Capítulo 16
Lo primero que noto al abrir los ojos es el enlozado color marfil de la oficina. Lo segundo es estoy acostada en el sillón, cubierta por el saco de Gadien. Finalizo con el recuerdo que estaba en la mesa de juntas y despierto en el sillón, eso sí, bastante cuidada.
Siento el olor a él y aprieto el saco contra mí por la sensación tan maravillosa que es despertar con ese aroma.
Nunca pensé que la labor de Linda fuera tan estresante, contestar el teléfono, atender mi agenda y la suya. Alucinaba cuando creí que podría hacer todo, más aún, creer que Bastien la usaría solo una tarde. Gracias a Dios y a la señora Megan por enviarme a su hijo con toda la disposición de colaborar.
Agudizo mi oído al empezar a escuchar las voces una molesta y la otra excusándose. Apoyo mis manos en mi abdomen con mi vista al techo y los recuerdos de él entrar con comida y dispuesto a ayudarme. No obstante, las voces son tan altas que no me dejan concentrar y bufo.
Mirando a todos lados y a regañadientes me incorporo en el sillón abrazada al saco. Todo el desorden que había antes de él llegar ya no existe. Los documentos están apilados cuidadosamente en el escritorio. La mesa de juntas está limpia y sin señales de mi desastre.
—¿Cómo supiste donde estaba? —la voz de Gadien sale molesta, pero no hay rastro de él en la oficina. —tu comportamiento está empezando a enfadarme.
—La señora Megan me ha llamado, quería saber si pude ayudar a "Bella"—y ese Bella se escucha con despotismo. —necesitaba esta firma, te he llamado toda la tarde...
—¿Debo preocuparme por tu maldito acoso? —continua sin disminuir el tono de su voz. —¿Qué se supone que buscas aquí? Cancelé todas las reuniones y no dejé nada pendiente.
—¿Por qué no me dijiste que ella necesitaba ayuda? Le temes a que la niña de mami se enoje por nuestra amistad... —junto las cejas y me levanto del todo.
Mi sexto sentido femenino, ese que nunca falla me asegura que no le caigo bien a esa mujer. Escucho su conversación nítida, las quejas de él y su renuencia a creerle que está allí para ayudarme.
—Me ha quedado claro que Isabella no te cae bien. —responde — me tiene sin cuidado tu opinión, pero me importa la comodidad de Isabella, por eso encuentro desacertado tu presencia en este lugar y a estas horas. —sonrío ante su respuesta y decido conocer a la mujer.
Descalza, cabello suelto, el saco de Gadien cubriéndome doy varios pasos, me detengo en mitad de la oficina y lo pienso un poco. Él me hizo una escena muy incómoda sin justa causa, yo había sido clara. Le devolvería cualquier golpe.
Observo mi apariencia y sonrió sacando mi camisa de la falda junto con varios botones, dejando el saco a un lado. Una vez el cristal me dice tengo el aspecto que quiero paso a la oficina de Linda.
La primera en verme es ella está frente a mí. Solo tengo unos segundos para detallarla antes que Gadien me vea. Falda blanca hasta las rodillas, camisa azul celeste, maquillaje perfecto. Completa su atuendo una zapatilla y un bolso a juego.
Su atuendo es sobrio, elegante y perfecto, el mío lo era esta mañana. Después de 12 horas de trabajo, sin dormir y comer como indigente ya no. Muy a pesar que ella está mejor vestida, me ve como si vistiera la última moda en París y ella harapos. Es muy probable que sea por la imagen que quise mostrar y sonrío internamente por ello. Gadien gira hacia mí y sonríe dejando a la chica con la palabra en la boca.
—¿Descansaste? —me pregunta y asiento —estaba por despertarte, los arquitectos ya llamaron —sigue diciendo
—Lo hiciste todo y me dejaste dormir —me quejo mientras finjo un bostezo y clavo los ojos en la morena que me observa con descaro. —me temo que aún no nos conocemos.
—Es toda mi culpa—se excusa señalando a la hermosa chica— Cariño te presento a mi asistente. Madison ella es Isabella mi futura esposa —a ella no le agrada esa presentación y su comportamiento me parece divertido.
Como disfrutaré hacerte sentir incomoda y solo por los malos ratos que me has hecho pasar.
