Caminantes (2/4)
/AU/
Apocalipsis zombie
⚠️Si eres una persona sensible o sufres de ansiedad y/o depresión te recomiendo que no leas este capítulo, tu salud mental es más importante que cualquier fanfic, cuídate por favor <3⚠️
-¿Listo?
-Ajá, a la de tres.
-Dale... uno, dos, tres...
Ambos levantaron la pesada puerta de metal que, con un chirrido, se abrió levemente, lo suficiente para que los tres pudieran entrar.
Mictia entró detrás de Aquino aferrándose al borde de su abrigo mirando a su alrededor con desconfianza- será rápido Mic, tranquila -tranquilizó el castaño a la niña acariciando su cabello, últimamente Mictia le tenía cierto rechazo a los lugares cerrados.
Los tres se adentraron por el pasillo del sitio, era una especie de fábrica que se hallaba en medio de la absoluta nada, era realmente grande por lo que algo útil encontrarían ahí dentro. Los mayores inspeccionaron las cajas y los estantes que estaban desparramados en el suelo con Mictia siguiéndolos muy de cerca.
Aunque en medio de un apocalipsis la suerte era lo que más escaseaba; no encontraron más que chatarra oxidada y latas de comida vacías, Duxo solo tuvo suerte con unas cuantas medicinas y una que otra bala para cargar su pistola- ¿Encontraste algo?
Aquino soltó un bufido negando con la cabeza- basura y una navaja oxidada -guardó la hoja del artefacto y se lo lanzó a Duxo que lo atrapó y guardó en la mochila.
Por ahora tenían el acuerdo de que Aquino no llevara armas de bolsillo consigo, solo por si acaso.
Siguieron husmeando buscando por toda la chatarra hasta haber inspeccionado todos los rincones de ese piso, claro que terminaron artos, ya hasta Mictia estaba aburrida de verlos sacar puro metal y engranaje viejo.
La niña notó al fondo del lugar una especie de puerta sin perilla, al costado tenía unos botones con flechas y encima un bombillo que, milagrosamente, estaba encendido- ¿Qué encontraste Mic? -preguntó Duxo al ver a Mictia mirando embobada a una sola dirección.
La pequeña jaló el brazo del pelinegro llevándolo a la puerta que había encontrado y señaló los extraños botones y el bombillo en la parte superior.
-Oh, es un elevador, se usaba para subir sin usar las escaleras.
Mictia ladeó la cabeza sin entender mucho como una puerta podía hacer tal cosa, pero se quedó callada y se hundió de hombros resignada a quedarse con la duda. En otro momento la niña hubiera empezado con un sin fin de preguntas, pero últimamente Mictia no ha hablado... en lo absoluto.
Duxo frunció el ceño volteando a ver a Aquino, encontrándoselo mirando a la pequeña con el mismo rostro desanimado, el castaño se sentía culpable de que la actitud efusiva y curiosa de Mictia ya no estuviera, la niña se había vuelto tímida y arisca, más de lo normal; y se mantenía junto a Aquino todo el tiempo posible.
La niña tenía miedo; no de los caminantes, no de morir, no del hambre, no de la sed; la niña tenía miedo de un día despertar y que Aquino ya no estuviera.
Aquino agachó la cabeza apenado mientras esos pensamientos invadían su mente por milésima vez desde... ese día. Duxo apretó los labios ante la expresión de su amigo- hey... ¿Qué tal si vemos si aún funciona? -propuso refiriéndose al elevador- parece que aún hay electricidad aquí.
El castaño se acercó dudoso- ¿Seguro? aunque funcionara esa cosa no se ve segura -susurró al pelinegro asegurándose de que Mictia no los escuchara, para no desilusionarla.
-No nos vamos a subir, solo es para que Mic vea como funciona, vamos, imagina la cara que pondrá -animó Duxo dándole un codazo juguetón a Aquino.
-Ahí dentro pueden haber caminantes.
Duxo asintió y de su bolsillo sacó un cuchillo dejando el mango en la mano de Aquino y la apretó bajo la suya- para los caminantes... solo para los caminantes ¿Si?
