7. Vulnerable.
Vulnerable.
Estoy sentada en el suelo que huele como hielo, metal y suciedad. Elliot me mira de reojo mientras corta la antigua película de guerra que se estaba reproduciendo en el viejo televisor. Bajo la vista al verlo sentarse frente de mí, cruza sus piernas y las dobla debajo de él.
-¿Deseas escapar?-Su voz es rasposa. Saca un cigarrillo de su bolsillo y lo enciende dándome una mirada suspicaz por el silencio de mi respuesta. Aprieto mis labios y miro por el pequeño panel de vidrio a lo que ellos llaman una ventana. Todos desean escapar ¿Quién podría sobrevivir en un lugar tan frió y cruel como este? Como un ave encarcelada solo pienso en volver a mi hogar, mi mente analizando detalladamente mis opciones. Escapar o Sobrevivir. Es lo único que tengo hasta ahora.
-Me tienes miedo.-Sonríe.
Mis dedos temblorosos se cierran en un puño, levanto la mirada para encontrarme con sus ojos café oscuro. Ignoro su cercanía, su intimidante cercanía. Finjo no sentir la caricia que dan sus nudillos a mi rodilla.
-Me temo que estas equivocado.
Ríe fuerte, su risa tan cruel como la de Duncan. Se levanta dejando un fuerte alivio en mi pecho, me ordena que me quede en este lugar y que no intente escapar antes de salir anulando mis nervios.
Me incorporo tan rápido que pierdo el equilibrio, tropezando hasta estar firme avanzo hacia la puerta. Cerrada, por supuesto. No estaba en mis opciones así que busco entre los viejos muebles algo útil que me ayude a salir. Mi deseo era una navaja, aquí deben tener tantas, aunque no lo encuentre es recompensado por una vieja y rota radio de transmisión. En la parte superior de la maquina están las iniciales R-SMC de la torre de control de la valla, ellas te ayudan a comunicarte con los reguladores, y dan tu ubicación por lo que creo es la razón que decidieron destrozarla.
Suelto un pequeño grito de alegría. Me arrodillo para repararla, he arreglado maquinas como esta desde pequeña, cuando mi madre me dejo a cargo de una señora mientras estaba en prisión, ella y su esposo componían maquinas, no fue difícil aprender con ellos.
Me demoro unos pocos minutos en unir con una cinta adhesiva los cables rotos, muerdo mi labio inferior en concentración, la radio comienza a sonar entrecortado, nivelo el volumen y la estación hasta que puedo escuchar claramente una voz conocida.
-Aquí torre de control R-SMC ¿Con quién tenemos contacto?
Suelto un gemido de sorpresa.- ¿Julián?
Un silencio ensordecedor llena la habitación dejándome inquieta.- ¿Raven?
-S-si.-Tartamudeo, una presión en mi garganta, las lágrimas acumulándose en mis ojos.-Julián sácame de aquí, por favor.
-Raven, amor.-Dice suavemente, la desesperación es mayor cada vez que lo escucho, necesito volver con él.-Tranquila, te sacare. Pero primero necesito que me digas tu ubicación, la información que sabes, todo eso ¿Entiendes?
Vacilo en responder. No puedo decirle donde estoy, mi padre, mi familia aquí podría estar en riesgo si los reguladores los llegan a encontrar. Pero...él puede obtener mi ubicación. Miro a la maquina indecisa.
-Yo...-No puedo mentirle, él me ama, solo quiere lo mejor para mí. Confió en Julián más que en Duncan.-Hay muchos sureños ocultos entre los edificios, Julián, todo esto se está saliendo de control para los civiles. Ellos los están espiando mejor que ustedes.
-¿Cómo es eso posible?
-No lo sé, pero están muy bien ocultos.
-Dame un minuto Raven, imprimiré las coordenadas de tu ubica...
Duncan dispara a la máquina, grito por lo cerca que ha rozado de mi rostro. Mi cabello ocultándome de su mirada enfurecida, su respiración es pesada y constante mientras sujeta fuertemente el arma en sus manos. El frio metal de la mía sobresale de mi pantalón, al comprobar que no está en su vista, la saco con cuidado, no pienso dispararle, solo quiero que me deje sola.
Se inclina hacia mí y yo levanto la pistola frente a su rostro, empuja mi brazo tembloso hacia arriba, gimo en voz alta sorprendida cuando mi dedo aprieta el gatillo y la bala se estrella contra el techo antes de que Duncan la quite de mis manos y la guarde en su pantalón. Parpadeo por lo rápido que sucedió eso, él trata de ocultar una sonrisa por mi expresión confusa. Me sorprendo deseando ver sus hoyuelos a pesar de mi enojo.
-¿Que mierda Reven?-Pregunta, está tratando de controlar su enojo respirando rápido y pesado.
-No puedo estar aquí.-Me levanto con lágrimas de frustración.
-Este es tu hogar, cariño.
-¡No, no lo es!
Lanza un gruñido brutal de enojo saca su arma del pantalón de nuevo y dispara repetidamente contra el suelo, el ruido poniendo nervioso cada lugar de mi cuerpo. Esta demasiado furioso, frustrado y esta es la manera que él utiliza para relajarse. La puerta se encontraba abierta, los sonidos de la bala estrellándose provocaba a la gente del club gritar, niñas tapándose los oídos y buscando un refugio.
-¡Iré contigo!-Grite.- ¡Iré contigo Duncan!
