07
Recomendación del día
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Gunwook estaba sentado en la cafetería de la universidad, sumido en sus pensamientos mientras los ruidos de la charla y la risa de sus amigos resonaban a su alrededor. Aunque la mesa estaba llena de risas y bromas, él apenas podía concentrarse. Sus pensamientos vagaban, más preocupados por la confusa situación entre él, Matthew y Jiwoong que por lo que sucedía a su alrededor.
De repente, una voz rompió su trance.
—Gunwook, ¿estás bien? —preguntó Gyuvin, mirándolo con curiosidad.
Gunwook parpadeó, sacudiendo la cabeza como si despertara de un sueño. Sus tres amigos lo estaban mirando fijamente.
—Eh, creo que el novio de mi novio está coqueteando conmigo —confesó Gunwook, la voz un poco más baja de lo que pretendía.
La reacción fue inmediata. Junhyeon que había estado tomando un sorbo de su bebida de repente se detuvo en seco y miró a Gunwook con una expresión de completa confusión. La mirada en su rostro fue tan graciosa que Gyuvin estalló en risas escandalosas, atrayendo la atención de otros en la cafetería.
—¿Qué? ¡No! ¿Qué quieres decir con eso? —exclamó Junhyeon, todavía sin comprender la situación.
Ricky estaba intentado contener la risa, pero finalmente se unió. —Junhyeon no sabe los detalles de tu relación —dijo con una sonrisa divertida.
Gunwook sonrió con resignación. Normalmente, no hablaba de la dinámica de su relación con Matthew, especialmente sobre el hecho de que Matthew tenía otro novio además de él. Sin embargo, sabía que era momento de aclarar las cosas al único de sus amigos que aparentemente no lo sabía.
—Matthew hyung tiene otro novio llamado Jiwoong —explicó Gunwook, encogiéndose de hombros—. Y creo que Jiwoong hyung podría estar interesado en mí.
Junhyeon sacudió la cabeza, tratando de asimilar la información. —¡Esto es demasiado confuso! —protestó—. Espera, ¿tenías una relación poliamorosa, y no me lo habías dicho?
—Es complicado —dijo Gunwook, intentando encontrar las palabras adecuadas. —No quiero meterme en problemas. A veces, me siento raro al respecto.
Gyuvin todavía riéndose, dijo —Vamos, no es tan raro. ¡Es genial! Tienes dos novios. ¡Eso es como tener un equipo de fútbol en lugar de un jugador!
—Jiwoong no es su novio, solo Matthew. —Ricky corrigió. Luego frunció el ceño al darse cuenta de algo. —Además un equipo de fútbol necesita once jugadores.
Junhyeon se burló de Gyuvin y Gunwook intentó no reírse.
—¿A quién le importa? —Gyuvin se defendió.
Gunwook sonrió al verlos pelear. Ahora se sentía un poco más ligero al ver que sus amigos lo apoyaban y no lo encontraban raro, aunque la confusión de Junhyeon seguía siendo graciosa.
Ricky pateó a Gyuvin de bajo de la mesa y se giró hacia Gunwook.
—Lo importante es, ¿por qué crees que Jiwoong está coqueteando contigo?
Gunwook se encogió de hombros, un gesto que denotaba su confusión. —No lo sé... —respondió, dudoso—. Es solo que... últimamente, Jiwoong hyung ha estado mucho más atento conmigo. A veces lo pillo mirándome fijamente, pero no estoy seguro de por qué.
Junhyeon, que estaba sentado a su lado, asintió lentamente. —Podría ser verdad, ya sabes. Eres muy guapo. Tiene sentido si se interesa en ti.
Gunwook se sonrojó ante el comentario, pero antes de que pudiera decir algo más, Gyuvin, que de repente estaba muy enfrascado en su hamburguesa, intervino, hablando con la boca llena.
—Probablemente está tratando de intimidarte para que dejes a Matthew hyung y él pueda quedarse con él —dijo, su tono despreocupado mientras masticaba ruidosamente.
Ricky frunció el ceño disgustado por la falta de modales de Gyuvin. —¿Podrías no hablar con la boca llena? Es asqueroso —se quejó antes de volver su atención a Gunwook—. Deberías preguntarle directamente a Jiwoong. Así no te quedas con la duda.
La sugerencia hizo que Gunwook se atragantara de repente, tosiendo mientras dejaba su vaso de lado. —¡No puedo hacer eso! —protestó, su voz un poco más alta de lo normal, lo que hizo que sus amigos se rieran—. No estoy tratando de robarle el novio a mi propio novio.
La declaración de Gunwook hizo que Junhyeon y Ricky intercambiaran miradas mientras se reían. Gyuvin, habiendo terminado finalmente su bocado, se encogió de hombros.
—Es solo una conversación, Gunwook —comentó Ricky, sonriendo—. Nadie dice que tengas que hacer algo más. Solo que preguntes. Tal vez puedas aclarar lo que está pasando.
Gunwook suspiró, dejando caer los hombros con resignación. La idea de confrontar a Jiwoong lo hacía sentir incómodo, pero al mismo tiempo, no podía negar que la situación lo estaba dejando más confundido con cada día que pasaba. Aún así, la idea de que Jiwoong pudiera estar interesado en él de una manera romántica parecía demasiado irreal para considerarla seriamente.
—No lo sé... —murmuró, desviando la mirada hacia su comida—. Es complicado.
Ricky, notando su incomodidad, decidió dejar el tema por el momento. —No te preocupes por eso ahora —dijo con un tono tranquilizador—. Solo piénsalo, y si alguna vez sientes que necesitas hablar con él, inténtalo.
Gunwook asintió débilmente, agradecido por la comprensión de sus amigos, pero todavía sintiendo un nudo en el estómago al pensar en cómo resolver esta extraña dinámica que se estaba formando entre ellos.
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Cuando Gunwook abrió la puerta del departamento de Jiwoong al volver, no esperaba que la primera escena que viera le llenara el corazón de esa manera. El departamento estaba bañado en luz natural, y allí, sentado en el sofá, estaba Matthew. Su cabello rubio brillaba intensamente bajo el sol, y su risa resonaba en el aire, clara y hermosa, como música para los oídos de Gunwook. Algo en su pecho se apretó de amor al verlo tan feliz.
Habían sido días difíciles. Matthew llevaba tiempo deprimido por su lesión, y Gunwook lo sabía mejor que nadie. Había estado preocupado, observando cómo la energía de Matthew se desvanecía poco a poco, y ahora, verlo así, tan lleno de vida, lo hizo sentir como si todo volviera a estar bien, como si el brillo de Matthew regresara a su lugar.
Una pequeña sonrisa suave apareció en el rostro de Gunwook. Sus ojos se desviaron hacia Jiwoong, sentado en el suelo frente a Matthew. Jiwoong también se reía, su cabello oscuro, que normalmente lucía perfectamente ordenado, ahora sufría lo que sea que Matthew estuviera haciéndole. Gunwook observó el cuenco de plástico junto a ellos y no tardó en entender la situación. Matthew estaba decolorando el cabello de Jiwoong, o algo así.
—¡Deja de moverte! —se quejaba Matthew entre risas, agitando la brocha en su mano con algo de frustración.
—No puedo evitarlo —replicó Jiwoong, conteniendo la risa y tratando de mantenerse quieto. —¡Me haces cosquillas!
La vista era sencilla, casi cotidiana, pero algo en ella era profundamente cálida para Gunwook. El ambiente relajado, la forma en que Jiwoong y Matthew interactuaban con tanta naturalidad, con bromas ligeras y sonrisas genuinas, lo llenó de una calidez que no esperaba. Había algo precioso en esos pequeños momentos, en la intimidad compartida, en las risas fáciles y el cariño palpable entre ellos.
Gunwook dejó su bolso en la entrada sin hacer ruido, quedándose en la puerta por un segundo más, solo observando. Su corazón latía más rápido, no por la emoción de una gran revelación, sino por la simple paz que esa escena le proporcionaba.
Matthew notó su presencia primero, levantando la vista y sonriéndole con un brillo especial en los ojos.
—¡Gunwook! —exclamó con entusiasmo, y su sonrisa, esa sonrisa que hacía todo el mundo de Gunwook brillar, fue lo único que necesitó para avanzar hacia ellos.
—Hey —respondió Gunwook, acercándose. No pudo evitar reír un poco al ver el desastre en el cabello de Jiwoong. —¿Qué le estás haciendo? —preguntó, inclinándose para mirar más de cerca.
Jiwoong levantó una ceja, su sonrisa tan relajada como siempre, casi como si Matthew no le estuviera destrozando el cabello.
—¡Es un secreto! —exclamó Matthew.
Gunwook le sonrió y luego miró a Jiwoong para comprobar su reacción. Jiwoong probablemente entendió su pregunta silenciosa porque respondió.
—No tengo idea —dijo divertido. —Confío plenamente en Matthew.
Matthew le dio un pequeño golpe en el hombro, divertido.
—Por supuesto que si —dijo Matthew, volviendo a concentrarse en su obra de arte.
Gunwook, sin decir más, se sentó en el suelo junto a Jiwoong, sintiéndose parte de esa paz que había encontrado en la situación.
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Gunwook siempre había sido alguien que vivía a un ritmo imparable. Sin darse cuenta, su vida se había convertido en una cadena de estudios interminables, entrenamientos intensos, actividades extracurriculares, y un horario tan abarrotado que apenas tenía tiempo para respirar. Él no se detenía, simplemente seguía, como si tuviera que alcanzar algo intangible que siempre estaba a un paso más allá. A menudo, esa constante carrera lo dejaba exhausto, con una sensación de ahogo. Pero entonces, estaba Matthew.
Con Matthew, todo era diferente. Matthew era ese respiro de aire fresco que tomabas al amanecer después de una larga noche; era como la primera probada de chocolate derretido en la lengua, la que te hacía cerrar los ojos y disfrutar del momento.
Matthew lo hacía detenerse, sin siquiera proponérselo. A su lado, Gunwook se permitía una pausa. Con él, podía reírse de las cosas más estúpidas posibles, y curiosamente, también podía estresarse por los problemas más estúpidos posibles; como ahora.
—¡Escóndeme! —gritó Matthew, su tono lleno de pánico mientras señalaba el sofá.
—¡Bajo el sofá no, hyung! —le respondió Gunwook, frenético, mientras intentaba limpiar los fragmentos de un jarrón roto que estaban esparcidos en el suelo—. No vas a caber, ¡y te vas a atorar!
