El timbre del teléfono fue una buena excusa para dejar de pensar. Se apartó el cabello castaño de la cara y descolgó el auricular.

—¿Sí? —contesto con amabilidad.

—¡Myonie, por fin! Llevo toda la tarde llamándote. —era su padre que, al ver que JunMyeon no daba explicaciones, añadió—. ¿Estás bien? ¿Tienes problemas con tu nuevo libro?

—No. —contestó JunMyeon rápidamente dejando escapar el aire contenido y tratando de parecer alegre—. No, Jin está muy satisfecho con el.

Tanto su padre como su madrastra lo habían apoyado durante el proceso de divorcio y, con toda seguridad, se sentirían inquietos al conocer el nuevo proyecto que le rondaba la cabeza.

—Bueno, tu madre y yo nos preguntábamos si podrías venir a cenar myonie. —contestó Kim Matthew aliviado. Siempre se refería a jiwoo, la madrastra de JunMyeon de aquella forma. Al fin y al cabo, ella lo había cuidado desde los cinco años—. Hay algo que queremos discutir contigo y, como no te hemos visto desde hace un par de semanas, hemos pensado que sería una buena idea. ¿Qué te parece hijo?

—Está bien, iré a cenar papá. —accedió JunMyeon con una débil sonrisa—. Dame tiempo para que me duche y me cambie de ropa. ¿Te parece bien a las ocho en punto.

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—Myonie, querido. —lo saludó Jiwoo dándole un beso en la mejilla—. Tu padre acaba de marcharse a comprar una botella de vino, seguro que le molesta no haber estado aquí para recibirte. Ha estado esperándote media hora.

—¿Es que llego tarde? —preguntó JunMyeon quitándose el abrigo y entrando en el salón para acercarse a la chimenea encendida.

—No, no llegas tarde, pero tu padre está nervioso. —explico jiwoo con una sonrisa cómplice—. ¿Qué te traigo para beber? ¿Un vaso de Soju quizá, o una ginebra con tónica?

—¿Es que me va a hacer falta? —preguntó a su vez JunMyeon dejándose caer sobre el sofá—. Tienes buen aspecto mamá te ves más joven.

—gracias, cariño. —sonrió jiwoo con elegancia—. En cambio tú tienes un aspecto enfermizo. ¿Te ocurre algo?

—No estoy enfermo mamá, es sólo que estoy un poco... nervioso, eso es todo. Me... me han ofrecido un proyecto nuevo. —confesó JunMyeon al fin decidiendo que sería más fácil discutir el tema primero con su madrastra—. No estoy seguro de si aceptarlo ya que tendría que irme a China durante un par de meses.

—¡A CHINA! —exclamó Jiwoo impresionada mientras Matthew entraba a grandes zancadas en el salón.

—¿CHINA...? —repitió Matthew inclinándose para besar a su hijo—. ¿Qué ocurre con China? No te irás a vivir a China, ¿verdad JunMyeon?

—Por supuesto que no papá. —respondió JunMyeon tratando de parecer tranquilo—. Es sólo que me han ofrecido un proyecto en Beijín, y aún no he decidido si aceptarlo o no.

—Debo decir que no me hace mucha gracia, no es el lugar más adecuado para un hermoso chico joven y solo como tú. —dijo Matthew sentándose sobre el brazo del sillón en el que estaba jiwoo—. Me parece peligroso.

—No soy un niño, papá. —chillo JunMyeon sonrojado—. Además, el problema no es que me vaya allí.

—Ah, entonces es que estás preocupado por nosotros, ¿no? Bueno. —añadió su padre rodeando con un brazo a su esposo—, de eso precisamente era de lo que queríamos hablarte. Ya sabes que la hermana de jiwoo, somi vive en Nueva Zelanda, ¿verdad? El caso es que nos ha invitado a pasar un par de meses con ella. Nos preocupaba dejarte aquí solo, pero si tú no vas a estar...

—Comprendo papá. —contestó JunMyeon algo decaído sintiéndose abrumado por la soledad.

—No te importa, ¿verdad, cariño? —preguntó jiwoo inclinándose hacia JunMyeon con ansiedad.

JunMyeon sabía qué era lo que debía hacer: asegurarles que podían marcharse tranquilos. Sin embargo, sentía cierta aprensión. Era como si todo se hubiera confabulado en su contra.