Aquino exhaló y asintió, le cansaba que Duxo siempre dijera lo mismo cada que le daba algún arma cuando era necesario, pero entendía que Duxo también tenía el mismo miedo de Mictia, no lo culparía ni le reclamaría por querer ser cuidadoso.
El mayor apretó el botón con la flecha que apuntaba hacia abajo y la niña ladeó la cabeza curiosa cuando se escucharon chirridos del otro lado de la puerta, como si algo estuviera siendo jalado.
El bombillo parpadeó indicando que el elevador llegó a su piso, Duxo y Aquino se pusieron delante de Mictia, empuñando pistola y cuchillo respectivamente, preparados para lo que saliera de ahí. La niña se sobresaltó cuando la puerta se abrió sola, de su interior se asomaron un par de caminantes (ambos ya bastante descompuestos) que intentaron arrastrarse hacia los tres.
Duxo le disparó en la cabeza a uno y Aquino clavó el cuchillo en el cráneo del otro- Hay pocos caminantes en este lugar ¿No? -cuestionó el pelinegro.
-Si, es muy extraño, esto debería estar lleno de trabajadores -Aquino pateó el cadáver de vuelta al elevador.
En ese instante se escucharon nuevamente chirridos de cadenas y cables, lo que alertó a los mayores, ninguno había presionado ningún botón para que el mecanismo se moviera. Entonces el elevador cayó abruptamente con un ruido sordo, en su techo había una pila de caminantes que inmediatamente se lanzaron sobre los tres.
-¡Mierda! -Aquino se apresuró a tomar a Mictia en sus brazos y correr a las escaleras de emergencia. Duxo los siguió disparando a los caminantes que los seguían más de cerca. Rápidamente Aquino llegó al segundo piso, dejó a Mictia en el suelo y se asomó por la puerta de las escaleras- ¡Rápido Duxo, sube!
Duxo subió a toda velocidad disparando casi a ciegas a los caminantes que le pisaban los talones, tomó la mano que Aquino le estaba extendiendo y fue jalado bruscamente al interior del segundo piso, dejando caer la pistola en el proceso. Ambos cerraron la puerta recargándose en ella, poco a poco los caminantes empezaron a empujar y forcejear para entrar.
-¡Hay que t-trabar esto con algo!
-¡L-la estanter-!
-¡AAAAAAAH! -el grito de Mictia alertó a ambos, un caminante salió de debajo de una estantería y jalaba con fuerza el cabello de la niña que pataleaba desesperada.
-¡Mictia! -Aquino vió a Duxo correr hacia el caminante, de una patada lo hizo soltar el pelo de la niña. Un caminante había logrado atravesar su brazo por la puerta, el castaño atravesó el cuchillo por la carne podrida y de un movimiento de palanca el brazo cayó al suelo.
-¡Agh! ¡Hijo de puta! -escuchó gritar a Duxo, al voltear se encontró con el pelinegro en el suelo, ahora el caminante agarraba uno de sus tobillos mientras con el otro pie Duxo pateaba una y otra vez el cráneo del muerto viviente, destruyendo su cerebro en el proceso. Incluso cuando ya estaba destruido por completo siguió golpeando y pateando el irreconocible cráneo mientras hiperventilaba alterado.
Aquino empezó a flaquear cuando dos brazos más atravesaron la puerta, los caminantes eran muy pesados y ya no podía sostenerlos solo- ¡Duxo, ayúdame webón!
El pelinegro seguía hiperventilando en el suelo, su vista aún fija en el caminante que acababa de matar, Mictia tuvo que darle en golpe en la cabeza para "despertarlo". Duxo se sobresaltó recordando la situación en la que estaba Aquino. Se levantó rápidamente, tomando una de las estanterías listo para tirarla frente a la puerta- ¡A un lado!
Aquino se quitó ayudando a Duxo a trabar la puerta, la estantería cayó frente a la entrada frenando el paso de los caminantes. Ambos soltaron aire y se sentaron en el suelo respirando agitados.
