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17: +Sweet Candy+

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Lizy había accedido ha quedarse conmigo en la entrega de los premios. La gente que me conocía nos volteaba a ver y cuchicheaban sin importar que yo podía escucharlos.

-Que descaro de su parte, mira que dejar a Freya Güclu por esa mujer que será muy guapa, pero su cultura es muy libertina y no se compara con la nuestra. -susurraba una mujer de mediana edad, mirando mal a mi esposa.

Volteé a ver a la señora lengua larga y le dediqué una mirada que la hizo baja la cabeza avergonzada. Pegué a Lizy a mi cuerpo y la admiré aun más por hacer oídos sordos; porque sabia que ella también la había escuchado y prefirió no perder su educación por gente insignificante.

Llegamos al salón principal y rápidamente encontré nuestros asientos y con mi ayuda ella se sentó a mi lado. Me acerqué a su oído y le susurré:

-El evento terminará tarde, así que estaba pensando que...

-No, tú en tu casa y yo en la mía. -respondió como si hubiera leído mi mente.

-Me podría quedar en una habitación separada de la tuya. -repliqué.

-No.

Apreté los labios y no supe que más decir, así que luego de un par de minutos en un silencio incómodo, dije:

-Mi madre dijo que te conoció esta mañana.

Me miró inexpresiva.

-¿Y te dijo que fue grosera conmigo? -negué y continuó -. Me trató mal pero me supe defender y ya luego tuvimos una extraña reconciliación. -recordó simpática.

Fruncí el ceño, ya que eso omitió mi madre.

-Ella no dijo eso, me dijo que...

-Quiere nietos -me cortó y luego suspiró -, y quiere que por ende tú y yo vivamos juntos. -expresó con frugalidad.

La miré apenado, porque lo menos que buscaba era presionarla y sabia que mi madre había hecho precisamente eso; la había presionado.

-No tienes que hacerlo. -afirmé dándole mi apoyo.

Sonrió de lado.

-Lo sé, no lo iba a hacer de cualquier forma. Le he dicho a tu madre que yo no tengo un futuro a tu lado, así que los nietos que tú puedas darle más adelante, no serán conmigo. -aseguró mirando nuevamente hacia el escenario.

No supe que decir al respecto, solo sé que sus palabras verdaderamente me hicieron sentir fatal. Digo, no es que esperara que ella me dijera que esta misma noche haríamos un bebé, pero saber que ella estaba consciente de divorciarse de mí, me hacia saber que sí, ella me iba a perdonar pero no por eso se quedaría conmigo.

Dejé de pensar en ello y me centré en el evento, estaba tan perdido en mi ensimismamiento, que no escuché cuando el presentador del evento, había dicho mi nombre en el micrófono. Lizy movió mi hombro, haciéndome despejar la mente y verla añorado.

-¿Que pasó? -le pregunté perdido en su mirada.

Arrugó la frente.

-Te han llamado por tu nombre tres veces. Lake, el premio a mejor farmacéutico del año eres tú. -dijo la rubia, sonriéndome orgullosa.

Miré hacia enfrente y en la pantalla grande se veía mi rostro, ni siquiera sabia que me estaban grabando en este momento. Sonriéndole a mi esposa, asentí agradecido ante la ovación y me puse de pie, caminé al escenario y recibí el premio que me hacia sentir capaz de mis conocimientos científicos. Tomé el premio, estreché la mano del conductor y me acerqué al micrófono.

-Wow, no sabia que mi hiperactividad tendría frutos -bromeé mirando la estatuilla hecha de bronce sólido y chapada en oro de 24 quilates, que sostenía en mi mano.

Los presentes rieron.

Medía un poco más de 34 centímetros y pesaba casi 4 kilogramos. Luego levanté la mirada y capturé a mi esposa... a mi mujer y le sonreí. Lizy me sonrió de vuelta, sabia que no fingía, ella estaba feliz de lo que yo había logrado y el tenerla aquí acompañándome en este momento tan importante para mí, me hacía el día.

-Primero que nada, quiero darle las gracias a mi bella esposa, por haberme acompañado hoy en este día tan importante para mí. Lizy, quería tirar la toalla, irme contigo y no saber nada de esto. Pero tú, que sabes lo que es mejor para mí, para nosotros, insististe en que me quedara y hoy gracias a ti, este premio es tuyo, amor -alcé la estatuilla y la gente rompió en aplausos y gritos de admiración -. Gracias por presionarme y hacerme ver que puedo ser una mejor persona si es a tu lado -sin dejar de verla a los ojos, agregué -: Te quiero, Charlize Öztürk -ella no parpadeó y luego carraspeé -. Y por su puesto gracias a todos mis socios y colegas que me dieron el voto de confianza y creyeron en mis capacidades, por eso este premio también es suyo.

