6. Culebra.
6. Culebra.
De pie frente un viejo almacén mi manos empiezan a sudar de los nervios, y ya que estaba entrelazada con la de Duncan, empecé a sentir vergüenza y sudar más.
-¿Sabes que hay aquí?-La voz suave de Duncan es tranquilizadora.
Apunto el dibujo de un cráneo con una culebra arriba, en la cima del gran portón negro.-Sé qué significa eso.
Asiente, ya era hora que vea a mi padre. El lugar en donde se encuentran está muy bien escondido de los civiles, una montaña de edificios destrozados lo rodea, no hay manera de que los civiles quieran venir por aquí con toda su patrulla, y si vienen algunos hombres, simplemente los matan. Una gran parte de mi infancia ha sido muy dura, he aguantado sonido de disparos, navajas perforando la piel y el sonido de la sangre salpicar el suelo.
Pero aquellos a los que han asesinado no fueron los buenos, fueron los civiles que atacaban aquí, para hacernos desaparecer porque simplemente no encajamos en la sociedad. Porque no queremos ser obligados a ser tratados como ciervos de un mal líder que lo único que le interesa es el control y el poder. Este descontrol y rebeldía se dio por la presión que ejercía el gobierno al pueblo, porque no nos permitieron decidir y nos obligaron a serles fieles sin ganar nuestro respeto.
¿Pero cómo apoyar a mi familia que está en este bando de sureños si no hacen nada al respecto? solo se divierten tras el anochecer sin medir sus actos. Esta gente, que no puede seguir reglas, que no pueden ser controlados y que en su mayoría son locos, está enloqueciendo más cada día. Porque han hecho de su prisión un hogar, y aman vivir en ella.
-¿Nena?-Giro hacia la ronca voz que llama a mi derecha.
De una vieja caseta un chico de piel bronceada, cabello castaño largo, sujetado con una liga, y unas gafas negras ocultando sus ojos. Con sutileza se acerca arrastrando sus pies y extendiendo las manos al frente. Parpadeo cuando la luz del sol refleja el brillo de su collar hacia mi rostro. Sonrió reconozco aquello, papá nos lo dio solo a la familia. Duncan también tenía uno a pesar de no ser parte de ella. Y el mío, en secreto está escondido en mi bota, envuelto en mi tobillo.
-¿Presley...?-Murmuro curveando mis labios en una creciente sonrisa. Mi expresión decae cuando tropieza con una roca, maldice en voz baja mientras que trata de levantarse, al segundo una delgada chica rubia sale de la caseta y se arrodilla a su lado para ayudarlo. Observo confundida la escena, Duncan me da una mirada de lastima.
-Riley, estoy bien.-Sonríe tomando torpemente el rostro de la chica, sus ojos grandes y azules de ella lo inspeccionan cuidadosamente mientras le limpia el polvo de sus pantalones, él ríe.-Tranquila nena.
La chica asiente con la cabeza apretando más su mano en su rostro, sus enormes ojos se mueven hacia mí y Duncan. Con una sonrisa tímida estira su mano, la tomo permitiéndole acercarme, con cuidado ella toma la de Pres para juntarla conmigo. Mi primo sonríe jalándome en un fuerte abrazo. Lo aprieto con fuerza, no quiero preguntarle qué ha sucedido para dejarlo en este estado, recuerdo sus ojos verdes llenos de vida cuando cometía alguna travesura. La idea de un chico tan fuerte como él, tan bueno, discapacitado es completamente dolorosa.
Una lagrima se desliza por mi mejilla cayendo en su cuello, me separo torpemente de él.-Lo siento Pres. Yo...
Sonríe con tristeza mientras toma la mano de Riley.-Esta bien Rav. Estaba jodidamente cabreado,-ladea la cabeza hacia ella.-Ya no más.
Muerdo mi labio inferior y golpeteo con mi bota el suelo con la curiosidad carcomiéndome por dentro. Al parecer Pres escucha el débil sonido, porque ríe a fuertes carcajadas y patea mi pie despacio.-Pequeña metiche, te lo contare luego.
Duncan toma mi brazo por detrás jalándome hacia la entrada.-Presley.-Su saludo de siempre con un asentimiento de cabeza.
-Duncan.-Repite. Con ayuda de Riley vuelve a la caseta, el fuerte sonido que hace los portones cuando se deslizan a los lados para darnos paso hace que mi corazón lata más fuerte ante la idea de lo que podría encontrarme allí adentro. Un padre fuerte, tan alto y musculoso que lograba intimidar a cualquier hombre y encantar a miles de mujeres. O un padre fracasado que se ahogó en el alcohol mientras que su esposa se marchaba con su hija el día después que él había tatuado su rostro en su espalda para demostrar en su compleja manera lo mucho que la amaba.
