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Extra II

"Estimados padres: Nos complace invitarlos al pequeño ensayo que presentará cada alumno de 1er y 3er curso por el festejo del Día del Padre. Día: viernes 16.
// Horario 11 a.m. ¡Los esperamos!"

La mismísima Muerte, también llamado Park JiMin, alzó su vista, curioso de ver la mirada de su esposo, el cual era el mismísimo diablo. Éste lucía neutro –como de costumbre–, sin mucho que expresar ante lo que había oído anteriormente salir de la boca de su niño favorito.

—... ¿Qué es lo que intentas explicar?

—Yoongi... —se quejó JiMin, cerrando el pequeño cuaderno del instituto al cual su hijo mayor asistía y dejándolo en la mesa de noche de la habitación de ambos seres sobrenaturales.

—... tenemos que ir.

—Ni hablar.

El diablo se rehusaba, realmente lo hacía. ¡No había nada de especial en aquel día! Era un día como otro, pero el instituto lo volvía especial y provocaba que los niños que asistían se sintieran mal debido a la ausencia de "algo tan importante".

Incluso le parecía ofensivo de parte de los mundanos conmemorar tal cosa. Sumando todo aquello, Yoongi no creía poder aguantar tanto la estupidez humana. No creía que todos fuesen así, pero los pocos que se habían presentado en su vida –excepto JiMin– tenían pensamientos realmente asquerosos, y se creían más que los demás.

No quería estar tan cerca, y se iba a encargar de criar a sus hijos de la manera correcta, incluso si apenas sabía hacerlo. Sin embargo, tuvo que soportar la cara de indignación proviniendo de su esposo cuando finalizó de confirmar su ausencia al evento.

—No puedo creer que estés siendo así. —hizo berrinche, como habitualmente hacia desde que tenía dieciséis años, aunque antes solía estar más callado y sumiso.

A Yoongi le gustaba el cambio que había tenido su niño, en todo el sentido de la palabra debido a que, bueno... lucía realmente guapo todo el maldito tiempo. —Yeonjun va a sentirse muy mal si no vamos. De seguro ha escrito un ensayo y todo. Jamás hemos asistido a un evento así. —continuó, sentándose en la cama lentamente y apartándose un poco del cálido cuerpo del diablo.

Ninguno dormía, por supuesto. JiMin solía hacerlo un poco, aún no se le iba del todo, pero era debido al aburrimiento cuando Yoongi no estaba presente en las noches, aunque eran pocas. También le sucedía en la tarde, cuando sus hijos dormían siesta y el agotador trabajo como rey de las almas no lo llamaba.

Estaba con su cabello despeinado, usando un pijama que se había comprado para el invierno –incluso si ya no sentía las bajas temperaturas como solía suceder–, cubierto con las mantas y con sus labios formando una trompita. Yoongi, en cambio, no tenía otra cosa que ropa interior, la cual pocas veces usaba.

Si fuese por él, andaría desnudo hasta por la sala, pero JiMin creyó que debería de estar usando ropa interior ahora que los niños estaban y podían entrar en cualquier momento al cuarto de sus padres. Éstos – muchas veces– olvidaban poner el pestillo.

—JiMinnie, Yeonjun detesta hacer deberes. —intentó calmar a su esposo, llevando su mano repleta de anillos al brazo contrario y tirando suavemente para tenerlo cerca.

—Apuesto a que ni siquiera ha hecho un párrafo, principalmente porque aún le cuesta escribir sobre el guión.

—Eres cruel. —ahora JiMin lucía molesto, con su ceño levemente fruncido.

Pocas veces eran las cuales Muerte no comprendía que, a pesar de ser el diablo, Yoongi no decía aquello con maldad. Apartó su brazo y volvió a acostarse, dándole la espalda a su esposo.

—Vamos a dormir.

El ceño del diablo se frunció. —Nosotros no dormimos.

—Entonces vamos a fingir que dormimos, porque no quiero hablar.

Yoongi se movió de inmediato, acercándose al cuerpo de JiMin con movimientos cuidadosos. Suavemente le pasó una mano por debajo de la camiseta, acariciándole dulcemente la cintura mientras pegaba sus labios a la nuca del menor de ambos.

—Sabes que no estoy hablando en serio. —le susurró, dejando suaves besos.

—Es decir: sí, pero no de la manera en la que tú crees. Yeonjun aún no sabe escribir sobre un renglón, pero no estaba criticando. Fue simplemente un comentario sin ningún tipo de expresión.

