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Capítulo 8

Isabella

Cuelgo la llamada con el calor subido en mi rostro y el tío Raymond me ve con una sonrisa. Puse el altavoz para tener un poco más de facilidad y poder ayudarle con la medicina de los animales. Nunca pensé que el fuera capaz de decir tantas tonterías.

—Es un idiota —hablo y solo asiente señalando el lugar en que debo dejar lo medicamentos.

—Un idiota con buena educación —recalca —de ser yo o cualquiera de tus tíos, de ninguna manera aceptaríamos. Esta en este lío solo por el respeto a sus padres, que no se les olvide.

—Por eso le mentí sobre el bazar...

—¿Te olvidas con quien hablas Isabella? —me pregunta —lo estás haciendo con la única finalidad de hacerlo quedar mal.

El tío Raymond ha expresado de todas las maneras posibles y en diversos medios su descontento por lo que está pasando. Ya reprendió a Riley, quien aceptó fue una broma salida de control. Conoce los detalles del porqué de sus actos, sin embargo, se niega a hablar.

—Hay un lugar en el infierno apartado especialmente para ti por lo que haces con ese hombre —mi tío Raymond abre las cabellerizas conmigo pisando sus talones. —no pienso ser partícipe de esta locura Isabella... ya se los advertí.

—Fue idea de mis tíos —me defiendo.

Aún conserva el cabello largo, aunque más corto que el resto de sus hermanos. Sus ojos oscuros y la picardía de años, pero asegura que es lo único que ha quedado. Aadhya y sus hijos ocupan todo su tiempo, es un hombre dedicado a su hogar, a la clínica y caballos.

—Eso no te excusa —increpa acercándose a los controles que abren las rejas de los diversos caballos —perdería la cuenta de las veces que mis hermanos me han dado "Soluciones" y me llenaron de más problemas. Decir la verdad, es sin dudas la mejor vía.

El ruido sordo de las rejas abrirse y el relincho de los caballos por el sonido me impiden responder. El crujir los hará retroceder, y tras abrirse en su totalidad, empezarán a salir uno a uno. Le explico que mis padres insistían en que fuera a casa, también en sentar cabeza y demás. Me hace a un lado tomándome por los hombros, dando paso a sus animales y espero la lección de moral que muy seguro me dirá.

—Ninguna mujer debería tener que explicar por qué no tiene pareja o hijos. —comenta tomando mis manos y saliendo a los campos. — La sociedad nos ha impuesto una supuesta plenitud asociada con los roles. Una mujer está completa por el simple hecho de ser quien es. Tú no necesitas de un hombre para ser feliz y nadie debería cargar con esa responsabilidad. Hacerte feliz es tu deber y de nadie más.

Afirmo sin decir nada y sigo ayudando, pasé todo el día con él hasta que me da la tarde. A ninguno de ellos les gusta que esté por esa vía sola. El recuerdo del accidente del Neall Jarper aún prevalece en su memoria y la curva sigue siendo peligrosa.

—Pensé que me darías detalles —me quejo y sonríe sin mirarme.

—Te dejaré una tarea. —dice abriendo el auto y apoyando sus manos en la puerta—Ser sincero con uno mismo es sin duda el primer paso para sanar —sigue con la mirada fija en mi rostro sin dejar de sonreírme —¿Por qué no quieres ir a América en realidad? —me pregunta y muerdo mis labios como respuesta —dices que eres inocente y si es así ¿Por qué actúas como culpable?

—Sabes la verdad ... —niega alzando su dedo índice y moviéndolo en mi cara.

—Introspección, es lo que necesitas en ese instante... Se que eres inocente. No obstante, no te has perdonado —interrumpe —nunca te ha importado estar soltera decías eras feliz así. ¿Qué te hace hoy día perseguir a ese chico e insistir en esta mentira?

Rueda los ojos dirección a la casa y sonríe, varias arrugas se acentúan en su frente y rostro. Lo que a mis ojos le da un toque hermoso, el tío Ray tiene, (a mis ojos) la mejor de las sonrisas en todos los Bradford. Esa sonrisa solo se la brinda a su esposa quien debe estar en ese instante con la tasa de su acostumbrado café a esa hora.

