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˚₊· 04




Alfred miró con curiosidad (y un poco de diversión) a Bruce cuando lo vio vestido con un elegante traje y en el ceño fruncido casi haciendo un puchero con los labios mientras se dirigía hacia el garaje.

—¿Bruce? —el nombrado volteó a verlo— ¿estás bien?

Frunció el ceño aún más, si es que eso era posible, sin entender por qué le preguntaba eso. Estaba perfectamente. Sólo le habían dado unas repentinas ganas de arrancarle la cabeza a alguien sin ninguna razón.

—Por supuesto. Sólo saldré —se aclaró la garganta— ¿puedes hacer una reservación para una cena esta noche?

Alfred sonrió, entendiendo lo que ocurría. Al menos dentro de lo posible, no era complicado sumar uno y uno, y por la expresión de Bruce, supo que estaba pasando por una pequeña ola de celos aunque dudaba que Bruce supiera eso. Sin duda, Alfred ahora quería saber exactamente qué había ocurrido, pero se enteraría más tarde o por su propia cuanta una vez que revisara las cámaras de seguridad en la cueva.

—Por supuesto. ¿Saldrás con tu tu esposa?

Asintió una sola vez y sin decir otra palabra, subió al ascensor. Para Alfred era más que obvio y evidente que esos dos tenían sentimientos el uno por el otro, más que como simples amigos, pero al parecer ellos eran los únicos que no se daban cuenta de ello. Tal vez podría darles un empujón, pero no podía hacer mucho más. Ellos debían descubrir lo que sentían y aceptarlo para confesarlo por su cuenta.

Bruce subió a su auto y salió a toda velocidad rumbo al bufete. En menos de quince minutos ya estaba estacionando el auto frente al edificio. El guardia de seguridad se acercó para decirle que no podía dejar el auto allí, pero sus palabras quedaron atascadas cuando se percató de que era el mismísimo Bruce Wayne. Ni en un millón de años podría decirle al esposo de su jefa que no podía estacionarse frente al edificio. Podría perder su trabajo.

—Señor Wayne, es un placer verlo. ¿Hay algo en que lo pueda ayudar?

Bruce lo miró sin alguna expresión en particular.

—No realmente. Sólo venía a atender algunas cosas con mi esposa.

El pobre hombre se sintió bastante intimidado y no estaba seguro de qué decir. Estaba más temeroso por que no se le trabara la lengua y quedar como un completo tonto.

—Claro, señor. Si gusta puede dejarme las llaves de su auto y le pediré a alguien que lo estacione.

—No tardaré mucho, así que no lo lleven tan lejos.

Bruce le entregó las llaves de su auto y así comenzó a caminar con pasos firmes al interior del edificio. Eran evidentes los murmullos de los empleados que pasaban por el lugar al ver a Bruce. Era realmente extraño verlo en lugares públicos y era aún más extraño verlo en la oficina pues ni siquiera asistía a las reuniones o a su propia empresa.

Subió al ascensor, presionó el botón que lo llevaba al último piso y esperó con paciencia a que la caja metálica lo llevara a su destino. Se sintió bastante irritado cuando personas comenzaron a subir. Algunos le daban las buenas tardes pero él se limitaba a asentir con incomodidad. No estaba acostumbrado a las interacciones humanas y prefería evitarlas.

Por fin llegó al último piso, no recordaba la última vez que estuvo en ese lugar pero lucía bastante diferente a cómo lo recordaba, sin embrago, no le desagradaba en lo absoluto. Todo indicaba que ese era el lugar de Elinor. Eso lo hizo sentir tranquilo.

Se acercó a la gran puerta de madera, afuera había una placa de metal que decía "Elinor Wayne". Sonrió al verlo. Pero frunció el ceño al escuchar una suave risa proveniente del interior.

—Señor Wayne —volteó a ver a la persona que pronunció su nombre. Reconoció a la secretaria de Elinor, pero no recordaba su nombre.

