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IX

Honestamente, JiMin creyó que no podría dormir aquella noche. Luego de hacer el amor sintió que no podría pegar un ojo. El diablo había dicho que sería el humano más amado de toda la tierra... pero "hoy". Solo por hoy, y ya. Y eso no había salido de su cabeza para nada. Sin embargo, los cómodos y cálidos brazos de Yoongi envolvían su cuerpo de una manera que lo hacía sentir protegido, agotado.
Tenía más sueño de lo que alguna vez había tenido, e incluso creía que Yoongi podría estar haciendo aquello. Sin embargo, estaba realmente cansado como para ponerse a llorar, o despedirse apropiadamente del -ahora- amor de su vida, incluso si éste era el que finalizaría por matarlo.
El mayor pasaba las cálidas yemas de sus dedos por el pálido y suavecito brazo del menor, el cual se estremecía con el toque a la par que veía cada vez más nublado. Para cuando quiso darse cuenta, ya se había dormido. Y despertó al día siguiente. El dolor que sentía en los músculos era inexplicable, la pesadez de su cuerpo y el leve malestar en su pecho lo empeoraban.

Las cobijas cubrían su figura y la de la persona que lo abrazaba desde atrás, el cual hacía todo más cálido. Quitando el malestar que llevaba sobre él, estaba realmente feliz. Había dado su primer beso, había hecho el amor por primera vez, todo eso con Yoongi. Con el diablo. Ya nada podía ir mal.

Se removió un poquito al sentir que la mano del rey de las tinieblas le acariciaba la pancita. Claramente estaba despierto... ¿Siquiera dormía? ¿Siquiera él seguía vivo o era todo una ilusión? -Mh. -Yoongi suelta aquel sonido luego de olfatear los ricitos de JiMin.

-Hueles como si te hubiese hecho mío. -dice.

Tira del cuerpo del rizado y éste comienza a darse la vuelta hasta quedar de frente al cuerpo desnudo del mayor. Su oído ya no hace ese extraño sonido, y ahora puede mirarlo a los ojos las veces que desee.
Sin embargo, se siente muy avergonzado como para verlo, pero se mantiene observando fijamente sus labios. Yoongi toma aquello como una señal y no se negó a dejar un suave pero lento beso en los labios de su niño favorito, el cual parecía algo perdido en sus pensamientos. El diablo se alejó solo un poco para verlo, esperando a que hable.

-Sigo aquí... -dijo el rizado, parpadeando lentamente y rodeando tímidamente el cuello del mayor en cuanto éste se acercó más y comenzó a dejar tibios besos en la piel de su cuello.

-Si.

-N-No me sucedió nada. -tartamudeó.

Aún sentía algo de miedo, y fue como si Yoongi pudiese sentirlo ya que lo envolvió mejor por la cintura. Apartó su bello rostro del cuello de su niño y ambos se vieron fijamente por primera vez en el día. Fue algo precioso.

-¿Por qué?

Nuevamente continuaron observándose por unos segundos a los ojos. El diablo suspiró, sonriendo de lado con una lentitud delirante antes de girar un poco el cuerpo del niño, dejándolo boca arriba y posicionándose sobre éste. Le acarició el muslo con cuidado, rozando por debajo de las sábanas su miembro entre las piernas de JiMin.

Éste bajó la mirada con vergüenza, mordiendo su labio inferior para no suspirar como torpe. El rostro de Yoongi baja lentamente hasta quedar a la medida de su oreja, mordiendo suavemente el lóbulo de ésta antes de pegar su boca.

-Porque quiero y puedo. -simplemente respondió.

En parte JiMin teme a aquello. Piensa en que podría desaparecer en cualquier momento, sin tener una justificación válida, sólo un "porque quiero y puedo."

-Oh. -dice, nuevamente aferrándose al cuello de Yoongi cuando éste se alejó para verlo fijamente a los ojos. JiMin se atrevió a alzar la mirada, cruzando su vista con la del diablo.

-Y voy a disfrutarte un rato más... porque quiero y puedo. -sin más, atrapa los labios de su niño entre los suyos, besándolo lenta y profundamente, ladeando la cabeza para que sus narices no choquen y sea incómodo.

