15: +Sweet Confession+
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Luego de que dejara a Dulce cerca de la estación del tren, me dirigí a mi villa, que estaba situada a cuarenta minutos de la villa de mi... de Lizy. Estuve tentado a pasar y pedirle una última chance para que me acompañe mañana. Pero al recordar que estaba en evaluaciones y que no quería presionarla, decidí dejarla tranquila por ahora, ya que tenia pensado insistir hasta que cediera a conocerme personalmente.
Aunque ya no lo sentía como una buena idea, ya que Dulce me tenia tremendamente confundido. Esa mujer me fascinaba y ya no iba a negarlo, porque hacerlo me estresaba y creo que de cierta forma eso atribuía a mi mal humor.
Apagué el motor del carro y bajé, ingresé a mi villa y subí las escaleras. Cuando entré a mi habitación, me encontré a Freya acostada con un camisón azul cielo que no dejaba nada a la imaginación. Tenia que reconocer que lucía fascinante, pero ha decir verdad, por primera vez no me apetecía.
Resoplé un poco molesto al ver lo que intentaba hacer, porque luego de que echara a Dulce de aquel evento, me enfurecí con mi novia por el hecho de hacerme ver como un "madon" delante de mis amigos y lo peor, delante de Dulce y de mi hermano. De hecho tan grave había sido esta situación, que incluso mi madre que estaba de vacaciones en Notre dame, se había enterado de aquel incidente y me hizo saber lo molesta que estaba por mi comportamiento, diciendo que ella no me educó para ser un patán.
Una decepción más. Ya que también se sintió molesta cuando se enteró que me había casado con una mujer a la que no conocía y se sintió desplazada de mi vida privada.
—¿Qué haces aquí, Frey?
Su sonrisa sensual se borró de sus labios rojos y me miró con esa mirada de arrepentimiento que ya era muy común en ella.
—¿Sigues molesto conmigo? —preguntó chillona.
Me pasé la mano por el pelo y asentí gélido.
—Sí, ahora vete, quiero dormir. Mañana es el evento y necesito estar presentable.
Se puso de pie y se acercó a mí, uno se sus pechos sobresalía de su camisón y tuve que desvía la mirada. Porque vaya, Dulce me había dejado más prendido que una fogata universitaria.
—Lo lamento, no quise hacerte ver como un hombre débil ante las palabras de su mujer. —pestañeó con un puchero en los labios, mientras acariciaba mi pecho.
No iba a caer.
—Ya es tarde para arrepentimientos, es por eso que mañana no irás conmigo a los premios.
Detuvo sus manos y me miró azorada. Se echó para atrás y preguntó molesta:
—Charlize no irá contigo, no puedes ir solo y sabes que pese a todo yo soy tu mujer, Lake. Mi lugar es a tu lado, apoyándote como siempre. —chilló con un tilde de decepción.
—¿Apoyándome? Solo me metes en problemas, pero se acabó, no soy tu marioneta.
—¿Me estás terminando? —inquirió temerosa.
Me hubiera gustado decirle que sí, pero no podía hacerlo, o creo que no sabia como decirlo.
—No. Pero quiero pensar bien las cosas.
—Yo te amo —me abrazó pero yo no pude responderle el gesto —, sabes que en mí puedes confiar, de hecho soy la única que esta para ti siempre.
Rodé los ojos, me liberé de ella y me fui directamente al baño. Ella me siguió.
—Necesito estar solo, Freya.
—No me iré, mi lugar es a tu lado, amor. ¡No puedes solo molestarte conmigo por una estupidez y botarme como basura, yo no soy Dulce!
La encaré cabreado ante la mansión.
—¡Eso lo sé, no eres ella y jamás serás como ella! ¡Y sí, tengo todo el jodido derecho de enojarme contigo por tus estupideces, que por cierto son muchas! —la saqué del baño de un empujón y cerré la puerta de un portazo.
