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Encerrado como un animal se liberó del mal (2ª Parte) †

Sentía el dolor en sus brazos, no podía calcular cuánto tiempo llevaba andando por esos tubos, sentía el sudor pegarse a la ropa sucia que llevaba, su respiración traspiraba polvo, pero eso era lo de menor importancia. Sentía la adrenalina circular por sus venas, esas ganas imperceptibles resguardadas en su interior, deseando aflorar al exterior. Recordó a su familia, las risas, cada una de las malas acciones que en su día había cometido. Y se prometió y a Dios si era posible, s es que algún recóndito de los cielos azules que se alzaban con magnitud, si conseguía salir viva de todo ello, estaba dispuesta a cambiar a ser capaz de dar provecho a su vida. Solo pedía clemencia y misericordia.

Las lágrimas afloraban a sus ojos, pero de repente vio unas rendijas con agujeros y sin poder calcular sus posibilidades, esta se tambaleo y se cayó impactando contra el cristal de la mesa de cocina y rebotando en el sofá que estaba ala lado, sintió una descarga de dolor recorrer sus piernas y el crujir de sus huesos cuando comenzó a moverse con cautela. La sangre parecía haberse detenido con ese golpe que podría haberla derivado a la muerte si hubiera estado a más altura.

Ya las suposiciones eran una mierda.

Pensar ya no servía de nada. Debía actuar, no importaba lo que le costara, estar encerrada contra su voluntad y ser tratada como a él se le diera la gana ya había sido demasiado castigo.

Cuando consiguió levantarse cojeante, miro la cocina y comenzó a apagar las alarmas y las cámaras de seguridad. Debía ser precavida, cada segundo, minuto u hora que pasaba era el reloj que le podía procurar la vida o la muerte.

Cuando hubo acabo, intento abrir las puertas que daban al jardín trasero, pero estaban cerradas con llave, así que no tuvo más remedio que agarrar un extintor y golpear el cristal, si ella no hubiera tenido la decencia de apagar las alarmas, estas habría sonado y avisado a ese monstruo que volvería en cualquier segundo.

En el exterior ya era de noche, pero cualquier lugar era mejor que esa casa infernal. Inquietante, nerviosa y extraña, ella siguió la travesía para adentrarse en la acera y alejarse lo más lejos posible que le permitía su pierna malherida. Cada arrastre que daba, le provocaba un dolor incesante, era un zumbido incesante el que sentía en su interior, pero no se iba a detener. Debía llegar a la comisaria, pero rápido. Podría haber ido en coche, pero todo eso lo tenía el.

A esas horas ninguna alama o vehículo se encontraba a la vista, y no deseaba involucrar a ningún vecino porque además de no conocerla y estar muy lejos, la tomarían por loca y sumando a la vergüenza que sentía y se había acostumbrado a vivir, contar su situación la desmoronaría.

Ella buscaba con todas sus ganas con la oscuridad de la noche que alguien le ayudara, o que se prestara a llevarla a la comisaria, pero desear no te procura encontrar.

Su corazón se volcó cuando comenzó a escuchar un coche aproximarse, y cuando su cuello se giró para mirar de quien se trataba se asustó, debió a que allí estaba, con otra mujer, con el rostro serio y marcado por las venas del enfado y en sus ojos estaba la viva imagen de la historia que desencadenaría su final sino se Dana cuenta, ¿no se iba todo el fin de semana? Pero eso era lo de menos.

No deseaba volver a estar encerrada. Y contar con sus dedos cuantos moratones tenía en su cuerpo, tampoco quería volver a ver su cuerpo convulsionar por la sangre derramada, ni escuchar cada insulto matándola más que sus patadas o que la sumergiera en el inodoro del váter para darle una lección cuando se le iban de las manos la ira. Prefería ser una vagabunda o pedir dinero como una mendiga en vez de aguantarlo a él.

Ando e intento correr más sin importar los tirones incesantes que le daban, pero le alcanzo.

