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Disolución

Después de que sus hijos salieron del hospital todo había cambiado. Lo único que hacía era estar en la oficina, no salía más que para comer, y eso sí sus hijos no estaban en la cocina.

Tal vez si hubiera salido un poco más se hubiera enterado de las peleas constantes que tenían sus hijos, Armenia y Azerbaiyan no podían ni verse ¿Y que decir del pobre ruso? Solo Kazajistan hablaba con el, los demás lo ignoraban, a menos que fueran a iniciar una pelea. Fueron incontables las veces que terminó llegando a los golpes con Ucrania.

Si hubiera salido se hubiera enterado de cuando fue que sus hijos los dejaron solo. Los únicos que estaban en la casa eran Rusia y Kazajistan. Aunque el primero estaba por irse.

Kaz- Rusia. - Llamo desde el marco de la puerta de la habitación de su hermano, viendo cómo guardaba sus cosas en una mochila. - No te vayas.

Rus- Sabes que ya no tengo nada que hacer aquí. - Cerro la mochila para después cargarla de lado. - Estoy cansado de esta casa. - Salió de la habitación enojando levemente al menor.

Kaz- Solo piénsalo un poco. - Seguía al mayor con desespero, no hallaba la manera de convencerlo. Logro alcanzarlo justo al pie de las escaleras, lo tomo del hombro deteniendo su caminar. - Por favor, Rus, papá va a mor

Rus- Se dió la vuelta con brusquedad apartando la mano del menor. - No Kazajistan. - Miro molesto al mencionado esperando que este se callara. - Sabes que eso no pasará.

Kaz- Pero...

Rus- ¡Entiéndelo, él se hubiera enfermado en cuanto Estonia, Letonia y Lituania se fueron! - Se acercaba al contrario haciendo que este retrocediera. - ¡Él está encerrado como si nada! ¡No entiendo cómo es que sigues aquí sabiendo lo que hizo!

Kaz- Papá se disculpo la otra vez ¿No recuerdas como lloraba ese día? - Estaba pegado a la pared mirando con ojos llorosos a su hermano. - ¿No recuerdas su sufrimiento al saber lo que nos hizo?

Rus- Sus palabras no cuentas si solo me las dijo a mi. Todos merecían una disculpa, no solo yo.

Kaz- ¿Entonces no te importa que el muera? ¿No te importa que pase sus últimos días solo?

Rus- Yo no puedo decirles a todos que vuelvan.

Kaz- No me contestaste. - Sonrió tímido al no saber la reacción del contrario.

Rus- Suspiro relajando su ceño. - No quiero pelear contigo, Kaz.

Kaz- Pero se que no te quieres ir, no quieres dejar a papá.

Rus- ¡Ya cállate! - Regreso para estampar al menor contra la pared, tomándolo del cuello de su ropa. - ¡Estar aquí ya me da asco! ¡Solo déjame ir! ¡Ya no eres un niño y tus súplicas no me harán cambiar de opinión!

Rusia ya estaba cansado, no quería discutir con el único hermano a qué le hablaba, pero este era tan terco que no podía evitar enojarse.

Rus- Soltó de apoco a su hermano, viendo las lágrimas que este soltaba, el terror en su mirada al pensar en que lo golpearía y sus manos y piernas que temblaban sin poder moverlas. Se dió media vuelta continuando su camino hacia la salida escuchando los sollozos del menor. - Tu también deberías de irte, debes dejar de esconderte atrás de papá. - Dijo fingiendo molestia, tenía que convencer a su hermano de salirse de esa casa. Por eso no se fue antes, no quería dejar a Kazajistan sin antes hacerlo cambiar de opinión.

Abrió la puerta sintiéndose una mierda al haberle gritado a su hermano, su mirada estaba en el suelo pero la tuvo que levantar (no tanto por qué ya está bien enorme) al ver que alguien estaba a fuera apunto de tocar. Lo vio de arriba a bajo sintiendo la rabia recorrer su cuerpo.

USA- Hola, Rusia. - Sonrió acomodandose sus lentes. Odiaba esa sonrisa, odiaba su voz, odiaba su sola presencia.

Rus- Haste a un lado. - Dijo molesto al ver que el mayor le obstruia el paso.

USA- ¿A dónde vas con tanta prisa? - Su tono burlesco le era tan irritante, que preferís quedarse sordo en vez de seguir escuchandolo.

