14: +Sweet Temptation+
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Quince días después:
Miré la hora en mi teléfono, mordía mis uñas con nerviosismo, corrí a la ventana y miré por ella. Lake bajó de su auto y entró a la villa, Nevin lo estaba recibiendo seguramente en el lobby, así que tuve tiempo de esconder la llave de mi habitación y encerrarme con seguro; si se le ocurría "entrar", no habría llave para hacerlo. Lo hice justo cuando Lake llamaba a mi puerta con pequeños toquidos.
—¿Quién es? —pregunté ya echada en mi cama y con el edredón cubriendo mi boca y nariz.
Lo oí suspirar quejoso.
—Sé que sabes que soy yo, Lizy. No has respondido a ninguna de mis llamadas, ni siquiera has visto los mensajes que te he mandado. Dime qué pasa.
Bajé el edredón y me quedé sentada en el medio de mi cama al estilo indio.
Soy tan obvia que le he demostrado a Lake que estoy molesta con él, por algo que no me hizo a "mí", sino a "Dulce". Esto me provocaba tortícolis, jaqueca y ansiedad, todo al mismo tiempo.
—He tenido muchas cosas, ya sabes, con las tesis, el marco teórico y demás trabajos. —mentí jugando con una hebra de mi cabello rubio entre mi dedo.
—¿Entonces no estas molesta conmigo?
Reí nerviosa por su pregunta.
—¡Nooo! ¿Por qué lo estaría? Todo esta bien, Lake, es solo que necesito tiempo a solas.
—Entiendo —exhaló —. Supongo que entonces no me acompañaras al premio nobel de química, que será el próximo sábado.
Sonreí triunfal, porque esto estaba a punto de terminar. Ya no tendría que estarme escondiendo, le había dicho a Han que no podía hacerle eso a Lake (jugarle mal), pero como el maldito es un cabrón con "Dulce", he accedido a la idea del coreano y ese premio novel marcará la historia de mi futuro exesposo.
—Supones bien, pero yo creo que tienes de sobra a la mujer perfecta para que te acompañe en ese día tan importante para ti.
—Te quería a ti...
Un revuelo de lado izquierdo, eso no esta bien.
—Pero será Freya... siempre es ella. —susurré lo último con amargura, y tocando mi corazón inconscientemente.
—No, iré solo.
Eso lo veremos.
Salí del edificio de Park y caminé por la acera, saqué mi teléfono para llamarle a Haluk, mi chófer y pedirle que me recogiera, pero la idea quedó solo en eso, en una idea porque no pude llamarlo ya que la bocina de un auto me sacó de mi ingenio. Miré hacia la calle y enarqué la ceja al ver al Rolls-Royce negro parado frente a mí con el motor encendido, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino ver al tipo que lo conducía.
Creo que tenia una colección increíble de diferentes autos de lujo. Al fin millonario. Crucé mis brazos y picoteé el piso con la punta de mi tacon, le dediqué una mirada desinteresada para que notara que no porque trajera auto nuevo, me iba a impresionar.
—¿Qué se le ofrece? —increpé malhumorada.
Él miró hacia enfrente y dijo de igual forma con sequedad:
—Sube. —ordenó como si yo fuese su puta empleada y acataría su orden a la voz.
Reí burlona.
—¿Disculpe?
—Que subas, a caso estas sorda.
—No, te escuché perfectamente señor cara de mierda, pero no pienso subirme al auto contigo. —me eché a andar pero el condujo a paso de tortuga para seguir a mi lado.
—¿Cara de mierda?
Rodé los ojos por su pregunta, me detuve y me volví a mirarlo.
—¿O prefiere que lo llame pedazo de estiércol?
Hizo un gesto con los labios.
—Si es posible mejor ninguno, gracias.
Me encogí de hombros y seguí caminando.
Lo oí suspirar pesadamente. Algunos autos sonaban la bocina por lo lento que el turco iba pese a llevar las luces intermitentes encendidas, incluso otros más lo insultaban al rebasarlo y por ocupar el carril con esa lentitud, aunque él no parecía inmutarse.
Me detuve nuevamente porque esto me estaba fastidiando.
—¿Qué quieres? —increpé con la gota derramando el vaso de mi paciencia.
