˚₊· 02
Elinor estaba en su oficina revisando algunos documentos. Era algo tarde, pero ya se había acostumbrado a pasar noches enteras en la oficina revisando algunos casos. No tenía mucho más que hacer y en realidad disfrutaba mucho de su trabajo.
Sabrina, su secretaria, se había marchado ya hacía varias horas, cuando el reloj marcó las seis en punto. Era muy peligroso andar por las calles de Gotham tan tarde y Elinor no le permitía a Sabrina quedarse más allá de su horario de salida por meras cuestiones de seguridad.
Sin embargo, le resultó bastante extraño cuando escuchó que las puertas del ascensor afuera de su oficina se abrían. Se suponía que estaba sola y en todo caso, el guardia de seguridad que vigilaba la entrada, le habría avisado que alguien subía.
Miró fijamente con cierta preocupación, lista para presionar el botón de pánico que estaba debajo de su escritorio en caso de que fuera alguna clase de delincuente el que hubiera entrado. También había tomado el arma que ocultaba en su cajón por si a caso. No sería la primera vez que alguien intentaba entrar, aunque la mayoría de la cecea sólo eran adolescentes delincuentes de las calles y terminaban en la correccional.
Las puertas de su oficina se abrieron un poco y tomó el arma con mayor fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Nunca le había encantado la idea de dispararle a algo a alguien pero viviendo en un lugar como Gotham, te tenias que acostumbrar.
Dejó salir el aire que había estado reteniendo cuando vio un rostro familiar. Se relajó y dejó ver una gran sonrisa dejando el arma en el escritorio.
—Bruce Wayne —el nombrado sonrió— es un verdadero milagro verte.
Bruce sonrió un poquito mientras se acercaba.
—Elinor —llegó frente al escritorio y miró el arma con el ceño fruncido— lo siento si te asusté. Le pedí al guardia que no anunciara mi llegada porque quería sorprenderte, pero creo que al final te asusté.
Ella negó con una sonrisa y se puso de pie para acercarse al recién llegado.
—Me alegra tanto verte, Bruce —extendió los brazos y el hombre no lo dudó ni un segundo antes de rodearla con sus grandes brazos— te extrañé. El arma es por si acaso, tengo un botón de pánico.
Wayne cerró los ojos un momento, disfrutando de estar de nuevo con su mejor amiga. No la había visto en algunos años y aunque habían mantenido un poco de contacto por mensajes, no se comparaba en lo absoluto con tenerla frente a él. Con tenerla entre sus brazos.
—También estoy tan feliz de verte, Eli. Fui a tu casa, pero dijeron que seguías en la oficina.
Finalmente se separaron y Elinor caminó hacia la mini sala de la oficina, tomó asiento y Bruce imitó su acción, tomando asiento a su lado.
—Si te soy sincera, es aburrido estar en casa y prefiero trabajar. A veces voy a ver los avances en los casos pero últimamente no ha habido mucho y por ahora no trabajamos en nada nuevo. El crimen en la ciudad nunca para pero los abogados de la empresa tienen bastante miedo de tomar algunos de los casos y me tengo que hacer cargo por mi cuenta.
Bruce la miró fijamente. Ambos habían cambiando bastante desde la última vez que se vieron pero aún permanecía esa emoción por haberse reencontrado. En los últimos meses había visto a Elinor por fotografías del periódico o en los noticieros que mencionaban al bufete Reid & Pierce y a todos los criminales que habían metido tras las rejas. Aunque no le gustaba que la chica se involucrara en tanto peligro, pero suponía que ella sabía hasta donde era suficiente y no entrometerse de más.
—Yo estuve viajando todo este tiempo —suspiró— Elinor, si te soy sincero... vine porque quiero pedirte un favor.
La chica tomó las manos de Bruce entre las suyas y lo miró preocupada.
—Por supuesto, lo que sea Bruce. Lo que necesites aquí estaré siempre.
Él la miró con cierta ternura. Sentía que no merecía tanta amabilidad de su parte.
—Primero escucha lo que te diré. En realidad no es algo que espero que aceptes de inmediato.
Elinor lo miró con curiosidad.
—Bruce, haría cualquier cosa por ti. Lo sabes.
Hubo un momento de silencio. Bruce la miraba fijamente, analizando cada una de sus facciones.
—Hay algo que debo hacer y puede ser peligroso, además de que tomará la mayor parte de mi tiempo y eso hará que descuide mis responsabilidades como el supuesto empresario que soy.
Elinor frunció el ceño.
—Bruce, creo que no te comprendo a qué quieres llegar con eso.
—Además de Alfred y tú, no hay nadie en este mundo en quien confíe más. Pondría mi vida en tus manos sin pensarlo ni un segundo. Y luego de pensar en las cosas durante bastante tiempo, necesito que alguien se haga cargo de Wayne Enterprises. Pero no se lo puedo pedir a cualquier persona o sería sospechoso. Debe ser a alguien muy, muy, muy cercano a mi. Alguien en quien confíe con todo mi ser.