Hubo un corto silencio. —Lo sé, pero no me agrada tanto. Yeonjun se esfuerza mucho. —dice, en un tono mucho más suave pero, aún, levemente distante.

—Sé como lo dices, pero he visto cómo se frustra, y me duele.

—Entiendo. —dejó lentos y cortos besos en la nuca de su niño favorito.

— No volverá a pasar. —segundos después, su esposo se había girado al menos un poco como para tener el rostro frente al rey del inframundo.

Éste último no desaprovechó la oportunidad; tomó el grueso y rojizo labio inferior, succionando levemente antes de dejar una mordida que hizo suspirar al contrario. De inmediato lo tomó más de la cintura, girándolo para pegarlo a su cuerpo y enredar sus piernas.

—Te amo. —Yoongi buscó más su boca ante aquel pequeño susurro, encimándose un poco sobre el cuerpo de Muerte mientras le acariciaba el muslo con su mano libre.

Sus tibias lenguas se encontraron luego de unas largas horas, explorando como si jamás lo hubiesen hecho. En momentos como aquellos, JiMin creía más que nunca que todo lo que había sucedido había tenido sus frutos. El ruido de la puerta sobresaltó al menos de ambos, e intentó alejarse del agarre del diablo, pero éste lucía como si nada estuviese sucediendo.

Simplemente giró un poco su cabeza, relamiendo sus labios de manera floja y observando con ambas cejas alzadas a su hijo de seis años entrar apresuradamente. —¡Papá y papá, me van a escuchar! —exclamó, y aunque lucía molesto, su tono era de lo más suave y dulce.

JiMin y Yoongi se sentaron casi al mismo tiempo, viendo extrañados a Choi Yeonjun. Muerte y Diablo habían decidido que usarían el apellido de la madre de JiMin para sus hijos, debido a que Kim era una gran ofensa luego de que un hombre como Seung lo llevara.

—¡No quiero hacer el estúpido ensayo! —exclamó, deteniendo su andar a la mitad de la cama y alzando una hoja arrugada que tan sólo decía el nombre del niño, escrito demasiado grande y fuera del renglón.

—Yeonjun, ¿qué es lo que acabas de decir? —los ojos verdes de Muerte se agrandaron al oír el insulto de su pequeño, el cual también agrandó sus ojos cuando oyó el tono amenazante de su padre.

—No quiero volver a oírte decir una palabra así, o vas a estar castigado de por vida. ¿Me oíste?

El niño parecía estar a punto de estallar en un desconsolado llanto con el paso de las palabras de JiMin. Yoongi suspiró profundamente, poniendo sus ojos en blanco antes de palmear el colchón frente a sí mismo.

Yeonjun subió rápidamente a ésta y se acurrucó en los brazos del rey del inframundo, el cual le acariciaba la espalda. —Cuando papá era pequeño, no decía ni una sola mala palabra. —explicó el ser infernal, apartando un poco al niño para verlo, notando de reojo la mirada de su esposo sobre sí.

—Es por eso que no le gusta que digas... — pensó unos segundos. —... groserías. —finalizó, asintiendo lentamente.

—No es por eso, es por todo. Tienes seis años, Jun. —ahora el castaño de ojos verdes con una mancha negra cubriendo un poco el color en uno de éstos se sentía un poco culpable. Extendió sus brazos hacia su pequeño, el cual de inmediato se acurrucó contra su pecho.

—No es bueno que digas esas cosas.

—Las personas mayores lo dicen. —se excusó el niño, alzando la mirada y recibiendo un beso en su frente de parte de la persona que lo sostenía en brazos.

—No copies lo que dicen las personas mayores, hasta que seas mayor. — sugirió Yoongi, viendo de reojo como JiMin intentaba cubrir sus labios en el cabello rubio de su hijo para no demostrar su gracia.

—No copies lo que nadie haga.

—¿Eso quiere decir que no puedo copiar mi ensayo de alguien más? — JiMin negó de inmediato, devolviéndole la mirada fija a su hijo, el cual derrochaba ternura sin siquiera intentarlo.

—¿En serio? ¿Papá no puede tars... tranispor...? —frunció un poco su ceño, frustrado.

—¿Papá no puede viajar a la casa de mi amigo y robar su ensayo?

—Papá no hace esas cosas malas, Jun. —Muerte mintió, arrugando su nariz cuando su esposo alzó una de sus cejas, demostrando incredulidad ante lo que había dicho.

