Capítulo 22
ISABELLA
Sin importar el que tan malo hubiese sido mi día, papá me devolvía la sonrisa y ese día no fue la excepción. Me he divertido con el grupo de chiquillos como hacía mucho no sucedía y la familia en los días que siguieron.
Salgo de la habitación y avanzo por los pasillos de la casa en completo silencio. No hay rastros de los Doyle por ningún lado, ni Gadien o los Gael o sus esposas. Estoy acostumbrada a levantarme temprano y le hecho la culpa a la hora. Abro con cuidado el cuarto de Gadiel y el pequeño duerme tranquilo.
A diferencia del Doyle-Turner, la casa no tiene ese toque tétrico que proporcionan los cuadros siguiéndote. Los de casa de Gadien y sus padres son de los tres Doyle-Turner con sus hijos y familia. Etapas de niñez, adolescencia y adultes perpetuadas en instantáneas hechas en su mayoría en el castillo.
No me detengo en ninguna de ellas, no deseo encariñarme o tejerme pajaritos. Constantemente me repito eso una y otra vez, no debo encariñarme con lo que no es mío. En las noches y cuando nadie me ve, me es imposible quitarme el anillo de compromiso. Desde que Gadien me lo dio permanece allí, una parte de mi quiere creer que esto es real.
Pesé a saber que no es así.
Gadien Doyle, no me pertenece por más que me agrade su presencia. Aprieto mis manos y sigo mi avance hasta las escaleras bajando rápidamente por ellas, sin detenerme en ninguna fotografía. Hacerlo era empezar a imaginarme mi imagen en una de ellas con Gadien, como lo estaba Louise y Bellis.
—Buenos días —saludo al grupo de chicas entrando a la cocina y dirigiéndome al refrigerador y el coro me responde sonriente.
El día de la fiesta estaban renuentes en dejarme entrar a la cocina y hubo que hacer uso de un enorme poder de persuasión para que me permitieran usar su sitio de trabajo. Abro el refri buscando lo que he dejado del día anterior y no hay rastros de él. Espero no haya sido tirado a la cesta de los desechos, al creer que era desperdicios de comida.
—¿Busca esto? — una de las chicas me muestra el recipiente. —me pidió sacarlo ¿Lo recuerda? Cinco minutos luego de hervir. —repite lo que le dije y sonrío satisfecha.
—Lo olvidé, gracias —agradezco. —me has ahorrado una hora.
Me prometí dejar el te antes de salir a trotar un poco, pasar mas de cinco días seguidos encerrada en un mismo lugar no era costumbre en mí. Me estaba ahogando y las paredes de la casa me aplastarían en cualquier momento.
—¿Necesita ayuda señorita? —niego de manera distraída y busco todo lo que necesito.
Todas se quedan en silencio viéndome trabajar y no me oculto a ninguna de ellas. El secreto de familia ya estaba dentro de las frutas desde el día de ayer.
—¿Segura? —insisten luego de unos minutos.
Gadien insistió en que debíamos ir al hospital de Thomas. Según él para estar seguro que estoy bien, aunque sabía no era necesario, mi padre y Matt se aseguraron que todo estuviera bien luego de mi ataque. No hay poder humano que haga doblegar a ese hombre cuando se le mete una idea en la cabeza.
De momento todos los estudios no han arrojado nada, pero él insiste en seguir. Thomas bromea diciendo que ya estoy defectuosa, y que no es causado por ningún golpe
Filtro todo y lo paso a la tetera que dejo a en la hornilla apagada. Doy media vuelta, viéndolas con una media sonrisa.
—Solo servir cuando Gadien o su padre bajen —les pido y todas asienten. —ya regreso.
Salgo a los jardines hasta llegar a las rejas que se abren sin ningún problema. Alzo la mano despidiéndome de dos hombres que al verme se yergue, pero no dicen nada. Mi saludo efusivo va acompañado de mi trote, solo le daré la vuelta a la manzana y regresaré a casa.
No necesitaba más que respirar aire puro distinto al del castillo. Siendo un domingo mi cuerpo se ha adaptado a que ese día solía hacer algo fuera de casa. De vez en cuando mis pasos se detienen ante una edificación y me lamento de no traer una cámara. La ciudad tiene un toque antiguo, mágico para algunos, pero de ambiente frío para personas como yo.
