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FINAL

Desperté tres días después con la noticia que estuve legalmente muerto por 65 segundos, fui llorado por ese lapso de tiempo. Recuerdo que lo hice aletargado y confundido por no saber que había sucedido. Recibí un informe sobre mi salud y otro sobre como llegué a ese estado, uno que no recordaba. Lo último que tengo claro en mi cabeza, era a Bella me cubriéndome y Jules haciendo preguntas sobre mi salud.

En cuanto a él, estaba en problemas no tan graves para ir a prisión, no obstante, lo suficientes para que mi padre desistiera de ayudarle. Los Frederick salieron al paso brindándole no solo el apoyo legal, un empleo, sino una beca de estudios. Todo porque se enteraron que el golpe recibido fue por no querer llamar a Isabella.

Ethan admitió eso, también entró al hospital para llevarse a Bella, pues su madre le alertó que la policía estaba en su apartamento. En su perturbada mente ella era el único camino para salir de todos los problemas, no solo los económicos sino los sentimentales.

Matarme a mí era simple, yo era el causante que Isabella no se acercara a él. Gadien Doyle impedía que Isabella se acercara a él, porque según su lógica yo era peligroso.

Perturbador y bastante estúpido ese razonamiento. El tipo se creía en realidad la historia que ella le amaba y se basaba en lo que escuchó esa noche decirme. Todo ello me lleva a la conclusión que no conoció a Isabella muy bien o que ella había madurado con los golpes.

Ambas cosas eran posibles. Abrazado a Isabella realizo los ejercicios que me han dejado, mejor que ayer y mañana será aún más rápidos. Aun no hemos hablado de lo que sería nuestra vida juntos o en donde vamos a vivir. Nos hemos centrado en mi recuperación y ella se ha negado a retomar su trabajo.

—¿Quién cuida a Galilea mientras viajas? —pregunta tomando mi mano que se alza en el aire y entrelaza sus dedos ayudándome a realizar el ejercicio mas rápido.

—Una guardería—respondo esperando que se burle de mí, pero no es así.

—¿La cuidan bien? —que esa sea su respuesta me hace sonreír.

—Tanto que no quieren entregármela, es bastante dócil con las chicas de la veterinaria —pienso que es para recibir ración de más, es mas astuta de lo que se cree. —¿Dónde quieres vivir? —logro preguntar y la escucho suspirar lentamente.

—Eso no debería ser un tema de conversación, se supone que es en Edimburgo —niego se apresura a decir —en cualquier otro lugar me sentiré mal.

—Allí también, sin contar con las restricciones —le recuerdo y de pronto se viene a mi mente una idea — A no ser que...—alza el rostro hacia mi y me mira expectante. —solo debemos hacerlo si estamos casados...

Asiente sonriente y me lanza una mirada cómplice. Estoy aprovechándome de vacíos en las leyes de la familia, además que ella merece salir de su casa casada. No obstante, no se me ocurre otra cosa por hacer.

—Nos casaremos cuando te aburras de vivir lejos de casa...

—Cuando te canses de ser libre — corrijo —no te equivoques, me casaría contigo ahora mismo y viviría aquí sin problemas —le explico y me observa atenta —pero no serias feliz, porque pensarías que sufro por estar lejos de casa. Siempre lo he estado desde hace ocho años.

El ruido de la puerta abrirse me alerta y encontramos a Gino, la persona responsable que hoy pueda contar mi historia. Cierra la puerta tras él y se hace a un lado cuando Isabella se incorpora.

—Los dejaré solos, ustedes tienen mucho de que hablar —nos dice y mira a Gino antes de salir —Se que no lo hiciste por mí, aun así ... Gracias.

—Tienes razón... no lo hice por ti —confiesa con rostro neutral —pero me ayudaste a salir de mi letargo al verte llorar. —estira una mano en su dirección y la veo mirarla con recelo —no te pido ser amigos, tu hermano es la interferencia entre ello... lamento mucho todo que causé.

Me encuentro conteniendo la respiración al notar como la mano de Gino se mantiene suspendida en espera de ser estrechada. Parece que pasa una eternidad cuando Isabella apoya la suya encima de la de él. Nos pide a ambos disculpas algo que muy pocas veces tienes el honor de escuchar.