—Además, ¿crees que nadie se dará cuenta? Tienes que escribir sobre tus padres.

El niño resopló, agrandando un poco más sus ojos y alzando sus pequeñas manos con algo de frustración. —¿Y qué digo?

—Que nos amas. —respondió JiMin. —Que somos geniales. —respondió Yoongi a la par.

El matrimonio se observó fijamente a los ojos por unos segundos antes de volver la vista al menor de la habitación, el cual hacía una leve trompita con sus labios, pensativo. Yoongi creía que su hijo había adaptado aquella expresión por culpa de su esposo.

No pudo evitar sonreír de lado ante aquello, disimulando con una relamida de labios antes de acercarse un poco y besar la frente de Yeonjun. —Bueno, ahora vé a dormir, y piensa en lo que vas a escribir en tu ensayo.

Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en el niño de seis años. —Será una sorpresa, le pediré a mi maestra que me ayude.

—¿Sorpresa? ¿Para nosotros? —JiMin no pudo evitar besar la frente de su hijo mayor cuando éste asintió, levemente ruborizado.

Lo abrazó contra su pecho, suspirando profundamente. —Jun, te amo con todo mi corazón. —besó ruidosamente su mejilla.

—Anda, vamos a arroparte.

—Yo lo llevo. —se ofreció el diablo, extendiendo sus brazos hacia su hijo, el cual de inmediato se aferró al cálido cuerpo de su padre. Apoyó su cabecita en el hombro del rey del inframundo, como si éste no fuese aquello último.

—Vendré en unos minutos.

—Está bien. —Muerte asintió y observó a su esposo caminar fuera del cuarto con su hijo en brazos, arrojándole besos a éste último, el cual los devolvía con una tímida sonrisa.

Suspiró, viendo a su alrededor como si se encontrase perdido. A pesar de todo lo que había sucedido, amaba la vida que llevaba. Amaba su casa, amaba a sus hijos y amaba a Yoongi. Amaba a su familia y amaba tener el poder suficiente para protegerlos de lo que sea. Se acomodó un poco en la cama antes de cubrirse con las mantas.

No tenía frío, pero le gustaba estar arropado, y en la espera de los brazos de su esposo. Justo cuando estuvo a punto de dormirse por el aburrimiento, una presencia irrumpió su momento de paz. Parpadeó rápidamente, y su ceño se frunció al notar a su mejor amigo, Park Jimin, al final de la cama.

—¿Kookie? —se sentó casi de inmediato al notar el pánico en el delgado rostro del hombre.

—¿Qué sucede? ¿Qué tienes?

—¿No lo sientes? —JiMin se vió obligado a salir de la cama cuando sintió la voz temblorosa de aquella persona con la cual había compartido grandes momentos.

Tan sólo lo observó, perdido y desesperado, esperando sentir algo que no fuese angustia y susto. —Algo pasará. Alguien va a morir aquí.

—... ¿Qué? —su voz salió un poco más fuerte de lo esperado. Fue casi de inmediato que se acercó al contrario, el cual también lo hizo.

—Dime que es una broma y te equivocaste de casa.

—JiMinnie, no sé qué está sucediendo, pero me pidieron que viniera porque alguien iba a morir en ésta casa. ¿Dónde están los niños?

—Están con Yoongi. No, ¿qué? Jung... —llevó una mano a su frente, entrecerrando un poco sus ojos ante el repentino estrés que estaba sintiendo.

Todo su cuerpo se encontraba tembloroso, de pronto se sentía como si miles de demonios le estuviesen pasando por encima. —... te has confundido. Alguien te ha dado la dirección incorrecta.

—JiMinnie, yo... —relamió sus labios mientras pasaba las palmas de sus manos por sus pantalones, limpiando el sudor proveniente del nerviosismo.

—... no es la dirección incorrecta. ¿No lo sientes?

—¡Que no siento nada! ¡Estoy perfectamente, así que de seguro te has equivocado, JungKook!

La puerta de la habitación se abrió de inmediato, y un Yoongi de ojos rojos y mandíbula tensa se adentró al cuarto, observando a ambos seres sobrenaturales con una expresión neutra pero alarmante.

—¿Qué está sucediendo? —se acercó a su esposo al notar el nerviosismo saliendo en ondas que sólo eran visibles antes sus ojos.

—JiMinnie.

