Vergüenza
Catalina
El doctor vino temprano para notificarme que estaba de alta y podía irme a casa, pero le estaba huyendo a ese hecho.
La Sra. Esmeralda envió a Thomás a recogerme y cuando pensé que me había liberado de al menos toparme con Dereck, esa fue la primera cara que vi tan pronto me sacaron en la silla de ruedas de la habitación.
A pesar del resentimiento que le guardo, fue impactante para mí notar que algo no andaba bien en él. Primero que todo, él siempre ha cuidado bien de su apariencia. Tenía la misma ropa de ayer. Parecía trasnochado por el circulo negro debajo de sus ojos, pero la expresión que tenía era como de haber visto un fantasma.
Saqueaban los alrededores, como si viera algo que ninguno de nosotros vemos. Su cabello estaba despeinado y sus labios lucían preocupantemente pálidos. Cargaba un ramo de flores, el cual me pareció un completo descaro viniendo de su parte en un momento como este.
No ha pasado más de veinticuatro horas desde la ultima vez que lo vi, pero algo definitivamente había en el ambiente, algo que lucía sumamente familiar ante mis ojos, pero que quería creer que no estaba sucediendo. No percibí olor a alcohol, por lo que lo descarté de la lista. Sus pupilas dilatadas parecían confirmar mis sospechas, igual que sus manos temblorosas, eran dos señales bastante claras de haber consumido algún narcótico.
Cayó de rodillas, descansando su frente en mi falda, disculpándose incontables veces y atrayendo la atención de las personas que pasaban a nuestro alrededor por el tono de su voz.
Me dolió oírlo atacado en llanto y sentir la humedad de sus lágrimas recorrer mi muslo, pero a pesar de las circunstancias debía permanecer firme.
—Cuando pensaba que no podía ser más descarado e hipócrita, resulta que lo puede hacer mucho mejor, joven. Ya le dije que no quiero verlo, no hay nada que lo ate a mí, por lo que veo innecesario este teatro.
Lo mejor será sacarlo de aquí y que sus padres investiguen quién se atrevió a proveerle narcóticos. Si el personal medico se da cuenta de su estado, las cosas pueden empeorar.
Miré a Thomas y él captó mi petición a la perfección.
—Venga, joven. Lo llevaré a casa, sus padres deben estar preocupados por usted.
—Perdóname, yo no quería que a nuestro hijo le pasara nada. Nunca estuve enojado contigo, solo conmigo mismo y todas mis frustraciones las descargué sobre ti y nuestro bebé.
—Basta, Dereck...
Hablaba tan rápido que era sumamente difícil comprender a la perfección todo lo que decía.
—Lo he recordado. He recordado lo que pasó esa noche.
—En primer lugar, fuiste tú quien dijo que lo mejor era olvidar, pues para ti esa noche solo fue un error. En serio, no entiendo por qué traes eso a colación ahora, como si eso fuera importante o cambiara el hecho de que por nuestra culpa perdí al bebé. No tiene caso hablar de lo que fue, lo mejor es seguir adelante con nuestra vida, tú por tú lado y yo por el mío.
—Yo no quiero que las cosas terminen aquí y así.
Está diciendo puras incoherencias. Definitivamente no está bien, lo peor es que no puedo hacerme la de la vista larga y no preocuparme.
—¿Cómo puede terminar algo que nunca tuvo un comienzo, joven? Es meramente imposible. Honestamente me cuesta entender el propósito por el que has venido a decirme todo esto. Se supone que sea a ella a quien le digas eso. Tal vez en tu delirio estás volviendo a confundirme con ella, igual que esa noche. Por favor, no hagas esto más difícil y regresa a casa con tus padres. Thomas te puede llevar, yo buscaré la forma de llegar.
—Hagamos otro bebé. Te juro que esta vez haré las cosas bien, te lo prometo.
Thomas se tapó la mitad del rostro y yo miré hacia la pared de la incomodidad y la vergüenza provocada por sus palabras en medio de tantas personas.
Aunque haya dicho todo eso bajo los efectos de lo que tenga en su sistema, sentí que fue algo fuera de lugar, pero tan vergonzoso que quería abrir un agujero en la tierra y enterrarme.
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