JiMin suspiró por la nariz, siguiendo aquel compás mucho mejor que antes: menos nervioso, más relajado, demasiado protegido entre los brazos del que influía en los malos sentimientos, pero le hacía sentir todo lo bueno. Sólo a él. Sus lenguas se acariciaban entre pequeños sonidos que JiMin soltaba, ambos presionados con el cuerpo del otro, con Yoongi frotando suavemente su miembro contra el del niño, amando la manera en la que éste se veía tan pequeño y delicado bajo su cuerpo, entre sus brazos.

-Oh, mierda. -se quejó, apartándose y poniendo su peor cara.

JiMin lo observó con algo de miedo, temiendo haber hecho algo mal, pero los golpes en la puerta no le dieron tiempo a preguntar. -¡JiMin! ¿Estás despierto? -la voz de su madre se hizo presente.

JiMin observó al diablo, el cual le restó importancia y volvió a besar los labios del niño, indicándole que se mantuviera callado. El rizado obedeció y continuó el beso, embobado, amando sentir las cosquillitas en su pancita y vientre. El pomo de la puerta gira repetidas veces, sin éxito. La puerta continúa sin abrirse y todo gracias al pestillo que Yoongi puso con la mente en pleno sexo... era raro decirlo.

-¡JiMin! ¿Estás despierto?

Ambos continúan con los besos. JiMin sabe que Yoongi cree que va a irse, pero él conoce a su madre, y ésta no se irá hasta recibir una respuesta. Sin embargo, continúa siendo obediente y no se niega a los exquisitos besos que el diablo le proporciona.

-¿Hijo? ¡JiMin!

Yoongi se aparta con mala cara. -Contesta. -ordena en un tono frío de voz.

La piel del niño se eriza y el diablo parece darse cuenta... Aclara su garganta antes de responder: -Ya voy, mami.

-Abre la puerta, cielo. -pide Eunji, nuevamente girando inútilmente el pomo un par de veces.

-Uhm... mi cabeza duele un poco. -miente, y el diablo sonríe de lado, encantado.

-¿Puedo dormir veinte minutos más? -Yoongi alza ambas cejas, como preguntando si realmente lo decía en serio. Eso no alcanzaría para todo lo que quería hacerle.

-¿Treinta? -JiMin ofrece con duda, inocentemente.

El mayor pone los ojos en blanco y mala cara antes de dejar suaves besos en los labios de su niño favorito. Oh, al carajo. Jugaría con el tiempo, no quería desaprovechar el tener al niño más puro de la tierra desnudo entre sus brazos.

-Cielo, debemos ir a la iglesia. -insiste su madre en tono dulce.

-Lo sé. Solo un poquito, ¿puedo? -JiMin casi ruega contra los labios del diablo, el cual empuja sus caderas contra las del menor, robándole un suspirito.

-... Vale. -accede Eunji.

Yoongi de inmediato comienza a besar al menor de la misma manera en la que lo estaba haciendo. -Solo un poquito. Te traigo el desayuno en media hora. Pero iremos a la iglesia, ¿me oyes, JiMin? Iremos.

Ignora la orden de su madre debido a que está demasiado perdido en las caricias que el arcángel proporciona en sus labios, y en como los dedos de éste se dirigen hacia su entrada, acariciándola.

-Yoon... -suelta, y sus ojitos se cierran en cuanto dos dedos se adentran en su interior comenzando a moverse en forma de tijera, lenta y delirantemente.

Pequeños gemiditos escapan de sus labios, abriendo más sus piernas y sintiendo una leve capa de sudor cubrir su pequeño cuerpo mientras el diablo no deja de besar sus labios y rozar su punto dulce con la yema de sus dedos.

Sintió como Yoongi apartaba solo un poco su rostro del menor, como si lo estuviese viendo. Luego se hicieron presentes las caricias en sus ricitos y los profundos suspiros del mayor...