Me miró de soslayo.
—Ya te dije. —se estiró sobre el asiento del copiloto y abrió la puerta para que yo subiese.
—¿Por qué? ¿Me llevarás a cenar?
Esta vez si me miró desde el asiento dentro de su lujoso auto, sonrió de lado y se encogió de hombros:
—Si eso quieres, por mí no hay problema. Pero igual tengo que hablar contigo.
Dejé de pegar con la punta de mi tacon sobre la banqueta de concreto y lo miré confusa. Ni siquiera sabía que movía mi pie.
—¿Hablar? —repetí burlesca, él asintió con las manos sobre el volante; el auto seguía encendido —. ¿Sobre qué? Yo no tengo nada de que hablar contigo.
—Pero yo sí, así que no me hagas esperar más y móntate ya.
Ja. Eso quería, que me montara... pero sobre él. Pero estaba muy equivocado.
—No, gracias. No tenemos nada de que hablar, ya me has dicho suficiente. No te daré el poder de tratarme mal otra vez. —me eché a caminar nuevamente y lo escuché bajar de su auto que apagó antes de todo y luego me alcanzó.
—No he dejado de pensar en ti... —lo miré con el entrecejo arrugado y él aclaró —, en lo que te hice en la fiesta de mi amigo Murlok.
Formé mis labios en una fina línea y suspiré. Colgué más mi bolso de mano sobre el hombro y dije:
—Lo hecho, hecho está, así que no te disculpes y mejor busca ayuda, Freya no es buena para tu salud emocional.
Enarcó la ceja, parecía repentinamente molesto.
—No hables así de ella, tú no la conoces.
—Y créeme, prefiero que siga así. No quiero conocerla de cualquier forma, con lo que he descubierto de esa arpía me basta y me sobra para darme cuenta que es una persona mentalmente inestable, es una mala influencia y lo peor es que te está arrastrando con ella. Pero yo que sé ¿verdad?, no la conozco tanto como seguramente tú lo haces, así que si eso era todo, discúlpame, pero llevo algo de prisa —intenté pasarle de lado pero su mano enorme se cerró en mi delgada muñeca —. ¿Qué estás haciendo?
—Tú ya hablaste y agradezco tus palabras que sentí sinceras, pero si me lo permites, necesito decirte algo. —sin darme tiempo ha responder, me arrastró a su auto y me obligó a subir.
Una vez dentro, encendió el motor y arrancó por la avenida de Estambul. No sé ha donde me estaba llevando y tampoco sé porque no me sentía molesta por ello. Llegamos a un lugar rustico a las afueras de la ciudad, cuando sentí las intenciones de Lake, me bajé del auto por mérito propio sin darle la oportunidad de demostrar su "caballerosidad" al ayudarme a bajar de su auto.
Suspiró rendido al ver aquello y solo me ofreció su brazo, cosa que también rechacé y caminé yo sola hasta la entrada.
—¿Vives aquí? —inquirí alarmada al ver por las ventanas cristalinas, la sala y parte de una chimenea con toques hogareños.
—Sí —dijo como si nada, metiendo la clave a la cerradura electrónica y la puerta se abrió —. Pasa.
—Dijiste que me llevarías a cenar. —dije agobiada, pues no me sentía cómoda de estar a solas con el imbécil que me trataba bipolar.
Lake frunció el ceño y luego solo se encogió de hombros.
—Yo no quedé en eso contigo, tú preguntaste si te llevaría a cenar y te dije que no tenia problema con ello y ya no dijiste nada. Pero descuida, soy un buen cocinero y tengo todo lo necesario en la cocina para prepararte una rica cena.
Negué repetitivamente la cabeza.
—No hace falta, ya se me fue el apetito.
Lake sonrió de lado y dijo:
—Escucha, te traje aquí porque si quiero hablar contigo sin interrupciones, que mejor lugar que mi casa de descanso. —entró a su hogar y muy a mi pesar tuve que seguirlo a paso indeciso.
Ajá, como no.
Cerré la puerta y giré a verle, Lake se había quitado el saco y lo dejó sobre el sofá color arena de su sala de estar. Prosiguió a sentarse en el sofá individual y me señaló el sofá para dos personas. Me acerqué titubeante, me senté acomodando mi falta y puse mi bolso sobre mis piernas. Luego le eché un rápido vistazo a su chimenea, en donde habían varios cuadros de la familia Öztürk compartiendo y en otros Freya y Lake en la playa.
