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06

Diario Personal

Titulo: Gunwook es responsable, maduro, admirable, independiente y...

Gunwook estaba apoyado contra la pared del salón de baile, con su celular en mano, grabando a Matthew como le había prometido. Matthew lo había invitado a su práctica de baile en el club, y aunque Gunwook no era el tipo de persona que frecuentaba esos espacios, había acudido sin dudarlo. No quería perderse la oportunidad de verlo bailar.

El teléfono temblaba ligeramente en sus manos mientras grababa, pero no era porque le faltara pulso. Era porque Matthew, ahí en el centro de la sala, brillaba con una energía casi hipnótica. Su cuerpo se movía con una fluidez y precisión que dejaba a Gunwook sin palabras. Cada giro, cada paso, cada ondulación de su torso parecía tan natural, tan lleno de gracia y fuerza. Matthew tenía una camiseta de tirantes ajustada que delineaba perfectamente sus músculos, cada movimiento revelando su cuerpo esculpido. Gunwook no podía evitar notarlo, y de repente, sintió el calor en sus mejillas, sonrojado por la belleza de lo que estaba viendo.

Era imposible no admirarlo. Matthew no solo bailaba. Él vivía el ritmo, el compás, como si fuera parte de su ser. Su expresión se veía concentrada, sus ojos fijos en el espejo, sus labios ligeramente curvados en una sonrisa mientras se dejaba llevar por la música. Gunwook en su esquina, grababa pero también se perdía en la magia de ese momento.

Y entonces, todo pasó demasiado rápido.

Un mal paso, un giro que no salió como debía, y de pronto Matthew perdió el equilibrio. Gunwook apenas pudo registrar lo que sucedía antes de escuchar un fuerte golpe cuando el cuerpo de Matthew cayó al suelo con un sonido ensordecedor. El salón que antes vibraba con el sonido de la música, quedó en silencio, y Gunwook sintió su corazón detenerse por un segundo.

Sin pensarlo, soltó el teléfono que tenía en las manos, dejándolo caer al suelo, y corrió hacia donde estaba Matthew. No fue el único, los compañeros de Matthew también se acercaron rápidamente, pero para Gunwook, en ese momento, solo existía Matthew. Su novio estaba en el suelo, con el rostro torcido por el dolor.

—Matthew hyung... ¿Estás bien? —murmuró Gunwook con una voz que no sonaba como la suya, mientras caía de rodillas a su lado. Su corazón latía frenéticamente, y podía sentir el miedo acumulándose en su pecho.

Matthew estaba haciendo una mueca, con los ojos apretados por el dolor, y Gunwook sintió una oleada de preocupación recorrerle el cuerpo. Apenas pudo registrar las voces de los demás a su alrededor. Todo su enfoque estaba en Matthew. Su mirada recorrió el cuerpo de Matthew en busca de algún signo de una lesión grave, pero lo único que podía hacer en ese momento era esperar.

Gunwook extendió la mano, su voz temblando un poco mientras le decía.

—¿Dónde te duele? ¿Te golpeaste la cabeza?

Matthew abrió los ojos con dificultad, su respiración agitada, y negó lentamente con la cabeza, apretando los labios para contener una queja.

—Mi... pierna... creo que me torcí el tobillo —dijo entre jadeos.

Gunwook sintió una punzada de alivio al saber que no se había golpeado la cabeza, pero la preocupación aún lo inundaba. Su mano se movió instintivamente hacia la pierna de Matthew, tocando con cuidado el tobillo hinchado. Los demás a su alrededor empezaron a hablar, sugerencias sobre qué hacer volaban por todas partes, pero Gunwook apenas los escuchaba. Lo único que le importaba era asegurarse de que Matthew estuviera bien.

—Vamos a llevarte al hospital —dijo uno de los compañeros de Matthew, su voz llena de preocupación.

Matthew asintió, aunque el dolor lo hacía dudar. Gunwook no lo dejó hablar más.

—Te voy a cargar —dijo con firmeza, su mirada decidida. No iba a dejar que Matthew soportara más peso en ese tobillo.

Sin esperar respuesta, Gunwook pasó sus brazos por debajo de los hombros de Matthew y con un esfuerzo lo levantó, ignorando las protestas leves de Matthew que insistía en que podía caminar. Pero Gunwook no estaba dispuesto a escucharlo. Lo sostuvo con cuidado, apoyándolo contra su pecho, y pudo sentir el calor del cuerpo de Matthew, lo cual lo tranquilizó ligeramente.

—Está bien —susurró Gunwook mientras caminaba lentamente hacia la puerta del salón. —Yo me encargo de ti.

Pero incluso mientras trataba de mantenerse firme y tranquilo, la imagen del rostro de Matthew torcido por el dolor seguía grabada en su mente. Gunwook sabía que el tobillo de Matthew sanaría con el tiempo, pero el miedo que sintió al verlo caer, ese miedo, tardaría mucho más en desaparecer.

Matthew había sido trasladado rápidamente al hospital después del incidente. Apenas habían llegado y Gunwook ya estaba corriendo de un lado a otro, asegurándose de que todo se hiciera bien. Se ocupó de los trámites, firmando formularios y hablando con los médicos con una seriedad que contrastaba con su habitual calma. No se separaba de Matthew ni un segundo, su mirada siempre llena de preocupación, como un cachorro triste que no quería perder de vista a su dueño.

Para Matthew, ver a Gunwook así lo conmovía profundamente. Su corazón se hinchó de amor mientras lo observaba moverse de manera tan diligente, cuidando de cada detalle, haciendo preguntas a los doctores, asegurándose de que todo estuviera bajo control. Era lindo, mucho más de lo que Gunwook probablemente se daba cuenta. Y aunque Matthew intentaba tranquilizarlo, Gunwook no podía ocultar el temor en sus ojos.

Finalmente, los médicos examinaron a Matthew, le vendaron el tobillo y le explicaron que en un momento vendría su médico de nuevo. Ahora Matthew estaba acostado en la cama del hospital, con su pie vendado y levantado ligeramente. El dolor era molesto, pero soportable, y lo único que realmente le importaba en ese momento era la presencia de Gunwook a su lado.

Gunwook estaba sentado en la silla junto a la cama de Matthew, con los codos apoyados en sus rodillas y la mirada fija en la mano de Matthew que descansaba sobre las sábanas. Había estado callado desde que llegaron, sumido en sus pensamientos. Sin decir una palabra, Gunwook se inclinó lentamente y besó la palma de la mano de Matthew, su gesto lleno de una tristeza que rompía el corazón de Matthew.

Matthew sintió una punzada de ternura en su pecho al verlo así. No soportaba ver a Gunwook tan preocupado, tan atormentado por algo que no era su culpa. Acarició suavemente el cabello de Gunwook con la mano libre, intentando reconfortarlo.

—Hey... no pongas esa cara, ¿vale? —murmuró Matthew con una sonrisa suave, pero Gunwook solo suspiró, sin levantar la vista.

—No puedo evitarlo, hyung —susurró Gunwook, su voz temblando un poco. —Me asusté... mucho. Ver cómo caías así... No quiero verte herido de nuevo.

Matthew sonrió, enternecido por la preocupación de Gunwook. Sabía que su novio tenía un corazón enorme, lleno de amor y cuidado, pero no quería que cargara con esa culpa innecesaria.

—Eres un buen chico, Gunwookie. Estoy bien gracias a ti. Has estado cuidando de mí desde que llegamos aquí, y no sabes lo mucho que eso significa para mí.

Gunwook levantó lentamente la cabeza y miró a Matthew, sus ojos con una chispa de alivio al escuchar las palabras de Matthew.

—Pero... me asusta pensar en que algo peor podría haber pasado.

Matthew apretó suavemente la mano de Gunwook.

—No pienses en eso, por favor. Estoy aquí, contigo. Y eso es lo único que importa ahora. Deja de sentirte mal, ¿sí? Porque verte así me duele más que cualquier torcedura de tobillo.

Gunwook no pudo evitar sonreír levemente ante la forma en que Matthew lo calmaba. Asintió, inclinándose un poco más para apoyar su frente contra la mano de Matthew, como si necesitara ese contacto para aliviarse.

—Prométeme que tendrás más cuidado —murmuró Gunwook con la voz suave.

Matthew soltó una risa baja, aunque afectuosa, y le acarició la mejilla. —Prometido, siempre y cuando me sigas cuidando así de bien.

La puerta de la habitación del hospital se abrió suavemente, y Jiwoong apareció con una sonrisa tranquila. Gunwook y Matthew levantaron la vista al instante al verlo entrar.

—¡Hyung! —lo saludaron al unísono.

Jiwoong caminó hasta la cama de Matthew, su sonrisa se amplió al verlos juntos. Se inclinó y le dio un pequeño golpe en la frente a Matthew, no con demasiada fuerza, pero lo suficiente para hacer que Matthew frunciera el ceño, exagerando su queja.

—Eres tan torpe —le dijo Jiwoong.

Matthew puso una mano sobre su frente, fingiendo dolor.

—¡Oye! Estoy herido, ¿recuerdas? No deberías tratarme así —se quejó dramáticamente, haciendo que Gunwook finalmente soltara una carcajada.

Jiwoong no pudo evitar reír también, y suavizó el momento revolviendo el cabello de Matthew de forma afectuosa.

—Ya pagué la factura, así que no te quejes demasiado —dijo Jiwoong, su voz llena de cariño, mientras Matthew dejaba caer los hombros en señal de derrota.

—¡Gracias hyung! ¿Cómo podré compensarte ahora? —dijo Matthew.

Jiwoong sin dudarlo, le dio un beso suave en la frente. —Dejándote cuidar.

Gunwook sonrió al ver la interacción entre ellos. Había algo tan hermoso y cálido en la forma en que Jiwoong y Matthew se comportaban juntos. Todo fluía con una armonía que lo hacía sentir parte de algo especial.

—Lo mimamos mucho ¿no? —comentó Gunwook, divertido, mientras sus ojos brillaban con afecto.

Jiwoong rió, dándole una ligera palmada en el cabello a Gunwook.

—Siempre hacemos eso —dijo, como si fuera algo evidente.

Gunwook solo asintió con una sonrisa más amplia. Matthew sin dejar pasar la oportunidad, extendió los brazos y tiró de Gunwook para que se acercara también, sus ojos brillando en felicidad.

—Ustedes son demasiado buenos conmigo. No sé qué haría sin ustedes.

Gunwook se inclinó un poco, aceptando el abrazo de Matthew mientras Jiwoong observaba con una sonrisa.

—Estamos aquí para cuidarte, hyung. Aunque seas un poco torpe —bromeó Gunwook, sintiéndose finalmente en paz.

El sonido de pasos suaves resonaron trás la puerta, pasó un segundo antes de que entrara el médico a la habitación. Jiwoong y Gunwook levantaron la vista, mientras Matthew volvía a su posición original. El médico, con una expresión profesional y tranquila, revisó los resultados antes de levantar la mirada hacia Matthew.

