Capítulo 2
Actualidad...
Edimburgo.
Gadién
¿Te has enamorado alguna vez? Esa pregunta me la han formulado muchas veces, en todas ellas les he dicho mentiras en las respuestas. Estoy enamorado de un imposible, lo digo con la certeza que me da nunca podrá ser retribuido, pero el corazón no entiende razones. Desde que la conocí aquella mañana que se atravesó en la vía con un niño en brazos ocupó mi corazón.
En adelante, hice de todo para toparme con ella y me convertí en su mejor amigo. En mi mente y corazón, veía cercano el día que le pidiera salir formalmente y ella aceptaría. Tenía como garante que su abuela me conocía y estimaba, lo demás no importaba. Un conjunto de eventos desafortunados la hicieron ser la pareja de Gino y hoy día su esposa.
Amaba a Rose Mackay, mucho antes de convertirse en la esposa de mi primo. Cuando Gino me reprendió por no ser sincero le resté importancia asegurando que solo me gustaba. ¿Por qué? Era notorio para mí en ese instante que a Gino le gustaba y a Rose no le era indiferente. ¿Qué sentido tenía decir mis sentimientos? Soltera o casada, ella había vuelto a creer en el amor y eso era lo único que importaba.
Era mi secreto mejor guardado, creí y creo que fui discreto. No he culpado a nadie por mi corazón roto y curé mis heridas de la manera que creí conveniente. No he dejado que mi dolor se vea reflejado en mi trato con Gino y Rose, pero nunca falta detallista que se dio cuenta de cosas que a otros pasan desapercibidas.
Al único que confesé todo, fue a mi hermano gemelo Gael, sentía que no podía cargar con este peso yo solo. Me ahogaba día tras día, estar en su boda fue el segundo peor evento de mi vida, solo era superado por la enfermedad de Gerald. Mi hermano, ha sido mi confidente y me ha ayudado a sobrellevar la pena que causa ver a quien amas feliz en brazos de otro.
Aquella mañana antes de partir al castillo para el juego de todos los domingos, papá me ha llamado al estudio. Su rostro muestra signos de preocupación, sin embargo, no hay nada por lo que preocuparse. Hasta ahora no he cometido una indiscreción y pretendía seguir en esa misma línea.
—Es la esposa de tu primo Gadién. —papá me trae de vuelta a la realidad y suelto un suspiro largo.
—Hablas como si hubiese querido dañar el matrimonio —me defiendo dejando la taza a un lado porque el café me sabe amargo en ese instante y enfrento a mi padre —o le saltara encima cual perro en celo cada que la veo. Ambas cosas, no son o serán posibles. Deberías confiar un poco en nuestra educación, no solo la tuya y mamá —le señalo y me observa atento a cada uno de mis gestos, buscando en ello rastros de mentiras, pero no las hay. Jamás seré tan sincero con alguien como en este instante —también en la inculcada por esta familia, no debes preocuparte por nada.
Decía que era mi secreto mejor guardado y lo fue, hasta hace un par de días que empezaron las murmuraciones. Cómo en cualquier familia existen de todo tipo, alegres y malhumorado, el serio y el extrovertido y el que vive tu vida olvidando que tienen una. Son en estas últimas las que me tienen hoy día contra las cuerdas, alguien se fijó en miradas indiscretas hechas por mí hacia Rose. No le veo el problema, ya no somos amigos como antes, nuestras conversaciones son rodeados de amigos, me he cuidado.
—No te has casado Gadién, contratas a mujeres para que finjan ser tu novia eso ha aumentado los rumores. —insiste.
Debería ser visto como lo que son ¡Rumores! Pero nada escapa al ojo crítico de Gael Doyle Walsh y dado que en su momento le confesé me gustaba Rose, el hizo cuentas y sacó la verdad. La copia del castillo o el "otro sí", como suelo llamarlo debido a la similitud con el original, me resulta asfixiante. He durado demasiado hablando de un tema que suele ser espinoso, por lo que decido dar punto final.
—No voy a casarme para hacerlos felices—hablo en calma muy a pesar de mi turbación — el matrimonio es algo serio y te recuerdo yo no lo soy...
Me ha pasado al estudio con el pretexto de aclarar unos casos. Tiene el apoyo de algunos ancianos quienes le ven con cariño por lo que hizo hace décadas por la familia. Gracias a ellos esos rumores fueron callados, pero le han pedido que haga algo al respecto.
