Veintisiete
El avión despegaba a las seis en punto. JunMyeon había llegado al aeropuerto poco después de las cuatro, y se sintió curiosamente relajado cuando por fin el aparato comenzó a elevarse. La decisión estaba tomada, se dijo. Se marchaba. Fueran los que fueran los recelos que la habían embargado aquella mañana, todo quedaba atrás. Volvía a Seúl. Cuanto antes llegara y reiniciara su vida habitual antes conseguiría apartar a SeHun de su mente y corazón, todo volvería a ser como antes.
Bueno, eso era, al menos, lo que se decía a sí mismo. Había viajado a China de mala gana, pero volvía a corea con el mismo estado de ánimo. La única diferencia eran las razones. Había intercambiado una mala relación amorosa por otra. Un desamor por otro. Sin embargo, a pesar de su resistencia a abandonar Beijín, se sentía feliz de que el último episodio de su estancia en esa ciudad hubiera terminado. Tenía que admitir que hacer el amor con SeHun había sido algo excitante, pero lo ocurrido después había destrozado su fe en sí mismo.
¿Cómo podía SeHun haber hecho aquello?, se preguntó JunMyeon. ¿Cómo podía hacerle el amor y luego abandonarlo sin molestarse siquiera en decir adiós? Volver a la habitación y encontrarse con que se había marchado había sido uno de los tragos más amargos de toda su vida.
Y, sin embargo, a pesar de todo, no había podido creerlo. Al ver que no estaba creyó que SeHun se había despertado y había ido a buscarlo, y por ese motivo había vuelto a bajar. Pero no lo había encontrado en ninguno de los restaurantes ni en el bar.
Más tarde había vuelto a la habitación esperando en parte que SeHun estuviera, pero no fue así. Pensó preguntar en la recepción, pero luego dudó de que a SeHun le gustara. No sabía a ciencia cierta qué posición ocupaba él en su vida, y lo último que deseaba era comprometerlo. O comprometerse a sí mismo, cosa mucho más probable, se dijo.
Luego, como necesitaba hacer algo, llamó a información y pidió el teléfono de SeHun de su casa de Hainan. Pero por supuesto no se lo dieron. Era lo que ellos llamaban un teléfono privado, así que una vez más se estrelló contra un muro. No quería alertar a todo el personal del hotel advirtiéndoles de que estaba buscándolo. Se sentía impotente, así que decidió esperar a ver si se le ocurriría algo por la mañana.
No durmió muy bien. Su mente se negaba a relajarse. Hacia las seis de la madrugada se sentó junto a la ventana. ¿Por qué SeHun se había marchado?, se preguntaba una y otra vez. Si hubiera sido por algún asunto urgente, SeHun se lo hubiera comunicado, recapacitó.
Cuando el teléfono sonó a las ocho de la mañana, JunMyeon contestó convencido de que sería SeHun. Seguramente para disculparse y pedirle una cita tal vez, pensó. Pero era Zitao, que llamaba para recordarle que la hora habitual de abandonar la habitación era mediodía.
—Luhan ha conseguido, no obstante, que le aplacen el momento de marcharse hasta las cuatro. —añadió Zitao dándose aires de importancia—. También me ha dicho que siente mucho no invitarlo a su casa, pero ha salido.
—¿En serio? —cuestiono JunMyeon con ironía.
—Sí, se fue anoche a la playa de Mao. —continuó Zitao en tono de confidencia—. Se ha marchado con Oh SeHun. Me dijo que lo despidiera de su parte.
Aquel fue el momento en el que JunMyeon sintió que su mundo se hundía. ¿Cómo podía SeHun hacer algo así?, se preguntó. ¿Cómo podía saltar de su cama a la de Luhan? ¿Eran todos los hombres como él, o sólo JunMyeon se sentía atraído por los de la peor calaña?
El resto del día había sido un completo desasosiego. No podía esperar hasta las cuatro. Sin embargo, a pesar de lo ocurrido, seguía albergando la esperanza de estar equivocado. Quizá SeHun supiera en qué vuelo se marchaba, pensó.
Todo había terminado, se dijo desesperado. No había viajado a China con buenas intenciones, así que estaba recibiendo su merecido. Había deseado hacerle daño a Luhan, pero al final sólo se había hecho daño a sí mismo.
El avión se había nivelado al fin y los avisos de abrocharse el cinturón se habían apagado. Aterrizarían en Seúl hacia las doce del mediodía del día siguiente.
—¿Está ocupado este asiento? —murmuro alguien sacando a JunMyeon de su ensoñación.
JunMyeon miró para arriba sorprendido. Para su desazón, vio a Yixing sentarse a su lado con una expresión de satisfacción.
—¿Qué estás haciendo aquí? —exclamó JunMyeon casi gritando. Yixing hizo un gesto para que bajara la voz y JunMyeon añadió—: Quiero decir... —miró a la azafata que los observaba—... ¿Por qué has tomado este avión?