—Vas a tener que estar en reposo durante al menos tres semanas. Te daremos analgésicos para el dolor, y es importante que no fuerces la pierna —explicó con un tono amable.

Matthew, que se había estado incorporando poco a poco en la cama, abrió los ojos con sorpresa, el color desapareciendo de su rostro.

—¿Tres semanas? Nunca ha durado tanto, siempre me recupero en una semana —dijo mientras lo miraba asustado, antes de añadir con un tono horrorizado —No, no puedo estar en reposo tanto tiempo. Tengo una presentación de baile importante, no puedo faltar.

El médico, manteniendo su calma, negó suavemente con la cabeza.

—Lo siento, pero es necesario. Fue una torcedura bastante grave. Si intentas participar en esa presentación, podrías lastimarte aún más. La presión en tu pierna no te permitirá moverte adecuadamente.

Matthew se quedó en silencio por un segundo, procesando las palabras. Luego, como si la gravedad de la situación le cayera encima de golpe, comenzó a sacudir la cabeza de un lado a otro, negando desesperadamente.

—No, no puedo hacer eso, no puedo... No pueden pedirme eso —murmuraba, su voz entrecortada por la frustración y el pánico.

Gunwook lo observó con preocupación, tomó la mano de Matthew con suavidad, sus dedos envolviendo los de su novio mientras le acariciaba con el pulgar la parte superior de la mano.

—Hyung, respira... por favor, todo estará bien. Lo más importante es que te recuperes —dijo con una voz tranquila, intentando calmar la tormenta que veía crecer en los ojos de Matthew.

Pero Matthew no parecía escucharlo, su mente estaba completamente enfocada en la presentación, en lo que significaba perder una oportunidad tan importante. Su frustración era palpable, y Gunwook sintió su mano temblar ligeramente bajo la suya.

Jiwoong se volvió hacia el médico.

—¿No hay otra alternativa? —preguntó, buscando alguna solución que evitara que Matthew tuviera que perderse la presentación.

El médico suspiró, dándole una mirada comprensiva a Jiwoong.

—Lamento decir que no. En este tipo de lesiones, el reposo es crucial. Si fuerza la pierna ahora, podría empeorar la situación y necesitar un tratamiento más prolongado o incluso una intervención quirúrgica.

Hubo un silencio en la habitación mientras todos absorbían esa realidad. Matthew tenía una expresión abatida, miraba el techo como si buscara alguna respuesta. Finalmente, después de un largo momento, dejó caer los hombros y esbozó una sonrisa falsa.

—Está bien —dijo, su voz forzada a mantenerse tranquila. —Si no hay otra opción... supongo que no me queda más remedio.

Gunwook apretó con un poco más su mano, transmitiéndole su apoyo silencioso. Sabía lo mucho que significaba el baile para Matthew, lo había visto en cada paso que daba, en cada mirada determinada cuando practicaba. Verlo tan frustrado y triste rompía su corazón.

Jiwoong, por su parte, se acercó más a Matthew y le revolvió suavemente el cabello.

—Va a estar bien. Nos aseguraremos de que te recuperes por completo, y cuando estés listo, habrá más presentaciones. Esto no es el final.

Matthew no respondió inmediatamente, ni siquiera cuando regresaron a casa. Gunwook y Jiwoong se aseguraron de adaptar el departamento para que Matthew no tuviera ningún accidente. Matthew estaba agradecido pero... pero era difícil.

Matthew estaba acostado en la cama de Jiwoong, los ojos clavados en el techo mientras su mente daba vueltas en una espiral de frustración y tristeza. Mordiéndose los labios con inquietud, no podía dejar de pensar en todo lo que se estaba perdiendo.

Esa presentación de baile no era solo un evento cualquiera para él, lo había sido todo. Lo había planeado durante meses, organizando cada detalle con su curso, dedicándole su tiempo, esfuerzo y energía. Había soñado con ese día, visualizando cómo todo se uniría en el escenario, cómo su cuerpo se movería al ritmo de la música frente a una audiencia que aplaudiría con emoción.

Y ahora, estaba aquí, con un pie vendado, sin poder hacer nada.

El peso de la decepción lo aplastaba, y Matthew sentía que el aire se volvía espeso. No era solo su propio esfuerzo lo que le dolía perder. Sentía que había decepcionado a sus compañeros. Aunque ellos amablemente le habían dicho que no se preocupara, que se recuperara pronto, Matthew no podía quitarse de encima el sentimiento de culpa. Sabía que todos habían trabajado duro para esa presentación, y él era parte crucial de todo eso. Había practicado tanto, y ahora sentía que todo ese trabajo había sido en vano.

Con un suspiro pesado cerró los ojos, intentando calmar su mente, pero las imágenes de lo que pudo haber sido seguían apareciendo. La frustración se acumulaba en su pecho, y se sentía atrapado en un bucle de pensamientos negativos.

De repente, sintió una suave cosquilla en la mejilla. Abrió los ojos y se encontró con el cabello de Gunwook, quien se movía ligeramente mientras este se acomodaba más cerca de él en la cama. Gunwook no había querido dejarlo solo ni un segundo desde que llegó del hospital. Estaba allí, siempre, como una presencia constante y reconfortante.

Matthew giró un poco la cabeza y lo vio, tan cerca, con los ojos cerrados y una expresión tranquila. Gunwook siempre le transmitía calma, pero hoy, ni siquiera eso parecía suficiente para alejar la tormenta en su mente. Aun así, el simple hecho de sentirlo a su lado le daba un pequeño alivio, como un ancla en medio del caos.

—¿Por qué no te duermes un poco? —murmuró Gunwook, sin abrir los ojos. Su voz era baja, llena de preocupación. —Has estado dándole demasiadas vueltas a esto.

Matthew tragó saliva, su garganta seca. —No puedo dejar de pensar en todo lo que arruiné —confesó en voz baja. —Trabajé tan duro para ese día, y ahora... nada valió la pena.

Gunwook abrió los ojos y lo miró.

—No digas eso. Todo lo que hiciste valió la pena. Lo que sucedió fue un accidente, no es culpa tuya. Todos lo entienden, y lo más importante ahora es que te recuperes.

Pero Matthew negó con la cabeza, su mirada volviendo a fijarse en el techo. —Lo sé, pero no puedo evitar sentirme así. No es solo por mí, es por todos. Siento que los decepcioné.

Gunwook se movió un poco más cerca, sus dedos entrelazándose con los de Matthew. —Nadie está decepcionado contigo. Tus compañeros te aprecian, y saben cuánto has trabajado. Si alguien entiende lo que significas para ellos, son ellos mismos. Ellos te necesitan de vuelta, pero sano.

Matthew sintió una punzada en el pecho al escuchar esas palabras. La lógica de lo que decía Gunwook era innegable, pero sus emociones seguían pesándo. Sin embargo, la calidez de la mano de Gunwook entrelazada con la suya le dio una pequeña chispa de consuelo.

—Además —añadió Gunwook con una sonrisa. —Yo también te necesito sano ¿sabes?

Eso le sacó una pequeña risa a Matthew, aunque rápidamente se desvaneció. —Lo intentaré —dijo finalmente en voz baja. —Pero es difícil.

Gunwook lo miró con ternura y acercó su cabeza a la de Matthew, susurrando cerca de su oído.

—Estoy aquí. No te preocupes, no tienes que cargar esto solo.

Matthew cerró los ojos, dejándose llevar por la cercanía de Gunwook. No tenía todas las respuestas, y su corazón seguía sintiéndose pesado, pero al menos, con Gunwook a su lado, tal vez todo se haría un poco más llevadero.

Con el paso de los días, la frustración que Matthew sentía al estar en reposo comenzó a desvanecerse lentamente. Aunque al principio estaba abatido por la idea de perderse la presentación de baile y ser una carga para sus amigos, Gunwook y Jiwoong no dejaron que se quedara sumido en ese estado por mucho tiempo. Lo bañaban en amor y cuidado, asegurándose de que cada día estuviera lleno de momentos de calma y cariño.

Gunwook siempre estaba a su lado, abrazándolo y susurrando palabras de aliento.

—Eres fuerte, Matthew hyung. Esto es solo un pequeño obstáculo, pronto estarás mejor —le decía mientras lo rodeaba con sus brazos.

Cada vez que Matthew sentía que la tristeza lo invadía, Gunwook aparecía con una película nueva para ver juntos, asegurándose de que su mente se distrajera. Era un refugio cálido y seguro.

Por otro lado, Jiwoong lo consentía como nunca antes. Cocinaba sus platos favoritos y le llevaba todo a la cama, ignorando las protestas de Matthew de que no necesitaba tantos mimos. Jiwoong siempre encontraba una manera de complacerlo, cumpliendo con cada uno de sus pequeños caprichos, desde dulces caros hasta helado a mitad de la noche.

—Si quieres algo, solo pídelo —le decía Jiwoong con una sonrisa mientras le besaba las mejillas.

Con todo ese amor y apoyo, Matthew comenzó a notar una mejoría en su estado de ánimo. Sentía una determinación renovada. Aunque estar herido era difícil, sabía que tenía a Gunwook y a Jiwoong a su lado para superar lo que fuera. Sus sonrisas y gestos lo ayudaban a ver el lado positivo, recordándole que esto no era el fin, sino solo una pausa.

Una tarde, Matthew se dio cuenta de algo importante. Al estar lastimado, ya no podría hacer algunas de las cosas que normalmente hacía. Un ejemplo era el hecho de que él siempre usaba su auto para ir a la universidad con Gunwook. Sin embargo, ahora con su pierna lesionada, esa rutina tendría que cambiar temporalmente.

Oh.

Ya no podrá recoger a Gunwook en su facultad después de clases.

Eso era un problema. Uno grande.

—Jiwoong hyung, ¿puedes hacerme un favor? ¿Podrías ir a recoger a Gunwookie? Su clase termina en una hora.

Jiwoong apareció desde la cocina, tenía un bonito delantal color rosa que había comprado ahora que se tomaba muy enserio su papel de cuidador. Matthew sonrió al verlo, es tan dulce.

—Le dije a Gunwook que lo haría, pero dijo que no era necesario. Según él, sería una vuelta muy larga para mí porque mi trabajo está hacia el otro lado de la universidad.

Matthew negó con la cabeza y frunció el ceño. —Ve a buscarlo, por favor.

Jiwoong entrecerró los ojos, mirándolo con curiosidad. —¿Por qué insistes tanto? ¿Qué está pasando aquí? —preguntó mientras se acercaba al sofá, sentándose en el borde, justo al lado de Matthew.

Matthew se mordió el labio, algo nervioso, pero finalmente soltó una pequeña risa, incapaz de ocultar su preocupación.

—Es que... Empecé a recoger a Gunwook en su facultad porque hay un chico de su carrera que está enamorado de él. Siempre lo sigue, lo busca entre clases, y está tratando de robarme a Gunwook.

