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Cabos sueltos

—Dudo mucho que haya sido la familia Harper. 

—Es la segunda vez que los defiendes. Pareciera que estás de su parte. 

—Al principio pensé que podía haber sido el caso, pero conozco el modo en que hacen las cosas. Primero, sería una estupidez atentar contra su padre en la fiesta de cumpleaños de su hijo, cuando siempre han buscado la manera de mantener a su hijo fuera de sus negocios y del ojo del huracán, sobre todo, de sus enemigos.

—¿Y tú cómo estás tan seguro de eso?

—Use el ejemplo de su padre con usted. Cualquiera con sentido común podría darse cuenta que cuando hay un hijo de por medio, uno busca la manera de protegerlos a toda costa. ¿Por qué lo arriesgarían así? Entiendo que esté herida por la infidelidad de su exnovio, y que todo esto le lleve a pensar que todo lo malo es culpa de ellos, pero hay que pensar con cabeza fría y analizar bien la situación. 

—Entonces, ¿piensas que todo esto es pura coincidencia? Tú sabes algo y me lo estás ocultando. 

—Sus padres hicieron muchas enemistades, pudo haber sido cualquiera, pero dudo mucho que la familia Harper esté involucrada en esto en esta ocasión. Es más, pareciera que alguien los está queriendo incriminar. ¿No considera que todo ha venido una cosa detrás de la otra? Kiran Harper no se anda por las ramas, no perdería el tiempo con mensajes, créame.

—¿Hiciste lo de las fotos?

—No. Todavía no. 

—Entonces no lo hagas por ahora. 

—¿Realmente quiere que encuentre a su madre? 

—¿Por qué me haces esa pregunta?

—Porque no la noto angustiada al respecto. No está actuando de la misma manera que lo hizo con la muerte repentina de su papá. 

—¿Has hablado con mi tío? — le cambié el tema.

—No. Rara vez se comunica conmigo. 

—Pues debemos contactarlo. Ellos estaban juntos. Él podría saber algo que nosotros no. 

—Le llamaré por el camino. Quédese aquí. 

—¿Cómo que por el camino? No. Yo iré contigo a donde vayas. 

Nos encaminamos a la casa de mi madre, pero todo estaba silencioso y no había movimiento de ninguno de los empleados. La puerta no estaba forzada, no había ninguna ventana rota, ni nada que pudiera insinuar a simple vista que alguien hubiera invadido la casa a la fuerza. 

Nos separamos para ir de habitación en habitación, pero no encontré absolutamente nada. Fue Dylan quien me llamó desde la cocina, por haber notado la presencia de un polvo azul marino con verde sobre la encimera. Lo llevó a su nariz y lo frotó entre los dedos. 

—¿Qué es?

—Esta píldora es ilegal aquí en los Estados Unidos, pues puede provocar mucha somnolencia. Es muy usada por adolescentes y violadores. La conocen por muchos nombres, pero su verdadero nombre es Rohypnol. 

—¿Cómo sabes todo eso?

—He estado en contacto con muchas drogas.  

—Das miedo.

—En la foto su madre tenía la ropa del día en que sepultaron a su padre, ese día había mucha gente en la casa. Si partimos de ahí, podemos ir descartando poco a poco. Para que tuvieran tiempo de triturar esta píldora, esperar a que surtiera efecto, es que la persona se encontraba dentro de la casa y debía estar muy familiarizado con la casa y confiado en que nadie sospecharía de él o ella. Con lo desconfiada que es su madre, ella no aceptaría una bebida de cualquier persona y dudo mucho que él haya llegado tan lejos como para hacerle algo directamente a ella. 

—¿De quién hablas? 

Negó con la cabeza, caminando de un lado a otro. 

—Lo único que se me ocurre es que haya sido una empleada de la cocina, tal vez. Lo que es bastante claro, es que quién haya sido, no quería pasar mucho trabajo para cargar a su madre y se inclinó por un trabajo limpio y ligero. ¿Cuántas empleadas están encargadas de la cocina? 

—Solo una; Belinda. 

—¿Cuánto tiempo lleva trabajando Belinda en su casa?

—Como dos años y medio aproximadamente. 

—Recuerdo su viejo rostro, sobre todo su sobrepeso. Es bastante mayor esa doña.

—Mi mamá y ella son muy amigas. Ni Belinda, ni ningún empleado está por ninguna parte. ¿Qué pudo haber pasado con ellos? ¿Qué te hace sentir tan seguro de que fue ella? Además, ¿por qué Belinda querría hacerle daño a mi mamá? 

—Las razones solo las podría dar el culpable. Use esa cabecita para pensar un poco, ¿quiere? 

Marcó a mi tío a su teléfono, pero por más que sonó, nadie le respondió. 

—¿Qué vamos a hacer? 

—Déme su teléfono. Veré si mi contacto puede rastrear la ubicación del celular de su mamá a tiempo presente. Me encargaré de dar con el paradero de su madre y el culpable deberá rendir cuentas.

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