Nunca la traté así, pero ya había acabado con mi paciencia. Me eché un poco de agua en la cara y miré mi rostro húmedo en el espejo. Luego miré mis labios y no evité recordar los labios de Dulce sobre los míos. Besaba increíble. Sacudí la cabeza y me quité la camisa, la dejé sobre la caja del retrete y procedí a quitarme el resto de ropa. Abrí la llave de la regadera y me metí bajo el chorro de agua caliente. En quince minutos terminé de ducharme y cuando salí, resoplé al encontrar a Freya dormida en mi cama.
Negué la cabeza y con una toalla seca, me sequé el cabello y fui a mi closet por mi pijama. Me cambié y me recosté en la cama, apagué la lámpara de mi lado y cerré los ojos. La imagen de Dulce fue lo último en que pensé al cerrar los ojos... y la imagen de Lizy en aquellas fotos que me había enviado por error fue lo primero que recordé al despertar.
—Buenos días, dormilón. —y Freya fue mi triste realidad.
Mientras dormia y esclarecida mis ideas, descubrí que todo el tiempo estuve enojado por su traición, y me desquité con mucha gente por ello, incluso Dulce fue un daño colateral; me desquité con ella de la peor forma. Pero con Freya siempre tuve que portarme bueno y a la altura, tuve que perdonar su tradición y convertirme en su mártir, haciendo el trabajo sucio que ella me pedía hacer; ser un patán, como dijo mi madre.
Pero ya estaba decidido, iba a liberarme de Freya y sus engaños. Sé que sonaba hipócrita decir eso, porque legalmente estaba casado con otra mujer y estaba en una relación con mi novia de años (Freya), y también me besé con la secretaria de Han. Tres mujeres en mi vida que me volvían loco de diferentes maneras. Pero es que esa mujer lo ameritaba, era tierna, buena, dulce, Inteligente y muy hermosa. Todo lo que quise de una mujer, sé que Lizy lo tenia pero se negaba ha darmelo y tampoco iba a obligarla, aunque quería hacerlo.
Luego volvía a estar Freya y su apoyo incondicional. Y es por eso que no podía dejarla tan fácilmente, ella era un pilar importante en mi vida empresarial y aunque solo sentía por ella gratitud, la quería también. No como antes, pero si como a una amiga. Pero ahora tenia miedo de romperle el corazón, aunque ella me lo había rotó a mí, yo no podía ser igual.
Me miró enamorada, con una sonrisa radiante y su mentón estaba apoyado en mi pecho descubierto por la tela del pijama azul. Freya era hermosa, no iba a negarlo, pero no podía con esto, tenia que idear una manera de dejarla sin ser tan cruel.
—Buenos días. —le respondí con la voz pastosa.
Sonrió y besó mi mejilla.
—Le diré a Girlëy que te prepare el desayuno. —soltó cantarina, tal vez al ver que no estaba más enojado con ella.
Salió de la habitación y yo me quedé acostado, viendo la lámpara que colgaba en el techo y luego me froté el rostro frustrado.
—¿Qué debo hacer? —me pregunté.
Mi teléfono sonó y al ver quien llamaba, salté de la cama y corrí al baño.
—Dulce. —dije con anhelo al responder.
●Necesito hablar contigo, no pude dormir en toda la noche pensando en todo esto, y creo que es importante. Pero antes quiero aclararte que no soy mala persona, Lake, y creo que es mejor decírtelo personalmente, porque no puedo seguir con esto.
Sonreí, aunque me sentía confundido por eso que la acongojaba, pero el saber que iba a verla pronto me hacia sentir repentinamente bien.
—Claro, ¿cuándo nos vemos?
●Te veré esta noche...
La sonrisa se me borró.
—Pero esta noche no puedo, debo ir al evento...
●También iré yo, ¿irás solo, o Fre...?
La corté:
—Sí, iré solo ¿me acompañas? —le pregunté nervioso y temiendo a que me rechazara o peor aun, que me dijese que no podría porque sería la pareja de Han, pero:
●Sí, también iré sola. Y antes de que me digas que me pasaras a recoger, descuida, yo llegaré allá, tú solo espérame, Lake.
Sonreí por su comentario, porque justamente planeaba decirle eso.
—Por supuesto, bonita. Te veré en la noche.
●Bien, adiós.