—¡Tíralo por la ventana! —gritó Taerae, de pie en la esquina observando la escena.
—¿Qué? —Gunwook giró su cabeza hacia Taerae, completamente atónito—. ¡No lo vamos a tirar por la ventana! ¿Estás loco?
—¡Entonces tira los pedazos por la ventana! —respondió Taerae, medio en broma, medio en serio. —¡Y listo!
Matthew, mientras tanto, estaba intentando esconderse detrás del sofá, empujando su cuerpo contra la pared en un esfuerzo torpe por desaparecer.
—¡Gunwook, apúrate! —gritó, su voz sonando casi desesperada.
—¡¿Por qué siempre soy yo el que tiene que limpiar esto?! —se quejó Gunwook, intentando recoger los trozos del jarrón con una velocidad que solo aumentaba su frustración—. ¡Jiwoong hyung me va a matar!
La razón por la cual estaban en ese lío ya no importaba tanto. Matthew había tirado el jarrón favorito de Jiwoong, un regalo preciado que Jiwoong había recibido de un amigo. El ruido del vidrio quebrándose aún resonaba en la cabeza de Gunwook, junto con la sensación de urgencia por arreglarlo todo antes de que Jiwoong volviera a casa.
Taerae, aún riendo, no se movió de su lugar, no era su problema de todos modos. Mientras tanto, Gunwook seguía limpiando, pensando en lo estúpido que era todo. Aquí estaba, en medio de uno de los momentos más ridículos de su vida, cubierto de polvo y con fragmentos de cerámica en las manos, mientras Matthew seguía intentando ocultarse detrás del sofá esperando un milagro.
Y aun así, a pesar de todo el caos, Gunwook sintió una extraña calma. A pesar de que la situación era un desastre. Gunwook sabía que, de no estar con ellos, seguramente estaría ocupado estresándose por alguna clase o entrenando hasta el agotamiento, olvidando cómo era reírse de algo tan tonto como un jarrón roto.
Matthew soltó un quejido desde su escondite.
—Gunwook, ¿crees que Jiwoong hyung me vaya a perdonar?
Gunwook no pudo evitar sonreír, aún con los trozos del jarrón en las manos.
—Honestamente... no lo sé. Pero al menos no te va a tirar por la ventana.
Matthew estaba casi escondido por completo detrás del sofá, empujando los cojines para taparse mientras le lanzaba una mirada desesperada a Taerae.
—¡Cúbreme con los cojines! —le suplicó.
Taerae soltó una carcajada mientras observaba el ridículo intento de Matthew por ocultarse.
—Sal de ahí, Matthew. Tu pie apenas se está recuperando —le respondió con una sonrisa divertida.
—¡No! —gritó Matthew, aferrándose aún más a los cojines, sin intención de moverse—. ¡No creo que Jiwoong hyung me perdone esta vez! ¡Fue su jarrón favorito!
La situación se había salido de control rápidamente, y aunque Gunwook había recogido casi todos los pedazos del jarrón, el pánico aún flotaba en el aire. Justo cuando Taerae iba a decir algo más, una voz tranquila resonó en la habitación, paralizándolos a todos.
—¿Perdonar qué? —dijo Jiwoong con un tono tan casual que podría haber pasado desapercibido, si no fuera por las siguientes palabras que hicieron que todos se congelaran en su lugar—. ¿Qué rompiste mi jarrón?
Los ojos de Gunwook se abrieron de par en par, y en su shock, dejó caer de nuevo los pequeños pedazos de cerámica que había logrado reunir. El sonido de los fragmentos al golpear el suelo fue ensordecedor en medio del repentino silencio que envolvía la habitación.
Matthew, aún acurrucado detrás del sofá, se quedó inmóvil, su cara se había vuelto completamente pálida. Taerae, que hasta ese momento había estado disfrutando del caos, también perdió todo color en el rostro, mientras que Gunwook, normalmente el más sereno del grupo, estaba sin palabras.
Todos lentamente giraron la cabeza hacia la puerta. Ahí, parado en la entrada con una sonrisa divertida y los brazos cruzados sobre el pecho, estaba Jiwoong. Parecía que había llegado justo a tiempo para presenciar la última parte de la escena, y por la expresión en su rostro, estaba muy consciente de lo que había sucedido.
—Bueno... —dijo Jiwoong, arqueando una ceja mientras escaneaba la habitación—. ¿Alguien me va a contar lo que pasó, o prefieren que adivine?
Matthew tragó saliva con dificultad, todavía escondido detrás de los cojines.
—Jiwoong... yo... —balbuceó, tratando de encontrar las palabras, pero su mente estaba en blanco.
—¡Fue un accidente! —dijo Taerae rápidamente, levantando las manos en señal de rendición—. ¡Matthew lo tiró sin querer!
Gunwook, incapaz de aguantar más el silencio, soltó una risa nerviosa mientras se agachaba una vez más a recoger los pedazos del jarrón que había vuelto dejar caer.
—Lo siento, hyung. Estábamos... intentando arreglarlo.
Jiwoong los miró a todos, evaluando la situación. Luego, su sonrisa se hizo más grande.
—Bueno, supongo que es solo un jarrón —dijo con calma, dando un paso dentro de la sala—. Aunque... era mi favorito.
Matthew, que aún se encontraba tras el sofá, asomó su cabeza lentamente, sus ojos llenos de culpa.
—¿Me vas a perdonar? —preguntó en voz baja, casi temeroso de la respuesta.
Jiwoong se acercó a él, y con una sonrisa suave, se inclinó para mirar a Matthew directamente a los ojos.
—Por supuesto que te perdono —respondió mientras le daba un suave golpe en la cabeza—. Pero tendrás que ayudarme a elegir uno nuevo.
El alivio que todos sintieron en ese momento fue palpable, y Taerae dejó escapar una carcajada aliviada mientras Gunwook respiraba profundamente.
—Menos mal... —murmuró Gunwook, sacudiendo la cabeza, aún recogiendo los fragmentos del suelo—. Creí que nos ibas a matar.
Jiwoong le lanzó una mirada cómplice a Gunwook y se encogió de hombros.
—Podría haber sido peor.
Taerae soltó un largo suspiro, limpiándose las manos en sus pantalones mientras observaba los pedazos de jarrón esparcidos por el suelo.
—Esto fue demasiado estresante —dijo Taerae, levantándose con un estiramiento perezoso. —Creo que es mi señal para irme.
Matthew dejó escapar una risa. —Gracias por la ayuda —dijo, agitando una mano. —Te debo una.
—Sí, sí, me lo deben —bromeó Taerae mientras se despedía, recogiendo sus cosas para salir.
Una vez que Taerae se fue, Jiwoong se acercó a Matthew y con cuidado, lo ayudó a levantarse.
—¿Estás bien? —le preguntó con ternura, asegurándose de no lastimar el pie de Matthew. Lo acomodó en el sofá, su toque firme y cariñoso.
—Te lo compensaré —murmuró Matthew, una sonrisa en los labios mientras se acomodaba, recostandose con un aire de cansancio.
—Más te vale —bromeó Jiwoong, pero sus ojos mostraban la misma dulzura de siempre.
Gunwook seguía agachado en el suelo, recogiendo los últimos fragmentos del jarrón roto con paciencia. Cada pedazo caía en sus manos con un suave tintineo. Cuando terminó, levantó la vista y vio a Jiwoong acercarse con una bolsa de basura.
Jiwoong lo miró con una leve sonrisa, una mezcla de agradecimiento y algo que Gunwook no lograba descifrar del todo. —Hiciste un buen trabajo limpiando —le dijo Jiwoong.
Gunwook sintió un calor reconfortante en el pecho al oír esas palabras. Los ojos de Gunwook brillaron con una mezcla de orgullo y anticipación al ser elogiado. Entonces, Jiwoong alzó una mano, como si fuera a acariciar su cabello. Gunwook se quedó quieto, el corazón latiendo con un ligero sobresalto. Esperaba la caricia con ansias, como una confirmación tácita del elogio, de que había hecho un buen trabajo.
Pero la mano nunca llegó a tocarlo.
En el último momento, Jiwoong se quedó inmóvil, su mano suspendida en el aire, como si hubiera recordado algo o cambiado de opinión. Lentamente, bajó la mano sin decir una palabra, y se dio la vuelta para tirar los pedazos en la bolsa.
Gunwook parpadeó, la confusión nublando sus pensamientos. El calor que había sentido se disipó en un instante, sustituido por una punzada de decepción. No entendía qué había pasado, qué había cambiado en esos segundos. Se quedó en silencio, observando cómo Jiwoong se alejaba, su mente estaba inundada por preguntas sin respuesta.
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Matthew estaba acurrucado en el sofá, su cuerpo hundido entre el suave respaldo y el calor de sus dos novios. A su lado derecho, Gunwook lo abrazaba de manera protectora, la capucha de su sudadera azul estaba ligeramente caída sobre su cabeza, le daba un aspecto tierno y relajado. La tela suave y el color pastel contrastaban con su usual presencia firme, haciéndolo ver increíblemente acogedor. A su lado izquierdo, Jiwoong estaba cómodamente vestido con una camiseta holgada y pants claros, un look que irradiaba simpleza y tranquilidad, pero aún mantenía esa presencia segura y fuerte que siempre lo acompañaba.
Era un poco tarde ya, y la luz tenue del televisor era lo único que alumbraba la sala, proyectando sombras suaves sobre ellos mientras una película que Matthew había elegido se reproducía. El ambiente era tranquilo, envolvente, y la quietud solo era interrumpida por la suave respiración de Matthew mientras se acurrucaba más entre ambos.
Gunwook, sin embargo, no estaba prestando tanta atención a la película. Su foco de atención estaba completamente en el regazo de Matthew, en la mano de Matthew que Gunwook sostenía y acariciaba suavemente con las yemas de sus dedos. Se sentía calmado al estar tan cerca de él, cada pequeña caricia era tan preciada para Gunwook. Había algo increíblemente reconfortante en ese contacto, algo que lo anclaba en el momento y le permitía relajarse, algo raro en su vida usualmente apresurada.