—Yoongi, me han informado que aquí alguien morirá. —a diferencia de cuando se lo había dicho a JiMin, ahora lucía claramente confundo, con su ceño fruncido mientras le devolvía la mirada al rey del inframundo.

— ¿Yeonjun y Soobin?

—Yeonjun acaba de acostarse, y Soobin está dormido.

—¿Te fijaste que esté simplemente dormido?

La mandíbula de Yoongi se tensó aún más cuando sintió el tembloroso agarre de su esposo en la ropa que llevaba puesta. Sus pupilas se dilataron un poco más y la mirada amenazante provocó que la Parca llevara su mirada al suelo.

—Está dormido, Jimin. —respondió Yoongi lo más calmado posible. Había oído la tranquila respiración de su hijo menor.

—Quiero ir a ver. —Muerte quiso adelantarse, huir hacia el cuarto, pero Yoongi no lo permitió. Lo tomó de inmediato de la cintura con un brazo.

— Sólo quiero ir a comprobar q-

—JiMinnie, acabo de volver de ahí. ¿Crees que no lo sentiría? ¿Crees que no sentiría si tus hijos estuviesen en peligro? —llevó ambas manos con dedos repletos de anillos de oro hacia las mejillas del más bajo, viéndolo fijamente.

—Tienes que calmarte, o van a sentir tu pánico. Confía en mi, niño.

La Muerte dió un profundo respiró para calmar su aura. El toque de su esposo y su suave tono de voz lo hacían pisar tierra nuevamente. Llevó sus manos hasta las manos del rey del inframundo, y lo observó con ojos llenos de preocupación y mal augurio.

—No siento nada, Yoon.

—Lo sé, ni yo. —de inmediato lo sostuvo contra su cuerpo, y dejó un beso en su frente antes de ver a JungKook, el cual lucía claramente incómodo.

—Te equivocaste de hogar.

—Créeme que no hubiese venido hasta aquí si no lo hubiera comprobado. —la Parca negó lentamente, mordiendo su labio inferior antes de ver al matrimonio.

—¿Les molesta si me quedo vigilando en el cuarto de los niños?

—Por supuesto que no. —respondió JiMin, agradecido. No dormiría en toda la noche, y aunque no era su propia presencia, le calmaba que fuese Jimin quien velara los sueños de sus bebés. Él no podría hacerlo, debido a que claramente no era capaz de controlar sus emociones. Aquello podría provocar pesadillas hacia los infantes.

—Lo siento, Kook.

—Está bien, JiMinnie. Lo sabes. —su mejor amigo le sonrió levemente antes de dirigirse fuera de la habitación, cerrando la puerta al salir. JiMin y Yoongi se observaron casi al mismo tiempo, como si se comunicaran con la mirada.

—Mírame y presta atención a lo que voy a decirte. —el diablo se acercó un poco más a su esposo, aún sosteniéndolo.

—Yo jamás... jamás en mi eternidad voy a dejar que algo les pase. —un nudo se instaló en la garganta del más bajo, el cual tan sólo asintió, estando de acuerdo. Podía sentir la calma envolverlo de a poco.

—Sea lo que sea, JiMinnie, yo los protejo. ¿Entendido?

—Entendido. —repitió su esposo.

Alzó un poco más su rostro, y ambos compartieron un suave beso en los labios. Cuando regresaron a la cama, debajo de las mantas, JiMin fue envuelto por los reconfortantes brazos del diablo, pero a pesar de toda la calma que se encontraba recibiendo, siquiera pegó un ojo, a la espera de sentir algo.

—Ay, por Dios. —JiMin cubrió su rostro, suspirando con cansancio y alivio a la par. Oyó un gruñido a sus espaldas y negó lentamente.

— Diablos. —corrigió. —Mucho mejor. —felicitó Yoongi.

—Mierda. Lo siento, hermano. —se disculpó JungKook, observando con demasiada culpabilidad a su mejor amigo, el cual continuaba negando.

—No, no. Está bien, le sucede a cualquiera. —Muerte apartó las manos de su rostro y se cruzó de brazos, luciendo condenadamente bien con su vestuario de trabajo y la leve brisa de Rusia haciendo su cabello levemente largo hacia atrás.

—Quiero decir... —ladeó su cabeza, observando el cuerpo inerte del peludo felino en el patio trasero de su hogar. —... definitivamente hubo una muerte.

—Si...

—Oh, joder. —masculló el diablo, parándose a un lado de su esposo para observarlo con algo de gracia.