Colgó la llamada y suspiré. Abrí la puerta del baño y al hacerlo, me encontré a Freya sentada en la cama. Me miró con ternura y preguntó:
—¿Con quién hablabas?
—Con mi madre. —la miré indiferente y seguí mi camino.
Sonrió cínica.
—¿Tu madre?
—Sí, ¿acaso estás sorda?
Se puso de pie y puso sus manos como jarras.
—¡No, pero tampoco soy estúpida, Lake Öztürk! ¡Tu madre está abajo, acaba de llegar y me echó en cara que yo era una mala influencia para ti y una descarada por estar contigo cuando eres un hombre casado y me ha echado de tu casa!
—Pues ya está, vete.
—¡¿Qué?!
Me pasé la mano por la cara.
—Voy a lidiar con el sermón de mi madre y no quiero tener que lidiar también contigo, asi que vete, por favor.
Sus ojos verdes se critalizaron. ¡Ay, que no llore!
—¿Ya no me amas?
—¿Qué tiene que ver eso con lo que te he pedido?
—¡Todo, anoche no quisiste cojer conmigo y hoy me tratas así! ¡¿con quién hablabas en el maldito baño?! —gritó como loca, incluso intentó quitarme el teléfono de las manos, pero se lo impedí.
—¡Basta, cálmate, Frey! —la sostuve con un brazo, mientras con el otro levantaba el teléfono en el aire, lejos de su alcance.
Arañó mis brazos y fue como la solté. Estaba agitada y con el rostro enrojecido.
—¡¿Hablabas con Lizy, no es así?!
—No. —aseguré, no mentía, pero tampoco le diría que hablaba con Dulce.
Sonrió con amargura.
—Era Dulce, ¿no es así?
Esta mujer me sacaba de quicio.
—No. Era Yasli, me acompañará esta noche al evento, así que tú vuelve a tu casa y descansa, te llamare pronto.
—No, te dije que mi lugar es contigo, así que yo iré de tu brazo y no digas más —tomó el bolso que estaba sobre la silla y sonrió como si nada hubiera pasado —. Te amo, nos vemos en la noche. —me lanzó un beso tronado al aire y salió de mi habitación.
—Está super loca. —susurré agobiado por su comportamiento delirante.
Sacudí la cabeza y bajé a la sala, encontrándome a mi madre mirando mis fotos y con su ceño arrugado.
—Buenos días, madre.
Ella volteó a verme y negó molesta.
—¿Buenos días? ¿Cómo pueden ser buenos si estas peleando a las siete de la mañana con tu amante? —inquirió áspera.
Bufé, acorté la distancia y fui a saludarla. Besé su mejilla y nos sentamos en el sofá.
—Freya no es mi amante, mamá. Y ella ya se ha ido.
Rió molesta.
—Claro que es tu amante, Lake, y tenia que irse porque no tiene nada que hacer aquí. Esa chica con la que te casaste vive sola, tu lugar es con ella y no con la loca de Freya Güclu. Te dije que esa mujer no me agradaba y solo te trae problemas tras problemas.
—Pero a mí sí me agradaba, por eso salia con ella. No tenia que gustarte a ti para que me gustara a mí. —dije sin saber que estaba defendiendo a Freya.
Mamá me miró decepcionada.
Era como si estuviera mentalmente programado para defenderla de todo aquel que la atacara sin su presencia. Me maldije por ello, era su marioneta.
—¿Lo ves? La estás defendiendo, esa mujer es manipuladora y por eso nunca me agradó.
Sacudí la cabeza y tomé sus manos.
—Hablemos de otra cosa, ¿sí? —pedí suplicante.
Mamá me echó una mirada suspicaz y dijo:
—Ya conocí a tu esposa. Y déjame decirte que es una chica buena, y muy linda. No entiendo como pudo pedirte esa atrocidad de nunca conocerse y del porque tú acredite a tremenda locura. Por qué ¿Cómo me darán nietos si no pueden verse y mucho menos tocarse?
Reí animado ante su comentario tan cierto.
—Madre, no presiones con eso, todoa su tiempo. —besé su frente.
La mujer rubia negó.
