo pitaba como antes, su cuerpo estaba helado y creyó que era debido al agua, pero en cuanto sus ojos verdes se abrieron y observó al diablo demasiado cerca, lo comprendió. Éste estaba tan guapo como siempre, sólo tenía el cabello mojado, hacia atrás y sus ojos bordó con pupilas dilatadas.

Su piel estaba cálida y, demonios, JiMin lo había echado de menos. Tanto, tanto, que apenas podía respirar. De inmediato llevó los brazos alrededor del cuello del arcángel y lo abrazó, temblando al saber que se venía lo malo.

—¡Jackson, deten...! —ambos chicos se detuvieron en cuanto pararon frente al lago, observando al niño de rizos abrazar a un tipo extraño, el cual daba miedo. ChanYeol de inmediato vió alrededor antes de volver a ver al hombre en el agua.

—¿Quién diablos eres tú?

Todo pasó muy rápido.

Un cuervo, el mismo que había vigilado a JiMin en todo el viaje, se hizo presente en la escena. Se posicionó frente a la cara de ChanYeol y comenzó a atacarlo mientas éste gritaba, rogando por ayuda. Sangre caía por sus mejillas hasta finalmente ser separado de sus propios ojos. El cuervo se alejó mientras masticaba su comida, y el adolescente cayó al suelo, poco a poco desangrándose hasta morir... solo.

Jackson observó a su amigo de toda la vida, su cuerpo inmóvil en el suelo y gritó fuerte, horrorizado mientras llevaba sus manos a sus mejillas, sin poder creerlo. El sonido del cuervo masticando los oscuros ojos de su amigo fue todo lo que necesitó para comenzar a correr por el bosque, sin mirar atrás, escapando.

Tal vez era la falta de aire, el pánico en su pecho, o el haber corrido por mucho tiempo, pero su cabeza comenzaba a doler terriblemente. Un dolor anormal. Fue finalmente que llegó a donde todos estaban. El profesor de coro silenció a sus alumnos al notar el rostro de Jackson tan blanco como una servilleta, poniéndose de pie para acercarse a su alumno pero decidiendo esperar a que éste reaccione.

—¿Jackson? ¿Qué sucede? —pregunta. Todos observan extrañados al adolescente, el cual lentamente se sienta sobre un tronco entre dos alumnos más.

Todo queda en silencio por unos segundos mientras la respiración de Jackson comienza a cesar, volviéndose más costosa. Su rostro se vuelve rojo, bordó, lentamente violeta, y las venas resaltan en éste. Es cuando el profesor avanza que, literalmente, la cabeza de su alumno estalla en pedazos.

La sangre salpica a todas las personas que se encontraban allí, algunos gritan, algunos corren lejos y otros no pueden moverse. El cuerpo del adolescente cae, no hay rastro de su cabeza, rastro de nada. El caos se desata.

Yoongi alzó a JiMin, finalmente pudiendo dejarlo fuera del agua. Éste respiraba profunda y rápidamente, boca arriba y observando el cielo azul. Era un bonito día para tanta tragedia, para tantos problemas. Lentamente comienza a sentarse, mareado y observando de reojo como el diablo salía del agua, quedando de pie y tirando su oscuro cabello hacia atrás.

Su camisa y pantalones negros estaban empapados, al igual que la sucia ropa del pequeño. Es cuando el arcángel está a punto de inclinarse para levantarlo que el niño se hace hacia atrás, sollozando secamente. Siente que ya no puede llorar, incluso intentándolo.

—Y-Yoongi... —sollozó mientras su pecho recibía dolorosas puntadas. — ¿Dónde estabas? T-Te necesitaba. —comienza a llorar más fuerte mientras las lágrimas caen por su rostro.

Parece estar entrando en pánico, pero finalmente se gira para ver al cadáver del bravucón. Un bravucón, como cualquier otro torpe adolescente que aún no madura, y había recibido el castigo de una de las peores muertes tan solo por no saber con quién se metía.

—Muerto.

El diablo lo observa con sus ojos más grandes de lo normal, sin saber cómo reaccionar ante las palabras de su niño favorito. —Se lo merecía. —susurra.