Jiwoong se echó a reír al escuchar eso, sorprendido por la confesión.

—¿De verdad? ¿Te sientes amenazado, amor? —preguntó con una sonrisa juguetona, acariciando suavemente la mejilla de Matthew.

Matthew se apresuró a negar, cruzando los brazos y frunciendo el ceño aún más. —¡Claro que no me siento amenazado! Pero eso no significa que voy a quedarme de brazos cruzados mientras alguien intenta acercarse demasiado a mi hombre.

Jiwoong aún reía, pero su sonrisa se volvió más suave mientras le acariciaba el cabello a Matthew, que seguía medio enfurruñado.

—Entonces ahora es mi deber cuidar al hombre de ambos, ¿eh?

Matthew asintió con determinación, su expresión firme. —Exactamente. No voy a dejar que nadie se acerque a Gunwook con esas intenciones. Así que ahora te toca a ti protegerlo también.

Jiwoong lo miró con una mezcla de diversión y ternura. —No sabía que eras tan protector. —Se inclinó hacia él y le dio un beso suave en la frente. —Pero no tienes de qué preocuparte. Gunwook no se va a ir a ninguna parte.

Matthew suspiró, más relajado, y le dedicó una sonrisa. —Lo sé, lo sé... Solo quiero asegurarme de que todo esté bien. Sabes cómo es Gunwook, a veces ni se da cuenta de lo que otros sienten por él.

Jiwoong asintió, aún con una sonrisa en los labios. —Está bien, entonces iré a recoger a nuestro hombre. No te preocupes, me encargaré de que llegue a salvo a casa.

Con eso, Matthew se hundió más en el sofá, satisfecho de que su plan haya funcionado. Sabía que Jiwoong cuidaría de Gunwook, y aunque no se sintiera realmente amenazado por ese chico, prefería no correr riesgos. Después de todo, Gunwook era parte de su vida y de la de Jiwoong, y ambos harían todo lo posible para proteger su relación.

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Gunwook estaba parado en la banqueta frente a la facultad, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. El viento fresco de la tarde le revolvía el cabello mientras esperaba a que Jiwoong llegara a recogerlo. A pesar de que le había insistido en que no era necesario, Jiwoong había sido firme en su decisión. Gunwook no podía negar que le gustaba ese tipo de atención. Últimamente, Jiwoong había estado increíblemente atento con él, y aunque al principio le parecía un poco extraño, ahora lo encontraba agradable, hasta reconfortante.

Sacó su celular y lo desbloqueó para pasar el rato, sonriendo al ver unos mensajes de Matthew.

Mattchu hyungie:

Taerae está insoportable.

No puedo concentrarme con él tarareando todo el rato.

Es como si no se diera cuenta de que estoy lesionado ಥ⁠_⁠ಥ

Gunwook no pudo evitar reírse en voz baja, imaginándose la escena. Sabía lo dramático que podía ser Matthew, pero también entendía lo molesto que podía llegar a ser Taerae cuando estaba de buen humor y canturreaba sin parar.

Gunwookie:

Tal vez necesitas un descanso de él.

¿Qué tal si me prestas a Taerae hyung para un partido?

Lo mantendré ocupado por un rato.

Siguió leyendo la conversación mientras el tráfico pasaba por la calle. Su sonrisa no desaparecía. Había algo en los mensajes de Matthew que siempre le hacía sentir calidez, como si cada palabra estuviera impregnada de esa energía que solo Matthew podía proyectar.

Mattchu hyungie:

Te necesito más a ti que a Taerae.

Es romántico. Gunwook sonríe aún más. De repente, llega un nuevo mensaje de Jiwoong.

Jiwoong hyungie:

Ya casi llego.

¿Te estás congelando ahí afuera?

Gunwook sonrió y respondió rápidamente.

Gunwookie:

Estoy bien, hyung.

Solo leyendo los dramas de Matthew hyung.

Gunwook seguía concentrado en su conversación cuando, de repente sintió un peso extra en su brazo. Frunció el ceño, desconcertado, y al girarse, se encontró con la sonrisa brillante de Dongwon. El chico lo miraba con esa expresión linda que siempre utilizaba.

—Gunwook hyung —saludó Dongwon con una voz melosa.

Gunwook le devolvió el saludo con una sonrisa forzada y de manera sutil, intentó alejarse del agarre de Dongwon. Sin embargo, Dongwon lo siguió, acortando la distancia que Gunwook había intentado poner entre ellos.

—Hola, Dongwon —respondió Gunwook, mientras daba un paso atrás.

Antes de que pudiera seguir alejándose, Dongwon lo siguió, ignorando la distancia que Gunwook trataba de poner entre ellos.

—Hyung, ¿quieres almorzar conmigo hoy? —preguntó Dongwon, su tono lleno de una energía tan entusiasta que Gunwook casi se sintió culpable por querer decir que no.

Gunwook estaba a punto de buscar una manera educada de negarse cuando un fuerte claxon los hizo saltar a ambos, rompiendo la tensión al instante. Dongwon se alejó de él sobresaltado, mientras Gunwook se giraba rápidamente para ver quién había hecho sonar la bocina.

Ahí estaba Jiwoong, en su auto, con una expresión divertida en su rostro. El sonido repentino del claxon había hecho que Dongwon diera un paso atrás, y ahora Jiwoong los miraba con una ceja alzada disfrutando de la escena. Gunwook soltó una risa suave, agradecido por la oportuna intervención de Jiwoong.

—Lo siento Dongwon, pero ya tengo planes —dijo Gunwook, inclinando un poco la cabeza hacia el auto de Jiwoong.

Dongwon asintió rápidamente, ocultando su decepción tras una sonrisa. —Está bien, hyung. Será en otra ocasión.

Gunwook asintió y sin perder tiempo, caminó hacia el auto de Jiwoong. Pudo sentir la mirada de Dongwon en su espalda, pero no se detuvo.

—Jiwoong hyung, qué susto me diste —dijo Gunwook abriendo la puerta del auto para subirse.

Jiwoong se limitó a sonreír, dándole una mirada cómplice antes de decir en un tono despreocupado.

—Pensé que te vendría bien un rescate —dijo, sin quitar los ojos de Dongwon, que ahora los miraba incómodo a la distancia.

Gunwook asintió, metiéndose en el auto mientras Jiwoong aceleraba suavemente, alejándose de la acera.

—Gracias por eso —murmuró Gunwook, sintiéndose más relajado.

—Siempre a tu servicio —respondió Jiwoong, su tono despreocupado, pero con una sonrisa cálida en los labios.

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Jiwoong había adquirido un nuevo hábito desde que Matthew estaba en reposo. Normalmente, Matthew era quien se encargaba de preparar el almuerzo para los tres, nada demasiado complicado porque podía envenenarlos, pero siempre lo suficientemente bueno como para disfrutarlo durante el día. Sin embargo, con Matthew fuera de acción por su lesión, Jiwoong había asumido la responsabilidad de hacer la comida.

Esa mañana, Gunwook había salido apresurado y como de costumbre, olvidó su almuerzo sobre la mesa. Jiwoong lo notó antes de salir al trabajo y decidió llevarle el almuerzo más tarde. Después de enviarle un mensaje para preguntar dónde estaba, Gunwook respondió rápidamente, diciendo que estaba en el gimnasio, en su entrenamiento matutino.

Con el almuerzo de Gunwook en mano, Jiwoong decidió hacer una pequeña parada en la universidad antes de dirigirse a su oficina. Cuando llegó al gimnasio, entró en silencio, observando desde la puerta mientras Gunwook se movía con fuerza y concentración, el sudor brillando en su frente.

Gunwook estaba inmerso en su entrenamiento, su cuerpo en movimiento, y Jiwoong se quedó momentáneamente absorto en la escena. Había algo magnético en la forma en que Gunwook se esforzaba, cada movimiento preciso, los músculos tensándose con cada repetición. Lo que más le llamó la atención a Jiwoong no era solo la destreza física de Gunwook, sino también la dedicación que mostraba en todo lo que hacía.

Jiwoong sonrió para sí mismo, apoyándose contra el marco de la puerta mientras observaba un rato más. Sentía una extraña calidez en el pecho al ver a Gunwook así, tan enfocado y serio. Después de unos minutos, decidió hacerle saber que había llegado.

—Gunwook —llamó suavemente desde la entrada.

Gunwook levantó la vista, y con una sonrisa caminó hacia él, limpiándose el sudor con una toalla.

—Gracias por traerme el almuerzo, hyung —dijo con una sonrisa.

Jiwoong le devolvió la sonrisa, inclinándose un poco hacia él. —Lo haría cualquier día, especialmente si es para verte a ti —le respondió con un tono juguetón, notando cómo el comentario hizo que Gunwook se sonrojara levemente.

Gunwook desvío la mirada un momento, antes de mirar el reloj.

—¿Tienes tiempo para quedarte? —preguntó, sus ojos de repente brillando con una mezcla de esperanza y expectativa.

Jiwoong sonrió, sintiendo un cálido apretón en su pecho. No tenía tiempo, no realmente, pero eso no le importaba en ese momento.

—Para ti, siempre tengo tiempo —dijo, inclinándose contra la pared del gimnasio, dispuesto a quedarse un poco más mientras Gunwook terminaba su entrenamiento.

Gunwook apartó la mirada, nervioso, y fingió no darle mucha importancia a las palabras de Jiwoong.

—Espérame un momento —dijo mientras se volvía hacia los vestidores. —Mi entrenador me dio unos ungüentos que podrían ayudarle a Matthew hyung con su pie. Deberías llevárselos.

Jiwoong asintió y miró a Gunwook correr hacia los vestidores. Jiwoong también ignoró la forma en la que los compañeros de equipo de Gunwook lo miraban discretamente mientras seguían practicando.

Después de unos minutos, Gunwook regresó con un par de pequeños frascos y se los tendió a Jiwoong.

—Gracias —dijo Jiwoong mientras guardaba los frascos en su mochila. Luego, inclinándose ligeramente hacia Gunwook una vez más, añadió con una sonrisa traviesa —Eres demasiado lindo... ¿sabes? —Gunwook lo miró, confundido por un segundo, pero pronto entendió el tono coqueteo de Jiwoong y, aunque intentó mantener la compostura, el rubor en sus mejillas lo traicionó.

Jiwoong se despidió con una última sonrisa, disfrutando de haber logrado que Gunwook se sonrojara nuevamente. Gunwook, todavía un poco aturdido por la conversación, solo pudo murmurar un tímido "nos vemos" mientras observaba a Jiwoong alejarse.

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Jiwoong siempre había sabido que Gunwook era un chico inteligente y servicial. Desde que lo conoció, se dio cuenta de que era una persona que, a pesar de su juventud, demostraba un grado de madurez sorprendente. Siempre dispuesto a ayudar, Gunwook se había ganado un lugar en la vida de Jiwoong y Matthew, no solo como pareja, sino como alguien en quien podían confiar.