—No le hagas cumplidos, despídelo. Eres su jefe, y apesta siendo una Parca.

El ceño del sirviente de su esposo se frunció. —Si, bueno; se supone que el diablo no se enamora, y mírate. Estás casado y con hijos. —se mantuvo en silencio por unos segundos ante la mirada neutra de Yoongi.

Rápidamente llevó su mirada hacia su mejor amigo, terriblemente sonrojado. —Me voy.

—Está bien. —apenas Muerte finalizó de decir aquello, Jimin desapareció a la velocidad de un parpadeo, sin siquiera dejar rastro de haber estado allí alguna vez. JiMin se giró de inmediato hacia Yoongi, el cual lo observaba de la misma manera en la que había observado a la Parca.

—No me mires así.

—Confías mucho en él. —comenzó.

El ser sobrenatural con menos experiencia de ambos hizo un movimiento con una de sus manos y, pronto, el felino volvía a respirar, maullando desconsoladamente. —Siempre lo has hecho.

—Y siempre lo haré. Es mi mejor amigo, Yoon.

—Has tenido una semana de mierda, creyendo que nuestros hijos iban a morir, y ha resultado ser un gato. —frunció un poco su ceño, sintiendo molestia al notar que JiMin ni siquiera le prestaba atención.

Se encontraba completamente embobado por el felino, el cual lloraba luego de haber vuelto. Muerte rápidamente se acercó a éste, poniéndose de cuclillas y comenzando a acariciar el peludo lomo.

—Te estoy hablando.

—Estoy escuchándote. —mordió su labio inferior con preocupación, intentando sanar al animal, lográndolo casi de inmediato.

Podía entender a su esposo: éste fue el único que lo había estado consolando luego de todos los sustos que se había dado cada que sus hijos hacían algo que pudiese terminar de manera trágica, cuando no los estaba vigilando, lo cual era extraño. Ni siquiera había dormido, estaba muy seguro de que ya no volvería a hacerlo.

—Pero, ¿qué sugieres? ¿Qué él no me haya dicho nada? ¿Qué hubiese sucedido si realmente eran Yeonjun o Soobin y no lo hubiésemos sabido?

—No lo defiendas. No estoy diciendo que lo asesines, pero no puedes dejar pasar cosas así.

Muerte se puso de pie con el felino en brazos, el cual lucía realmente cómodo, y se giró hacia su esposo ante lo último que éste había dicho. —¿Alguna vez no he dejado pasar las cosas? Creí que ya no era una sorpresa. —el diablo negó lentamente, en desacuerdo.

—Se lo voy a decir, Yoon. Lo prometo.

—... Bien.

—Mira el lado bueno de las cosas: ¡tenemos mascota nueva! —meció al felino de pelaje negro, lo suficientemente gordo para quejarse por el movimiento.

—¿Cómo podemos llamarlo? Nunca tuve una mascota.

Yoongi llevó su mano a su entrecejo, frotando allí mientras suspiraba profundamente. El buen humor de su esposo era contagioso, pero él también había tenido una semana terrible, y no quería dejar pasar aquello. No podía.

—Voy a matar a JungKook. —se encaminó hacia la casa, queriendo encontrar paz, como solía hacer cuando estaba completamente solo y lo único que despejaba su cabeza era la tranquilidad de su despacho en el infierno.

—¡No te olvides que hoy es el ensayo de Jun! ¡Te amo, Yoongi! —y aunque no se giró, una lenta sonrisa creció en sus labios.

Rusia no era un país muy liberal, pero JiMin lo había elegido cuando las cosas eran muy diferentes. El mundo no había cambiado del todo, pero habían más opciones donde estar cuando dos hombres se enamoraban, y definitivamente no era aquel país. Las miradas de los padres de otros alumnos en Muerte y Diablo eran una mezcla de disgusto y sorpresa.

El instituto estaba completamente lleno, con niños correteando por todas partes. JiMin sostenía a Soobin en brazos, y Yoongi tenía una de sus manos en el hombro de su hijo de seis años, el cual estaba de pie frente a éstos, luciendo perdido mientras veía a su alrededor y aferrando su mochila color amarillo a su pecho.

Una mujer de cabello rubio y brillante sonrisa comenzó a hablar. JiMin frunció el ceño; todavía no se acostumbraba a comprender todos los idiomas como si siempre los hubiese estudiado. —¡Los niños que hayan preparado sus ensayos pueden seguirme!