JiMin parece estar comenzando a enloquecer. —D-Dios. —un gruñido bajo escapa de los labios de Yoongi ante la mención de éste mientras que el niño pasa sus temblorosas y frías manos por sus ricitos mojados, casi arrancándolos e hiperventilando aún más.

—E-Esto no está pasando, no. N-No puede estarlo. —niega rápidamente mientras todo se mueve a su alrededor. Rápidamente es tomado por debajo de los brazos y envuelto por la cintura en cuanto el diablo nota que no tiene estabilidad en sus piernas.

—Escúchame. —le dice, notando como JiMin hace lo posible por no entrar en pánico. —Juro que voy a explicarte por qué me fui. La verdad.

—¿C-Cómo sé que no estás mintiendo? —otro sollozo se escapa de sus labios mientras intenta recuperar el ritmo normal de su respiración, fallando reiteradas veces en el intento.

Yoongi simplemente lo vé fijamente, incluso si el niño no lo hace, manteniendo sus ojos cerrados. —... Yo jamás le mentiría a mi niño favorito. —le dijo antes de acariciar su nariz contra la del más bajo, respirando profundamente y grabando nuevamente el aroma de éste en su memoria, en sus sentidos.

Es cuando Yoongi comienza a hablar que JiMin cree estar soñando. Habla en una lengua incomprensible para los simples humanos como él, pero es tan suave e intrigante que los nervios de JiMin comienzan a descender mientras se acurruca más contra el caluroso cuerpo del diablo. Éste último acaricia –JiMin se atreve a pensar que es con mucho cariño– la espalda del niño suave y lentamente. Poco a poco los nervios disminuyen, solo siente frío y pesadez.

El shock se va, solo tiene miedo. —No enloquezcas. —JiMin traga saliva con fuerza mientras el diablo se separa y toma las mejillas del más bajo para observarlo, a pesar de que éste se encuentra viendo la boca del arcángel, la cual se ladea en una –algo macabra– sonrisa.

—Hice que la cabeza del otro ser inferior volara en mil pedazos. Todos con los que viniste ya saben que algo ha sucedido. Tienes que volver y decir que tú no sabes de nada, ya que decidiste ir más lejos que ellos y caíste en el lago.

El shock nuevamente invade a JiMin, pero no siente que vaya a enloquecer nuevamente. —Y-Yo... —niega lentamente antes de sollozar, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas. Ésto era una pesadilla, y un sueño hecho realidad a la vez.

—... No puedo.

La respiración de Yoongi cambia drásticamente. JiMin casi puede asegurar que el diablo está desesperado porque su niño favorito no reciba culpa en el asunto, pero no quería creerlo del todo. —Hazlo, o mato a cada uno de los humanos que hay aquí. —dice en un tono suave pero frío. Inesperadamente se aleja del rizado. —Vé.

—¿M-Moverás el cuerpo? —Yoongi asiente y JiMin hace lo mismo antes de girarse y comenzar a caminar rápidamente hacia el camino de vuelta a la convivencia.

Finalmente llega e intenta usar su shock para fingir sorpresa y preocupación. Los alumnos están subiendo al autobús en fila, hay dos ambulancias y los troncos en donde anteriormente todos estaban sentados están cubiertos de sangre. Hay una cinta amarilla alrededor de éstos y algo que luce como un cuerpo metido en una bolsa negra.

JiMin está a punto de comenzar a caminar hacia la fila del autobús, subirse y ya, pero cree que aquello sería realmente sospechoso así que se encamina hacia su profesor de canto, el cual tiene ambas manos en la cintura y está más pálido de lo normal, negando lentamente a la nada.

—¿Señor McCoulay? ¿Qué ha pasado? —dijo, fingiendo claro desconocimiento en la situación.

El profesor alza lentamente su mirada, viendo fijamente al niño antes de rebajarlo con la mirada, consciente de lo mojado y sucio que éste estaba. —¿Dónde has estado?

El rizado intenta no balbucear. —Fui a hacer pipí al lago, pero me caí. —frunce levemente su ceño y vé alrededor antes de volver a ver al adulto. —¿Qué ha sucedido? ¿Alguien salió herido?