De ser cierto lo que se dice, todo sería mal visto. Para nadie era un secreto que Rose fue mi amiga antes de conocer a toda la familia, podrían hacer conjeturas y manchar su imagen. Mi padre me recuerda en lo difícil que fue para ellos limpiarla, a Rose superar su vida y errores.
—Si Gino se entera se pondrá incómodo, ella se ve sana... pero recuerda su pasado...
—Lo negaré... —le interrumpo.
—Hará el mismo racionamiento que hice yo antes de llamarte y llegará a la misma conclusión.
—Seré convincente. —replico y lo veo llevarse una mano a su frente, su rostro refleja preocupación y sigo. —muy convincente. —insisto y niega.
—Gadién, no es tan malo casarse. —empieza a decirme — Debe existir alguna dama que llame tu atención. Si dejas de sacarlas de lugares equivocados... tus novias son rameras a quienes pagas por fingir ser tu prometida. Todo eso ya está en manos de los ancianos...
—¿Qué es ramera? —La voz infantil nos hace girar brusco, Gian Doyle Mackay en su esplendor con rostro inquieto y mirada fija en su tío abuelo —¿Es malo? —insiste en saber
—¿Con quién estas? —pregunto para alejar de su cabeza la pregunta.
—Con papá, ¿No vas a ser entrenador hoy? —Mira mi atuendo y luego a mi rostro —ese no es el uniforme.
—Esta debajo —abro varios botones de la camisa y nuestro el escudo de la familia. —como Superman, espéranos afuera campeón —mi comentario lo hace sonreír y asiente saliendo de la habitación. —esa no son formas de llamar a una dama papá, sería más adecuada dama de compañía.
—Adórnalo como se te dé la gana, pero es lo que son. —habla levantándose de la silla —solo te pido seas discreto y le des solución a esto. Sin pagar a ninguna... Meretriz. —dice esto en forma lenta uniendo el dedo pulgar e índice recalcando cada frase— ¡No nos humilles más! Sabes que he llevado por años el estigma de ser un bastardo para algunos...Si me amas un poquito...
—En unos días tomaré cartas en el asunto —le interrumpo —tendré la solución a esto, mamá y tu estarán muy orgullosos. —termino de decir saliendo con él al salón de la casa.
Mi respuesta le calma, aunque se aquello que imagina no es ni de lejos la solución que le tengo. Radicarme en Londres será lo mejor, el matrimonio no es una solución.
—¿Todo bien? —pregunta Gino y asiento —no lo parece.
—Un caso que es perdido, pero papá es optimista —en respuesta gruñe algo sobre hijos insensatos e inmorales y mi primo palmea mis hombros sonriendo.
—No es tan malo estar casado...
—Te espero en el castillo. —le digo saliendo al jardín escucho su risa aun cuando estoy dentro del auto.
Para él era fácil, estaba casado con Rose. No voy a llevar a un abismo a una mujer solo por callar las habladurías. Por años intenté algo serio, pero en la gran mayoría me veía buscando algo de Rose en ellas y no era justo.
Si te haces amigos de ti mismo, nunca estarás solo, solía decir mi abuelo Maximiliano MacGregor. Hombre íntegro que nos ayudó a formar fuertes vínculos entre nosotros. Sentirse solo aun rodeado de familia a tu alrededor, es quizás la peor de todas las soledades.
Nacimos en América lejos de Edimburgo y toda la familia, papá estaba todo el tiempo ausente, por lo que siempre fue mamá, Gerald, Gael y yo. Gael y yo somos gemelos, Gerald es el mayor no solo de esta familia, dentro de los tres matrimonios lo era.
Creíamos que juntos podíamos lograr cualquier cosa, con la edad adulta te llega la certeza que algunas cosas te llegan a cuenta gotas, torcidas o nulas.
Siempre fue importante estar unidos, algo que en algún momento se quebró con Gerald, pero que retomamos tiempo después. Estar en casa encierra sentimientos contradictorios, amo estar en familia, pero verla a ella cada vez es más difícil. Cada que escucho su risa o veo a su hijo, mi pecho se estruja.
Las puertas del castillo se abren ante mí, he pasado por ellas muchas veces. El día de hoy lo hago con la convicción que es de las últimas ocasiones en que lo haré. Marcar distancias es la mejor forma de anular los rumores.
Londres
Una semana después...