-Te ves tan... corrompido por mí. -el diablo dice, bajando a besar los labios de su niño favorito a la par que comienza a frotarse contra la cadera de éste, el cual se encuentra cegado por las olas de placer que lo invaden por dentro con una delirante lentitud.
Minutos después llega al clímax por segunda vez en su vida.

Desearía sentir aquella deliciosa sensación por el resto de sus días, se ha vuelto adicto a ella. Se encuentra sediento de lo que sea que Yoongi le enseñe por primera vez. JiMin es atraído al pecho de Yoongi, y aún es increíble la situación en la que se encuentra.

Jamás se imaginó que invocaría al diablo, que le vendería su alma, y mucho menos que al hacerlo se enamoraría tan perdidamente. El miedo de que Yoongi no lo ame se ha ido de su pecho, por su bien o si no se volvería loco con el paso de los días. "Que pase lo que tenga que pasar", e intentaría esperar pacientemente.
Disfrutar lo poco que le queda. El mayor acarició con suavidad una mejilla del menor, provocando que éste alzara el rostro y ambos se vieran por unos segundos. El ente soltó un profundo suspiro antes de negar lentamente con la cabeza.

-¿Qué sucede? -JiMin no pudo evitar demostrar preocupación, sonrojado y ladeando un poco su cabeza. El silencio se hace presente por sólo un par de segundos antes de que Yoongi decida contarle:

-Tu familia sospecha.

Es como si el aire de la habitación se estuviese yendo de a poco, y la cabeza de JiMin -la cual ya dolía desde que despertó- estuviese por explotar. Se encontró temblando cual hoja a los segundos de oírlo, y el diablo no dudó en acurrucarlo más cerca, comenzando a besarle el cuello.

-... ¿Qué? -Sospechan que tienes algo malo. -dijo con sus labios pegados contra la piel del menor.

-No saben qué, no creen que yo sea real, pero saben que hay algo. Y van a sospechar más ahora, porque te ves terrible.

La garganta de JiMin pareció cerrarse de golpe a la par que su cuerpo se congelaba y miles de inseguridades rondaban por su cabeza; inseguridades respecto a él, a su físico, a su personalidad y torpe inocencia que tanto detestaba. En el instituto casi siempre le decían que no era muy bonito, o se reían de él por ser el más bajo teniendo ya dieciséis años, e intentó que no le importara lo suficiente.

Pero que Yoongi le diga que se veía terrible, sea de la manera que lo haya dicho, fue un golpe bastante bajo. Yoongi alza el mentón de JiMin con su mano en cuanto vé las lágrimas caer de sus ojos verdes. No puede evitar sonreír de lado.

-¿Mi niño favorito está dudando de su belleza? -no puede evitarlo.

Se acercó lentamente y dió un beso sobre una lágrima, saboreando la tristeza del rizado. -¿Solo por lo que yo dije?

-S-Si.

La sonrisa de Yoongi se borra lentamente a la vez que conecta su mirada con JiMin. Ambos se ven fijamente, y el menor puede notar que el diablo está a punto de decir algo que debía de quedarle en la cabeza. Se veía ofendido e indignado, por alguna razón.

-Que sea la última vez que crees que te veo de una manera desagradable. Eres lo más precioso y puro que mis ojos han presenciado.

Las mejillas de JiMin parecen estar a punto de estallar mientras limpia rápidamente sus lágrimas y mira hacia otro lado tímidamente. Por algún motivo, que Yoongi le hable así le hace saber que está expuesto, desnudo contra su cuerpo, y siente que se ahoga en la vergüenza, aunque tampoco planea moverse.

-Lo siento...

Yoongi suelta el mentón y lo abraza más contra él luego de la disculpa. Por algún motivo, luce como si lo hubiese perdonado. ¿Este precioso hombre realmente era el diablo? -Te ves terrible porque estoy aquí mucho tiempo. Estuvimos más cerca de lo que debíamos, y me metí en tu cabeza. Luces muy enfermo. -dice, observando con detalle el rostro del menor: pálido, ojeroso, más delgado, con sus ojos un poquito más vacíos. Muy poquito.