Elinor miró a su contrario atónita. ¿Había escuchado bien?
—¿Quieres que me haga cargo de tu empresa? —preguntó con auténtica sorpresa.
—Así es, pero hay algo más.
—¿Qué es?
—Lo hablé con Alfred y llegamos a la conclusión de que sería extraño que alguien totalmente ajeno a empresas Wayne maneje la empresa. Pero nadie diría nada si fuera la señora Wayne —habló en voz más baja al decir esa última frase— y no sólo eso, sino también una exitosa abogada que ya se ha llevado a la cima a un bufete. Un bufete que todos los criminales de Gotham temen.
Elinor soltó las manos de Bruce y se puso de pie. Sentía que su corazón se aceleraba con cada segundo que pasaba.
—Bruce... —su voz salió en un suspiro. Ni siquiera era capaz de pensar correctamente para hablar. Su cerebro tenía tantas ideas que era incapaz de poner en orden— yo ni siquiera sé de qué rayos es tu empresa. ¿Cómo se supone que la maneje si lo único que sé son leyes y esas cosas?
Wayne dejó salir una risa.
—No te preocupes por eso. Ya te dije que lo único que necesito es un rostro para la empresa. Y de todas formas, Alfred y yo te ayudaremos siempre.
Elinor lo miró tratando de adivinar lo que pasaba por su cabeza.
—Bruce... —murmuró pero el nombrado se apresuró a hablar.
—No tenemos que hacer nada —le dijo con bastante calma— sólo quiero que lleves mi apellido. Necesito alguien que represente a Bruce Wayne mientras yo hago mis cosas y quien mejor que su esposa. Alfred lo comentó simplemente por decir algo pero de inmediato pensé en ti. No hay nadie en este mundo en quien confíe más que en ti, Elinor. Y yo realmente te necesito.
—Bruce... —murmuró atónita— eso es... por dios, es tan repentino.
El hombre bajó la mirada. ¿Cómo pudo haber creído que aceptaría a una petición tan absurda? Ella tenía su propia vida y él la quería amarrar a él para siempre. ¿Qué tal si en ese momento estaba saliendo con alguien?
—Elinor, lo siento... fue muy estupido de mi parte obligarte a... —
—Lo haré —le interrumpió— me casaré contigo.
Bruce casi no lo podía creer. Sonrió un poco mientras se acercaba para abrazar a su mejor amiga y su ahora futura esposa.
Elinor había aceptado simplemente porque estaba locamente enamorada de Bruce y era cierto que el amor te hace tomar decisiones estúpidas. ¿Era esta una de esas decisiones? Probablemente.
Y Bruce estaba tan ciego en su venganza que nunca tomó realmente en cuenta los sentimientos de Elinor.
Finalmente se separaron y volvieron a tomar asiento. Elinor se aclaró la garganta y tomó la mano de su futuro esposo.
—Bruce, me casaré contigo y me haré cargo de ambas empresas. Pero con una condición.
La miró con curiosidad.
—Lo que sea.
—¿Qué rayos estas planeando? ¿Por qué no puedes hacerte cargo de la empresa? ¿Por qué necesitas de alguien más para esto?
Bruce lo pensó por un momento y asintió suavemente.
—Supongo que es justo que te lo diga.
Bruce tomó amabas maños de la chica entre las suyas y comenzó con su explicación. La razón de sus viajes, de por qué cambiaba una y otra vez de universidad, de por qué siguió de viaje incluso cuando terminó con todos sus estudios y de los planes de venganza que había organizado. De la estación de tren abandonada debajo de su edificio y de cómo la había modificado con ayuda de Alfred.
Elinor en realidad estaba aterrada, aterrada por que había la posibilidad de perder a su mejor amigo. Al hombre que amaba.
—¿Prometes que nunca me guardarás secretos, Bruce? Pase lo que pase.
La miró directamente a los ojos.
—Te lo prometo. Te lo diré siempre todo.
Elinor sonrió.
—Bien. Entonces organicemos una boda.
Bruce sonrió con cierta incomodidad. Lo único que no le gustaba de todo el asunto, era que tendrían a los medios encima durante un buen tiempo.
—Antes de eso, hay algo más importante.
Lo miró sin comprender.
—¿Qué es?
Bruce sacó algo del interior de su saco y Elinor sonrió emocionada. Era una sortija. Se sentía como un maldito sueño.
—Recuerdo con mucha claridad que mi madre siempre usaba esta sortija, ella misma me dijo una vez que se la podía dar a la mujer con la que quisiera casarme. Así que, Elinor Reid, ¿me harías el honor de casarte conmigo?
Asintió.
—Claro que sí, Bruce.
Quería lanzarse y besarlo, pero sabía que aquello sería sólo una farsa. Un matrimonio arreglado para un beneficio. Sin embargo, Elinor quería imaginar que todo era real, que Bruce en realidad la amaba tanto como ella a él.
