Once
JunMyeon apretó los labios. No estaba acostumbrado a ese tipo de halagos, y le costaba trabajo no mostrarse cohibido.
—Era una historia muy emotiva. —murmuró JunMyeon al fin.
—Es usted demasiado modesto. Créame, sé de lo que estoy hablando. En mi trabajo represento a todo tipo de personas y me veo obligado a leer novelas, biografías y guiones de todas clases. —explico Zitao con horror—. Y, cariño, déjame que te diga que te sorprendería conocer algunas de las cosas que se editan. Sabes a qué me refiero, ¿no? Se editan historias terribles, sin ninguna inspiración, no como las tuyas.
—Bueno...
—Es cierto. —insistió Zitao tocando con sus largas uñas escarlata el brazo de JunMyeon—. Se hacen películas sobre cualquier cosa, lo que sea con tal de que produzca rendimientos. Algunos productores y directores ni siquiera reconocerían un buen guion, aunque lo tuvieran delante de las narices.
—Me temo que no conozco en absoluto la industria del cine. —contestó JunMyeon sacudiendo la cabeza y preguntándose si Zitao se daría cuenta de que le estaba clavando las uñas—. Yo sólo soy un escritor...
—¡Sólo un escritor! —exclamó Zitao incrédulo—. No te dejes acobardar, cariño. Eres un buen escritor, un buen biógrafo, y una persona maravillosa y hermosa, estoy seguro. Luhan no te hubiera pedido que escribieras su biografía si no hubiera sido así.
¿Sería eso cierto?, se preguntó JunMyeon restregándose el brazo que por fin Zitao había soltado. De pronto se dio cuenta de que alguien estaba de pie delante de la mesa. No necesitaba mirar las poderosas piernas bajo aquellos pantalones para saber de quién se trataba, por mucho que eso no la hiciera muy feliz. Lo reconoció de inmediato, y aunque se vio obligado a mirarlo y saludar, el breve vistazo que le dirigió resultó casi insultante. Por suerte Zitao no se mostró tan reservado.
—¡Eh, SeHun! —exclamó Zitao sin disimular sin embargo cierta falta de entusiasmo ante el encuentro—. Creía que estabas sumido en importantísimas negociaciones y que te resultaba imposible desayunar con Luhan.
—¿Es que Luhan te lo cuenta todo, Zitao? —preguntó SeHun en tono de censura.
JunMyeon sabía que SeHun lo miraba, pero se sentía incapaz de enfrentarse a SeHun. Era ridículo, se dijo. En realidad, debería sentirse agradecido de que Luhan y Yixing fueran a romper a causa de él.
—Casi todo cariño. —contestó Zitao sin sentirse cohibido—. Sé que está algo decepcionado, al fin y al cabo, acababas de volver, ya sabes. De todos modos, ustedes dos tienen el fin de semana por delante, ¿no es cierto?
—Es fantástico que hayas planeado mi fin de semana por mí Tao. —recalcó SeHun irónico.
—Claro, para eso están los agentes. —contestó Zitao ignorando el sarcasmo de SeHun—. Mi trabajo consiste en hacer feliz a Luhan. Contra eso no cabe discusión.
—Ni yo querría discutir. —aseguró SeHun seco. Luego, tal y como JunMyeon había imaginado, se volvió hacia él y dijo—: Parece que tiene usted el fin de semana libre JunMyeon.
—Sí... el joven Kim JunMyeon acaba de ofrecerse para ir de compras conmigo a YuangI. —hablo Zitao como si las cosas fueran así.
—¿En serio? —preguntó SeHun volviendo la cabeza hacia Zitao—. Bueno, no podría estar usted en mejores manos. —recalcó irónico de nuevo—. Aparte de cuidar de sus clientes, no hay nada que le guste más a Zitao que ir de compras. Luhan ha sido... muy amable mandándoselo para asegurarse de que no estaba usted... solo. Supongo que en Beijín puede resultar una ciudad extraña y peligrosa.
