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Cabos Sueltos

Erick amaneció con sus párpados imposibles de separarse, tenía tanto sueño que hasta las puntas de sus dedos se adormilaban solas.

Con un esfuerzo sobrehumano, se puso de pie y caminó a paso de tortuga hasta su puerta, salió y una vez en la cocina estaba dispuesto a prepararse un desayuno dulce y tranquilo, para levantar su ánimo apaciguadamente.

O eso pensaba, ya que al levantar la pantalla de su celular vió su peor pasadilla marcada en el reloj.

—¡QUÉ MIERDA! —tiró a alguna parte de la mesada los utencilios en sus manos y con un trote de corredor volvió a su alcoba, se vistió y tomó su mochila.

Se detuvo en el living al ver la mochila del castaño allí.

—¡CHRISTOPHER LEVÁNTATE! —gritó y golpeó su puerta, del otro lado, un sordo zombie permanecía aún debajo de las sábanas, tan relajado como si su exposición no le estuviera susurrando en la nuca, advirtiéndole sobre el horario.

Sin importarle cuánto podría enojarse, Erick abrió y se introdujo al cuarto del mayor, moviéndolo desenfrenadamente.

—¡CHRISTOPHER ES TARDE!

—Mmmhhh... —se quejó y frunció el seño molesto, reacomodándose.

—¡POR DIOS! —alzó sus manos enojado, sin mucho más para hacer, tiró la cubrecama y consigo las telas que cubrían al castaño. Agradeció al cielo por ver que Christopher no dormía desnudo, vestía una musculosa y pantalones a cuadros.

—¡LOCO QUÉ TE PASA! —de un sobresalto se sentó y la sangre subió a su cabeza al ver a su compañero de cuarto ahí como si nada en su habitación, ¡EN SU PRECIADA HABITACIÓN!

—¡SON LAS OCHO, TÚ EXPONES HOY!

Rápidamente palideció, tembloroso se vistió a la velocidad de la luz y tomó su mochila en el living, sin decír nada más que balbucear maldiciones y rezándole a Dios por piedad...

Ambos salieron juntos y corrieron por los pasillos hasta abandonar su departamento, a una velocidad que desconocían que tenían llegaron a la universidad.

—¡Suerte, Christopher!

—¡Gracias, Erick!

El castaño entró a su clase y un enfadado compañero alzaba su ceja.

—Perdón la tardanza, me quedé dormido.

—Ya no importa, exponemos ahora.

El receso inició pasadas dos horas y el ojiverde no podía estar más nervioso, había pensado en Damián toda la clase, en que no le había hablado y en su desesperación le escribió si había podido terminar su maqueta, si quería que se vieran en el receso.

Abandonó su salón y se reencontró con su gran amigo Joel, quien permaneció perdido toda la noche... 

—¡Erick! —gritó el ruloso con emoción, llegando hasta el nombrado para apretarlo entre sus brazos.

—Sé... sé, un gusto otra vez—lo alejó para observarlo con una ceja alzada —. Ya cuéntame, desaparecido.

Enrojecido, Joel corrió la mirada y el menor le dió un empujón con su codo burlándose.

—¿Te comieron la lengua los ratones?

—N-No es eso... ¡AY, ERICK NO SABES LO DULCE QUE FUE!¡CREO QUE ES EL AMOR DE MÍ VIDA! —explotó y tomó por las manos al nombrado, dándole vueltas entre saltos.

—B-Bueno puede ser ¿Algo apresurado?

—¡Para nada! Primero, me llevó a comer a una rústica cafetería, no me dejó pagar absolutamente nada y después me llevó a caminar por el parque... —mordió su labio y pegó un grito al recordar —. Había caído la noche y me preguntó si tenía prisa por irme y le dije que obviamente no —carcajeó —, entonces fuimos a un restaurante y a la salida se ofreció a llevarme a mí departamento y resulta que vivimos en el mismo pero diferente piso, así que llegamos a mí puerta y adivina qué, Erickin... —le regaló una mirada cómplice.

—Lo besaste.

—¡Yo! Ni en mis más candentes sueños. Me miró dulcemente, puso una mano en mí cadera y acercó despacio nuestros cuerpos. Claramente yo temblaba de nervios pero él acarició mís labios, me sonrió y ¡PLUM!¡ME BESO, ERICK! Fue el beso más tierno y romántico que me han dado...

El ojiverde rió al ver a su amigo enrojecerse y entrelazar sus manos contra su pecho, perdiéndose en sus pensamientos.

—¿Y qué pasó después?

—Y nada ya después lo metí a mí cuarto y durmió conmigo. —murmuró avergonzado y agachó su mirada.

—¿¡En serio!?

—¡NO, ERICK! Obvio el subió a su piso y nada más.