Quería vivir una hermosa mentira por un pequeño momento.
—Por Dios, tendremos a la prensa sobre nosotros durante un buen tiempo —comentó la chica divertida.
—Ni lo menciones, ya le pedí a Alfred que contratara más seguridad privada que esté en todo momento cuidando el edificio donde te encuentres. No podré estar en todo momento junto a ti, pero no dudes que nunca dejaré que alguien te haga daño, Elinor. Nunca.
—Tranquilo, Bruce. Yo también sé protegerme como habrás visto —ambos dejaron salir una risa.
—No tengo duda de eso. Aún recuerdo cuando le pateaste el trasero a esos chicos que molestaban a Rory. Jamás volvieron a molestarlo.
La chica sonrió ante el recuerdo.
—Bruce —murmuró— ¿tú estás realmente de acuerdo con esto?
—Por supuesto —dijo sin dudarlo.
—De acuerdo.
—Por cierto, tal vez deberíamos hacer alguna clase de contrato. No me importa que todas las ganancias que generes de ambas empresas te las quedes, sólo déjame con el quince por ciento.
Ella negó divertida.
—Bruce, te puedes quedar con todas las ganancias de tu empresa. No me importa, aunque no lo creas, el bufete Reid & Pierce es muy exitoso, ya abrimos un par de despachos en otras partes del país y estamos a punto de inaugurar un nuevo edificio en Star City. Lo mejor sería casarnos por bienes separados.
Bruce casi deja salir una risa. En serio admiraba a esa chica.
—Estoy tan orgulloso de ti, Elinor. Y estoy seguro de que tu padre también lo estaría.
Asintió con tristeza.
—Gracias, Bruce.
🥀🦇
Fue una boda hermosa, Elinor se esforzó muchísimo con cada detalle y Bruce simplemente cooperaba con todo lo que la chica le pedía. No le importaba hacer realidad todos sus caprichos, después de todo, era él el que le estaba pidiendo demasiado. No le importaba medirse quince trajes distintos para que al final le hicieran uno a la medida y con el gusto de Elinor. Tampoco le importaba ir a probar algunos pasteles y el menú para la fiesta. Y mucho menos le importaba tener que mirar miles de arreglos florares para adornar el salón y las mesas.
Habían pensado en hacer algo más privado, probablemente con menos de veinte personas, pero a Elinor realmente le emocionaba hacer algo a lo grande y Alfred había mencionado que su mejor opción era hacerlo completamente público ya que su supuesta relación había permanecido en secreto.
A Elinor también le habían hecho su vestido de novia a la medida y con un diseño exclusivo para ella. La chica comenzó a llorar de la emoción cuando se lo probó una vez que estuvo listo. Alfred sabía lo mucho que esa chica amaba a Bruce, que su amor era puro y sincero, pero lamentaba muchísimo que Bruce no se diera cuenta de ello. Al final, ella sería la que sufriría más.
El día de la boda, un montón de gente se reunió en un hermoso jardín exclusivo para la fiesta. Habían decidido no hacer una boda religiosa, por lo que sólo sería una boda cívica con un juez pero con una entrada como si se tratase de una boda religiosa.
Además de los invitados, había un perímetro de seguridad con un montón de guardaespaldas. Había reporteros que intentaban tomar algunas fotos exclusivas pero no muchos lograron buenas tomas desde esa distancia tan larga.
Habían permitido entrar a algunos reporteros pero con la condición de que se mantuvieran a una distancia prudente, además debían dejar que se revisaran sus cosas a la entrada y salida de la fiesta y no molestar con preguntas ni a los novios ni a los invitados. No entraron más de cinco que habían pedido el permiso desde el momento en que el compromiso se hizo público.
Y cuando finalmente Bruce miró a Elinor entrar con ese hermoso vestido blanco y dorado, se quedó sin habla. Casi no podía reconocer a su mejor amiga. Sabía que era una mujer hermosa, pero en ese preciso momento, incluso él sentía que todo era real y se sintió intensamente feliz por ser tan afortunado de casarse con ella.
Se atrevería a decir, que por un momento, se sintió feliz, había olvidado todo lo demás.
Fue una boda tranquila, con un montón de invitados que dejaron regalos bastante caros. Y finalmente, luego de una larga noche, llegaron al edificio Wayne entre risas.
Ya habían acordado cómo funcionaría su relación, así que Bruce besó la frente de Elinor y le deseó buenas noches antes de irse a su habitación. Elinor lo miró con tristeza mientras se alejaba y luego se dirigió a su propia habitación.
Su boda fue todo un escándalo en los periódicos, revistas y noticieros. No había nadie que no supiera que el exitoso empresario Bruce Wayne había contraído matrimonio con Elinor Reid. Más que nada, había sido una boda mediática, para que todo el mundo supiera que Elinor Reid era la nueva señora Wayne y por ello, a nadie le sorprendió que fuera ella el rostro de empresas Wayne.
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