Londres tenía su encanto eso no podía negarlo, lo que más disfrutaba un domingo era las praderas. Los domingos solía pasar toda la mañana y parte de la tarde de ese día adorando el paisaje. Algunos los mejores, como ese que estaba observando eran privados.
Detengo la bicicleta frente al letrero de propiedad privada bajando uno de mis pies. El verde del prado se unía en la distancia con el celeste del cielo, la magnificencia de los robles muy típicos en la zona conejos correr, caballos de un altura y elegancia que en la vida había visto. Todo eso unido a un cielo despejado y una vida lejos de las habladurías, le daban un toque perfecto.
Un grupo de tres hombres pasan cerca al enrejado, cabello largo y piel bronceada. Visten en jeans, camisas a cuadros y sombreros, el más joven de todos se detiene al notar mi presencia y alza con un dedo el sombrero a manera de saludo.
—Buenos días —saluda el grupo.
—Buenos días —devuelvo el saludo y los tres asienten.
—¿Vino solo? —afirmo y se miran entre si —está lejos de la ciudad.
—No es la primera vez —respondo agradeciendo la preocupación que hay en su voz —pero recibo asistencia si llego a necesitar ayuda —les comento mostrando el móvil.
—Aun así —aclara el mayor.
—¿Son de ustedes estos prados? —uno de ellos sonríe y avanza hacia las rejas que abre.
—La naturaleza no puede ser propiedad de pocos —responde invitándome a entrar —tiene terrenos que puede conducir en su bicicleta. Si toma ese sendero, llegará al otro extremo de la autopista.
Señala un camino del costado derecho, contrario a una casona amplia. Escucho sus indicaciones, detallan algunos lugares que seguramente me gustaran, pero noto que me miran más de lo normal. No incómoda, si debo describir como me siento, sería diversión.
—Tuviste un problema con un francés o estas casado con Bellis D'angelo...he visto tu rostro en la prensa y sé que es por una de esas dos noticias —encuentro sentido a su rostro inquieto y niego divertido. —por cierto, soy Riley, Aarav y Gregory Bradford.
Presenta a sus compañeros y estrechos sus manos antes de responder u aclarar sus dudas.
—Soy Gadién Doyle, tengo un hermano gemelo, Gael —me presento —mi hermano Gerald es quien está casado con Bellis y Gael con una francesa —mi comentario los hace mirarme aún más y esta vez sin pudor alguno. —su rostro salió en primera plana cuando fue asaltado en su propia casa, fue en Edimburgo —sigo y afirman sonriente.
—Son idénticos, imagino que ya se los han dicho —afirmo sonríen.
—Debe ser divertido tener a alguien a quien culpar—habla el menor de todos, aquel que me ha permitido entrar.
—Nuestra tía Fiorella alguna vez fue Bradford, por eso conocemos a Bellis —mi mente intenta encontrar a la tal Fiorella, pero no me llega nada en este instante —Fiorella Frederick.
—La tía de Bellis, y su esposo es Jason, los conozco—fueron muy amables con nosotros en nuestra estadía en América y ayudaron mucho en encontrar a quien dañó a Gerald. —hay una invitación a una fiesta.
—De disfraces, según recuerdo —comenta el mayor y sonríe al ver que hago una mueca de disgusto.
—No me diga que no irá por ese mínimo detalle.
—Aún no estoy seguro en quien escoger—les digo con ironía—, Superman, Batman o el zorro —me burlo y todos sonríen —apunto a esto último tengo todo menos un sombrero negro, o una espada... gracias por permitirme el paseo por sus tierras.
Los escucho despedirse y a otro comentar que si regreso por el mismo camino ellos me facilitan estas dos cosas. Monto la bicicleta, acomodo el casco y miro el paisaje ante mí, lo último que deseo es hacer el ridículo en una fiesta de disfraces. Diego de la Vega es de cabello y ojos oscuros, Batman el traje me deshidrataría y Superman...
Ni hablar, mis padres prometieron asistir con ellos es suficiente.
Cada pedaleo me da un poco más de energías, el aire puro y el paisaje se volvía cada vez más hermoso. Había una pequeña laguna en mitad de camino, lo siguiente era pasar al otro lado de la autopista, el problema era que nunca había estado tan lejos, así que decido regresar.
—¡A un lado! —escucho el grito de una mujer.
Al girar para ver de qué se trata, siento que algo impacta sobre mi espalda y muchos colores a mi alrededor al caer. La bicicleta cae a un lado y yo giro con alguien que se sostiene a mi cuerpo. Mi mayor deseo es que sea una mujer y que de preferencia valga la pena la peladura que siento en mi rodilla.