—¿Tú por qué crees? —contestó Yixing recostándose en el sillón y haciendo una seña a la azafata—. Un whisky escocés. —luego miró a ver qué estaba bebiendo JunMyeon y sonrió— ¡Vino de arroz! ¿Quieres otro?
—No, gracias. —aseguró JunMyeon tratando de contenerse—. Te he preguntado qué estás haciendo en este avión.
—Y yo te he contestado JunMyeon. —replicó Yixing.
—No, me has preguntado por qué creía yo, y la verdad es que no tengo ni idea. —respondió JunMyeon con sequedad.
—Si tú lo dices. —murmuro Yixing con ironía.
—Sí, lo digo. —confirmó JunMyeon tratando de controlar su ira—. ¿Dónde está tu esposo? ¿O acaso no se puede preguntar?
—Tú sabes dónde está JunMyeon no te hagas el iluso, Zitao te lo dijo. —JunMyeon frunció el ceño y Yixing se encogió de hombros a la defensiva—. Estaba adelante. Me refiero a cuando te llamó. Cuando me dijo que te marchabas decidí acompañarte.
—¿Acompañarme? —repitió JunMyeon boquiabierto.
—Bueno, además tengo parientes en Seúl. —declaró Yixing indignado—. Debe de hacer unos nueve meses que no veo a mi viejo.
—¿En serio? —cuestiono JunMyeon con incredulidad.
Yixing no visitaba ni a su familia, así que aquella excusa de visitar a sus amigos resultaba poco plausible.
—Sí, aunque debo admitir que quena aprovechar la oportunidad para volver a verte. Apenas hemos podido hablar, y aquella noche en el bar no me diste ninguna oportunidad. —ataco Yixing en tono ofendido.
—¡Agh Yixing..! —exclamó JunMyeon preguntándose si alguna vez lograría convencerlo de que no estaba enamorado de él—. Nos hemos dicho todo lo que teníamos que decirnos. Lo que hubo entre nosotros ha terminado. Estás casado con Luhan, y deberías tratar de salvar tu matrimonio.
—¡Salvar mi matrimonio! JunMyeon, te he dicho que Luhan y yo hemos roto. Desde que Oh SeHun apareció en escena, Luhan no ha hecho sino tratar de agradarlo de todos los modos posibles. —se quejó Yixing—. Sé que SeHun ha invertido un montón de dinero en sus últimas películas, pero ésa no es la razón por la que Luhan lo persigue.
—Dijiste... dijiste que tenían una aventura, pero — murmuró JunMyeon tratando de ocultar sus emociones—, ¿cómo lo sabes? Leí en una revista que SeHun estaba... con otro.
—kai. —comentó Yixing dando a entender que conocía los detalles—. Sí, es un chico con el que su madre desea que se case. La historia de siempre: Oh Wang Rok, el padre de SeHun, y Kim Taeho eran socios. Wang Rok está muerto, pero si SeHun se casara con kai los viñedos de ambos se unirían.
—Comprendo. —respiró JunMyeon sintiéndose algo tenso.
—Pero eso no va a ocurrir. —continuó Yixing—. Por mucho que a SeHun le guste el dinero, creo que le gusta más Luhan.
—¿Y tienes pruebas? —cuestiono JunMyeon con tristeza.
—Desde luego. Tengo una foto de los dos juntos, en una habitación de un hotel en Mao. Y cuando digo juntos quiero decir juntos, tú ya me entiendes. —murmuro Yixing haciendo señas obscenas para que JunMyeon capte bien el mensaje.
—¿Te refieres a...? —preguntó JunMyeon sintiéndose enfermo.
—Sí, a eso. Desnudos, en la cama. Y Luhan sabe que esa foto le va a costar dinero. —susurro Yixing con maldad—. Si quiere el divorcio, primero tiene que hacerme feliz.
—Pero tú no serías capaz de.... —JunMyeon lo miró sorprendido.
—¿Qué no? ¿Es que no me crees? Cometieron un error inscribiéndose en ese motel. —Yixing río—. Lo oí hacer la reserva, por eso es por lo que tengo fotos. Te aseguro que en Beijín puedes conseguir todo lo que desees, sólo tienes que pagar su precio. Luhan pensaba que yo no estaba en casa, pero estaba escuchando por el teléfono de otra habita...
Yixing titubeó, y JunMyeon se preguntó qué sería lo que había estado a punto de decir, pero al final calló. Quizá que el teléfono desde el que había estado escuchando era del dormitorio de otra persona, reflexionó. Como por ejemplo el de Zitao. JunMyeon sabía que Zitao tenía habitación en la mansión de Park Haytt, y Yixing a veces utilizaba expresiones que Zitao no paraba de decir.