—Tengo cincuenta años, Lake, envejezco día a día y ni tú ni tu hermano se tientan el corazón por mí. Ninguno me ha dado un nieto, egoístas y malagradecidos.
Suspiré, porque ella tenia razón. Yo quise hijos con Freya hace tiempo, pero ella nunca los ha querido porque dice que su cuerpo se deformaría. Aunque ahora agradezco no haberlo concebido con ella, porque ya no la amo y no podría dejar a un hijo mío, viviendo separado de mí o de su madre. Yo tuve una infancia sin padre y fue duro para mí. Pero estaba contento y agradecido con la vida que nos dio mi madre.
—Te prometo que hablaré con Lizy, le pediré una oportunidad y si las cosas se dan bien, te aseguro que seré el primero en darte un nieto.
—¿Y si ella no quiere?
—Te seré sincero, madre. Conocí a una chica, una mujer que me tiene loco desde que la conocí, y sinceramente no quiero intentarlo con Lizy, sino con Dulce.
Mamá enarcó la ceja.
—Según Yasli, tú trataste muy mal a esa mujer, siendo que ella nunca te hizo nada —alzó la mano al ver que iba a interrumpirla —. Y descuida, que sé que no actuaste por ti mismo, sino por esa demente que te dice que debes y no hacer. Pareces más que su novio, su mascota —. Ahora bien, Lizy es un sueño, la chica me agradó y te exijo que la busques y hables con ella, pídele una oportunidad, verás que es ella la mujer ideal.
Golpe. Bajo.
—Lizy no quiere verme, mamá, no haré eso. Y sobre Dulce, descuida que ya me he disculpado con ella.
—¿Y te perdonó? —abrió los ojos.
Encogí los hombros.
—Eso creo. Me besó y yo lo tomé como que me había perdonado de corazón. Si no me hubiera disculpado, no hubiera metido su lengua a mi boca, y mira que ella inició el beso. —recordé con una sonrisa y mi madre hizo un gesto perturbador.
Pero luego sonrió y justo la mucama apareció con una sonrisa y sosteniendo una charola con dos tazas de humeante café.
—Aquí está el café, señora Harika. —la mucama puso la taza en la mesa de centro y después depositó la mía.
—Gracias, Girlëy. —dijimos al unísono.
La mujer asintió y se fue, dejándonos solos nuevamente. Hablé más tiempo con mi madre, discutimos un poco pero al final ella dijo que me apoyaría sea cual sea mi decisión. Luego de eso se marchó, dijo que iría a reprender ahora a Yasli y la idea me pareció genial. Despues me duché, me cambié y me fui directamente a la empresa, ahora que era el único dueño y luego de que Han me entregara su parte de la empresa, estaba viendo el cambio del nombre. Ya que Lak&un era el nombre de Han—Eun y mío.
Ahora estaba pensando en llamarle Öztürk&Kimya, que significaba Química y Öztürk. Aunque aun lo estaba pensando, y en lo que lo decidía, la empresa seguía siendo Lak&un. Estuve un rato en el laboratorio, cuando me aseguré de que todo estaba en orden, me quité la bata y salí del laboratorio. Entré a mi oficina y mi teléfono sonó, lo saqué del saco y miré la pantalla antes de responder.
El padre de Lizy me llamaba.
—Henry. —lo nombré en modo de un saludo cordial.
Lo oí suspirar.
●Lake, ¿cómo va todo por allá?
Fruncí el ceño por su pregunta, me senté en la silla y respondí:
—Todo está bien por aquí, pero dime, ¿cómo está Paola?
●Bien, pero no sé, la he visto muy deprimida últimamente, ¿sabes? Creo que hablar con nuestra hija por video llamadas ya no le es suficiente. La extraña, Lake, después de todo ella es su madre y no sé, quería...
Sabia por donde iba, así que dije:
—Aun faltan seis meses para que nuestro trato culmine, Henry. Charlize tiene que seguir siendo mi esposa por los próximos meses, pero déjame ver que puedo hacer.
●Te lo agradecería mucho si la dejas venir a casa, solo para que su madre la pueda ver y abrazar, ya luego ella volverá contigo, te lo prometo.
