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Sonrisas De Doble Filo

Las clases finalizaron y Erick fue a saltos alegres a la salida, no podía ocultar su felicidad de saber que Christopher tenía las mismas ansías que él de pasar un tiempo juntos.

Llegó a la entrada y se paró a un costado dejando lugar a los alumnos.

—¡Adiós, Erickín. Deséame suerte! —fue envuelto en los brazos nerviosos de su amigo.

—¡Todo estará bien! Me avisas qué pasa.

—Tú igual. ¡Pásala lindo con el castaño! —bromeó y golpeó su hombro para salír corriendo.

Erick arqueó una ceja, ¿Cómo se había enterado?

Recién saliendo un más que posesivo Damián había escuchado aquel comentario, y aunque también podría ser un amigo sus pensamientos celosos lo hicieron voltear al ojiverde, quien no se había percatado de su presencia y simplemente estaba de pie tarareando canciones moviéndose de un lado a otro.

Estuvo a punto de acercarse cuando un amigo lo tomó por los hombros recordándole que irían a un bar y debían llegar temprano.

Erick, completamente ajeno a su alrededor pensaba en su compañero de piso.

Habían pasado diez minutos y podía sentir el vacío de la universidad susurrarle en la nuca. No quería pensar mal ni hacerse la cabeza, mas, le parecía tan extraño que aún no haya pasado por su lado.

¿Y si pasó y se fue?

Sacudió su cabeza.

Quince minutos exactos y Erick tomó su teléfono para confirmar el horario que sentía había pasado. Hizo una mueca y se inclinó debajo del techo que lo cubría, percatándose de las nubes grises que llenaron el cielo entero.

Miró a su alrededor en busca de alguna señal, alguna alma que le asegure que el castaño aparecería en cualquier momento.

Veinte minutos, un pie de Erick no paraba de resonar contra el piso en una mezcla de enojo y tristeza. ¿Dónde está, me habrá plantado?

Un rápido pensamiento le recordó las miles de ocasiones en que Damián lo había dejado esperando y trató de cesarlo recalcando lo que Joel le dijo: "No estarás reflejando a Damián en él, ¿Verdad?".

Sin embargo, una mínima de tiempo solo viéndose en una situación que le había dejado tantos males en su boca comenzaba a asfixiarlo.

Tiró del cuello de su camisa y tomó su teléfono, ya habían pasado veinticinco minutos.

Sopló con labios temblorosos y una lágrima resbaló por su mejilla.

¿Qué está pasando?

¿Dónde estoy?

¿Qué estoy haciendo?

¿Por qué sigo esperando?

Lágrimas empezaron a caer como si nunca fueran a detenerse, aunque Erick quiso limpiarlas otras nacían de sus lagrimales. Sujetó con fuerza la mochila tras sus hombros y bajó un escalón dispuesto a correr bajo la lluvia que se hacía notar.

Unos fuertes correteos lo obligaron a voltear, tras la entrada se asomó con su corazón a mil un castaño tan esperado por el burrito de la tristeza.

Christopher separó sus párpados perplejos al ver el rostro rojo de su compañero, mordió su labio con tanta fuerza que lo hizo sangrar un poco. Odiaba lastimar a alguien que había sido amable con él.

—L- Lo siento —comenzó y fue hasta Erick buscando su mirada pero las pupilas del menor vibraban en confusión —. Perdón, Erick. Zabdiel perdió la carta y buscamos y rebuscamos por todo el salón para que el idiota la haya tenido en su bolsillo todo este tiempo.

El nombrado no pudo hablar ni accionar, tantos número se hilaban en su mente como si de un bingo se tratase.