-¿Te metiste en mi cabeza? -sorprendido y sin comprender aquella referencia, tan solo parpadea lentamente y vé a Yoongi, el cual se mantiene viéndolo fijamente a los ojos.

-¿Cómo?

La sonrisa ladina del diablo le hace suspirar de manera embobada mientras éste se acerca a su oreja izquierda, besándola. Es un verdadero alivio poder oír una hermosa voz y no pitidos.

-¿Acaso crees que en tu primera vez no iba a dolerte? -no evita lamerle detrás del oído, lo cual provoca que todo el cuerpo del menor se estremezca.

-Hice que me vieras a los ojos para meterme en tu cabeza y que así no sintieras dolor.

Oh.

Era algo abrumador. Era como haber estado poseído.

-Oh... oh, vaya. -el diablo se aparta y lo vé a los ojos. JiMin está sumergido en sus pensamientos mientras baja la mirada al torso del mayor, el cual está repleto de tatuajes.

Se mantiene acariciándolos con la yema de su dedo índice, su mano cómodamente apoyada sobre el estómago del ente. Finalmente suspira. No puede dejar de pensar.

-Yoon... ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo iré a la iglesia? Apenas la piso comienzo a vomitar o me asfixio. No quiero volver a sentir eso nunca más.

-No vas a sentirlo. -lo tranquiliza de inmediato, provocando que cerrara sus ojitos y suspirara de alivio. Un problema menos.

-Voy a irme.

Sus ojos se abren de inmediato, y automáticamente sus manos van a los bíceps de Yoongi, sosteniéndose de éstos y negando rápidamente. -¿Qué? No, no, no. Quédate.

-Niño, créeme: amaría ver la cara de todos al saber que soy real, pero no es tan fácil. No desde que finalmente eres mío, y todos pueden dañarte.
JiMin está a punto de comenzar a llorar. -No quiero que te vayas... la última vez fue horrible. -su voz tiembla y sus ojos se llenan de lágrimas.

Yoongi lo observa de manera neutra, queriendo que continúe comentándole cómo fue todo sin él. Necesitaba saberlo. El menor traga con fuerza y baja la mirada. El nudo en su garganta no se va. -Quiero decir: me alivió el no sentir el malestar, o el pitido en mi oreja. Pero el vacío que sentía en mi pecho... fue insoportable.

Parece no notar como los músculos del diablo se tensaron, o como parece estar congelado, quieto en su lugar. Incluso parece perdido en sus pensamientos, o como si supiera o tramara algo. JiMin se sobresalta cuando siente el frío llegarle de golpe: Yoongi ha dejado de abrazarlo y se ha levantado de la cama. Se viste tan fluidamente que JiMin está impresionado mientras que él tan solo se sienta en la cama, cerrando sus ojos al recibir un mareo algo fuerte y volviéndolos a abrir.

-¿Vas... vas a irte? -pregunta con la voz entrecortada mientras tapa su cuerpo con las cobijas. Se encuentra temblando y no sabe si es el frío o el miedo por el vacío que sentirá.
-Si.

Luce serio, frío a lo que sea mientras le da la espalda y se abotona la camisa hasta arriba, acomodando el cuello. -¿Dije algo malo? Me pasé, ¿verdad? Lo siento. No quería faltarte el respeto.

En cuanto Yoongi se gira y vé a su niño favorito, tan pequeño y frágil, con su cuerpo tapado por las cobijas, sus mejillas sonrojadas, ojos llenos de agua y ricitos despeinados, no puede evitar comenzar a caminar hacia él hasta inclinarse y comenzar a besarlo. Lo besa lenta y profundamente, metiendo su lengua y sosteniéndole el rostro con necesidad.

JiMin de inmediato se aferra a su cuello con sus brazos, necesitando más. Yoongi no puede evitar consentir a su niño favorito. Permanecen besándose por un largo tiempo, perdidos en los labios del otro, en las caricias que se daban. Finalmente Yoongi se aparta con una mordida en el labio inferior de su niño, el cual abre los ojos lentamente y luce embobado, acalorado y con sus labios rojos.

-Vuelvo en un día. -dice, sonriendo de lado. No puede evitar soltar un casi inaudible quejido.

