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Veintidos

—¿DÓNDE te metiste ayer por la tarde? —cuestiono Luhan con enojo.

A la mañana siguiente Luhan dejó caer aquella pregunta tras ofrecerle un inusual café a JunMyeon antes de ponerse a trabajar. ¿Se trataba de una coincidencia?, se preguntó JunMyeon rogando que el rubor de sus mejillas no lo delatara. Era extraño que Luhan mostrara interés por él, pues normalmente prefería hablar sobre sí mismo.

JunMyeon suspiró recordando los acontecimientos de la tarde anterior. ¿Era cierto que SeHun lo había invitado a su casa de la playa de Mao, que se había arrojado a sus brazos y que se había colado en su dormitorio?, se preguntó. Hubiera deseado morir al verlo aparecer por la puerta del baño.

Pero por supuesto no había muerto. No obstante, el recuerdo de la escena seguía haciéndolo temblar. La gente no moría por ese tipo de cosas, pensó JunMyeon. Sería demasiado fácil.

—Estaba buscando el baño. —explicó JunMyeon consciente de lo poco convincente que resultaba—. Y... y luego he visto la fotografía y... y...

—Querías saber quién era. —añadió SeHun con seriedad.

—Bueno, sí. —JunMyeon se mordió el labio con incomodidad—. Es... es tu madre, ¿verdad? Se parece mucho a ti.

—No estoy muy seguro de que ella considerara eso como un cumplido. —contestó SeHun con una expresión sarcástica.

JunMyeon se había ruborizado demasiado y buscaba desesperadamente una salida para no tener que seguir admirando el escultural cuerpo de SeHun que hormigueaba su interior.

—Y, bueno, me había olvidado de darte las gracias por las rosas. —añadió JunMyeon rápidamente, para aligerar el ambiente y así poder escapar.

—¿Qué rosas? —cuestiono SeHun arqueando la ceja con desconcierto.

JunMyeon comprendió de inmediato que SeHun no era quien se las había mandado, así que se apresuró a deshacer el malentendido.

—Quiero decir... del hotel, claro. —murmuró JunMyeon sabiendo que la dirección no hubiera podido nunca escribir ese mensaje—. Siento... siento mucho la intromisión a tu habitación. —añadió retirándose hacia la puerta—. Te veré más tarde.

Lo cierto, se dijo JunMyeon, era que cuando se trataba de SeHun apenas podía pensar con claridad. Incluso en ese momento, sentado junto a Luhan, JunMyeon podía ver el musculoso torso de SeHun. Su imagen era perturbadoramente nítida. La toalla enrollada sobre las caderas delataba, no obstante, los huesos de la pelvis y lo que había más abajo. Unos minutos antes, SeHun lo había amoldado a su cuerpo presionándolo fuertemente contra su masculinidad, y la sensualidad de aquel acto resultaba demasiado intenso y pasional como para olvidarlo.

JunMyeon no recordaba haber sentido nada así junto a Yixing, ni la sombra de semejante abrumadora excitación. Excitación y despertar sexual, se confesó temblando. Había sido consciente de sus sensaciones y de las de SeHun, y había comprendido lo que perdía cuando él se apartó.

Pero, evidentemente, SeHun no había sentido lo mismo. A pesar de que había habido momentos en los que SeHun había perdido el control, el sentido común, no obstante, había prevalecido. Fuera a quien fuera a quien debiera lealtad, había sido humano y había sentido la tentación, pero eso no había bastado.

JunMyeon había encontrado finalmente un baño sin necesidad de que la doncella lo guiara. Después del incidente no le había resultado difícil. No podía dejar de pensar que se había comportado como si jamás hubiera visto a un hombre desnudo. ¿Qué habría pensado SeHun de su actitud, de su forma de tambalearse por el dormitorio como un colegial en su primera cita?, se preguntó. Después de todo había estado casado, estaba divorciado, se dijo JunMyeon a sí mismo. ¿Qué tenía ese hombre que lo hacía comportarse de ese modo tan desesperado?

Mientras lo esperaba en el solarium se preparó mentalmente para oírle decir que le había pedido un taxi. Sin embargo, SeHun no lo dijo, aunque sintiera deseos de hacerlo. SeHun lo había encontrado tomando té, y se había acercado a la ventana esperando a que JunMyeon terminara. Luego le había sugerido amablemente que fueran a dar un paseo por la playa.