JiMin de inmediato vió a su hijo. —Anda, Jun. —lo alentó.

Éste lucía espantado mientras caminaba lentamente hacia los alumnos que se amontonaban frente a la mujer. —Tiene miedo. —comentó Yoongi, viendo fijamente al niño hasta que éste se perdió a la vuelta del lugar, adentrándose a un salón.

Se giró casi de inmediato y tomó a su hijo menor, el cual se quejó de inmediato, de los brazos de su esposo. —Lo has estado cargando todo el camino. —Está malhumorado, no quiere bajarse.

Yoongi bajó al niño al suelo, el cual se aferró a su pierna mientras continuaba quejándose. Ambos sabían que éste no había dormido bien, y quería su siesta de siempre, sin interrupciones. Las personas a su alrededor observaban la escena, y mientras JiMin volvía a tomar a su hijo en brazos, el diablo amenazaba con la mirada a las familias rusas de su alrededor.

—Yoongi... —el más bajo de ambos había notado aquello mientras mecía a Soobin, el cual intentaba dormir en su hombro.

El rey del inframundo tan sólo lo vió por el rabillo del ojo, tomándolo de la mano y guiándolo cuando la maestra de su hijo mayor indicó que se adentraran al salón. Era lo suficientemente espacioso para que todos los padres entraran, pero Yoongi se dirigió junto a su esposo hacia el fondo.

—Hasta que al fin llegan. —JiMin se giró de inmediato al oír la voz de su mejor amigo, el cual se encontraba a su lado. Observó a su sobrino menor y tendió sus brazos.

—Dámelo. —Muerte de inmediato lo hizo, y el niño ni siquiera se quejó. Amaba a su tío.

—¿Todo en orden?

JiMin asintió, observando de reojo a su esposo y notando la mirada de éste fija en él. Suspiró. Sabía que Yoongi no iba a dejar de insistir respecto a ésto, y en parte lo entendía bastante. Seguramente él también había tenido dudas de su seguridad, seguramente también había pasado miedo. Llevó su mirada a JungKook.

—Eres un torpe, Chim. —simplemente dijo, sorprendiendo al último nombrado. El diablo silbó.

—Casi haces que me dé un infarto, y he perdido el hábito de dormir. Por favor, si no estás seguro de algo, no lo digas. — pidió con amabilidad a pesar de lo que estaba diciendo, parpadeando suavemente. Nadie podría enojarse con él hablando tan suave y luciendo de esa forma.

—Lo siento, JiMinnie. No volverá a pasar, lo prometo. —dirigió su mirada hacia Yoongi.

—Y lo siento, Yoongi.

—Conmigo no te disculpes. La próxima que lo hagas, te arranco las bolas. —el diablo ni siquiera se giró a verlo, tenía sus ojos entrecerrandos, vigilando a su hijo mayor, el cual estaba entre todos sus otros compañeros.

JungKook alzó ambas cejas, sorprendido mientras veía a JiMin de reojo, el cual negó. Definitivamente no quería volver a pasar por algo así. El evento comenzó casi de inmediato. La única maestra reconocible para JiMin había estado explicando el propósito de los ensayos, y también había comentado que los niños de primer curso habían hecho un mural de dibujos para cada padre. Éste lo podrían ver luego.

—Genial, otro dibujo para el refrigerador.

JiMin aferró ambos brazos a uno de Yoongi, embobado. Le había dado ternura aquel comentario de parte del diablo, y no quería decirle que no podría quitar los dibujos de su hijo del mural.

 Ambos estaban prestando atención a lo que la mujer había indicado, hasta que finalmente llegó el tiempo de que los alumnos leyeran sus ensayos.

Habían comenzado los niños del tercer curso, lo cual había sido bastante rápido debido a que, aparentemente casi ninguno del salón había hecho más que el dibujo del mural. Finalmente llegaba el momento de los del primer curso, y Muerte esperaba el ensayo de su hijo con ansias. Habían niños que no sabían leer, y la amable maestra rusa los ayudaba.

Finalmente luego de minutos que habían parecido interminables, el momento de Choi Yeonjun había llegado. Con una tímida sonrisa de pequeños y pocos dientitos, terriblemente sonrojado, se posicionó al frente de los demás alumnos, con el papel en mano.

—¿Necesitas ayuda, Yeonjun? —el niño asintió y le tendió su papel a la mujer, la cual lo tomó, inspeccionando en silencio la hoja. JiMin agitó un poco el brazo de Yoongi, algo nervioso mientras se paraba de puntas de pie para ver mejor entre los demás padres.

