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10 | +Sweet Discovery+

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Tomé mi teléfono y simule que veía cosas importantes con respecto a la junta, pero lo que hacía era ponerlo en modo avión, antes de que Lake me llamara y así la llamada se desviará. Frunció el ceño al ver que la llamada no sería respondida y luego de tres intentos fallidos, finalmente se dio por vencido.

Suspiró y volteó a mirar a Bürack.

-Lo siento, no responde.

-Descuida, tal vez está en un Spa con sus amigas. -le restó importancia el libanes y Lake asintió aunque noté que no estaba muy convencido ante la respuesta del moreno.

La "junta" de quince minutos terminó, Bürack había firmado con la empresa de Han y Lake, y para celebrar el triunfo, el libanes nos invitó a la sala para reunirnos con su mujer, a quien besó y abrazó con mucho cariño en cuanto la vio, haciendo que Lake y yo nos pusieramos nerviosos e incómodos por su muestra de amor que debería ser privada.

Cuando terminaron con su muestra afectiva, Bürack nos miró.

-Lamento incomodarlos, pero amo tanto a mi mujer que me es imposible no demostrarle cuanto me importa y lo mucho que la amo a cada segundo -besó su frente y ella le sonrió enamorada -. Y dime, Lake, me enteré que te casaste con una extranjera, ¿la conoceremos pronto?

Miré expectante al turco, quien tomó un gran suspiró, mientras a mí la voz de los presentes se hacía lejana, porque simplemente no podía lidiar con tremenda bomba. Todo este tiempo, todas esas veces, todas y cada unas de las charlas que forje con cariño hacia Lake, se derrumbaron frente a mí. Porque descubrí a la mala que Lake, "mi esposo", no era más que un hombre sin corazón; era una farsa que aparentaba solo ante los demás.

-Sí, es Australiana.

-Que genial. -indicó la esposa del libanes.

Me sentía sofocada y creo que me puse en evidencia al sentir la mirada de Lake, sobre mí.

-¿Se siente bien?

Aun no me acostumbraba al descubrimiento de que su esposa fuera yo, pestañeé ante la pregunta del turco y force una sonrisa.

-Sí... necesito un trago. -demandé agobiada.

-Claro y si me lo permiten, traje una botella de mi país, que sin duda el cerrar ese trato con ustedes, es motivo para celebrar. -ofreció el libanes, quien le sonrió a su esposa y ella le devolvió el gesto y fue en busca del licor.

Cuando ella volvió, todos tomamos de esa botella, aunque yo en un parpadeo me zambutí tres tragos mientras que los demás iban recién con el primero.

-Vaya, esa si que es una garganta profunda. -mencionó Frieda, la esposa del alemán, al mirar como bebía un trago tras otro como si estuviera en una competencia universitaria.

-Sí, ya me lo habían dicho antes -admití, mientras miré al turco desgraciado, quien estaba ajeno a mi ataque interno y bebía de lo más tranquilo.

-¿Así que piensas llevar a tu esposa a la gala? -preguntó Bürack, mientras le servia más licor a su mujer.

Zehir, Lake, patan o como mierda se llame, me observó con profundidad y por un instante creí que estaría leyendo mi mente. Pero me calmé al recordarme que eso seria imposible.

-Mi mujer es un poco complicada, tal vez lo considere, pero no lo puedo afirmar -dijo sin dejar de mirarme a mí, haciéndome sentir expuesta ante su escrutinio -. Es impredecible. -finalmente dejó de observarme, bebió su trago y al igual que yo, pidió otra ronda.

-Pues espero que... ¿Cómo es que se llama tu esposa? -preguntó Frieda al turco.

-Charlize.

Me temblaron las piernas al escuchar mi nombre por segunda vez, saliendo de la voz grave y profunda del turco.

-Charlize Öztürk. -repitió ella, sonriendo fascinada y Lake asintió ligeramente la cabeza.

Reí nervuda y los tres pares de ojos se posaron en mí.

Vaya mierda.

-¿Qué es tan gracioso, señorita? -me preguntó Lake, mirándome serio.

Me aclaré la garganta.