—Isa ¿Te quedas a cenar? —me pregunta y giro mi cuerpo, sonrío a la mujer mientras niego. —¿Por qué?

—Tengo una reunión a las ocho de la noche —me excuso —el próximo domingo vengo, el lunes viajo... —afirma y mira a su esposo mostrándole la taza.

—Invita a tu novio, es hora que conozca a la familia —niego y siento las manos del tío Ray en mi brazo —iré yo misma a invitarle, sin importar que quieras o no.

—Yo le invito —sonríe con satisfacción y avanza hacia la silla en donde se sienta a esperar a Ray —¿No puedo negarme?

—No.

Toma mi rostro entre sus manos y deja un beso en mi frente allí permanece por largo rato. Lo siguiente que dice me hace feliz y al mismo tiempo ablanda mis lágrimas.

—Sin importar como acabe esto. —empieza —Quiero que sepas las puertas de mi cada están abiertas para ti... A cualquier hora.

—Por eso te amo —respondo abrazando su cintura.

—Y yo a ti, si no fueras mi sobrina serias mi amante —sonríe y se aleja abriendo las puertas del auto —llama cuando estés en casa.

Antes de entrar a mi vehículo, dejo un último beso en su mejilla y sonríe mientras cierra la puerta del auto. Avanzo hacia la carretera disminuyendo la velocidad al pasar por el lado de la tía Aadhya que imita mi gesto.

Tengo cinco horas para preparar una buena excusa ante la ausencia de mi prometido. El tío Ray me conocía bastante bien, la idea inicial era hacerlo quedar mal. En este instante, no sé si es buena idea. Me estoy ensañando con él sin motivo alguno, tiene razón en decir que lo mejor es decir la verdad.

La soledad en la vía y en el auto me permiten recordar el día como si lo estuviera viviendo. El error fue confiarme, una parte de mí quería pensar que en verdad Ethan amaba a mi hermana. Fui a Londres y volví, al regresar Emma estaba de viaje, por lo que tuve que esperar. Ethan no me buscó y creí que al final, solo era paranoia mía.

Hasta aquella mañana.

Flashback

—¿Cuándo viene Emma? —pregunto en la mesa a mis padres en medio del desayuno.

—Mañana —responde papá.

—Has hecho esa pregunta por cinco días seguidos —como era de esperarse mi madre había captado mi nerviosismo —¿Algo que debamos saber?

—Si, pero necesito que todos estén aquí —afirma mirando a mi padre quien se encoje de hombros

—¿Tiene que ver con tu nerviosismo? Si deseas lo dices ahora, tu padre y yo podemos ayudarte.

—Creo que es lo mejor o acabaré ahogándome —le digo y ambos me ven nerviosos —subiré a buscar algo...

—Disculpen —la inconfundible voz de Ethan nos hace mirar a todos y papá se incorpora al verle.

—¡Ethan! —saluda mi madre y le veo avanzar hacia mamá. —¿Ya desayunaste?

—¿Qué te trae por acá? Emma no está —afirma con una media sonrisa.

Bloqueo su voz ante el desprecio que siento al verlo allí. Acaba de hablar con ella y aprovechó su ausencia porque necesita un favor.

—Voy por lo que les dije —comento a mi padre y este asiente —no se vayan por favor...

—Espero eso no sea urgente —comenta y mis padres lo ven intrigados —se trata del regalo de bodas. —empieza a decir y puedo ver la emoción en sus rostros al decir que sabe por su futura esposa que yo comparto sus gustos, necesita de mi opinión personal para escoger la joya.

Apoyo mis manos en la silla y niego mi ayuda discretamente. No deseo estar sola con él, algo me dice que puede usar esos encuentros en mi contra. Conocí luego de romper con él su verdadero rostro, descubriendo que tuve suerte.

—Hablamos en la tarde —comenta mi padre y miro a mi madre en búsqueda de ayuda.