Él carraspeó para llamar mi atención, así que un poco avergonzada por ser descubierta de fisgona, removí mi trasero sobre la piel del sofá y me aclaré la garganta.
—¿Me invitaras al menos un vaso de agua?
Sonrió socarrón.
—No tengo agua. Pero tengo raki y creo que también hay vino tinto y whisky.
—Prefiero estar sobria, gracias. —apreté mi bolso a mi vientre, estaba muy nerviosa de estar a solas con él.
Y más me puse nerviosa cuando él se inclinó hacia enfrente y posó su azulada mirada sobre la mía. Entrelazó sus dedos y las venas de sus brazos se marcaron sexys, ya que Lake se remangó la camisa hasta los codos.
Santa madre de los envenenados. Respira, Charlize, respira, solo es un simple mortal.
—Relajate, estas muy tensa, no te haré nada... lo prometo —dijo aquello con seguridad, haciéndome sentir una especie de decepción. Él volvió a hablar —: Te llevaré a tu casa en cuanto te diga lo que quiero que sepas, tú decidirás lo que quieras que pase y si decides quedarte. Asi que primero vamos al tema principal.
Enarqué la ceja y me atreví a preguntar:
—¿Sobre qué? ¿Y por qué decidiría quedarme?
—Digamos que tengo fe —sonrió sexy, y yo trsgué grueso. Él continuó —, sobre lo que estamos haciendo. —dijo con su mirada azul paseándose por mis piernas descubiertas por la falda de tubo que llevaba puesta con una pequeña apertura en el muslo izquierdo de manera sexy.
Ver su mirada ligeramente oscura y atenta en mí, me hizo sentir triunfal y sonreí para mis adentros. Mis nervios se esfumaron y me sentí como una leona; poderosa, feroz y deseada por el más temible cazador.
—¿Te gusta lo que miras? —me atreví a preguntar con egocentrismo.
Él negó divertido, se echó para atrás recargando su espalda ancha y musculosa al sofá y dijo:
—Freya tiene una falda igual a la tuya.
Ok, esta respuesta no la esperaba y mi leona interior se transformó en una indefensa gatita que se cohibió.
—Dígame rápido lo que quiere decirme, tengo cosas importantes que hacer que estar perdiendo el tiempo con usted. —escupí mordaz.
—¿Volvimos al usted? —preguntó bajo.
El turco me miró impasible desde su lugar, no había nada en su rostro más que una intensa mirada posada en mí. Su codo estaba apoyado sobre el posa brazos del sillón, y su índice fue a su sien derecha. Parecía realmente relajado. Instintivamente yo lamí mi labio superior y él observó mis labios.
—¿No dirá nada? —inquirí ceñuda.
Hizo un gesto de "como quieras".
—Sé que he sido un estúpido que te ha tratado de lo peor, pero de verdad quiero remediarlo.
—¿Y cómo?
Sonrió ante mi pregunta. Creo que él creía que si me compensaba con algo, yo en verdad lo perdonaría; pero estaba muy equivocado, no lo perdonaría ni aunque me...
—Con orgasmos. Los que quieras tener yo te los daré.
Pestañeé incrédula ante esas palabras. Tal vez había oído mal y la falta de sexo que llevaba estos seis meses ya me estaban cobrando factura. Me eché a reír con ganas y Lake al ver aquello pareció ofendido.
—Lo siento —dije entre risas, tocándome la barriga —, es que creo que no lo oí bien.
—Te quiero compensar cogiéndote. —marcó énfasis en la última palabra.
Dejé de reír ante la seriedad con la que soltó la bomba.
—¿Qué clase de mujer piensas que soy? No me acostaré contigo solo para perdonarte, Lake. Estas bien loco, fíjate. Para eso me trajiste aquí, ¿cierto? No para hablar, si no para convencerme de follar contigo. —me puse de pie sintiéndome deliberadamente sonrojada.
Él también se levantó y se plantó frente a mí.
—Solo será una vez, lo prometo. No significara nada.