-Por favor, estamos en el siglo veintiuno, será mejor que la esposa de Zehir, use su apellido de soltera -le expliqué alucinada.

Ninguno dejó de mirarme y mucho menos se rieron y eso me hizo sentír que me hacia pequeña en mi lugar, pero sin duda la mirada que más me afectó, fue la azulada del turco, quien me perforó con sus ojos gélidos desde su lugar. Y ahí estaba de nuevo, el patán que llevaba dentro y que solo a "Dulce" le mostraba su lado malvado. Me removí sobre mi lugar y me llevé la copa a los labios, para escapar de sus orbes.

Y así las horas pasaron y el día se nos fue volando entre platicas triviales y risas compartidas, hasta que los presentes se subieron en una charla en la que sentí no encajar y me fui con dirección al jardín de duraznos. Ya estaba anocheciendo y el jardín se veía aún más hermoso. Dejé que la brisa fresca de la noche que llegaba, calara mi piel y mi melena rubia se moviera ondulada por el frescor que emanaba la naturaleza.

-¿Aburrida?

Me tensé al escuchar la voz de mi némesis acérrimo.

-¿Infeliz? -lo miré sobre el hombro con una ceja enarcada.

Lake suspiró, se llevó la mano grande a su cabello negro y exhaló con pesadez, haciendo que un ligero gruñido varonil se escapara de su garganta.

-La sentí extraña haya dentro, ¿está todo bien?

¡Por supuesto qué no estaba todo bien, porque eres mi jodido esposo!

Fingí ternura, como si dentro de mí no tuviera una guerra en la que al parecer iba perdiendo.

-De maravilla.

-Pues no parece eso.

Encogí los hombros.

-Mire, no quiero ser grosera, pero seré sincera -tomé aire y él me miró expectante -. Y es que me da igual lo que piense. Así que será mejor que se meta en sus asuntos y deje de inmiscuirse en los míos.

Su mirada parecía divertida, como si mi respuesta apática le hubiera parecido graciosa. Llevaba puesto un vaquero en tono claro, mocasines negros, una camisa de vestir negra con las mangas dobladas hasta los codos y los tres botones de arriba, desabrochados. Dejando ver un fino vello que cubría su fornido pecho que...

¡Arg!

Tengo que dejar de mirarlo así.

-Descuide, no me preocupa lo que le suceda, es solo que no quiero que su incompetencia arruine el triunfo que se logró hoy. -rebatió, llevando sus manos a los bolsillos del vaquero.

Lo fulminé y elevé el mentón.

-Me llama incompetente, pero por lo que yo veo gracias a mi trabajo y a mi ingenio, fue que Bürack decidió darle una oportunidad a su trasero. -escupí mordaz y con las manos como jarras.

Lake sonrió, miró la hora en el reloj que colgaba de su muñeca izquierda y luego suspiró.

-Bueno, yo solo me acerqué para darle las gracias.

-Lo hice por Han, así que retractese de dármelas. -repliqué tajante.

Él suspiró.

-No hablo del contrato con Bürack, hablo de lo de anoche, no tenia que hacer nada por mí y aún así me cuidó.

No le iba a dar importancia a algo que no me importaba.

-Le recomiendo que si no sabe beber, no lo siga haciendo, porque solo hace el ridículo y yo no tengo porque estar cuidando al CEO ebrio. Y además, no me pagan lo suficiente como para cuidar borrachos.

Miré como surcó una sonrisa ladeada. Una sonrisa que me erizó la piel. Es que era increíble que estuviera casada con este animal tan sexy.

¡Por Dios!

¿Por qué sigo pensando ese tipo de cosas de este idiota?

Cerré los ojos un momento, luego tomé un suspiro y lo miré de vuelta cuando habló:

-Como sea, en serio le agradezco, no sé como amanecí en la habitación y sé que sin su ayuda posiblemente habría dormido en el jardín.

Apreté los labios en una fina línea y asentí.

-Pero no se acostumbre, porque no volverá a pasar. Y creame, la próxima vez lo dejaré en el jardín sin dudarlo -dije y Lake arrugó la frente sin comprender, así que aclaré -: Me refiero a que si sigue bebiendo, yo no voy a batallar con usted, bastante tengo con mis problemas como para echarmelo a usted encima.