Un suspiro sale de los labios del hombre luego de observar al niño por unos segundos. Ante sus ojos –y los de cualquiera– es muy claro el que su alumno jamás haría daño ni siquiera a un mosquito. JiMin ya no se siente tan puro como Yoongi jura que es. La mano de McCoulay viaja a la espalda del rizado, empujándolo suavemente en dirección al autobús mientras niega lentamente con la cabeza.

—No te preocupes. Vé a casa, niño.

Una vez JiMin sube al autobús, nota el como sus compañeros y los del último curso no pueden reaccionar. Algunos hablan bajo, otros lloran, y los demás simplemente... lucen perdidos. Casi todos están cubiertos de manchas rojas, el conductor del autobús termina de fumar un cigarrillo mientras mueve su pierna frenéticamente, esperando al profesor para partir.

JiMin camina al fondo sin mirar a nadie y vuelve a ubicarse en el mismo lugar de ida, a un lado de Namjoon, el cual parece más cuerdo que todos. —¿JiMin? ¿Dónde estabas? ¿Qué te ha sucedido? —luce preocupado mientras el niño cierra sus ojitos, respirando de manera lenta y temblorosa.

—Caí al lado. Larga historia. —se enderezó, y una vez abrió los ojos, viendo a Namjoon, intentó lucir extrañado ante las manchas de sangre en su camiseta.

—¿Qué ha pasado, Nam?

Éste suspira antes de dirigir su mirada al frente. —Es mejor que no lo sepas. Podría herir tu sensibilidad.

Es porque aún no sabes todo lo que hice, Nam. Todo lo que provoqué. JiMin asiente lentamente antes de girarse en dirección a su ventana. Minutos después el autobús acelera, dejando atrás aquella terrible convivencia y cada lágrima que derramaba el rizado entre los silenciosos sollozos que dejaba escapar, simulando dormir plácidamente cuando en realidad era el más afectado de todos aquellos.

No fue sorpresa que su madre chillara y lo abrazara contra su pecho en cuanto lo fue a retirar a la escuela. Ya todos los padres estaban informados de lo ocurrido y ninguno parecía tener una reacción leve o menor a la de la madre de JiMin. Ésta le besó el rostro como si no lo tuviese lleno de tierra húmeda debido al agua.

—¡JiMin! —tomó el rostro de su hijo, examinándolo y haciendo una mueca de dolor al ver su mejilla raspada y un orificio nasal con un poco de sangre.

—¿Qué ha sucedido? ¿Estás bien, bebé? ¡Tienes sangre!

JiMin rápidamente se acurruca en los brazos de su madre, suspirando profundamente e intentando que la taquicardia cesara rápidamente. —Estoy bien, mami. Solo me he caído.

—¡Estás empapado!

—Caí en un lago, intentaba hacer pipí. —se sonrojó. En parte, era cierto. Iba específicamente a hacer pipí, pero no en el lago. Ew.

—Oh, cielo. —lo abrazó más fuerte antes de alejarse un poco, viéndolo con cariño.

—Firmo un papel para retirarte y nos vamos a casa. Te prepararé la mejor merienda del universo y podrás ver lo que quieras, ¿mh? Espérame aquí. —obligó al niño a sentarse en uno de los asientos pegados a la pared de la pequeña sala de espera en la oficina y se adentró a ésta última.

Luego de un par de minutos se encaminaron fuera del instituto, recibiendo miradas de desaprobación de parte de las monjas que pasaban y observaban la vestimenta de JiMin. Ya fuera, caminaron hasta el auto y se subieron en él. El niño esta vez iba en el asiento copiloto.

—¿Cómo saliste? No sabes nadar.

—Hice lo que pude. —al oír el suspiro de su madre JiMin se sintió aún peor y llevó su pequeña, pálida y delicada mano al brazo de su madre.