En algún momento me veo en un trote por calles y casas en piedras, cuyos callejones fríos y tétricos me recuerda a los relatos de Jack el destripador. Paredes ennegrecidas y el silencio que sigue le da ese toque de misterio. Abstraída y sintiendome que he entrado a una dimensión desconocida sigo avanzando.
Me detengo en mitad de la calle y a unos 300mts se amplia a una avenida. He perdido el sentido de la orientación, mi lado coherente me pide regresar por mis pies y eso hago. Los recuerdos de lugares que captaron mi atención es lo único que tengo como referencia par volver a casa de los Doyle. Eso y uno que otro transeúnte.
Perderme fue la mejor forma de explorar gran parte de la ciudad. Pude llegar a casa, gracias a taxistas y personas bastante amables algunos de los cuales me acompañaron en mi recorrido a casa. Los diez minutos que se convirtieron en dos horas, pero el recorrido fue único.
Con la transpiración a mil y feliz por mi exploración detengo mi trote frente a las rejas de la mansión. Apoyo mis manos en mis rodillas e inclino mi cuerpo hacia delante estirando mi cuerpo.
—¿Dónde carajos estaba? —la voz que ruje es del custodio.
Alzo el rostro cuando toma mis manos y tira de mi hacia el interior de la casa, atravesamos las rejas y llegamos a mitad del jardín en donde se detiene. Me sacudo de su agarre con violencia, pero el no hace caso a mis protestas.
Gadien y Gael, han salido en mi búsqueda al darse cuenta que no he llevado el móvil. Louise y Megan están por otro lado, él se enteró porque estaba haciendo el trote de siempre y las vio. Y como parece su vida gira en torno a mi, no soporto no meter sus narices.
—Es una irresponsable, no tiene idea del peligro que corre —continua.
—¿Por qué no deja de acosarme? —pregunto exasperada —lo he soportado porque es el primo de Gadien, pero mi tolerancia tiene un límite. No ha conocido a nadie más insoportable como usted.
—¿Dónde estaba? —pregunta ignorando mis protestas.
—¡Que le importa! Manténgase alejado de mi ¿Cómo le hago entender que no lo quiero cerca? —el grito hace eco en todo el lugar llamando la atención de los hombres de la caseta.
No me importa, siempre que él entienda que su presencia no me gusta. Le he dicho a Gadien que es bastante molesto, toda vez que su esposa está celosa. A él no le importa eso e insiste en estar metiendo sus narices en algo que no es ni será su problema.
—Es mi responsabilidad —comenta entre dientes y río divertida.
—Yo que pensé era de Fiorella y Jason Frederick...
Es probable que su apariencia moje bragas en las mujeres, pero yo no puedo verlo sin recordar que ese desgraciado golpeó a Matt. Mi sonriente y bromista hermano no se merecía un acto así, no es capaz de insultar a nadie. No contento con eso lo hizo con Gregory, bajo la excusa de un insulto a Bellis que nuestras familias lograron solucionar de la mejor manera,.
—Se cuidarme —me defiendo y alzo mi dedo índice hacia él a manera de advertencia —se lo diré una ultima vez y más le vale que obedezca.... Mantenga su patética existencia lejos de mi o no respondo de lo que soy capaz.
—¿Sabe cuidarse? —me pregunta sonriente avanzando hacia mí. —¿Qué hará si alguien le asalta? —me alejo de él, pero tropiezo cayendo al suelo —si intenta forzarla. —continua.
La sonrisa en mis labios y comportamiento relajado le molesta o es quizás que actué como si él no existiera. Creo que es más eso, debe estar acostumbrado a ser el centro de atención y a ser obedecido, pero ya me he topado con tipos como él.
—He estado por todo el país sola sin ningún problema...y he tratado a lo largo de mi vida a hombres como usted. Patéticos hasta la médula. —lo siquiente avanza en mi dirección y tomo una piedra como defensa —se acerca más y no respondo... le aseguro tengo buena puntería. —le amenazo.
—Aquí mismo yo podría si me lo propongo dañarla ...
Lo que sigue es la descripción de lo que podría hacerme en estos momentos. El sitio en el que estamos es solo no hay nadie dentro de la casa pues todos están buscándome. El personal de seguridad no va a acercarse si él no lo pide. Solo quiere asustarme me dice esa pequeña voz interior para calmarme.
—Lo dicho, es usted muy patético y sus métodos para hacerme asustar... Me producen muchas cosas, menos miedo o risa. —arquea su ceja rubia y le veo dar un paso más en mi dirección.
