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Dos

JunMyeon abrió la boca atónito. ¿Acaso había dejado que Jin adivinara sus sentimientos?, se preguntó JunMyeon a punto de desmayarse.

—No, gracias, Jin, yo no busco pareja. —declaró JunMyeon con poca convicción.

Lo cierto era que sí quería a Yixing, pensó JunMyeon. Siempre lo había querido.

—Bueno, eso es cosa tuya JunMyeon, pero te advierto que no debes rechazar la oferta. —amenazo Jin—. Creo que no te das cuenta del impacto que ese libro tendría, tanto sobre el público como en tu carrera. Dios sabe que te permitiría escoger en el futuro los trabajos que te interesaran.

JunMyeon bajó la mirada. No podía aceptar la oferta, se dijo decidido, por muy atractivo que Jin se lo pusiera. No podía trabajar con Luhan después de lo que le había hecho a Yixing. Si Yixing lo necesitaba, sabría dónde encontrarlo, reflexionó. No podía tomar la iniciativa de ir a buscarlo cuando él había sido quien lo abandono.

Pero ¿y si Yixing se sentía humillado?, preguntó una voz en su interior. ¿Qué ocurriría si él se arrepintiera de haberlo abandonado, pero al mismo tiempo se sintiera demasiado avergonzado de su comportamiento como para dar el primer paso? Yixing tenía su orgullo, y el divorcio había sido muy amargo. Aunque lo cierto era que Yixing había hecho todo lo posible para hacerle pagar el pato. JunMyeon se había sentido muy herido y maltratado.

Y esa era otra razón más para no aceptar la oferta. ¿Es que acaso estaba dispuesto a exponerse de nuevo a ese tipo de abusos sentimentales?, se preguntó JunMyeon. Aunque, no iba a trabajar para Yixing, sino para Luhan. Ni siquiera estaba seguro de que fuera a verlo si la información de Jin era correcta. Por muy tentador que resultara imaginar una reconciliación con Yixing, tenía que pensar con la cabeza, no con el corazón.

Miró a Jin. Estaba esperando a que dijera algo, así que preguntó lo primero que se le vino a la cabeza.

—¿Por qué a Beijín? ¿Es que ya no vive en Pekín? —cuestiono JunMyeon recuperando la compostura.

—Según creo tiene casa en Beijín y en Pekín, tiene trabajos en ambos lados en china hay muchas ofertas en todos lados por su gran población. —contestó Jin de inmediato—. Ah, y también tiene una villa en el sur de Shanghái, pero como las películas se ruedan más en Pekín supongo que le resulta más conveniente vivir allí. Sin embargo, cuando tiene tiempo libre regresa a su mansión en Beijín.

JunMyeon no podía creerlo. Era difícil imaginar que se pudiera ser tan rico. Y para Luhan, seguramente, también sería difícil. Al menos al principio, pensó. Luhan había vivido los primeros quince años de su vida en un piso de los edificios hechos por el sistema protección oficial del gobierno comunista chino.

—Tendrás que investigar aquí primero. —comentó Jin como si JunMyeon hubiera aceptado la propuesta—. Sabes que su carrera tuvo un despegue aquí en Seúl hasta que demando a su agencia y regreso al gigante asiático. Pero su familia se quedó acá por un tiempo y ahora se han marchado de Seúl a Gwangju, por supuesto. Luhan fue muy generoso con ellos, pero espero que en Gambug, la zona donde vivieron aún quede alguien allí que lo conozca. Amigos, vecinos, etc.

—No sé cómo investigar sus antecedentes Jin, no nací para acosar Idols. —recalcó JunMyeon esperando que Jin olvidara el asunto o, mejor aún, soñando con que Luhan nunca hubiera hecho aquella propuesta, con que nunca hubiera encendido la chispa del ardiente deseo de volver a ver a Yixing.

Jin lo observaba detenidamente, y JunMyeon sintió que el calor de la excitación de sus propios pensamientos invadía sus mejillas.

—¿Significa eso que vas a aceptar el encargo JunMyeon? —preguntó Jin inclinándose sobre el asiento.

—No... no tengo ningún deseo de trabajar con Xiao Luhan. —insistió tenso.

Sin embargo, ambos sabían que no había rechazado la oferta aún.

JunMyeon volvió tarde a casa aquella noche. El apartamento, en el último piso de un viejo edificio en la Zona de Dobong-Gu, era su hogar y su refugio, su santuario desde el divorcio de Yixing. Con él había vivido en una bonita casa en Gwanak, pero después del divorcio JunMyeon no había podido mantenerla, y menos aún soportar sus tristes recuerdos.

Por esa razón se había mudado al barrio de Dobong-Gu y, con el correr de los años, había transformado su escaso espacio en un lugar luminoso y bello.

Byul salió a recibirlo al abrir la puerta. Se restregó contra sus piernas y le demostró cuánto lo había echado de menos. Pero no consiguió engañar a JunMyeon. Tenía hambre, y con aquel gesto sólo pretendía recordarle que era la hora de la cena. Por primera vez, desde que abandonó el despacho de Jin, JunMyeon sonrió.

—Vale, vale, no me he olvidado de ti. —dijo JunMyeon cerrando la puerta cargada con las bolsas del supermercado—. ¿Qué te parecería un plato de salmón y gambas? —Byul aulló llena de satisfacción—. Ya sé, ya sé, enseguida estará la cena chiquita.

La cocina olía a la fragancia de las plantas que JunMyeon se entretenía cultivando. Dejó las bolsas y miró los narcisos de colores de la ventana. El cielo estaba nublado, pero la casa permanecía inmutable a los vientos helados de marzo.

Después de servirle la comida a Byul llenó el hervidor de agua y lo puso a calentar. Cenaría más tarde, pero se merecía un buen té, pensó JunMyeon. Mientras guardaba la compra trató de no pensar en la propuesta de Luhan. Aquél era su hogar, y no quería aguarlo con tristes recuerdos sobre su exmarido. En casa se sentía seguro, a salvo, lejos de la desgracia y de la miseria que le había causado su amor por Yixing.

Una vez hecho el té respiró hondo y se encaminó hacia el despacho. Entre sus paredes, cubiertas de libros, estaba la mesa, desordenada y llena de papeles, y el ordenador. Aquel era un lugar reconfortantemente familiar.

JunMyeon dio un sorbo de té y se apoyó sobre el viejo sillón con resignación. Había pensado revisar la correspondencia, pero aún tenía papeles dispersos con notas sobre el último manuscrito. Esa era la razón por la que había ido a ver a Jin, para conocer su opinión sobre el manuscrito de la biografía de Lee Minho, un navegante que a sus setenta y tres años había dado la vuelta al mundo en solitario.

Pero el entusiasmo de Jin había quedado eclipsado por la conversación sobre Luhan y JunMyeon se preguntaba si Yixing sabría a qué se dedicaba él. Cuando Yixing lo abandonó JunMyeon aún trabajaba en la revista, y no tenía muchas perspectivas de mejorar. Quizá, si no se hubiera marchado, no habría tenido agallas para escribir un libro, pensó JunMyeon. Yixing siempre se había burlado de los artículos de cotilleo que escribía para la prensa. 

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7v7 jaja espero les guste. 

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