Carta
Fra- Te mostraré tu cuarto. - Dijo al ver al alemán parado en la puerta de su casa con varias maletas.
RFA- Gracias. - Estaba incómodo con tan solo ver la mirada de odió del francés.
El mayor comenzó a caminar al interior de la casa, mientras que el alemán lo seguía con dificultad.
Fra- Se que vienes aquí para que te ayudemos con lo que resta de tus tierras, pero eso no significa que te cuidaremos. - Hablaba sin mirar al menor. - No quiero lloriqueos ni ningún tipo de quejas, te irás a tu cuarto temprano, si duermes o no, no es mi problema, no voy a estar detrás de ti como si fuera tu padre ¿Entendiste?
RFA- S.. si. - No llevaba ni 5 minutos ahí y ya extrañaba la casa de USA.
UK- ¿Francia, con quién hablas? - Salió de uno de los cuartos, mirando extrañado al francés. - Oh, ya llegaste Alemania.
RFA- Si señor.
Fra- Y por último, no nos digas señor, llámanos por nuestro nombre.
UK- Te dije que no hicieras eso.
Fra- ¿Hacer que?
UK- Nego mirando al francés con una sonrisa. - Guarda tus cosas Alemania, y después bajas a comer.
RFA- Gracias UK. - Hizo una pequeña reverencia para después meterse a la habitación.
UK- Eres muy exagerado.
Fra- No lo soy, su padre me lastimo demasiado.
UK- Tu lo lastimaste primero. - Tomo al francés de la cintura para guiarlo a la planta baja.
Fra- No lo defiendas, sabes que no se compara lo que me hizo.
UK- Lo se, pero no te desquitas con el niño.
Fra- ¿Sabes que? Comerás hasta que los cuatro se disculpen. - Se separó del inglés y lo dejo solo en el pasillo.
UK- ¿Por qué me tengo que disculpar? ¡Francia! ¡¿Que fue lo que hice?! - Siguió al mencionado hasta la cocina, pero vio como este miraba muy sorprendido el periódico. - ¿Que estás leyendo?
Fra- Tienes que ver esto. - Le acercó el periódico, casi estampandocelo en la cara. - Es importante que hagamos algo.
UK- Tiene que serlo como para que se te olvide tu enojo. - Rio levemente al ver la expresión molesta del francés, pero su sonrisa desapareció al leer el encabezado. - Ese estúpido tiene que estar bromeando.
Fra- USA no va a estar nada contento con esto.
UK- ¿A quien se le ocurre cerrar todas las comunicaciones si el país está en ruina?
Fra- Sabes que USSR es muy terco, y no le agrado el hecho de que unieramos nuestras partes del territorio.
UK- Pero eso no tiene sentido, no creo que lo haya hecho por eso.
RFA- Creo que fue mi culpa. - Ninguno de los dos se había dado cuenta cuando el menor había entrado y leído la noticia con tristeza. - Yo le mandaba cartas a mi hermano sin que nadie se diera cuenta. - Dijo con tristeza tratando de no llorar. - Nunca recibí respuesta.
UK- No pienses eso, USSR no es así, no cerraría todos los medios de comunicación solo por unas cartas. - Dijo tratando de calmar al menor, no quería que el alemán se diera esa enorme carga.
Fra- Tienes razón, el no actuaría tan precipitadamente solo por unos niños. - Lo dijo para convencerse a sí mismo, el soviético era muy cariñoso con los niños, pero estos últimos años había estado muy estresado.
.
Hace unos días, en la casa de USSR.
RDA- Rusia, despierta. - Le dió un pequeño beso en los labios, haciendo que el ruso abriera poco a poco los ojos mientras se estiraba.
Rus- Buenos días. - Sonrió con un enorme sonrojo por aquel beso, no importaba cuántas veces los despertara así, siempre se avergonzaba.
RDA- Te ves muy lindo cuando te despiertas. - El menor solo abrazo al alemán ocultando su rostro en el pecho de este. - ¿Sabes que tenemos que levantarnos?
Rus- No quiero. - Se aferró más al mayor sin intenciones de soltarlo.
RDA- Tus hermanos van a despertar y nos van a ver aquí juntos.
Rus- Pero, Ali, me quiero quedar todo el día junto a ti.
RDA- Yo quiero quedarme toda la vida junto a ti. - Tomo al menor de las mejillas haciendo que este se sonrojara.
Rus- Dices cosas muy raras que no entiendo.
RDA- Suspiro resignado con una sonrisa, mirando al menor tiernamente, seguía siendo tan pequeño. - Sigues siendo un niño.
Rus- Tengo 9 años. - Dijo orgulloso pensando que era edad suficiente para dejar de ser un niño. - Me voy a levantar, pero no por que lo digas tu. - Se sentó buscando sus pantuflas con la vista.