-E-Está bien. -finalmente concuerda, aunque sigue en desacuerdo.

Yoongi deja un último beso en sus labios y se aparta, caminando hacia un rincón de la habitación y quedándose allí, observando a su niño. JiMin continúa con el puchero en sus labios, intentando no llorar.

-Volveré más pronto de lo que crees.

Asiente lentamente antes de parpadear, y finalmente Yoongi no se encuentra más allí. Ya la primera respiración se vuelve extraña, y nuevamente está ese vacío que no lo deja en paz. Pero un poco más fuerte.
La pequeña mano de JiMin da unos rápidos y bajitos golpes en la puerta, apresurado y viendo paranoicamente alrededor, temiendo cruzarse con su madre o padre, aunque éste probablemente lo ignoraría. La puerta finalmente se abre, revelando a su linda hermana, Hyunah.

-JiMin, ¿qué...? Oh, Dios mío. ¡Luces terrible!

-¡Shh!

Rápidamente se adentra a la habitación sin siquiera pedir permiso. Es bonita, rosada, huele bien y hay maquillaje sobre la cama. ¡Perfecto! Está a punto de encaminarse hacia éste, pero su hermana tira de su brazo luego de cerrar la puerta y lo pone frente a ella, tomándolo de las mejillas con cuidado.

-Mimi. ¿Qué sucede? Estás... -su voz tiembla un poco, negando con su cabeza.

-... no estabas así hace unos días atrás. No te veías así hace semanas, e incluso te ves peor.

-Lo sé, lo sé. -intenta tranquilizarla llevando sus propias manos hacia las de su hermana, pero las tiene casi congeladas, y ésta se horroriza más.

-Es que no dormí. Con todo el asunto de Bonhwa mi apetito se ha cerrado, y estoy intentando usar ropa holgada para no preocupar a mamá. -que buen mentiroso. Si me gustara mentir y preocupar a las personas, se halagaría a sí mismo.

-También he usado maquillaje.
Hyunah, ya más tranquila no puede evitar reír bajo, observando a su hermano con el ceño levemente fruncido. -¿Es que acaso eres mujer u homosexual? No puedes usar maquillaje.

No culpaba a su hermana, en serio. A pesar de nunca haber seguido la opinión de su familia respecto a los hombres que gustaban de hombres, u hombres que usaban maquillaje y supuesta ropa de mujer, Hyunah sí lo había hecho. Muchos niños pensaban igual que ella, y todo por sus padres.


JiMin se ponía de ejemplo a sí mismo: su madre le había enseñado que al despertar era esencial darse una ducha, pero muchas personas no lo hacían, o lo hacían en otros horarios. Es como cada uno cría a sus hijos pero, honestamente, espera que lo que JungKook había dicho respecto a que las cosas en el mundo cambiarían sea verdad.

Que los hombres usaran maquillaje y no sean homosexuales por ello, o que la homosexualidad no sea un pecado para tantos. Que no haya ropa con género, si no simplemente ropa. Y que la gente juzgue y se fije un poco menos en lo que uno lleva, o cómo es.

-Lo sé, Hyu. -sonríe falsamente de lado, fingiendo estar de acuerdo. Hyunah se dirige hacia la cama y se sienta, observando a su hermano.

- Pero si no lo hago, mamá enloquecerá.

-Mamá ya ha enloquecido. Siéntate. -dice mientras busca entre su maquillaje algo que sirviera para su hermano.

JiMin se sienta frente a su hermana mayor, observando como ésta toma algo parecido a un labial pero es color piel claro, y comienza a hacer líneas por su rostro, sosteniéndolo del mentón. -¿Por qué dices que mamá ha enloquecido?

-... ¿Prometes no decir nada? -los nervios se instalaron en el estómago del menor a la par que asentía. De por mientras, su hermana pasaba su dedo índice por todo su rostro.

-Ayer fuimos a la charla familiar. Se supone que hablaríamos de temas de la iglesia, y los tíos darían una charla sobre Bonhwa. -dice.