—No, me quieres tirar porque hay algo más y hasta no saberlo, no accederé. —aseguré.
—Tienes razón, te quiero follar porque me gustas, Dulce. Esa es la verdad, me vuelves loco y desde que te besé en casa de Bürack, no he podido sacarte de mi puto sistema. —invadió mi espacio personal, se inclinó y rozó sus labios sobre la comisura de mis labios.
Me tensé, pero no me alejé. Mierda, creo que muy en el fondo yo también me sentía así; deseosa por él. Aunque bueno, yo no he pensado en tirarmelo, pero admito que el cabrón no me era indiferente; me gustaba y quería besarlo otra vez.
Por Dios, de verdad mi esposo me gustaba... y mucho. Pero él no tenia que saberlo, bastante perturbador era que yo lo supiera y lo aceptara, no levantaría su ego de macho cabrio con mi confesión. Nuestros ojos conectados y tan cerca eran magia, él estaba tan cerca que podía ver las motas celestes en sus ojos. Sus manos me tenían sujeta de la cadera y se sentía bien.
—Dime que no te sientes igual —susurró, besando mi nariz —. Dime lo loco que estoy, pero que sin en cambio deseas lo mismo —besó mis parpados, yo me sostenía de sus brazos y cerré los ojos para disfrutar de esto —. Dime que no eres mi delirio, mi fantasía y mi deseo —ahora se desplazó hasta mi cuello, dejé caer mi bolso al piso cuando besó esa parte y jadeé bajito —. Y yo te diría que te equivocas, porque eres todo eso y más. Eres mi lujuria, mi amor prohibido, eres mi dulce tentación, así yo sea tu Dulce Veneno. —sentí su aliento mentolado en mi boca, iba a besarme.
Y como si la cordura hubiera llamado a mi puerta y yo le hubiese abierto, reaccioné y lo empuje lejos de mí antes de que me perdiera en la llama de su pasión. Lake pareció confundido, levanté mi bolso del piso y me aclaré la garganta.
—Dices que soy tu Dulce tentación, pero sin en cambio tienes razón en algo, y es que tú si eres Veneno, no dulce, sino uno amargo y letal. Así que aléjate de mí y no te me vuelvas a acercar. —dicho eso me di la vuelta y caminé por donde llegué, salí de su cabaña, pero me maldije al ver que no sabia en donde estaba —. ¡Mierda!
—Te llevaré a casa si me besas. —dijo detrás de mí. Su voz era lenta, no parecía molesto.
No lo miré. No me atrevía a hacerlo. No luego de rechazarlo cuando lo único que quería era que me tomara como quisiera. Pero mi cordura y mi bocaza se encargaron de meterme en cinta. Aunque creo que él intentaba a toda costa tenerme.
—No, pero te agradecería mucho si pides un taxi.
—Aquí no vienen los taxis, te llevaré yo si me besas... a menos que quieras caminar un día completo.
Esta vez si lo miré, pese a haberlo rechazado, no parecía afectado y en cambio me sonreía. Era de esas sonrisas de telenovelas de las seis de la tarde, donde la protagonista se lanza al villano solo porque luce tremendamente sexy y tierno. Cosa que sabemos que no es, pero las ganas ganan.
Agitó su mano cerca de mi cara y sacudí la cabeza para despejar mi cabeza.
—¿Estás bien?
—Ehhh, sí, estoy perfectamente. —aseguré mirando mi bolso blanco, luego saqué mi teléfono y Lake frunció el ceño.
—¿Qué haces?
Marqué el número y puse el teléfono en mi oreja.
—No voy a besarte, así que le llamo a Han, él podrá venir por mí.
Su semblante cambió de bueno a malo en un nanosegundo. Y en un abrir y cerrar de ojos me quitó mi teléfono, colgó la llamada y apagó el celular.
—¿Qué te pasa?
—Te dije que yo te llevaré. No hace falta que me beses, tú te lo pierdes porque sabes mejor que nadie que beso excelente. Pero tampoco dejaré que le llames a ese infeliz y que le des la ubicación de mi lugar personal. Nadie sabe de él —me entregó mi teléfono de mala gana, cerró la puerta de la cabaña y me miró nuevamente. Yo estaba boquiabierta por su confesión, porque al parecer yo era la única que sabia de este lugar —: Vamos, me tendrás que dar tu dirección porque ya la olvidé, para que pueda llevarte hasta la puerta de tu casa.