Y con eso finalicé mi discurso, me di un abrazo fraternal con el hombre que me entregó el premio y bajé del escenario. Cuando llegué a la fila donde estaba sentado con Lizy, me quedé perplejo al ver la butaca donde ella estaba sentada, vacía.
Miré para todos lados con desesperación y sin querer, me encontré con la mirada rasgada del que por muchos años creí mi enemigo. Él me devolvía la mirada, se puso de pie y se paró frente a mí.

-Me dijo que no se sentía bien, se acaba de ir por allá -señaló con el mentón la puerta este -. Debo decir que quería ir tras ella, pero sé que no me corresponde a mí.

-Gracias, Park. Guarda esto por mí, por favor. -le entregué la estatuilla, me di la vuelta y caminé a grandes zancadas tras ella, estaba desesperado por encontrarla y por suerte la alcancé a divisar caminando a prisa por el último pasillo que estaba completamente desolado.

-¡Charlize! -le llamé, me miró sobre el hombro pero lejos de detenerse, apretó el paso y caminó más a prisa. No me quedó de otra que correr tras ella y cuando la alcancé, la tomé del brazo y la obligué a mirarme -. ¿Qué estás haciendo?

-Irme, eso hago. -escupió rabiosa, se intentó zafar, pero se lo prohibí y la miré fijamente.

-¿Por qué?

-¡Porque dijiste eso en público, no tienes que fingir algo que no es! ¡Me haces sentir nuevamente humillada, Lake, todos allá saben que tú quieres a Freya Güclu! -sus ojos se pusieron rojos.

Acaricié su mejilla izquierda con mis nudillos y ella cerró los ojos.

-Te he dicho antes que me enamoré de ti, así que lo que dije allá dentro no fue mentira. Te quiero, Lizy, y sí, quiero a Freya pero de otra manera diferente a la tuya -abrió sus ojos y me observó. Le sonreí tierno -. A ti te quiero mucho, eres la mujer que siempre quise tener, y sé que me costara mucho remediar todo lo que te hice pasar, solo espero que el tiempo me alcance lo suficiente para redimir mis errores contigo.

Sollozó y no me quedó de otra que abrazarla y besar su cabeza una y otra vez, mientras acariciaba su espalda desnuda por el escote del vestido. Era muy suave. Ella también rodeó mi cintura con sus brazos y me estrechó.

-No puedo con todo esto, Lake -suspiró quejumbrosa contra mi pecho. La alejé un poco de mí y acuné su rostro.

-Me habría gustado llevarte a ver las estrellas desde mi vista.

-Me habría encantado verlas.

-Lo sé, amor. No quiero verte así, y creo que será mejor que desista de todo lo que anhelo de ti -me miró con sus ojos bañados en lágrimas -. No me volveré a acercar a ti, mantendré mi distancia y cuando el contrato termine, anulare el matrimonio y serás finalmente libre de mí.

-Gracias. -apretó los labios sin dejar de soltar más lágrimas y se volvió a abrazar a mí.

Apreté los ojos y seguí consolándola.

Una semana después:

Ya había pasado una semana y había cumplido mi promesa, no había vuelto a ver a Lizy, no había insistido y le había dado su espacio. Aunque me moría por verla y suplicarle perdón, no podía y no porque yo no quisiera, sino por verla a ella sufriendo por el daño ocasionado. No se lo merecía y por esa razón me obligué a declinar.

Además, hoy Lizy volvería a Australia con sus padres, Haluk, el hombre que nombré como su chófer personal, la iría a dejar al aeropuerto y yo estaba que me moría por ir a verla y despedirme. Pero tenia miedo a que me rechazara y me alejara una vez más de ella. Sé que me lo tenia bien merecido, porque la traté de lo más horrible y el que ahora me golpeara con el látigo de su indiferencia, me tenia solo aquí, pensando... y pensándola.

Mi teléfono sonó, cabe decir que estaba en mi oficina, y quien llamaba era mi secretaria. Dejé el bolígrafo con el que jugaba inconscientemente mientras pensaba y atendí.

-¿Qué pasa, Bahar? -respondí por su extensión.