—C- Chri... Christoph- er... —se recargó en el marco un rubio tan o más cansado que el pálido castaño, quien no podía apartar sus ojos de su compañero de piso —Hola, Erick —habló apenas recuperó el aliento, se acercó hasta su amigo y palmeó su hombro para que centrará su atención en él —. Gracias, bro. Nos vemos chicos, perdónalo, Erick. Fue culpa mía —alzó la carta arrugada en su mano —. ¡Deseenme suerte! —gritó y corrió por el gran campo cubriendo su cabeza con su mochila.

Christopher volvió a ver a Erick, quien aún permanecía con su vista en la última ubicación de su futuro cuñado.

Dudoso, Christopher tomó la mano del menor en una muestra de disculpa, algo que hizo respingar al susodicho y volteó al mayor.

—Perdón. —repitió sin saber qué más hacer.

Lentamente, una sonrisa fue mostrándose en el aún rojito rostro del moreno, esta vez, por un dulce sonrojo adolescente.

—No hay problema. —se inclinó y planteó un besito en la mejilla del mayor, enseñándole a pleno que no había rencores. "Con ese corazón tan sincero que tienes estás más que perdonado" pensó para sí.

Christopher no estuvo del todo conforme con aquel gesto aunque su corazón no parecía dictar lo mismo, más que regirlo su cabeza está vez tomó el control su palpitar y esbozó una tímida sonrisa.

—N- No sé cómo iremos a casa con esta lluvia, no tiene intenciones de frenar. —cortó Erick la situación, volviendo en sí.

—Así —bajó su mochila y se quitó su chaqueta, volvió a colocarsela en su espalda y con su abrigo cubrió ambas cabelleras —. Sujeta tú parte.

Ahora la tristeza se había ido completamente, gracias al héroe castaño que desde que se conocieron era quien lo socorría en sus desolados momentos aún sin haberlo querido.

Erick sujetó la chaqueta sobre su cabello y con el brazo entre ambos cuerpos Christopher sujetó la cintura del menor para tener una excelente huída.

—¿Listo? —vió a su costado y la divertida sonrisa frente a él lo calcomió de pies a cabeza, un rápido pensamiento le susurró; ¿Cómo Damián tuvo agallas para lastimarlo tanto?

—Sí.

—Bien, 1, 2 y... ¡3!

Corrieron por el gran campo sin separarse y envueltos en carcajadas por los charcos imposibles de evitar que mancharon sus pantalones y cómo el techo improvisado fue tan poco funcional que terminaron con un poco porcentaje de pecho, brazos, rostro y cabello mojados.

Llegaron al estacionamiento.

—¿Para qué sirvió tu plan? ¡Estoy empapado! —cuestionó y echó un mechón para atrás observando a Christopher subirse a su motocicleta.

—Al menos no mojarás más tu cabello. —le extendió el casco.

Ya sabiendo la historia, el menor en la escena de siempre; Erick aún no sabía abrochar su casco.

Sin embargo, lejos de molestarse río sincero. Algo que le fascinó a su compañero, le daba tanta emoción las risas que escucharía de su maleante compañero tras tantos encuentros "Amigables".

Tomó las tiras rozando la barbilla del menor.

—Presta atención. Tienes que tomar esta —señaló —, para unirse con la tira que tiene el enganche, solamente las juntas, presionas y ¡Click! —demostró, aunque Erick en ningún momento le prestó atención, ese cabello mojado cayendo tan despatarrado y las tiernas expresiones de Christopher para explicar, el cómo lanzaba picos al pronunciar las "O" no ayudaban —. ¿Entendiste?

—Claro. —mintió y subió detrás del mayor.

Una ceja fue alzada en el mojado rostro del pálido, miró a Erick.

—¿Seguro?

—Claro.

Un murmuro en forma de "Mmm" le demostró al ojiverde que era un pésimo mentiroso, haciéndole reír. Aunque él no sabía por qué Erick no entendió, solamente pensó que era por tonto.

Sin más, se colocó su propio casco y puso en marcha la motocicleta, disfrutando a "Duras penas" los brazos del moreno rodeando su cintura.

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