Sonríe, aunque forzado e imagino sabe lo mejor es que ella lo haga, pues su jefe ha fijado sus ojos azules en ella y alza su ceja rubia molesto. Le cuesta fingir que le agrado, pero lo logra al estrechar la mano que yo le brindo.
Yo estoy lejos de ser la chica que se deje manipular por sus coqueteos con su jefe. He escuchado lo suficiente Gadien le ha dejado claro el sitio que ocupa.
—Madison Paige Wayne —se presenta —es un placer conocerla señorita.
Pero no hay placer y se atraganta cuando dice ese "señorita", es bastante chistoso ver como me mira de arriba abajo un tanto asqueada. Gadien tiene la camisa subida a sus codos, no tiene corbata y se ha quitado varios botones.
—Llámame Isabella —le pido sonriente —después de todo no será la primera vez que te toque buscar a Gadien estando conmigo.
Creo que mi sonrisa es más genuina, la de ella se asemeja a la que brindan esos rostros con exceso de bótox. Mi comentario le deja sin palabras y a mí con la satisfacción de hacer ganado la primera batalla.
—Llegué por recomendación de la señora Megan MacGregor —y yo soy la más juiciosa de los Frederick, pienso divertida —a ambas nos costó creer que Gadien pudiera ser de gran ayuda como asistente.
Con ese comentario inocente me dice que lo conoce mucho mejor que yo, y quizás sea así. Dado que seré su esposa (ella desconoce la realidad, punto a mi favor), tendré la oportunidad de conocerlo por el resto de nuestras vidas y mi sonrisa inocente se lo hace saber.
—A mí también me sorprendió verlo, con comida en manos y dispuesto a trabajar—confieso mientras el nos ve a una y a otra intrigado.
—Soy un libro de sorpresas —responde serio. —¿Dónde está lo que debo firmar? —le pregunta y la chica le entrega una carpeta.
—¿Quieres algo de tomar? Es lo mínimo que puedo hacer luego de hacerte llegar en horas no laborale....
—Ya se va, pediré un taxi la recoja —interrumpe Gadien entregándole de nuevo el folio —esto hubiera esperado hasta mañana y lo sabes —le dice y la vergüenza pasa por su rostro.
—¿Podemos dejarla de paso? —propongo y a él no le gusta nada mi comentario pues niega.
—No es necesario que cambien sus planes por mi —la escucho decir y miro a Gadien.
—Me incomoda tener que enviarla en taxi Gadien, ella llegó hasta aquí por mi —insisto. —Por favor —ruego.
Apoyo una mano en su ante brazo y la otra en su pecho que ella nota y se tensa a un más. Una persona sufre más por lo que se imagina que lo que sucede en realidad y Madison es prueba de ello. Ella nos ve a uno y a otro incomoda, no hace ningún gesto solo nos observa molesta.
—Gracias, pero no es necesario —responde al fin —he quedado con unos amigos... que se diviertan—da media vuelta saliendo de la oficina con la cabeza en alto y sin mirar atrás.
Ambos nos quedamos mirando su salida dramática, a mí me divierte más que a él. Baja el rostro y se pasa las manos por su cuello que gira en círculos antes de explotar.
—¿Se puede saber que fue todo eso? —me pregunta y sonrío de manera inocente.
—Sobre advertencia no hay engaños —respondo y alza una ceja —ella se lo buscó por provocarme y tu por interrumpir mi trabajo. Estamos a mano—termino de decir cruzándome de brazos.
Me observa detenidamente por unos segundos. Espero alguna reacción molesta, pero al final sonríe entrando a la oficina de donde regresa después con sus cosas en una mano y los míos en otra.
Bajamos el ascensor con el observándome de vez en cuando y sonriendo. El vehículo empieza a movilizarse. Las calles por donde transita el vehículo resultan agradables, sus casas conservan esa arquitectura antigua. Disminuye la velocidad y baja los vidrios al ver que apoyo mis manos en el cristal.
—Siempre he admirado esta parte de la ciudad —le confieso —huele a hogar —sigo diciendo inspirando el aire puro de la noche.