De vez en cuando veo detrás de mi, en búsqueda del auto de Gadien o de cualquiera que logre sacar de mi presencia a ese hombre. Todos permanecen lejos y fingen no ver lo que sucede, si en verdad estuviera en problemas es difícil de saber si ellos me ayudarían.
—¿Me ve riendo señorita Frederick? —me pregunta con una sonrisa cínica en sus labios.
Doy un salto incorporandome y dispuesta a salir huyendo. Si bien no se defenderme, conozco lo más básico de supervivencia.
Correr y gritar fuego...
No llego muy lejos pues sus brazos me atrapan fuerte impidiéndome huir he inmovilizan mis brazos. Retorcerme solo hace que me sostenga mas fuerte y miro a todos lados en búsqueda de ayuda. No hay dudas que le temen, pues solo observan hacia nosotros sin hacer nada.
—No puede hacerme daño—le reto mirándolo con asco —Gadien lo golpeara...no es tan imbécil.
—Gadien no esta —susurra sin dejar de sonreír —usted necesita algunas nalgadas...
—Se está metiendo en muchos problemas...en ese enorme cuerpo debe existir un cerebro.
—Otro insulto mas y lo va a descubrir —amenaza alzando su mano abierta hacia mí.
El verde del lugar, las flores, el cielo despejado y mi hermosa caminata pierden importancia ante lo que estoy viviendo. El no puede obligarme a estar en ese lugar, porque no soy de su propiedad, aunque actúe como si lo fuera. La molestia de su esposa pueda que tenga fundamentos, pues él no cesa de intentar que seamos amigos.
Él y yo nunca seremos amigos, alguien que golpea a uno de los míos nunca lo seria. Que intente hacerlo y la fuerza solo logra que sienta hacia él odio.
—Me encantaría creer que la estupidez humana tiene su límite, pero usted es la prueba que no es así...
De un solo movimiento estoy en sus hombros, sacudo mis pies con violencia. Mis puños empiezan a golpear con potencia su ancha espalda agotando todas las energías en ellos. Lanzo uno que otro insulto, que lo hace enojar aún más, pero yo estoy dispuesta a todo para hacerme respetar.
—Maldito hijo de puta...
—Se lo advertí.—dice en tono amenaza
Cierro los ojos con fuerza en espera del golpe. La humillación, impotencia y enojo hace su aparición a través de mis lagrimas e inspiro muchas veces para intentar controlarla.
—No te atrevas a golpearla... —la voz de Gadien es de advertencia, pero mi agresor no me suelta.
Soy alzada en el aire por dos manos en mi cintura y puesta en suelo firme. Me pego a él sin poder contener el llanto y me alza en brazos. Paso mis piernas por su cintura y los brazos por su cuello.
—Estaba preocupado por ti —susurra simplemente.
Avanza conmigo en brazos por las escaleras, mientras me pide calmarme. Sonará infantil, pero nunca he soportado los malos tratos o insultos. Los actos violentos y todo lo que se le parezca me es imposible tolerarlos. Me deja en la cama se sienta a mi lado apoyando sus manos en sus rodillas jugando con las llaves del auto.
—¿Dónde estabas? —pregunta con voz calmada.
—Solo le daría una vuelta a la manzana —hablo entre sollozos —me distraje...
—Te perdiste ¿Nadie de seguridad te acompañó?
—No.
—¿Te vieron salir? .
—Si, pero solo quería respirar un poco...
—Te he mantenido encerrada —se excusa tomando mis manos —es mi culpa. La próxima espérame. —asiento sin dejar de ver a sus ojos y sonríe al limpiar con su dorso mis lágrimas. —Pase lo que pase y escuches lo que escuches no bajes —me pide avanzando hacia la puerta y cerrando tras él.
Proceso ese comentario unos segundos y al entender lo que sucedes salgo despedida detrás suyo observando como avanza a pasos rápidos y baja las escaleras. No es mi deseo que se enfrente a su familia e intento alcanzarlo, pero me es imposible. Sus zancadas son largas y mis piernas pequeñas, al pie de las escaleras está su padre y hermano. Su madre y Louise, rodean a un Gino que sonriente lo espera sin decir nada.
—Por favor Gadien —ruega su padre, pero lo hace a un lado con sus hombros—Te pedí que te fueras —advierte a Gino que niega con desdén.
—Llegaría el castillo y no quiero estresar a Rose —responde y ninguno de los dos escucha los ruegos de nadie.
