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Capítulo 35

El timbre suena y me levanto con pereza hasta llegar a la puerta y abrirla con suma lentitud, casi como si me esperara lo que vendría a continuación.
—Jane. —Oigo la voz de Matthew resonar en mis oídos, está totalmente serio y eso me provoca fruncir el ceño.
—Matthew. —Digo, con incredulidad y algo de sorpresa.
—Los últimos días que no hemos hablado he pensado mucho en lo que me dijiste. —Frunzo el ceño y pestañeo varias veces.

Entre cierro los ojos sin enterarme de nada de lo que está hablando.
—¿De lo que te dije...? —Dejo la frase en el aire, tratando de sonsacarle.
—Sí. —Responde sin más y hace varios gestos con las manos que no soy capaz de comprender.
—Pero será mejor que lo hablemos dentro. —Muerdo mi labio inferior y me hago a un lado, dejando que pase.
Un instinto dentro de mi me dice que está a punto de suceder algo malo, realmente malo.

—Matthew, no entiendo nada de lo que está pasando. —Confieso.
Se sienta en mi sofá y sonríe. Une ambas manos entre sus piernas y después me mira.
—Necesito que me expliques un poco mejor porqué quieres asesinar a Drew. —Siento como el corazón se me para y el aire se atranca de golpe en mi garganta.
—¿Perdón? —Mi timbre suena diferente, asustado y sorprendido. —¿De qué hablas?
¿Cómo narices sabe Matthew lo del plan?
Piensa, Jane. Piensa.

—Me lo confesaste en la última fiesta a la que fuimos y por lo que veo, te salvé de decírselo a tu víctima. —Sus palabras son como dagas inyectadas en el peor de los venenos. Está lleno de rencor y los puntos se van uniendo en mi mente.
No sé que decir, no sé como salir de esta y no logro recordar nada.
—Matthew... —Susurro.
—¡Te salvé, Jane! y me lo pagaste dejándome con un cobarde mensaje. —Ladra. La desesperación y el rencor se apoderan de su semblante.

Creí que era un buen chico, me equivoqué.
—¿Qué quieres de mí...? —Articulo despacio.
Una sonrisa arrogante se asoma en él.
—Ya lo veremos. —Pasa por mi lado y me mira de arriba a abajo antes de abrir la puerta y marcharse con un dramático portazo.
Suspiro y el aire vuelve a llenar mis pulmones.
Pero hay algo que el rubio ignora.
Soy Jane, lo que significa que siempre me meto en líos.
Lo que significa que siempre tengo un plan B.

Cancelo todos mis planes alegando "visita familiar" pero Becca conoce mis verdaderos motivos.
Comienza el plan "hacer desaparecer a un imbécil molesto".
La próxima vez el nombre que lo escoja Becca, Jane.
La primera parada del recorrido es la casa de Jacob Martin, un antiguo compañero y hacker.
Tamborileo mis dedos contra su puerta y espero pacientemente a que abra.
—¿Jane Master? —Lleva unas gafas negras y una camiseta del mismo color. No sonrío.
—Necesito que hagas un trabajo para mí. Sin preguntas, sin comentarios.

Asiente y su gesto se vuelve serio antes de que me deje entrar en su casa.
Tiene una decoración de lo más normal, nada comparado a las películas.
—Tú mandas. —Se sienta en la silla frente al ordenador y truena sus dedos.
Sonrío de lado antes de comenzar.
El tiempo pasa y Jacob teclea rápido, me da un vistazo de vez en cuando y vuelve a la carga.
—Está hecho. Matthew Robert es ahora parte de "Empresas Dubai". 

Es increíble lo que un chico talentoso es capaz de hacer con un ordenador y una idea.
—¿Puedo saber como lo has...? —Ladea una sonrisa y niega.
—Sin preguntas ni comentarios. También iba para mí. —Asiento.
Saco dinero del bolsillo y lo dejo sobre su mesa antes de girarme sobre mis talones y abandonar la casa.
La segunda parada llega de camino. Entro en una tienda de electrónica y compro el aparato que necesito para el plan.

Regreso a casa, tomo mi teléfono y oculto el número dando a un par de botones, aclaro mi garganta y tecleo el número de mi objetivo.
Pongo el convertidor de voz delante del teléfono y lo activo.
Cuando la voz del rubio suena del otro lado, sonrío malévola.
—Buenos días, llamo desde Empresas Dubai, ¿Es el Señor Matthew Robert? —Mi voz suena totalmente diferente, como si otra persona estuviera hablando.
La tecnología es magia.

