Epilogo III
2003.
Se puso de pie nuevamente, bajando el bajo escalón que llevaba al trono e inspeccionando el escritorio de su esposo, observando los contratos apilados y tan sólo dos esparcidos en la mesa junto a una larga pluma negra y un pequeño frasco de tinta a un lado. Definitivamente el despacho del diablo era algo muy elegante, y precioso.
JiMin solía ir luego de andar de un lado para otro, y todo debido a que le era difícil despegarse de su esposo. De vez en cuando, durante el día, necesitaba conversar sobre cosas cotidianas que pasaban. Y sentía que en aquel momento lo necesitaba más que nunca pero... ¿Por qué lo evitaba?
Sentía un nudo en su garganta, unas profundas puntadas en su pecho y, de a ratos, sus ojos se llenaban de lágrimas que nunca soltaba. Hacía mucho tiempo que no lloraba, lo cual era bueno y malo a la vez al ser hiper-sensible y cargar con todo. Sin embargo, sentía que podría hacerlo más independiente, que podría tomar las cosas más a la ligera. No era así.
JiMin sabía que no debía de cambiar por nadie, pero muchas veces sentía que su llanto era la debilidad de su esposo. También sentía que aquello provocaba que lo proteja constantemente, lo cual no molestaba a Muerte, pero prefería aprender solo e independizarse mucho más rápido, y que Yoongi no sintiense que dependía de éste.
Sus pensamientos fueron interrumpidos ante un llamado que lo hizo alzar las comisuras de sus labios lentamente. Sus bebés lo necesitaban. Sin más, extendió su mano en dirección a la guadaña, y ésta viajó inmediatamente para ser sostenida por su dueño el cual, segundos después, desapareció del infierno.
—¿Qué es ésto?
—Es papá.
La Parca movió la hoja que sostenía en sus manos en diferentes direcciones, frunciendo levemente su ceño y analizando el dibujo con sus ojos antes de bajar la vista a su sobrino.
—¿Cuál papá?
—¡Papá Yoongi, tío! ¿No ves sus dos ojos rojos? —Jungkook acercó un poco más la hoja para intentar observar el color, y en definitiva estaba allí. Sin embargo, no era una forma en específico.
—Yeonjun, eres un gran artista. —asintió, fingiendo estar impresionado y observando la emoción en el brillo de los ojos oscuros de su sobrino.
— Definitivamente a tu papá le va a gustar.
—¡Lo sé! —exclamó, emocionado y tomando el dibujo de nuevo. Lo llevó a su pecho y se mantuvo observando fijamente a la nada por unos segundos antes de ver alrededor. Sentía la paz que emanaba de su padre justo en aquel lugar.
—¡Papi! —se dirigió felizmente al rizado, el cual dejaba la guadaña en un rincón y se ponía de rodillas para recibir el abrazo de su hijo.
—¡Hola, amor mío! ¡Te extrañé mucho! —exclamó Muerte, masajeando la espalda del pequeño niño y besándole el cabello antes de olfatear.
Adoraba el aroma de sus bebés, lo calmaban y era lo que más necesitaba en aquel momento. —¿Qué es eso que traes ahí?
Yeonjun se alejó un poco, relamiendo sus labios y extendiéndole el papel a su padre. —¿Crees que le gustará a papá Yoongi? El tío me dijo que era un gran atrista.
—Artista, sí. Wow, Yeonjun. Está hermoso. —internamente pensaba que debía de advertirle a su esposo antes de verlo.
No es que no le gustaran, Yoongi adoraba los dibujos de su hijo y por eso tenían el refrigerador repleto de ellos. Sin embargo, podía ser algo brusco al no comprender exactamente lo que veía.
—A papá le va a encantar. —comentó, devolviéndole el dibujo y encaminándose hacia JungKook, sentándose a un lado de éste y suspirando.
—¿Tuviste un día agotador? —la mejilla de JiMin se ubicó en el hombro de la Parca, la cual rió ante aquella opción y palmeó la cabeza de Muerte.
—Te ves exhausto.
—Eso no es verdad. No he cambiado desde los diecinueve años. —comentó enderezándose para ver mejor a su mejor amigo, el cual también lo observaba.
—Te ves cansado. Yo te conozco, y sé cuando te ves cansado. No vengas a acusarme de mentiroso, Park JiMin.
El nombrado sonrió levemente, realmente intentando evitar su día de porquería. Negó, queriendo que con aquel movimiento los feos pensamientos se fueran. —¿Dónde está Soobin?