—Hola —saludó con seriedad— vine a buscar a mi esposa. ¿Está ocupada?

Sabrina abrió y cerró la boca un par de veces sin saber qué decir exactamente.

—Lo siento, la señora Wayne no me dijo que usted vendría hoy. Pero le diré que está aquí.

—No te preocupes, puedo tocar la puerta yo mismo.

Sabrina se quedó pasmada. No tenía ni idea de qué decir o qué hacer. Normalmente no le permitiría a nadie entrar y molestar a Elinor sin antes avisarle a ella, pero ese hombre no era cualquier hombre. Era Bruce Wayne. El esposo de Elinor.

—De... de acuerdo, señor —balbuceó aún sin estar muy segura de qué hacer.

Bruce se acercó más a la puerta y tocó un par de veces con sus nudillos. Esperó un momento hasta que la puerta se abrió. Para su sorpresa, no fue su esposa la que abrió. Se encontró de frente con aquel chico que había visto en las cámaras de seguridad. Teseo.

Aquel chico lo miró expectante, como si no supiera que era Bruce Wayne el que estaba frente a él. Bruce lo miró con intensidad y si las miradas matasen, el pobre chico ya estaría a diez metros bajo tierra. Sin embargo, ese chico no se dejó intimidar y le sostuvo la mirada por un buen momento.

—Busco a Elinor —dijo por fin Bruce.

Asintió y se hizo a un lado.

—¿Teseo? —escuchó la voz de Elinor— ¿quién era?

Bruce se adentró más a la habitación hasta que por fin vió a su esposa. Elinor se puso de pie con una gran sonrisa pero Bruce notó de inmediato el gran ramo de rosas que ya estaba en un florero en la mesita de café frente al par de sillones en la esquina.

—Bruce —frunció el ceño— no tenía ni idea de que vendrías. ¿Está todo bien?

Le causó cierto alivio que el tono de voz de Elinor fuera el mismo. No era molesto o desganado.

—Sí, lo siento. ¿Es un mal momento?

Ella negó.

—Para nada. Estaba hablando con Teseo sobre algunas cosas —miró al chico que no dejaba de mirar a Bruce con el ceño fruncido, casi como si estuviera molesto por la interrupción.

Bruce lo miró con molestia bastante evidente pero aquel chico formó una incómoda sonrisa y se acercó con la mano extendida.

—Oh, soy Teseo Pierce —se presentó y extendió su mano mientras intentaba sonreír. Bruce jamás había visto una sonrisa más falsa pero aún así tomó la mano de aquel chico, aunque no le devolvió la sonrisa y en su lugar apretó con más fuerza de la necesaria.

Teseo no se quejó por el fuerte apretón y en su lugar le sostuvo la mirada.

—Bruce —se presentó— Bruce Wayne. El esposo de Elinor.

—Es un gusto conocerlo, señor Wayne. Había escuchado mucho de usted pero es un verdadero placer tenerlo de frente —le irritó lo natural y sereno que sonó ese mocoso.

—Bruce —le habló Elinor y ambos hombres soltaron sus manos— Teseo es hijo de Gabriel Pierce, ¿lo recuerdas? Un amigo de nuestros padres. Gabriel me pidió que le enseñara a Teseo sobre el negocio ahora que se retiró y su hijo tomará el control del bufete junto conmigo. Por ahora es más un asistente mientras aprende lo que hago para que se vaya adaptando a todo el negocio. Aunque aprende muy rápido.

Le sonrió a Teseo y él le regresó la sonrisa. Una auténtica. Algo que a Bruce no le gustó para nada.

¿Asistente? Podría haber aceptado el hecho de que ese niño fuera el sucesor de Gabriel pero no había ninguna necesidad de que ese mocoso estuviera todo el tiempo junto a Elinor.

—Elinor habla demasiado bien de mi pero en realidad soy un novato en todo esto. Siempre me dediqué exclusivamente a mis estudios y no sé básicamente nada del mundo real —sonrió mientras miraba a la chica con ojos soñadores.