Pero a pesar de todo esto, había momentos en los que Gunwook tomaba las riendas de la situación de manera tan natural que incluso Jiwoong, con toda su experiencia y serenidad, se quedaba un poco sorprendido.

Como ahora, por ejemplo.

Jiwoong estaba en la cocina, preparando un par de bebidas para los tres cuando, por un mal movimiento, dejó caer dos vasos al suelo. El sonido del cristal rompiéndose resonó por la habitación, y los pedazos de vidrio se dispersaron por todo el suelo. Instintivamente, Jiwoong se agachó, listo para comenzar a limpiar el desastre, pero antes de que pudiera moverse mucho más, Gunwook entró en la habitación, casi de manera silenciosa.

—Hyung, no te muevas —dijo Gunwook con una calma absoluta, sosteniendo una escoba y un recogedor en sus manos.

Jiwoong levantó la vista, algo sorprendido por la firmeza en el tono de Gunwook. Miró hacia sus pies y se dio cuenta de que no llevaba zapatos. Si se movía, podría cortarse con uno de los pedazos de vidrio.

Gunwook se arrodilló frente a él, comenzando a barrer los cristales rotos con una precisión tranquila.

—Podrías haberte hecho daño si te hubieras movido —murmuró mientras trabajaba, su tono igual de sereno.

Jiwoong observó en silencio, algo perplejo por lo rápido que Gunwook había tomado control de la situación. Normalmente, él era quien se encargaba de estos pequeños desastres, pero Gunwook no solo se le había adelantado, sino que también le había mostrado cuán atento y cuidadoso podía ser en momentos como ese.

—No me di cuenta —admitió Jiwoong finalmente, riendo suavemente.

Gunwook, sin levantar la mirada de su tarea, sonrió un poco. —Está bien, hyung. Para eso estoy aquí, ¿no?

Cuando terminó de limpiar, Gunwook se levantó y se aseguró de que no quedara ningún fragmento de vidrio en el suelo antes de permitir que Jiwoong se moviera. Al mirarlo a los ojos, Jiwoong sintió una oleada de cariño y admiración por Gunwook.

—Gracias —dijo Jiwoong, su tono más suave de lo habitual.

Gunwook solo asintió con una sonrisa discreta, como si no fuera gran cosa. Para él, cuidar de de los demás era parte de su día a día.

—Deberías ponerte zapatos la próxima vez —bromeó Gunwook, volviendo a su actitud habitual, lo que provocó una risa en Jiwoong.

—Lo tendré en cuenta —respondió Jiwoong, todavía sonriendo, sabiendo que Gunwook siempre estaría allí para ayudar, incluso cuando él no lo viera venir.

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Matthew estaba acurrucado en el sofá, atrapado en el calor que lo rodeaba. A su derecha, Gunwook lo abrazaba con su brazo firme, mientras sus labios rozaban lentamente su cuello, dejando besos suaves que enviaban escalofríos por su piel. A su izquierda, Jiwoong tenía una mano bajo su camiseta, acariciando su cintura con toques lentos y sensuales, sus dedos delineando su piel como si fuera un lienzo.

Matthew suspiró profundamente, su cuerpo comenzaba a calentarse más bajo el efecto combinado de ambos. Gunwook le besaba el cuello con más fuerza, haciéndolo arquear ligeramente su espalda en respuesta al placer que le provocaba.

Jiwoong inclinó su cabeza hacia su oído y le susurró con una voz baja y ronca. —¿Se siente bien?

Matthew cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo la intención de esas palabras hacía que su corazón latiera más rápido. Internamente, no podía evitar sentirse maravillado por cómo habían llegado a este punto. Desde que Jiwoong y Gunwook habían comenzado a tener más confianza entre ellos, estos momentos eran más comunes, más naturales. Era como si estuvieran en completa sintonía, sabiendo exactamente cómo moverse, cómo tocarse, cómo hacerlo sentir tan amado.

Matthew jadeó cuando Gunwook mordisqueó suavemente su cuello, chupando un poco más, lo suficiente como para dejar una marca sutil. Su respiración se aceleró, y estaba a punto de perderse completamente en la sensación cuando, de repente, el sonido agudo de un teléfono vibrando interrumpió todo.

El sonido rompió el momento de manera abrupta, haciendo que Gunwook se separara ligeramente, visiblemente molesto por la interrupción. Matthew abrió los ojos a regañadientes, viendo cómo Gunwook extendía la mano para agarrar su teléfono que vibraba en la mesa cercana.

Mientras Gunwook verificaba quién llamaba, Jiwoong, en cambio, no se detuvo. Sus labios se movieron hacia la oreja de Matthew, besándola suavemente mientras su mano continuaba acariciando su cintura.

—No lo vamos a dejar así, ¿verdad? —murmuró Jiwoong, su tono juguetón y ligeramente desafiante. Matthew sintió su cuerpo estremecerse ante esas palabras.

Gunwook, por su parte, dejó escapar un suspiro frustrado al ver la llamada entrante. Contestó, levantando el teléfono hacia su oído.

—¿Hola? Sí... estoy bajando en un momento —dijo, su voz un tanto molesta.

—¿Tienes que irte? —preguntó Matthew, su voz un poco ronca.

Gunwook asintió, cerrando los ojos con una ligera frustración. —Es la fiesta antes del inicio de temporada... quieren que esté ahí —dijo después de colgar la llamada.

Matthew le lanzó una mirada entrecerrada, entre burlona y celosa. —No te diviertas tanto o te dejo una marca más profunda la próxima vez —bromeó, señalando la pequeña marca que le había dejado en el cuello unos minutos antes.

Gunwook soltó una suave risa, poniéndose de pie y tomando su chaqueta.

—Prometo no pasármela tan bien —dijo con una sonrisa, antes de inclinarse hacia ellos, plantando un rápido beso en los labios de Matthew. —Pero ustedes dos van a seguir divirtiéndose sin mí, ¿no es así?

Sus ojos se encontraron con los de Matthew y Jiwoong. Ambos lo veían con un brillo travieso y una sonrisa divertida.

—No te preocupes Gunwookie, iré a recogerte de todas formas.

—Gracias hyung —respondió. —Nos vemos.

Matthew y Jiwoong lo vieron salir por la puerta, y cuando el sonido de la cerradura se escuchó, Jiwoong se giró hacia Matthew, aún con una expresión juguetona en su rostro.

—¿Dónde estábamos?

Matthew se dejó llevar nuevamente por las sensaciones. Pronto volvió a tener sus ojos entrecerrados, entregándose al suave ritmo de los besos de Jiwoong. Cada beso era lento, profundo, una caricia que lo envolvía por completo. Sentía cómo las manos de Jiwoong lo sostenían, cómo sus labios descendían con un toque ligero hasta su mandíbula, dejándole un cosquilleo a su paso.

—¿Te gustaría que Gunwook nos viera hacer esto? —murmuró Jiwoong entre beso y beso, con una voz baja. —Aún podemos hacer que se quede con nosotros.

El cuerpo de Matthew tembló al imaginar la escena. Gunwook, observando desde algún lugar, sus ojos oscuros llenos de deseo, viendo cada caricia, cada gesto. La simple idea envió una oleada de calor por su cuerpo, haciéndolo arquearse involuntariamente bajo el toque de Jiwoong.

Las manos de Jiwoong se deslizaron lentamente por el torso de Matthew hasta que alcanzaron el borde de su camiseta. Con una calma sensual, Jiwoong la levantó, dejándola caer al suelo sin prisa. Matthew intentó moverse, queriendo subirse sobre Jiwoong, sentir más de ese contacto que lo encendía con cada roce. Pero Jiwoong, con una sonrisa suave, lo detuvo.

—No tan rápido —le susurró Jiwoong, sus manos ahora acariciando suavemente el costado de Matthew. —Tienes que tener cuidado con tu pie. Déjame encargarme de todo.

Matthew soltó un suspiro frustrado, pero al mismo tiempo, esa promesa lo hizo hundirse más en la sensación, dejándose llevar por el ritmo que Jiwoong marcaba. Sus manos nunca abandonaban su piel, subiendo y bajando con una devoción casi reverente. Los labios de Jiwoong volvieron a encontrar los suyos, profundizando el beso una vez más mientras sus dedos delineaban cada curva de su cuerpo.

Jiwoong continuaba acariciándolo lentamente, dejando que cada toque fuera una promesa no dicha, un recordatorio de su control total en ese momento. Los susurros se mezclaban con los jadeos de Matthew, mientras el calor de ambos cuerpos llenaba el espacio, envolviéndolos en una intimidad que parecía infinita.

Y en el fondo de la mente de Matthew, la imagen de Gunwook seguía presente, observando, tal vez deseando. La idea solo avivaba el fuego que Jiwoong ya había encendido.

Matthew siente los dientes de Jiwoong en sus hombros, pequeños mordiscos que le hacían cosquillas en la piel. Su estómago se calentó a medida que Jiwoong le mordía el hombro con tanta fuerza que hacía que Matthew se quejara.

Jiwoong vuelve a concentrarse en su cuello. Mientras acaricia la garganta de Matthew con la boca, acaricia su pecho con una de sus manos. Su pulgar encuentra un pezón y lo acaricia de un lado a otro. El resultado es un gemido profundo que se eleva mientras la cabeza de Matthew cae hacia atrás.

—Eres aún más dulce cuando haces ruidos así —murmura Jiwoong.

Matthew quiere decir algo ingenioso, pero no puede. Está demasiado ocupado jadeando con fuerza, enloquecido por el pulgar de Jiwoong, que frota en círculos ásperos alrededor de su pezón que se endurece.

—¿Qué pasa, amor? ¿Te comió la lengua el gato? —bromea Jiwoong.

—Sí —logra decir con voz entrecortada.

Jiwoong se ríe. Al menos es honesto, se dice a sí mismo.

—Ha pasado un tiempo desde que te toqué aquí. Es bueno ver que sigues siendo sensible. —Su otra mano se une a la primera, los dedos amasando el pecho de Matthew mientras sus pulgares continúan su movimiento contra sus pezones.

Mhm sí... —gime Matthew, arqueándose ante su toque.

—¿Crees que podrías venirte así?

—Quizás. —La palabra está a medio camino entre una risa y un suspiro lascivo—. Si tú quieres.

—No te preocupes, amor. No voy a obligarte a intentarlo. —Jiwoong lo besa y añade— Esta vez no. —Su sonrisa es una promesa de que es una posibilidad de que ocurra algún día—. Por ahora... creo que quiero probarte un poco más. —Sin más advertencias, agacha la cabeza y envuelve el primer pezón con sus labios.

Matthew grita. Si no fuera porque el silencio reinaba en la habitación, tal vez no se habría dado cuenta de lo necesitado que suena. Aprovecha esa emoción y gime el nombre de Jiwoong, sabiendo en el fondo que no lo hace solo porque se está desmoronando. Es plenamente consciente del efecto que su voz tiene en Jiwoong, especialmente cuando lo provoca de esa manera.