—Ve con Jessy, él puede traerte de regreso.

Mamá suele tener un sexto sentido y en esa ocasión le falló. Es probable que creyera mi temor era por salir, por las fiestas navideñas. Sonríe besando mi frente al pasar y papá hace lo mismo, pero acompañado de un guiño. Camino con ellos hasta verlos salir al jardín y entrar al vehículo.

La mansión siempre ha sido el sitio en el que estamos seguros. Ethan destruyó esa parte y lo odié aún más por eso. Escucho sus pasos detrás de mí y me alejo un par, doy media vuelta y lo enfrento. Es el de siempre, solo que ya no me parece tan atractivo.

Me pide ir a un sitio adecuado y le señalo el estudio de papá, tiene cámaras como toda la mansión, pero también micrófonos. No solo verán lo que hace, también pueden escucharlo. Una vez solos en el estudio ambos nos mantenemos en pie, yo bastante lejos de él.

—¿A dónde quieres ir? —pregunta y sonrío moviendo mi cuerpo.

No es la pregunta en sí, que básicamente es inocente. Es la manera que tiene de decirla, él parece no entender que ya no somos nada y que no iré a ningún lado con él.

—No pienso salir de aquí —respondo e intenta tomarme por las manos y las sacudo —estas en la casa de tu prometida, frente a tu cuñada.

—Isabella —ruega y lo observo molesta. —este compromiso solo fue con el fin de traerte a casa... Bella... te amo y estoy arrepentido —mi odio va en aumento por cada palabra dicha y como menosprecia a mi hermana de esa manera —nunca la toqué... no podía, no eras tú.

Le escucho dar la propuesta más absurda, terminaría con Emma nos iríamos a Londres me aseguraba que lo volvería a amar. Me muestra el anillo de compromiso que había comprado el día antes de irnos de excursión.

—Te pido perdón por mi comportamiento, mis celos me cegaron —sigue diciendo —te quería solo para mí, odiaba que otro te hablara y le sonrieras... marca el rumbo y yo te sigo, haré lo que desees.

—No creo que practiques la necrofilia, —comento cruzándome de brazos y puedo sentir la confusión pasar por su rostro— la única forma que esté contigo es estando muerta. Ahora ¡Largo! —le digo señalando la puerta —y no te molestes en volver, en este instante mis padres sabrán la clase de hombre que eres.

Fin del flashback

Ese día y con esas palabras marqué mi destino dentro de la familia. No hizo comentarios solo sonrió y dio media vuelta alejándose de mí. Supe tenía que hablar con mi familia lo antes posible. Papá necesitaría pruebas para alejar a Ethan de Emma y ella necesitaba estar segura de lo que decía.

Los recuerdos me acompañaron mientras me bañaba y al vestirme. El gato de mi vecino, llegó a la terraza con una nota que alcanzo a retirar antes de escuchar el móvil y constatar que era mamá.

—Hola cielo —saluda en tono efusivo —el vehículo está en la entrada.

—"Estas agotando mi paciencia" —leo en voz alta sin querer.

—¿Qué son esas palabras Isabella? —ruge mi madre y parpadeo muchas veces volviendo a la realidad.

—Estoy leyendo otra nota de mi vecino —explico —el del gato. Dejé de darle comida, retiré la cama de la terraza, tal cual lo dijiste mamá, pero el gato sigue llegando junto con los mensajes.

Me explica por enésima vez que debo decirle a Gadien, siempre me ve sola y es bueno que sepa no es así. Yo sigo pensando que es el niño que vive en el penhouse, la letra es bastante desastrosa. Nadie me da razón, la gerencia del edificio solo me dice que vive padre e hijo en el sitio, sin dar más detalles pues hace parte de la privacidad de cada propietario.

—Le diré a Gadien, que busque uno en su mismo piso que el —inflo mejillas, tomando mi abrigo y el bolso en el proceso —no me gustan esas notas.

—Te amo mamá —digo caminando al ascensor.

—Y yo a ti cariño... te enviaré escoltas a partir de mañana —a Fiorella no se le puede negar nada, así que acepto mi destino.