JunMyeon entrelazó las manos en el regazo. Por segunda vez desde su llegada tenía la sensación de que las palabras no expresaban exactamente lo que cruzaba por las mentes de los que las pronunciaban. Sin embargo, no estaba en posición de preguntar. Bastante le costaba buscar respuestas a las preguntas que le dirigían.
—Estoy seguro de que disfrutaré de mi estancia aquí. —declaró JunMyeon al fin.
—Por supuesto que sí. —intervino Zitao sin darle tiempo a continuar—. Luhan y yo nos ocuparemos de ello. No tienes que preocuparte por JunMyeon, SeHun, nosotros lo cuidaremos.
SeHun sonrió. Era una sonrisa cómplice que, a pesar de resultar algo cínica, le provocó escalofríos.
—Estoy seguro de que sí. —aseguró SeHun colocándose el nudo de la corbata—. Bueno, como suele decirse, que se diviertan chicos. —añadió marchándose tras hacer un gesto de despedida.
JunMyeon cometió entonces el error de dejar escapar el aire que, sin saberlo, había estado conteniendo. Hubiera deseado no haberlo hecho, porque Zitao no perdió detalle.
—¿Es que SeHun te pone nervioso? —preguntó Zitao observándolo de cerca—. Es un hombre muy sexy, ¿verdad? Todo un hombre.
—Ah, la verdad es que...
—No te avergüence admitirlo cariño. —se encogió de hombros—. A mí también me gusta. Supongo que ésa es la razón por la que Luhan está loco por SeHun.. Me imagino que ya te habrás dado cuenta de que Yixing y Luhan han terminado.
—Pues no... es decir... ¿Es eso cierto? —preguntó JunMyeon con voz ahogada.
—Me temo que sí. Es una lástima. Lay es un buen chico, pero no tiene lo que hace falta para retener a Luhan. —sugirió Zitao con las manos en doble sentido y JunMyeon fingió no entender.
—Bueno, quizá al final se arreglen las cosas. —dijo JunMyeon tratando de no mirar hacia la puerta por la que en ese momento salía SeHun—. Luhan... debió de amarlo mucho cuando se casó con Yixing.
—Sí, pero eso fue hace mucho tiempo. Luhan ha madurado y, bueno... ¿no preferirías tú a SeHun en lugar de a Lay en el caso de que pudieras elegir? —cuestiono Zitao observándolo milimétricamente.
JunMyeon se ruborizó y fijó la vista sobre la mesa.
—No sabría qué decir. —mintió JunMyeon esperando que Zitao cambiara de conversación. Luego se esforzó por sonreír y llamó a un camarero—. Por favor, ¿querría usted poner el café del joven Zitao en mi cuenta?
—Dejemos que Luhan pague mi café. —comentó Zitao sacando del bolso una tarjeta de presentación—. Éste es mi número de celular. Si necesitas algo, llámame.
—Gracias.
JunMyeon tomó la tarjeta y observó que Zitao vivía al oeste de la ciudad. Luego se sintió aliviado al ver que retiraba la silla y se levantaba. Por un momento había pensado que iba a convertirse en su sombra. Pero no, recapacitó. Una vez que SeHun se había marchado Zitao también parecía dispuesto a abandonarlo también.
—Que tengas un buen día. —susurro Zitao colocándose sus gafas de sol—. Y si decides salir del hotel toma un taxi.
JunMyeon asintió y suspiró aliviado cuando al fin Zitao abandonó el restaurante, y después de esperar unos minutos salió JunMyeon también. No obstante, la idea de tomar el sol en la piscina había perdido su atractivo, aunque sabía que era el hecho de sentirse manejado lo que lo molestaba.
Miró a su alrededor y se relajó. El tumulto de la mañana comenzaba a disminuir, y las boutiques de los pasillos comenzaban a dar síntomas de vida. No abrirían hasta más tarde, pero podía mirar los escaparates.