-De acuerdo, creo que eso lo podemos hacer. No le daré más problemas, Dulce.

Asentí y me fui, dejándolo solo en el sendero. Cuando entré al salón, descubrí que Bürack y su mujer bailaban al son de una música rara, pero al que por lo que vi, ellos le llevaban muy bien el ritmo al sonido de la canción.

-¡Baila, Dulce! -exclamó agitada la holandesa, con un brillo peculiar en su rostro propio del sudor.

Negué con una sonrisa y solo aplaudí a modo de apoyo al baile que el matrimonio encabezaba. Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal, y no fue necesario voltear para saber que era Lake quien estaba parado tras de mí.

-¡Bailen con nosotros, un baile que sella el inicio de un nuevo proyecto! -gritó Bürack, mirando a Lake, mientras se daba una vuelta con su mujer.

El turco se paró a mi lado, no dijo nada y solo tomó mi mano y de un tirón me pegó a su pecho. Lo miré sorprendida.

-¿Qué está haciendo?

-¿No es obvio? Voy a bailar con mi secretaria -apretó mi cintura cuando intenté apartarme, pero sin mucho éxito -. Baila conmigo, Dulce, solo esta pieza

Miré al matrimonio que bailaba ya sin ritmo, pues al parecer estaban muy ebrios, pero sumamente felices. Sentí una sensación agobiante abarcar cada terreno movedizo en mi interior inestable, porque por un momento deseé sentirme enamorada y protegida por un hombre que me amara como Bürack amaba a su mujer.

Alejé ese patético pensamiento y me centré en el hombre que sostenía mi cintura, para posteriormente alejarme de su agarre. Me miró confundido.

-Dolo para recordarte, que yo no soy tu secretaria y si vamos a hacer esto, lo haremos bien. -dejé que tomara nuevamente mi cintura y comencé a moverme al son de la música.

Lake sonrió triunfal y comenzó a moverse junto a mí. Bailamos pegados sin romper el contacto visual, y en cada vuelta que me daba, mi mirada volvía a caer en sus ojos. Cuando la canción terminó, su rostro quedó frente al mío, con su mano sosteniendo mi nuca y la otra agarrando mi cintura. Nuestras respiraciones agitadas se mezclaron y mis brazos tenían envuelto su cuello.

Nadie dijo nada, permanecimos así, incluso cuando la nueva canción empezó a sonar e inundó el salón.

Sus ojos viajaron por todo mi rostro, especialmente en mis labios, era como si muy en el fondo nos reconocieramos, pero aunque ninguno sabia nada (bueno, yo sí), era como si el destino nos uniera y atrajera hacia el otro como un imán.

-¿Por qué el de su mirada triste? -susurró por fin, sin alejar su rostro del mío.

Era la segunda o tercera vez que preguntaba lo mismo sobre mi mirada.

Miré su boca y luego a él.

-Porque... -salí del encanto en el que me enjauló con su belleza masculina y lo alejé de mí con brusquedad -. Eso no le importa, le dije que se metiera en sus asuntos y deje que yo lidie con los míos.

Acomodé mi melena dorada y el vestido, miré hacia donde minutos atrás estaban los anfitriones y los cuales ya no estaban y ahora solo eramos el turco y yo.

-Creo que la fiesta terminó. -mencionó él, apagando la música y mirándome nuevamente.

-Eso parece, bueno -bostecé -, hasta mañana, Lake.

-Espera.

-¿Qué pasa? -le pregunté sobre el hombro.

-Es que suena raro que me llames por mi nombre.

Rodé los ojos.

-¿Así te llamas, no?

-Sí, pero ya me había acostumbrado a que me llamaras Zehir. -me dedicó una sonrisa que mostró la hilera perfecta y limpia de su dentadura.

Espanté esa sensación de mi sistema y me mantuve impasible.

-Está bien, hasta mañana, Zehir, descansa.

-Sé que piensas que soy un desgraciado, pero no soy tan malo, Dulce. O tal vez si lo soy, pero tengo mis razones.