No quiero caminar pero los pasos duros de Duncan me obligan a seguirlo. Un fuerte olor a cigarrillo con alcohol golpea fuertemente mi rostro. Drunk Texting de Chris Brown, suena a todo volumen mientras las personas dejan de hablar para mirarnos, el lugar tiene un gran salón con barras de bebidas en las dos esquinas y sillas alrededor. Duncan mantiene su postura firme con su mano aun tomando la mía mientras nos adentramos por un pasillo. No puedo evitar notar las miradas descaradas de las mujeres hacia él, como juzgarlas si es gloriosamente hermoso.
Suelto un grito cuando un chico de tes morena jala mi chaqueta para pegarme a su sudoroso cuerpo.
-Linda puta.-Su aliento asqueroso choca contra mi mejilla, sus manos toqueteando mi cuerpo.
Un puño roso mi rostro mientras abro los ojos sorprendida al escuchar la mandíbula del chico crujir antes de que caiga al suelo. Ahí, sin más, podría haberlo matado si Elliot no hubiera llegado rápido y le hubiera sacado el arma del bolsillo. Pero eso no lo impidió acabar con el chico, Duncan utilizo sus fuertes nudillos para golpetear su cara, estomago, costillas.
Cerré los ojos, el miedo me estaba haciendo débil para acercarme y detenerlo porque yo también le temía. Duncan estaba tan loco como para fingir no estarlo.
Un disparo resonó en mis oídos, mi cuerpo se sacudió de sorpresa, abrí los ojos rogando que no haya sido Duncan o que no haya sido hacia él. Pero no deje de temblar ni me sentí más aliviada al ver a mi padre con una pistola, el chico muerto, y Duncan completamente furiosa.
-¿Por qué jodidamente no me dejaste terminar?-Grita con fuerza, su cuerpo temblando de ira. Mi padre ni siquiera me ha mirado, estoy acurrucada en el suelo con el pelo tapando mi rostro rezando para que nadie más me toque.
-Porque asusta a mi pequeña.-Gruñe, su voz tan dura como la recordaba. Sigue siendo el hombre de antes, y ahora que sus ojos me miran con tanto cariño, nostalgia, sigue siendo tan amoroso, sin miedo a demostrar su debilidad permitiendo que sus lágrimas caigan por sus mejillas.
La mandíbula se tensa mientras se gira, se ve arrepentido al acercarse y ver cómo me alejo de su tacto.
Mi padre hace el mismo intento, con temor me lanzo a su pecho. Sus fuertes brazos tatuados rodean mi cintura, siento sus lágrimas mojar mi frente y su cuerpo estremecerse.
-Raven, mi pequeña.
Mis ojos se nublan ante su voz tan suave.-Papi.
(...)
Traspasando el pasillo se encuentra una oficina, sigo a mi padre con la sombra de Duncan a mi espalda, puedo escuchar su respiración agitada, está tratando de volver a su temperamento normal, noto que se esfuerza por no tomar mi mano de nuevo y poder darme algo de espacio hasta que me sienta cómoda con él de nuevo.
Limpio el sudor de mis manos frotándolas en mi vaquero, mis ojos se mueven rápidamente por la habitación. Suelto un suspiro aliviada de ver rostros conocidos, no estoy lista para otro reencuentro emotivo con algún familiar. Mi padre trata de ocultar las lagrimas que brotan en su rostro, pero no oculta la enorme sonrisa cada vez que gira sobre su hombro y me mira.
No estoy segura si es porque cree que he vuelto por él. Una oleada de inquietud atraviesa mi mente, sé que no estará feliz al saber que no estoy de su lado.
El golpeteo de un martillo de madera silencia a todos. Elliot sonríe hacia mí, los demás hombres siguen la dirección sus ojos, acomodan sus traseros en los asientos al ver a mi padre pararse en el centro.
Duncan me empuja hacia una silla, se queda parado a mi lado. El cuero frio estremece mis brazos al sacarme la chaqueta, estoy segura de que este es su asiento. Justo al lado de mi padre.
-¿Algo nuevo?
Tío Loky se desplaza en su asiento gruñendo.-Diez en la frontera, nueve alrededor, protegiendo la mercancía. La misma mierda de siempre, Bannon.
Pres levanta la mano, sentado al lado de su padre Loky. Al verlos juntos noto el gran parecido que tienen. Los dos con el pelo largo sujetado en una media cola hacia atrás, con ojos verdes encantadores, pero no tanto como su sonrisa.
-Hoy habrá fiesta en Allison Lane.
-Siempre hay una puta fiesta.-Lo interrumpe su padre.