—¿Y tu saco? —le pregunté al verlo solo con su camisa gris remangada, me llevaba de la mano y me sentía electrocutada.
—Pasaré por él mañana. —dijo como si nada.
Me liberé de su agarre de un tirón que me hizo tronar el hueso de mi brazo. Pero poco me importó. Lake se detuvo y me miró a dos pasos de distancia.
—¿Qué te sucede? ¿Por qué me traes a un lugar que es tan especial para ti? —escupí molesta.
—Porque quería, ¿y a ti te pasa algo más? —preguntó divertido.
Maldición, creo que me sentía así por no caer en sus brazos y que él no insistiera más, porque mierda, eso era lo que quería pero no era correcto y pese a ser su esposa, no me sentía bien abriendo las piernas para él. Que lío, llevé mis manos a la cabeza.
—Me traes aquí para follarme sabiendo que tienes esposa y una amante, y te comportas como si fuese tu propiedad impidiéndome hablarle a Han.
Apretó los labios, parecía abatido. Jugó con la llave del auto.
—Te hace falta sexo. —soltó con una pequeña sonrisa que me hizo apretar las piernas.
—No, lo que me hace falta es irme de aquí. Me estresas.
—Te estreso porque quieres que te folle. Solo pídelo y te lo haré.
—Púdrete.
Suspiró y hablando sincero, dijo:
—No sé que me pasa. Pero si de algo estoy seguro es que todo esto tiene mucho que ver contigo.
Abrí los ojos.
—¿Conmigo?
Asintió.
—Te deseo, Dulce. Y sí, tienes razón, soy un hombre casado que desea acostarse con su mujer, pero que tiene miedo de dejar a su novia porque ella siempre ha estado allí para mí. Y el que ahora una chica loca que apenas y conozco me haya sacado de mi zona de confort, me frustra. Siempre tengo todo bajo control pero contigo no puedo tenerlo... ni con Lizy. Y creo que eso es lo que me hace desearte tan intensamente, no tener a mi esposa pero si a ti.
—No soy la segunda opción de nadie.
—Lo sé. Y no lo eres para mí.
—Ajá. Y me dirás que no tener el control sobre tu esposa, ¿te hace fijar en mí? —solté sin pensar.
—Sí, porque al menos a ti si puedo verte —se acercó a mí con paso vacilante, pero cuando llegó a mi lado, acarició mi mejilla con delicadeza. Tragué en seco y no me atreví a rechazar su calor —. Y tocarte.
—¿Estás enamorado de Freya? —no sé porque mierda la nombré en este momento que solo era nuestro.
Lake pareció triste, tal vez porque se sentía en un cuadro de amor con tres mujeres y él. Pero la cosa era que solo eramos Freya, él y yo; un triángulo. O al menos eso quería creer, no me quería enterar de que habían más mujeres en su lista romántica.
—Lamento si... —bajó su mano y miró para otro lado.
Soy una estúpida.
—No, ya no. Y eso es lo que me pone triste —confesó —, ya no sentirme así por Freya, porque ella ha estado para mí siempre que la necesito, pero ha decir verdad dejé de amarla cuando se acostó con Han.
Apreté los labios porque eso me hizo sentir feliz, pero no se lo demostraría.
—¿Y por qué sigues con ella?
Sonrió con una mueca y me capturó en sus iris.
—Porque no sé estar solo. Mi esposa no quiere verme, tú no quieres besarme y bueno... solo me queda Freya.
Rodé los ojos porque esto me sonaba a un invento suyo solo para llevarme a la cama por tenerle lastima. Pero se la pela porque no caeré en su belleza sobrehumana.
—Pero luces feliz, al menos finges bien —le guiñé un ojo y seguí hasta su auto, me monté al asiento del conductor y me abroché el cinturón, cuando Lake se acercó, frunció el ceño y le sonreí tierna —. Yo conduzco. —le pedí las llaves con mi mano estirada.
—No, mi auto, mis reglas. No dejo nunca que nadie manejé a mis hijos, así que mueve tu trasero al asiento del copiloto —abrió la puerta para que me bajara, pero no lo hice. Él suspiró cansado —. ¿Qué me darás a cambio? ¿Un beso?