Me giré a verlo.

-¿De qué hablas? -pregunté confusa.

-Si te lo digo no te va a gustar.

-Habla. -le exigi.

-Me voy a quedar con la empresa que fundé con Han.

-¿Qué?

-Te dije que no te gustaría.

Me acerqué a él, con alteración.

-¿Pero qué pasara con Han?

-No le voy a robar la empresa, si es lo que piensas. Le voy a comprar sus acciones, que básicamente es la mitad de la empresa madre.

Me crucé de brazos y lo miré frívola.

-Eso para mí es lo mismo como robarle. Han se esforzó mucho para tener éxito, de todas las personas con las que pensaste para iniciar el proyecto, solo uno se quedó y ese fue Han. Fue el único que te apoyó, Lake, no lo olvides. -me di la vuelta dispuesta a subir las escaleras, pero su voz se hizo oír.

-No se lo digas a nadie, por favor. Yo hablaré con él a nuestro regreso.

Suspiré.

-No sé por qué me confiaste esto, pero ten por seguro que no se lo diré yo, porque tú tienes que darle la cara a la persona que te apoyó siempre.

-Gracias.

-Han no se merece lo que le vas a hacer. Eres malo.

Y dicho eso subí a la habitación y me cambié el vestido por mi cómoda pijama, lavé mis dientes y la cara para quitarme el maquillaje y luego me fui a la cama. Las horas iban pasando, me quedé un rato en la misma posición y luego cambié a otras pero no lograba conciliar el sueño, todo hasta que alguien llamó a mi puerta con toqui dos suaves y descarté la idea de descansar plácidamente.

-Voy -me levanté de la cama y fui a la puerta que había cerrado con pestillo y la abrí, encontrándome a Lake, parado en el umbral -. ¿ Qué se te ofrece?

-¿Creíste que no me daría cuenta?

Abrí los ojos sorpresivos al escucharlo preguntarme aquello. Al parecer él también descubrió lo de nuestro matrimonio, aunque un poco tarde pero logro atar cabos. Pestañeé un par de veces, luego lo tomé de la mano y lo llevé adentro de la habitación para evitar que los dueños nos escucharan.

Pegué mi espalda al fresco de la puerta de madera y lo miré.

-Yo también me enteré hoy, así que no me reclames. -puntualicé.

-¿Por qué mientes?

-No te estoy mintiendo, Lake. Cuando dijiste el nombre de tu esposa, yo...

-¿Mi esposa? -me miró confundido -. ¿Qué tiene que ver mi esposa con esto?

Me lanzó el celular sobre la cama, lo tomé y miré la noticia que en ella decía. Cuando terminé de leer la nota, lo miré igual o más confundida que Dory en "buscando a Nemo".

-Yo no sabía nada de esto, Lake.

-Sabía que no debía confiar en ti -rió con enojo -. Fui un estúpido, te lo conté todo porque creí que si Han te tenia tanta estima y confianza, era porque eras una mujer decente. Pero ya veo que me equivoqué. Nos equivocamos.

Me sentí ofendida por la calumnia de la que estaba siendo acusada.

-¡Te dije que yo no dije nada! ¡Además, esa nota se filtró ayer y tú me lo contaste hoy! -grité con las manos agitadas.

Lake me miraba frívolo.

-Sé que pagaste para que cambiaran la fecha de lanzamiento, pero sé que fuiste tú.

-¿Y si fue Freya?

-¡A ella no la metas! -escupió con la mandíbula tensa y los dientes apretados.

-¿Y tu esposa sabe lo que le harás a Han? -probé solo para saber que tanto quería a mi yo amable.

Su furia se instaló aún más.

-Ni siquiera la pronuncies, ellas jamás me traicionarian con algo tan importante como eso.

-¿Y yo sí? -me señalé.

Me miró aniquilante.

-A ellas si las conozco, pero a ti no. Así que si tengo que dudar de alguien, es de ti.

Reí con amargura, me llevé una mano al puente de la nariz y negué.

-¿Cual es el color favorito de tu esposa? -pregunté de la nada, logrando que su enojo se disipara y frunciera el ceño.