Rus- Eso no te incumbe, idiota. - Hizo a un lado al estadounidense recibiendo un pequeño reclamo. - Y no me vuelvas a hablar como si me conocieras o yo mismo me encargaré de enterrarte vivo, maldito cerdo.

USA- Te faltan 100 años para que puedas lograr eso, cariño. - Miro con desprecio al menor pero con aquella sonrisa tan arrogante. - Así que te recomiendo que te metas con alguien más, pequeño Rusia.

El menor solo bufo molesto, no valía la pena seguir discutiendo con alguien que piensa que siempre tiene la razón. Se dió media vuelta siguiendo su camino.

El estadounidense borró su sonrisa al ver que el menor ya no volvería a voltear, entro a la casa en dirección a la oficina de USSR, cerrando la puerta para que nadie pudiera saber lo que ambos hablan dentro.

.

Se había reunido con Ucrania y Bielorusia solo unos días después de salirse de casa, habían firmado la disolución de la URSS, y por los que sabía, su padre seguía vivo viviendo junto con Kazajistan. Eso pensaba, pero una semana después de firmar, el kazajo ya se había mudado.

Ninguno se volvió a ver, eran muy pocos los que seguían teniendo comunicación con los demás, pero al menos sabía que estaban bien.

Ahora, hoy era navidad y se encontraba solo en su nueva casa. Su primera navidad solo y, en vez de estar triste pensa en ir a un bar, estaba viendo aquella carta que ONU les había mandado con una propuesta bastante interesante. Vivir en una isla apartándose de algunos asuntos políticos para poder llevarse bien y tener más comunicación con otros países. Sonaba tan descabellado, pero podía funcionar, tal vez así podría arreglar las cosas con sus hermanos.

Se estiró en su lugar para después mirar a su alrededor dónde estaban las pocas pertenencias que tenía. Pero su mirada cayó en la caja con las cartas de su amor de la infancia.

Habían pasado dos años desde que había recibido la última carta de RDA, y nuca la leyó. Tal vez era momento de hacerlo, necesitaba empezar una nueva vida, y para hacer eso debía resolver todo.

Abrió la caja siendo el sobre cerrado el que estaba arriba de todas las demás cartas. Procedió a sacar la carta a la que le tenía miedo irracional, por qué si, todavía le tenía miedo a su contenido.

Rus, si estás leyendo esto es por que ya no estoy aquí en este mundo, o por qué por alguna extraña razón lograste llegar a mi casa y esculcaste en mi ropa. Aunque dudo que haya sido esa última opción.

Sonrió por lo tonto que se escuchó eso último, aunque hubiera deseado que fuera así.

El motivo de esta carta es para disculparme por mentirte y agradecerte todo lo que hiciste por mí.

Fuiste lo mejor de mi vida, al igual que mi familia. Bueno, tu eres mi familia, pero sabes que es diferente. Tu fuiste mi primera vez en muchas cosas, y no olvidaré ninguna, hasta fuiste la primera persona a la que le di un puñetazo en la cara.

No pudo evitar soltar una carcajada, no sabía que si eso era cierto, pero era gracioso pensar que si.

¿Y como olvidar nuestro primer beso? Escondidos bajo las sábanas, ambos sonrojados y sin saber cómo hacerlo. Si te pones a pensar, ese fue el beso más tierno y torpe que dimos, solo fue un roce. Literal, solo presione mis labios contra los tuyos. Fue raro, pero se sintió tan bien en ese entonces.

Tocó sus labios, presionando sus dedos como recordando aquel beso que le había pedido al alemán. El primer beso que inició todo.

Y perdón por no cumplir la promesa, se que ambos queríamos aquel último beso y por mi culpa no lo hicimos. Pero aún así quiero que sigas adelante, lo nuestro termino hace mucho, y te deseo lo mejor para que encuentres a alguien que te enamore más que yo, que saque tu lado cursi y celoso, que te mime y te cuide como a un niño, y que te amé más de lo que te amé yo. Pero sobretodo, que lo ames tanto hasta el punto de enfrentarte a tu padre para salir con él. Por qué estoy seguro que tú padre se opondrá a cualquier relación que tengas, eres su favorito. Aunque no se si siga vivo.

Sonrió amargamente tratando de no llorar. Era fácil decir aquello, pero se sentía tan imposible. ¿Cómo encontrar a alguien que te vuelva a poner el mundo de cabeza?