—Durmiendo. —JiMin suspiro, arrugando levemente su nariz.
—Lucía exhausto. ¿Por qué?
—No encuentra a su conejito. —su mejor amigo asintió con la cabeza, soltando un "oooh" entre aquello, como si entendiese absolutamente la situación luego de aquello que JiMin había mencionado.
Su hijo de apenas cuatro años se la pasaba la mayor parte del tiempo callado, con su conejito de peluche en brazos llamado "Dientitos". Se la pasaba más con éste que con su hermano, el cual se ponía notablemente celoso por aquel hecho.
El problema era que Yeonjun era muy diferente a su hermano menor: él pintaba todo el tiempo, y veía caricaturas mientras hablaba sin parar. Soobin, en cambio, apenas y decía una palabra. Tan sólo le gustaba jugar a tomar el té con Dientitos y dormir muchísimo.
—Bueno, yo creo que se le pasará. ¿Quién de nosotros no perdió un peluche o juguete de niños?
—Pero él realmente ama mucho a su conejo. Es su mejor amigo, y no quiero que pase por eso. Quiero que él mismo decida dejar de jugar con él. —se quejó Muerte mientras veía a su mejor amigo levantarse del sofá. Su ceño se frunció levemente.
—¿A dónde vas? No te vayas...
—Debo regresar al trabajo, no eres el único atractivo ser sobrenatural con cosas por hacer. —bromeó, acomodando su cabello hacia un lado. Entrecerró sus ojos a la vez que llevaba una de sus manos a su nuca.
—Oye, Minnie. He estado pensando...
El silencio reinó por unos segundos en la habitación, Muerte se reincorporó al notar que venía algo serio por la incomodidad de su mejor amigo. —Kookie, ¿qué sucede?
—Es sólo... yo me preguntaba si podría ir a ver cómo está mi padre, y Namjoon. —nuevamente el silencio se hizo presente, lo único que se oía era el crayón de su hijo mayor raspando la hoja, y las respiraciones de los tres.
—Estaría escondido, sé perfectamente que hay reglas.
—Kook...
—JiMin, no hay nada de malo en lo que estoy diciendo. —su ceño se frunció levemente, negando un poquito con su cabeza. —Tan sólo voy a verlos, no a dejar que me vean.
—Ése no es el problema, pero ésto me ha pasado anteriormente. El deseo de saludarlos, abrazarlos... va a hacerte perder. Inevitablemente, vas a hacerlo, y no sabes cómo reaccionarán.
—Inevitablemente voy a querer ir a verlos.
—Kook, todos en nuestro pueblo creen que estás muerto. —JiMin se puso de pie, hablando más calmado al notar la molestia de la Parca.
Lo comprendía, absolutamente lo hacía... pero habían ciertas reglas con las cuales lidiar si se era inmortal. —Tu padre ha visto tu cadáver hecho pedazos, no va a creer que su hijo sigue vivo, y de la misma manera. Puede salir mal, y más aún siendo mayor de edad.
—No puedes simplemente suponer cosas, JiMin.
—No estoy suponiendo. Comprendo completamente.
—No lo haces realmente. Tú sí tienes alguien con quien pasar la eternidad, necesito que comprendas eso.
JiMin intentó mantener el nudo en la garganta. ¿Qué quería decir con eso? —Si. Tengo a Yoongi, y a ti. Tú siempre estarás incluido. ¿Tú no me tienes a mí?
—No es lo mismo, y lo sabes. Quiero ver a mi padre, lo necesito. Entiéndeme, quiero que sepa que estoy bien, que no he tenido un horrible final. ¿Te das una idea de lo que debe pensar? ¿Lo que debe sentir, JiMin? Por supuesto, no lo haces. Por ahora.
La boca de Muerte se entreabrió al entender aquello último, y la Parca palideció más de lo que estaba al notar la estupidez que había dicho. "Por ahora". Por supuesto, porque JiMin algún día perdería a sus bebés. Ellos crecerían, se harían ancianos y morirían. Él tendría que recoger sus cuerpos, y hacer ascender sus almas. Despedirse de ellos para siempre.
Una sensación punzante se hizo presente en su pecho mientras observaba dolido el rostro de su mejor amigo. —JiMin, yo... Joder, perdóname.
Muerte observó de reojo como su precioso hijo los observaba, con crayón verde en mano y cabello rubio platinado y levemente corto despeinado. —Yeonjun, vé a tu cuarto y no hagas ruido, tu hermanito duerme.
