˚₊· 03
Un año había pasado desde su boda. Bruce y Elinor habían creado una rutina bastante agradable. Elinor se había hecho cargo de ambas empresas justo como lo prometió y de vez en cuando, la pareja salía a cenas o eventos para seguir manteniendo las apariencias. Todo resultaba ser perfecto. Al menos dentro de lo posible. Nadie parecía sospechar nada, y únicamente creían que Bruce era un ermitaño extraño y era su esposa el que lo convencía de salir de vez en cuando.
Bruce había llegado alrededor de las cuatro de la mañana a la casa, había sido una noche verdaderamente agotadora, principalmente porque casi era 31 de octubre y el crimen aumentaba durante esas fechas. Se quitó su traje en la cueva y enseguida se dirigió al baño para darse una rápida ducha y quitarse el sudor y suciedad que había acumulado durante la noche. Estaba cansado, pero en realidad ya se había acostumbrado a dormir durante el día y mantenerse despierto durante toda la noche. O simplemente dormía por un par de horas cada cada cierto tiempo, algo que había aprendido en alguno de sus múltiples viajes.
Una vez que estuvo completamente limpio y fresco, se dirigió a la habitación de Elinor. La había visto desde el techo de un edificio cuando estaba trabajando, le gustaba vigilarla de vez en cuando si tenía un poco de tiempo libre. Pero esta vez no se percató de a qué hora regresó a casa. Un millón de veces le había pedido que no se quedara en la oficina hasta tan tarde, pero la chica era una verdadera adicta al trabajo y a veces se le pasa el tiempo sin darse cuenta. Al menos siempre había un auto afuera del edificio esperándola para llevarla a casa.
Abrió con cuidado la puerta de la habitación para no despertarla y la vio acostada en la cama. Sonrió un poco para sí mismo ahora que la veía a salvo. Se acercó con pasos silenciosos y tomó asiento en el borde de la cama. Con delicadeza, quitó un mechón de su rostro y la miró descansar. Estaba tan tranquila y serena.
La chica se removió en su lugar durante un instante hasta que abrió los ojos sólo un poco.
—¿Bruce? —murmuró adormilada.
—Lo siento, te desperté —habló en voz baja sin dejar de dar suaves caricias en su mejilla.
Ella negó, esta vez un poco más despierta.
—No pasa nada —se sentó— ¿estás bien, cariño?
Él asintió. Le gustaba que le dijera "cariño" o cualquier apodo cursi, pero es algo que nunca diría en voz alta. Le avergonzaba admitirlo.
—Fue una noche larga, sólo eso. Iré a mi habitación, lo siento por despertarte.
Bruce estaba a punto de ponerse de pie, pero Elinor lo tomó de la mano.
—Ven, recuéstate un momento. ¿Tienes alguna herida?
Negó pero acató la orden y se dejó caer en las suaves colchas. A veces sentía que no merecía ser tratado de esa forma tan amable. Que no merecía todas las atenciones que Elinor le daba. Pero en realidad le encantaba y tenía miedo de admitirlo. En su mente, él pensaba que no merecía nada de eso, que no era realmente digno de ser amado.
—Nada realmente importante. Un par de rasguños y moretones.
Elinor se levantó de la cama rápidamente y abrió un cajón de la cómoda, sacó algunas pastillas y se las dio a Bruce.
—Tómalo. Te sentirás mejor cuando despiertes.
Ni siquiera hizo preguntas cuando tomó la cápsula de la mano de la chica y la metió a su boca para tragarla. La chica volvió a recostarse en la cama, esta vez cubriendo al hombre con las cobijas.
—Cierra los ojos.
Así lo hizo. Se acomodó en la cama y permitió que el sueño lo invadiera, se sentía tan cómodo y seguro en compañía de Elinor. A veces le aterraba. Sentirse tan vulnerable. Pero confiaba ciegamente en ella. Era cuando sus defensas bajaban a cero y él ni siquiera lo notaba por completo.
La chica comenzó a dejar suaves caricias en su cabeza mientras tarareaba una canción. Bruce comenzó a relajarse hasta que perdió la conciencia y se hundió en un profundo sueño. No era la primera vez que dormía en la cama de Elinor, pero no era algo que pasara con regularidad. Bruce había descubierto que no tenía pesadillas cuando dormía con ella, pero en realidad le avergonzaba pedirle que durmieran juntos. Eran esposos, pero siempre habían mantenido su distancia. La única vez que se besaron, fue el día de su boda, luego de eso, su relación permaneció igual que cuando eran amigos.
Elinor también volvió a cerrar los ojos y cuando escuchó los suaves ronquidos de Bruce, se permitió dormir.
Por la mañana, casi a las ocho, Elinor despertó para alistarse e ir a trabajar. Bruce seguía dormido, por lo que simplemente dejó un beso en su mejilla y lo cubrió con las cobijas. Entró al baño en silencio luego de tomar su ropa.
Cuando Bruce despertó, permaneció con los ojos cerrados durante un momento mientras movía su mano, dándose cuenta de que estaba solo en la cama. Por fin abrió los ojos, dejando salir un profundo suspiro.