—¿Recuerdas cuando Veky dañó la ciudad en miniatura? —afirmo sin entender y él toma una silla que le pide a Isabella usar, mientras el se queda en pie. —Dijiste que tenías a alguien... una vez me enteré de tus sentimientos por Rose, lo recordé. Me dijiste "Me darás una excusa para ver a alguien allí". Tu fuiste por la abuela de Rose, pero ella no pudo y por eso mandó a Rose....

—¿A que viene todo esto? —pregunto confundido.

—Era notorio por lo menos para mí, que no estabas interesado en Isabella. Lo descubrí el día que se desmayó por no comer. De estar enamorado o interesado hubieras notado algo tan sencillo—guardo silencio y lo veo negar melancólico —llevaste a alguien solo para hacerme sentir bien y calmar a los ancianos, eso me hizo sentir infeliz. Cometí la estupidez de decirle a Rose mis sospechas y la desfachatez de preguntarle ¿Estarías dispuesta casarte con él si nos divorciamos?

—¡Que estúpido! Por eso ella estaba cabreada conmigo todo el tiempo —sonrió a Isabella y la veo bufar al mirar a Gino —¿Por qué hizo algo asi?

—Porque la conocí primero. Bella tiene razón decirlo fue estúpido.

En el fondo era consciente que Rose se sentiría atraída por él y Gino de ella. Ese podría ser el motivo por el cual en toda ocasión le hablé mal de él, la mejor manera que ella estuviera predispuesta en todo momento. Mi subconsciente lo sabía, Rose y Gino estaban hechos el uno para el otro.

—Yo fui el medio para unirlos —logro decir cuando he encontrado las palabras correctas —igual que lo fue Riley, Aarav y Gregory Bradford con Isabella y conmigo... su broma nos unió. —finalizo.

Siguió teniendo dudas conforme los días pasaron y el sentimiento de culpa porque estaba en problemas con los ancianos por la novia falsa. Eso y el mal embarazo de Rose, creó una brecha entre ambos, pero amaba a su esposa y no estaba dispuesto a perderla.

—Me pidió el divorcio justo el día en que supe lo esa chica...

—No me has dicho quien lo dijo —recuerdo.

—Tu asistente, en ese punto creí cometió una indiscreción. Ahora se todo fue planeado. Me exalté contigo, dije e hice cosas de las cuales hoy estoy profundamente arrepentido. No tenia idea que mi matrimonio estuviera tan mal y ese día lo supe.

—Usted fue el único causante, de dejar ese vicio de meter las narices en todos lados, ella no se hubiera sentido insegura.

—No conociste al Gadien real... "Se casan por... Hijos que pueden tener por vientre de alquiler, un hogar en el que nunca estarán porque siempre habrá trabajo y si no tienen la fiera en casa les hará inventárselo, sexo monótono con la misma fémina." —sonrío al recordar mi repertorio y veo a Isabella quien lo mira curiosa.

—¡Calumnias!

—"El matrimonio es una maravillosa institución, pero respóndanme ¿Quién de ustedes desea volver a la época escolar? La única institución que amo e instauro en mi vida es la soltería" esta es muy, muy de él.

—¿En serio decía eso? ¿En que diablos pensaba? —pero mi defensa es débil producto de mi risa al descubrir que el custodio entró con su mejor repertorio.

"Solo considero ex con quien estuve más de doce meses de relación, el resto solo fue desvió de conducta."

La ceja de Isabella se arquea cada que escucha algo y acaba riendo divertida, gesto que es mirado por Gino con intriga.

—Me superaste, yo no era tan renuente al matrimonio —explica —Solo a otra relación toxica.

Luego de saber por todo lo que pasó con Ethan puedo entenderla. Es poco probable que ella y Gino se lleven bien, pero me alivia saber que han logrado limar asperezas. Los miro a uno y a otro un instante, ambos sonríen cada uno de manera distinta. Hay en ambas varias facetas del amor, la familia y la pareja, quien tiene ambas tiene un tesoro y es poderoso.