Buenos días, si soy yo. Envié mi currículum hace algún tiempo y esperaba por recibir respuesta todavía. —Vuelvo a sonreír. Se lo ha tragado.
—Su currículum nos ha impresionado, necesitamos que firme el contrato lo más antes posible.
Será todo un placer. Estaré allí en un par de días. —Suena decidido.
—No, lo siento. Tiene que estar aquí mañana como muy tarde. Tenemos muchas personas interesadas en el puesto y aunque no nos gustaría, podemos encontrarle un reemplazo. —El ultimátum nunca falla.

Está bien. Cogeré el primer avión que salga. —Punto para mí.
—Muy bien, buenos días y bienvenido a Empresas Dubai.
—Cuelgo la llamada y respiro hondo antes de lanzar una carcajada.
No he necesitado más que añadir su nombre a la lista de "nuevos contratos" del jefe de personal, cambiar su nombre por el de otra persona y comprar un convertidor para hacer la llamada.
Oh, Matthew. Nunca juegues con una Master.

La última parte del plan es la más simple de todas; asegurarme de que Drew está lejos de Matthew hasta que éste deje la ciudad.
Y para ello sólo necesito mover mi trasero hasta su casa y quedarme junto a él.
Marco el número de la pelinegra y me llevo el móvil a la oreja.
¿Todo bien? ¿necesitas algo?
—Todo perfecto. La última parte es la más sencilla y voy camino de terminar pero si que necesito algo.

Dispara, bomboncito.
—Necesito que me cubras con Tom y Moira. Hoy había quedado con ellos por la tarde. A Tom Dile que tenía una urgencia familiar y con Moira haz lo que quieras.
—Siento como sonríe con picardía.
A Moira le haré todo lo que se me ocurra... 
Llego a casa del castaño y apreto mi dedo contra el timbre.
Sus ojos son lo primero que veo cuando la puerta se abre y la sonrisa brota en mis labios con fuerza.

—Hola, Stype. —Me abro paso a su lado para adentrarme en su hogar. Su mano se encierra en mi antebrazo y me detiene.
—No me has saludado. —Me recuerda, sonríe pícaro y tira de mí hasta que estamos casi pegados.
Mi respiración se convierte en irregular y trato de respirar hondo aunque el oxígeno está atorado en mi cuerpo.
Cuando estoy lo suficiente cerca, decido jugar un poco y desvío mi boca para depositar un beso en su mejilla en lugar de sus labios.

Veo como mira hacia el lado y niega con una pequeña risa.
Las marcas de su rostro van desapareciendo y espero que los recuerdos de aquella noche también se vayan desvaneciendo de nuestras memorias.
Bosteza y se sienta en el sofá.
Eso me hace dar cuenta de como siempre, de una manera u otra, acabamos sentados en un sofá.
Vuelve a bostezar cual gato y me río.
—¿Qué te pasa, gatito? —Se recuesta en mi brazo y refriega su cabeza con mi cuerpo como suele hacer Tobi.

Es la imagen más patética, asquerosa, desagradable y adorable que mis ojos han tenido la desdicha y la fortuna de contemplar.
—A veces me gustaría entrar en tu cabeza y entender lo que pasa por ella. —Confiesa, mirándome desde su posición. 
Sus ojos están más abiertos de lo normal y suspiro.
—Si estuvieras en mi cabeza sólo por un segundo, te volverías loco. —Digo, estando segura de mis palabras pero sabiendo que no debería decirlas.

—No te diré que tú estás muy cuerda porque sería una vil mentira. —Bromea. Le doy un capón en la cabeza y lo confirmo; está hueco.
—Confirmado; estás hueco. —Suelto, dejando salir una risa.
—Y dormido. —Ruedo los ojos.
—Pareces un gato. —Me mira alzando una ceja, sin captar nada.
—¿Soy un gato o un hueco? no me líes con mi especie que me pierdo. —Largo una risa estúpida.
—Eres un gato hueco, una especie en extinción por completo.

—Tú si que eres una especie en extinción. —Bufa. Vuelvo a carcajear y resoplo.
—Drew no te me duermas que me aburro. —Pido, cruzándome de brazos.
—Déjame dormir. —Sisa, acoplándose más a mi brazo.
Me levanto de un salto y eso hace que su cuerpo se estrelle contra el sofá y gruña.
Sonrío, de puntillas doy los pasos necesarios hasta llegar a su equipo de música, subir el volumen a tope y encenderlo de golpe, creando un estruendo atronador que resuena en toda la casa.