No puedo entender en que puede ayudarme un escolta. Los problemas (si pueden llamarse así) los tengo en mi apartamento, por un gato que sigue insistiendo en visitarme.

Al bajar al primer piso, me encuentro con la sorpresa que Gadien es quien me espera. Apoyado en la puerta del auto, con una pierna encima de la otra y la actitud de quien está siendo obligado. Por un instante no nota mi presencia pues está revisando algo en su móvil. Alza la vista y al verme frente a él, hace algo que pocos han hecho conmigo.

Apagar el móvil y guardarlo en el bolsillo de su pantalón. Empieza un escaneo de arriba abajo, al hormigueo en mi cuerpo se le ha sumado calor en cantidades extrañas.

—Estas hermosa —habla al fin y su comentario hace hormiguear mi cuerpo —eres la loca más hermosa que conozco.

—Le dije que el bazar se había aplazado —le recuerdo —voy a una reunión urgente.

Mi comentario hace ampliar su sonrisa. Aleja su cuerpo del auto y una mano baja lentamente a la puerta, desliza sus dedos por la puerta de forma lenta sin dejar de sonreír. De nuevo esa sensación que es el cazador y yo la presa me embarga junto con la certeza que no me importa en lo absoluto caer siempre y cuando sea en sus brazos.

—Me has mentido—acusa —me pregunto si lo hiciste por ayudarme, por desquitarte o por vengarte.

—Un poco de ambas —respondo con tranquilidad encogiéndome de hombros y sonríe.

—Entonces espera represalias —sonríe abriendo las puertas y señalando el interior —yo se jugar ese juego y mejor que tu... Mon amor.

(...)

—Necesito un baño urgente —susurro a Gadien.

—¿Es una invitación? —me pregunta alzando una ceja y golpeo sus hombros. —sigue ese camino y no te detengas —señala un sitio con lozas blancas muy distintas a las azules de nuestro lado.

—Gracias —le digo y afirma cortes sin que desaparezca la sonrisa pícara de su rostro.

—Si no vuelves en cinco minutos ... lo tomaré como una invitación. —insiste y esta vez no se molesta en hablar bajo.

Si algo he aprendido de él en estas dos semanas es que tiene muy sentido del humor. Es bastante temperamental, pero teniendo en cuenta todo lo que he hecho es justificable. Sin dejar de sonreír sigo sus indicaciones y llegó al sitio sin problemas.

El bazar es algo aburrido, un acto protocolario pues ya mis padres donaron lo que debía. Gadien se ha portado a la altura, ha reído y bromeado con casi todos. El día de hoy está más alegre y parlanchín que de costumbre. No obstante, hay cierta tristeza en él que no logro entender, sus bromas y risa son solo una máscara.

Apoyo mis manos en el lavado y miro mi reflejo en el espejo. El tío Ray tiene razón, yo estoy actuando mal en contra de alguien que no me ha hecho nada.

—Hablaré con mamá —hablo en voz alta retocando mi labial y cerciorándome que todo esté bien —seré vista como patética, pero me lo merezco —finalizo guardando todo dentro del pequeño bolso y saliendo a los pasillos cuatro minutos después.

No era miedo, más bien respeto...

Camino en forma lenta hacia el salón y de apoco empiezo a ver la figura en traje gris, cabello negro ¿Qué tan cruel podría ser el destino conmigo? Detengo mis pasos a unos tres metros y empuño mis manos.

Gadien no es mi pareja, si debo darle un nombre en mi vida, sería una víctima de mis estupideces. Aun así, me duele que escuche esa historia que todos al día de hoy han creído.

El primero en notar mi presencia es Gadien sonríe levantándose, toma una de mis manos y la otra la ubica en mi cintura pegándome a él.

—Gracias por su compañía—escucho a Gadien decir con expresión molesta —pero debo pedirle que abandone esta mesa —la sonrisa en el rostro de Ethan se esfuma y mi sorpresa aumenta.