Pero entonces, Gunwook notó algo. Sus ojos se movieron sutilmente hacia el otro lado, donde Jiwoong hacía lo mismo con la otra mano de Matthew. Las largas y elegantes manos de Jiwoong acariciaban lentamente los dedos de Matthew, con la misma suavidad con la que lo hacía él. Gunwook observó detenidamente, analizando sin querer la diferencia. Las manos de Jiwoong eran más largas, más estilizadas, y probablemente incluso más bonitas que las suyas. Pero al ver cómo se movían, cómo se conectaban con Matthew, Gunwook no pudo evitar pensar que ambas estaban echas para sostener a Matthew.
Gunwook volvió a bajar la mirada hacia sus propias manos y sonrió para sí mismo, volviendo a concentrarse en la caricia que ofrecía. No había ninguna prisa, ni necesidad de palabras. Estaban los tres ahí, juntos, y eso era todo lo que importaba.
El sonido del teléfono del departamento resonó inesperadamente, rompiendo la calma que los tres habían estado disfrutando. Jiwoong se levantó con una leve expresión de curiosidad, dirigiéndose hacia el teléfono. Cuando lo tomó, su tono reflejó una ligera confusión.
—¿Hola? —dijo, luego hizo una pausa mientras escuchaba la respuesta—. ¿Un pedido? No esperaba nada, pero... está bien, súbanlo.
Colgó el teléfono, frunciendo ligeramente el ceño, mientras volvía hacia el sofá. Matthew ya lo miraba con curiosidad.
—¿Quién era? —preguntó Matthew, acomodándose mejor entre los cojines.
—La recepción —respondió Jiwoong, con una expresión todavía pensativa—. Dicen que hay un paquete, aunque yo no pedí nada. ¿Ustedes si?
Ambos negaron. No pasaron muchos minutos antes de que se escuchara un golpe suave en la puerta. Jiwoong fue a abrir y para su sorpresa, le entregaron un ramo de flores, unas flores azules vibrantes, tan inesperadas como hermosas. Tomó el ramo con ambas manos, aún más desconcertado. No había tarjeta de presentación o alguna indicación de quién las había enviado.
—¿Qué es eso, hyung? —Matthew preguntó desde el sofá, su voz llena de intriga—. ¿Flores?
Jiwoong cerró la puerta detrás de él y caminó hacia el sofá, el ramo entre sus manos, aún sin comprender lo que sucedía.
—No lo sé —respondió honestamente—. No había ninguna mención de quién las envió.
Gunwook se inclinó un poco hacia adelante, mirando el ramo. Fue entonces cuando notó una pequeña tarjeta escondida entre las flores.
—Espera —dijo Gunwook—. Creo que hay una nota aquí.
Jiwoong levantó una ceja, sorprendido. Deslizó la mano entre las flores, extrayendo la pequeña tarjeta de papel. La miró por unos segundos, su expresión cambiando de la confusión a algo más pensativo. Comenzó a leer en silencio, sus ojos moviéndose lentamente a través de las palabras escritas.
Desde el sofá, Matthew y Gunwook lo observaban con expectación. El silencio que siguió mientras Jiwoong leía les dio una sensación de intriga y tensión.
—¿Y? —Matthew no pudo evitar preguntar, su tono lleno de curiosidad—. ¿Qué dice?
Jiwoong, aún procesando el contenido de la nota, levantó la mirada hacia ellos, una ligera sonrisa fingida tirando de las comisuras de sus labios. Pero en lugar de responder de inmediato, simplemente guardó la nota en su bolsillo y se sentó de nuevo junto a ellos, dejando el ramo de flores azules sobre la mesa frente al sofá.
—Nada importante —dijo, pero sus ojos brillaban con algo que no pudo esconder.
Matthew frunció el ceño, visiblemente frustrado por la falta de respuesta, mientras Gunwook lo miraba con desconcierto.
—¿Nada importante? —preguntó Gunwook, sin dejar de mirarlo fijamente.
Matthew y Gunwook intercambiaron miradas. Jiwoong soltó un suspiro largo y tenso, sus hombros de repente se sintieron rígidos. Matthew lo notó de inmediato. Siempre era el primero en darse cuenta cuando algo andaba mal con Jiwoong, y esta vez no fue la excepción. Se acercó rápidamente a Jiwoong, tomando sus manos suavemente, mirándolo a los ojos con preocupación.
—¿Qué pasa? —preguntó Matthew, su tono suave pero lleno de urgencia.
Gunwook desde su lugar en el sofá, parpadeó, algo desconcertado. No sabía bien cómo reaccionar ante la tensión repentina en el aire, pero sentía que algo importante estaba ocurriendo. El ambiente ligero que habían compartido momentos antes, se había evaporado en cuestión de segundos.
Jiwoong no respondió de inmediato. Parecía debatirse internamente, sus manos ligeramente tensas en las de Matthew, como si luchara por encontrar las palabras correctas. Fue entonces cuando Matthew, con un gesto rápido, alcanzó la nota que Jiwoong había guardado en su bolsillo. La abrió sin pedir permiso, sus ojos recorriendo las líneas rápidamente, y su expresión cambió drásticamente.
Su mandíbula se tensó, y una furia latente se reflejó en su rostro.
—¿Cómo se atreve? —dijo Matthew con el ceño fruncido, sus ojos ardiendo de indignación—. ¿Cómo se atreve Seobin a mandarte flores?
El nombre golpeó el aire como un trueno, y Gunwook sintió que el ambiente en la habitación cambiaba aún más. No sabía quién era Seobin, pero sólo con ver la reacción de Matthew podía adivinar que había una historia detrás de ese nombre.
Jiwoong se quedó en silencio por un momento, su mirada evitando la de Matthew. Finalmente, se pasó una mano por el cabello, sacudiéndolo con frustración.
—Seobin volvió a la empresa esta mañana —murmuró Jiwoong, su voz teñida de conflicto—. No pensé que me buscaría tan rápido, pero... ya ves.
Matthew dio un paso atrás, su estado de alerta subiendo de inmediato.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Matthew, tratando de controlar el malestar que le hervía en el pecho—. ¿Qué quiere de ti?
—No lo sé —Jiwoong respondió, aún con los hombros tensos—. Me dijo que sólo quería hablar, pero no confío en sus intenciones. No después de lo que pasó.
El silencio en la habitación era palpable. Gunwook observaba la escena, sin saber bien cómo intervenir. Aunque no conocía todos los detalles, la atmósfera hablaba por sí sola. Seobin era un tema delicado.
Matthew respiró profundamente, tratando de calmarse. No quería perder el control de la situación, pero era difícil ignorar los sentimientos que ese nombre traía consigo.
—¿Qué hacemos? —preguntó Matthew, más calmado ahora, pero con una determinación clara en sus ojos.
Jiwoong lo miró finalmente, su rostro reflejando un conflicto interno. Había algo en Seobin que aún lo molestaba, pero Jiwoong no quería ceder a ese sentimiento.
—No lo sé —admitió Jiwoong, con una sinceridad cruda—. Pero no dejaré que él arruine lo que tenemos. No otra vez.
Gunwook que había estado en silencio, se quedó completamente inmóvil en el sofá. El nombre de Seobin seguía resonando en su mente, pero no tenía idea de quién era esa persona ni por qué parecía tan importante. ¿Quién era Seobin? ¿Por qué Jiwoong se veía tan herido al mencionarlo? ¿Por qué Matthew estaba tan enfurecido?
Un sentimiento extraño de desconexión lo invadió, como si estuviera fuera de lugar en ese momento, como si no perteneciera del todo a esa conversación tan llena de emociones. Gunwook había pasado tantos momentos con Matthew y Jiwoong, y sin embargo, de repente se daba cuenta de que no sabía tanto sobre Jiwoong como pensaba. Siempre había asumido que lo conocía porque compartían tiempo, pero este momento le revelaba cuán superficial era ese conocimiento. No sabía quién era Seobin, ni la historia que compartían Jiwoong y Matthew. Y lo peor de todo, se sentía inútil en esa situación, incapaz de decir o hacer algo que ayudara.
Gunwook observó a Jiwoong. La forma en que Jiwoong apretaba los puños, tratando de contener emociones profundas, mientras Matthew lo miraba con esos ojos llenos de preocupación y enojo. Era evidente que Jiwoong estaba herido, pero Gunwook no entendía por qué.
Por un momento, se sintió como un extraño. ¿Había intentado alguna vez conocer verdaderamente a Jiwoong? Casi siempre era Jiwoong quien lo buscaba, quien le preguntaba cómo estaba, cómo iban sus estudios, su entrenamiento, sus preocupaciones. Jiwoong siempre había estado ahí, como una figura constante en su vida, pero Gunwook no podía recordar la última vez que él mismo había mostrado interés real por Jiwoong más allá de lo básico.
Un nudo se formó en su garganta al darse cuenta de eso. Jiwoong siempre había estado ahí para él, pero... ¿Gunwook lo había estado? Gunwook intentó recordar alguna vez en que le preguntó algo personal a Jiwoong, alguna vez en que realmente hubiera tratado de conocer su historia, lo que lo lastimaba, lo que lo hacía feliz. Pero no pudo recordar nada concreto.
Siempre había sido más fácil centrarse en Matthew, en sus propios sentimientos hacia él, en lo que compartían. Jiwoong había sido una especie de ancla, alguien a quien Gunwook había dado por sentado en cierta forma. Ahora, viendo el dolor en sus ojos, Gunwook no sabía qué hacer. Ni siquiera sabía qué decir. Había tantas cosas que no entendía, y eso lo hacía sentir impotente.
Gunwook miró a Matthew, quien seguía sosteniendo las manos de Jiwoong, susurrándole algo en un intento de calmarlo. Había tanta historia entre ellos, tantas cosas que Gunwook no sabía ni comprendía del todo. Y de repente, se dio cuenta de que no podía seguir tomando la presencia de Jiwoong en su vida como algo garantizado.
Mientras Jiwoong y Matthew continuaban hablando en voz baja, Gunwook se prometió a sí mismo que haría un esfuerzo. Que preguntaría, que escucharía, y que no dejaría pasar más oportunidades para conocer al hombre que estaba frente a él, ese que, aunque parecía fuerte, tenía cicatrices que aún lo lastimaban.
—¿Quién es Seobin? —preguntó en voz baja.
Matthew se giró para mirarlo, pero no dijo nada de inmediato. Parecía estar buscando la respuesta en Jiwoong, como si pidiera permiso para hablar. Jiwoong percibiendo el conflicto de Matthew, le acarició suavemente los hombros, un gesto tranquilo, pero que no logró disipar del todo el nerviosismo en el aire. El roce de sus dedos era más un intento de consuelo, tanto para él como para Matthew.