—¿Qué crees que diga? —le susurró a su esposo.

—Dijo que era una sorpresa. —Yoongi se encogió de hombros, fingiendo desinterés. Ambos sabían perfectamente que no era así. La Muerte mordió su labio inferior, a la espera de que la maestra de su hijo comience a leer la primer oración.

—"Amo a mis papás, son geniales." —JiMin no pudo evitar sonreír ampliamente. Yoongi infló su pecho con orgullo, sin poder evitar sonreír un poco, también.

—"Ellos me cuidan mucho a mí, y a mi hermanito, Soobin." —leyó lentamente, subiendo la lectura. La mujer frunció levemente su ceño.

—"Yo nunca tengo miedo, porque mis papás tienen poderes mágicos."

El semblante de los dos seres sobrenaturales cambió de inmediato. JiMin abrió sus ojos de más, quedándose congelado en su lugar y ejerciendo un poco de presión en el brazo del diablo. —Ay, joder. —maldijo éste último.

—"No tienen autos, porque nos pueden hacer viajar con sus poderes." — siguió la mujer mientras que Yeonjun asentía, estando de acuerdo con su propia escritura.

—"Uno trabaja castigando malos, y el otro los" ... "los mata." —la mujer alzó la mirada, buscando a los padres del niño entre las personas.

Ninguno dijo ni una palabra, tan sólo permanecieron viendo al frente. —"Pero yo los amo igual, y más ahora, que nos regalaron a mi hermanito y a mí un gato que se había muerto en nuestro patio."

--- Cariño. —la mujer vió al niño, el cual continuaba con una sonrisita en sus labios. — ¿Dónde están tus papás?

Yeonjun observó a través de la multitud de gente, borrando un poco su sonrisa ante la confusión de las personas y los murmullos que interrumpían la lectura. Yoongi soltó a JiMin al ver la expresión cambiar en el rostro de su hijo mayor.

—Quédate aquí. —le ordenó a su esposo con suavidad, el cual asintió. Por supuesto que estaría de acuerdo, era un pésimo mentiroso.

El diablo avanzó entre la gente sin siquiera tener que pedir permiso. Todo aquel que estuviese en aquella habitación podía sentir el aura oscura que éste emanaba, y preferían mantener la lejanía, aún más luego de verlo de la mano de otro hombre. Una vez Yoongi llegó frente a Yeonjun, posicionó una de sus manos repletas de anillos sobre el hombro de éste, observando a la amable pero horrorizada maestra.

—Yo soy el padre que castiga malos. —simplemente dijo, sonriendo de lado y viendo con superioridad a la adulta frente a sí.

—Soy policía. — mintió con tranquilidad.

—¿Y su... compañero? —la mujer alzó ambas cejas, siendo intimidada casi de inmediato por la fija mirada proviniendo del padre de su alumno.

—¿El que los mata?

—Trabaja en una funeraria. Mi hijo tiene una gran imaginación. — nuevamente mintió.

JiMin envidiaba aquello; últimamente las mentiras eran algo que necesitaba en su vida cotidiana como Muerte, esposo del mismísimo Diablo y padre de dos hijos. —Y no es mi compañero, es mi esposo.

El salón entero quedó en silencio por segundos que se sintieron como horas. Podía sentirse la incomodidad junto al mal augurio y el nerviosismo de Muerte. Claramente los mundanos no se darían cuenta como uno que supiese pero, sin así, allí estaba.

—¿Algo más? —las cejas de Yoongi se alzaron, sin cambiar su expresión.

—N-No, no. Está bien. De todas formas, así termina el ensayo de Yeonjun. —una sonrisa –ésta vez, falsa– creció en sus labios, viendo al frente mientras acariciaba el cabello rubio del niño.

—Un aplauso para Yeonjun y su ensayo.

Los aplausos llegaron de manera lenta, pero fueron lo suficientemente audibles para que el niño de seis años brincara en su lugar, cubriendo su rostro por la vergüenza antes de extender sus brazos hacia el ser infernal de su lado, el cual lo cargó de inmediato y sacó del salón, viendo a JiMin por el rabillo del ojo y dando un asentimiento en dirección a la puerta. Era hora de seguir al diablo.

—¡Papi! —el niño corrió hacia los brazos de Muerte, el cual lo envolvió de inmediato, besándole cariñosamente la mejilla.