—Si... —el niño se puso de pie rápidamente, comenzando a juntar las hojas de manera apresurada y torpe, pegándolas a su pecho antes de tomar la caja de crayones y caminar apresuradamente hacia el pasillo que guiaba a su cuarto. Se oían sus pasitos y, a continuación, una puerta abriéndose y cerrándose.
—JiMin, no quise...
—Vé a verlos. —lo interrumpió Muerte, habiendo tenido un pequeño tiempo para calmarse cuando su hijo tomaba sus cosas para irse. No debía enojarse, debía de comprender.
—Pero recuerda que te lo advertí. Espero que todo esté bien.
—¿Quieres que vaya a ver a tu familia?
—No. —respondió con rapidez, firmemente mientras lo observaba fijamente a los ojos. —Ésta es mi familia ahora, y es la única familia que puedes venir a ver, cuando quieras.
—Soy parte de ésta familia. —agregó JungKook.
—Es bueno que lo sepas, Kook. —JiMin sonrió débilmente de lado, alzando una comisura de sus labios. Asintió con la cabeza hacia una dirección.
—Vé, luego cuéntame cómo te fue.
—Realmente lo siento, no quise decir aquella estupidez. —se disculpó rápidamente, negando.
—¿Yeonjun y Soobin? ¿Tú? Ustedes son parte de mí. Daría mi vida nuevamente para mantenerlos con nosotros por siempre.
—Y yo lo sé, es por eso que no debes de preocuparte. No estoy enojado. — dió unos pasos hacia atrás, rodeando el sofá y caminando muy lentamente hacia la cocina.
—No hay de qué preocuparse, Kookie. Vuelve luego, y dime qué tal estuvo todo.
Su mejor amigo tan sólo lo observó fijamente, asintiendo con duda antes de desaparecer en tan sólo un parpadeo. JiMin finalmente llegó a la cocina y apoyó sus manos sobre una de las encimeras. Sentía sus piernas temblar y la marca en su brazo arder.
Nunca se había guardado nada tan grande, nunca se había aguantado tanto dolor, el cual claramente lo estaba superando poco a poco. Cerró sus ojos con fuerza. ¿Cómo haría para volver a repetir aquella situación con sus hijos? ¿Cómo haría para llevarse el alma de sus dos bebés cuando llegue el tiempo?
Habían hablado aquello con Yoongi apenas los habían llevado a la casa, y se habían puesto de acuerdo en que no dejarían que les afectara. A JiMin no le afectaba... ... hasta ahora. Accidentalmente comenzó a emanar más energía de lo normal, y fue inevitable no provocar que la luz de aquel cuarto se intensificara hasta que el foco de la lámpara estalle en mil pedazos.
Tragó saliva, frustrado mientras pasaba sus manitos por su cabello, haciéndolo hacia atrás. Aún no controlaba del todo sus poderes, y era humillante debido a que ya habían pasado años. Al principio, cuando Yoongi lo besaba como a él le gustaba, o ambos se volvían un descontrol en la cama, la energía en el cuerpo de JiMin descontrolaba todo a su alrededor, y debían de volver las cosas más tranquilas.
A Yoongi le causaba gracia, pero para Muerte aquello era irritante, y lo había querido cambiar rápidamente, más aún ahora que tenían dos niños pequeños en la casa, los cuales podrían lastimarse. Rápidamente tomó una escoba y pala, comenzando a juntar los cristales en el suelo, dejándolos dentro del cesto de basura. Debía de calmarse, debía de distraer su cabeza. No podía simplemente estallar... ¿O si?
—¿Papi? —su hijo mayor dibujaba una flor enorme sobre una hoja arrugada, tranquilamente en el suelo, con sus crayones esparcidos sobre la alfombra frente al sofá y su pijama puesto.
Había dormido una siesta, y ya era de tarde, lo cual significaba dos cosas: merienda y la llegada de Yoongi. JiMin sostenía a su hijo pequeño en brazos, el cual estaba mitad dormido y despierto, con su rostro oculto en el pecho de su padre y su cabello oscuro, ya un poco más largo, completamente despeinado.
Muerte, le acariciaba la espalda, consolándolo. Su hijo lucía triste, y seguramente era debido a Dientitos. Sabía que pasaría, pero verlo así le rompía el corazón.
—¿Si, mi amor?
Yeonjun dejó sus crayones, enderezándose y quedando de rodillas para ver mejor a su papá. —Siempre he tenido una pregunta.