—No te quería en un matrimonio forzado, por eso me acerqué a ella deseaba encontrar la verdad y no porque me pareciera atractiva, aunque lo seas, pero no como mi mujer —lo dice con tanto orgullo que no puedo mas que sonreír

—Lejos de ofenderme me alivia —manifiesta indiferente —Gadien y yo hemos decidido no casarnos...

—No es mi problema —se apresura a decir levantándose y me señala antes de avanzar a la salida —has dejado de ser mi problema y te conviertes en el de Gregory... veré si a él le causa gracia que no te cases con su hermana...

Cincuenta días después ...

—¿Me recuerdas el motivo de la celebración? —pregunto una vez mas y el auto se detiene en la glorieta.

—Por tu feliz regreso a los vivos y nuestro viaje a Londres —responde, que le halla adaptado esto ultimo me hace verla y sus ojos brillan felices —creo que es más mi ida a Londres...

—Por...

—Ellos asocian mi ida con nuestro matrimonio —explica y ambos sonreímos —¡Son tan inocentes!

Sin contener la risa salimos al ante jardín, en donde un chico me retira las llaves del auto y me obsequia una rosa blanca, a Isabella una amarilla. Ese gesto no deja de rememorarme el 31 de octubre, fecha en que conocí a mi compañera de travesuras.

—Te la daría, pero las blancas significan pureza... pero yo te quiero bien diabla. —mi comentario lejos de enojarla le hace reír.

Hacen falta más rosas para ser un ramo, pienso entrando a la mansión y buscando en mi repertorio hipócrita mi mejor sonrisa.

¿Motivo? Emma Frederick estaba de vuelta, con más veneno que nunca pues fue rebajada al puesto de asistente de su hermano. ¿Con quién se desquitará?

Exacto. Con mi mujer, pero esta vez y las que seguirían no se lo iba a permitir. Con esa convicción entré al salón y observé a los invitados. Reconocí algunos de eventos anteriores, a los gemelos D'angelo por la prensa, a los Bradford.

¿Debo decirlo?

—Mis niños ¡Aquí están! —la voz de la señora Fiorella y nos hace buscarla, camina a pasos rápidos hacia nosotros sonriente —¿Qué tal estas? ¿Estas yendo a tus controles?

—Si. La historia clínica ya reposa en Londres, —la calmo y suspira dejando un beso en mi mejilla y tomando las de su hija segundos después.

El dedo índice y pulgar de mi mano no puedo moverlo, es quizás el recuerdo que me ha dejado el paso de Ethan Job por mi vida. Los Frederick acostumbran a no nombrar a sus enemigos o problemas, gesto que me alegra en gran medida y que adopté sin problemas.

De ese infeliz solo sé que el juicio ha iniciado por la muerte de los Esteva Abad, tanto él como su madre están siendo señalados de asesinato. Ethan debe lidiar además con los dos intentos de asesinatos en mi contra, el primero por envenenamiento y el segundo por su incursión en el hospital.

Jules, espera ser exonerado de todo para empezar a trabajar con la multinacional. Benjamín y Enrique, continúan en la ciudad ambos han colaborado con las autoridades y en unos días viajan a Miami lugar donde se filmará una película que iba a protagonizar su hermano, pero que por los problemas legales no fue posible.

Isabella se aleja de mi y avanza a saludar a sus tíos, mientras yo observo al trio que se acerca a mí con una sonrisa en sus labios. No puedo negar que le debo todo lo que me ha pasado (bueno o malo) a esos tres y que lejos de odiarlos, el sentimiento que crece hacia ellos es de gratitud.

—¡Doyle! —saludan al unísono e inclino la cabeza.

—Riley, Aarav, Gregory —saludo a cada uno —¿Debo preocuparme? La última vez que los tuve cerca, su prima me cayó encima.

—¿Lo lamentas? —pregunta el menor de todos.

Aquel que abrió las rejas de su hacienda en aquella ocasión y con ese gesto me permitió entrar no solo a sus terrenos, derrumbo mis miedos y me hizo creer en ese juntos por siempre del que tanto me burlé. El busco entre la multitud y me encuentro que ella hace lo mismo, sonríe alzando la copa que sostiene en sus manos mientras me lanza besos desde el lugar en el que esta.