Atravesaron la enorme estancia donde se encontraba la piscina y salieron a un patio. Desde allí el terreno bajaba en terrazas escalonadas hasta la playa.

—¡Ah, ¡qué bonito! —comentó JunMyeon impulsivamente mirando al sol—. No puedo creer que ustedes los ricos llamen a esto la casita de la playa. Si yo viviera aquí nunca querría marcharme.

—¿En serio? —preguntó SeHun mordazmente. JunMyeon comprendió que su comentario había sonado un tanto infantil—. Bueno, es una casa, y está en la playa. —añadió SeHun amablemente—. A mí me gusta, pero también me gusta la casa de Hainan.

SeHun se burlaba de él, de eso JunMyeon estaba muy seguro, y también comenzaba a estar seguro de que SeHun hubiera preferido que se marchara, sólo que primero quería desarmarlo y humillarlo.

Atravesaron los jardines y SeHun se paró a señalarle las vistas. A pesar de que JunMyeon quería mantenerse alerta, SeHun resultaba persuasivo. Era fácil creer que SeHun lo pasaba bien. El aire parecía mágico, la brisa del Pacífico estaba lleno de una fragancia enigmática y envolvente. Desde la costa un pequeño muelle se adentraba en el mar. SeHun le explicó que tenía un hermoso yate aparcando frente al muelle, pero no quiso especificar de qué dimensiones.

Pasaron un rato en el muelle viendo pasar las olas y luego caminaron por la costa dejando el rastro de sus huellas sobre la arena. JunMyeon se había prometido a sí mismo no dejarse llevar ni por SeHun ni por su encanto, pero pronto se encontró hablando sin parar sobre su trabajo. Se sentía halagado por el interés que SeHun mostraba y, al menos en ese terreno, se dijo, tenía la confianza y seguridad en sí mismo.

—¿Y entonces qué fue lo que te decidió a escribir la biografía de Luhan? —preguntó SeHun al fin mostrándose inseguro por primera vez—. Quiero decir... lo más probable era que Luhan dudase de tus motivos, después de todo eres el exesposo de su marido. Es razón más que suficiente para que las cosas no marchen bien.

—¿Por qué? —preguntó JunMyeon frunciendo el ceño y mirando su inteligente rostro con ojos curiosos. Luego, al notar que le costaba sostener su mirada, la apartó—. De todas formas, fue Luhan quien me hizo la oferta. Así que no le veo el problema.

—¡Estás bromeando! —exclamo SeHun asombrado.

—No, es cierto lo que te digo. —contestó JunMyeon vagamente indignado—. Debo decir que al principio me sorprendió, pero al final todo ha ido bien.

—Pero Luhan no podía confiar en que tus motivos fueran sinceros cuando aceptaste la oferta. —razono SeHun sin poder asimilar la situación— ¿Cómo iba a saber que tú habías cambiado de opinión?

—¿Cambiado de opinión? —repitió JunMyeon confuso sacudiendo la cabeza. Unos cuantos mechones de su cabello revolotearon alrededor de su rostro-. ¿Cambiar de opinión con respecto a qué?

SeHun torció la boca en un gesto de desagrado. Era evidente que su respuesta no le había gustado, pero al explicarse su voz siguió siendo dulce:

—Estoy seguro de que sabes a qué me refiero JunMyeon. Tú mismo me dijiste que Lay pensaba que seguías enamorado de él. —menciono SeHun con disgusto por los celos que sentía—. Era posible que quisieras volver, aunque supongo que Luhan estaba más preocupado por tu reputación como biógrafo que por el peligro que corría su matrimonio.

—Eh, eh, espera un momento... —lo interrumpió JunMyeon. Su rechazo a cualquier tipo de discusión se desvaneció ante la necesidad de comprender de qué estaba hablando SeHun. Se retiró el pelo de la cara impaciente y añadió—. Luhan no tiene nada que temer de mí. Sea lo que sea lo que Luhan te haya dicho, Yixing no significa nada para mí.

—¿Lo dices en serio? —cuestiono SeHun mirándolo fijamente.

—Por supuesto que lo digo en serio. —contestó JunMyeon acalorado.

—Pero no niegas que ya no estás con el hombre con el que te fuiste al abandonar a Lay. —reprocho SeHun.

—¿El hombre con el que me fui al abandonar a Yixing? —repitió JunMyeon indignado—. ¡Yo no abandoné a Yixing por ningún otro hombre!