Finalmente, Jiwoong suspiró, preparándose para hablar.
—Seobin es mi ex —respondió.
La reacción de Matthew fue instantánea. Su rostro se arrugó en una expresión de disgusto, sus labios tensos como si el solo nombre le provocara una incomodidad profunda. Gunwook podía ver el enojo chispeando en los ojos de Matthew, algo que contrastaba con la serenidad forzada de Jiwoong. No lo había visto tan molesto en mucho tiempo.
—Es un imbécil —soltó Matthew, con una voz que dejaba en claro cuánto despreciaba a esa persona.
Gunwook parpadeó, sorprendido por la intensidad de la reacción. Nunca había visto a Matthew tan alterado por alguien que ni siquiera estaba presente.
—Seobin fue mi novio durante la universidad —continuó Jiwoong, ignorando el comentario de Matthew aunque le dio una pequeña mirada de advertencia—. También trabajamos juntos, entramos a la misma empresa después de graduarnos. Fue una relación... larga.
Gunwook asintió, tratando de procesar lo que estaba escuchando. No imaginaba que Jiwoong hubiera tenido una relación tan importante antes, y menos una que aún dejaba una huella tan visible en él y en Matthew.
—Pero no era una relación sana —Jiwoong agregó, su tono cambiando a algo más sombrío—. Al principio todo parecía ir bien, pero poco a poco... se volvió difícil. Muy difícil. Peleábamos por cosas pequeñas, pero también por cosas grandes. Llegó un punto en el que no podíamos comunicarnos sin herirnos el uno al otro.
Gunwook permaneció en silencio, asimilando las palabras. Podía sentir el peso de esa historia en Jiwoong, en la forma en que cada palabra parecía costarle un poco más de lo habitual.
—Finalmente, terminamos —Jiwoong terminó con un suspiro profundo, como si soltar esas últimas palabras fueran un alivio. Pero el alivio no era completo. Gunwook podía verlo en los ojos de Jiwoong, ese brillo apagado señalaba que aún había heridas que no estaban del todo cerradas.
Gunwook no sabía qué decir. Todo esto era nuevo para él. Siempre había visto a Jiwoong como alguien sólido, alguien que tenía el control de cada situación, pero ahora lo veía bajo una nueva luz. Era más humano, más vulnerable de lo que Gunwook había imaginado.
Matthew todavía irritado, tomó un respiro antes de continuar, el enojo burbujeando bajo la superficie.
—Cuando empecé a salir con Jiwoong hyung, Seobin se convirtió en una molestia —explicó, su tono frustrado—. De repente, quería contactarlo para cualquier cosa, usando cualquier excusa. Llamadas, mensajes, todo para tratar de hacer que volvieran.
La sorpresa de Gunwook fue evidente en su rostro. Parpadeó, confundido y un poco incrédulo.
—¿Lo intentó, aunque ustedes ya estaban juntos? Eso es... demasiado —dijo Gunwook con desagrado.
—¡Exactamente! —exclamó Matthew, su irritación creciendo—. Era un imbécil. A pesar de que Jiwoong hyung ya estaba conmigo, Seobin seguía metiéndose. Incluso llegó a inventar mentiras sobre mí, solo para intentar que Jiwoong hyung me dejara.
El enfado en la voz de Matthew era palpable, y Gunwook sintió un nudo en el estómago. No sabía qué era más impactante, el hecho de que alguien hubiera tratado de interponerse entre Matthew y Jiwoong, o la intensidad con la que Matthew hablaba sobre todo. Era evidente que ese período había sido difícil para ambos.
Jiwoong, que había estado en silencio mientras Matthew contaba la historia, finalmente habló, su voz baja y tranquila en contraste con la molestia de Matthew.
—Fue una etapa complicada. Seobin... no sabía aceptar el final —dijo Jiwoong, con un dejo de cansancio en sus palabras—. Pero lo que importa es que se terminó. Estoy con Matthew, y nada de eso lo cambió.
Gunwook asintió lentamente, tratando de entender todo lo que estaba sucediendo. No tenía ni idea de que Jiwoong había lidiado con algo tan complicado en su pasado, y mucho menos que Matthew hubiera tenido que soportar algo así.
—¿Y por qué está mandándote flores ahora? —preguntó Gunwook.
Matthew apretó los labios mientras Jiwoong se encogía de hombros, visiblemente incómodo.
—Regresó a la empresa hoy —respondió Jiwoong—. Supongo que... no lo sé. No hemos hablado en mucho tiempo.
Gunwook observó a Jiwoong, sintiendo una mezcla de emociones. No sabía si estaba molesto, preocupado o simplemente confundido. Pero lo que sí sabía era que Seobin, quien quiera que fuera, había dejado una marca en Jiwoong, y eso lo hacía sentir incómodo.
Jiwoong intentó restarle importancia a lo que estaba ocurriendo. Pero Gunwook no podía evitar pensar en cómo esa persona había influido en él. Y lo peor de todo, se dio cuenta de que ni siquiera sabía cómo consolarlo.
Gunwook apretó los labios con fuerza, su mirada fija en las flores azules sobre la mesa. El suave tono de las flores contrastaba con el creciente malestar que sentía dentro de él. Algo burbujeaba en su interior, una mezcla de inquietud y frustración que no podía ignorar. La idea de alguien persiguiendo a Jiwoong, alguien que lo había herido tanto en el pasado, lo molestaba más de lo que quería admitir.
Era extraño. Gunwook no solía sentirse así, tan alterado por algo fuera de su control. Pero la idea de que Seobin intentara volver a entrar en la vida de Jiwoong lo tenía inquieto. No podía sacudirse el malestar que sentía con cada segundo que pasaba, imaginando lo que podría suceder.
—¿Vas a hablar con él? —La pregunta salió de sus labios antes de que pudiera detenerse. Lo había estado pensando desde que escuchó la historia, pero ahora que las palabras estaban fuera, temía la respuesta.
Jiwoong suspiró y, con la misma calma que siempre lo caracterizaba, asintió.
—Sí, siento que es necesario hablar con él —respondió.
Matthew se tensó de inmediato. La incomodidad que había desaparecido por un breve instante regresó con fuerza, pintada en la expresión tensa de su rostro. Claramente, no estaba feliz con la idea, pero parecía entender el porqué. No dijo nada, solo apretó los labios mientras su mano acariciaba inconscientemente la de Jiwoong.
Gunwook por otro lado, sintió cómo una punzada de decepción se instalaba en su pecho. Lo sabía, había esperado otra respuesta, tal vez una que lo tranquilizara, que le confirmara que Seobin no tenía lugar en la vida de Jiwoong. Pero, al escuchar que Jiwoong planeaba hablar con él, no pudo evitar sentir esa pequeña punzada de temor. No confiaba en alguien que había causado tanto daño antes, y mucho menos en alguien que parecía no respetar los límites.
—¿Por qué tienes que hacerlo? —preguntó Gunwook, intentando que su voz no sonara tan cargada de emociones como lo sentía en su interior.
Jiwoong le dirigió una mirada tranquila, pero Gunwook no pudo ignorar el conflicto que también percibía en sus ojos.
—Es necesario para cerrar ese capítulo de una vez por todas —respondió Jiwoong—. No puedo seguir evitando a Seobin, no si quiero que todo esto se quede atrás. Hablar con él es la única manera de asegurarme de que no vuelva a interferir.
Matthew soltó un suspiro en desacuerdo, pero finalmente asintió.
—No me gusta la idea... pero lo entiendo —admitió Matthew—. Solo... ten cuidado.
Gunwook no se sintió igual. Aunque entendía la lógica detrás de lo que decía Jiwoong, no podía evitar sentirse frustrado. La simple idea de que Seobin pudiera tener una oportunidad de volver a la vida de Jiwoong lo inquietaba, lo hacía sentir vulnerable, como si algo en su dinámica estuviera en riesgo. Pero, al mismo tiempo, ¿qué podía hacer? Finalmente, Gunwook simplemente asintió, tragándose su decepción.
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La inquietud que Gunwook sentía no desapareció, más bien se intensificó con cada día que pasaba. Lo había notado hace unos días, Jiwoong ya no era tan atento con él. Seguía pasando tiempo con él y Matthew, pero algo había cambiado. Era sutil, una barrera invisible que ahora estaba presente entre ellos, y Gunwook no podía entender el porqué.
Cada gesto, cada mirada que Jiwoong antes le dirigía con calidez, ahora parecía superficial. Incluso cuando sonreía, había una distancia que Gunwook no recordaba haber sentido antes. Se mordió los labios con preocupación, intentando no pensar demasiado en ello, pero la sensación lo atormentaba. ¿Había hecho algo mal? ¿Había sido por la situación con Seobin?
Una tarde, incapaz de soportar la ansiedad, Gunwook decidió acercarse a Jiwoong. Lo encontró en la cocina, preparando algo como solía hacer. Gunwook se quedó en la puerta unos momentos, observándolo en silencio, buscando el valor para romper el hielo.
Finalmente, respiró hondo y entró.
—Jiwoong hyung, ¿puedes ir por mí a la facultad mañana en la tarde? —preguntó con cautela, esperando que su tono no delatara la inseguridad que sentía.
Jiwoong, concentrado en la comida, ni siquiera volteó a verlo.
—No puedo, tengo algo que hacer, lo siento —respondió con calma, pero la indiferencia en su tono hizo que el corazón de Gunwook se hundiera.
Gunwook se quedó quieto, como si el peso de esa respuesta lo hubiera congelado. No entendía exactamente por qué, pero algo en esas palabras lo habían herido profundamente. Se suponía que era una simple negativa, algo sin importancia, pero para él significaba mucho más. Significaba que la distancia que había estado sintiendo no era solo una impresión. Era real.
Matthew, que estaba sentado sobre la encimera observando la interacción, captó de inmediato la tensión en el aire. Sin pensarlo demasiado, intervino para aliviar la situación.
—Gunwookie, mi pie está casi recuperado. Puedo ir por ti —dijo Matthew, sonriendo de esa manera cálida que siempre lograba tranquilizar a Gunwook.
Gunwook levantó la vista, encontrando los ojos amables de Matthew. La oferta de Matthew no solo alivió su preocupación, sino que le recordó que, aunque algo con Jiwoong no estaba bien, aún tenía a Matthew, siempre dispuesto a estar a su lado.