— Estoy bien, mami. No te preocupes por mi. —dice para luego sonreírle de lado, simulando no tener idea de lo ocurrido. Su madre hace lo mismo mientras su hijo se abrocha el cinturón de seguridad y busca relajarse en el asiento. Sabe que debido a mentir estaría llorando, no lo soportaría porque jamás ha soportado mentir, pero la leve caricia en su brazo que proviene del asiento de atrás lo calma completamente, haciéndolo sentir que no está solo.

Apenas llegó a su casa fue recibido por un abrazo de su hermana, expresando lo preocupada que había estado. Su padre tomó su taza de café y subió los escalones, yendo a su habitación. A JiMin le dolió. Su madre le preparó una merienda: siempre era té y tostadas, pero esta vez fue leche con chocolate y galletas horneadas específicamente para él.

Comió solo porque quería ver la sonrisa en el rostro de su madre, pero no se merecía ni una pequeña migaja. Nada. Finalmente decidió que era hora de ir a ducharse así que se encaminó a la puerta del sótano, cerrando ésta y bajando los escalones para abrir la puerta de su habitación. Tomó su pijama celeste de aviones, unos calcetines cortos de color blanco y ropa interior, dirigiéndose al baño.

El agua caliente fue reconfortante, cayendo por sus hombros y cabeza. No dejó de llorar fuerte en todo el baño, borrando sus lágrimas con la lluvia artificial. La única prueba de que había llorado cuando terminó eran sus ojos levemente hinchados, rosados por fuera al igual que su nariz. Se secó y se vistió, limpiando antes de encaminarse a su habitación.

Una vez en ésta ni siquiera se sobresaltó ante la oscura figura de Yoongi, de pie en la punta de su cama. Se dirigió con calma hacia ésta y se sentó, cubriéndose las piernas con las mantas y bajando la mirada, dejando sus manos sobre su regazo. Sabía que iban a hablar.

—No puedo estar siempre contigo. Pero no sabía que iba a doler.

—... Entiendo. —simplemente susurró, asintiendo lentamente y realmente intentando comprender que era el diablo. ¡El diablo! Muchas más ocupaciones que abrazarlo. Estuvo a punto de recostarse para dormir, queriendo dar por finalizada la conversación.

—Si lo estoy vas a volverte un cadáver. —el ceño de JiMin se frunció, queriendo verlo a los ojos para comprender, sin poder hacerlo debido al molesto pitido en su oído izquierdo.

—Cuando estoy mucho tiempo contigo tu cuerpo se deteriora: adelgazas, no duermes, vomitas, no comes... te sientes triste.

El niño parpadeó lentamente intentando comprender. ¿Era eso? ¡¿Solo eso?! ¿Significaba que Yoongi... lo estaba protegiendo?

—... Oh. —simplemente dijo, mordiendo su labio inferior por unos pequeños segunditos.

—Pero a veces... bueno, en las noches duermo y siempre me abrazas.

—Cuando te duermes me voy. —confesó el diablo caminando lentamente hacia donde JiMin estaba.

—Las veces que me quedé a tu lado tuviste insomnio, pesadillas y parálisis de sueño. —se sentó en un costado de la cama y llevó sus manos repletas de anillos a las mejillas de su niño favorito.

—Y tuviste miedo. Miedo de mí.

—N-No... —Siento lo que tú sientes. —interrumpió.

JiMin internamente se preguntaba si Yoongi era capaz de sentir que estaba enamorado, porque sería muy vergonzoso. Se sonrojó ante aquel pensamiento. —Pude sentir tu miedo en el hospital, y era dirigido a mí. —JiMin no dijo nada, era cierto.

Había estado aterrado de tener cerca de Yoongi en el momento en que despertó en el hospital. Fue como salir de todo sueño en donde el diablo parecía cuidadoso, mimoso y hermoso. Fue ver la realidad: no tiene corazón. No lo tiene.

Yoongi permaneció viendo a JiMin unos segundos antes de, inesperadamente, acercarse más hasta que los labios de ambos se rozaban. El rizado parecía haberse quedado sin aire y estar transformándose en un tomate.

—Pregúntame. —dijo. Las pequeñas manos de JiMin tiemblan y siente como la felicidad vuelve a su cuerpo poco a poco ante las muestras de afecto del arcángel, aunque siente que va a morir de los nervios.