—Isabella, —saluda inclinando su rostro y alzando la copa en mi dirección —fue un placer conocerlo señor Doyle.

La respuesta de Gadien es mirarle fijamente sin decir o hacer nada. La mía es tensar cada uno de mis músculos.

Sí. Ethan Jobs, era uno de sus miembros y lo acano de descubrí. Gadien toma mis manos y salimos juntos hasta su vehículo.

—¿Qué sucedió en verdad? —me pregunta y yo me abrazo a mí misma —lo que escuché no es la verdad ¿Cuál es? —insiste en saber y muerdo mis labios con la vista fija en la nada.

—Él ya te lo dijo —susurro y escucho su suspiro.

—No me interesa su verdad... quiero la tuya Isabella —suelta en forma lenta — No te acostaste con él, si fuera cierto la mitad de lo que dijo... me hubieses intentado convencer con tu cuerpo.

Ha sido un día de recuerdos y tener que volver a ese día me afecta. Cierro los ojos y empiezo a narrar sin verle mientras el enciende el auto con rumbo desconocido.

Flashback.

No pude hablar con mis padres ese día porque estaban por fuera. Tenía claro no era algo que se dijera por móvil, así que decidí esperar. Visité a la tía Ivanna todo el día y cuando creí ya estaban por llegar volví a casa.

Durante el regreso me imaginé el mejor escenario para decir la verdad. Sería emprendida por no decir la verdad a tiempo lo merecía. Nunca debió llegar tan lejos, cuando lo vi en la sala debí actuar.

Al entrar a casa me alivia ver todos los autos allí, muy seguramente mi padre ha dicho que yo necesitaba hablarles Salgo del auto y me dirijo directo a la casa, saludando al jardinero a mi paso. Detengo mis pasos en el salón principal, al escuchar los sollozos.

Paso directo al estudio al entender que es mi hermana. Seis pares de ojos presencian mi entrada, unos molestos, otros preocupados. Busco dentro del grupo a mi hermana, es la última en darse cuenta estoy allí.

Todo ocurre en cámara lenta o es mi cerebro el que lo capta de esa manera. Se levanta y avanza hacia mí, sus lágrimas ruedan por sus mejillas. Alza la mano que impacta mi mejilla, una lágrima sale despedida de mi rostro, producto del escozor que causa el impacto.

Es la segunda vez que soy golpeada, que sea la mano que solía curar mis raspones o peinar mi cabello dolía el doble.

—¿Cómo pudiste? —pregunta entre sollozos —Te acostaste con Ethan ¿Qué querías demostrarme con eso? ¿Que no es de fiar? —mi mirada está fija en ella y en sus reclamos. —iba a ser mi futuro esposo, no era un hombre común.

Me quedo sola en el rincón de los acusados, observando sus rostros impasibles descomponerse ante los reclamos. Golpea mi pecho una y otra vez acusándome de ramera sin que nadie haga algo por mí. Mi letargo es tanto que no siento dolor físico.

Es Gregory quien me aleja de ella impidiendo que siga golpeándome. Mi desolación es tan grande que de seguir lanzando sus puños no me hubiera defendido.

—Quiero saber la verdad. —grita a punto de perder el control.

—Me agredes e insultas y dices querer saber la verdad —logro responder al fin—tu no quieres la verdad Emma, solo deseas que yo confirme la tuya.

—Vi sus pañuelos bordados con tus iniciales... ¿Vas a negarlo? ¡Era tus malditas letras Isabella! —dice histérica —conoce tus lunares... ¡Todos! Te quedaste en América por él. Me dijo que es amor a primera vista y que lamentan mucho esta situación... ¿Debo cederte mi vestido? No, porque tengo mal gusto y eres más baja que yo.

—No amo a Ethan... y no me casaré nunca, lo saben—logró decir y su rostro se descompone.

Lo delicado del asunto hacen que todos permanezcan en silencio y que nadie sepa que decir. Ni yo sé que hacer ante esas acusaciones. Le dejé claro que no aceptaría ningún soborno y el resultado es este. Ser despreciada por mi única hermana, sabia lo que me dolería sus señalamientos, pero sobre todo el dolor que estaba sintiendo ella en este instante.