Rodamos por varios segundos y a nuestro alrededor solo hay colores. Una vez dejamos de rodar y tras constatar que es una mujer por su cabellera negra espesa y la cintura pequeña (me baso en mis manos en ellas), respiro aliviado. Alzo las manos intentando quitar lo que según mi experiencia es un paracaídas, mientras ella parece aletargada.
Está apoyada en mi pecho y alza el rostro de apoco hacia mí. Tiene los ojos más hermosos que he visto en mi vida, con un brillo que nunca he visto en ninguna mujer. Por un momento escanea mi rostro y me quedo en silencio admirando tanta belleza.
—¿Qué no me escuchas? Dije que me sueltes—toda la belleza que admiré en ella se cae al escucharla insultar a un desconocido —¿Es que eres tarado?
El suelto más porque su cercanía quema que por sus órdenes, ella continúa insultándome y diciéndome que pervertido.
—¿Sabe tu esposa que manoseas a desconocidas?
No le respondo pues me he levantado y empiezo a salir de esa maldita burbuja en que la loca me ha traído. Me alejo de ella como mecanismo de protección porque acabaré haciendo algo de lo que podría avergonzar a mi padre.
Escucho voces y los cuerpos se materializan al salir a la luz del sol. Son los tres con los que he hablado hace unas horas, el mayor corre en dirección a la lunática, otro recoge el paracaídas y el menor avanza hacia mí con un maletín en sus manos.
—Eso necesita curación —me dice señalando mis rodillas y las veo un instante.
—¡Enfermo!
Creo que a ella no le gusta ser ignorada, busco mi bicicleta y me muerdo la lengua. Es una dama y no debes insultar a una dama, por muy vocabulario soez que tenga.
—Es una irresponsabilidad que salga usted a la calle, sin una medicación, camisa de fuerza o bozal —me he excedido con esto último, pero ella me está acusando, cuando lo que hice fue lograr que el impacto no fuera dañino para ella.
—Repita eso, troglodita...
—Isabella...
—Desquiciada, demente, enferma... —continúo tomando la bicicleta y arrastrándola para llegar a la carretera —no he sido yo la que se ha lanzado sobre otro, le recuerdo eso lo hizo usted.
—Se aprovechó de eso para manosearme... es usted un hombre despreciable debería darle vergüenza. —ni siguiera me quedo a responderle, estoy ya en búsqueda de señal para que pasen por mi —se quién es su esposa y le diré...
—Seguramente ha salido del mismo infierno que usted...
—Gadién —la voz del menor de todos me detiene y al verle lo veo montado en una camioneta —es lo mínimo que puedo hacer de lo que hizo mi prima.
Desisto de llamar al descubrir que mi móvil se ha averiado, otra cosa que agradecer a esa demente. Agradezco la ayuda y me instalo en el puesto del pasajero, toma un bolso negro antes de arrancar y que me entrega.
—Por si se anima a ir —dentro del contenido, veo un látigo y un sombrero —la espada se la haré llegar.
—No es necesario...
—Insisto —me dice.
Decido tomarlos, fingir que iré y después de la fiesta los envío con una nota de agradecimiento y una botella de nuestro mejor whisky. Así fue como un día perfecto, que pudo terminar con buen sexo y una aventura de quince días acabo conmigo en un hospital curando mis magulladuras.
Isabella
Esa tarde y tras verificar que salí ilesa, mis tíos me llamaron a la terraza de la hacienda. Ya conocían en detalle la historia y no les gustaba la manera en que trate al Doyle.
—Isabella ¿Qué tienes que decir? —me pregunta el tío Omat y suelto el aire —sé que estas estresada por la presión de tus padres, solo así justifico que trataras de esa manera a ese pobre hombre.
¡Me manoseo! Ellos no me creían, porque se fijaron en su rostro de ángel y raspones, pero lo hizo. Yo había visto ese rostro en primera plana, nunca olvido un rostro, menos si es tan atractivo y físicamente deseable.
—¿Cómo iba a saber que era su hermano gemelo? —me defiendo, pero ni así veo que sus rostros indignados se calmen. —y sí, no puedo evitar estresarme que papá insista en que vaya a América por lo del compromiso.