JunMyeon creyó verlo palidecer al escuchar aquello, pero antes de que pudiera hablar, SeHun continuó:

—La... mujer, entonces. —dijo ásperamente—. Ahg.. La... persona de la que dijiste que te habías enamorado.

—¿Qué quieres decir...? —replico JunMyeon jadeando con desesperación por todas las acusaciones de SeHun.

—Dijiste que no había ningún hombre en especial en Seúl. —le recordó SeHun con rostro dolido.

JunMyeon lo miró como si no pudiera creerlo.

—¿Y por qué has pensado que...? —JunMyeon se interrumpió, continuando con voz temblorosa tras una pausa—. No hay ningún hombre en especial, pero tampoco ninguna mujer. Yo no dejé a Yixing por nadie, ¡él me dejó a mí! —gruño apretando los puños.

—Pero Lu.. es decir, pensé...

—¿Sí? ¿Qué fue lo que pensaste? —preguntó JunMyeon con voz agitada y enojada—. Siento desilusionarte mucho SeHun, pero yo no fui el culpable. A menos que el hecho de que Yixing pensara que era una persona aburrida además de no poder tener hijos sea motivo suficiente para cargarme a mí con la responsabilidad de que me engañara y luego de me dejara por ya sabes quién.

—Entonces... ¿quien...? —SeHun estaba boquiabierto.

—Bueno, pregúntaselo a Luhan. —musitó JunMyeon disgustado caminando a grandes zancadas por la playa.

Los ojos de JunMyeon se llenaron de lágrimas. Había comprendido qué era lo que Luhan iba diciendo por ahí. No era de extrañar que no hubiera puesto objeciones al hecho de que él viajara a Beijín, probablemente incluso le habría contado a sus amigos que había sido Yixing quien lo había invitado.

SeHun lo alcanzó al llegar al muelle. Su expresión era de frustración, y aunque JunMyeon estaba enfadado y acalorado, se daba cuenta de que no podía culparlo del todo, solo estaba repitiendo lo que había oído y tampoco tenía motivos para desconfiar de la palabra de Luhan.

—Lo siento JunMyeon. —se disculpó SeHun bloqueándole el paso hacia las terrazas de subida—. Me doy cuenta de que ha tenido que ser doloroso para ti. No tenía ni idea de que fuera Lay el que te pidió el divorcio.

—Está bien... —suspiró JunMyeon tratando de esquivarlo para poder irse.

—No, no está bien. —SeHun lo miró dubitativo—. Escucha JunMyeon por favor, probablemente ha sido sólo culpa mía. He.... malinterpretado la situación. Pensé que el hecho de que vinieras aquí... bueno, debes admitir que no es muy normal. Pero si Luhan te lo pidió...

—Pues si lo hizo. —lo interrumpió JunMyeon con enojo.

—Entonces me disculpo sinceramente por ello. —insistió SeHun.

—No tiene importancia. —JunMyeon se encogió de hombros.

—Sí, la tiene. —suspiró SeHun—. Escucha, esto tiene que resultarte terriblemente doloroso.

—No. —negó JunMyeon. Lo último que deseaba era que SeHun sintiera lástima de él—. No es doloroso en absoluto. Admito que hubo un momento en que lo pensé, pero no lo es.

—¿Entonces ya no alientas ningún tipo de pasión por él? —pregunto SeHun con aspecto angustiado.

—¿Por Yixing? —preguntó JunMyeon a punto de reír, cosa que hubiera hecho si no se hubiera sentido tan sensible en aquellos momentos—. No. —negó. Luego, temeroso de volver a hacer el ridículo si SeHun seguía observándolo de ese modo, miró el reloj y añadió—. Dios, es tarde, tengo que marcharme.

SeHun pareció querer poner objeciones, pero probablemente sólo había malinterpretado la expresión de su rostro, se dijo JunMyeon. SeHun se echó a un lado y JunMyeon comenzó a subir despacio. Tenía los nervios de punta y sólo deseaba llamar a un taxi. Esperaba que SeHun no se ofreciera para llevarlo de vuelta al hotel, necesitaba estar solo.

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No se si vayan a entender, pero recuerdan que como hace cinco capitulos les puse que iba experimentar con un tipo de narracion? ya lo habia intentado en No soy él, pero bueno aca no se fue mas raro espero que entiendan son como los recuerdos de jun que te llevan al pasado y envuelven, no puse flashback porque siento que eso mata el momento.

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