JiMin cierra sus ojos cuando Hyunah pasa su dedo por sus párpados. -No fue así. Mamá y papá comentaron lo raro que has estado, el como los médicos dicen que no tienes nada pero te ves mal, y actúas diferente. Ellos dicen que tienes algo malo.
JiMin abre sus ojos nuevamente cuando su hermana se aparta, sin poder evitar demostrar algo de miedo.

-¿Algo... malo?

-Si. Que tienes algo malo, y que deben quitartelo.

Por algún motivo el enojo comienza a brotar de su cuerpo a tal punto que siente como comienza a sudar. Miles de imágenes sobre alguien - cualquiera- quitándole a Yoongi de su lado lo invaden, provocando que negara con enfado.

-Eso es... tonto. -escupió.

Su hermana le da una mirada seria por un rato antes de ponerse de pie. Pronto se oyeron golpes en la puerta.

-Niños, a desayunar. Y rápido.


JiMin está a punto de ponerse de pie, pero es bruscamente empujado nuevamente a la cama, tomado por sorpresa y alzando la mirada con algo de susto hacia su hermana. Ésta última lo apuntó con su dedo índice mientras lo veía fijamente a los ojos.

-Mejor que sepas en lo que te estás metiendo.

Parpadeó lentamente, realmente sorprendido. -... ¿Qué?

-Mi hermano hubiera comenzado a llorar, preguntándome si realmente tiene algo malo. -ambos se ven por unos segundos mientras los ojos de JiMin se vuelven llorosos.
Baja la mirada rápidamente. -No digo que no hagas lo que quieras, digo que sepas en lo que te estés metiendo. Porque yo... no te tengo miedo.

-Hyu...

-Y no pienso apoyarte, JiMin. Sea lo que sea, mientras esté mal, no te apoyo. -finalmente comienza a juntar el maquillaje y JiMin aprovecha para salir de la habitación rápidamente antes de que comience a llorar.

El desayuno había sido incómodo ya que Hyunah no le sacaba la mirada de encima a su hermano mientras tomaban de su té y comían pan con mermelada de fresa. Su madre hablaba y se veía radiante, feliz de que JiMin no tuviese la cara de un monstruo -aunque no sabía que éste en realidad la tenía y la ocultaba bajo una capa de maquillaje- y no estuviera lo suficientemente poseído por el diablo (cuando la realidad había sido poseído por el diablo de todas las maneras que uno imaginaría) como para no ir a la iglesia.

Su hijo estaba sano, sin embargo, debía esperar a que llegaran y no comenzara a vomitar como un demente con problemas estomacales. Finalmente fueron a la iglesia en coche. Su padre se negaba a llevarlo al principio; ya aquello fue algo para poner triste a JiMin. Eunji lo convenció con un susurro al oído y marcharon en silencio hacia la casa del señor. Sin música, sin Dominique a todo volumen.

Tan solo un incómodo silencio, y JiMin sabía que él hacía la situación incómoda. La misa transcurrió tranquila. Los tíos y primos de JiMin estaban allí, y veían de reojo al niño el cual, con vergüenza, hacía cosas que supuestamente no debería de hacer. Dios debía de estar realmente enojado con él. Finalmente, todos comenzaron a encaminarse hacia la salida cuando ésta finalizó, pero Eunji llevó a JiMin a hablar con el cura y era una razón más para nombrar a éste día:

"Me dedico a mentir y lo hago estupendo." -Park JiMin. -nombra al niño aquel hombre mayor con ojos enormes y acusadores. No, tal vez solo está muy paranoico.

-Un placer volverlo a tener en la casa del señor. ¿Cuáles fueron los motivos de su ausencia?

La boca de JiMin se abre para contestar, pero su madre decide hacerlo por él.

-JiMin no se sentía muy bien éstos días. Mucha angustia en su interior. - bueno, no estaba mintiendo.
Había angustia y un ligero vacío en su pecho. Yoongi, vuelve.

-Creo que no le vendría mal confesarse. ¿Qué opinas, JiMin?
No, no, no, no. ¡No! -No lo sé, yo... -ríe bajo, intentando buscar una manera de zafarse de aquello sin tener que salir corriendo o algo así.