—Tendría usted mucho más donde elegir en YuangI. —comentó una voz que comenzaba a resultarle embarazosamente familiar a JunMyeon—. ¿Dónde está Zitao? ¿Ha ido a pedir la limosina de Luhan?
—el joven Huang Zitao se ha marchado. —contestó JunMyeon dándose la vuelta—. Pensé que usted también se habría ido, señor Oh. Lo vi... —al ver como SeHun empezaba a sonreír añadió—. Es decir, el joven Huang me dijo que usted se había ido.
—¿Es que no me vio? —pregunto SeHun sin apartar la vista de esos hermosos labios que se cargaba JunMyeon.
—Yo no he dicho eso. —contestó JunMyeon levantando la cabeza—. Por supuesto que sí. —admitió temeroso de que SeHun lo hubiera visto observándolo—. Pero... pensé que tenía negocios que atender.
—Sólo tenía un negocio y, como ya se habrá dado cuenta, está resuelto. —SeHun hizo una pausa—. Así que pensó que me había ido del hotel. ¿O fue eso lo que le dijeron? Lo digo porque me imagino que eso es exactamente lo que ha creído Zitao.
—Si cree usted que... —comenzó a decir JunMyeon tenso interrumpiéndose luego.
—¿Sí? —preguntó SeHun mirándolo inquisitivamente—. Si creo ¿qué, JunMyeon Termine lo que iba a decir.
—No tiene importancia. —murmuró JunMyeon comprendiendo que había estado a punto de mostrarse muy indiscreto—. Si... si me disculpa creo que voy a subir a mi habitación. Tengo... tengo algo de trabajo que hacer.
—¿Hoy? —inquirió SeHun incrédulo.
¿Por qué SeHun se molestaba en preguntar? A SeHun no le debería importar en absoluto lo que él hiciera, se dijo JunMyeon.
—Sí, hoy. —afirmó JunMyeon decidido, observando la expresión de cinismo que cruzó por el rostro de SeHun.
—Y, por supuesto, usted no mezcla nunca los negocios con el placer. —comentó SeHun metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón—. Así que no tiene ningún sentido que me ofrezca para llevarlo a ningún sitio.
—¿Llevarme a algún sitio? —repitió JunMyeon mirándolo inquisitivamente—. ¿Y por qué iba usted a hacer eso?
—¿Por qué cree usted? —SeHun se encogió de hombros—. Quizá usted me interese más de lo que puedo soportar. —añadió levantando las cejas como de broma—. Quizá encuentre su candor... refrescante.
—¿Se refiere usted a mi torpeza? —exigió saber JunMyeon convencido de que SeHun solo se estaba burlando de él.
—¿Por qué no me cree? —SeHun hizo una pausa—. ¿No podríamos dejar atrás todo lo ocurrido y comenzar de nuevo?
—¿Comenzar el qué? —JunMyeon sacudió la cabeza—. Esto es sólo un juego para usted, ¿verdad? ¿Tiene por costumbre cortejar a todos los chicos con los que se tropieza señor Oh? —recrimino ofendido y añadió—. Ahora comprendo que Luhan mandara a Huang Zitao a vigilarlo. Lo más probable es que no se fíe de usted.
—¿No? —preguntó SeHun torciendo sus atractivos labios—. ¿Y por qué iba usted a decir eso si no fuera cierto que cree que me intereso por usted?
—Yo no lo creo... —contestó JunMyeon cohibido mirando hacia los ascensores—: Escuche, tengo que marcharme.
—Si insiste tanto joven Kim...—contestó SeHun. JunMyeon apretó los labios y cruzó el vestíbulo—. ¡Ah, JunMyeon!—lo llamó obligándolo a volverse—: No creas todo lo que la gente diga.
**********+
¿le creen a SeHun?
¿a que creen que se refirio al decir su ultima frase?
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