●Señor, lamento mucho interrumpirlo, sé que me dijo que no lo hiciera a menos que fuera importante.

-¿Y lo es? -pregunté masajeándome la sien derecha.

●Pues es la señorita Güclu, ella está aquí e insiste en querer verlo.

Me pase la mano por la frente y rasqué mi coronilla con pesadez. Había rechazado sus insistentes llamadas y mensajes en la última semana. Incluso cambié la clave de la cerradura electrónica de mi casa, para que ella no ingresara cada vez que le plazca. Había dejado de ser su marioneta y al parecer a ella no le gustó. Por eso vino a encararme, a fin de cuentas era algo que no se podía seguir posponiendo y tarde o temprano tenia que verla y que mejor que hoy, para aclararle mis puntos y terminarla como se debe, oficialmente.

-Bien, déjala pasar, Bahar.

●Sí, señor.

Colgó la llamada y a los tres segundos el cuerpo ostentoso de Freya, estaba ingresando a mi oficina, con una gran sonrisa que me incomodó.

Parecía una demente.

-Cariño, no me has llamado en una semana. Te echo de menos y quisiera que esta noche tú y yo...

-No habrá de nuevo un tú y yo, Freya. -la corté de tajo.

Ella parpadeó incrédula, pero luego formó un gesto seductor y rodeó el escritorio contoneando las caderas, sentándose descaradamente sobre él y dejando ver un poco el encaje de sus bragas rojas. Desvié la mirada hacia el estante y apreté los puños.

-¡Bájate de mi puto escritorio y siéntate en la silla como la gente normal!

-¡No me hables así y no soy cualquier persona, Lake. Soy tu novia y merezco...!

-¡No! -me paré furioso de la silla y con mis puños cerrados golpeé la madera de mi escritorio, a cada lado de donde ella estaba aun sentada.

Pareció retorcidamente satisfecha con mi arranque e intentó enjaularme con sus piernas en mi cintura y así besarme, pero me alejé rápidamente y fui directamente al ventanal que mostraba todo Estambul. Mi respiración era furiosa, no la podía controlar, tenia ganas de... no. Tengo que controlarme.

-Lake.

-Vete Freya. Hemos terminado, no quiero que vuelvas a poner un pie en mi empresa.

Jadeó indignada y la escuché acercarse con el sonido de sus tacones.

-¿Tu empresa? -me tomó del brazo con fuerza y me hizo mirarla -. ¡Eres un estúpido malagradecido, esta empresa fue fundada gracias a Han y a mí! ¡Por qué sin mí no habrías tenido todos los contactos que te di para que te hicieras de socios que aportarán a tus fracasados inventos!

Reí sin gracia ante sus últimas palabras. Por fin la había desenmascararado. Por fin la venda de los ojos se me había caído por completo. Ahora podía ver lo que los demás veían y yo no; esta mujer estaba sumamente podrida.

-Lo sabia, sabia que no creías en mis capacidades y que solo estabas conmigo ¿por qué?

Se acomodó el cabello tras la espalda, iba a darse la vuelta pero ahora fue mi turno, la jalé del brazo y la obligué a permanecer quieta y mirándome.

-Me lastimas, Lake. -objetó, pero no la solté.

-¡¿Por qué?! -insistí con impaciencia e incluso la apreté más del brazo.

-Porque te amo, cariño. Aunque este comportamiento rebelde que obtuviste luego de conocer finalmente a Lizy, que por cierto terminó siendo esa estúpida agria, no me agrada. Ella te lavó el cerebro y te puso en mi contra. -fingió tristeza y con eso liberé su brazo y me eché a reír.

Solté una carcajada y la miré frívolo. Ella parecía consternada.

-Ella no me hizo esto, fuiste tú -la señalé -. Tú amabas al Lake que podías manipular, pero a este nuevo yo ya no, porque él a ti ya no te ama. Me hiciste mucho daño, Freya. Jamás debí perdonarte lo que pasó con Han en Nueva Zelanda.

-Te dije que él se aprovechó de mí, yo estaba muy ebria.

-Han también estaba borracho, pero más sin en cambio me porté como un puto cabrón con mi mejor amigo, dejándole a él todo el peso de una traición que también te tocaba cargar a ti. -la sacudí furioso.

Ella parecía sorprendida por mi arranque, pero no me importaba, llevaba tiempo cargando todo esto y hoy por fin podía sacarlo. Todo gracias a que me había enamorado de la mujer con la que estaba infelizmente casado, y todo por mi culpa.