-Tengo tiempo. JiMin, acompáñame, por favor. -rápidamente dice el cura, asintiendo con la cabeza hacia aquel "armario" (JiMin lo llamaba así) en donde la gente se confesaba.
Ambos se adentran luego de que Eunji sigue a su familia. Ya no queda nadie en la iglesia, solo un profundo silencio y el eco de la voz del cura cuando éste comienza a hablar.

-Vamos a rezar primero.

El hombre mayor comienza a rezar en voz alta, y JiMin finge seguirlo. No puede, simplemente no está bien. Al finalizar nuevamente el silencio se hace presente, y JiMin decide romperlo e intenta no sonar sospechoso.

-... ¿Padre? ¿Qué hago si no tengo nada... nada que decir? -tartamudea un poco a la par que acomoda nerviosamente sus tirantes negros.

-¿No quieres confesar nada?

-No. -responde con rapidez.

-Tu madre dijo que has estado angustiado. -JiMin se encoge de hombros.

-¿Tienes cosas que confesar?
-Si, pero todos tenemos secretos. -dice, intentando demostrar que no hacía falta revelarlos.

Era lo cierto: cualquier persona tenía secretos, y también tenía el derecho de no querer decirlo. -Está bien, JiMin. Puedes contarmelos. ¿Hay algo malo que hiciste? -el cura usa tono de amabilidad, pero es demasiado falso.

No porque el hombre no sea amable, pero simplemente no le cree. -No.
-¿Seguro?.

No.

-Si.

-Bien. -JiMin nota de reojo como el hombre se acomoda en su lugar. Un suspiro sale de sus labios.

-¿Algo de lo que te arrepientas?
Maté a mi primo, maté a dos personas que no sabían lo que hacían, provoqué un infarto a mi padre y ahora me odia. Mi hermana ya no confía en mí, mi familia habla a mis espaldas, me tienen miedo. El maquillaje es para mujeres, la homosexualidad está mal. Estoy donde no debería de estar.

-No.

-JiMin... para confesarte debes de decir la verdad.

Se pone tan nervioso que sus manos comienzan a temblar. Necesita protección, necesita no sentirse tan mal.

-Lo estoy haciendo. -intenta sonar honesto, pero no lo logra.

-Sé lo que tienes. Lo vi. -sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. ¿Cómo puede estar intentando disimularlo?

-Lo veo en ti.

-No tengo nada, señor. -su voz se alza un poco, preso del pánico.

-No te atrevas a mentir en la casa del señor. -comienza a sollozar en cuanto la voz del cura también se alza.

-Confiesa.

-Yo no...

-Confiesa ahora.

Está a punto de comenzar a llorar con fuerza y realmente, realmente, realmente confesar. Sin embargo, un fuerte viento se hace presente dentro de la iglesia, y todas las velas se apagan. Quedan a oscuras a excepción de las ventanas cerca del techo. El frío comienza a hacerse presente, los vellos de su nuca se erizan mientras intenta ver desde la puerta de madera a cuadros que no le permite salir.

-¿Qué estás haciendo?

JiMin acerca su rostro a la puerta, y se sobresalta en cuanto vé a una figura alta y cubierta con una capa negra en el banco donde anteriormente él se sentaba durante la misa. Su espalda choca contra el armario y comienza a respirar rápido.

-¿Qué? ¿Qué sucede?

-Quédese aquí, y no salga hasta que yo se lo diga.

-¿Qué? No. No es posible. Esta casa está bendecida. -niega rápidamente, también pegándose contra el armario.


-P-Por favor, quédese aquí.

JiMin abre la puerta con lentitud oyendo como ésta rechina. Sale temblando como una hoja al viento, sin quitar sus ojos verdes de la figura alta y terrorífica que permanece como si fuese una estatua. No deja de acercarse, y es allí cuando la supuesta Muerte se pone de pie, provocando que se detenga. Su corazón late demasiado rápido, su cabeza duele levemente.

-¿V-Viniste por mí? -la figura niega lentamente antes de levantar su exageradamente largo brazo, apuntando con un fino y pálido dedo índice hacia el armario.