—Está bien, puedes decirme.
—¿Por qué papá y tú tienen cama si no duermen?
La mano de JiMin dejó de acariciar la espalda de su hijo, retomándolo cuando éste último se quejó, al borde del llanto. El calor se había instalado en sus pómulos, y la vergüenza había hecho que su mirada fuese hacia otro lado.
—Es que... y-yo... —rió nerviosamente, tragando saliva. ¿Qué debería de decir? —... a nosotros nos gusta fingir que dormimos.
Yeonjun permaneció viendo a su padre por unos segundos, tan sólo parpadeando lentamente mientras su ceño se fruncía un poquito, ladeando su cabeza. —... ¿Y eso por qué?
La boca de JiMin permanecía cerrada, pensando exactamente en qué decir. Yeonjun era un niño muy inteligente, definitivamente no le creería. Estaba a punto de comenzar a entrar en pánico, pero su esposo lo salvó, apareciendo en el medio de la sala.
—¡Papá! —Yeonjun se puso de pie rápidamente y corrió hacia el diablo, el cual se inclinó han sólo para tomarlo en brazos. —¡Yo te extrañé mucho! — exclamó su hijo antes de darle un beso en la mejilla y abrazarlo más fuerte.
—¿Ah, si? —Yoongi sonreía de lado, tan sólo alzando una comisura de sus labios mientras le era inevitable olfatear el cabello de Yeonjun. Ambos hacían aquello con sus hijos. De alguna u otra forma los calmaba.
—Yo también los eché de menos.
—Papá, ¿por qué finges dormir con papá JiMin? —nuevamente, el silencio se hizo presente en la habitación, junto con la notable incomodidad del castaño, el cual bajó la mirada cuando el diablo llevó su mirada a éste. Nuevamente observó al niño, demostrando confusión con su ceño fruncido.
—¿Quién te dijo eso?
—Estaba preguntándole a papá porqué tienen cama en su cuarto si ustedes no duermen. —explicó el niño mientras Yoongi nuevamente lo dejaba en el suelo, con una lenta sonrisa ladina formándose en sus labios.
—Me dijo que les gustaba fingir que dormían.
—Con que eso te dijo, ¿eh? —nuevamente, su mirada estaba sobre Muerte, quien llevaba sus mejillas notablemente sonrojadas y acariciaba el cabello de su hijo menor, el cual llevaba en brazos. Regresó la mirada al pequeño de ojos oscuros y curiosos, asintiendo.
—Cierto.
—¿Y eso por qué?
—Mh, últimamente no dejas de preguntar el "por qué" de todo. —se quejó el arcángel, caminando hacia JiMin y dejando un beso en su frente antes de quitarle a su hijo menor de entre los brazos.
—Te has vuelto muy curioso, Yeonjun.
El niño se encogió levemente de hombros mientras fruncía levemente su ceño, caminando nuevamente hacia sus dibujos. —La maestra Levikov ha pedido de tarea que dibujemos la casa.
—Esa maestra tuya es una chismosa. —bufó el diablo luego de olfatear el cabello de Soobin, el cual se aferraba al cuello de su padre con fuerza y continuaba intentando dormir.
—Voy a tener que ir a hablar con ella.
Los ojos de Yeonjun se abrieron de par en par antes de ver a JiMin y comenzar a negar. Muerte rió sin ganas, negando rápidamente. —Papá bromea, Jun. ¿Por qué mejor no sigues dibujando luego? Voy a prepararte algo de merendar a ti y a tu hermano.
—Si, está bien. —dijo, comenzando a acomodar sus hojas y crayones.
— ¡Oh! Papá Yoon, tengo una sop... sor... sorpresa para ti. Aún no está lista, así que prepárate, ¿si?
—Esperaré ansioso. —comentó el diablo, viendo a su hijo mayor correr hacia el sofá mientras su esposo se levantaba de éste.
—Papi, ¿me prendes la tele, por favor?
—Si, mi amor.
Estuvo a punto de dirigirse hacia la televisión, pero el cuerpo del diablo se puso delante, cerca, sosteniendo a su hijo menor con un brazo y usando su mano libre para tomar el mentón de su niño favorito.
—Primero ésto. —dijo antes de tomar aquellos labios suaves y gruesos en un lento y breve beso.