Elinor se acercó a él para poner una mano en su hombro.

—Eres bueno, Teseo. Cuando te des cuenta estarás manejando la empresa con los ojos cerrados.

—Estaremos —corrigió— el bufete ahora es nuestro.

Elinor asintió y Teseo volvió a mirar a Bruce, pero él sólo miraba a su esposa.

—Entonces los dejo solos —comenzó a caminar pero se detuvo justo antes abrir la puerta— Elinor, entonces mañana paso por ti para ir a desayunar con los clientes de Star City, ¿a las ocho está bien?

Elinor miró primero a Bruce y luego a Teseo. Por un segundo se sintió desconcertada pero volvió a sonreír.

—Ocho y media. Por favor pídele a Sabrina que llame a todos para avisarles que nos veremos a las diez en lugar de a las nueve.

—De acuerdo. Fue un gusto, señor Wayne.

Bruce se limitó a asentir, mirándolo apenas de reojo. Se sintió más aliviado cuando el chico salió de la habitación y los dejó completamente solos.

—¿Bruce? —Elinor estaba frente a él y le había tomado la mano— ¿seguro que todo está bien?

—¿Te gustaría salir a cenar hoy? —ignoró por completo la pregunta.

Elinor lo miró con cierta curiosidad. No era exactamente muy normal que Bruce apareciera de pronto en la oficina solo para invitarla a cenar. Pudo haber llamado o enviar un mensaje de texto.

—Seguro. Eso me gustaría —besó su mejilla y se separó con una sonrisa.

—De acuerdo —Bruce sintió que sus comisuras se levantaban en una pequeña sonrisa por primera vez en el día.

Elinor dejó salir una risa y se colocó frente a él para acomodar las solapas de su saco y enderezar su corbata. Por un momento, la mano de Elinor tocó el cuello de Bruce y eso lo hizo suspirar.

—¿Seguro que estás bien, cariño? —volvió a preguntar con voz suave pero preocupada.

Asintió.

—Sí, es sólo que me di cuenta que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que salimos. Quería estar contigo a solas un rato.

—Entonces, sólo terminaré con un par de documentos y enseguida estaré contigo. ¿Bien?

—Está bien.

Elinor se alejó y se dirigió a su escrito. Mientras tanto, Bruce comenzó a caminar por la oficina. Sonrió apenas un poco cuando vio una foto donde aparecían los padres de ambos junto con Bruce y Elinor en esa misma oficina. Había una foto parecida en la oficina que tenía en Wayne Enterprises.

Caminó más cerca del escritorio de la chica, ahora tenía un poco más de curiosidad por las fotografías que había a su alrededor. Eran cuatro, dos de cada lado.

La primera, era una donde estaba Elinor con su padre el día de su graduación. Bruce se enteró que el hombre murió un año después por problemas de salud. Se lamentaba mucho no haber estado para Elinor cuando eso pasó.

La segunda, era una foto de su boda, de ellos dos. A Bruce le pareció una foto hermosa y se hizo un recordatorio mental para decirle a Alfred que buscara esa misma foto y la enmarcara para tenerla en la cueva junto a las computadoras.

La tercera foto era una de él. Tendría tal vez un par de años. Bruce no recordaba cuando le habían tomado esa foto pero se sintió extraño. Aunque feliz por saber que Elinor lo tenía presente.

El cuarto marco estaba vacío. Bruce frunció el ceño sin comprender por qué tenía un marco solo. ¿Estaba esperando a encontrar la fotografía correcta o algo por el estilo?

Quiso preguntar pero al final no lo hizo. Entonces caminó hacia la ventana y miró la hermosa vista. Observó desde allí el lugar que siempre usaba para mirar a su esposa.

Sin embargo, algo llamó su atención. En el estante a su lado, además de los libros y adornos, había una revista. Una que desentonaba de todo lo demás y fue por simple curiosidad que la tomó ya que en la portada aparecía Elinor.