—Tu vocabulario no fue el adecuado, nosotros le dimos ingreso a las tierras —me reprende Riley y el tío León nos ve y escucha afilando su daga en un costado de la casa. —nada justifica que insultes a alguien así.
Tomo las llaves del auto y salgo en su búsqueda, hace dos años no voy a casa. ¿El motivo? Me acosté con Ethan para demostrar no era de fiar, eso fueron las acusaciones hechas por mi hermana ¿Es verdad o mentira? Al final ella logró alejarse de ese miserable y se casaría con quien si la amaba.
En un mes se anunciará el compromiso entre Emma Frederick y Alexis O'hurn, mis papás insistían en que tenía que ir. Era un buen momento para limar asperezas, Emma muy seguramente había olvidado el incidente.
—¿Isabella? —la voz del tío Ray me hace detener y lo veo al lado del tío Dylan. —creo que sé que puedes hacer.
Me acerco a ellos con la mejor de las sonrisas y ambos sonríen, el tío Ray toma mis manos y me hace sentar en una vieja banca ubicándose a mi lado.
—El problema en sí, no es enfrentar a Emma —explica el tío Dylan y parpadeo muchas veces para no llorar —es que de alguna manera la historia se repita...
—Ser acusada de ligar o intentar ligarte al novio de tu hermana—sigue diciendo el tío León. —todas las discusiones que he escuchado sobre ustedes son lo mismo, ella te acusa de ligar o coquetear con el chico que te gusta.
—Nunca fue así, siempre respeté a mi hermana...
—No tienes que decirlo cariño —me interrumpe el tío Dylan —la solución es simple, necesitas un novio al que presentar a tus padres.
—Podrías aprovechar la fiesta de disfraces—sigue el León y no me convence su idea —no será un novio real, solo alguien con quien saldrás desde ese día hasta que llegues a América. Saldrás con él o te dejaras ver un tiempo hasta la boda, después de eso...
—Las parejas pelean todo el tiempo...
—¿Dónde conseguiré a alguien? Nadie querrá mentirle a papá ...
—Yo sé quién —interrumpe Riley entrando a los pasillos —por dinero es capaz de enfrentar al mismo diablo.
Ok, después de eso es que sea él quien me termine, así quedaré como víctima con mis papás y no me odiaran. Sonrío con satisfacción y alzo el rostro hacia los tres que me ven preocupados.
—Necesito verlo, hablar con él y ponernos de acuerdo —empiezo a decir y mi primo lo piensa un instante.
—Te envío la respuesta esta noche —me dice y asiento satisfecho.
Me levanto y beso a cada uno agradeciendo a su ayuda, el apoyo recibido por parte de ellos fue inmenso. Todos me acogieron como una hija y los primos como una hermana más, a ellos le conté la verdad sobre Ethan, aunque no la necesitaron.
Llegó a mi apartamento y encuentro el tazón de comida lleno en la terraza. Tengo una amiga, una gata callejera que tiene una herida en su lomo. Me estoy ganando su confianza para llevarla con el tío Ray. Las siguientes horas son mías buscando al animal por los alrededores, hasta que un vecino me da razón.
—El nuevo vecino del penhouse la llevó al veterinario...
—¿Y se dejó? Es bastante arisca —le digo y el hombre se encoje de hombros.
—Es lo que vi, es una gata siamesa bastante joven con una herida profunda en el lomo—asiento y el hombre sonríe —me lo encontré en el ascensor dice que entro por el balcón, le dio comida y en agradecimiento se sentó en sus piernas.
¡Me han robado a mi gata! Cinco semanas intentando que me quiera y la muy desvergonzada se va de resbalosa con otro. Mi vecino nota mi molestia y sonríe divertido, el sonido de mi móvil me hace verlo. Es un mensaje de Riley con los siguientes datos.
Nombre: Arjun Hills
Edad: 34 años
Estado civil: soltero
Padres: Félix y Inora, ambos médicos generales,
Profesión: ginecólogo.
En estos días está en un congreso, pero promete estar ese día sin falta disfrazado del zorro.
Le envié tu número, más adelante él se contactará contigo, tienen una semana para aprender todos los detalles uno del otro.
Precio... a convenir.
—¡Estoy salvada! —empiezo a gritar de júbilo al llegar al apartamento.
Hola mis amores, aquí les dejo el segundo capítulo.
Ya saben que tenía Gadién y lo rebelde que le saldrá Isabella.
Sobre lo que hizo con su hermana
¿El fin justifica los medios?
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