Los ojos de Muerte se cerraron, y un leve suspirito salió de su nariz. Ésto era lo que buscaba, ésta calma en específico. Ambos se apartaron y se observaron en silencio por un breve momento antes de continuar con sus tareas:
JiMin encendió la televisión, poniéndole caricaturas a sus hijos mientras Yoongi dejaba en el sofá a Soobin, el cual ya había despertado y abrazaba el brazo de su hermano mayor, reemplazando a su peluche de conejo con éste.
La música de introducción de Tom y Jerry se hizo presente, provocando que JiMin volteara con rapidez a ver la televisión, deteniéndose a medio camino. Se visualizó a sí mismo a los dieciséis años, merendando el té con tostadas que su madre solía prepararle.
Era su momento más feliz, porque se sentía completamente mimado por su progenitora, y la casa estaba sola a excepción de su hermana en su cuarto.
Era una de las únicas veces donde su padre no estaba para provocar caos, o para cambiar la personalidad de Eunji. —¿JiMin?
Nuevamente, sus piernas y manos comenzaron a temblar. Apretó sus labios con fuerza, haciendo su mayor intento para contener las lágrimas. La televisión comenzó a hacer interferencia y la tensión de la luz bajaba y subía notablemente. Los niños vieron a su alrededor con confusión a la vez que Yoongi se acercaba a su esposo, tomándolo de los brazos.
—¿Qué ocurre? —su voz sonó baja, y sus ojos se volvieron de un color bordó, con sus pupilas dilatadas. —¿Quién te dañó? Dime su nombre, voy a acabarlo.
JiMin negó rápidamente, viendo con nerviosismo en dirección al sofá. Sus dos hijos observaban a Yoongi entre confundidos y asustados. Muerte tomó una profunda y lenta respiración, notando las luces volver a la normalidad y la distorsión en la televisión cesar. Yeonjun y Soobin regresaron su vista a ésta, y el mayor de ambos suspiró de alivio mientras su brazo era más aferrado por su hermano menor.
El diablo vió a los niños unos segundos antes de volver a ver a su esposo, con su mandíbula tensa tomándolo de la muñeca, sin presionar ni un poco, caminando hasta adentrarse a la cocina y cerrar la puerta detrás. Aquello provocó que toda la fuerza de voluntad que Muerte acumulaba se derrumbara en menos de un segundo.
Un sollozo fuerte y doloroso salió de sus labios a la par que el arcángel lo envolvía con sus brazos, permitiéndole llorar en su pecho. Le abrazaba con la fuerza necesaria, olfateaba su cabello y pasaba sus dedos repletos de anillos de oro por su espalda, acariciando.
El llanto continuaba, siendo silenciado ante la boca del más bajo contra el pecho del más alto. Yoongi posicionó su mentón en la cabeza de su niño favorito, tan sólo sosteniéndolo al notar sus piernas temblar. Los minutos pasaban. Cuando JiMin sentía el poder irradiar ante el dolor en su pecho y las luces bajar, tomaba una profunda respiración, calmándose.
Sin embargo, no pensaba parar, porque no pensaba volver a sentirse así de mal nunca jamás. Yoongi lo apartó tan sólo un poquito, tomándole el rostro entre sus manos y alzándolo tan sólo un poco. Le pasó el pulgar por los ojos, limpiando sus lágrimas, y ambos se vieron fijamente antes de que JiMin bajara la mirada, aún con lágrimas cayendo por sus mejillas.
El silencio continuó por unos pocos segundos antes de que JiMin tragara saliva con fuerza. —Tuve mi primer trabajo personal hoy. —tan sólo dijo, con su voz quebrada.
Yoongi lo comprendió en tan sólo un segundo, y fue de inmediato que lo atrajo a su pecho. Se imaginaba quién podría ser. Los trabajos personales eran los peores. El diablo se lo había comentado a su esposo apenas éste comenzó a ser la décima y última Muerte: al principio JiMin tenía trabajos pequeños, como recoger tan sólo un alma, o dos.
Luego, debía de hacerse a un lado. Tan sólo las Parcas se encargaban de eso, Muerte era asignada para cuando sucedían catástrofes con mayor número de almas buscando ascender, debido a la mayor cantidad de poder.
Sin embargo, JiMin podría sentir cuando alguien con una fuerte conexión a él esté a punto de morir. Y eso fue justamente lo que sucedió.
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¡¡Válgame mimi, no chilles bebé!!
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Pinshe kuko, mira que hiciste sentir mal a mi bebito!!
Nos seguiremos leyendo~
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TQM!!
JUNG HOSEOK YA TE EXTRAÑO BEBÉ!!!
MinMin.
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