Jiwoong le raspa el pezón a Matthew con los dientes y luego lo lame fuerte. Poco después, se dirige al otro lado y comienza de nuevo.

Tenía razón. Matthew disfruta muchísimo cuando su pecho recibe tanta atención. Su polla está presionado contra la costura de sus jeans y quiere desabrochar los botones para aliviar un poco la presión, pero es Jiwoong quien hace el trabajo por él.

Jiwoong baja la cremallera de sus pantalones mientras mete la mano debajo de sus bóxers y saca su polla. Separa sus labios del pecho de Matthew y suelta una pequeña risa.

—Estás goteando. Debes estar disfrutando mucho esto, ¿eh?

Jiwoong recorre con sus manos la extensión de los muslos de Matthew, maravillándose con la vista antes de reacomodarse para permitir que su propia mano envuelva su miembro. Mierda. Matthew sisea una maldición y Jiwoong comienza a mover su mano en un lento y repetitivo movimiento de arriba a abajo.

—Joder... Jiwoong ngh... —gimió cuando Jiwoong lo acarició lentamente. —No pares, nunca pares, por favor hyung, joder... por favor.

¿Cómo podría negarse a esa petición?

Mueve metódicamente el pulgar contra la hendidura de Matthew, esparciendo el líquido preseminal que se filtra entre la piel áspera y la piel blanda de la cabeza. Matthew agarra los brazos tonificados de Jiwoong y jadea.

Jiwoong continúa moviendo su mano alrededor de la polla de Matthew mientras disfruta de los dulces sonidos del chico debajo de él.

Se inclina más hacia abajo para lamer el costado del cuello de Matthew. La acumulación de líquido preseminal le permite acelerar sus movimientos y acariciar más rápido. Jiwoong muerde el cuello de Matthew, saboreando el sudor y la piel en carne viva. Los jadeos trabajosos de Matthew se convierten en gemidos vocales entrecortados, que se escapan de su garganta con cada sacudida hacia abajo.

¡Ahh! Justo así... Dios mío.

Jiwoong acelera aún más, alejando su boca de la piel que había estado mordisqueando y ahora la acerca a la boca suave y abierta que gruñe su nombre. Está húmeda y desordenada y puede sentir que se está preparando para el final. La lengua de Matthew está caliente sobre la suya y sus brazos ahora están envueltos alrededor de su cuello, tratando de acercarlo más a pesar de que ya no hay más distancia que romper.

Más —jadea Matthew, sacudiendo las caderas contra el puño de Jiwoong.

Jiwoong aumenta la velocidad y aprieta su agarre solo para hacer que Matthew grite. Lo besa de nuevo para tragarse todo el ruido, pero el sonido resbaladizo de sus caricias llena la habitación y hace que el calor se agite nuevamente en el estómago de Jiwoong.

Se da cuenta de que Matthew se está acercando. Sus brazos rodean los hombros de Jiwoong antes de clavarle las uñas en la espalda, sujetándose mientras le folla el puño.

Se aparta para mirar el rostro de su novio, hipnotizado por la forma en que sus labios húmedos se mantienen separados en cada exhalación, el sudor brillando en su piel y los ojos cerrados con fuerza por el placer. El rubor en sus mejillas se extiende a su pecho y es todo lo que Jiwoong alguna vez ha soñado.

—Qué bonito —dice en voz baja sin querer. Matthew suelta una carcajada, pero se convierte en un gemido cuando Jiwoong parece girar la muñeca en el momento justo.

—Joder —dice Matthew entre dientes—. Voy a correrme.

—Vamos, mi amor —dice en la boca de Matthew. —Vente para mí. Por favor, quiero oírte.

Ante eso, Matthew gime fuerte y guturalmente. Ladea la cabeza y libera todo lo que se había acumulado desde que comenzaron, con el cuerpo tenso en el agarre de Jiwoong. Se derrama en la mano de Jiwoong y no deja de mover las caderas hasta que termina.

—Eso es todo —murmura Jiwoong con suavidad.

Cuando Matthew apoya la frente en el hombro de Jiwoong para recuperar el aliento, Jiwoong le besa el costado de la cabeza y le acaricia suavemente la espalda.

—Eso fue... —Matthew jadea recuperándose—. Tus manos son increíbles.

Jiwoong se ríe. Intenta agarrar unos pañuelos para limpiarlo, hace algunos intentos al azar antes de darse por vencido. Matthew básicamente se ha anclado a él. En lugar de eso, se le ocurre una idea.

—¿Quieres que te folle con mis dedos?

Matthew se muerde el labio. Mierda sí. Quiere sentir a Jiwoong, no solo su dedos, quiere la polla de Jiwoong dentro de él, golpeando su próstata una y otra vez. Lo quiere tanto.

—No puedes decirme eso hyung —Matthew se queja—. Sólo fóllame bien, por favor.

Jiwoong no pudo evitar reírse mientras miraba a Matthew. —No voy a follarte. Estás lastimado y no quiero empeorar tu pie —le dijo, con una sonrisa divertida mientras se inclinaba hacia él.

Matthew frunció el ceño. —Pero te necesito —susurró, su voz casi temblando. —Quiero que me llenes.

La expresión en los ojos de Matthew hizo que Jiwoong se relamiera los labios. Se levantó de inmediato, Jiwoong lo quería tanto como él, especialmente porque Matthew había tenido en abstinencia a Jiwoong y a Gunwook durante mucho tiempo. Pero Jiwoong no iba llegar demasiado lejos, estaba priorizando la salud de Matthew.

Rápidamente fue a su habitación y volvió con la botella de lubricante. Cuando Matthew vio la botella, sus ojos brillaron con anticipación y deseo.

—Solo serán mi dedos —aclaró.

Matthew bufó, sabía que Jiwoong cuando tomaba el control de la situación, nada lo haría cambiar de opinión. Pero su inconformidad duró poco cuando Jiwoong lo maniobró con facilidad.

Con cuidado y firmeza, Jiwoong acomodó a Matthew en el sofá. Matthew tenía el pecho sobre el sofá, sus rodillas tocando el suelo y tenía el trasero expuesto. Jiwoong usó una almohada para apoyarlo en una posición cómoda que no comprometiera su pie. Matthew suspiró, su cuerpo relajándose bajo las manos hábiles de Jiwoong. Sentía como si todo su cuerpo ardiera con necesidad, y el simple hecho de que Jiwoong estuviera manejando todo lo hacía aún más caliente.

—Así está mejor —murmuró Jiwoong mientras le quitaba los pantalones y los boxers a Matthew con movimientos lentos, con cuidado, revelando la piel debajo. El contacto fue casi eléctrico, un suspiro profundo escapó de los labios de Matthew.

Jiwoong no se apresuró. Con cuidado de no lastimarlo se colocó detrás de él, bajó la cabeza y empezó a besar el cuello de Matthew, despacio, de una manera profunda y deliberada, como si quisiera saborear cada momento. Matthew jadeó, su cuerpo tenso bajo el control calculado de Jiwoong. Sentía que la espera era interminable, y con cada segundo que pasaba, su necesidad crecía más.

—Jiwoong... —gimió, desesperado. Sus caderas se movían ligeramente, buscando más contacto, su cuerpo retorciéndose bajo él. Cada beso que Jiwoong le daba lo volvía loco, lo hacía pedir más, suplicando silenciosamente por su toque.

Jiwoong sonrió contra su piel, disfrutando de cómo Matthew se entregaba completamente, desesperado por él.

—Tranquilo —le susurró en el oído mientras sus dedos recorrían lentamente su espalda descubierta, prolongando la espera tanto como podía. Sabía que Matthew lo deseaba con toda su alma, y esa desesperación lo hacía querer jugar un poco más, asegurándose de que el momento fuera perfecto.

Matthew estaba al borde, sus suspiros eran entrecortados, y en ese momento, Jiwoong supo que lo tenía exactamente donde lo quería.

De repente, Matthew sintió que le abrían las piernas, mostrándole a Jiwoong una vista completa de él, y oh, Dios mío, Matthew se dió cuenta de que realmente estaba necesitado.

Matthew sintió que Jiwoong movía su cuerpo entre sus piernas, miró hacia atrás y vio a Jiwoong apretando una abundante cantidad de lubricante en sus manos. Sus ojos se encontraron; Jiwoong sonrió y se colocó encima de Matthew para luego descansar sobre su cabello. De esa forma, podía sentir la respiración de Jiwoong contra su oído nuevamente.

—Mi novio —le besó las orejas por un momento hasta que sintió uno de los dedos húmedos y resbaladizos de Jiwoong moviéndose contra sus muslos hasta su...

¡Dios! Matthew siente el dedo calloso presionando contra su borde y se siente tan jodidamente bien, siente cómo se frota de un lado a otro provocándole pequeños gemidos. Matthew no contiene sus ruidos, quiere mostrarle a Jiwoong lo bien que se siente.

El corazón de Matthew comienza a latir con fuerza en sus oídos cuando finalmente siente una presión resbaladiza contra su borde. Jiwoong fue tan amable de calentar primero el lubricante en su mano. Todo un caballero.

Matthew siente como el dedo hurga alrededor de su entrada, se movía, pero sin sumergirlo por completo, solo torturándolo para hacer que quisiera aún más.

—Ah, hyung, date prisa —gimió mientras ese maldito dedo no hacía nada con su borde excepto jugar en él.

Tras un momento de las burlas de Jiwoong, Matthew sintió el dedo resbaladizo presionando contra él, jugueteando un poco con el borde hasta que finalmente logró abrirse camino hacia el interior.

Matthew jadeó, sintió que lentamente empujaba hacia adentro con sus necesitadas paredes apretando el único dedo. Se siente increíble a pesar de que Jiwoong no hace mucho. Siente el dedo deslizándose más y más profundamente frotando contra sus paredes tratando de alcanzar el final, hasta que se detiene.

Jiwoong había llegado tan lejos, estaba completamente dentro de él. Y antes de que crea que pueda tomar un respiro...

—Voy a agregar otro —Jiwoong besa su cabello antes de mover su cuerpo hacia atrás para obtener un poco más de lubricante usando su otra mano para rociar un poco del líquido en su dedo medio.

Luego añadió el dedo lubricado, llenándolo casi con impaciencia, podía sentir el placer extenderse lentamente debido a lo profundo que estaba, apenas tocando su próstata en el proceso. Matthew sintió que se movían y se estiraban ligeramente dentro de él en un intento de encontrar un punto determinado.

Jiwoong ahora se estaba aburriendo de solo ver a Matthew estremecerse cada vez que rozaba deliberadamente su punto dulce, por lo que decidió presionar suavemente la glándula con ambos dedos.

Y mierda, eso provocó una reacción en Matthew.