Sonriendo cálidamente, Gunwook caminó hacia Matthew y lo abrazó, dejando que el contacto físico lo reconfortara.
—Gracias, hyung —susurró, apretando ligeramente su abrazo.
Matthew le devolvió la sonrisa, acariciando su espalda para hacerle sentir que todo estaba bien.
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Gunwook no había tenido mucho tiempo para pensar en la distancia que Jiwoong parecía poner entre ellos últimamente porque algo más urgente había surgido. Ese problema se hizo pequeño en comparación con lo que veía frente a él: Matthew.
El día de la presentación donde se suponía que Matthew participaría se acercaba, solo quedaban unos pocos días hasta que sucediera. Cada día, Gunwook veía cómo Matthew intentaba mantener la fachada, fingiendo que no le afectaba perderse esa oportunidad, pero Gunwook sentía un nudo en el estómago cada vez que veía la sonrisa triste de Matthew, que ya no llegaba hasta sus ojos. El brillo en su mirada se había apagado, y lo que más le preocupaba a Gunwook era cómo parecía estar perdiendo el apetito, la comida se enfriaba en su plato sin que Matthew la tocara. Las noches de insomnio se acumulaban, algo que Gunwook sabía bien porque lo sentía moverse en la cama a su lado, y las ojeras debajo de los ojos de Matthew eran cada vez más notorias. Y aunque se esforzaba por no hablar del tema, Gunwook podía notar cómo la frustración y el dolor lo estaban consumiendo.
Gunwook sentía cómo su corazón se rompía un poco más cada vez que veía a Matthew empujar la comida de un lado a otro con el tenedor, sin realmente comer. Su propio apetito también empezaba a desvanecerse al ver la escena.
Jiwoong intentaba todo lo que podía para animarlo. Hacía un par de comentarios ligeros, contaba historias divertidas del trabajo, incluso intentó hacer bromas con el helado favorito de Matthew, insinuando que podría hacerle una sorpresa si comía. Pero nada funcionaba. Matthew sonreía débilmente ante los intentos de Jiwoong, pero la tristeza seguía allí, reflejada en sus ojos.
Gunwook y Jiwoong intercambiaron una miradas preocupadas. Ninguno de los dos sabía realmente qué hacer. Jiwoong solía ser el experto en mantener la calma, en controlar las situaciones, pero incluso él parecía perdido en ese momento. Gunwook, por otro lado, sentía como si el mundo se estuviera derrumbando. Era desgarrador ver cómo Matthew, que siempre había sido la fuente de alegría entre ellos, ahora se desmoronaba.
Todo colapsó frente a los ojos de Gunwook.
Gunwook lo veía desde la distancia, de pie junto a la pared, sintiendo las lágrimas brotar sin poder detenerlas. Era la primera vez que veía a Matthew así, completamente deshecho.
Matthew estaba sentado en el sofá, su cuerpo temblando mientras los sollozos resonaban en el aire, llenos de dolor. Jiwoong lo abrazaba con fuerza, acunando su cabeza contra su pecho, susurrándole palabras tranquilizadoras que apenas lograban apaciguar los sollozos desgarradores de Matthew. Su llanto era desesperado, como si cada emoción contenida durante semanas se estuviera liberando al mismo tiempo, incapaz de ser contenida por más tiempo.
Gunwook sentía cómo su corazón se hundía en el pecho. No podía procesar lo que estaba viendo. Matthew, su Matthew, siempre tan fuerte, siempre tan lleno de vida, se estaba derrumbado de una manera que lo hacía irreconocible. Matthew siempre había sido el que sonreía a pesar de las adversidades, el que encontraba la manera de mantenerse a flote, pero ahora, frente a él, solo había tristeza.
Jiwoong sostenía a Matthew con todo el amor que podía ofrecer, acariciando su cabello y murmurando cosas que Gunwook no alcanzaba a escuchar. Matthew se aferraba a Jiwoong como si fuera su único ancla en medio de una tormenta imparable, su cuerpo aún temblando mientras el llanto continuaba.
Gunwook quería hacer algo, cualquier cosa para aliviar el dolor de Matthew, pero se sentía paralizado. Nunca había visto a Matthew tan vulnerable, tan perdido. Todo lo que había mantenido dentro, todo el estrés, la presión, las frustraciones, había llegado a un punto en el que ya no podía más. Y ver a alguien tan brillante, tan hermoso, quebrarse así era algo que Gunwook nunca había pensado que tendría que presenciar.
Con cada sollozo de Matthew, Gunwook sentía su propio dolor crecer. No podía dejar de pensar en cuánto había soportado Matthew en silencio, en lo mucho que había ocultado su sufrimiento para no preocupar a nadie. Gunwook siempre había admirado la fortaleza de Matthew, pero ahora, esa fortaleza parecía haber sido su mayor carga.
Finalmente Gunwook se acercó con el corazón pesado, un nudo en la garganta que lo ahogaba mientras las lágrimas seguían cayendo sin control de sus ojos. Cada paso hacia el sofá, hacia Matthew, se sentía como un desafío, pero no podía quedarse inmóvil. No cuando la persona que tanto amaba estaba sufriendo así. No cuando lo único que deseaba era estar cerca, protegerlo, compartir su dolor.
Se arrodilló detrás de Matthew, con las manos temblorosas, y sin decir una palabra, lo abrazó por la espalda, rodeándolo con sus brazos. Sintió el cuerpo de Matthew temblar al contacto, sus sollozos apenas controlados, como si estuviera al borde de romperse nuevamente. Gunwook cerró los ojos, dejando que sus lágrimas cayeran sobre el cabello de Matthew mientras lo sostenía con toda la suavidad posible. Quería que Matthew sintiera que no estaba solo, que él estaba ahí, con él.
Cuando abrió los ojos nuevamente, Gunwook se encontró con la mirada de Jiwoong, quien abrazaba a Matthew por el frente. Los ojos de Jiwoong estaban rojos, al borde de las lágrimas, aunque intentaba mantener la calma por el bien de Matthew. A pesar de su habitual fortaleza, Gunwook podía ver el dolor reflejado en su mirada, una tristeza que compartían en silencio.
No era solo el dolor de ver a Matthew así, sino la comprensión de cuánto amaba Jiwoong a Matthew también. Lo veía en la forma en que Jiwoong lo sostenía, en cómo intentaba contener sus propias lágrimas, en el cuidado y devoción que había en cada movimiento. Matthew era tan importante para los dos, tan profundamente amado por ambos, y Gunwook lo sintió de una manera que nunca antes había percibido tan claramente.
El silencio en la habitación era profundo, roto solo por los ocasionales sollozos ahogados de Matthew. Gunwook apretó su abrazo un poco más, queriendo que Matthew sintiera no solo su presencia, sino también la de Jiwoong. No había palabras necesarias entre ellos. Todo lo que importaba en ese momento era que Matthew supiera que no estaba solo en su dolor, que tanto Gunwook como Jiwoong estaban allí para sostenerlo, juntos.
Gunwook vio el leve asentimiento de Jiwoong, como si estuvieran sincronizados en su comprensión mutua. No había necesidad de hablar, ambos sabían lo que Matthew significaba para ellos y lo que tenían que hacer para estar presentes en ese momento. Gunwook sintió un extraño consuelo al saber que no estaba solo en esto, que Jiwoong estaba allí con él, compartiendo la misma carga de amor y preocupación por Matthew.
Esperaba que Matthew pudiera sentirlo también. Que sintiera la fuerza de ambos abrazándolo, protegiéndolo, asegurándole que no importaba cuán roto se sintiera, ellos estarían allí para sostenerlo.
Gunwook, aún con las lágrimas cayendo por sus mejillas, susurró suavemente, con la voz entrecortada.
—Te amamos, hyung. Estamos aquí contigo, siempre.
Jiwoong asintió en silencio, reforzando las palabras de Gunwook con su presencia, con el amor que irradiaba en ese abrazo compartido. Entre los tres, en ese instante, se formó un lazo aún más profundo, uno que Gunwook supo que no podría romperse, sin importar lo que viniera después.
Después de liberar todo su dolor en los brazos de Gunwook y Jiwoong, Matthew finalmente se quedó dormido. Sus sollozos, que parecían interminables, se fueron calmando poco a poco, hasta que el cansancio lo venció. Ahora estaba acurrucado en la cama de Jiwoong, respirando profundamente, con el rostro todavía marcado por el llanto, pero al menos en una paz momentánea.
Gunwook se levantó en silencio, con la mente aún pesada por la intensidad de lo que acababa de suceder. Necesitaba un momento para sí mismo, así que fue al baño, mirándose en el espejo mientras el agua fría corría por sus manos. Se enjuagó la cara, limpiando las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas, intentando recomponerse. Pero incluso con el agua fría, el dolor en su pecho seguía allí, aunque más manejable.
Después de unos minutos, cuando estuvo listo, Gunwook salió del baño y regresó al cuarto. Sin embargo, al entrar, lo que vio lo hizo detenerse por un momento.
Jiwoong estaba sentado al borde de la cama, con una expresión tan diferente a la habitual que casi parecía otra persona. Matthew, profundamente dormido, tenía su cabeza apoyada en el pecho de Jiwoong, quien acariciaba con una ternura infinita los cabellos rubios de Matthew. Gunwook miró entonces los cabellos de Jiwoong, luego de ser atacados por Matthew ahora eran rubios, un rubio claro similar al de Matthew.
Los dedos de Jiwoong se deslizaban suavemente por el cabello de Matthew, con una delicadeza llena de adoración. Había tanto amor en ese simple gesto, una preocupación silenciosa pero profunda. Jiwoong miraba a Matthew como si fuera lo más preciado en su vida, y Gunwook pudo ver el peso de sus sentimientos en sus ojos. No era solo preocupación, era el deseo ferviente de protegerlo, de hacer desaparecer todo el dolor que Matthew llevaba dentro.
Gunwook se quedó en la puerta por un momento, observando en silencio, sin querer interrumpir. Sonrió un poco, apenas una curva en sus labios, pero lo suficiente para reflejar el reconocimiento de lo que siempre había sabido. Lo había notado antes, en los pequeños gestos, en las miradas que Jiwoong le lanzaba a Matthew cuando pensaba que nadie estaba observando. Pero ahora, con esta imagen tan íntima frente a él, era imposible ignorarlo.
Jiwoong era un protector.
