˚₊· 05
Bruce abrió el gps de su auto y siguió el camino que le indicaba. Pronto se dio cuenta de a dónde se dirigían por lo que se sintió más tranquilo. Mientras conducía, colocó una mano sobre la rodilla de su esposa y ella le dirigió una sonrisa mientras colocaba una mano sobre la de él.
—Siento que hace tiempo que no tenemos una conversación —dijo Bruce cuando se detuvo en un alto.
Elinor asintió pensativa.
—Bueno, los dos estamos muy ocupados. Supongo que es algo normal —se aclaró la garganta— aunque por mi parte no hay nada nuevo. Además de Teseo que llegó hace un mes, todo ha estado igual que siempre en ambas empresas. Aunque hay un poco más de movimiento por lo de las votaciones.
¿Un mes? ¿Ese mocoso llevaba en la empresa un mes y recién se enteraba de ello? Realmente era como si estuviera viviendo en su propia burbuja.
—Teseo parece un buen chico —se obligó a decir para tratar de sacar más información. El semáforo cambió a verde y volvió a avanzar.
—Supongo que sí. No había trabajado antes así que es bastante torpe la mayoría de las veces pero realmente se esfuerza. Quiere ser como su padre pero le he repetido un millón de veces que no tiene que replicar los pasos de su padre, él tiene que hacer su propio camino a su manera.
Bruce asintió sin dejar de ver el camino frente a él. Algo no le gustaba pero no entendía qué. Quitó la mano de la rodilla de la chica y la llevó al volante. Elinor sintió un poco de frío, la mano de Bruce era realmente cálida.
—Y... —no quería preguntarlo pero la incertidumbre lo mataba— ¿te gusta?
No hubo respuesta. Bruce la miró de reojo para darse cuenta de que ella tenía la mirada baja. Parecía estar buscando las palabras adecuadas.
—Oh... —volvió a hablar Bruce— entiendo —apretó el volante con fuerza. No entendía que era ese extraño sentimiento que burbujeaba desde lo profundo de su pecho.
¿Molestia? No. Él lo sabía pero no era capaz de admitirlo. Estaba celoso.
Elinor levantó la mirada para mirar a Bruce y no lo pensó cuando colocó una mano en la pierna de su contrario.
—No... no es eso —habló con duda— Teseo es... Teseo ha sido una agradable compañía este tiempo. He tenido a la prensa encima y... —
—¿Cómo que has tenido a la prensa encima? —la interrumpió.
Bruce volteó a mirarla con el ceño fruncido. Quería poder meterse en su cabeza y entender lo que pensaba.
—No es nada importante. Ya sabes lo pesados que son siempre. Con lo de las elecciones para alcalde me han estado hostigando pero además de preguntar sobre a quién apoya el bufete... han sacado algunas preguntas más personales.
Entonces recordó la nota de la revista que había leído en la oficina. Haciendo un especial énfasis en que no tenían hijos aún y que todo parecía indicar que su matrimonio era alguna clase de farsa. Bruce nunca había considerado la idea de tener hijos, al menos no en un lugar tan horrible como lo es Gotham. Pero... ¿qué pensaba Elinor sobre eso? No tenía ni la más mínima idea.
—Tu... ¿alguna vez has pensado en tener hijos?
La pregunta la tomó completamente por sorpresa.
—Realmente no es algo en lo que haya pensado —fue una mentira a medias. Si lo había pensado, poder formar una familia con Bruce pero sabía que ese era sólo un sueño imposible y nunca le tomó la suficiente importancia.
—Llegamos —murmuró Bruce parando el auto.
Elinor se separó de él dejando salir un pequeño suspiro.
Bruce salió del auto y lo rodeó para abrir la puerta del copiloto y ayudar a salir a Elinor. Un chico del valet parking se acercó a ellos y Bruce le entregó las llaves de su auto. El pobre chico precia realmente impactado por el auto que estaba a punto de estacionar.
Elinor abrazó el brazo de Bruce y se acercaron hasta el hostess.
—¿Tienen reservación? —preguntó el hombre sin dejar de mirar la tablet frente a él.
—Wayne —dijo Bruce.
El hombre levantó la mirada con sorpresa dejando ver unos grandes ojos. Inmediatamente se aclaró la garganta. De pronto parecía más nervioso que hace un segundo.
—Oh... si... si —se acomodó el cuello de la camisa que parecía ahorcarlo— los llevaré a su mesa, señores Wayne. Espero que disfruten de su estancia.