-¡Esa mujer te embaucó, eres tan buena persona que ella se aprovechó de tu ingenuidad al dejarte solo y sin mi protección! -exclamó en un fallo intento de sonar amable e intentó tocarme la mejilla, pero tomé su mano con brusquedad y la aparté antes de que me tocara.

-Aquí la única que me embaucó por mucho tiempo, fuiste tú. Me hiciste ser una persona mala, un hombre cruel que no era y que gracias a tu infidelidad, me convertí en un monstruo que podías manipular a tu puto antojo -di un paso al frente y ella lo dio hacia atrás, parecía asustada -. Pero se acabó, Freya, no te quiero ver cerca de mí, ni de Lizy. Ya concreté una cita con tu padre, Hirlëk se va a enterar de la clase de hija que tiene.

Su labio inferior tembló, se iba a echar a llorar, pero su humor cambió del dócil al indócil en un segundo. Pestañeó un par de veces para alejar las lagrimas y su mirada parecía como nueva, como si minutos antes no hubiera querido llorar como Magdalena. Estaba realmente sorprendido por su cambio tan drástico en sus emociones; era verdad eso de que nunca terminabas de conocer realmente a las personas de las que te rodeas.

-¿Y tú en serio crees que dejaré que esa tipa a la que apenas conociste como tu esposa, se quede con lo que es mío?

-Te haré un reembolso por tu participación en mi empresa y de cierta forma te indemnizaré por los años en los que me hiciste tu títere humano. ¿Feliz? -escupí mordaz, dándome la vuelta para volver a mi escritorio.

La oí reír y la quedé mirando desde mi asiento en mi lugar de magnate.

-¿De qué te ríes? -bramé, abrochando el botón central de mi saco azul marino.

Freya acomodó su pelo rubio lacio y lamió sutilmente sus labios.

-De que te ves patético anhelando a una mujer que no te quiere ver ni en pintura.

-Tú también te ves patética rogando por una atención que ya no es tuya. -repliqué mordaz.

Puso los ojos en blanco y caminó hacia la puerta, pero no salió y en cambio escupió su veneno:

-Yo giro en torno a tu vida, amor -se inclinó y tomó su bolso que había dejado sobre la silla de cuero negro y me miró con una amplia sonrisa -. Disfruta lo que resta de tu contrato con la australiana, porque tú volverás a estar conmigo más rápido de lo que crees. -abrió la puerta y al hacerlo, ambos nos quedamos asombrados.

Aunque Freya rápidamente reaccionó y echándome un último vistazo, agregó:

-Te amo, cariño, nos vemos pronto. -me lanzó un beso al aire y salió, chocando su hombro con el de ella a propósito.

Rodeé el escritorio y me acerqué a ella, estaba parada en el umbral, parecía inmersa en lo que acababa de presenciar. Así que tomé su mano suave y la hice entrar en mi oficina, cerré la puerta con pestillo y la llevé hasta la silla y la senté. Me puse de cuclillas frente a ella y tomé sus manos en las mías.

-Lizy -la llamé para que reaccionara, y así lo hizo, sacudió ligeramente su cabeza y me miró. Le sonreí -. ¿Perdiste el vuelo?

Le pregunté, ya que se suponía que ella debería estar volando a su país natal. Miró nuestras manos unidas y luego a mí. Se encogió de hombros.

-No debí haberlo hecho -intentó ponerse de pie, pero negué -. Lake, no. Fue una mala idea haber venido.

-No te vayas. -le imploré con el corazón acelerado por el miedo de que se esfumara en mis ojos.

-Freya estuvo aquí, todos tus empleados saben que ella es tu novia y volvemos al mismo tema, soy como la secretaria que intenta coquetear con el CEO. -se llevó la mano a la frente y negó apenada.

Suspiré.

-Pero no es así, tú tienes más poder que Freya y cualquier otra persona que intente intimidar. Tú eres mi esposa, Lizy y por ende eres la dueña y señora de ese lugar.

-No me gusta pensar en ello. - resopló -. Aún así, creo que fue muy pronto para venir aquí, ni siquiera tu secretaria me creyó cuando le dije que yo era tu esposa. Dijo que yo era la secretaria de Han, pero no tu esposa, que ese titulo seria de Freya y que incluso ya estarías reconciliándote con ella.

-¿Y a ti te pareció que me estaba reconciliando con ella? -pregunté divertido, ya que no había pasado desapercibido su tono molesto al decir lo último.