No era solo un líder, el hombre fuerte y confiado que siempre tenía una respuesta. Era alguien que, en su núcleo, cuidaba con todo su ser a las personas que amaba. Gunwook vio la profundidad de su amabilidad en la forma en que acariciaba a Matthew, con un amor tan suave y paciente que era casi doloroso de ver. Jiwoong nunca dejaría que alguien que amaba sufriera solo, y Gunwook lo respetaba profundamente por eso.
Mientras observaba la escena, Gunwook sintió una extraña tranquilidad invadir su corazón. No estaba solo en esto. No estaba solo en su amor por Matthew. Jiwoong estaba allí, con ese mismo amor, con esa misma dedicación. Y en lugar de sentirse excluido o apartado, Gunwook sintió que compartían una responsabilidad mutua, un lazo más fuerte que cualquier malentendido o distancia que hubiera habido entre ellos.
Cuando Jiwoong levantó la mirada, Gunwook sintió que se le cortó la respiración. La luz de la luna se filtraba suavemente por la ventana, bañando la habitación en un brillo plateado, iluminando los cabellos rubios de Matthew y de Jiwoong con un resplandor etéreo. Era una visión preciosa, casi como si estuviera observando una pintura perfecta. Los ojos oscuros de Jiwoong, llenos de una intensidad silenciosa, capturaron la luz de la luna y brillaron suavemente, acentuando su hermoso rostro de una manera que lo hacía parecer irreal, como si no perteneciera del todo a este mundo.
Gunwook se quedó inmóvil por un momento, sorprendido por lo imponente que era Jiwoong. Siempre había sabido que Jiwoong era atractivo, pero había algo en esa noche, en esa luz, que lo hacía ver casi celestial. Su presencia era poderosa pero tranquila, un equilibrio de fuerza y serenidad que Gunwook no podía dejar de admirar.
Jiwoong le hizo una señal con la mano, indicándole que no hiciera ruido para no despertar a Matthew. Con movimientos lentos y cuidadosos, se levantó de la cama, haciendo un gesto a Gunwook para que lo siguiera. Gunwook, todavía un poco abrumado por la belleza de la escena, asintió y lo siguió en silencio, ambos caminando hacia la cocina.
El sonido suave de sus pasos llenaba el aire mientras cruzaban la habitación. Al llegar a la cocina, Jiwoong encendió una luz tenue, suficiente para ver, pero no lo bastante intensa como para romper la tranquilidad de la noche. Sin decir una palabra, Jiwoong comenzó a preparar dos tazas de café, moviéndose con una calma meticulosa.
Gunwook observó en silencio, apoyándose en la encimera mientras Jiwoong trabajaba. Lo vio verter agua caliente en las tazas, luego, sin necesidad de preguntar, vio cómo Jiwoong añadió un cubo de azúcar a su propia taza, mientras que añadía tres cubos de azúcar a la taza que estaba preparando para él. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Gunwook. Conocía ese gesto. A pesar de todo lo que había sucedido esa noche, Jiwoong seguía siendo un buen cuidador, atento y prestando atención a los detalles pequeños. Sabía que a Gunwook le gustaba el café dulce, y lo preparaba de la manera exacta que prefería, sin necesidad de que se lo pidiera.
Jiwoong le tendió la taza a Gunwook sin decir una palabra, y Gunwook la aceptó, sus dedos rozando suavemente los de Jiwoong por un segundo. El calor del café y el suave gesto de Jiwoong hicieron que Gunwook sintiera una extraña sensación de calma. A pesar de todo lo que habían pasado esa noche, había una quietud reconfortante en ese momento compartido, como si ambos entendieran lo que el otro necesitaba sin necesidad de hablar.
—Gracias —murmuró Gunwook, tomando un sorbo de su café. Era perfecto, dulce y cálido, justo lo que necesitaba.
Jiwoong asintió, llevando su propia taza a sus labios mientras se apoyaba contra la encimera, su mirada perdida por un momento.
—Matthew estará bien —dijo Jiwoong en voz baja, como si lo estuviera diciendo tanto para Gunwook como para sí mismo. —Lo que más necesita ahora es descansar... y nosotros tenemos que estar aquí cuando despierte.
Gunwook asintió en silencio, sabiendo que Jiwoong tenía razón. Mientras sostenía la taza de café caliente en sus manos, se permitió sentir un pequeño destello de esperanza. No estaba solo en esto. Estaban juntos, él y Jiwoong, y ambos estaban allí para Matthew, para cuidarlo y asegurarse de que no tuviera que enfrentar sus dificultades solo.
Gunwook probó otro sorbo, el sabor dulce lo invadió, casi tan cálido y reconfortante como la amabilidad natural de Jiwoong. Sonrió para sus adentros, pensando en cuán atento era Jiwoong a los pequeños detalles.
—Además, tengo una idea.
—¿Cuál es tu idea? —preguntó Gunwook, con curiosidad.
Jiwoong se recargó en la mesa, sosteniendo su propia taza con ambas manos. El silencio entre ellos se mantuvo por un par de segundos, hasta que finalmente, Jiwoong habló.
—Quiero hablar con los compañeros de Matthew —dijo con voz baja pero firme. —Ver si hay alguna manera de aplazar su presentación. Así, cuando se recupere, podrá participar sin sentir que lo perdió todo.
Gunwook lo miró sorprendido, maravillado la idea. Mientras él había estado preocupado y tratando de apoyar a Matthew emocionalmente, Jiwoong había ideado una solución que podría aliviar el mayor peso que cargaba Matthew.
Una sonrisa se formó en los labios de Gunwook mientras dejaba su taza en la mesa. Miró a Jiwoong, admirando no solo su idea, sino la forma en que siempre pensaba en soluciones para ayudar a los demás.
—Eres increíble hyung —murmuró, sin poder evitar el encanto que sentía ante la bondad que irradiaba Jiwoong.
Jiwoong lo miró de reojo, una pequeña sonrisa asomando en su rostro.
—No es nada especial.
—Es especial para Matthew —replicó Gunwook, su voz suave —Y también para mí.
Jiwoong desvío la mirada de los ojos brillantes de Gunwook.
—Cuento contigo para hablar con ellos —dijo Jiwoong. —Sé que te escucharán.
Gunwook asintió con una sonrisa más amplia.
—Lo haremos juntos.
En la tranquila cocina, con la luz suave iluminando sus rostros y el aroma del café llenando el aire, Gunwook sonrió para sí mismo. Se sentía más fuerte, más unido a Jiwoong, y mientras lo observaba, Gunwook se sintió profundamente agradecido por tenerlo a su lado
Y esa noche, Gunwook sintió que conocía a Jiwoong mejor que antes.
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Gunwook dejó pequeños besos en el rostro de Matthew, comenzando por su frente y moviéndose lentamente hacia sus mejillas. Cada beso era suave y lleno de ternura, un gesto silencioso que decía todo lo que las palabras no podían. Matthew suspiró, sus labios curvándose en una sonrisa ligera mientras sus ojos permanecían cerrados, disfrutando del calor de los labios de Gunwook sobre su piel.
Al mismo tiempo, Jiwoong lo sostenía con firmeza en su regazo, sus brazos rodeándolo con una protección que parecía envolverlo en un manto de seguridad. Matthew estaba rodeado de amor, su cuerpo relajado, sin el peso de las preocupaciones que habían estado consumiéndolo. Entre los brazos de Jiwoong y los suaves besos de Gunwook, Matthew finalmente parecía encñoioñoontrar un poco de paz.
Gunwook se inclinó un poco más hacia él, susurrando cerca de su oído. —Llamé a Taerae para que te haga compañía mientras no estamos.
Matthew abrió los ojos lentamente, entrecerrándolos mientras se quejaba con voz ronca. —No necesito un niñero... y menos si es Taerae.
Gunwook se rió entre dientes, acomodando los mechones rubios de Matthew detrás de su oreja con suavidad, mientras sus dedos acariciaban su cabello.
—Taerae traerá helado de pistacho —añadió con una sonrisa traviesa.
Los ojos de Matthew se iluminaron instantáneamente, y una chispa de emoción cruzó su rostro.
—Esta bien, puede venir —murmuró, la sonrisa ampliándose en sus labios.
Jiwoong y Gunwook se echaron a reír. Aquella chispa, aquel brillo en los ojos de Matthew que tanto habían extrañado, les daba una pequeña esperanza. Era un alivio verlo dejar de lado su tristeza, aunque fuera por un momento.
Jiwoong se inclinó suavemente y dejó un beso en su oreja. El toque suave y delicado hizo que Matthew sonriera, una calidez que empezaba en su pecho y se extendía por todo su cuerpo. En ese momento, no podía evitar sentirse afortunado de tener a Jiwoong y a Gunwook a su lado. Sabía que, sin ellos, los últimos días habrían sido mucho más difíciles de sobrellevar.
—Gracias por estar conmigo —susurró Matthew, su voz aún algo frágil, pero llena de sinceridad. —Y lamento haber llorado tanto anoche.
Jiwoong ajustó suavemente a Matthew en su regazo, asegurándose de que estuviera más cómodo. Lo sostuvo con firmeza, sin dejar de acariciarlo, y con una voz que estaba impregnada de todo el amor que sentía, le dijo.
—No te disculpes, amor. Es bueno que te hayas desahogado. Te guardaste esa tristeza por mucho tiempo.
Matthew suspiró, sintiéndose más ligero al escuchar las palabras de Jiwoong, pero aún quedaba una pequeña sombra en su corazón.
—Traté de seguir adelante... pero tener la fecha de la presentación tan cerca... me hizo sentir que todo se estaba viniendo abajo.
Gunwook lo miró con esos ojos brillantes que siempre reflejaban un amor profundo. Sin decir una palabra, tomó las manos de Matthew con delicadeza, llevándolas hacia su rostro antes de besar suavemente la palma de una de ellas. El toque era cálido, reconfortante, y hacía que Matthew sintiera que no estaba solo.
—Te amamos, hyung —dijo Gunwook —Estamos aquí para ti. Siempre.
Las palabras de Gunwook fueron como un bálsamo para el corazón de Matthew, cerró los ojos, dejando que el amor que sentía por ambos lo envolviera por completo. Sabía que no tenía que enfrentarse a sus miedos ni a sus tristezas solo. Jiwoong y Gunwook estaban con él, apoyándolo, amándolo en cada paso del camino.