RDA- Eres tan tierno. - Abrazo al ruso por la espalda, dándole un beso en la mejilla.
Rus- Te...te veo en la cocina - Se levantó rápidamente, dejando el alemán riendo por su notoria vergüenza.
El alemán solo sonrió dejándose caer en la cama mientras se cubría el rostro y aguantaba un pequeño grito.
Enserio le encantaba ese pequeño niño bicolor, la pequeña "relación" que tenían desde hace mucho había avanzado muy bien, nadie sabía nada y solo hacia lo que el ruso quisiera, ya que este era muy pequeño como para hacer otro tipo de cosas, aunque ni el mismo sabía si estaba listo para eso.
Dejo de pensar en aquello y se apresuro en quitarse la piyama para ponerse su ropa de diario. Salió del cuarto encontrándose a los hermanos de Rusia, algunos cansados, otros peleando, y otros apresurados por llegar a la cocina y comer. Volvió a sonreír al ver aquella escena, le encantaba aquella rutina, aunque le encantaría si pudieran salir a algún parque, jugar en los columpios, ir por un helado junto al ruso, sentarse tomados de la mano mientras se daban algunos mimos.
Sacudió la cabeza al darse cuenta que otra vez se estaba perdiendo en sus pensamientos. No podía evitarlo, Rusia era el niño más encantador que conocía, lo quería demasiado.
Bajo las escaleras con una sonrisa, esperando ver a su novio preparando el almuerzo, lo saludaba como siempre e iba a fuera para ver si había llegado alguna carta de su hermano. Le hubiera encantado hacer aquello, como cada mañana.
Pero en su lugar vio a Rusia abrazando con todas sus fuerzas a su padre, derramando una que otra lágrima al haber pasado tanto tiempo sin verlo. A ese abrazo se le sumaron los demás hijos de USSR, algunos llorando más que otros. El solo pudo ver esa escena con una expresión preocupada.
Sería mejor que Rusia y él tomarán más precauciones. Lo quería ni pensar en lo que le haría el mayor si se enterará de su relación.
Y, aunque el mayor se la pasara la mayor tiempo en su oficina, tuvieron que mantener la distancia. Ya no dormían juntos, por lo menos ya no lo hacían diario, eso aumento las pesadillas de RDA. Mientras que todo lo demas siguió igual, se tomaban de las manos a escondidas, y se daban besos cuando nadie los veía.
A pesar de las pesadillas, lo que más le molestaba al mayor era el no poder ver a Rusia en las mañanas, cuando estaba recién despertado, o darle ese pequeño beso de buenos días. Ahora eso lo sustituía con una carta a mitad de la noche.
Se levantaba cuando estaba seguro de que todos estuvieran dormidos, salía mirando por el pasillo que todas las puertas estuvieran cerradas, centrándose en aquella que estaba justo el lado del cuarto del soviético. Caminaba con los pies descalzos, tratando de no hacer ruido al dar algun paso. Tomaba la carta y la metía por debajo de la puerta.
Así duro varios días, feliz de escuchar al ruso emocionado con cada carta, tranquilo de que todo salía bien, y aliviado de que el mayor no se enterará.
Pero a veces lo bueno dura poco.
Eso lo descubrió una mañana, después de terminar de almorzar, cuando por fin había logrado quedarse a solas con el ruso.
RDA- Buenos días. - Le dió un pequeño beso de pico, sorprendiendo al menor por la repentina acción.
Rus- Ali, ya me habías dicho buenos días hace rato. - Sonrió con un sonrojo, mientras tomaba suavemente las mejillas del alemán.
RDA- Pero no te di tu beso. - Dijo con las mejillas aplastadas, haciendo reír al menor. - Sin tus besos me pongo de mal humor.
Rus- Y yo me pongo triste si no me los das. - Se paró de puntitas para poder alcanzar a rozar los labios del alemán con los suyos. - Extraño dormir contigo.
RDA- Yo también. - Se sobo las mejillas cuando el ruso lo soltó. - Extraño tus ronquidos. - Recibió un golpe en el brazo, sacándole unas cuantas carcajadas.
Rus- Tu hablas dormido, y a veces te levantas. - Le siguió el juego, continuando con la discusión.
RDA- No te creo, no soy sonámbulo.
Rus- Si lo eres.
RDA- Que no.
Rus- Si, una vez estabas soñando conmigo, y susurrabas que me querías mucho. - Eso hizo a ambos sonrojar tanto que la granja azul del ruso ni se notaba. - No miento.
RDA- Lo...lo sé. - Con nerviosismo tomo las manos del ruso, entrelazando sus dedos. - Por qué te quiero mucho, y cuando sueño contigo son los sueños más bonitos que tengo.