Apretó los labios y con sus mejillas rojas, negó la cabeza.

Le sonreí, le di un beso en la frente y sin decir nada, me puse de pie y tiré de su mano que aun tenia sostenida y la hice levantar y la llevé conmigo.

-Lake, ¿qué haces? -preguntó mientras la sacaba de mi oficina, yo iba adelante y ella detrás; ambos tomados de las manos.

-Ya verás -nos detuvimos frente al escritorio de Bahar, mi secretaria, y ella alzó la mirada del monitor a mis ojos.

Sonrió amablemente y luego miró a la rubia y formó un gesto desentendido.

-Señor Öztürk, lamento lo de Dulce, le dije que no podía recibirla y que además estaría arreglando su asunto personal con la señorita Freya. Pero es que ella dijo un disparate y...

-¿Qué disparate? -rugí.

-Bueno -se removió en su asiento algo incómoda, se quitó las gafas y miró a la mujer que tenia parada a mi lado -, ella dijo que era su esposa y yo sé que no lo es, porque ella era la secretaria del señor Park y es imposible que ella y usted estén casados si ni siquiera la toleraba.

Levanté mi mano unida a la de Lizy, mostrándole aquello a la incompetente que me miró asombrada.

-Pues créalo, porque ella es mi esposa, así que la dejaras pasar las veces que ella venga aquí... ¿entendido?

-¿Pe-pero cómo? La señorita Güclu...

-No, déjame presentarte oficialmente a Charlize Olsen... de Öztürk, mi legítima esposa.

Bahar se puso de pie y le hizo un modo de reverencia a Lizy, quien apretó mi mano algo incomoda por eso.

-Puedes sentarte, Bahar. Espero que ya haya sido claro.

-S-sí señor. -tartamudeó.

-Bien -me giré a la rubia que no parpadeaba y la llevé de vuelta a mi oficina. Cerré nuevamente con pestillo y la miré con una grata sonrisa -. Listo, ahora cada que vengas nadie te prohibirá la entrada.

-Eso no era necesario. -replicó.

-Por supuesto que lo era y créeme, bonita, todavía falta presentarte con los demás empleados. -me llevé el dorso de su mano a los labios y deposité un beso, sin despegar mis ojos de los suyos.

Ella rápidamente se soltó de mí y miró hacia la venta.

-No hace falta que hagas eso, con que Bahar lo sepa, es más que suficiente.

-Nada es suficiente si se trata de ti, Lizy. -paseé mi mirada por todo su cuerpo, llevaba puesto un blazer azul cielo con una blusa blanca y un pantalón color crema con zapatillas blancas.

Su pelo rubio lo llevaba ondulado perfectamente y su maquillaje era delicado casi inexistente, haciéndola ver más hermosa de lo que era. Bonita natural. Al sentir mi intensa mirada en ella, apartó sus ojos de los míos y dijo:

-Que bonita vista.

Reí bajo por su comentario, mientras ella me daba la espalda y se acercaba al ventanal. Tremendo culazo.

-Estoy seguro de que no has venido a ver solo la vista desde aquí, así que dime, Lizy ¿A qué viniste?

Al contrario de ella, yo lucia tranquilo y relajado, pues tenerla cerca y conmigo me hacia sentir de cierta forma, en paz; pese a que la deseaba más que a nada en el mundo. Se dio lentamente la vuelta hacia a mí y sonrió de lado.

-¿Recuerdas lo que me dijiste la semana pasada en los premios? -indagó, jugando inconscientemente con el anillo que la marcaba como mía.

Sonreí por ello, de hecho yo también había empezado a usar mi anillo, porque quería que la gente viera que ya estaba casado con una de las mujeres más hermosas de todo el mundo.

Enarqué una ceja por su pregunta.

-Te dije muchas cosas en esos premios, así que específicame, bonita.

Apretó los labios, parecía nerviosa, pero luego se aclaró la garganta y dijo:

-Dejaré que tú vengas a mí...

-Cuando estés lo suficientemente segura de que soy lo que quieres tener. -terminé la frase y ella asintió.

-¿Y si nunca voy a ti? -preguntó otra vez y sonreí, acercándome a ella.

-Pero estás aquí, Lizy, conmigo -dejé un par de pasos de distancia, no quería abrumarla con mi invasión a su espacio personal -. Ahora dime, ¿me has perdonado y quieres estar conmigo?