—¡Jamás! —respondo con vehemencia, ante la certeza que ella ha sido el mejor de los accidentes.

—Estamos perdonados... —mi respuesta es sonreír a los tres.

Porque estoy lejos de haber olvidado y un Doyle no olvida una afrenta.

¿Qué le diré a nuestros hijos? Su madre me cayó del cielo, derrumbando en ese gesto los muros impuestos dentro de mi corazón.

Isabella

—Me has estado huyendo —la voz de mi hermana me hace alejar la mirada de Gadien y bajar la copa—¿Miedo a darme la cara?

Niego sin entender a que se refiere, entre el trabajo y acompañar a Gadien a sus terapias se me va el día. Las noches son nuestras, la privacidad del penhouse nos ha permitido madurar nuestra relación y confirmar lo que ya sabíamos.

Nos amábamos.

—No veo por qué deba tenerlo ¿Qué se supone hice?

—¿Te atreves a preguntarlo?

Si. Le dice mi mirada confundida y niega apretando los labios que se convierten en una fina línea. No estoy dispuesta a que me dañe el día por lo que me alejo de ella hacia el jardín. Lo único que quería era calmarme un poco y que Gadien no se diera cuenta lo que sucedía.

—No me perdonas que intimara con tu novio.

Sostengo con fuerza la copa a tal punto, creo que va a romperse en mis manos y no me importa. La enfrento descubriendo estamos solas y eso me alivia un poco, no deseo que mis padres estén por enésima vez en medio de nuestras discusiones.

—Gadien nunca se fijaría en ti —respondo con la seguridad que me da saberlo y su sonrisa se amplía tipo ¿En verdad lo crees?

—¿En serio? Yo no estaría tan segura... verás —dice dejando la copa en la mesa mas cercana, empuña su mano y saca el dedo índice que mueve de manera despreocupada —fue en esta casa precisamente, justo el día de mi compromiso, entré a mi habitación y me siguió... no te preocupes no suelo devolver el favor.

Tomo de un solo trago la bebida y sostengo la mirada. Emma acaba de hacer lo impensable, caer aun mas bajo en su afán de desquitarse por algo (que para variar), no tengo nada que ver. Se exactamente él porque del castigo, como también que fue obligada a casarse, los detalles de cómo entró al lavado cuando en este solo estaba Gadien. Fingió no saber que el estaba y al darse cuenta de lo comprometedor Gadien quiso salir, pero ella se lo impidió.

—Todavía te preguntas ¿Por qué te va mal en las relaciones? Nunca te has respetado Emma y los hombres suelen darse cuenta de ello. Quien te acepte así lo hará solo porque desea usarte y votarte, un verdadero hombre no le gusta lo fácil —finalizo.

He tenido suficiente de sus tonterías, no permitiré que su veneno me dañe. No soy la culpable de sus actos, ella llevó a mis padres a este acto desesperado, me repite mi cabeza una y otra vez. Camino al interior de la casa, pero su risa y voz me detienen, una fuerza desconocida me impide dar un paso al escuchar lo que sale de sus labios.

—No eres la mejor en darme lecciones de moral, te recuerdo. Has estado por lo menos en dos ocasiones en una delegación y una de ellas eras culpable. —empieza y cierro los ojos con fuerza intentando hacer caso omiso de sus palabras —yo ninguna, pero eso ya lo sabes. ¿Cuántos amantes has tenido? No lo digas, tampoco es para humillarte.... Alexis puede decir a boca llena que mi cuerpo no lo conoce mas que él, pero y ¿Él?

—Llegaste virgen al matrimonio por dos motivos, el primero: Ethan no quiso tocarte y el segundo porque Alexis es mejor ser humano de lo que eres tú —respondo.

—El resumen Isabella de todo esto, es uno solo... no lograras mantener la fachada de chica buena y él acabara dándose cuenta del error que cometió. —siento una mano en mi cintura y al alzar el rostro observo a Gadien quien me sonríe.