—Solo recuerda que su casa ahora esta aquí, Henry. Pero como te lo digo, veré que puedo hacer, tengo mucho trabajo y estoy en la etapa de un nuevo proyecto que tengo en mente, no tengo cabeza para nada más. Y justo ahora en la noche hay una convención y tu hija no quiso acompañarme. Se supone que por eso me casé con ella, para ayudarnos mutuamente pero ella no coopera. Y de antemano tú sabes que yo sigo cumpliendo con mi parte pese a su falta de compromiso.
Resopló.
●No lo sabia, Lake. Pero te prometo que hablaré con ella, esa hija mía es un poco testaruda, pero es una buena chica y que además ama a su madre con todo el corazón, de otro modo no se habría casado contigo —recordó y eso me incomodó mucho, pero no dije nada al respecto —: Ella te acompañara esta noche, no te preocupes, yo se lo pediré en nombre de Paola.
Negué.
—No hace falta, deja que piense las cosas. Además si usas a su madre, creerá que la estas atacando y que solo usas a Paola para presionarla a que haga cosas que no quiere —froté el puente de mi nariz —. Mejor déjalo así. Sé que en cuanto ella esté lista, vendrá a mí sin pedírselo ni presionarla. —aseguré revisando mi ordenador, ya que me había llegado un email, de el próximo socio de Londres.
●De acuerdo. Bueno, te dejo, espero y contemples lo que te he pedido, no quiero seguir viendo a mi esposa triste por su hija ausente.
Suspiré cansino.
—Lizy también está triste. A mí tampoco me gusta saber que sufré por su madre, ella también es mi esposa y te entiendo y creo que tienes razón, Henry. ¿Te parece si ella vuelve la próxima semana?
●¡Sí, me parece bien! Muchas gracias, Lake. No pude casar a mi hija con un mejor hombre que tú.
Rodé los ojos. Eso era hipócrita, pero no dije nada.
—Solo recuerda que ella tiene que volver conmigo a Estambul. El contrato no termina hasta que nos divorciemos y sabes que faltan...
●Seis meses.
—Exacto.
●No te preocupes, ella volverá a tu lado lo más pronto posible.
Me eché un poco de perfume, ya me había aseado y había lavado mis dientes. Me miré en el espejo y sonreí. Llevaba puesto un traje de gala negro, con camisa blanca, chaleco negro, saco, pantalón negro y moño en el centro. Mi rolex de oro blanco iba colgado en mi muñeca izquierda, mi pelo estaba peinado perfectamente hacia atrás, aunque algunas hebras rebeldes caían por mi frente pero no me importó. Antes de salir de casa, tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Dulce.
•Voy para allá. Te espero.
Su respuesta no tardó en llegar.
•También voy en camino, y por favor, no hagas una escena cuando me veas llegar ;)
•¿Por qué? ¿Llevas un atuendo que querré arráncartelo con los dientes en cuanto te vea? :/
•No seas estúpido. Tú solo relaja la raja y no te comportes como neandertal.
Sonreí por su respuesta, ¿por qué diría eso? negué y luego de prometerle que me mantendría tranquilo, salí finalmente de casa.
Conduje hasta el lugar donde se llevaría acabo el evento. Pero no entré por la alfombra roja, en cambio me mantuve alejado de las cámaras con sus cegadores reflectores y sobretodo de la prensa con sus insoportables reporteros. No quería lidiar con ellos, no luego de haber llegado solo aquí sin la compañía de quien hasta este momento era mi esposa. Aunque mi cita estaba por llegar y la cual evidentemente no portaba el anillo que la hacia pasar por mi mujer, pero no me importaba, estaba feliz y deseoso de verla. Miraba mi teléfono, justo cuando alguien me tomó del brazo y exclamó:
—¡La pareja más esperada ha llegado! —su grito llamó la atención de todos y los reflectores nos iluminaron.
Cerré un instante los ojos por la luz cegadora. La prensa nos atacó inmediatamente y yo no supe como reaccionar ante la multitud de gente y micrófonos que estaban frente a mí.