—Pues... por supuesto que no hay problema. —respondió JunMyeon con una falsa sonrisa observando el alivio inmediato de su madrastra.

—Perfecto cariño. —sonrió jiwoo—. Hace casi diez años que no veo a Somi. Es una ventaja estar jubilado, se puede ir a cualquier parte.

—Y entonces, ¿de quién tienes que escribir ahora la biografía? —preguntó Matthew mientras su mujer se dirigía a la cocina a echar un vistazo a la cena.

—De Xiao Luhan. —contestó JunMyeon al fin—. Pero aún no he decidido si voy a hacerlo o no. —se apresuró a añadir al ver el rostro de su padre—. No me mires así, papá, es una oportunidad sensacional y... y Luhan y Yixing están a punto de divorciarse.

—¡No puedes estar hablando en serio JunMyeon! —gruño su padre.

Matthew se había puesto en pie. Para él Yixing no merecía sino una paliza por la forma en que había tratado a su hijo.

—Ya te he dicho que todavía no he decidido nada papá. —aseguró JunMyeon recogiéndose el pelo tras la oreja.

—Pero estás pensándolo, por eso me lo cuentas. —amenazo su padre muy molesto.

—Sí, estoy pensándolo. —contestó JunMyeon lamentándose de haberlo mencionado—. Te haré saber mi decisión. Espero que sea antes de que te marches a Nueva Zelanda.

—Ya no estoy muy seguro de que quiera ir a Nueva Zelanda JunMyeon. —suspiró su padre con rabia—. JunMyeon, cariño, ¿no te das cuenta de que ese chico quiere utilizarte para librarse de ese gañán con el que estuviste casado?

JunMyeon había pensado en ello, pero no estaba dispuesto a admitirlo ante su padre.

—Dejemos este tema papá por favor. —rogó JunMyeon—. Ya te contaré lo que decida.

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A PESAR de haber tomado ya una decisión, durante el vuelo de Seúl a Pekín estuvo enumerando las razones por las que no hubiera debido de aceptar aquel encargo. Sabía que su comportamiento estaba expuesto a cualquier interpretación, pero prefería no examinar sus propias motivaciones demasiado detenidamente. Tenía miedo.

Saber que probablemente vería a Yixing le producía sentimientos contradictorios. Le causaba cierta aprensión, pero también curiosidad. Quería saber qué ocurría en su vida, si los rumores sobre Yixing y Luhan eran ciertos. Pero ante todo quería saber hasta qué punto Yixing le importaba, si sus razones para aceptar aquella propuesta eran puramente económicas.

Había estado investigando sobre la estancia de Luhan Corea, especialmente en el barrio de Gambug-Gu en la época donde inicio su carrera al estrellato y luego de su regreso a china. Lo investigo durante un mes desde aquella primera conversación con Jin, y le había sorprendido el buen concepto que la gente de allí tenía de Luhan. En contra de su propia opinión, sus vecinos y compañeros de agencia lo consideraban una persona generosa y de buen corazón, siempre dispuesto a ayudar, y le habían contado, docenas de anécdotas sobre Luhan.

La historia de su vida era fascinante, eso tenía que admitirlo JunMyeon. Fascinante, sorprendente, y angustiosa, pero siempre interesante. Era el mayor de una familia de siete hermanos, muchos de los cuales no tenían el mismo padre, y su infancia se había visto arruinada por la pobreza y los abusos. Su madre, una mujer ignorante pero trabajadora, apenas había tenido tiempo para sus hijos, y Luhan había tenido que cuidar de sus hermanos. Hasta que decidieron dejar china para llegar de inmigrantes a corea e instalarse ahí para sobrevivir.

Ya en corea su increíble belleza le había causado problemas. Luhan había sido consciente de su propia sexualidad a una edad muy temprana. No obstante, lo irónico del caso era que había sido precisamente la atracción que había provocado en un hombre mayor a los quince años lo que lo había catapultado a la fama. Aquel hombre rico lo había llevado a cenar a un restaurante, y allí enseguida le echó el ojo un fotógrafo. Estaba buscando una cara nueva para la agencia SM Entertainment. El resto de las cosas, como se solía decir, era historia.

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En el siguiente cap se vieneeeeee lo bueno