Rus- Ali...yo también te quiero mucho. - Se soltó del agarre del menor para poder abrazarlo.
RDA- ¿Qué tal si me dices cuánto me quieres respondiendo la carta que te deje en tu cuarto? - Dijo correspondiendo al abrazo.
Rus- ¿Cuál carta? Yo no ví ninguna carta.
RDA- ¿Ah no? - Pregunto con tono burlón pensando que era una broma, pero vio la cara del ruso, y ahí supo que no era una broma. - Tal vez lo soñé.
Rus- Yo creo que si. - Sonrió por la idea tan tonta. - También creo que debemos de regresar, ya duramos mucho aquí dentro del baño.
RDA- Si, tienes razón.
Que mala idea fue esconderse en el baño, aún cuando planearon todo, aún cuando entro el ruso y 5 minutos entro Alemania, y aún cuando al salir hicieron lo mismo, aún cuando se aseguraron de que ninguno de los hermanos del Rusia estuviera e
dentro de la casa y que su padre estuviera encerrado en la oficina.
Cuando en alemán salió, Rusia ya se había ido con sus hermanos, el también estaba a punto de irse pero nunca dió cuenta de cuando el soviético apareció atrás de él, tomándolo de la muñeca arrastrándolo hasta su oficina.
RFA- ¡Señor USSR, me duele! - Se quejaba tratando de liberarse. Tenía miedo, el mayor ni siquiera lo miraba, solo mantenía la vista al frente con una expresión furiosa.
Al llegar a la puerta de la oficina, el soviético abrió la puerta aventando al menor dentro, haciendo que se golpeara con un estante tirando varias cosas que cayeron arriba de el.
USSR- Empieza a hablar. - Cerró la puerta con seguro, se dió media vuelta caminando a su asiento sin siquiera preocuparse por el menor. - Y después hablamos del castigo.
RFA- No...no se de qué habla. - Se levantó sacando un quejido por el dolor, y su voz temblaba al ver la mirada del mayor. Ni un rastro de remordimiento o pena, solo una mirada furiosa que no se apartaba.
USSR- Yo te traje aquí para cuidarte y enseñarte lo que es ser un país. - Saco de su bolsillo un papel arrugado. - Pero lo único que haces es corromper a mis hijos. - Le lanzo el papel al rostro rebotando en la mejilla del menor, este no podía ni agacharse para levantarlo, pero reconoció aquella letra que se lograba ver aún con el papel hecho bola. - Será mejor que termines esa estupidez de querer algo con Rusia.
RDA- Pe...pero señor, yo y Rusia...- Cerró los ojos al ver que el mayor se levantaba, pensó que lo golpearía de nuevo pero no fue así.
USSR- Solo te lo diré esta vez, y espero que no se repita. - Tomo al alemán del hombro, aplicando presión en este, probablemente mañana tendría los dedos del mayor marcados. - Alejate de él, no quiero imaginar lo que le harás.
RDA- Yo no le haré daño. - Dijo firme y confiado, pero todo se esfumó al ver la mueca que hizo el soviético, una sonrisa que no parecía para nada amigable.
USSR- Sabes, ahora que lo pienso, yo no te he enseñado nada sobre manejar tu país. - Volvió a tomar al menor del brazo, volviendolo a sacar de la oficina. - ¿Que te parece si empezamos hoy mismo? - Entro al cuarto del menor y, sin soltar el agarre que tenía sobre la muñeca de este, tiro las cosas de su mesa de noche. - Aquí estarás bien.
RDA- Señor USSR, po...por favor, solo...solo quiero estar junto a Rusia. - Aguantaba las lágrimas, no importaba quien seas ni que tan valiente fueras, el soviético causaba terror cuando se enojaba.
USSR- Sabes, aquí dentro no debes de ser interrumpido. - Volvió a meter su mano a su abrigo para sacar otra carta, pero está estaba intacta, y todavía en su sobre. - Ví esto ayer en la mañana, y pensaba en dejarte responderla. - El menor tomo la carta viendo que era mandada desde USA, probablemente era de su hermano. - Pero mereces un justo castigo. - Sonrió al ver la expresión de terror del menor. - Será mejor que conserves bien esa carta, por qué será la última que recibas. - Se acercó el menor dándole una palmada en la espalda. - No dejaré que hagas lo mismo que tú padre hizo conmigo.
Y con esas palabras salió de la habitación, escuchando como el alemán comenzaba a llorar. No sé arrepentía, ni sentía lástima. Era lo correcto.
¿Cierto?
Siglos sin actualizar, y escribo cosas tristes.
Por fin pude salir de mi bloqueo mental con esta historia. Ahora sí, a darle en chinga por qué salí de vacaciones, aunque solo son 15 días.
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