—Aquí quien cometió un error fue su esposo. Es claro no será una mujer de hogar tanto asi que mis hijos no les permitiré estar cerca a usted. Por la mala imagen que usted proyecta —sin decir nada mas me hace alejar de ella y de todos caminando por el jardín de rosas blancas.

Por varios minutos no soy capaz de decir nada, el nudo en mi garganta me lo impide. Estoy acostumbrada al comportamiento explosivo de mi hermana, no tengo idea porque en esta ocasión me afecta al punto de hacerme llorar. Gadien va recogiendo varias rosas a nuestro paso, al tener un grupo de ellas me hace detener y verle.

—¿Sabías que no toda oruga se convierte en mariposa? Algunas de ellas lo hacen en polilla. Las mariposas son diurnas y las polillas nocturnas —dice limpiando mis lagrimas mientras observa en dirección donde hemos dejado a Emma —no te sientas culpable porque a ti te crecieran alas, mientras ella se sigue arrastrando. Que hayan crecido juntas, no significa de ninguna manera que a ambas les saldrían alas. Ese tiempo en la oscuridad y dentro de ese capullo logró hacer de ti lo que eres hoy día...siéntete orgullosa de ello.

Si creí no podría amarlo más estaba muy equivocada. Gadien contaba con el poder de hacerme sentir plena y feliz, sea con una frase, un abrazo o hasta una sonrisa.

—Te amo —confieso con toda la alegría que ese sentimiento causa en mí y sabedora que soy correspondida. Susurra un yo también terminado de secar mi llanto —¿Cuándo le diremos que no vamos a casarnos?

—Después... dejémosle creer que nos han domado. —deja el ramo en mis manos y arropa mis manos segundos después con la suya—. Sin importar quien nos case o si nos casen alguna vez... yo Gadien Doyle MacGregor prometo serte fiel y protegerte... hasta de ti misma. Porque no supe el sentido de la palabra amar hasta que te conocí, nunca me vi casado o viviendo con una sola mujer y hoy no consigo la idea de estar solo. Cambiaste mi manera de vivir, convertiste mis días de rumba y muchas chicas, en pensamientos lascivos solo contigo de protagonista.

Mi corazón se acelera al escucharlo hablar de esa manera, aun mas al saber que solo yo he despertado ese sentimiento. Fue tan solo ayer en que le rogaba en esa cancha de golf, odiándonos uno al otro.

—Nunca creí que el odio se convirtiera en amor o que dos personas tan idénticas podrían llevarse tan bien hasta que te conocí —le digo —eres mi norte y ser tu esposa será la mayor de las aventuras... estoy realmente feliz de haberte caído encima y equivocarme en esa fiesta... te amo mi vida...

—¿Para mi es suficiente y para usted? —la voz de mi padre nos hace girar a ambos y lo vemos al lado de...

Un obispo...

—Tengo los anillos, los padrinos y —mira el reloj y luego a nosotros con una sonrisa en sus labios —su familia está por entrar en este instante —estira un documento hacia Gadien quien lo lee tan aletargado como yo y alza la vista al terminar —¡Firma! No bromeo muchacho.

—¿Qué es todo esto?

—Tu boda cielo... en dos horas estarán casados y harás a un hombre muy feliz... ¡A mí! —da media vuelta impartiendo ordenes mientras el tío Alex se queja.

—Si estas aburrido de la niña, me la llevo con gusto a Piamonte y ese ni siquiera es un vestido adecuado Frederick....

—Es lo primero que saldrá volando esta noche Alessandro y no te metas en mis asuntos... mi nieto nacerá en el sagrado vinculo matrimonial, porque pueda que no sea un ser celestial, pero tengo principios.

—¿Nieto? —no alcanzo a comprender una cuando me golpean con otra —¿Casarme?

—¿Hijos? —pregunta Gadien seguido de mí y la respuesta la brinda mi madre.

—¿Se cuidaron cuando se escaparon, cuando te la robaste? —le recuerda a Gadien y ambos negamos en silencio sin decir nada, segundos después nuestros rostros se posan en mi vientre.

—¡Felicidades! Gregory Doyle Frederick viene en camino —mi hermano mayor sonríe y el mundo a mi alrededor empieza a moverse ¿O yo caer?