Abrió la puerta y el agarro con fuerza de brazo.

— ¿Qué haces aquí?—la mujer despampanante que estaba al lado suyo en el asiento del coche, frunció las cejas y miro a los dos incrédula. Ella le observo a su acompañante salir del coche de seguidilla sin importar la fuerza que ejercía en su brazo. La ropa que llevaba esa mujer era cara y mientras ella estaba maloliente y sucia la otra relucía y estaba limpia.

Se gasta el dinero en otras, pensó con una tristeza ya reveladora pero asqueada.

—Soy tu pareja y he venido a dar un paseo—respondió ella a la pregunta con una sonrisa que desemboco en una bofetada de respuesta.

La otra mujer se quedó mirando petrificada por lo que esa joven-adulta había dicho y lo violento que su novio se había puesto. Nunca lo había visto actuar así, siempre había sido amable y atento con ella. Y como no era tonta, se percató de que había estado viviendo una mentira con un maltratador.

Intento llamar pero fue un error. Porque este vio sus intenciones y la golpeo, provocando que esta se cayera al suelo y su teléfono se rompiera en pedazos.

Luego se encargó de agarrar del cabello a la mujer que había hecho trizas, sin compasión, a esa mujer que una vez dijo que amaba y haría lo que fuera por ella, una mujer que tuvo que lavarse las lágrimas con los trozos restantes de su corazón y le suplico que la dejara vivir pero la mato las veces que hizo falta. La arrastro por el suelo mientras esta gritaba y pataleaba.

Un rincón de su corazón grito y decidió que todo debía acabar allí, no iba a caer más, no se iba a intentar recomponer para caer más bajo. Le mordió la pierna, cuando este cayó al suelo le dio una patada en la cabeza y otra en el aparato reproductor masculino.

— ¡¿Por qué?! ¡¿Cuánto necesitas romperme para quedarte satisfecho?! ¡No ha sido bastante!—con lágrimas y viendo como la sangre resbalaba por su rostro siguió gritando en su rostro— ¡No ha sido bastante! ¡ME HAS ARREBATADO CADA UNA DE MIS ESPERANZAS, LAS HAS TIRADO POR UN POZO SIN FONDO! ¡¿No te he amado lo suficiente?! ¡¿Cuántas veces debes matarme para quedarte satisfecho?! ¡CUANTAS! —la otra mujer que despertó del golpe la aparto y le expreso que había llamado a la policía.

Pero la mujer maltratada no escuchaba mientras lo soltaba y andaba en trance por la acera y escuchaba como las sirenas de la policía sonaba.

Con su cabello rubio rizado y sus ojos verdes miraba hacia adelante, trastocada, mientras seguía caminando.

Ella se había salvado a sí misma.

Sus familiares la acogieron y mostraron su preocupación por no saber nada de ella.

Su historia fue convertida en un libro que escribió con cada una de las lágrimas que derramo y convertida en un éxito mundial.

Pero el único éxito que valía, era la valentía que recaudo de su interior y la ayuda de esa mariposa que aleteo y provoco un tsunami que pudo escucharse en la otra parte del mundo.

Un maltrato, sea cual sea, derive de donde sea, no debe ser tolerado. Puede que las personas no seamos perfectas, puede que nuestro modo de ver el mundo sea diferente. Pero una lágrima deslizándose de un corazón maltratado es capaz de destruir a la marea que la empuja a contra corriente.

El infierno no está en la muerte, está en los golpes invisibles que te da la vida. Decir adiós, puede llegar a ser una salvación de la que tu mente te agradezca el resto de tus días. Si uno es capaz de amar pero el sentimiento no es reciproco y es toxico, déjalo, deja que esa toxicidad se incinere con cada una de las lágrimas que derramaste. Porque uno no se muere de amor, uno se muere cuando deja que su enemigo que pensaba que era su amado te destruya y pudra hasta la saciedad.

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