¡Mhmf! —se escuchó un gemido agudo, mientras arqueaba su espalda lo más que podía y levantaba su trasero en el aire.

Jiwoong estaba un poco decepcionado de no poder ver la cara de Matthew cuando había tocado ese punto. Pero para compensar eso, se agachó hasta alcanzar la oreja enrojecida de Matthew.

—Te gusta cuando hago eso, ¿eh?

Matthew asintió.

Sintió que Jiwoong le acariciaba la cabeza, sintiendo el suave y distintivo cabello cosquillearle la nariz mientras también lo acariciaba con su mano libre. El cabello de Jiwoong olía bien, probablemente porque acababa de ducharse, pero esa era la verdad.

No sabía que lo que Jiwoong estaba tratando de hacer aquí era que Matthew bajara la guardia. De repente, sintió que los dedos se movían de nuevo, y Jiwoong ya estaba en movimiento de nuevo tocando, empujando y frotando el punto sensible haciendo que los muslos de Matthew temblaran y gimiera repetidamente sonidos ahogados.

—Eres tan receptivo ahora, realmente te gusta esto, ¿no? —Jiwoong tenía razón, realmente le gustaba, Matthew sentía oleadas de placer entumecidas y pequeñas gotas de lágrimas formarse dentro y fuera de sus ojos cada vez que los dedos de Jiwoong empujaban dentro de él, esta vez golpeando su próstata casi perfectamente cada vez.

A veces amaba los breves segundos en los que Jiwoong simplemente descansaba sus dedos en su agujero donde simplemente sentía la estrechez de Matthew apretándolo.

Después de un momento se detuvo. Como si eso no fuera suficiente, sintió que los dedos se alejaban de él, lo que hizo que Matthew se quejara por la pérdida de la estimulación. Quería más.

Matthew jadeó con fuerza cuando sintió la mano firme de Jiwoong impactando fuerte contra su trasero, la sensación disparándose por todo su cuerpo. Miró hacia Jiwoong, todavía completamente vestido, lo que, de alguna manera, solo aumentaba su exitación. Jiwoong parecía tener el control total, y eso encendía algo profundo en Matthew.

Con Gunwook, era distinto. Con Gunwook, Matthew siempre era quien tomaba las riendas, empujándolo a explorar los límites de su placer. Pero con Jiwoong... con Jiwoong, siempre era Matthew quien cedía, quien se entregaba por completo al poder que Jiwoong tenía sobre él.

Los dedos de Jiwoong se deslizaron por su piel, como si quisieran marcar cada parte de él, y Matthew sintió un cosquilleo intenso recorrer su columna.

Jiwoong se inclinó lentamente, hasta que sus labios estuvieron junto al oído de Matthew nuevamente, su aliento cálido haciendo que la piel de Matthew se erizara.

—¿Te imaginas si Gunwook estuviera aquí... sus dedos abriéndote al mismo tiempo que los míos? —susurró Jiwoong con voz ronca, arrastrando cada palabra con intención.

El corazón de Matthew se aceleró al instante, y su respiración se volvió más pesada. La sola idea de Gunwook ahí, hizo que su polla se endureciera. Podía imaginar a Gunwook, sus ojos oscuros fijos en él, mientras metía y sacaba sus dedos al mismo tiempo que Jiwoong, tocando y presionando su punto dulce. Sentir el poder de ambos sobre él lo hacía arder de deseo.

La mano de Jiwoong lo azotó una vez más, con un poco más de fuerza esta vez, y Matthew soltó un gemido ruidoso, incapaz de contenerse. Sabía que en ese momento estaba completamente a merced de Jiwoong, y le encantaba cada segundo de ello.

—¿Te gustaría que Gunwook nos viera? —preguntó Jiwoong metiendo sus dedos dentro de él profundamente.

Matthew asintió, su mente completamente atrapada en la fantasía que Jiwoong acababa de plantar. Jiwoong sonrió, moviendo sus dedos más fuerte, más preciso, más rápido.

Más, por favor, oh, Dios mío, hyung —jadeó, mientras extendía una mano para agarrar su erección—. Oh, cariño, se siente increíble, me haces sentir tan bien.

Matthew mueve las caderas, persiguiendo la sensación. Mientras Jiwoong mueve sus dedos hacia adentro y hacia afuera, disfruta del arrastre, la succión. Luego se acomoda para marcar un buen ritmo, ya que parece que Matthew lo está disfrutando.

Matthew se mueve, tensándose bajo su agarre, apretándose maravillosamente a su alrededor y Jiwoong realmente le gustaría que fuera su polla lo que Matthew está tomando.

Ah hyung —su voz es débil, perdida en medio de un gemido.

Jiwoong se inclina sobre él, lo cubre en todas las dimensiones, sus labios se ciernen sobre su oreja y sigue follándolo con los dedos. —¿Qué pasa?

—Yo- ah —la boca da Matthew se mueve sin palabras y sus cejas se tuercen en un ceño fruncido.

—Usa tus palabras, Matthew. —Jiwoong sujeta su cintura, para marcar un ritmo.

Con los labios temblorosos, Matthew jadea.

Mmh, yo...

—¿Mmm? —le insiste Jiwoong, sin concentrarse en nada más que en impulsar sus embestidas. Dios, es tan fácil llevar a Matthew hasta este punto, puede llegar tan profundo. Como si su agujero estuviera hecho para esto—. ¿Cómo se siente?

Jiwoong no necesita preguntar para verlo desmoronarse bajo él, con las piernas temblorosas, casi mordiendo la almohada del sillón. Pero cuando Matthew parece no recordar responder durante un minuto, presiona, acompañándolo con unos cuantos chasquidos obsenos del lubricante. -Dime.

—¿H-hm? —Matthew levanta ligeramente la cabeza, con los ojos entrecerrados.

En todo caso, a Jiwoong le divierte verlo tan jodido. —¿Se siente bien?

Matthew hunde su puño desocupado en el sillón y tarda un poco más en encontrar las palabras adecuadas. Gira la cara contra el sillón. —Es bueno... ngh... es tan... joder...

Jiwoong sonríe y lo recompensa con algunas embestidas más fuertes, los ruidos resuenan en el departamento.

Matthew lo toma maravillosamente, retorciéndose y doblándose, y lo más importante, participando. Con destreza, inclinó sus caderas hacia atrás y girándolas para lograr un buen ángulo, mientras gime dulcemente. Le gusta follarse el mismo.

Su mente se precipita sin poder evitarlo. Jiwoong quiere atarlo y azotarlo hasta que sus mejillas se pongan rosadas. Hacer que se atragante con su polla hasta que se le salten las lágrimas, en cada rincón de su departamento.

Apretando con fuerza la mano que tenía al rededor de su cintura, continúa embistiendo con fuerza y profundidad. Matthew ya no puede compensar el ritmo, su cuerpo simplemente se mueve al ritmo de los movimientos de Jiwoong.

—Vamos, mi amor —gruñe, coloca su barbilla sobre el hombro de Matthew, le muerde y le besa su cuello—. Me estás tomando tan bien... Tan bien para mí.

Los gemidos de Matthew son entrecortados, su respiración se agita cuando Jiwoong le quita la mano de su polla. Matthew gime fuerte, quiere correrse. Matthew intenta frotar sus caderas contra el sillón, desesperado por liberarse.

Jiwoong desliza su otra mano por debajo de ellos, siente el abdomen trabajado de Matthew. Agarra la polla de Matthew y aprieta la base.

—Puedes aguantarte. No te corras todavía —ordena, pero el gemido tenso de Matthew amenaza con lo contrario.

Matthew se retuerce debajo de él, intenta liberar algo de espacio debajo de sus caderas y del puño de Jiwoong. Su mano vuela hacia el brazo de Jiwoong que sostiene su polla y lo golpea. No se resiste, solo golpea.

Jiwoong sonríe. Es un poco cruel, quiere decirle que prolongará su orgasmo si no se comporta, pero los golpes se hacen más rápidos y cede.

Cuando libera la mano que rodea su polla, Matthew inhala tan bruscamente que todo su cuerpo se tensa y Jiwoong puede sentir como Matthew aprieta sus dedos con fuerza. Matthew se desploma y se sacude, sus caderas se sacuden y Jiwoong puede sentir la polla de Matthew bombeando hasta liberarse.

Hn —Jiwoong sigue embistiéndolo mientras Matthew sigue respirando con dificultad.

No presiona demasiado. Solo un par de empujones más hasta que finalmente los saca.

Al sacarlos, el agujero de Matthew se contrae y, por un segundo, Jiwoong se imagina que si hubiera sido su polla, ahora estaría viendo salir su semen de ahí, se sumergiría en él con la lengua y se lo comería.

Matthew respira con dificultad, intentando regular su aliento después de todo lo que acababa de suceder. Su cuerpo aún vibrando por el intenso subidón, pero ahora solo quiere calmarse, dejar que su mente y su cuerpo se alinearan nuevamente. Sentía el peso del cansancio en cada músculo, su cuerpo casi temblando por el esfuerzo.

Jiwoong, con una suavidad que contrastaba con la intensidad de antes, lo levantó cuidadosamente. Sus manos, que momentos atrás habían sido firmes y demandantes, ahora eran delicadas, atentas. Matthew sintió cómo lo movía con cuidado, evitando cualquier presión en su pie lesionado, y lo acomodaba en el sillón individual. Cada gesto de Jiwoong estaba impregnado de ternura.

Jiwoong se inclinó y le dio un beso suave en la mejilla. Luego otro en los ojos cerrados por el agotamiento, y finalmente, uno en los labios, lento y dulce.

—Lo hiciste bien —le susurró Jiwoong con voz calmada.

Matthew se quedó sin fuerzas para sentir vergüenza, solo se dejó llevar por el momento, ni siquiera se preocupó por el sillón sucio.

Jiwoong nunca se molestaba por esas cosas. Siempre era paciente, siempre atento. Nunca lo juzgaba, solo lo cuidaba, como en ese momento, cuando tomó unos pañuelos y comenzó a limpiar el sudor de la piel de Matthew, con una lentitud que parecía deliberada, como si quisiera disfrutar de cada segundo en que podía estar cerca de él.

Matthew sonrió débilmente al ver a Jiwoong inclinado sobre él, limpiándolo con tanto cuidado, casi con devoción. Jiwoong con esa dulzura, con esa ternura, lo hacía tan irresistible. Mientras los ojos de Matthew seguían sus movimientos, pensó en lo afortunado que era de tener a alguien como Jiwoong a su lado.

—Eres tan lindo... —murmuró Matthew, dejando que la sonrisa en sus labios se ampliara un poco más. Jiwoong levantó la mirada, su propia sonrisa suave, y le acarició el rostro.

—Eso debería decirlo yo —respondió Jiwoong antes de besar nuevamente sus labios.