Me miró a los ojos y dijo con esa suave voz aterciopelada, que cada que hablaba era como una caricia a mis oídos:

-El perdón no es excusar el comportamiento del ofensor, es abandonar el resentimiento y contemplar al otro como un ser humano a pesar del daño que ha hecho -ella acortó la distancia, levantó su mano y acarició mi rostro con delicadeza -. Mi perdón no cambiará lo que hiciste, pero eres un ser humano con errores y creo que te juzgue mal. Así que para empezar, tendremos un comienzo para avanzar y ampliar un futuro a nuestra manera.

Mis ojos saltaban de los suyos a todo su rostro. Estaba estático, no sabía como interpretar lo que acaba de decir. No entendía si me estaba perdonando y si me estaba dando una oportunidad para estar a su lado, o si se estaba despidiendo de mí y ya no iba a regresar, pero no quería cargar con ese dolor que le cause y por eso me estaba perdonando. Estaba confundido.

-¿Estás conmigo, o te estás despidiendo? -pregunté desasosegado.

La rubia hermosa que me miraba con la misma intensidad, surcó una sonrisa radiante y expusó:

-¿Y tú como lo interpretaste?

Atrapé su rostro entre mis palmas ásperas, incliné mi cabeza y pegué mi frente a la suya.

-Creo que me perdonaste y quieres intentarlo conmigo. -mi aliento se mezclaba con el suyo.

Apretó mi saco, sentí como estrujaba la tela en sus pequeñas manos y la arrugaba. Pero no me importó, porque ella era lo realmente importante para mí.

-¿Terminaste con ella?

-Lo hice, debí de haberlo hecho desde hace mucho pero no era valiente en ese entonces. -admití acariciando sus mejillas con mis pulgares.

Luego rocé mi nariz en la suya y ella suspiró.

-¿Y ahora lo eres?

-Sí, porque ahora tengo a quien defender y te juro que pase lo que pase, te voy a cuidar como siempre debí hacerlo.

Tiró más de la tela de mi saco, creo que estaba muy nerviosa. Sonreí por ello.

-¿Por qué? -susurró con su tibio aliento rozando mis labios.

-Porque te quiero, Lizy. Y porque estoy enamorado de mi esposa.

Hablado eso, finalmente acorté la distancia entre nuestros labios y la besé. Ella rodeó mi cintura con sus brazos y yo colé mi mano derecha a su nuca y la izquierda la deslicé hasta su cintura. Pegándola más a mí, porque temía que se arrepintiera y se alejara otra vez de mí. Pegué su espalda al vidrio frío del ventanal que mostraba todas las calles y avenidas de Estambul, sin dejar de besarla.

Jadeó cuando mi mano que sostenía su cintura, se deslizó más abajo y estrujó su nalga redonda y perfecta.

-Dime, Lizy. ¿Sí o no? -dejé de comerme su boca y la miré, ella me miró también.

-¿Crees que funcione?

-Eso dependerá de nosotros. -la besé castamente y volví a mirar sus hermosos ojos.

Seguía pegada al vidrio del ventanal.

Subió sus manos y acarició mi rostro y luego sonrió con dulzura.

-Sé que me hiciste mucho daño, Lake, pero creo que también puedes remediarlo y hacerme feliz.

El corazón me latía despotricado, no cabía de la puta emoción.

-Te lo prometo, mi reina. Te haré la mujer más feliz del universo. -bañé su rostro de besos, sin soltar sus caderas.

Ella rió sincera.

-De acuerdo, entonces para empezar -insistió en que dejara de besarla y la mirase a la cara; eso hice y ella continuó -, quiero que vengas conmigo a Australia. Quiero que mis padres conozcan al hombre del que masoquistamente me encariñé.

-¿Eso quiere decir que tomaremos juntos el timón de nuestro propio barco?

-Sí, Lake. Y nosotros fijaremos el rumbo que queramos tomar.

💀🍬☠

¡¡¡Feliz año nuevo, mis bellas!!!🎉

Primera actualización de este nuevo año.🥰

Espero que este 2025 las sorprenda con momentos felices, mucha salud y logros inolvidables para ustedes y toda su familia.❤

También recuerda que este es nuestro año, lleno de bendiciones y nuevos comienzos en donde tu mejor versión saldrá a flote. Yo lo decreto.🥳

Y que el amor y la alegría invadan sus vidas en este nuevo año, acompañadas de sus seres queridos. ¡Feliz 2025!🥳

Las abrazo muy fuerte a la distancia.😘

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