El frío se incrementa en su cuerpo. -¿Por qué? -no responde.

JiMin niega rápidamente. -S-Si te lo llevas... todo será mmuy obvio.

La Muerte continúa en silencio, y el rizado se sobresalta cuando nuevamente apunta hacia el armario, solo que más brusco, impaciente por tomar lo que le pertenece. -Van a creer que lo asesiné, y todo empeorará. ¿Quieres... que Yoongi se moleste? -finalmente la Muerte baja su brazo, se queda quieta por unos segundos e inesperadamente camina hacia el confesionario.

JiMin rápidamente se pone en frente, muerto de miedo. -¡No! No vas a llevartelo. -Y firme, decidió por algo que no creyó arrepentirse.

-N-No te lo permito. No te dejo.

Es allí cuando las manos de aquella cosa suben a la capucha de la capa y la baja lentamente. Un hombre calvo, pálido, similar a un esqueleto lo observa fijamente. Lo más intrigante y bizarro de aquello es que tiene los ojos de JiMin. Cuando los suyos se cruzan con los farsantes, adrenalina viaja por su cuerpo.

Imágenes entrecortadas se hacen presenten su cabeza: momentos felices, momentos de dolor. Son pocos, pero son importantes. Siente como si le tomaran el corazón con el puño y lo apretaran fuerte. No puede respirar y siente su cabeza volar en mil pedazos, pero sabe que sigue normal ya que puede seguir presenciando todo aquello. Parpadea, y las velas se encienden por sí solas nuevamente.


No hay nada frente a él, solo un humo oscuro que cuando lo respira, al inhalar bruscamente, se tambalea y cae hacia atrás. No se desmaya, pero está algo ido. No es el mismo. El cura sale rápidamente del confesionario, importándole poco las órdenes del niño. Se acerca a éste último y se arrodilla, sacudiéndolo de los hombros.

-¿JiMin? -al verlo tan ido lo sacude nuevamente desesperado, aterrorizado. Aún no creía que lo que vió era real.

-¡JiMin! Iré por tus padres. Si, eso haré. -el hombre está a punto de ponerse de pie, pero JiMin tira rápida y bruscamente de su brazo, importándole poco si le hace daño.

-¿J-JiMin? Se sienta lentamente con la ayuda del cura, el cual sigue en shock. Sus manos tienen cosquilleos, el malestar está más presente que nunca y siente... siente... Casi nada.

-Estoy... -su voz tiembla, sus ojos están llenos de lágrimas, pero por más fuerza que haga, no puede llorar. Alza la mirada y vé los ojos del hombre mayor, aunque no lo hace realmente.
-... Estoy bien. E-Estoy bien.

-Déjame llamar a tus padres. -ruega.

-Por favor, no diga nada. -nuevamente se ven fijamente y JiMin frunce un poco el ceño, sin estar muy seguro de cómo reaccionar. ¿Qué ha pasado?

-Me debe una, me la debe. Lo sabe.
Niega lentamente. -No puedo decirle a la gente que algo que no es de Dios entró aquí. Esto... Esto jamás sucedió, ¿vale?

JiMin asiente lentamente, de acuerdo mientras lleva una mano a su pecho. Los latidos son lentos, siente que le falta algo en su interior y no está muy seguro de poder sostenerse de pie, pero sabe que no puede levantarse por sí solo.

-Necesito... -solloza secamente, pero no lo alivia. ¿Qué está pasando?
-... a-alguien que me levante. ¿P-Puede?

-Si. Si, claro. -el hombre mayor rápidamente se pone de pie, se inclina y toma a JiMin desde atrás, por debajo de los brazos. No le es difícil levantarlo ya que éste es muy ligero y pequeño.

-¿Puedes caminar?

-Puedo.

JiMin comienza a caminar a paso lento y con la mirada fija y vacía hacia adelante, oyendo un "cuídate" de la persona a la cual le salvó la vida. Ya no había donde cuidarse, no había salvación y... Demonios, Yoongi estaría tan enfadado cuando lo viera.








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MinMin✨

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