También quiero disculparme por no decirte sobre mi muerte.

Yo sabía lo que me iba a pasar, tuve síntomas desde hace años, y solo me calle para no preocupar a nadie.

Eso me llegó como un golpe en la cara. ¿Enserio Ali sabía lo que pasaría? ¿Sabía que iba a morir y solo decide mandar una carta después de hacerlo?

Se que debí de decirte a ti que me confiaste cada detalle de tu vida, y yo no puede decirte que estaba muriendo.

No mentiría que estaba molesto con aquella revelación. Pero molesto con sigo mismo. El pudo haber ignorado a su padre, irse a Berlín y poder comprobar que RDA estaba bien. Pudo haber hecho muchas cosas para evitar la muerte del alemán, o por lo menos para acompañarlo, pero el hubiera no existe.

Lo oculte entre guantes, abrigos y mi bufanda. Las grietas nunca aparecieron en mi rostro, tal vez lo hagan después cuando ya esté a punto de morir.

Al leer aquella no pudo evitar pensar en su padre ¿Será que...?

Se lo que pensaste al leer lo anterior. Tu me lo contaste y yo te trate de ignorar. No quería ser yo quien te lo dijera pero sí, tu padre está muriendo. Debajo de toda esa ropa hay grietas que se extienden por todo su cuerpo.

No debí de contartelo, me estoy metiendo en algo que no me incumbe, pero no quiero que sientas el dolor de perder a tu familia. Y tampoco quiero que tú padre de mierda muera de la misma forma que yo. Lo odio pero solo yo puedo morir así.

Puedes decirle a todos que los extrañaré, fueron los mejores hermanos que pude tener, y dile a tu padre que lo esperaré en el infierno.

Gracias por querer a un idiota como yo.

Y, Rusia, Gracias por haberme amado como yo te amé.

Sus lágrimas cayeron, sentía todo tipo de emociones, pero leer su despedida era doloroso, era como si el mismo estuviera ahí leyendo la carta para él, haciéndole sonrojar por los recuerdos de su relación y llorar por su estúpida y rara despedida, sufrir por qué no pudo hacerlo en persona para que ambos se consolaran, y una extraña felicidad lo recorría solo por el hecho de haber leído la carta.

Pero ahora no era momento de pensar en sus sentimientos, no debía de perder el tiempo llorando. Se levantó apresurado tomando las llaves de su casa y del auto y salió corriendo.

Estaba preocupado, manejaba rompiendo los límites de velocidad, la casa de su padre también estaba en Moscú, pero como no quería estar cerca de él decidió vivir al otro extremo de la ciudad. No quería llegar tarde, no quería saber que su padre había muerto y no hizo nada, se sentiría culpable, si solo hubiera leído la carta nunca se hubiera salido de cada, trataría de arreglar las cosas con su hermanos, y nunca habría firmado aquel documento que mataría a su padre.

No paraba de llorar al sentirse tan culpable, pero debía calmarse, sus lágrimas no lo dejaban ver bien y casi termina chocando al no ver el semáforo rojo. Se detuvo esperando el cambio de la luz, respiro profundo recargando su cabeza en el volante, sus lágrimas iban cesando, se perdió en sus pensamientos tratando de encontrar la forma de ayudar a su padre ¿Pero que debía hacer? ¿Se salvaría con tan solo llegar a la casa o tendría que llevarlo al hospital? No quería verlo morir, era su padre.

Los claxons de los carros lo regresaron a la realidad y, ya más calmado, volvió a acelerar como loco. Debía llegar a tiempo fin importar que.

.

Más de una hora manejando, normalmente hubiera tardado dos, pero gracias a su desesperación logro hacer menos.

Abrió la puerta con prisa, casi tirando las llaves, y al entrar solo había silencio. Parecía que la casa estaba abandonada, y no pudo evitar pensar lo peor. Tragó saliva mientras pensando lo peor, entro a la sala esperando ver a su padre viendo la televisión o escuchando la radio, pero estaba vacío, siguió caminando entrando al comedor quedándose quieto al no poder creer lo que veía.

Su padre estaba en el suelo, tenía varias grietas en su rostro, y parecía que respiraba con dificultad. Tardó unos segundos en reacción, pero cuando lo hizo corrió para tomar a su padre en brazos.