—¡Señor Öztürk, esta noche luce espectacular! —exclamó una reportera, poniéndome el micrófono cerca del rostro.
—¿Se debe a la hermosa dama que hoy lo acompaña igual que siempre? —preguntó otra reportera.
—¿Es verdad qué solo son amigos, o hay algo más entre ustedes?
Estaba abrumado, no sabía que hacer o qué decir, pero Freya sí.
—Oh, querida. Por supuesto que somos algo más, Lake y yo hemos salido por años y no se puede negar lo que se ve. Nos amamos y creo que eso ustedes ya lo sabían. —dojo divertida, todos los reporteros rieron y luego ella me sonrió un instante y volvió a posar su atención a las cámaras —, y es por eso que pronto habrá boda. —añadió con seguridad frente a cámaras internacionales.
Me tensé a su lado, estaba mudo y no podía articular palabra alguna.
—¡En hora buena señor Öztürk! ¿Pero díganos, ya se ha divorciado? —curoseó una mujer de pelo negro, mirándome directamente a los ojos; esa mujer era americana, su acento la ponía en evidencia.
—¡Sí, tenemos entendido que se casó con una extranjera de la cual aun no conocemos su identidad, pero se dice que es la hija de un importante magnate Australiano! ¿Eso es verdad?
Freya iba a volver a responder, pero justo en ese momento la llegada de una pareja llamó la atención de los entrevistadores, quienes no dudaron en captar a la pareja y empezar a cuestionarse. Por un momento sentí el corazón paralizado. Dulce venía caminando de frente, lucia un vestido rojo fuego y su pelo rubio ondulado la hacia ver perfecta. Esta mujer era hermosa, pero al ver al imbécil que la acompañaba y quien venía detrás de ella, me hizo hervir la sangre y verla mal.
Dulce notó mi frialdad y en cambio solo me sonrió y dijo:
—Hola, querido. ¿No me vas ha saludar?
Estaba confundido.
—¿Quién es esta mujer, señor Öztürk? —me preguntó alguno de los cientos de reporteros que nos rodeaban.
La rubia me hizo una seña con el mentón para que yo dijera quien era ella. Pero solo la miré incrédulo y con algo de curiosidad.
—¿Por qué sigue apareciendo en nuestra vida? Seguro Nazli la invitó de nuevo. —susurró Freya, sin dejar de mirarla venenosa.
No dije nada, estaba molesto y miré mal a su acompañante, pero mi mirada cambió drásticamente cuando mis ojos cayeron en el collar de diamantes que colgaba en su cuello blanco, la miré asombrado y ella sonrió satisfecha cuando notó que la había reconocido.
Yo le regalé el collar que estaba usando hoy, lo mandé a hacer justamente para el regalo de su cumpleaños y era un diseño que yo mismo ideé, lo que lo hacía ser único en su existencia.
A continuación levantó la mano izquierda, mostrando el dedo anular con el anillo que mi abogado le entregó cuando firmó el convenio de matrimonio, convirtiéndose legalmente en mi esposa por un año. Me sentía aturdido, no cabía de la impresión. Porque simplemente descubrir que Lizy y Dulce eran la misma persona, no sé, me hizo sentir tremendamente confundido.
Han no decía nada, solo me quedó mirando y negó la cabeza. Fue como si él supiera de algo que yo no, y se estuviera compadeciendo de mí. Y bueno, cuando finalmente ella se paró frente a mí, fue que caí en la realidad.
—Señor, Öztürk ¿tiene algo qué decir? ¿Quién es esta mujer? —preguntó una reportera mientras me acercaba el micrófono.
Acomodé mi saco, logré que Freya me liberara y dando un par de pasos al frente, la tomé a ella, a mi esposa de la cintura, acariciando con mis yemas su tibia piel que el escote trasero de su vestido me permitía tocar. Ella se tensó, Han sonrió de lado y luego dije:
—Es mi esposa. —aclaré sin titubear.
Y todo se volvió un caos.
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Se tenía que decir y se dijo.
Sé que les gustó, y andando, porque ahora viene el capítulo de Lizy.😱🙈
Las quiero, con Dulce amor; Ana.😘
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