Yo prometí cuidar siempre de ella, cuando estuvo al borde de la muerte, Alexis también. Ambos nos hicimos la misma promesa cuando la encontramos inconsciente en el salón de la escuela, tras intentar suicidarse por segunda vez.

Era peor decirle que solo la buscó por acercarse a mí y que le propuso matrimonio porque quería traerme de vuelta. Yo tenía una respuesta a esos pañuelos y todo lo que ella pudo encontrar, un tanto perturbadora. Fue hace más de dos años en Texas. Solía marcar mis cosas con mis iniciales desde que mamá nos enseñó a bordar. Eran prendas de vestir que no quería que Emma usara.

A ella le disgustaba usar algo bordado con mis iniciales, la mejor manera que encontré para que dejara de usar mis trajes. Llegué a marcar con mis iniciales algunas prendas de ella ocasionando ser castigada por hacerla llorar

Una costumbre que fui perdiendo de apoco cuando estuve sola por el país y que años después compartí con Ethan ese recuerdo. Nos reímos ambos yo al recordarlo y el burlándose por lo mala hermana que era. Me pidió que le enseñara como lo hacía con algunos pañuelos que le obsequié.

Hice lo mismo con mi ropa interior ese mismo día, solo para recordar esos momentos y excitarlo. Pasábamos algunos fines de semana juntos, era normal que algunas cosas las dejará olvidada.

Lo que no era normal es que él las tuviera consigo luego de dos años.

— ¿Cómo te perdono algo así? Te acostaste con él sólo por gustó ¿Amas el control que tienes en los hombres verdad? —pasa una mano por su rostro que luego señala hacia mí —¿Cómo puedes estar aquí luego de destruirme?

—Cielo, por favor di algo —ruega mi madre, pero me es imposible hablar.

De todos este era el peor de los escenarios. No era nada extraño estaba acostumbrada a ser señalada por ella y reprendida por todos. Yo siempre fui a sus ojos la persona que le impedía ser feliz, sin entender que estaba dispuesta a dar mi vida por ella.

—¿Estamos esperando Isabella? —habla Matt.

Emma encontró los pañuelos reconoció mi letra y bordado, buscó más y halló mi ropa interior junto con algunas cosas. Hasta yo hubiese dudado un poco, pero sin dudas le daría el beneficio de la duda.

Es probable que sea porque Emma es mejor ser humano que yo. Cuando se trataba de pensar en lo peor sobre mí, ellos siempre eran buenos.

Fin del flashback

Di media vuelta, busqué un hotel y allí me quedé hasta que encontré un vuelo de regreso. Solo en el calor de mi hogar, en mi refugio me permití llorar, siendo rescatada por mis tíos quienes alertados por mamá pues no sabía de mi fueron por mí. Gadien ha detenido el auto frente al edificio, no quiero que me vean así, por lo que le pido.

—Entra al estacionamiento, tengo espacio para otro vehículo. —le pido y asiente en silencio.

Todos seis fueron recios en decir que no debí callar por tanto tiempo. Era probable que Emma lo perdonará, pero mi consciencia estaría tranquila. No podía meterla en una burbuja eternamente, no era culpable de sus errores.

Me sentia culpable...

Soy culpable del dolor que ocasionó Ethan en mi hermana. De contarle a mis padres y hermanos la verdad, Ethan nunca se había acercado a ella. Cuando lo vi en la sala...

—¿Por qué es tan importante llegar comprometida?

Deseo que ella tenga la certeza que soy feliz y que no necesito de su felicidad. Suena estúpido, pero si él conociera los eventos por lo que Emma ha pasado me entendería.

—Tengo hambre, usted me hizo salir antes de la comida. —se queja indignado como si lo que acabara de hacer por mí no fuera importante.

—¿Te animas a comer algo preparado por mí? —le pregunto y parece pensar un instante.


—Solo si usted lo prueba primero —me responde y ambos sonreímos antes de salir del auto.

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