Elinor sonrió pero evitó soltar una risa por lo cómico que le precio el asunto. Ambos caminaron por el elegante restaurante hasta una mesa. Una vez más, Bruce ayudó a su esposa a tomar asiento. El hostess parecía no tener ni idea de qué hacer a continuación así que dio media vuelta pero al hacerlo chocó contra uno de los meseros. Afortunadamente no llevaba comida.
La pareja quedó en silencio. Elinor nunca se había sentido incómoda con esos silencios con Bruce pero ahora mismo todo se sentía realmente raro.
Luego notó que Bruce no estaba usando sus anillos de matrimonio. Elinor sabía que era algo que no debería importarle, pero honestamente le dolió mucho saber que a Bruce no le importaba nada de esto. Él seguía en su papel de fingir ser un buen esposo.
La chica se aclaró la garganta y se puso de pie. Sentía un nudo en la garganta.
—Voy al sanitario —dijo. Trató de sonreír pero inmediatamente dio media vuelta para marcharse.
Bruce la miró desde su lugar hasta que un mesero se acercó a él.
—¿Señor Wayne?
—¿Si?
—Lo que pidió —le entregó una bolsita color blanco, el interior era dorado y las letras de una marca de joyería que estaban impresas en grande eran color negro brillante. Dentro de la bolsa había una caja negra.
—Gracias —tomó la bolsa y el mesero se alejó.
Bruce se sintió un poco culpable. Le habría gustado haber sido él el de la idea de darle algún regalo a Elinor además de llevarla a cenar. Además, realmente no se le habría ocurrido salir a cenar con ella de no haber sido por Teseo. Se dio cuenta de que estaba haciendo las cosas muy mal y no era algo reciente pero no estaba seguro desde cuando. Probablemente desde el inicio. Por primera vez, Bruce consideró toda la situación, no sólo desde su enfoque, sino desde afuera.
Dejó de pensar en ello cuando Elinor regresó. Notó de inmediato lo ligeramente hinchados que se veían sus ojos aunque ella intentaba ocultarlo. ¿Había llorado por su culpa? No entendía del todo qué había hecho mal pero no le gustaba ver a Elinor de esa forma.
La chica volvió a tomar asiento y le dirigió una sonrisa bastante amable. Parecía un poco cansada.
No lo merecía. Bruce se sentía como una horrible persona que no merecía el amor o la amabilidad que Elinor siempre le brindó.
—Tengo un obsequio para ti —habló Bruce con extraña timidez mientras deslizaba la bolsa por la mesa.
Elinor tomó la bolsa con curiosidad y miró a Bruce.
—¿Alguna razón?
Él negó. Su cabeza estaba llena de pensamientos y no se podía concentrar.
—Espero que te guste.
Elinor abrió la bonita bolsa y sacó una caja cuadra bastante grande aunque estaba aplanada. Parecía muy elegante. La chica lo abrió y sonrió al ver el objeto. Miró a Bruce con una gran sonrisa.
—Es hermoso, Bruce. Muchas gracias.
Bruce asintió con una sonrisa y sus ojos se dirigieron al misterioso objeto. Era un brazalete que parecían ser diamantes con algunos zafiros en forma de corazón alrededor. Alfred tenía muy buen gusto, tendría que darle las gracias en cuanto lo viera.
—¿Me ayudas? —Elinor extendió su mano y el brazalete.
Bruce tomó el brazalete y lo desabrochó antes de colocarlo alrededor de su muñeca.
—Listo.
Elinor dejó ver una sonrisa, aunque aún parecía algo triste por algo.
Un mesero se acercó a ellos y les entregó un par de cartas.
—Buenas noches, mi nombre es Max y los estaré atendiendo durante esta velada. La especialidad del día son ravioles rellenos de espinaca y como compañía un vino blanco. Regresare en un momento para tomar su orden.
Elinor le dirigió una sonrisa al hombre y enseguida tomó la carta para ver los platillos, aunque más bien parecía estar ocultándose.
—¿Qué ocurre? —preguntó Bruce sin haber tomado su carta. Tal vez había muchas cosas que no sabía de Elinor en la actualidad, pero ha sido su mejor amiga desde hace mucho tiempo y podía identificar cuando algo le molestaba.
Elinor no lo miró y siguió leyendo.
—¿De qué hablas?
—Elinor —la llamó con voz firme para captar su atención.
