Un día de 2024
(intentando arrancarme los miedos del pecho)

Un lugar oscuro
y solitario
con pequeños resquicios
de una luz opacada
y silenciada.

Mi cuerpo se halla
en una inmensa cueva,
alaridos de osos
me rodean
y bichos
se cuelan
por los orificios
de mi cuerpo petrificado
y decadente.

—¿Hola?
¿Dónde estoy?

El eco resuena
empujándome
y arañándome los brazos,
me hace caer por un hoyo
donde miles de tentáculos
me pringan
y chupan 
mi piel magullada.

—¡Ayuda!
¡Me están secuestrando!
¡Ayuda!
¡Me estoy asustando!
¡Ayuda!
¡Me duelen!
¡Ahí no! ¿No ves que hay suturas!
¡Ayuda!
¡Me van a descoser!

El monstruo se dejó ver
y con una sonrisa inquietante,
que puso mis vellos de punta,
giró su cabeza
retorciendo su cuello,
moviéndose al ritmo
del crack crack crack,
sentí cómo se me llenaba
la boca de saliva ácida
y la barriga de arcadas
golpeándome,
taponándome la garganta.

Su lengua
se posa por mi columna,
mojándola
y despedazando
mi caja torácica.

Se siente como lija,
¿estará saboreando vestigios
de mi alma
con su afilada
navaja
embalsamada
con ponzoña?

Me raspa la oreja
y su aliento
arruga mi nariz,
calcinándola
como si me hicieran esnifar
lejía.

—¿Me das la mano?
Ignora los tentáculos
y las ventosas
son parte del decorado,
sé que te pueden dar asco
pero relájate
solo quiero forjar contigo
un fuerte lazo,
porque me has llamado la atención
y deseo custodiar tu corazón.

Temblando
lágrimas surcan
mis pómulos
y aterrizan
en mis labios
despellejados.

Respiro
desacompasada,
entrecortada
e intentando movilizarme,
me abrazo por la cintura
ahora pegajosa.

El aire
no me llega a los pulmones
y sacudiéndome...
le tiendo la mano
desangrándome
por todos lados.

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— Janny.