Rus- Papá, reacciona, dime qué no es tarde, por favor, por favor abre los ojos. - Sacudía levemente al mayor pero este no se movió. - No, no, no, no, despierta por favor. - Comenzó a llorar abrazando el cuerpo inserte de su padre. - Es mi culpa, todo es mi culpa.

USSR- ¿Ru... Rusia? - Entreabrio los ojos sorprendiendolo por ver a su hijo en la casa.

Rus- Papá. - Se alegro al ver que su padre despertó, pero se asusto al ver que uno de sus ojos tenían una grieta, hasta parecía que su ojo había cambiado de color.

USSR- No debiste venir, no me agrada la idea de que me veas morir.

Rus- No, tu no vas a morir, yo veré qué haremos para...- Sintió la mano del mayor en su mejilla, estaba frío como nieve.

USSR- Sabes que no se puede hacer nada. - Acaricio la mejilla del menor. - Cuida de tus hermanos, ellos siguen siendo tan inmaduros que nunca pudieron arreglar sus problemas, pero se que eres el mayor y podrás ayudarlos, solo deja de pelear con Ucrania.

Rus- Puedo hacer eso, puedo hacer todo lo que pidas, pero no te mueras, no sé que haría sin ti. - Quería hacer algo, pero no sabía que, la desesperación le carcomía, pero ver qué pequeñas partes se desprendían del cuerpo de su padre u desaparecían en el aire le dió a entender que el mayor tenía razón, llegó tarde.

USSR- Sintió las lágrimas del menor deslizarse por su mano, y vio la tristeza que sus ojos dejaban ver. - ¿Por qué lloras mi niño? No deberías de hacerlo por un padre tan egoísta y mall como yo.

Rus- ¡Tu no eres un mal padre! Fuiste el mejor padre del mundo ¿Te acuerdas cuando fuimos a Disneyland? ¿Cuando te hacíamos travesuras y solo reías con nosotros? Tu nos diste la mejor infancia que pudimos tener.

USSR- Yo quería darles lo que yo nunca tuve. - Su mano comenzaba a desaparecer, ya no sentías sus dedos, y un dolor en pecho no lo dejaba respirar con normalidad. - Me alegra que pienses que fui un buen padre. - Sonrió ampliamente, una sonrisa que le dolió al menor, se estaba despidiendo definitivamente.

Los ojos del soviético se fueron cerrando, y la mano que sostenía el rostro de su hijo fue bajando poco a poco hasta terminar en el suelo. Pero aquella sonrisa seguía en su rostro, que era adornado por las lágrimas de Rusia.

El menor gritaba mientras lloraba a mares, sentía que había perdido a su padre, y era inevitable pensar en que era su culpa. No quería apartarse de ahí, no quería dejar el cuerpo de su padre. Solo podía abrazarlo rogando que fuera una broma o simple sueño. Pero sus lágrimas pararon al escuchar un ruido extraño.

Rus- ¿Que...? - Parpadeo varias veces sin creerlo. Miro a su padre escuchando los leves ronquidos que daba. - Es...¡Estúpido viejo, yo creí...! - Se seco las mejillas mirandolo con molestia. ¿Cómo iba a pensar que su padre se había quedado dormido?

Se hubiera quedado con esa idea de no ser por los quejidos de dolor que empezaron a salir.

Rus- Vamos papá. - Cargo con cuidado a su padre, este estaba más algo y más pesado que él, y cómo pudo logro acomodarlo en su espalda. - Te prometo que no te dejare nunca más. - Se dirigió hacia el cuarto del mayor, suspirando al recordar que tenía que subir las escaleras. Nunca noto que al decir aquella promesa el cuerpo del mayor dejo de desaparecer.

Los siguientes días fueron críticos, a veces su padre se despertaba gritando por el dolor, otras veces la fiebre era tan alta que lo dejaba inconsciente, y en las noches no podía dormir por ayudarlo mientras vomitaba.

Trato de contactar a sus hermanos, pero las carta que mando nunca tuvieron respuesta, y las llamadas nunca fueron tomadas por ellos. Ni siquiera Kazajistan le respondió. Tuvo que cuidar a su padre que parecía que moriría en cualquier momento ya que la mejor parte de los días se la paso inconsciente. Pero todo mejoro después de unos días.

USSR- Se levantó de golpe mirando para todos lados, recordaba haberse desmayado en el comedor y luego unas cuantas imágenes de Rusia un tanto borrosas. Eso se le hizo extraño e imposible hasta que volteo a su lado viendo al menor dormido en una silla. - ¿Rusia?