-El verde. -respondió inconsciente y me hizo reír.

-No creo que sea el verde. -rebatí con la risa atacándome.

Lo oí gruñir, y luego sus manos apretaron mis brazos logrando que mi risa se esfumara y le diera paso al miedo.

-Creí que eras buena. -miró mis labios.

Tragué grueso y con un hilo de voz, repuse:

-En ese caso creo que ambos nos llevamos una gran decepción.

Pasé mi lengua por mis labios al sentirlos resecos y él no dejó de verlos. Sus dedos se enterraron más sobre la piel de mis brazos, pero lo curioso fue que no me lastimó.

-¿Qué estás haciendo?

-Intentaba dormir. -repuse.

Miró mis ojos.

-Me refiero a lo que estas haciendo conmigo. ¿Qué eres? ¿Por qué me torturas?

-¿Yo te torturo? Pero si no estoy haciéndote nada, Lake.

-Claro que sí, embustera.

-¿Sabes qué? No voy a discutir, así que sal de mi habitación.

-Sé que tú también lo sientes, Dulce.

-¿Sentir qué? ¿Enojo? ¿Ira? Porque creo que el enojo y la ira son muy diferentes a la furia que me da verte.

-No, sientes ese imán que tenemos y que nos atrae al otro.

Las piernas me temblaron porque justamente yo pensé eso; en que eramos como imanes.

-Ve a dormir, Lake. -susurré, aunque mi voz no era muy convincente y estaba turbada.

Sus ojos azules barrieron mi cara, sus dedos dejaron de presionar mis brazos y sus manos fueron subiendo hasta que acunaron mi rostro.

-No puedo dormir.

-Inténtalo. -lo animé.

Sus pulgares trazaron círculos suaves en mis pómulos.

-No quiero. -dijo con firmeza como un niño desobediente.

-Estás casado. -probé con otra opción.

-Shhh...

-Lake...

-Tú provocaste esto, ahora atente a las consecuencias. -todo fue rápido, lo último que vi fue su rostro acercándose al mío a la velocidad de la luz.

Sus labios contra los míos fue algo sorprendente, sentir como me besaba con enojo y furia por algo que yo no hice, me hizo sentir que me merecía ese castigo en un beso arrebatador. Tal vez era masoquista, pero me estaba gustando ser culpable por aquello que no cometí. Mis labios se desinhibieron en los suyos, sus dientes mordieron mi labio inferior y luego su mano bajó y apretó mi glúteo derecho.

-Esto está mal. -dije en medio del beso.

-Lo sé, pero este castigo se siente bien. Admítelo.

Lo empujé con todas mis fuerzas y él me miró confundido.

-Quiero que te vayas.

-Dulce, yo...

-No Lake -no le di la cara, solo estiré mi brazo y le señalé la puerta -. Vete, esto no debió pasar.

-Pero pasó, Dulce, sé que soy un hijo de puta, que lleva una doble vida con dos mujeres...

-Exacto -lo miré finalmente -. Y yo no voy a ser la tercera en discordia, así que sigue poniéndole el cuerno a tu esposa con esa rubia oxigenada y a mí déjame fuera de tu radar de casanova.

Sé que solo eramos Freya y yo, pero ahora su castigo sería que creyera que yo era solo Dulce y que Lizy y Freya, eran dos cornudas más en su lista. Que infeliz.

Suspiró resignado.

-Tienes razón, lo lamento. Pero el hecho de que te arrepientas por habernos besado, no cambiará nada porque esto paso y presiento que volverá a pasar.

-No volverá a pasar. -dije convincente.

-Te reto. -y así, tomó la manija de la puerta y salió, dejándome con una sensación agobiante en el pecho e instintivamente me llevé los dedos a los labios, sintiendo la marca de sus dientes en ellos.

¡Dios mío! ¿Qué fue lo que había hecho?

♥︎♥︎♥︎

Hola, mis niñas!

Aquí les dejo otro capitulo que va viento en popa.

No olvides votar y comentar mucho.

Con dulce cariño, Ana.🙏🏼💐🥰❤

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