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Luego de que Jiwoong terminara de limpiar y se asegurara de tener bien arropado a Matthew en su cama, esperó a que fuera la hora que Gunwook le había dicho. Condujo hasta la dirección que Gunwook le había enviado, su mirada atenta mientras el GPS lo guiaba a través de las calles iluminadas por las farolas. Cuando llegó, pudo ver que la zona estaba llena de autos estacionados a lo largo de la acera, la música era ensordecedora desde el interior de una gran casa. Afuera, grupos de universitarios se reunían en pequeños círculos, algunos riendo y otros hablando en voz alta, aprovechando la calidez de la noche. Jiwoong suspiró, recordando sus días universitarios, sintiendo una pizca de nostalgia mientras aparcaba su auto.

Mientras se acercaba a la entrada del jardín principal, notó una gran multitud amontonada cerca de la entrada de la casa. Las voces eran más fuertes allí, pero no por la música, sino por el bullicio de las personas observando algo en el centro de la atención. El ambiente tenía una tensión extraña que hizo que Jiwoong frunciera el ceño.

A medida que se acercaba, escuchó exclamaciones mezcladas con murmullos y risas. La multitud bloqueaba el camino, pero él se abrió paso lentamente entre ellos, su altura y presencia ayudando a despejar su camino. Lo que vio lo hizo detenerse.

En el centro de la multitud, estaba de pie un chico ebrio, agitado y gritando furioso. Frente a él, una chica miraba hacia abajo, sus hombros encogidos, evidentemente intimidada. Sus ojos brillaban de miedo, y la humillación en su rostro era inconfundible. El chico seguía gritándole, acusándola con insultos, llamándola "fácil" mientras el público observaba sin hacer nada. Algunos miraban con desdén, otros grababan la escena en sus teléfonos, y algunos más simplemente se reían, incapaces de creer lo que veían.

Jiwoong sentía el estómago revuelto mientras observaba al chico ebrio despotricar. Siempre había ese tipo de individuos desagradables, los que no deberían tocar ni una gota de alcohol ni estar cerca de ninguna mujer. El chico se tambaleaba y gritaba, cada vez más fuera de control, mientras la multitud a su alrededor se mantenía en una mezcla de miedo y morbo.

Entonces, justo cuando Jiwoong pensó que las cosas no podían empeorar, el chico levantó el brazo a punto de golpear a la chica. Exclamaciones de sorpresa y horror surgieron de los espectadores, pero antes de que el golpe pudiera aterrizar, una figura apareció y lo detuvo.

Jiwoong abrió los ojos, su corazón acelerándose al reconocer a Gunwook. Gunwook sostenía con fuerza la muñeca del chico, sus ojos llenos de furia contenida. Su mandíbula estaba apretada, y su usual semblante tranquilo había desaparecido por completo. Gunwook, que siempre era la calma en medio de la tormenta, estaba enfurecido.

El chico sorprendido por la repentina intervención, intentó liberarse de la mano de Gunwook, pero no pudo.

—¡¿Qué demonios?! —gritó, su rostro rojo de ira y alcohol. —¡Déjame en paz!

—¿Qué crees que estás haciendo? —La voz de Gunwook era baja pero poderosa, llena de autoridad. No alzó la voz, pero el tono que usó hizo que incluso Jiwoong se estremeciera un poco. A pesar de la furia evidente en sus ojos, Gunwook no actuaba con violencia, sólo firmeza.

El chico molesto por haber sido detenido frente a todos, intentó empujar a Gunwook, pero Gunwook apenas se movió, su postura imperturbable. El chico explotó, gritando incoherencias, e intentó empujar de nuevo, pero Gunwook no cedió ni un centímetro.

—¿Te atreviste a levantarle la mano a Haneul? —La voz de Gunwook se elevó ligeramente, con un tono que no dejaba lugar a dudas. —¡No te atrevas a tocarla!

El chico seguía gritando. —¡Está loca! ¡Ella es la que me provocó!

Gunwook lo miró con disgusto, sin soltar su agarre. —No voy a tolerar esto. Estás fuera del equipo.

Las palabras cayeron como una bomba en medio del grupo de universitarios. La multitud se quedó en completo silencio, sorprendidos por la declaración de Gunwook. El chico parpadeó, su enojo siendo reemplazado por incredulidad.

—¿Qué dijiste?

—Lo que oíste —dijo Gunwook, su voz fuerte y clara. —Eres una vergüenza para el equipo, y no voy a permitir que alguien como tú siga representándonos. Estás fuera.

No había lugar para discusiones. Gunwook no necesitaba alzar la voz para dejar en claro que no habría segundas oportunidades.

El chico balbuceó algo antes de tropezar hacia atrás, liberado por Gunwook. Miró a su alrededor, buscando apoyo en los rostros de quienes antes habían reído y alentado su comportamiento, pero ahora nadie decía una palabra. Los teléfonos que lo grababan ya no tenían su interés, la atención estaba en Gunwook.

Con una última mirada furiosa, el chico se alejó, tambaleándose, mientras algunos de los espectadores empezaban a dispersarse.

Gunwook se quedó allí por un momento, respirando profundamente antes de girarse hacia la chica. Se acercó a ella, con una voz mucho más suave esta vez. —¿Estás bien?

Ella asintió débilmente, los ojos llenos de lágrimas no derramadas, mientras murmuraba un "gracias."

Jiwoong observó todo desde la distancia, sintiendo una oleada de respeto por Gunwook. Lo había visto tomar el control de situaciones antes, pero nunca con tanta fuerza y autoridad. Gunwook no solo había protegido a la chica, sino que había demostrado un liderazgo impresionante, manejando la situación sin necesidad de violencia. Jiwoong se dio cuenta de que Gunwook era mucho más maduro y responsable de lo que a veces parecía.

Jiwoong observó como Gunwook con una calma impresionante, llevó a la chica asustada fuera del grupo de personas. Su mano descansaba suavemente en la espalda de ella, guiándola con cuidado y protección. La multitud que antes había estado absorta en el espectáculo ahora se desvanecía lentamente, dejando a Jiwoong solo en su lugar, con los ecos de la música de fondo y las luces parpadeantes de la fiesta.

No podía apartar la mirada de Gunwook. Había algo innegablemente admirable en la forma en que manejaba la situación, como un héroe salido de alguna novela, pero sin la teatralidad ni el ego que muchas veces acompañaban a ese rol. Gunwook era auténtico, genuino. Un caballero moderno, siempre dispuesto a proteger a quien lo necesitara. Era el tipo de persona que cualquiera querría tener a su lado en momentos de crisis, alguien en quien todos podían apoyarse.

Jiwoong se quedó quieto, perdido en sus pensamientos mientras Gunwook desaparecía entre la gente, llevándose a la chica a un lugar más seguro. Gunwook es genial, pensó Jiwoong. Más que genial, era el tipo de persona que, sin importar la situación, siempre tomaba las riendas y se aseguraba de que todo saliera bien, sin esperar nada a cambio.

Y no era solo con extraños, lo hacía con quienes estaban cerca de él también. Protegía a Matthew, siempre cuidándolo, atento a sus necesidades. Lo había hecho con Jiwoong también, en pequeños momentos, como aquella vez en que se le cayó un vaso y Gunwook había entrado para encargarse de todo antes de que Jiwoong siquiera pudiera reaccionar.

Era nuevo para Jiwoong. Se dio cuenta de que, hasta ahora, no había visto a Gunwook de esa manera: maduro, confiable, alguien en quien todos parecían apoyarse de una forma u otra. Era fácil creer que Gunwook simplemente era alguien amable y un poco maduro para su edad, pero era mucho más que eso.

Decidió no seguir a Gunwook. Este momento no le pertenecía. Con un último vistazo al lugar donde Gunwook había desaparecido, Jiwoong regresó lentamente a su auto estacionado a unos metros de la entrada de la gran casa donde se celebraba la fiesta.

Observaba cómo la música seguía retumbando en el aire, aunque ya estaba más tranquilo después del incidente. Le había enviado un mensaje a Gunwook, diciéndole que estaba afuera esperándolo.

Después de unos minutos, la puerta del copiloto se abrió y Gunwook se deslizó dentro del auto, con su sonrisa habitual en los labios.

—¿Esperaste mucho hyung? —preguntó, con ese tono cálido y amable que siempre tenía.

Jiwoong lo miró y soltó una risa suave, levantando una ceja. —Solo desde que salvaste a la chica románticamente frente a todo el mundo —respondió con una chispa divertida en los ojos.

Gunwook de inmediato se cubrió la cara con una mano y dejó escapar un sonido avergonzado, como si el recuerdo le quemara. —¿Viste eso? —dijo tratando de ocultar lo apenado que estaba.

Jiwoong no pudo evitar reírse un poco más, encontrando la actitud de Gunwook adorable.

—Vi todo, Gunwook. Fuiste todo un caballero. No sé si te das cuenta, pero acabas de sumar puntos importantes en el libro de Matthew también —dijo, aprovechando el momento para coquetear suavemente, deslizando una mirada juguetona hacia Gunwook.

Gunwook no pareció captar su insinuación. En cambio bajó la mano lentamente, su cara aún un poco sonrojada.

—¿Matthew hyung? Oh, no... No le cuentes —pidió con un tono que mezclaba risa y desesperación. Sabía que Matthew probablemente lo molestaría por semanas si se enteraba.

Jiwoong sonrió ampliamente. —No puedo esperar para contarle todo —dijo en tono burlón, mientras arrancaba el coche. —Va a querer todos los detalles.

Gunwook soltó una risa nerviosa, sacudiendo la cabeza. —Eres terrible hyung —murmuró, aunque había un brillo en sus ojos que mostraba que, a pesar de su aparente vergüenza, estaba disfrutando de la atención de Jiwoong.

Mientras se alejaban de la fiesta, Jiwoong le lanzó una última mirada de complicidad a Gunwook.

—No te preocupes, Matthew va a estar encantado de que su novio también sea un héroe romántico.

Gunwook se limitó a sonreír, dejando que la calidez del momento entre ellos se asentara en el aire, mientras el auto avanzaba hacia su destino.

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Jiwoong llegó a la universidad de Gunwook por segunda vez esa semana, con la bolsa del almuerzo olvidado en el asiento del copiloto. Soltó una risa suave al pensar en cómo, a pesar de su madurez e independencia, Gunwook seguía siendo un poco distraído a veces. Era algo que lo hacía parecer más humano, menos perfecto.

Mientras caminaba hacia la cafetería, la escena que lo recibió parecía sacada de un drama. Una chica, parada frente a Gunwook, estaba alzando la voz lo suficiente para que todo el lugar guardara silencio.

—¡Gunwook-sunbae, estoy enamorada de ti! —gritó con una mezcla de nervios y valentía que buscaba capturar la atención de todos los presentes.

Jiwoong se detuvo en seco, la bolsa del almuerzo balanceándose suavemente en su mano mientras sus ojos se dirigían a Gunwook.