—¿Y por qué no me lo hablaste anoche?

—Porque y... yo... ¡YA, ERICK, DEJA DE PREGUNTAR TANTO! —golpeó su brazo.

—Tampoco tanto —sobó el lugar herido —. Yo no voy a regañarte porque en la primera cita hayan dormido juntos.

—Bueno sí, lo invité a dormír pero solamente descansamos porque ya era tarde, pero pasado mañana iré a quedarme en su departamento.

—Eso es bueno.

—Lo es. —se sonrieron.

Joel continuó contando detalles de su cita en lo que el ojiverde lo miraba y asentía a todo, apenas pudiendo prestar atención con tantas palabras que se atropellaban en la boca de su compañero

De pronto su mirada se desvió a un castaño que iba caminado con su tan alto amigo.

Quien estaba a un costado de Erick se paralizó y sonrojó instantáneamente al ver a Zabdiel, quien le sonrió ampliamente pero Joel sólo tomó del brazo a su amigo y escapó de allí.

—¡ESE ZABDIEL VA A MATARME DE DULZURA! —gritó mientras huían y el menor alcanzó a escuchar la inconfundible risa de Christopher, algo por lo que no pudo evitar sonrerír —. ¿¡Te pones tímido por ese chico!?¿Quién es ese amigo de mí hombre?

Erick palideció al escucharlo, ¡Joel siempre malinterpretaba todo!

—Es mí compañero de piso.

—¡Ohhh, ya veo! Es guapo eh, ¿Verdad, Erickín? —se burló.

—¡No seas atrevido, Joel! Ya sabes que yo... —instantáneamente, sus ánimos decayeron al recordar, estaba tan distraído que se había olvidado de lo mucho que había llorado ayer en la tarde por esa lacra de Damián, además de que ¡No había respondido el mensaje que le envío hace unas dos horas! —... que yo estoy... ¡COMPLETAMENTE SOLTERO!¡AGGHHH! —gruñó y buscó con la mirada a Damián, a quién vió caminar como si nada por los pasillos.

—E- Er-

Erick comenzó a ír a paso rápido hasta el rubio bajo que tanto odiaba y... ¡SÓLAMENTE ODIABA!

—¡Damián!

El nombrado se giró confundido, ahora todos los amigos del bajo observaban con total sorpresa al menor ojiverde.

—E- Erick, ¿Cómo estás? —se movió acortando la distancia, alejándose de sus amigos.

—¿P- Por qué no me escribiste? Nunca llamaste, nunca hiciste nada... —reclamó y sus aires molestos decayeron, sus ojos se inundaron de lágrimas en cuestión de un segundo.

—Amor aquí no...

—¿Acá no?¿¡Entonces dónde!?

—No lo sé... a la salida tal v-

—¡No!¿Dónde estuviste toda la noche y la mañana para olvidarte así de mí? —su desesperación incrementó al ver cómo el chico por el que sufría sólamente se aseguraba de que nadie esté viendo tal escena.

—Amor, discúlpame, no tenía mí celular. —intentó sujetar su muñeca pero Erick se apartó.

—No me toques. Estuve esperando por ti toda la tarde, ¡Incluso esperé un mensaje de buenas noches y nada!¡Tampoco un buen día! —sollozó —. ¿Qué pasa contigo, eh? Tengo que buscarte yo por los pasillos porque si tengo que esperar a que quieras verme me pudro como una fruta.

—No sabía si asistías hoy...

—¿Y eso es excusa? —habló indignado, Damián agachó la mirada sin saber qué hacer —. Primero, dijiste que llevábamos muy poco tiempo, ¿No?, bueno, llegamos a los seis meses saliendo y dijiste "Necesitamos vernos más para formalizar", ¿No?, bueno, me ofrecen una habitación en los departamentos y ahora casualmente nunca puedes y nunca estás con el celular y ni siquiera pasas tus días en tu habitación, además de que ni siquiera muestras interés en verme ¿¡Qué está pasando, eh!? —buscó la mirada del rubio, quien sólo lo evitó —. Si no queres estar conmigo sólo dilo, ¿Está bien? Me haces sufrír por nada, Damián, y tú sabes que yo te quiero en serio.

—No te mentí, tuve días atareados, te dije ayer que hoy saldríamos, vamos a hacer eso.

Erick suspiró agotado, nada servía.

—Si no estás esperando por mí a la salida entonces se terminó, yo no voy a esperarte, si llego y no estás entonces me marcho.

—A- Amor. —quiso sujetarlo pero Erick volvió a apartarse y sin más volvió con su amigo Joel quien vió la escena boquiabierto, ¡Su amigo era todo un matón!

—E- Er-

—Perdón, Joey, pero no tengo ganas de hablar, me voy ya a mí clase. —se despidió sin ánimos y marchó.






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