—Buenos días —escuchó una suave voz. Levantó un poco la cabeza para darse cuenta de que era Elinor.
La chica estaba usando un bonito vestido negro, adornado con un cinturón de metal dorado. Ya estaba peinada y maquillada y sólo se estaba poniendo unos aretes. Bruce no podía dejar de pensar que era la mujer más hermosa del universo.
—Hola —saludó Bruce.
—Creí que dormirías un poco más. Aún es temprano.
—Tengo que hacer algunas cosas.
Asintió con una sonrisa.
—Yo hoy tengo una reunión bastante importante, así que no me podré quedar a desayunar pero Alfred ya preparó todo. Deberías ir a comer algo antes de meter tu cabeza en las computadoras.
—Y tú no deberías salir sin comer algo.
—Estaré bien. Prometo que comeré algo en la oficina.
—De acuerdo. Te veré en la noche, ¿bien?
—No te esfuerces demasiado, Bruce.
El hombre no dijo nada pero vió a la chica salir y escuchó sus tacones aún en el pasillo. Le pareció extraño que la chica no se hubiera acercado para besar su mejilla o su frente. Era algo que ella siempre hacía cuando se despedía y aunque no le quiso tomar importancia, no dejó de pensar en ello durante un buen rato. ¿Había hecho algo mal? Ella no estaba obligada a dar ninguna muestra de afecto, lo decía en su contrato... pero ya se había acostumbrado tanto a esas pequeñas muestras que ahora se sentía simplemente extraño.
No quería levantarse, no quería abandonar la cama de Elinor pero lo hizo casi veinte minutos después cuando Alfred lo fue a buscar para que tomara su desayuno.
Alrededor de las cuatro de la tarde, Bruce estaba en la cueva mirando las computadoras mientras tomaba una bebida energética, cuando vió algo que le llamó la atención.
Elinor sabía que Bruce tenía acceso a básicamente todas las cámaras de seguridad de la ciudad, incluidas las de la oficina y del bufete, pero no pensaba con regularidad en ello y Bruce no las vigilaba con mucha frecuencia, aunque era la única pantalla que no permitía que cambiara ya que de esa forma se daría cuenta rápidamente si algo andaba mal con su esposa.
Frunció el ceño y se dejó caer en su asiento mientras ponía las cámaras en la pantalla principal y miraba fijamente. Era Elinor, una junta ya había terminado y la mayoría comenzaba a salir de la sala de juntas. Pero había un chico que se quedó atrás con ella. Ambos hablaban muy animadamente, Elinor estaba riendo de algo que dijo el chico. Lamentaba no haber puesto cámaras con audio.
Sin embargo, eso no fue todo. Un repartidor entró a la sala con un hermoso ramo de rosas rojas, que le entregó a Elinor. Bruce fue capaz de leer los labios del chico y había dicho algo parecido a "espero que te gusten". Y a Elinor contestar algo como "son hermosas, gracias".
No es algo que debería molestarle, pero Bruce comenzaba a tensarse. Elinor era su esposa, pero era en realidad toda una mentira. Ella no estaba obligada a amarlo y Bruce sabía que tarde o temprano ella encontraría a alguien que le pudiera dar todo lo que él no podía. Pero no le gustaba para nada ver aquello.
Suspiró irritado y se acomodó en su asiento. Quiso resistirse, pero la intriga le comenzó a ganar.
—Comencemos con un reconocimiento facial —murmuró para sí mismo— veamos quién eres y por qué pareces ser muy cercano a mi esposa.
Esperó a que la computadora hiciera su trabajo hasta que finalmente lo encontró y no dudó ni un segundo en abrir su expediente.
• Teseo Pierce.
• 23 años.
• Recién graduado de la escuela de leyes con honores.
• Hijo de Gabriel Pierce, el hombre que fundó Reid & Pierce junto Mikel Reid (el padre de Elinor).
Y un montón de información más en su expediente, desde que había nacido, su tipo de sangre, sus calificaciones escolares y cualquier dato que estuviera relacionado a ese chico.
Bruce descubrió que Gabriel recientemente había anunciado su retiro del bufete y había dejado a su hijo como sucesor junto a Elinor para que mbps llevaran el bufete justo como lo habían hecho ellos.
Sin embargo, Teseo era un recién graduado y no parecía tener muchos conocimientos en el campo laboral. Entendía que heredara la posición de su padre pero no le gustaba para nada la forma en que se relacionaba con su esposa. Como si fueran muy cercanos.
Bruce frunció aún más el ceño. ¿Qué hacía ese mocoso dándole flores a su esposa? ¿Y por qué demonios parecían ser tan cercanos? Pero peor aún, ¿por qué Elinor no le había dicho nada de eso? Bueno, era cierto que sus conversaciones no era muy extensas debido a que apenas convivían un par de minutos al día, pero aún así, era algo que le hubiera gustado saber.
¿Era ese niño la razón por la que no le había dado un beso de despedida esa mañana? ¿Era ese mocoso algo para Elinor?
Dejó de mirar las computadoras y se puso de pie para salir de casa. Su primera parada, sería Elinor. Tenía muchas preguntas que necesitaban respuesta inmediata.
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