El castaño se levanta de un salto y da un grito alarmante.
—¿¡Es qué tú no tienes corazón?! —Niego, mordiendo mi labio y negando además con el dedo índice.
Camino hasta estar a los pies del sofá e inclinarme hacia adelante.
Hago un puño con mi mano y la tela de su camisa y le obligo a levantarse.
—Mujer, ten piedad. —Ruega. No digo ni una sola palabra si no que me mantengo mordiendo mi labio y arrastrándole al centro del salón.

No sé que estoy haciendo, tan sólo me apetece jugar.
—¿Qué haces? —Susurra. La música inunda mis conductos auditivos y hace que la casa entera tiemble como si de un terremoto se tratara.
Le suelto y nos miramos durante algunos segundos.
Mi mano se mueve despacio hacia adelante y mis ojos recaen hasta ella. 
Su mano imita la acción y las unimos. Las vamos subiendo despacio y nuestras pupilas las persiguen con insistencia.

Acaban a la altura de mi cuello y paso mis ojos de ellas hasta los del castaño.
Decidimos no decir nada dejar que las acciones nos retraten.
Hace que mi mano suba por encima de mi cabeza y me obligue por tanto a dar una vuelta sobre mi misma.
No sé que canción está sonando pero definitivamente es como si ninguna lo hiciera.
Bajo mis pies todo tiembla y en mi cuerpo no hay nada que se encuentre quieto pero lo de mi anatomía no se encuentra provocado por la música alta que entra en mis oídos.

El "silencio" reina. Sólo se ve interrumpido por las voces que parecen lejanas.
Vuelvo a mirarle y sonríe despacio, tímido y cargado de algo que no sé expresar.
—Creo que se me ha quitado el sueño. —Suelta de repente y una carcajada se escapa desde el fondo de mi garganta.
—No pensaba dejarte dormir de todas formas. —Admito.
—¿Por qué?
—Porque estoy aburrida. Acabo de decírtelo.

Bufa y resopla.
—No sé como sentirme con respecto a eso. —Vuelvo a reír y sé que oculta tanto como puede la sonrisa que desea asomar.
—Sientete afortunado. Eres mi juguete favorito. —Bromeo de nuevo.
—Esta noche tendré un severo trastorno de identidad. He sido un gato, un hueco y un juguete en menos de dos horas. —Muerdo el interior de mi mejilla y niego rápido.
La tarde sigue transcurriendo y casi me quedo dormida un par de veces. El cansancio es contagioso al parecer.

La noche cae y estoy casi segura de que Matthew ya se encuentra lejos de nosotros.
—¿Qué haces mañana? —Bosteza y se apoya en el marco de la puerta.
—No tengo ni idea. Supongo que iré a donde la vida me lleve.
—Me encojo de hombros.
—Espero que la vida no te lleve muy lejos. —Bromea. O no, no estoy segura.
—Puedes acompañarme a donde sea que vaya. Es un camino largo, eso seguro. —Sonríe.
—Nuestras conversaciones nunca tienen sentido. —Tiro un poco de las comisuras de mis labios.

—Tú y yo no tenemos sentido. —Lo que pasa no tiene sentido, lo que hacemos no tiene sentido. no tienes sentido.
—¿Por qué será que tengo la sensación de que las horas pasan demasiado deprisa cuando estamos juntos? —Chasqueo la lengua y cabilo.
—Porque tu vida es muy aburrida y soy el kétchup de tus patatas fritas. —Lo que continúa son un montón de carcajadas que no provienen de mi.

Vale, lo he captado. Igual mi comparación ha sido un poco épica.
—Buenas noches, Drew. —Me despido pero parece que al hacerlo mi cerebro olvida que él nunca es normal. Que su instinto sobre protector prevalece por encima de todas las cosas.
Da un paso hacia adelante y cierra la puerta tras sí mismo.
—Muévete, Jane. No tengo todo el día. —Sonrío de lado.

Acabamos llegando a mi casa bastante rápido, me despido certeramente esta vez y cierro la puerta.
Me apoyo en la madera y tomo aire profundamente.
Telefoneo a Moira y espero que responda.
—Menudo día. —Lloriqueo.
¿Qué ha pasado? —Bufo.
—Te lo cuento luego, ahora estoy muy cansada. —Oigo como resopla.
Me ilusiones para luego dejarme con la intriga. Odio cuando la gente hace eso. —Río a medias.

—Sólo llámame en una hora y seré tuya toda la noche. —Vaticino con promesa incluida.
Me despido de mi amiga y tomo a Tobi entre mis brazos para dejarme caer al suelo y acurrucarlo en mi pecho.
La noche pasa y ni siquiera tengo el hambre suficiente para levantarme e ir a la cocina.
El teléfono suena y me sorprendo de lo rápido que han pasado las horas.
Es hora del cotilleo.

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