Pero la posible traición de Yixing no significaba nada para JunMyeon, lo que lo ponía enfermo era lo de SeHun. Nunca le hubiera creído capaz de exponerse a la extorsión, y además, ¿por qué utilizar un motel en la playa de Mao cuando tenía una casa en esa playa?
—Te he dejado atónito, ¿verdad? —continuó Yixing terminando el whisky y llamando a la azafata para pedir otro—. Bueno, no te preocupes. Si al final hay un escándalo a mí no me va a salpicar.
—¿Pero se lo has dicho a SeHun? —inquirió JunMyeon incapaz de resistirse—. Quiero decir, eso es chantaje, ¿no es cierto? ¿No es un delito?
—Supongo. —contestó Yixing indiferente—, pero Luhan no dejará que se haga público. Es su trasero el que se reconoce en las fotos, no el de SeHun.
—¿Me estás diciendo que puede que no sea... ¿Oh SeHun, entonces? —preguntó JunMyeon respirando hondo.
—¡Cielos, no! Es SeHun. Hasta utilizó su nombre para registrarse. ¿Puedes creerlo? ¡Los señores Oh! Y Luhan cree que yo soy tonto. —se mofo Yixing.
—Bueno y... —JunMyeon vaciló—... ¿qué ocurriría si alguien estuviera utilizando su nombre?
—¡Sí, claro! —contestó Yixing con una expresión acusadora—. Te gustaría creerlo, ¿verdad? No te creas que no sé qué a ti también te gusta SeHun, JunMyeon.
—Perdón, ¿cómo dices? —reprocho JunMyeon con pánico.
—No finjas que no sabes de qué estoy hablando. —Yixing torció los labios—. Te vi con mis propios ojos aquella tarde en Mao. —sonrió viendo su confusión—. ah, sí, te vi montado en la Harley dando una vuelta por la playa.
—Pero... ¿cómo...? —preguntó JunMyeon horrorizado.
—Estaba en el vestíbulo del hotel cuando ese idiota fue a recogerte. Después de cómo me trataste aquella mañana sabía que tenía que haber alguna razón, así que fui al hotel y ¡bingo!, acerté. —dijo Yixing entre dientes.
—No puedo creer que hayas hecho una cosa así. —regaño JunMyeon ofendido de que lo hubiese espiado.
—Las situaciones desesperadas requieren de medidas desesperadas. —agrego Yixing con una sonrisa—. A Luhan le interesó mucho saber dónde habías estado.
—¿Se lo dijiste a Luhan? —parpadeó JunMyeon asustado.
—Pero por supuesto que sí. —contestó Yixing tomando el vaso que la azafata acababa de dejar sobre su mesa—. ¿Por qué crees que cambió de opinión en lo de que te quedaras en Beijín con nosotros? Si hay algo que Luhan no soporta es que le hagan la competencia.
—¡Se lo dijiste a Luhan! —repitió JunMyeon incrédulo—. Pero porque, ¿por qué lo hiciste?
—Porque SeHun era un obstáculo para mí. —respondió Yixing mordazmente.
—No puedo creerlo. —declaró JunMyeon atónito—. Poner en peligro tu matrimonio y mi carrera sólo porque eres incapaz de aceptar la verdad. Te lo he dicho, Yixing, no te amo, no me importa si nunca más vuelvo a verte. No tienes derecho a interferir en mi vida. Ningún derecho porque yo no interferí en la tuya.
Yixing hizo un gesto de malhumor y comentó:
—Lo dices sólo porque estás enfadado, pero con el tiempo te darás cuenta de que tengo razón. Estamos hechos el uno para el otro, JunMyeon, sólo que yo estaba demasiado ciego para comprenderlo entonces. —lamento Yixing—. Sin embargo, con el dinero que Luhan me ha prometido...
—Yixing lee mis labios. —lo interrumpió JunMyeon serio—. Cuando aterricemos en Seúl no quiero volver a verte. Siento mucho que no seas feliz con Luhan, pero eso no es asunto mío. Y ahora te sugiero que vuelvas a tu asiento.
—No lo dices en serio. —dijo Yixing con asombro.
—Lo digo completamente en serio. —respondió JunMyeon con frialdad.
—Estás perdiendo el tiempo si crees que SeHun va a venir a buscarte JunMyeon. —soltó Yixing entonces—. Le dije que tú y yo habíamos decidido volver juntos a Seúl, que iba a acompañarte a casa.
—¿Cuándo? —JunMyeon tragó saliva— ¿Cuándo se lo dijiste?
—Anoche, por supuesto. —contestó Yixing en voz baja—. Y por cierto, ¿dónde estabas? Cuando te llamé a la suite por segunda vez me contestó un hombre.
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Faltan tres capitulos y acabamos este fanfic. la razon por la que no actualizo rapido esque hay un problema con las tecla mause de mi laptop se pone muy dura aveces y me frusta no se que hacer
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