Por un momento, la angustia de la presentación parecía algo lejano, irrelevante. Lo único que importaba era la conexión profunda que compartía con los dos hombres que significaban tanto para él. Matthew sonrió, su corazón lleno de gratitud, y en ese instante, supo que, con ellos a su lado, sería capaz de superar cualquier obstáculo.
Matthew alzó la vista y suspiró, recordando algo importante.
—Gunwookie, ve por las cucharas que puse en el refrigerador... para bajar la hinchazón de mis ojos, antes de que llegue Taerae —dijo con una ligera sonrisa avergonzada.
Gunwook rió suavemente, levantándose de la cama mientras negaba con la cabeza divertido. Sin embargo, antes de que Gunwook pudiera siquiera llegar a la cocina, alguien tocó la puerta. Matthew se alarmó de inmediato, sus ojos se abrieron mientras soltaba un leve grito.
—¡Es Taerae! —Con rapidez, tomó un cojín y se cubrió la cara, escondiéndose como si fuera a desaparecer.
La risa de Gunwook llenó la habitación, contagiando también a Jiwoong, quien lo miraba con una mezcla de diversión y ternura. Gunwook se dirigió a la puerta y al abrirla, encontró a Taerae con las manos cubriéndose los ojos.
—¿Ya bajó la hinchazón de Matthew? —preguntó Taerae con un tono dramático.
Jiwoong no pudo evitar reírse, encontrando adorable la dinámica entre Matthew y su mejor amigo.
—Espera un segundo —respondió Gunwook, dirigiéndose finalmente al refrigerador. Sacó las cucharas que Matthew había preparado con antelación y volviendo junto a él, se las entregó.
Matthew, todavía oculto bajo el cojín, lo apartó lo justo para recibir las cucharas, colocándoselas en los ojos hinchados con un suspiro de alivio.
—¿Listo? —preguntó Gunwook, con una sonrisa divertida.
Recién entonces, Taerae se quitó las manos de la cara y abrió los ojos.
—Ahora sí puedo verte —dijo, cruzando los brazos mientras fingía un alivio exagerado. —Estaba preocupado.
Matthew se quitó las cucharas por un segundo para rodar los ojos y lanzó el cojín en dirección a Taerae, pero aún no pudo evitar reír. El ambiente se sentía ligero de nuevo, lleno de cariño y bromas, y por un momento, todo parecía estar en su lugar.
Jiwoong observó todo desde su lugar, una sonrisa suave en su rostro mientras bajaba cuidadosamente a Matthew de su regazo y lo acomodaba en el sillón. Antes de apartarse, se inclinó hacia él, dejando un beso suave en sus labios.
—No nos tardaremos mucho en hacer las compras —le susurró Jiwoong.
Matthew asintió con una sonrisa tranquila, su cuerpo relajado mientras los miraba. Justo en ese momento, Taerae se lanzó junto a él en el sillón, con una amplia sonrisa en su rostro, como si estuviera más que listo para cumplir con su papel de cuidador.
—No te preocupes, Matt. Estoy aquí para vigilar que todo esté en orden —bromeó Taerae, dándole un codazo juguetón.
Gunwook también se inclinó sobre Matthew para despedirse. Con ternura, dejó un beso en su frente, sus labios rozando la piel cálida de su novio.
—Te veo en un rato, hyung —dijo con una sonrisa dulce antes de seguir a Jiwoong hacia la puerta.
Al salir, Jiwoong y Gunwook subieron al auto, el motor rugiendo suavemente mientras se alejaban del apartamento. El aire fresco entraba por las ventanas entreabiertas mientras Jiwoong conducía con tranquilidad, su mano firme en el volante y su expresión relajada.
Gunwook, sentado en el asiento del copiloto, observaba el perfil de Jiwoong mientras el auto avanzaba por las calles. La luz del sol que se filtraba por el parabrisas iluminaba su rostro de una manera que Gunwook no pudo evitar notar lo hermoso que se veía, su expresión serena mientras mantenía los ojos enfocados en el camino. Había algo tan natural y calmado en la forma en que Jiwoong manejaba, como si nada pudiera perturbarlo.
Las cosas parecían ir bien. Jiwoong no mostraba signos de estar evitándolo ni mostraba nada extraño en su comportamiento. De hecho, todo se sentía bastante normal, incluso cómodo. Quizás había sido solo su imaginación, esa inquietud que había sentido antes, ese pequeño temor de que Jiwoong estuviera poniendo alguna barrera entre ellos había desaparecido. Y ahora, mientras estaban juntos, viajando en dirección a la universidad, todo parecía estar en armonía.
Con una pequeña sonrisa que apenas curvaba sus labios, Gunwook decidió que no tenía por qué preocuparse. Al menos por ahora, Jiwoong no estaba alejándose. Tal vez, después de todo, el vínculo entre ellos era más fuerte de lo que había imaginado.
Cuando Jiwoong y Gunwook llegaron a la universidad, el sol aún brillaba tenuemente a través de las ventanas. Caminando por los pasillos hacia la sala de baile, todo parecía tranquilo, más silencioso de lo normal. Al empujar la puerta y entrar, la habitación estaba casi vacía, excepto por una única persona en el centro.
Era un chico, joven, con el cabello despeinado por el esfuerzo, concentrado en cada movimiento que realizaba al compás de la música. Se movía con fluidez, su cuerpo girando y estirándose al ritmo, su concentración era tan intensa que ni siquiera se dio cuenta de la llegada de Jiwoong y Gunwook.
Gunwook frunció el ceño por un momento, reconociendo la melodía que llenaba la sala. Luego lo recordó, esa coreografía... él la conocía como la palma de su mano. Era la misma que Matthew había practicado durante meses, cada paso, cada giro. Había visto a Matthew ensayarla innumerables veces, a veces incluso ayudándolo con algunos movimientos.
El chico en la sala se movía bien, con precisión, pero de repente tropezó. Por un instante, perdió el equilibrio, su cuerpo tambaleándose peligrosamente hacia un lado. Antes de que pudiera caer por completo, Gunwook, movido por puro instinto, alzó la voz.
—¿Estás bien? —preguntó, preocupado, dando un paso hacia él.
El chico se sobresaltó al escuchar la voz de Gunwook, como si recién se diera cuenta de que no estaba solo. Su mirada se dirigió hacia los dos, sus ojos pasando de Jiwoong a Gunwook. Se notaba el sudor en su rostro por el esfuerzo, pero no había rastro de frustración en sus ojos por la interrupción. De hecho, miró especialmente a Gunwook.
—Sí, estoy bien —respondió, su voz un poco jadeante pero con una leve sonrisa. —Solo... un tropezón. Nada grave.
Gunwook lo observó con atención, aún preocupado pero aliviado al ver que el chico no parecía haberse lastimado. Sin embargo, no pudo evitar sentirse curioso. ¿Quién era este chico? ¿Y por qué estaba practicando la misma coreografía que Matthew había perfeccionado durante tanto tiempo?
Jiwoong se adelantó unos pasos, acercándose al chico, con una mano extendida y una sonrisa amable.
—Hola, soy Jiwoong. Soy el novio de Matthew.
El chico se quedó quieto por un segundo antes de aceptar la mano de Jiwoong. Su expresión cambió sutilmente al escuchar el nombre de Matthew, y sus ojos viajaron rápidamente hacia Gunwook. Pero no dijo nada, simplemente estrechó la mano de Jiwoong.
—Me llamo Yujin —respondió el chico con una pequeña inclinación de cabeza. —Estoy en primer año.
Gunwook dio un paso hacia adelante. Su mirada curiosa, se dirigió a Yujin mientras hacía una pregunta que flotaba en su mente desde que había visto al chico moverse por la sala.
—¿Estabas bailando el papel principal? —preguntó Gunwook, su voz genuinamente interesada.
Yujin abrió los ojos sorprendido, como si no esperara que Gunwook reconociera lo que estaba haciendo. Asintió lentamente, pero antes de que pudiera responder completamente, una expresión de frustración y cansancio se formó en su rostro.
—Sí, estaba... pero es difícil —admitió, sus hombros bajando ligeramente con la confesión. —La verdad es que no quiero hacerlo.
La respuesta de Yujin hizo que Jiwoong lo mirara con más atención. —¿Por qué no quieres hacerlo? —preguntó, con suavidad, tratando de entender lo que realmente pasaba por la mente del chico.
Yujin suspiró, su mirada cayendo brevemente al suelo antes de levantarla nuevamente para mirar a Jiwoong y luego a Gunwook.
—Ese papel le pertenece a Matthew sunbae —dijo con una voz firme, aunque su timbre era algo melancólico. —Siempre fue suyo, y todos lo sabemos. Yo nunca quise tomar su lugar... solo lo estoy cubriendo porque no tenían a nadie más.
Gunwook sintió una mezcla de empatía y admiración por el chico frente a ellos. Era claro que Yujin respetaba profundamente a Matthew y sentía el peso de estar en una posición que nunca quiso ocupar. Gunwook intercambió una mirada rápida con Jiwoong, ambos entendiendo el trasfondo de las palabras de Yujin.
Jiwoong observó a Yujin por un momento antes de hablar de nuevo, con una expresión pensativa. —¿Estarías dispuesto a devolverle el lugar a Matthew cuando él esté listo?
Los ojos de Yujin se iluminaron de inmediato, llenos de un alivio que había estado reprimiendo. Gunwook no pudo evitar encontrarlo entrañable. Había algo tan honesto y transparente en la forma en que el chico reaccionaba. Era obvio que no quería estar en esa posición, y ahora se le ofrecía una salida.
—¡Sí! —exclamó Yujin rápidamente. —De verdad, nunca quise hacer esto. Solo... en realidad, he estado intentando sabotear la presentación para que se aplace.
La confesión cayó como una bomba, y por un segundo, tanto Gunwook como Jiwoong se quedaron mirándolo sorprendidos. Luego, la situación comenzó a hacerles gracia. Jiwoong fue el primero en soltar una pequeña risa, y Gunwook pronto lo siguió, dejando escapar una carcajada. La idea de Yujin tratando de sabotear la presentación de una manera tan desesperada era adorablemente torpe.
—¿Sabotearla? —repitió Gunwook, con una sonrisa todavía en el rostro. —¿Y no se te ocurrió primero... preguntar si podían aplazarla?
Yujin se quedó completamente estupefacto ante la sugerencia de Gunwook, como si lo obvio lo hubiera pasado por alto por completo. Sus ojos se abrieron de par en par, y sus labios formaron una pequeña "o" de sorpresa.