Ella bajó la carta y miró al hombre.
—¿Si?
Bruce evitó suspirar con pesadez.
—Sé que ocurre algo. Dime qué es.
Ella lo miró en silencio un largo momento hasta que por fin decidió hablar.
—¿Por qué no estás usando tus sortijas? —se atrevió a preguntar.
Bruce miró su mano. No se había dado cuenta de que las había olvidado. Aunque luego de pensarlo un momento más, no recordaba exactamente dónde las había dejado. ¿En el baño? ¿En la cueva? ¿En la mesa de noche? ¿En el comedor? Se sintió aún más horrible porque ni siquiera recordaba desde cuando ya no las usaba.
Pero... ¿era eso lo que le molestaba a Elinor? ¿Que no estuviera usando sus sortijas? No lograba entender cuál era el problema exactamente.
Debía pensar en una respuesta rápida y creíble y luego ir directamente a buscar sus sortijas.
—Yo... —habló Elinor de nuevo— sé que nada de esto te interesa realmente, Bruce. Sé que lo único que te importa es mantener las apariencias pero... no sé —dejó salir una risa nerviosa pero sus ojos se llenaron de lágrimas que comenzó a limpiar antes de que cayeran— ni siquiera sé por qué te pregunté eso. Realmente no debería importarme. Te quiero mucho, Bruce... eres mi mejor amigo pero ya no sé qué es lo que estás esperando de esto.
Antes de que Bruce pudiera decir nada, el mesero se acercó con una radiante sonrisa que hizo irritar a Bruce. Quería pedirle que se largara pero no era un buen momento.
—¿Están listos para tomar su orden? —miró a la pareja y de inmediato sintió lo tenso que estaba el ambiente pero aunque prefería marcharse, se quedó.
Elinor se limpió el rostro y le sonrió al hombre.
—La especialidad de hoy, por favor —le dijo.
—¿Para el caballero?
—Igual —murmuró Bruce sin dejar de mirar a Elinor.
El mesero tomó las cartas y se marchó con rapidez.
—Lo siento —se disculpó Elinor— firmamos un contrato y sabía en lo que me estaba metiendo cuando lo hice. Culpo a mis hormonas —intentó reír.
—No volveré a quitarme las sortijas —prometió Bruce de pronto— si hay algo que quieras, sólo dilo. Si quieres que salgamos más, eso haremos. No quiero que pienses que sólo te utilizo. Realmente quiero que seas feliz, Elinor. Sé que habrá cosas que no te podré dar —hijos, por ejemplo— pero haré todo por ti. No importa lo que sea.
—Bruce, está bien. No es necesario —tomó la mano del hombre por arriba de la mesa— hoy me he sentido muy sensible y son cosas que normalmente no me molestarían.
Bruce asintió. No dejaba de sentirse como un completo imbécil. Conocía a Elinor, su mejor amiga. Pero no conocía a la Elinor de ahora. No sabía cuál era su canción favorita o cuál era su libro favorito. Ni siquiera recordaba la última vez que le había regalado flores. Era cierto que no estaba obligado a nada de eso, lo decía el contrato que firmaron, pero aún así... sentía que estaba siendo un completo idiota.
El mesero regresó para entregarles su botella de vino. Una colección especial, según había dicho. Pero a ninguno de los dos les importaba en ese momento. Se supone que sería una agradable cena pero las cosas no habían salido como querían.
Más tarde, cuando salieron del restaurante y se dirigían a casa en el auto, el ambiente seguía un poco tenso. Ninguno decía nada pero tampoco estaban seguros de qué podrían conversar.
Elinor se aclaró la garganta y miró a Bruce.
—Por cierto, el sábado nos invitaron a un evento benéfico. Es una gala de noche. Sé que no te gustan esos eventos pero... podríamos ir juntos.
Bruce se detuvo en un alto y miró a su esposa. Era cierto que prefería no ir, pero ahora mismo no le importaba nada ni nadie más. Quería estar con Elinor tanto como fuera posible.
—Iré —dijo con seguridad.
Elinor sonrió y Bruce se atrevió a colocar su mano en la pierna de la chica. Ambos se sentían realmente confundidos por el rumbo en el que iba su extraña relación. Ambos tenían sentimientos por el otro pero ninguno lo había confesado al otro.
Además. Bruce se dio cuenta de ello sólo porque sintió celos de otro chico. Un chico que trataba a su esposa cómo se merecía. Estaba realmente confundido.
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