Rus- Se despertó de a poco mientras se tallaba los ojos, pero se quedó quieto mirando a su padre. Se levantó para lanzarse a abrazarlo sin poder contener las lágrimas. - ¡Estúpido viejo, pensé que morirás!

USSR- ¿Que paso? ¿Por qué estás aquí? - Pregunto acariciando la cabeza del ruso que abrazaba su cintura.

Rus- Solo déjame abrazarte un rato ¿Si? - Ocultaba su rostro en las cobijas, estaba feliz de que su padre se levantará como si nunca hubiera estado al borde de la muerte.

USSR- Está bien, pero necesito que me expliques por qué estoy vivo. - Sintió como el menor levantaba su rostro para verlo a los ojos haciéndole sentir incómodo.

Rus- Por qué me la pasé 6 días cuidándote mientras agonizabas, solo por qué nunca nos dijiste que te estabas muriendo. - Dijo en forma de reclamo mirandolo muy molesto.

USSR- Lo...lo siento. - Dijo nervioso el ver qué su hijo estaba molesto. - Pero ¿Cómo supiste lo que me pasaba?

Rus- Ali me lo dijo. - Se sentó recto sin dejar de ver al mayor.

USSR- ¿Osea como? - Pregunto sorprendido el pensar que el alemán estaba vivo.

Rus- Lo escribió en la carta que me mandó.

USSR- ¿Leíste la carta después de dos años? - Miraba con confusión al menor, era raro que su hijo hiciera eso.

Rus- Tu no nos dijiste que estabas enfermo durante años. - Contraatacó callando al mayor.

Un silencio largo los incómodo, veían cualquier cosa en vez de al contrario, no sabían de que hablar.

USSR- ¿Tus...tus hermanos...? - Pregunto fin poder terminar al ver que el ruso negaba. - Me lo imaginé.

Rus- Los llame pero ninguno contesto.

USSR- No te preocupes, creo que es lo que merezco por todo lo que les hice. - Se quitó las cobijas de encima para sentarse al borde de la cama.

Rus- Tu no mereces esto, nos diste más de lo que imaginas. - Salió de la habitación esperando que su padre lo siguiera, pero de inmediato regreso para darle una pequeña noticia. - Por cierto, nos vamos a mudar.

USSR- ¿Que? ¿Cómo que vamos? - Se levantó para seguir al menor, aunque se mareo un poco. - Yo no quiero irme de esta casa.

Rus- Perdón, pero ya empaque. - Dijo llegando a la cocina para preparar de comer. - ¿Tienes hambre?

USSR- Suspiro mirando la casa, varios de los muebles ya no estaban y había varias maletas en la entrada. - Si, solo no quemes la comida. - Sonrió al escuchar los reclamos de su hijo.

.

Rus- Llegamos. - Dejo caer las maletas al momento de entrar.

USSR- No está mal. - Entro atrás del ruso también cargando varias maletas. - Es perfecto para no salir nunca.

Rus- Ya te dije que tienes que salir, tienen que ver qué estás vivo, todos piensan que moriste por lo que les escribí. - Vio que su padre había subido las escaleras, seguramente buscaría su habitación.

USSR- Pueden seguir pensando eso. - Se asomo por uno de los cuarto pero siguió caminando hacia el siguiente.

Rus- Papá, no puedes pasarte toda tu vida encerrado en la casa.

USSR- ¿Quieres apostar? - Entro en último cuarto aventando las maletas a la cama. Se dió media vuelta y cerro la puerta.

Rus- ¡Tienes que asistir a las juntas! - Grito golpeando la puerta.

USSR- ¡Obligame!

Rus- ¡No me retes! - No obtuvo respuesta, así que solo bufo molesto para después bajar y acomodar las cosas. - Estúpido viejo.

USSR- Estúpido mocoso. - Dijo después de que escucho que este se había marcado.






































Y este es el último capítulo.

Gracias por seguir otra de mis tantas historias, me alegra ver qué a varios les gusta aunque a veces son raras.

Bueno, este es entre comillas el último capítulo, tengo planeado hacer un especial con algunos extras, será largo pero con cosas cortas.

Y como prometí dejen las preguntas

>Aquí<

Y terminado todo eso me dedicaré solo al otro libro.

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