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VII. DETALLE

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Esa noche no dormí en la pequeña cama que compartía con Ana, en su lugar tomé una almohada, una sabana y una cobija para descansar en el patio de concreto. No tenía intenciones de regresar al cuarto, mucho menos de escucharla peleando por estupideces.

Deseaba tener la mayoría de edad y la manera económica para poder salir con mis cuatro trapos y no volver más. Quizás consideraría pedir un cuarto en el apartamento de mi papá, en un espacio seguro hasta que tuviera la independencia soñada, aunque por los vientos que soplaban era muy complicado aquello.

El frío de la noche no me golpeó hasta que los rayos del sol en la mañana acariciaron mi rostro y una figura estaba de pie junto a mí con el rostro más relajado, era Diana.

-¿Dormiste bien ahí? -no respondí, solo me moví para darle la espalda-. El desayuno está listo por si quieres comer -escuché sus pasos alejarse.

Confundida por ese comportamiento no tan propio de ella me coloqué boca arriba para poder ver los árboles de mango sobre mi cabeza. Por lo regular no era así y deseaba atribuir su acción a su arrepentimiento, sin embargo, esa palabra no existía en su diccionario, en algún momento volvería a su estado natural.

Y no me equivoqué.

Unas horas después agradecí que la mañana se había ido volando para poder regresar al instituto y perder la cabeza entre tareas, risas y unos ojos miel. Así como me lo había prometido él la tarde anterior.

🍓🍓

-A este paso te vas a desaparecer -escuché a Mariana decir a mis espaldas.

-Qué te digo, necesito mas sol que una teja vieja -comenté-. Quiero igualar el color de la piel, no ser de chocolate y mantecado al mismo tiempo.

-Igual, pero me imagino que tu madre está dando guerra otra vez, tienes una cara de que dormiste en el piso -asentí con la cabeza, cosa que consiguió que chasqueara la lengua en señal de disgusto-. De verdad no tiene remedio, a este paso, la primera que se vaya de esa casa montará una rumba mas grande que los amaneceres de feria en noviembre.

-No lo pongo en duda.

-Pero bueno marica, pa' lante, ¿qué más coño da? -colocó su mano en mi hombro para tratar de consolarme y se marchó sin volver a decir otra palabra.

Eso me llevó a tomar asiento en las bancas de la pequeña plaza en la entrada, donde los pequeños árboles eran suficientes para dar sombra, también espacio y así ver las hojas del árbol de eucalipto caer hasta llenar el suelo. Cerré mis ojos para concentrarme en el sonido del viento mientras los demás estudiantes no llegaban, algo que me ayudaba a relajarme.

Y realmente no supe cuánto tiempo estuve así hasta que sentí unas manos tibias posarse en mis ojos, y su voz mi corazón desbocado la reconocía a distancia.

-¿Quién soy? -preguntó él sin dejar de reír.

-No sé, un loco quizás que me quiere llevar -respondí consiguiendo retirar sus manos de mis ojos y yo poderlos abrir-. Si me llegas así, lo pienso de verdad, ¿qué podía saber yo?

-Puedo ser ese loco que te quiere llevar -murmuró en un tono tan coqueto que los vellos de mi piel se erizaron por completo y mi rostro se ruborizó-. ¿Como sigues?

-Vivo aún, eso debe contar -comenté.

-Eso lo puedo confirmar, -hizo una pausa para tomar mi rostro con sus manos haciendo que me derritiera ante el contacto- te ves muy linda pero algo me dice que se te olvidó desayunar y almorzar, ¿o me equivoco Helena María?

Y con esa pregunta volví a traer la escena del futuro donde estamos juntos con dos hijos y vivimos felices en un apartamento. Sin embargo, retiró sus manos regresandome a la realidad y a él esperando una respuesta de mi parte.

-No he comido -solté.

Él se limitó a fruncir el ceño y a levantarme de la banca para llevarme a la cantina que estaba al fondo del instituto. Su agarre era fuerte, temía que si fuese un loco. Al llegar me dejó sentada en una mesa y caminó a pedir comida.

De vez en cuando volteaba a mirarme, y yo ahí sentada con la cara hundida entre mis brazos cruzados sobre la mesa preguntándome que iba a pasar después si esto era el segundo día de mayor interacción.

¿En donde me había metido?

A los minutos se acercó con comida suficiente como para que no comiera en tres o cuatro días seguidos.

-¿Y esto qué es? -pregunté confundida al mirar la mesa repleta de comida y verlo a él acomodar los lentes sobre su nariz.

-Tu desayuno, tu almuerzo, tu merienda y tu cena posiblemente -respondió de forma tan natural que no dude en sonrojarme-. Sé que no querrás comer nada en todo el día, así que te llevarás algo para sobrevivir con Ana si ella quiere.

-No tenías que hacer esto, de verdad Daniel.

-Me agradas y quiero que estés bien, así que toma eso como un detalle de un amigo -sonrió y extendió varios platos frente a mí-. Ahora comamos antes de que toquen el timbre.

Ambos comenzamos a comer y aprovechamos para hablar un poco más sobre nosotros y las aspiraciones futuras hasta que fue momento de empacar en mi bolso el resto de la comida y nos tocó despedirnos para entrar a la primera hora de clases.

-Gracias por todo Daniel -le di un beso en su mejilla derecha consiguiendo que se sonrojara por ello y de la nada me abrazara.

-Nos vemos mas tarde Helena María -murmuró y me liberó de su agarre frente a la puerta de mi salón.

-Nos vemos -sonreí y caminé hacia el interior del aula sin percatarme de lo que venía, arrugue el entrecejo por ello.

-No me gusta ese chamo para ti princesa -me soltó Jorge al tenerme frente a él, yo caminé hacia mi pupitre sin darle respuesta rápida a su comentario.

-Si no te gusta, no me interesa saberlo -Jorge no dijo mas nada y se sentó en su silla lejos de mí, minutos después la clase había comenzado y solo sentía su mirada fija entre la puerta y en mí.

¿A quién trataba de buscar?

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Nota de la autora:

La universidad me comió, no es broma, si es cierto.

Aquí reviví de entre los muertos, y les digo que ya esto estaba listo pero me dió por editarlo y en esas se me olvidó hacerlo y publicarlo.

Estas últimas semanas han sido malas en cuanto a lo emocional y sentimental, gracias a Dios hay trabajo y me va bien en la uni, pero en temas del corazón, pues solo diré que me lo hicieron caldo y ando sacando los pedazitos enteros que sobrevivieron a la cocción.

Lo del caldo es una historia para otro libro en algún futuro, ya saben como soy.

Y bueno, espero publicar del capítulo 7 al 10 de aquí al 19 de este mes. Me libraré de las dos tareas y el proyecto pendiente de servicio comunitario para volver aquí.

Los extraño 🤧🖤

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