A Puertas Abiertas
Ya en casa, ambos estaban duchados y ubicados en el sofá, criticando la lista de películas cliché que había hoy en el canal favorito del castaño.
—Es obvio que le gusta, no entiendo cómo no se da cuenta. —se quejó el ojiverde masticando el cereal en su boca para después llevar otra cuchara.
—Es la gracia —tragó el yogur —. Si se diera cuenta a las primeras dos miradas no habría película, además, aún falta el triángulo amoroso por un malentendido.
Erick rió, parecía ser que Christopher para su mala fama era un amante del romanticismo.
Una escena más y el moreno se sintió tan ofendido que tomó el cereal con una mano y con la otra el brazo del mayor, girando a verlo. Christopher no pudo evitar reír con esa mirada de loquito.
—¡Vamos, Chris! Esto es el colmo.
—¿Por qué? —continuó riendo divertido y el menor apartó su mano, ahora para señalar la televisión.
—¡LA TOMÓ POR LA CINTURA Y LA DEJÓ A UN MILÍMETRO DE CENTÍMETRO DE SUS LA-BI-OS! ¿AHORA LE CREERÁ QUE FUE "SIN QUERER"? —su enojo fue respondido por un encogimiento de hombros, suspiró.
—¿Por qué te lo tomas tan en serio?
—No puedo engancharme con algo sin vivírlo. —más calmado, se relajó en el sofá dejando su tazón vacío sobre la mesita frente a él junto al del castaño.
Continúaron viendo en silencio, aunque no quiera admitirlo Christopher estaba divirtiéndose mucho con su compañero de piso, agradecía en sierta parte dejar de lado sus miedos y darse la oportunidad de comenzar a conocerlo.
Erick por su parte, estaba tranquilo de corazón por no haber permitido que los distantes accionares con los que fue recibido definieran a Christopher enteramente, estaba feliz de haber esperado dos meses para conocer este nuevo lado del mayor.
Por tantos pensamientos cruzándose referente al contrario voltearon a verse al mismo tiempo, Erick puso ojitos divertidos y Christopher sonrió sin quererlo.
Aceptando su inminente muerte se relajó en el hombro del pálido, cuya paz se había marchado con ese tacto.
¿Está bien si disfruto de este momento?
¿Estaré bien?
¿Me lastimará?
¿...?
Hizo esos pensamientos a un lado, repitiéndose lo que su madre le había dicho el día en que cayó rendiendo por la soledad que lo mataba lentamente; No puedes negarte a conocer buenas personas, ni aunque miles hayan fallado. Eres un chico como cualquiera, necesitamos un poco de amor.
Dudoso, pasó un brazo sobre los hombros del moreno.
Ahora Christopher preparaba unos deliciosos spaghetti para cenar mientras Erick estaba sentado en el sillón charlando con Joel por mensaje.
—¡SÍÍÍÍÍÍ! —el ojiverde se puso de pie y alzó una plegaria al cielo para agradecer, luego, comenzó a dar saltos y un torpe baile en un alegre festejo —. ¡Christopher! —corrió hasta el nombrado.
—¿Qué pasó?
—Tengo... ¡Trabajo! —el mayor alzó la cuchara de madera celebrando, Erick pegó otros saltos.
—¿En dónde?
—En una cafetería que trabaja Joel, pero aún no estoy, de estar... Me llamaron para una entrevista, mañana a las 8. Ya luego de ahí voy a la universidad, iré para la segunda materia.
—Qué bueno. ¿Tienes experiencia con entrevistas?
—Joel vendrá conmigo, practicaremos en el camino. ¿Tú trabajas, Christopher? O de dónde sacas el dinero.
Se tomó un momento para pensar, otra vez; si quería ser cercano al ojiverde debía ser sincero, nunca podría ser una amistad honesta con una vida oculta.
—Ahora no, estoy buscando. Mi mamá me pasa dinero pero tengo bastante ahorrado de un trabajo que tuve hace seis meses.
—¿Por qué lo dejaste?
—Me despidieron.
—Oh, qué malos.
—No, me lo merecía. Estuve en ese trabajo desde que llegué a la universidad pero en segundo año empezamos a salír mucho con Zabdiel y digamos que yo... no soy una persona que debería beber y me desconocí tanto que empecé a beber por las fiestas y en lo cotidiano, varias veces me habían dado advertencias en el trabajo que clientes se quejaban de que tenía aliento a alcohol, hasta que se cansaron y me echaron.
Erick se quedó en silencio viéndolo revolver la salsa.
—¿Y qué pasó? —volteó a ver su rostro.
—Mi mamá no estaba enterada de nada, quise mentirle de que me despidieron porque "Les caía mal" pero ella me crió —se encogió de hombros —, y supo al instante que había mentido. Un día me agarró en serio, vino a buscarme a la universidad y se encontró con que había faltado y estaba en el parque de en frente bebiendo con gente que ni conozco —arrugó la nariz, cuestionando sus idioteces pasadas —, eran apenas las doce de mañana. Se puso como loca, han sido pocas las veces en que me ha gritado con tanta decepción pero era lo correcto, me acompañó hasta el departamento y revisó mi habitación, todas mis botellas esparcidas por doquier, estaba hecho un desastre —rió ligero —. Así que... me dijo que estaba bien si quería beber de vez en cuando en alguna fiesta, pero que no quería que me vuelva un alcohólico cómo... —prefirió callar, no tenía ánimos para hablar de él —, esos vagos del parque. Obvio Zabdiel me había confrontado varias veces por aquello, hasta peleamos por culpa de mí terquez. Sin embargo, ver a mí madre tan mal por culpa mía me cayó como un balde de agua fría y desde ese día dejé de beber y ni siquiera voy a fiestas, excepto la del otro día —se giró a Erick y le sonrió, el menor se sonrojó al recordar aquella noche, la barbaridad de cosas que pensó del pálido frente a él —. Con Zabdieluchi me disculpé y me recibió con brazos abiertos. Ahora... estoy bien, ¿Tú?
—Yo bien también. Me alegra, Chris, que te hayas alejado de esa vida —tomó su brazo en un gesto de afecto —Eres un buen estudiante, eso me han dicho. —la vibra sentimental se fué, Christopher fulminó al ojiverde.
—¿Crees que soy tonto?
—Bueeeenooo, no haces buenas maquetas.
—Pff. —bufeó y negó.
—Mentira, haces buenas maquetas.
—Tengo un buen maestro. —volvieron a verse y se sonrieron.
Tuvieron una cálida cena juntos, Erick no podía parar de halagar las excelentes cualidades en cocina de su compañero, siempre que cocinaba un plato lo volvía el mejor del mundo.
Reían por anectodas con sus amigos y suyas, el ojiverde no podía parar de carcajear al escuchar cómo Christopher se comió una mosca por un dólar en su defensa; fue en su época de alcohólico.
Nunca se había arrepentido de su osadía, menos lo haría está noche tras oír tan dulce melodía en los labios del pelinegro.
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