—Oh... no. No lo había pensado así —murmuró, su rostro teñido de un ligero rubor de vergüenza.
Jiwoong, sin poder ocultar la sonrisa en sus labios, le dio una suave palmada en la espalda a Yujin, calmándolo con su usual tono cálido.
—No te preocupes —dijo Jiwoong. —Intentaremos hablar con los miembros de tu curso y ver si podemos convencerlos de aplazarla. No hace falta sabotear nada.
Yujin soltó una risa nerviosa, aliviado de que sus esfuerzos no fueran necesarios después de todo.
—Gracias —dijo tímidamente. —De verdad... no sabía qué más hacer.
Gunwook y Jiwoong intercambiaron una mirada cómplice antes de que Gunwook le guiñara un ojo a Yujin.
—Déjanos a nosotros el resto. Matthew hyung estará de vuelta antes de que te des cuenta.
El alivio en el rostro de Yujin era palpable, y aunque seguía algo avergonzado, se veía mucho más tranquilo. Gunwook no pudo evitar pensar que el chico tenía un corazón puro y buenas intenciones.
Jiwoong miró a Yujin con una sonrisa entretenida. —¿Podrías llevarnos con los organizadores de la presentación? —le preguntó. Yujin asintió rápidamente y comenzó a recoger sus cosas de la sala de baile.
—El principal es Matthew sunbae, claro —comenzó a explicar Yujin mientras guardaba una botella de agua en su mochila. —Pero con su ausencia, los otros chicos de último año han estado a cargo de todo. Han sido ellos quienes han mantenido todo en marcha.
Gunwook y Jiwoong lo siguieron cuando salió de la sala y comenzaron a caminar por los largos pasillos de la universidad. Las luces brillaban sobre el suelo pulido, y el sonido de sus pasos resonaba suavemente mientras se dirigían hacia el área de ensayos donde los organizadores solían reunirse.
Con curiosidad, Gunwook se acercó un poco más a Yujin, notando que el chico parecía más relajado ahora que tenía ayuda.
—Oye —empezó con una sonrisa traviesa —¿Cómo intentaste sabotear la presentación, exactamente?
Yujin hizo un puchero adorable, inflando las mejillas y bajando la mirada.
—Bueno... hice lo que pude —dijo, en tono ligeramente avergonzado. —Primero intenté retrasar el material para la escenografía. Luego, envié los vestuarios a la dirección equivocada. También perdí la grabadora, así no podíamos ensayar con la música, y... cosas así.
Gunwook no pudo evitar reírse suavemente, impresionado por la creatividad inocente de Yujin. No era exactamente un sabotaje profesional, pero el chico había puesto todo de su parte para ralentizar el proceso. Yujin no tenía malas intenciones, solo quería que Matthew volviera a su lugar.
—Debo decir que es un esfuerzo bastante... adorable —comentó Jiwoong, mirando a Yujin con diversión. Yujin, aún con las mejillas sonrojadas, intentó defenderse.
—¡No es adorable! ¡Estaba intentando ayudar a Matthew sunbae! —protestó, aunque su tono era suave y tímido, lo que solo hacía que Gunwook y Jiwoong se rieran más.
—Lo sabemos, lo sabemos —dijo Gunwook, dándole una palmada en el hombro de manera amigable. —Pero ahora estamos aquí para ayudarte. Vamos a solucionar esto de una forma un poco más... directa.
Mientras seguían caminando, Yujin los guió hasta una puerta al final del pasillo, donde los organizadores solían reunirse. Parecía mucho más tranquilo ahora, con la esperanza de que Matthew pronto recuperaría su lugar. Gunwook, por su parte, no podía dejar de pensar en lo mucho que Jiwoong había cambiado las cosas para mejor en tan poco tiempo.
Después de que Yujin los presentó a los organizadores, Jiwoong y Gunwook no perdieron tiempo en explicar su plan. Jiwoong tomó la palabra primero, explicando cómo aplazar la presentación permitiría que Matthew pudiera recuperarse y participar como merecía. Gunwook lo apoyaba con fervor, resaltando lo mucho que significaba este papel para Matthew y lo injusto que sería si no tuviera la oportunidad de mostrarse en su mejor momento.
Yujin también intervino. —La verdad es que ninguno de nosotros quiere hacer esto sin Matthew sunbae —dijo sinceramente, mirando a sus compañeros con una determinación que no había mostrado antes. —Él es el que ha trabajado más duro, y sin él, la presentación no se siente igual.
Todos intercambiaron miradas, algunos escépticos al principio. Sin embargo, tras unos momentos de debate y negociación, decidieron aceptar la propuesta. Acordaron aplazar la presentación unas semanas para darle tiempo a Matthew de recuperarse por completo.
Gunwook apenas podía contener su emoción cuando escuchó la decisión final. Sus ojos brillaban de pura alegría mientras giraba hacia Jiwoong, incapaz de disimular la emoción que lo invadía.
—¡Lo logramos! —exclamó, su sonrisa tan grande que parecía iluminar la sala.
Jiwoong le devolvió la sonrisa, mucho más tranquila pero igualmente satisfecha. Antes de que pudiera reaccionar, Gunwook lo sacudió suavemente por el brazo, emocionado.
—¡Matthew hyung podrá hacer su presentación!
Jiwoong dejó escapar una risa suave, permitiendo que Gunwook expresara su alegría como quisiera.
—Sí, lo hicimos —respondió con calma, aunque la felicidad en su rostro era innegable. Ver a Gunwook tan emocionado le calentaba el corazón.
Todo estaba listo. Esa tarde, ambos regresarían a casa manteniendo la noticia en secreto. Querían que fuera una sorpresa para Matthew, algo que lo llenara de esperanza cuando menos lo esperara.
Antes de irse, Jiwoong se detuvo junto a Yujin y sacó un par de dulces de su bolsillo. Con una sonrisa suave, se los extendió en señal de agradecimiento. Los ojos de Yujin brillaron de sorpresa y alegría, mientras aceptaba los dulces como si fueran un pequeño tesoro. Gunwook los observaba desde unos pasos atrás, sonriendo sin poder evitarlo. Jiwoong era una persona increíblemente amable.
Gunwook mantuvo su mirada fija en Jiwoong, en la sonrisa que le dedicaba a Yujin y en la calidez que irradiaba con cada pequeño gesto. Se dio cuenta de cómo, con el tiempo, había llegado a conocer las múltiples facetas de Jiwoong. Pensó en lo fácil que era enfermarse para él, con solo una ligera llovizna, cómo se veía desaliñado por completo en esos días. También recordó la seriedad en su rostro cuando recibía llamadas de trabajo, tan metido en sus responsabilidades que parecía alguien completamente diferente, más maduro y firme.
Y sin embargo, Jiwoong también podía ser ligero y bromista, reírse a carcajadas en los momentos más inesperados, compartiendo su energía y felicidad con todos a su alrededor. Cada lado de él era genuino, y cada expresión revelaba una parte única y humana.
Cuando regresaron a casa, Jiwoong preparó café y bocadillos. Con una sonrisa le entregó una taza de café y salió de la cocina con una bandeja llena de postres para dárselos a Matthew y a Taerae en la sala de estar. Gunwook sonrió quedándose en su lugar.
Al principio, Gunwook pensaba que Jiwoong era alguien protector. Ese tipo de persona que siempre estaba ahí para dar un paso adelante si alguien lo necesitaba, para asegurar que todos estuvieran bien. Para él, Jiwoong parecía un héroe de esos de cuentos, alguien que intervendría si viera a un amigo en problemas, alguien que, sin pensarlo dos veces, extendería un brazo para alejar el peligro.
Pero con el tiempo, Gunwook entendió que Jiwoong era mucho más que eso. Jiwoong era un cuidador, en el sentido más puro y delicado. Mientras los héroes saltan a proteger, Jiwoong lo hacía de una forma distinta, más suave, como una constante en la vida de quienes lo rodeaban. No se apresuraba ni buscaba protagonismo, él ofrecía su apoyo de una manera serena y natural, dejando que los demás se sintieran seguros a su alrededor, sin darse cuenta de que estaban siendo cuidados.
Esa calidez se sentía en los gestos cotidianos de Jiwoong, en sus pequeñas atenciones y en sus silencios llenos de entendimiento. Recordaba cada cosa que Gunwook le decía, incluso las más insignificantes. Si una vez, por descuido, Gunwook mencionaba que le dolía la cabeza o que había tenido un mal día, al día siguiente, Jiwoong aparecía con una sonrisa y una bebida caliente. No necesitaba que Gunwook le explicara demasiado, simplemente entendía, como si tuviera un sexto sentido para percibir lo que los demás sentían, para saber cuándo necesitaban apoyo.
Gunwook pensaba en esas cosas mientras aún sostenía su taza de café, dándole vueltas y mirando el líquido oscuro que aún humeaba. Era el mismo café que Jiwoong le había preparado esa mañana, justo como a él le gustaba: caliente, dulce y suave al primer sorbo.
Jiwoong era ese tipo de dulzura tranquila y paciente que no sobrecarga, sino que llena el espacio con suavidad, como un amanecer que ilumina sin ruido. A diferencia de otras personas que eran intensas y directas en sus emociones, Jiwoong simplemente estaba ahí, como una constante, como un abrazo que no se va, incluso cuando no está presente. Su presencia era el café que Gunwook necesitaba cada mañana, la calidez que lo despertaba y lo hacía querer enfrentar el día, y al terminarlo, sabía que siempre querría otro sorbo más.
Gunwook sonrió para sí, mirando la taza, tomó un último sorbo, saboreando la calidez, y en su mente, el rostro de Jiwoong apareció claro como el café en sus manos.
Recomendación del día
coffe - Miguel
𓆟 𓆞 𓆟 𓆞 𓆟
Hola volví, no abandoné esta historia :D
Al final decidí dividir el capítulo en dos partes porque era demasiado largo
La parte 2 de este capitulo lo subiré la próxima semana
Y oficialmente empezó el fin de semestre, tengo exámenes, debates, exposiciones, coloquios, y además estoy dentro de un comité organizando un evento importante en mi universidad. Sin mencionar que trabajo jaja :c
Entonces probablemente vuelva a actualizar hasta después del 22 de noviembre, cuando acabe mis actividades. Pero si puedo lo haré antes<3
POR OTRO LADO
el miércoles voy a subir un two shot mattparkz como especial de halloween
♡^›⩊‹^ ੭
nos vemos<3
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