El dedo de Duncan dejo de apretar el gatillo, se giró rápidamente hacia mí, sudor cubriéndole la frente y su pelo revuelto por haber pasado sus manos repetidas veces por él. Logre detenerlo.
-¿A qué te refieres?-Pregunta curioso.
Parpadeo varias veces tratando de evitar las lágrimas-No iré a ninguna parte si te detienes.
Pensó durante segundos antes de decidir soltar el arma, se limpia el sudor con la punta de su camiseta y toma mi mano jalándome hacia la salida. Caminamos rápido por los escombros de los edificios destrozados, atravesándolos mientras nos dirigimos al edificio A.L., donde él vive.
Cuando llegamos estoy impresionada por la cantidad de gente que hay, la música resuena fuerte alrededor como si no tuvieran miedo de hacer suficiente ruido para atraer a los civiles. Es una larga fila para llegar a traspasar la puerta, recién ha empezado la fiesta así que al final del lugar donde esperamos hay un poste de luz que alumbro débilmente el callejón.
El viento frio sopla su camiseta y por un segundo distingo algo que llama mi atención.- ¿De dónde sacaste el tatuaje?
-¿Este? -Apunta las calaveras de su brazo izquierdo.
-No. -Jalo de su camiseta, tirando de esta hacia arriba tan fuerte, que él casi pierde el equilibrio. Tropieza hacia atrás con la espalda contra la pared. Yo empujo el material hacia su cuello. Evito su mirada, su sonrisa crece y mientras yo trato de mirar aquel dibujo él se entretiene respirando profundamente en mi cuello.
Mis dedos recorren sus músculos deteniéndome un poco más arriba. Hay un cuervo, y en sus alas están unas palabras tatuadas.
"Don't leave my side"
-¿Qué significa?
Él toma una respiración fuerte.
Duncan extendió la mano, ahuecando mi barbilla e inclinándola hacia un lado, mis ojos dejando de ver aquel dibujo. Sus ojos haciendo contacto en el punto donde mi mandíbula se junta con mi cuello, relame sus labios y besa delicadamente esa zona, chupando y lamiendo. Marca una serie de besos ardientes hasta mis labios succionando mi labio inferior.
-Todo sobre mi trata de ti Raven.
Mi nombre representa un cuervo y las palabras tatuadas en él me conmueven.
Jadeo y vuelvo a atrapar sus labios aun forzándolo contra la pared, Duncan gruño con aprobación tomando mis caderas para estrellarlas con las suyas. Mi respiración haciéndose más rápida mientras tomo entre mis dedos su cabello, se da cuenta que iba a apartarme, Duncan atrapo mis labios contra lo suyo besando con más necesidad, su mano tocando, bajando y deslizándose por el interior de mi muslo.
-No.-Jadeo.
Sonríe antes de alejarse, besa mi mejilla y busca mi mano a tientas llevándome por otro lado del edificio. Hay una vieja puerta de rejas en la parte trasera, él patea abriéndola y me empuja dentro, vuelve a cerrarla con algo de dificultad. Muevo mis manos a mí alrededor, todo está oscuro, busco un camino seguro para avanzar.
Escucho la risa de Duncan antes de rozar suavemente los dedos contra mi entrepierna. El tacto me hace soltar un grito ahogado y estremecer mi piel.
-Iremos a mi habitación.
Esquivamos cuerpos ebrios, drogados, inconscientes durante el camino hasta el pequeño cuarto donde él duerme. La puerta estaba cerrada con llave hasta que él la abre y espera a que entre. Vuelve a cerrarla asegurándola, abre la nevera y deja su arma dentro junto con las llaves como si se tratase de una mesa de noche, pero no tienen muchas cosas por lo cual todo debe tener una utilidad y aquella heladera está descompuesta.
Saca de una bandeja unos piercings que recuerdo haber visto la primera noche que vine aquí. Duncan toma uno y se coloca el arete atravesando la comisura de su labio. Vuelve a guardar los demás mientras remueve el metal con su lengua, el gesto distraído lo hace ver atractivo.
Jala de la cortina y entra al otro lado de la habitación lo sigo sin saber muy qué hacer, cuando aparto la tela lo encuentro sentado en la esquina de la cama, tiene el ceño fruncido y la mirada perdida. Sin querer llamar su atención me quito en silencio la chaqueta y la coloco en una silla. Acababa de quitarme también los zapatos cuando me encontré con su mirada en mí. Sus ojos verdes viajaron por todo mi cuerpo, sus labios partiéndose en una sonrisa mientras daba palmaditas a su pierna.
-Ven aquí.-Susurro con su tono ronco.
Poco a poco me acerque a su lado, mis labios soltando un gemido de sorpresa cuando él me lanza sobre su regazo poniéndome a ahorcadas sobre él. Me quede inmóvil mientras el recorría su mano por mi mejilla clavándola en mi cuello y jalándome para unir nuestros labios. Duncan empezó a desabrochar la cinturilla de su pantalón, froto mi espalda mientras yo trataba de relajarme. Me estremecí cuando su mano empezó a acercarme más contra él, tomo descaradamente mis caderas y las choco contra las suyas frotando su entrepierna contra la mía.
Un profundo gemido fue emitido por los dos mientras Duncan trataba de guiarme moviéndome rápido contra él. Trate de alejarme para mirarlo, sus ojos cerrados, sus dientes jalando el arete alrededor de su labio mostrándose vulnerable.
-Voy hacerte sentir bien, lo prometo.-Su tono sonando a suplica para que lo dejara avanzar.
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