Amo la forma en la que los pájaros cantan en la mañana,
en la que el viento pasa por tu cabello,
y aunque te vayas lejos de mí,
te vería pasar por los caminos tocados por hojas del otoño.

Aquella reja pintada de negro
que con perforaciones de espinas destruyó la obra que construimos,
la fortaleza de nuestra casa.
La estructura de la casa no era rústica, ni de un color oscuro, más bien,
tenía una ligereza que la caracterizaba entre las demás del vecindario lejano, y era de color crema,
sin duda teníamos vida en los rincones de la misma.

Sin duda, a cualquier parte donde fuera,
el sol me dio en la cara, y me iluminó de color mis ojos,
más no me perforaron el corazón,
mi corazón, que ya había estado en el condicionamiento de ser herido y maltratado... pero, eso fue hace mucho tiempo,
no tenía deseos de ir a ese hoyo negro, a irme al vacío y romper nuestra estrecha relación,
que a pesar de estar separados por un tiempo estipulado, lo supimos afrontar de la mejor manera, sabía que faltaba poco para que te posaras en el umbral a decir un simple:
«Hola», eso llegó en mi mente con tu voz.

Toc toc, se escuchó.
Bajé las escaleras con la emoción en mis venas, sin embargo algo captó mi atención,
tú no tocabas con brusquedad la puerta, y cada vez que llegabas lo anunciabas, entonces,me pregunté: ¿Eres tú o me lo inventé?
entonces me pregunté:

«¿Amor mío? dime qué eres tú,
S

i eres tú, entra
y sino lo eres, vete nada más.
¿Amor mío? ojalá no me esté equivocando,
por favor,
si eres tú, entra
y sino lo eres, ya vete nada más»

Con amor,

—Cynthia.