No quiero
Tomé su mano y me levantó de golpe, haciendo que mi frente impactara su pecho. Intenté reprimir el dolor que me produjo haberme levantado así. No podía dejar de presionar la herida del abdomen. Ardía como un demonio.
—Lo has hecho muy bien. Me hiciste ganar tiempo— sostuvo mi mano para ver mi dedo—. Voy a tocarlo.
—Me duele mucho.
—Lo sé— palpó la zona con gentileza—. Necesito realinear el hueso nuevamente en su lugar.
—¿Qué? No, déjalo así.
—¿Dejarlo así? — sin encomendarse a nadie lo acomodó, haciendo que terminara por quebrarme en llanto—. Lo mejor es no pensar tanto las cosas.
—¡Eres un insensible!
—Lo he hecho por tu bien. Te llevaré con el médico de la familia. Necesitamos inmovilizar tu dedo y lo haremos en el camino. Ahora lo más importante es detener el sangrado— se separó de mí, rasgando parte de su camisa.
Me hizo un torniquete con la tela de su camisa. El dolor seguía siendo insoportable.
Fue a la esquina de la habitación, trayendo en el hombro la mochila. Hasta ella recibe más atenciones que yo en estos momentos. Quién está más jodida soy yo. Ella no siente ni padece.
—¿Cómo supiste dónde encontrarme?
—Eso no es importante— me levantó en sus brazos repentinamente y mordí mis labios por la presión que sentí en la herida.
«Sin darse cuenta, me ha hecho tragar mis propias palabras».
—No cierres los ojos. Mantente alerta.
Me llevó al auto y la verdad es que la pesadez y pérdida de sangre poco a poco iba jugando en mi contra en el camino. Todo pasaba en cámara lenta. Mi única vista era su rostro de perfil mientras manejaba.
Y bien dicen que las apariencias engañan.
Por fuera posee un rostro afeminado y angelical, pero por dentro, en todos los ámbitos, carga con muchos demonios.
He visto morir a muchas personas, pero jamás y nunca de una forma tan sangrienta y horrible.
No es lo mismo un simple disparo, a arremeter contra alguien con tanta frialdad y sin mostrar ni la más mínima emoción. Era su hermano, aunque haya sido adoptado.
—¿No logró hacerte nada más?
Sé que todas las preguntas que estuvo haciéndome eran para mantenerme despierta.
—No.
«¿Quién será esa mujer de la que me habló ese tipo?».
Entre más vueltas le doy al asunto, me doy cuenta de muchas cosas.
Sebastián siempre me dice que hablo demasiado y no le gusta eso de mí.
«¿Será ella la razón por la cual piensa eso de mí y se comporta como lo hace?». Jamás lo sabré.
«¿Sentirá algo por mí, que no solo sea una atracción física? ¿Sentirá lo mismo que yo siento cuando estamos juntos?». Tampoco lo sabré.
Después de todo lo que ha pasado, se supone que la respuesta se vuelva un poco clara para mí, pero tal vez, simplemente necesitaba oírlo de su boca, aunque no tenía la valentía, tampoco las energías de enfrentarlo con preguntas en este momento.
—Estás muy callada. No es normal eso en ti. ¿Ya no te duele?
—Sí, cada partícula de mi cuerpo duele. Igual que aquí dentro.
Ser o no la primera en su vida, no es lo que me hace sentir mal, porque ni siquiera él lo fue en la mía, por lo que no tengo ningún derecho de reclamarle tal cosa, tampoco soy tan patética, pero no saber dónde estoy parada, seguir haciéndome ilusiones con alguien que, tal vez ni siquiera siente lo mismo que siento, eso precisamente es lo que me lástima.
—¿Qué te dijo mi hermano?
Levanté la mirada, cruzándola con la suya, porque fue como si me hubiera leído la mente.
—Sea lo que haya sido, olvídalo.
—Sí, como si olvidar fuera tan fácil— murmuré para mí misma.
Su mano dejó ir el volante y la puso sobre mi cabeza.
—Has sido una pequeña muy valiente.
«¿Cómo unas manos tan cálidas y pequeñas, son capaces de hacer tanto mal?».
«¿Cuánto mal le hicieron para que sea el hombre que es?».
Aunque desconozco todo sobre él, su vida y su pasado, incluso ahora habiendo visto lo que vi, soy incapaz de huir de estas manos. No puedo y no quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro