—Sé la marca, el modelo y el número de matrícula del vehículo en que huyó— le confesó Catalina a Kiran.

—Si no es idiota, va a deshacerse del auto tan pronto tenga oportunidad. Aun así, pásame los datos al teléfono, lo mandaré a investigar.

—De inmediato.

—Ve a la casa y atiende tus heridas— le ordené.

—No se preocupe por mí, yo estoy bien.

—Te he dado una orden, Cata. Ve a atender tus heridas y a descansar. No estás en condiciones para lidiar con estos trotes.

—Lamento haberlo dejado escapar—bajó la cabeza.

—No importa. Hiciste un buen trabajo.

—Yo la acompañaré— agregó Dereck.

«¿Así que mi hijo está mostrando interés por Catalina? ¿Será que ha decidido rendirse con esa muchachita?».

—Hay que irnos antes de que llegue la policía. Mucho han tardado en llegar— anunció Kiran.

—Regresen a la casa ustedes dos. Luego me dirán qué hacían juntos.

Ambos desviaron la mirada hacia una distinta dirección.

[...]

Ha sido demasiado ajetreo toda esta situación. Siento un mareo horrible.

Ya estando en el auto de mi esposo, siendo escoltados por nuestros hombres, decidí adelantarme a los hechos.

—No seas demasiado duro con ella, mi amor.

—¿La estás defendiendo?

—¿De verdad crees que me interesa lo que le pase a esa mujer? No, es solo que sé que no soportará tus métodos infalibles de interrogar y perderíamos una ficha importante para dar con el escondite de ese infeliz. Ella padece del corazón, una fuerte impresión hará que se vaya para el otro lado antes de que puedas sacarle información.

—Lo tendré en cuenta, pero no te garantizo que pueda ser buena gente y considerado con ella, pues lamentablemente esos dos adjetivos no son parte de mis virtudes.

—Lo sé, créeme, cielo. Ese Max no es el mismo de antes, el de ahora está desquiciado. Si lo hubieras oído, me dijo un muchas cosas desagradables y horribles.

Solo de recordarlo siento que mi estómago se retuerce.

—No te lleves al pecho lo que te haya dicho ese resentido. No dejaré que nada te pase. De hoy en adelante te mantendrás conmigo, estarás vigilada las veinticuatro horas del día, al menos mientras atrapamos a ese imbécil, ¿te queda claro?

—Me encanta tanto cuando eres tan sobreprotector conmigo— recosté mi cabeza en su hombro y él descansó la suya sobre la mía.

—Ahora que pienso mejor las cosas, enviarle este regalito a Sebastián Bennett podría ser la mejor manera de devolverle el favor. Después de todo, ellos querrán pasar factura a quien haya puesto en bandeja de plata la cabeza de Husman. Estoy casi seguro que fue ella quien se infiltró en la familia.

—Es probable.

—¿Te sientes bien? Te siento rara.

—Me siento algo agotada y mareada. Ha sido un día extenuante, lleno de mucha ansiedad, preocupaciones e impresiones demasiado fuertes. Me asusté tanto al ver a Dereck allí. Tuve miedo de que Max le hiciera algo.

Llevó su mano a mi muñeca para tomarme el pulso.

—Tu pulso está bajo. No te saltaste las comidas, ¿o sí?

—Tenía mucho trabajo pendiente. No tuve tiempo, pero cuando lleguemos a casa comeré algo.

—¿Te das cuenta de lo poco que te cuidas? ¿Es así como quieres tener un bebé conmigo?

Ahora que lo pienso, mi periodo está retrasado. Me he puesto a investigar más sobre el tema y los síntomas frecuentes de un embarazo. ¿Será que este mareo y cansancio sea porque hay un bebé a bordo?

—¿Qué hay con esa expresión?

—Hagamos una parada en la farmacia antes de ir a la cabaña, ¿sí?

No hizo falta que diera detalles, pues en su semblante se reflejó que había captado el propósito detrás de mi petición.