—Gadien, todo debe tener una explicación...
Pide Gael, niega avanzado hacia Gino que sonriente se cruza de brazos. No es posible que conserve esa actitud. Está disfrutando del comportamiento de Gadien, quien ha perdido el control y lo domina la rabia.
—Te advertí debe respetar... —le exige a Gadien.
—Y yo que te alejaras de ella —comenta lanzándome hacia él.
Termino de bajar las escaleras y corro hacia él, no obstante, es imposible acercarme. La presencia de Guido y su padre logran controlar la situación. Solo a Gadien, pues Gino no deja de sonreír ante el enojo. De su primo.
—¿Alguien puede decirme que sucedió? —pregunta su tío Guido tan confundido como su hijo.
La respuesta del custodio es señalarme, mientras dice que salí sin decir a donde, sin móvil y estuve por fuera de casa dos horas. Verlos en disputa por mi comportamiento me hace sentar en las escaleras y cubrir el rostro con mis manos. Ser defendida por él, si bien es bastante halagador, sé que para sus costumbres retrógradas no tengo excusas por mi comportamiento el día de hoy.
—Debí esperarte... lamento que todo esto se saliera de control...
—No hace falta que te excuses preciosa, la seguridad debió acompañarte —me calma su padre y asiento —tu no tendrías porque intervenir, no te hemos pedido ayuda —finaliza viendo a su sobrino.
Estoy acostumbrada a no dar explicaciones de mis actos, a ir y venir sin control o restricción. Mis padres solo necesitan saber que estoy bien y en qué lugar. El custodio me mira con desdén sin que disimule que le importa muy poco mis excusas, aunque no sean para él.
—¿No crees que le falta algo mas a esa disculpa? —su pregunta me hace verlo otra vez y alzo una ceja.
—Creo que es mejor si te marchas —le pide Gael —tu comportamiento hacia ella, empieza a molestar. Ha dejado de ser divertido y se convierte en preocupante.
—Creo que es mejor si me voy—es el comentario mas inteligente que podido decir, me grita mi subconsciente.—Lamento toda esta situación.
—Es solo un malentendido —la voz de la señora Megan sale nerviosa y niego.
—Tienes que seguir con los exámenes —me recuerda el señor Gael.
—Ella tiene razón, lo mejor es irnos.
—Si se queda es bajo mis reglas —su arrogancia me molesta, ese tipo es un verdadero dolor de muelas.
Todos bufan al escucharlo, algunos más altos que otros. Yo no puedo soportar callar más porque es mejor ser vista como prepotente a que se explote mi estomago del coraje que ese hombre me produce.
—He dejado claro lo que en adelante sucederá —le recuerdo y mi comentario no le gusta pues su cejas de juntan y mandíbula se contrae con fuerza —no quiero volver a tratarlo y lo que acaba de suceder solo me demuestra lo que ya sabía... Es usted la persona mas despreciable que conozco y no deseo tener algún trato con su persona.
No doy para ver a los padres de Gadien o a los demás. Cinco días en esta casa y mi comportamiento causó todos estos problemas. Doy media vuelta dando por terminado el asunto, pero sigo escuchando su molesta voz.
— Te pedí controlarla, pero pareces que disfrutas de su comportamiento ...Es mi territorio y ella debe respetarme —señala y lo resoplo enojada sin dejar de avanzar —decir a donde irá o salir con seguridad, esto no es el jardín de su casa y no soy tan permisivo como su padre. ¡No seré su maldita niñera!
—Controla el tono de tu voz —comenta su tío Guido —estas frente a tus tíos, que no se te olvide.
—Será mejor si te vas, estás excediendo el límite de mi paciencia —advierte Megan —Isabella no te debe nada, eres tu quien le debe respeto.
Todo esto por una salida a trotar pienso mientras sigo subiendo con los hombros caídos y el sabor a la derrota en mis labios. Lo que estoy viviendo solo me confirma que Isabella Frederick y Gadien no tienen una oportunidad, somos como el agua y el aceite.
—Ella no tiene por qué obedecerte, ni a ti, ni a nadie. —para mi alivio la voz de Gadien sale en calma, pero eso no calma lo que en mi interior siento —Bella Has maletas, nos regresamos ahora mismo.
No escucho nada más, porque hago bloqueo mental de todo cuando ocurre a mi alrededor. Mis siguientes movimientos son automáticos y sin prestar atención a lo que ocurre a mi alrededor.
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