(...)

Alguien debería explicarme si lo tuve nueve meses en mi vientre, soporté mareos y dolores de parto, mi hijo es el vivo retrato de mi padre. Es tan injusto que acabo lanzando mis pensamientos en voz alta y mi padre mira a Gadien antes de hablar.

—Te advertí que se daría cuenta, pero insististe en que no —la risa de Gadien se escucha fuerte y mi madre alza en brazos a mi hijo.

Nuestra boda fue tan o mas loca que el compromiso, no hubo necesidad de muchos invitados nuestras familias llenaron los dos salones. Como solía ocurrir los cinco Doyle llamaron la atención al gastarse bromas, siendo Gadien el blanco de ellas en esta ocasión.

Siendo sinceros la única forma de casarnos tan rápido era de esa manera. Ambos estuvimos de acuerdo tiempo después en que si nos hubieran dejado a nosotros, nos casaríamos cuando Gregory tuviera cinco años y nos llevaran los anillo. ¿En dónde di a luz? En Edimburgo ¿Dónde vivíamos? Repartíamos nuestra vida, entre Edimburgo, Londres y América.

Mis padres llegaron a Edimburgo con motivo del nacimiento de nuestro hijo, mis hermanos arribarían en unos días para el bautizo. Emma y Alexis pidieron disculpas por no asistir algo que agradecí. Gino no opuso resistencia con el nombre al insistir en que eso era privado, aunque insinuó en ser los padrinos él y su esposa.

Acepté. Mi madre me aconsejó era la mejor manera de calmar a Rose en caso que siguiera desconfiando, no parecía. A la vida de ambos había llegado su segundo hijo a quien llamaron Giro, en honor a las iniciales de su nombre. Su matrimonio pasaba uno de los mejores momentos, Gadien y yo nos asegurábamos estar lejos de ellos.

Por si las dudas...

—Es la primera vez que algo asi ocurre —comenta el señor Gael acercándose a mi madre quien sostiene en brazos a nuestro hijo —por lo menos tiene tus pies.

Gadien tiene los pies delgados y largos, el dedo pulgar separado en comparación de los demás, algo con el que nuestro hijo salió. Tan rubio como papá y Gadien, pero con el mismo tono esmeralda de los ojos que solo Jason Frederick tiene. Mis hermanos, aunque verdes también, los tienen más claros, pero nuestro hijo...

Es su primer nieto varón, de los muchos que seguirán, nunca he visto a mi padre tan feliz al abrazar a mi madre como en ese instante y mirar a su nieto con orgullo.

Atrás habían quedado los días grises, nuestros planes de vengarnos porque nos consideraban irresponsables. Recuerdo que pensé no era una venganza como tal. El término "venganza" era demasiado fuerte, ni aun si es dulce, pienso ahora al sostener la mano que Gadien me brinda y apoyar mi cabeza en su pecho.

La única satisfacción que tengo en este instante es de tener a todos vivos y frente a mí. Por más días como ese, pienso al ver ambas familias tan juntas y gastándose bromas.

—¿Creíste alguna vez que esto pasaría? —susurra Gadien a mi oído al ver como nuestro hijo pasa de mano en mano.

—¿Qué caerías rendido a mis pies como la diosa que soy? —pregunto y le veo a los ojos para notar su reacción.

—Cada quien es feliz con la mentira que mas le convenga dijo una astuta mujer cierta vez...

Se preguntarán ¿Qué decía el documento que Gadien le firmó a papá? La lista de defectos de esta servidora, aquellas que prometió hacer y que aseguró si Gadien aun asi se casaba conmigo le haría un altar.

Lo que mi padre no sabía es que prendí mucho de ellos en todo este tiempo.

No se trata de ser perfectos o esperar perfección. Es la promesa de vivir juntos, dar lo mejor de ti para ser feliz y hacer feliz a tu compañero, es olvidarse del egoísmo y ser fiel, honesto, servicial, estar presente física y emocionalmente en la vida del otro y saber que él hará lo mismo contigo. Un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona.


Y yo me enamoraba un poco más cada día de mi esposo.

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