El vehículo disminuye la velocidad y empiezo a buscar a adivinar cual es la casa. Esperaba que fuera una moderna edificación con acabados finos y fuera de lugar. Mi corazón parece explotar al detenernos en la casa más hermosa que he visto en mi vida.
—Llegamos—me dice y no espero a que me ayude a bajar.
Sus paredes son en piedra o es lo que a primera vista capto, de dos plantas y lo que parece una bohardilla, estacionamiento fuera de la calle, pero también tiene garaje. Un hombre nos espera en la puerta y me entrega un juego de llaves mientras me dice "Que lo disfrute", sin entender mucho y emocionada por lo que en primera veo entro a la casa.
En la primera planta, Gadien me dice que estaba un dormitorio principal, hoy día es el estudio. Por ser de noche no lo puedo apreciar, pero cuenta con un hermoso jardín en mitad de la casa, abre una de las ventanas por donde me pide asomarme y sonrío con satisfacción.
Una modesta sala y varias fotografías colgadas en ella, piso en madera y paredes que puedo corroborar son en piedra. Paso las manos por ellas y admiro las fotos familiares que hay en ellas, la que imagino es Bellis y su esposo Gino con una niña de cabello rojo en brazos.
—La tía Lougina —me señala —la abuela Bellis y el abuelo Gino Doyle-Turner.
—Es magnifica —le digo girando mi cuerpo y viendo que no hay ningún mueble en ella e imaginando es por las reparaciones —¿Quién vive aquí?}
—La última fue la tía Gina y Antonio —me responde suspirando —desde entonces y cada cierto tiempo mi papá o alguno de mis tíos le hacen mantenimiento. Gerald y Gael, les han brindado la posibilidad de vivir aquí, ambos los han negado.
—Es una lástima, es hermosa —digo apoyando las manos en las escaleras de madera y empiezo a subir. —¿Crees que la alquilen? La cuidaría bien —propongo y lo escucho reír.
—Se supone es nuestro regalo de bodas —ambos reímos y descubro hemos llevado esta historia demasiado lejos. —mamá quiso que te la mostrara pues quizás querías darle tu toque personal... lo siento, pero no hubo manera de hacerle entender...
—Tengo la culpa —le interrumpo apoyando el primer pie en la planta alta —diré la verdad el día después del compromiso, tienes mi palabra —prometo y solo hay silencio.— Si fuera mi casa en verdad, no le cambiaria nada... es perfecta Gadien. ¿Qué es eso?
Señalo una puerta en el techo de la casa evito las habitaciones llegando al sitio. Presiona algo en la pared y de la pequeña puerta empieza a bajar unas escaleras. Dejo los zapatos a un lado y empiezo a subir con el siguiéndome.
Aquello que creí era una bohardilla no era otra cosa mas que una pequeña casa en el tejado de la misma. La casa fue construida por su abuelo casi en su totalidad, salvo algunos detalles nuevos, este sitio en particular fue construido para su tía Gina.
—Amaba estar al aire libre y solía subir al tejado a contar estrellas —toma mis manos para llevarme hasta el sitio —el abuelo le construyó esto para evitar dolores de cabeza.
—Mi padre no pensó en ello, solo me prohibió subir al tejado —mi queja lo hace reír y el frio de la noche me hace estremecer.
—Será mejor si te cubres un poco —me dice pasando por mis hombros su saco —dijo que amarías el sitio.
—Siempre he amado el aire libre, no tienes idea de lo magnifico que suele ser la vista a campo abierto... es gratificante saber que eres solo un grano de tierra en miles de universos. Una vez te das cuenta de ello, tu vida cambia.
Giro en su búsqueda creyendo que se ha ido y lo encuentro observándome en silencio sin decir nada, pero con una media sonrisa. Avanzamos hasta la casa siguiendo varias piezas de madera. La dificultad de estar en falda hace que sentarme sea poco decoroso, pero él tiene la vista fija en las estrellas.
—Mi familia te invita al cumpleaños de Gadiel —me comenta —te debería un favor...
—¿Asistirás al compromiso de Emma? —sonríe asintiendo por lo que le digo —entonces estamos a mano.
—Tendré que hacer un viaje, es probable que no viajemos juntos —se excusa y lo miro un instante, pero se ve serio mientras dice —estaré ese día sin falta.
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