Encontró rápidamente la pagina que hablaba de ella, haciendo un breve resumen de su vida hasta ahora pero también había una foto que más bien sólo era una silueta oscura que se suponía debía ser él.

El final de la nota llamó su atención.

"Elinor Reid y Bruce Wayne se convirtieron en marido y mujer hace poco más de dos años. Se esperaba con ansias la descendencia de ambos, sin embargo, no hay señales de futuros bebés. Elinor se ha negado rotundamente ha hablar de su vida privada y es muy raro ver al empresario Bruce Wayne por las calles de Gotham. ¿Será que descubrieron que su matrimonio no funcionó? ¿O será toda una farsa? A continuación dejamos nuestras teorías de por qué creemos que el matrimonio Wayne es toda una farsa".

Bruce frunció el ceño con molestia y estaba por continuar con la lectura pero escuchó los pasos de Elinor y dejó la revista en su lugar.

—Listo —escuchó a Elinor.

La miró con una pequeña sonrisa y se acercó a ella. ¿Hijos? Jamás se le había pasado eso por la cabeza. En realidad... solo había estado utilizando a Elinor para una única cosa sin tomar en cuenta nada más que su venganza.

—Entonces vamos —dijo sin poder de pensar en un montón de cosas.

Elinor llevaba su bolso en el brazo y salió de la oficina cuando Bruce le abrió la puerta. Afuera estaba Sabrina mirando su computador y solo levantó la vista cuando escuchó a su jefa.

—¿Hoy saldrá temprano, señora Wayne?

Elinor asintió mientras tomaba la mano de Bruce. Algo que a Bruce le gustó e hizo un poco de presión.

—Sí. Bruce y yo saldremos a cenar. Te puedes ir también.

—De acuerdo. Muchas gracias.

—Por cierto, mañana llegaré después del mediodía porque tengo un desayuno con unos clientes e iré con Teseo. Pero a la una de la tarde tengo una reunión en empresas Wayne, así que llega allá y no aquí.

—Sí, Teseo me informó del cambio de horario cuando se marchó. Ya estoy llamando a todos para informarles el cambio. Entonces la veré en la otra oficina. Que tengan una linda velada.

Elinor le dirigió una sonrisa antes de subir al ascensor junto con Bruce sin soltar su mano.

—¿A dónde iremos? —le preguntó Elinor.

Bruce no supo qué decir. Sólo le había pedido a Alfred que hiciera una reservación pero no le dijo en dónde ni a qué hora.

—Es una sorpresa —murmuró.

Elinor sonrió.

—No es muy común de ti eso de las sorpresas. ¿Estás bien?

—Perfectamente. A veces sólo quiero salir a cenar con mi esposa y pasar un rato fuera de las computadoras.

Elinor sintió un cosquilleo en el estómago pero se recordó a sí misma que Bruce sólo estaba siendo amable. Siempre fue así y no debía emocionarse de más.

Llegaron a la planta baja.

—¿Me das un minuto para hacer una llamada? —le dijo Bruce y una vez que Elinor asintió se alejó para llamar a Alfred.

—¿Señor Wayne? —escuchó la voz del hombre.

—Alfred. Lo siento, salí muy rápido y olvidé decirte donde quería la reservación.

Aunque no lo vio, Alfred sonrió.

—Ya me hice cargo de todo, Bruce. Mandé la ubicación a tu auto y la reservación es a las siete. Además le pedí a alguien que llevara un regalo para Elinor, te lo darán en cuanto entres.

Bruce se sintió más relajado. No tenía ni idea de qué haría sin él.

—Gracias, Alfred.

—Ni lo menciones.

La llamada terminó y Bruce se acercó a su esposa.

—Iré por el auto, ¿me esperas aquí?

—Por supuesto.

Bruce ni siquiera lo pensó cuando se inclinó un poco para besar la frente de la chica. Elinor se sorprendió pero no dijo nada y simplemente sonrió.




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