Todos en la cafetería se quedaron inmóviles, expectantes. Jiwoong, en lugar de apresurarse hacia él, decidió observar desde la distancia. Tenía curiosidad. Gunwook no era del tipo que se dejaba arrastrar por las situaciones, y Jiwoong quería ver cómo manejaba esto.

Gunwook alzó la mirada lentamente hacia la chica. Había un leve fruncimiento en su ceño, no de molestia, sino más bien de confusión. Jiwoong pudo ver que estaba procesando sus palabras antes de responder, con la calma que lo caracterizaba. Tras un momento se levantó, su postura alta y firme, y habló con un tono que, aunque suave, resonó en el silencio de la cafetería.

—Acompañame —dijo, sus palabras suaves.

La chica parecía confundida, pero Gunwook no le dió tiempo para responder porque la guió fuera de la cafetería, fuera de los ojos y fuera de una posible humillación pública. Jiwoong lo miró, así que Gunwook, considerado como siempre, decidió tener un poco de respeto por su privacidad a pesar de que ella no lo hizo.

Caminando detrás de ellos, Jiwoong llegó hasta un pasillo silencioso y vacío. Se mantuvo a una distancia prudente, lo suficientemente lejos como para no ser visto, pero lo suficientemente cerca como para escuchar la conversación. Gunwook se detuvo con la chica, su expresión tranquila y su postura relajada.

—¿Qué pasa, Gunwook-sunbae? —preguntó la chica, su voz afectada. Había dolor en sus ojos, y aunque había sido valiente al confesarle sus sentimientos en público, ahora parecía mucho más vulnerable en este pasillo desierto.

Gunwook la miró con una paciencia que impresionó aún más a Jiwoong. —Mira, realmente me honra que te sientas así por mí —dijo Gunwook con esa serenidad que parecía inquebrantable. —Pero no puedo corresponder a esos sentimientos. No sería justo para ti.

La chica, sin querer rendirse aún, insistió.

—Pero, Gunwook-sunbae... estoy enamorada de ti desde hace mucho tiempo. Sé que podría hacerte feliz. Hay tanto que puedo ofrecerte.

Hubo una pequeña pausa, y Jiwoong, desde las sombras, pudo notar cómo Gunwook mantenía su expresión firme. No había rastro de arrogancia ni desdén en su tono, solo honestidad.

—No necesitas ofrecerme nada —dijo Gunwook con cuidado—. Porque no estoy buscando nada. Ya tengo a alguien que amo, alguien con quien soy feliz.

La chica lo miró confundida, casi incrédula. —¿Alguien más? —susurró, y Jiwoong notó cómo su esperanza se desmoronaba lentamente. —¿Tienes una novia?

Gunwook negó suavemente con la cabeza. —No es una novia. Tengo un novio.

Esas palabras cayeron con el peso de una verdad innegable, y la chica quedó en silencio, procesando la información. Jiwoong sintió una mezcla de sorpresa y admiración. Sabía que Gunwook era honesto, pero en ese momento, se dio cuenta de cuán transparente y directo era. No había vacilación en su voz, ni miedo a exponer su relación, ni intenciones de ocultar quien era.

—Lo siento mucho si esto te lastima —continuó Gunwook, manteniendo su tono respetuoso. —No quería herirte, pero creo que es importante ser claro desde el principio. No necesito a nadie más, y no puedo corresponder a tus sentimientos.

La chica asintió lentamente, dolida pero también reconociendo que no había nada más que pudiera hacer. —Está bien —dijo en voz baja, apartando la mirada. —Gracias por ser honesto, Gunwook-sunbae.

Gunwook asintió, dándole una sonrisa amable antes de despedirse de ella con la misma tranquilidad con la que había manejado toda la situación. La chica se marchó lentamente por el pasillo, y Gunwook se quedó unos segundos más, mirando en su dirección antes de girarse para regresar a la cafetería.

Jiwoong miró el almuerzo en sus manos. ¿Qué era este sentimiento? Jiwoong quiso alcanzar a Gunwook, pero no pudo. Se dió medio vuelta y regresó por dónde había llegado.

Cuando Jiwoong entró al departamento, el ambiente cálido y familiar lo recibió, pero su mente seguía ocupada, confusa. Cerró la puerta con un suave clic, quitándose los zapatos mientras el sonido de la televisión en segundo plano llenaba el espacio. Matthew estaba en el sillón, concentrado en su celular, pero al sentir la presencia de Jiwoong, levantó la mirada y sonrió.

—Hey —dijo Matthew suavemente, pero su sonrisa se desvaneció un poco cuando vio la expresión en el rostro de Jiwoong. Algo estaba mal.

Jiwoong se desplomó en el sillón al lado de Matthew, apoyando su cabeza contra el respaldo mientras soltaba un largo suspiro. Matthew con ese sexto sentido que siempre parecía tener, o quizás simplemente porque conocía demasiado bien a Jiwoong, supo que algo lo estaba molestando.

Sin decir una palabra, Matthew deslizó su brazo alrededor de los hombros de Jiwoong, acercándolo con cuidado, asegurándose de no lastimar su propio pie. Jiwoong sintió el calor del cuerpo de Matthew, su aroma a lavanda y su shampoo familiar llenando el aire, le daba una sensación de hogar. Inhaló profundamente, como si solo estar cerca de Matthew pudiera calmar su mente inquieta.

Matthew lo acarició suavemente, pero no preguntó nada. No lo apresuró. Esa era una de las cosas que Jiwoong más amaba de Matthew, su capacidad para esperar pacientemente, para darle espacio, sin presión. Lo abrazó, ofreciéndole consuelo sin necesidad de palabras.

Y Jiwoong necesitaba exactamente eso. Un momento para pensar en lo que sentía y por qué lo sentía. En reflexionar sobre él, sobre Gunwook.

Gunwook parecía ser una fuerza de la naturaleza, una figura casi inalcanzable. Era autónomo, fuerte y seguro, alguien que no necesitaba la ayuda de nadie, incluido Jiwoong. Esa independencia, aunque admirable, a menudo dejaba a Jiwoong sintiéndose insignificante. Deseaba que Gunwook lo necesitara, que viera en él un refugio o un apoyo. Pero más que eso, lo que realmente deseaba era que Gunwook lo quisiera.

Sin embargo, no podía evitar pensar que eso estaba fuera de sus planes. Si algo había aprendido mientras observaba a Gunwook en estos días era que éste, era un hombre de convicciones firmes, alguien que se guiaba por sus ideales. Cada vez que lo observaba, se daba cuenta de que Gunwook no actuaría de manera diferente a lo que ya tenía planeado. Esa certeza lo llenaba de incertidumbre. ¿Y si Jiwoong no encajaba en su visión del futuro? ¿Y si Gunwook nunca llegaba a quererlo de la manera en que él lo anhelaba?

Con un suspiro, Jiwoong recordó las diferentes caras que vió de Gunwook en la universidad. La universidad donde Gunwook se movía con gracia y confianza, parecía un mundo aparte. Era como un sol brillante, y Jiwoong, un simple planeta orbitando alrededor, siempre observando, pero incapaz de acercarse lo suficiente.

Sabía que no podía interponerse en su camino. Sin embargo, su corazón se negaba a rendirse. La atracción que sentía hacia él era innegable, y aunque sabía que no podía forzar algo que no existía, la esperanza se aferraba a su pecho como un faro en la oscuridad.

Gunwook era un hombre de principios, y él, un soñador. Quizás, solo quizás, había un espacio en medio donde ambos pudieran encontrarse. Pero esa era sólo una pregunta que no tenía respuesta.

Finalmente, después de unos minutos, Jiwoong habló.

—Voy a dejar de perseguir a Gunwook.

Matthew abrió los ojos, sorprendido. Esa no era una frase cualquiera. Y lo sabía. Jiwoong no estaba siendo dramático ni exagerado. Lo decía en serio, con esa seguridad que a veces asustaba a Matthew porque cuando Jiwoong tomaba una decisión, la seguía hasta el final.

—¿Qué... qué quieres decir con eso? —preguntó Matthew, aún manteniéndolo cerca, pero con una preocupación creciente.

Jiwoong se sentó un poco más derecho, apartándose solo lo suficiente para mirar a Matthew a los ojos.

—Lo estuve observando durante estos días... vi cómo maneja las cosas. Es... maduro, independiente. No necesita que yo lo proteja, que yo lo quiera. —Se pasó una mano por el cabello, tratando de ordenar sus pensamientos. —Me di cuenta de que... no importa lo que haga, él es el tipo de persona que siempre avanzará por su cuenta.

Matthew lo escuchaba en silencio, sus ojos estudiando cada palabra, cada gesto. Sabía que lo que Jiwoong sentía por Gunwook era complicado. Habían comenzado siendo tres, con Matthew en el centro, pero de alguna forma, Jiwoong había desarrollado algo más hacia Gunwook. Y ahora, escuchar esto...

—¿Estás seguro? —preguntó Matthew finalmente, su voz más suave de lo que esperaba. No quería sonar incrédulo, pero le resultaba difícil imaginar que Jiwoong, después de todo este tiempo, decidiera dar un paso atrás.

Jiwoong asintió lentamente. —Sí. Es hora de que deje de intentar esto. Gunwook tiene a alguien... te tiene a ti, y se tiene a sí mismo. No necesita que yo esté detrás de él, no necesita mis sentimientos.

Matthew lo miró, sus ojos llenos de una tristeza resignada. No esperaba que Jiwoong llegara a esta conclusión tan de repente, pero al mismo tiempo, sabía que esto no era una decisión tomada a la ligera. Jiwoong había estado observando, pensando. Era parte de su naturaleza analizar cada detalle antes de hacer un movimiento.

Matthew suspiró suavemente y sin decir nada más, lo abrazó nuevamente. Esta vez, más fuerte. Porque aunque entendía de dónde venía el pensamiento de Jiwoong, también sabía que esto no era fácil para él.

—Te amo —murmuró Matthew contra su cabello, cerrando los ojos mientras lo mantenía cerca.

Jiwoong dejó que las palabras se hundieran, abrazándolo de vuelta, sintiendo el latido constante de Matthew contra él, esa estabilidad que siempre encontraba cuando más la necesitaba. Sabía que Matthew entendía, que no lo juzgaría por lo que había decidido. Y en ese momento, sintió que había hecho lo correcto.

—Yo también te amo —susurró Jiwoong finalmente, sintiéndose un poco más ligero, como si un peso invisible se hubiera levantado de sus hombros.

Diario Personal

Titulo: Gunwook es responsable, maduro, admirable, independiente y no me necesita.

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El capítulo más largo hasta ahora :D
13,500 palabras

Los capítulos centrados en Matthew empiezan con 'Paso 1'

Los capítulos centrados en Jiwoong empiezan con 'Diario Personal' .

Próximamente veremos el de Gunwook

¿Que opinan de lo que sucedió en este capítulo?

El siguiente capítulo está centrado en Gunwook pero es bastante largo, ¿Quieren que lo divida en 2 partes o en una sola? 

Nos vemos<3

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