Sonreí.
—No, pero si mi total gratitud. —respondí con una amplia sonrisa y un pestañeó inofensivo.
Lake alzó la ceja.
—Eso no basta. —aseguró, sosteniendo la puerta.
Miré para enfrente y pregunté:
—¿Quieres que te bese?
—Creo que no me será suficiente.
Enarqué la ceja.
—¿Qué quieres?
—Tú sabes lo que quiero. —respondió reacio.
Lo miré asombrada y un poco ofendida.
—No soy una prostituta, no te daré las nalgas solo para que me dejes manejar tu auto.
—Yo no dije eso. —se defendió.
—Pero quieres que me acueste contigo.
Asintió con osadía. Jadeé por su descaro.
—No es un secreto, tú lo sabes porque yo te lo dije, así que no finjas que no sabias que me quiero meter entre tus piernas. —pidió mirándome parado desde afuera de su auto.
Apreté el volante y miré mis ojos en él espejo retrovisor.
—Pero si lo hago, eso no te ayudará.
Se puso de cuclillas frente a mí, me entregó las llaves del auto y dijo:
—Necesito acostarme contigo para sacarte de mi sistema. —besó mi mano, estaba por levantarse y subir al asiento del copiloto, pero apreté su mano y me quedó mirando.
—No será suficiente, me buscarás porque querrás más de mí, pero ya no estaré para ti.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó dudoso.
Me encogí de hombros. Solté su mano y metí la llave en la ranura del auto para encenderlo.
—Vamos, quiero dormir, los pies me están matando.
Lake no dijo nada más, se puso de pie y se montó en el asiento del copiloto. Conduje hasta la estación del tren, ni loca lo llevaría a mi villa, no cuando tenia el plan perfecto de como se enteraría de que Dulce y Lizy, eran la misma persona. Cuando llegamos a la estación, me miró confuso. Apagué el motor y sonreí.
—Gracias por dejarme conducirlo.
—¿Por qué no fuimos hasta tu casa?
—Ya no vivo con mi roomie. Vivo en otro lado, uno en donde no quiero que sepas... aún. —abrí la puerta, pero me tomó del brazo.
—Invítame un café en tu nuevo hogar, es justo. Yo te llevé a mi lugar especial.
Sonreí por su petición y sintiéndome nuevamente empoderada, me acerqué y lo besé. Sus labios se movieron con delicadeza sobre los míos, pero rápidamente subió el ritmo y me devoró la boca. Su lengua chocaba contra la mía, sus manos sostenían mi rostro y mis manos tocaban su torso con descaro. Chupó y tiró de mi labio inferior de una manera única que me hizo experimentar algo nuevo...
—Te deseo tanto. —dijo entre mis labios, tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, haciéndome saber lo excitado que estaba.
Dios, estaba tan deliciosamente duro, que mi sexo palpitó en protesta.
—Lake... —gemí.
—Mi Dulce favorito, déjame probarte. —coló su mano traviesa bajo mi falda, pero lo detuve antes de que llegara a mi vagina sumamente mojada y dilatada.
Detuve sus labios y me alejé. Eramos un desastre.
—Me tengo que ir —tomé mi bolso, arreglé mi pelo y mi ropa y bajé, pero recordé algo y dije —: Las llaves están conectadas, adiós.
—Te veré pronto, bonita.
Le sonreí parada en la banqueta. Claro que nos veríamos pronto, pero en circunstancias diferentes. Asentí y me eché a caminar, sintiendo su mirada puesta en mi trasero, en mi cuerpo... incluso en mi alma. Mañana era el gran día, y tenia que mostrarle lo mejor de mí. Lo tenia en la palma de mi mano y saber que iría solo, me hacia querer presentarme como su acompañante... y su esposa.
Apuesto a que no se esperaban estas confesiones. Y agárrense, porque todavía vienen más y mejores.😱
Veremos que hará Lake en el próximo capítulo, porque ahí sabrá que Dulce siempre fue Lizy.😍
Esto se prendió, chicas.🥰 y agárrense, que hay doble actualización. Disfrútenlo. 😍🥳
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