Mictia corrió a los brazos de ambos, también jadeando alterada- ¡Mictia, mi niña! -Aquino abrazó a la niña dejando besos en su cabeza- ¿Estás bien? Que susto nos diste -Mictia abrazó de vuelta a Aquino intentando calmarse.
Duxo solo jadeaba con los ojos clavados en el tobillo que había atrapado el caminante, de no ser porque Mictia lo hizo reaccionar, los caminantes hubieran entrado. Aún con la mirada perdida se inclinó para envolver a Mictia entre sus brazos- Guardemos... guardemos silencio... para que se vayan...
-Duxo, ¿Tu estás bien? -preguntó preocupado el castaño al notar los ojos vacíos de su amigo.
El pelinegro asintió vagamente aferrándose más a la niña- si, si... solo fue el susto de Mictia... es todo -sacó silenciosamente de la maleta un vendaje para su tobillo.
-¿Te lastimaste? ven te ayudo -Aquino iba a subir la bota del pantalón de Duxo pero este lo apartó de un manotazo.
-¡No!... no, yo... yo puedo solo... -balbuceó el mayor dejando a Mictia en el regazo de Aquino para vendar su tobillo- esperemos a que se vayan...
Aquino lo miró extrañado pero decidió no cuestionarlo, solo recostó a Mictia en su pecho arrullándola en lo que esperaban a que los caminantes se fueran.
Luego de un rato de silencio y algunos susurros los golpeteos en la puerta cesaron, solo se escuchaba del otro lado las pesadas pisadas y jadeos de los caminantes que se iban alejando de la entrada.
Duxo y Aquino se miraron acordando con la mirada que era seguro volver a hablar- ahora... ¿Cómo mierda saldremos de aquí? -preguntó el castaño, recibiendo un golpe de Mictia por la grosería- Ouch, perdón, perdón.
El pelinegro dejó escapar aire, luego apretó sus labios, tenía una idea, una que sabía que haría a Aquino enojar, pero no había opción mejor- Ahí hay una ventilación- dijo apuntando a una rejilla en la pared- hay una igual abajo, seguro están conectadas, puedo bajar por ahí y hacer bulla en el primer piso, eso alejará a los caminan-
-Ni hablar -interrumpió el castaño- tendrías que bajar sin mochila y ya no tenemos el revólver.
-No hace falta, me untaré de las tripas de ese caminante -dijo señalando el cadáver que había atrapado a Mictia- no van a olerme y no me van a atacar.
-¿Y cuándo empieces a hacer ruido para atraerlos? se te irán todos encima, ¡¿Cómo piensas salir cuándo todos te rodeen?! ¡No hay manera!
-¡Por la misma entrada! tú y Mictia escapan por una de las ventanas de abajo y salen corriendo de aquí- Explicó Duxo empezando a perder la paciencia.
-¿Y qué hay de tí? Mira cómo tienes el tobillo, no podrás correr aunque lo intentes, ¡necesitas ayuda!
-¡No la necesito! -gritó esta vez el pelinegro- Mira, con que ustedes salgan es suficiente, ya veré cómo me las apaño.
-¡Y una mie...! -Aquino le tapó los oídos a Mictia- y una mierda Duxo, no te pienso dejar solo, tiene que haber otra manera.
Y así discutieron por un rato que a Mictia se le hizo eterno, ya ella sola se tapaba los oídos por los gritos de los adultos. Duxo estaba decidido a hacer de carnada y Aquino estaba decidido a salir todos juntos, pero no era capaz de armar un plan en el que los tres salían completamente a salvo. Siempre había un factor de riesgo, uno muy alto.
-Aquino, no más. Deja de ser terco, tenemos que pensar en Mictia ¿O quieres ponerla en riesgo a ella antes que a mi?
-¡No quiero poner en riesgo a ninguno! -gritó dejando a Mictia en el suelo para levantarse frente a Duxo- siempre buscamos la forma de salir todos juntos y siempre lo logramos ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué de repente estás tan decidido a lanzarte a la boca del lobo? Tú mismo lo dijiste, ¡Piensa en Mictia!