Salto de mi asiento cuando Pres saca su pistola para apuntar contra la frente de su padre.-No me interrumpas.-Su sonrisa aun en su rostro, Riley alarmada le susurra algo en el oído pero eso solo lo hace sonreír aun más.
-Baja esa maldita arma, de todas formas no dispararas.-Pres dispara hacia el techo provocando que mi piel se estremezca, había olvidado lo juguetón que era mi primo, le gustaba hacerme asustar en cualquier oportunidad.
-Tranquila Rav.- Sonríe ladeando su cabeza hacia mi dirección, mi pecho late tan fuerte que creo que logra escucharlo.- Zack llego anoche con noticias.
-Y no jodidamente me avisaste.-Regaña Loky.
-Hay civiles cerca de Satell y Label, unas pocas calles A.L. tenemos que encontrarlos primero antes que ellos a nosotros.
-Elliot.-Llama bruscamente mi padre, el rubio levanta la mirada con los labios curveados en una sonrisa oculta.-Te quiero con Raven.
-Ninguna mierda, yo me quedo con ella.-Gruñe Duncan, su brazo rodea mis hombros posesivamente.
-No jodas ahora Deluve, tenemos pocos hombres sobrios dispuestos a pelear. –Aiden, el mismo chico que llego esta mañana con Elliot, y Caidan su hermano.
Mi padre asiente de acuerdo, es suficiente para que Duncan se mantenga callado y obedezca. Todos se levantan de sus asientos, el ruido de pistolas cargando más balas y navajas afilándose. Observo en silencio como Duncan saca dos armas, las carga mientras me mira fijamente deduciendo mi reacción en silencio.
-Ten. Por seguridad-Dice poniendo el objeto frio contra mi piel en la cinturilla de mis vaqueros. Pasea su mano por mi abdomen con una sonrisa de hoyuelos al ver como mi cuerpo reacciona ante su tacto. Mis dedos tocan tímidamente el gatillo, sus ojos brillan de emoción cuando toma mi mano para llevarme afuera, traspasar el pasillo en dirección a unas habitaciones. Me jala hacia una de ellas, mis ojos tímidamente observan su fuerte cuerpo parado en la puerta impidiéndome a escapar y segundos más tardes, me encontré con esos brillantes ojos verdes. El sonrió abiertamente, su lengua humedeciendo sus labios mientras se acerca.
-Tienes que irte.-Informo torpemente tratando de evitar su mirada, sus largos dedos retirando el pelo de mi rostro.
-Eres muy inocente nena. Te han protegido de esta realidad y estoy bien con eso, porque sé que eres lo único que este jodidamente correcto en este mundo. Prométeme que siempre serás así, pese a lo que veas afuera, lo que te digan o susurren. Nunca dejes de ser honesta.
Acaricio mi mejilla con sus nudillos, sus ojos verdes me fascinaban por la seguridad y locura que revolvía en ellos. Sus palabras entraron tan fuerte a mi pecho que estaba segura que el dolor de adentro se quedaría grabado por siempre, aun que quisiera no borraría sus palabras.
-Lo prometo.-Él asiente conforme, espero que se valla pero decide mejor rozar sus labios con los míos. Su dulce aliento a cigarrillo de menta choca contra mi rostro, estoy por irme hacia atrás sin saber que hacer delante de un chico tan fuerte. Con sus brazos de tinta rodea mi cintura, recarga mi cuerpo con el suyo permitiendo sentir la calidez que irradia su piel. Intento una vez más débilmente alejarme, pero Duncan me agarro de la muñeca. Me tiro de nuevo hacia su pecho, sus labios plantaron un ardiente beso en mi boca. Utilice todas mis fuerzas para empujarlo hacia atrás, no se alejo ningún centímetro succionando mi labio inferior.
-¿Raven?-Se retira finalmente por los golpeteos en la puerta. No reconozco aquella voz hasta que la figura de Elliot entra sonriente.
Mira graciosamente mi rostro, me sonrojo consciente de lo hinchado que deben de estar mis labios y lo agitada que me veo.
-Joder, debí darles más tiempo.-Se gira hacia Duncan.-Para que resuelvas esa mierda.- Ríe apuntando sus pantalones.
-Vete a la mierda.-Gruñe hacia el rubio, él sin borrar su expresión tonta en la cara toma asiento en un amplio sofá que no había notado hasta ahora y enciende la televisión.
Duncan vuelve su atención a mí, su hoyuelos marcados cuando sonríe tan pícaramente me hace enfadar. Cruzo los brazos alejándome de él, juguetón avanza cada vez más hasta dejarme presa contra la pared.
-Quédate en este cuarto nena.-Me guiña un ojo.-Yo me encargo de esta mierda.
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