—¿Mh? —es lo único que logra decir, incluso su voz tiembla en aquel murmullo.

—Qué es lo que pediste, pregúntame.

Los ojos del niño se cierran ante las dulces e íntimas caricias de la nariz de Yoongi en su nariz. Ama tanto aquel cosquilleo en su estómago cuando aquello sucede que decide alzar más el rostro, sin negarse a los mimitos.

—¿Q-Qué es lo que pedí?

Yoongi inhala fuertemente, provocando que algunos cuadros en la habitación de JiMin se muevan levemente. Está a punto de hablar pero un gruñido bajo escapa de su boca antes de alejarse de de JiMin. Éste último observa al diablo con confusión, el cual se pone de pie y retrocede hasta estar en un rincón del cuarto.

—Alguien viene. —advierte. JiMin esboza una mueca de confusión y amor acostándose lentamente en la cama y viendo a su madre entrar luego de unos leves golpecitos. Ésta le sonríe a su hijo, siendo correspondida.

—Bebé. —dice y camina hacia la cama, sentándose donde anteriormente Yoongi estaba. Éste continúa en el rincón de la habitación, observando la escena y solamente visible para el niño.

—¿Cómo te encuentras? —Estoy bien. —simplemente responde, riendo bajito ante los besitos de su madre en la palma de su mano. Ésta asiente lentamente antes de darle un leve apretón a su mano.

—Hey, amorcito. —susurró. JiMin borró un poco su sonrisa al oír el tono en la voz de su madre.

—Necesito preguntarte algo. —¿Sí?

—En el campamento... ¿notaste algo extraño en dos de tus compañeros? Uhm... ¿ChanYeol y Jackson? —JiMin se queda inmóvil por unos segundos, viendo de reojo la figura de Yoongi en la oscuridad. Niega lentamente, luciendo para nada convincente.

—¿Seguro? —Pues... se veían nerviosos. —nuevamente vé a Yoongi de reojo, el cual asiente lentamente en aprobación. Volvió la mirada a su madre y se encogió de hombros.

—Pero no presté mucha atención, sólo quería hacer pipí.

Su madre se echó a reír antes las palabras de su hijo, pellizcando sus mejillas y provocando que éste sonría adorablemente, con aquella particular sonrisa en forma de cajita. —Vale, mi hombrecito. A dormir. Mami se quedará contigo unos segundos. —JiMin asintió y le dejó espacio a su madre, la cual se acostó detrás y lo envolvió en sus brazos. Yoongi gruñó ante aquella escena y JiMin no pudo evitar reír en voz alta.

—¿Qué sucede?

Volvió a reír pero más bajito, viendo fijamente a Yoongi, quien tenía ambas cejas levantadas. —No, nada... Recordé un chiste muy bueno.

—¿En serio? Cuéntamelo. —pide su madre, animada. JiMin se congela, sin saber exactamente qué decir y viendo la sonrisa ladina en el rostro de Yoongi, el cual había tomado aquello como venganza.

—U-Uhm... Tengo sueño, mañana. —bosteza exageradamente y cierra sus ojos, comenzado a roncar a los segundos y esperando a que su madre se lo crea.

Es obvio que no se lo cree, JiMin es muy exagerado al hacer sus ronquidos, pero simplemente sonríe y se queda haciéndole compañía a su hijo. Poco a poco, los exagerados ronquidos se vuelven realidad y Eunji deja un beso en los rizos del niño antes de levantarse, arroparlo mejor y salir en silencio del cuarto.

Yoongi observa al rizado y nota que éste realmente está dormido. Suspira antes de decidir irse para que su niño favorito no tuviera ningún tipo de pesadillas, pensando en lo que habría hecho hoy lo haría mañana: el caos. El caos de los caos, y todo porque finalmente el diablo haría algo que no dañaba a nadie excepto a él mismo, y eso era resignarse frente a los ojos del de arriba. Una total mierda, a decir verdad.

Pero ya no lo soportaba.

Necesitaba besarlo. Y un poco más.




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7.1k de palabras... Muero

Nos seguiremos leyendo mas adelante~

Besos.

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