-¡Porque pienso en ella es porque te digo que deben salir juntos! Alguien tiene que cuidarla Aquino, no nos pueden matar a ambos, ella no puede quedar sola.
-Entonces yo bajaré, yo los distraigo en lo que ustedes escapan- sentenció, Duxo negó con la cabeza tratando de agarrar a Aquino del brazo cuando lo vio dirigiéndose a la rejilla de la ventilación pero el castaño lo apartó de un empujón- Si algo sale mal sé que tú la cuidarás mejor que-
-¡Aquino, me mordieron!
Silencio.
Un largo y muy pesado silencio.
Aquino volteó lentamente a ver a los ojos a su amigo, incrédulo de lo que acababa de escuchar, Mictia se había cubierto la boca con las manos con la misma expresión mientras Duxo solo miraba al suelo, las lágrimas formándose levemente en sus ojos.
-...¿Qué?- preguntó el castaño con un hilo de voz.
Duxo remangó su pantalón y desenvolvió el vendaje del tobillo que se había "lastimado", en su pálida piel se asomaban unas profundas marcas de dientes, alrededor de ellas se divisaban venas verdosas y moradas- cuando soltó a Mictia... me mordió...
Mictia se echó hacia atrás cuando vio la mordida, aterrada. Y Aquino...
Bueno... Aquino podía volverse loco en ese preciso momento.
Todo se volvió borroso para él, los ruidos, su visión, un cosquilleo le recorrió toda la espalda y un vació se apoderó de su estómago. Desorientado se apoyó en una de las estanterías, su cabeza empezó a dar vueltas y su corazón se aceleró de un momento a otro.
-Mierda...- murmuró para luego tirar la estantería en un fuerte estruendo y patear las cajas que cayeron de esta- ¡Mierda, mierda, mierda! ¡MIERDA! ¡PUTA MIERDA!
Empezó a gritar y maldecir tirando y pateando todo lo que se le atravesaba en el camino, su rostro se tornó rojo y las lágrimas bordeaban sus ojos mientras su voz se quebraba más y más.
¿Ahora qué mierda haría? No podía quedarse solo con Mictia, no podía quedarse solo en lo absoluto. No, no, necesitaba de Duxo, necesitaba su voz de la razón, necesitaba su mente estratégica. Él era su pilar, lo único que le quedaba de antes de que los caminantes acabaran con todo. Duxo lo había cuidado tanto a él como a Mictia, protegiéndolos del peligro, asegurándose de que no les falte nada, salvándolos de todo, sin él... Aquino ya no estaría aquí.
Todo era tan injusto, esto era lo que Aquino quería evitarse, esto era de lo que estaba huyendo, esto era lo que más temía, si este era su karma por haber intentado suicidarse teniendo a Mictia a su cargo entonces se arrepentía, se arrepentía por completo, aprendió su lección, no volverá a asustar así a su familia, que alguien por favor llegue a decirle que esto era una puta broma y que no estaba pasando en realidad.
Por favor...
-Aquino, para por favor -escuchó al pelinegro en medio de su caos mental- vas a atraer a los caminantes... y asustas a Mictia.
El castaño volteó para encontrarse con la niña llorando y temblando hecha bolita en los brazos de Duxo que también intentaba tragarse sus propias lágrimas. Derrotado Aquino calló de rodillas frente a su amigo escondiendo su cabeza entre sus brazos.
-Duxo no... esto... ¡Esto no puede pasar webón! ¡Te necesito! -gritó entre sus manos para no hacer mas bulla.
El pelinegro se acercó para acariciar la espalda de castaño- Aquino... tienen que salir de aquí -Aquino negó con la cabeza repetidamente- escúchame por favor... esta niña te ama más de lo que tú la amas a ella, antes de que me vaya... tienes que jurarme que nunca vas a dejarla sola... por favor Aquino júramelo.
Aquino alzó la cabeza encontrándose con los ojos de Duxo, que ya se veía más pálido, luego se encontró con la mirada de Mictia, llorosa, triste, desesperanzada. No, Mictia no podía perder la esperanza, cualquiera en este mundo menos ella se podía quedar sin motivos para seguir- L-lo juro...