—¿Te gustó mi ensayo? — llegó sus pequeñas manos al rostro de JiMin y lo observó con ojos brillantes y mejillas sonrojadas.

—¿Estás feliz?

—Me encantó. Te amo tanto, tanto. —lo cargó en brazos, dejando besos en su cabello y olfateando un poco. Amaba el aroma de sus bebés.

—Eres increíble, Jun. Todo lo que haces me llena de amor.

Yeonjun parecía estar a punto de decir algo, pero sus ojos se agrandaron al ver a la Parca detrás de su padre, sosteniendo a su hermano menor, el cual dormía cómodamente en el hombro del adulto.

—¡Tío JungKook, viniste! —se sacudió un poco en los brazos de JiMin, y éste último lo acercó a su mejor amigo, entregándoselo. Ahora Jimin cargaba a ambos niños.

—¿Viste que bonito mi ensayo?

—¡Estuvo de puta madre! —exclamó la Parca.

—¡Si! ¡De puta madre!

JiMin sentía que su mandíbula iba a golpear el suelo. Justo cuando estuvo a punto de decir algo, Yoongi apareció a su lado, con una hoja mediana en una de sus manos. —Listo, ya nos podemos ir.

—¡Papá! ¡Mi dibujo! —exclamó el niño cuando notó lo que Yoongi sostenía.

—¿Nos lo llevamos a casa? ¿Al refrigerador?

—Al refrigerador. —repitió el rey del inframundo, llevando su mirada a su esposo.

—Son sus disculpas por el interrogatorio en medio del ensayo.

Muerte negó lentamente con la cabeza y, rendido, siguió a su esposo y mejor amigo hasta fuera de aquel instituto, lejos de cualquier mundano que pudiese verlos transportarse. Cuando llegaron a su hogar, los niños durmieron la siesta y la pareja sobrenatural decidió tomarse el día libre.

En su tiempo a solas, donde JiMin se acurrucaba contra el rey del inframundo en el sofá de la sala, ambos observaban con admiración el dibujo que su hijo de seis años había dibujado. Para ser tan pequeño, había hecho a la perfección las figuras de sus padres tomados de la mano.

A un lado de éstos estaban los menores, también tomados de la mano, y luego Jimin sosteniendo al nuevo gato, el cual sin no tenía un nombre digno de una mascota. —Estuvo cerca, ¿no crees? —alzó su mirada, encontrándose con la de Yoongi, el cual alzaba un poco sus cejas.

—Si las personas se volvían locas, hubiésemos tenido un enorme problema.

—Nada que no pudiésemos solucionar. —inclinó el rostro hacia abajo, dejando un suave y lento beso en los labios de su esposo.

—Mi niño favorito... —se apartó tan sólo unos centímetros, inspeccionando el rostro del que alguna vez había sido un simple adolescente, inocente y religioso, lleno de amor que no podía dar ni recibir de manera apropiada.

Siempre había sentido la valentía de JiMin como si fuese propia, pero ahora era incluso más fuerte. Relamió sus labios, recorriendo con sus ojos –ahora rojos– los gruesos y rosados labios de su esposo, subiendo por su nariz, hasta aquellos ojos en los cuales quería perderse por siempre.

Ahora éstos tenían una pequeña mancha oscura, pero ni siquiera ésta los opacaba, incluso los volvía más maravillosos. Negó, sin poder creerlo. —... eres precioso ante mis ojos, y los de cualquiera. —dejó salir.

—Te amo.

Las mejillas de Muerte se tornaron levemente rosadas a la vez que arrugaba un poco su nariz, bajando sus párpados por la vergüenza. Ya no solía quedarse estupefacto como antes, pero aún parecía querer ocultarse en donde sea que pudiera.

Nuevamente, fue recibido por aquellos preciosos ojos esmeralda, y la mano del dueño de éstos acarició su rostro. El tacto ardió como las fuertes llamas de La Fosa y, maldición, que le gustó. Lo besó casi de inmediato, perdiéndose en el sabor de su lengua junto a la propia, y anhelando más días tranquilos como aquellos.









.....



Ay canijo, el tio kuko es quien le enseña malas palabras al bebu! JJAJAJAJAJ



Los niños y su gran IMAGINACION~

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TQM. 

Cuando publique nueva fanfic espero su apoyo!! esten atentas xfas!!



Nos seguiremos leyendo en el ultimo extra~

MinMin.

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