Un golpe en la puerta los hizo saltar, los caminantes volvieron a apilarse en la puerta, ahora empujando la estantería que la mantenía trancada. Rápidamente Aquino desatornilló la rejilla con un cuchillo mientras Duxo abría el cuerpo del caminante que lo había mordido, cubriéndose a él y a Mictia con las tripas descompuestas.
Una vez estuvo listo se dirigió cojeando a la ventilación- Mictia está lista, solo faltas t- Aquino se lanzó a su amigo en un último abrazo antes de poner el plan en marcha.
Mictia fue corriendo uniéndose al abrazo- Duxo... extrañar... -balbuceó la niña.
Duxo se mordió el labio para evitar llorar en frente de ella- Y-yo también te extrañaré Mic -murmuró soltando el abrazo lentamente- sean sigilosos cuando salgan, los distraeré lo más que pueda.
-¿Y luego? -preguntó esta vez Aquino con la voz apagada.
-Luego... si tengo suerte tendrán un cadáver al que darle sepultura... sino solo corran, no vuelvan por mí, ¿Entendido? -preguntó mirando seriamente a Aquino, que dudó un poco antes de asentir- Los amo muchísimo, cuídense por favor.
Sin más Duxo se metió por la ventilación y se le escuchó bajar al primer piso. Aquino se mordió el labio antes de cubrir su olor con las tripas del caminante, Mictia estaba aferrada a su pierna cual garrapata aguantando el llanto.
Al poco tiempo se escucharon ruidos de cosas cayendo y rompiéndose en el primer piso y los caminantes al otro lado de la puerta empezaron a seguirlo, Duxo lo había logrado, logró abrirles camino. Aquino como pudo se echó al hombro la mochila de Duxo y tomó a Mictia en brazos- Nos vamos de aquí nena, guarda silencio -la niña asintió y escondió su rostro en el hombro de Aquino.
Ambos salieron en silencio, Aquino bajaba las escaleras con una lentitud tortuosa, cada segundo se sentía como minutos enteros, sobre todo cuando un caminante les pasaba por el lado, lo único que podían hacer era aguantar la respiración para evitar ser descubiertos.
El castaño logró recuperar el revólver de Duxo en lo que seguía bajando las escaleras. Aún podía escuchar la bulla que estaba haciendo su amigo del otro lado del primer piso, no habían casi caminantes en su camino a las ventanas.
Con mucho cuidado bajó a Mictia para destrabar la ventana y abrirla usando la palanca que traían en la mochila. Acomodó el fierro y empujó el otro extremo hacia abajo, causando que sin querer el vidrio se rompiera en mil pedazos, llamando la atención de los caminantes- Ay no, no no ¡No!
A la velocidad de la luz Aquino sacó a Mictia por la ventana antes de que los caminantes se le abalanzaran encima, con la misma palanca golpeó el cráneo de un par de muertos dándole tiempo suficiente para lanzar las mochilas por la ventana, Mictia estaba del otro lado expectante, desesperada, sus manos temblando al igual que sus piernas sin saber qué hacer.
-¡Mictia sal de acá! ¡Corre! -gritó Aquino mientras intentaba salir por la ventana aún golpeando a los caminantes con el fierro, la niña obedeció y salió corriendo de la fábrica.
Aquino dio un última patada a uno de los caminantes antes de lanzarse de la ventana cayendo de espaldas, inhaló el aire del exterior como si no lo hubiera respirado en años y tomó fuerzas para levantarse. Se echó ambas mochilas al hombro y corrió hacia la entrada de la fábrica, a donde se había dirigido Mictia.
-¡Mictia! ¡Dux- DUXO! -al llegar a la puerta se encontró a su amigo en el suelo, arrastrándose fuera de la fábrica, su abdomen sangraba y tenía mordidas en la nuca y brazo.
Mictia estaba junto a la puerta intentando cerrarla sin que los caminantes la atraparan, pero era demasiado pesada, Aquino corrió en su dirección, apoyó el pie en el borde de la puerta y la empujó hacia abajo cerrándola completamente.
-¡Duxo!- Aquino se arrodilló junto a Duxo recostando su cabeza en su regazo, una vez lo volteó boca arriba su abdomen quedó expuesto, revelando como parte de su piel había sido arrancada dejando expuesto parte de sus entrañas, el pelinegro jadeaba desesperado intentando tomar aire soltando gimoteos de dolor- Duxo estoy contigo... E-estoy contigo... t-tranquilo... resiste p-por favor...
Mictia se hincó junto a Aquino intentando sacar los vendajes que tenían en la maleta, se los pasó a Aquino que estaba por intentar vendar la herida (el hueco) que tenía Duxo en el estómago, pero el pelinegro lo detuvo- n-no.... desperd-dicien... -balbuceó sin fuerza.
Aquino no pudo evitar llorar, sus manos temblando con el vendaje en la mano mientras sostenía la cabeza de Duxo- p-por favor... no te vayas... no nos dejes...
-Duxo... -balbuceó la niña recargando su cabeza en el hombro del pelinegro humedeciéndolo con sus lágrimas- Amo Duxo, amo Duxo... quedar...
-Aquino... -con las fuerzas que le quedaban Duxo levantó su mano buscando la de Aquino, el castaño tomó la mano de su amigo entre la suya- N-no dejes... que m-me... conv-vierta... -el castaño negó una y otra vez con la cabeza- m-máta-me... por... f-favor...
-¡D-Duxo y-yo no... no puedo! -empezó a sollozar apretando más fuerte la mano del pelinegro en la suya, a duras penas era consciente de lo que estaba pasando, se le hacía irreal tener a Mictia llorando sobre el cuerpo moribundo de su amigo, lleno de mordidas, desangrándose, pálido con una voz y mirada tan... muertas.
Duxo apretó lo más que pudo la mano de Aquino- t-tú pue-d-des... c-con tod-do... -el pelinegro volteó a ver a la niña con cariño- Mic... - la llamó suavemente- b-busc-ca... un j-jard-dín... llen-no de... m-arip-posas... par-ra tí... y A-Aquin-no...
La niña se limpió la cara asintiendo entre sus hipidos- y D-Duxo... Mariposas... p-para Duxo...- balbuceó ahora recargando su cabeza en el hombro de Aquino.
Como pudo Duxo formó una débil sonrisa en sus labios, su niña siempre fue tan dulce incluso en las peores situaciones- M-muy b-bien... Mic-ctia... l-los a-amo... a amb-bos...
Y poco a poco los párpados de Duxo se volvieron pesados, empezando a cerrarse lentamente, ya no sentía dolor, no sentía miedo, solo sentía paz, estaba con su familia, ellos estaban a salvo, y ahora se iría en brazos de su familia, tal vez le harían una tumba en la que podrían recordarlo con amor y respeto, tendrían un cadáver que sepultar después de todo.
No pudo pedir por un final mejor.
Aquino sintió como la mano de Duxo dejaba de apretar la suya hasta que ya no podía sostenerse por su cuenta, tomó a Mictia abrazándola fuertemente con un brazo, dejó la mano de Duxo reposar en su propio pecho para sacar de su bolsillo trasero el revólver del pelinegro, solo le quedaba una bala.
-Tápate los oídos Mic... -susurró a la niña que se cubrió con sus manitas escondiendo su rostro en el pecho de Aquino, el castaño apoyó el cañón del arma en la frente de Duxo, su dedo temblando sobre el gatillo- Te amo Duxo... descansa...
"Bang"
3617 palabras.
Les juro que nunca he llorado escribiendo algo, no entiendo por qué esto me dio tan duro, se me hizo muy difícil escribir la última parte sin que las manos me temblaran jaja alguien máteme xd
Espero que lo hayan disfrutado (o no(?), aún falta un capítulo más para completar el desarrollo de personaje de Mictia (hacer sufrir a niños ficticios es mi pasión)
Recuerden tomar agua, los quiero mucho y besitos en la nalga izquierda <3
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