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Capítulo 5: Virgiuls.



Al día siguiente me levanto un poco más temprano que lo normal, preparo el desayuno y los coloco pequeñas mochilas para mis hermanos y mamá. El pequeño Tom se levantó temprano también y con su cara de preocupación me preguntó por Ed y que le había pasado, le expliqué más o menos y al parecer el entendió.

Ayer en la noche pedí el día en la casa Spencer, Matilda fue la que me atendió y al principio se rehusó, pero luego de explicarle mi situación aceptó. Voy camino a la escuela de Tom, con él a mí lado agarrándome de la mano. Ha estado serio, no brinca ni parlanchea como siempre lo hace y eso me preocupa, no quiero que esté mal por la situación, es sólo un niño de 6 años inocente de la vida.

—¿Que pasa, Tomy? —le pregunto.

—Hmm, nada, no me pasa nada.

—Te veo algo serio, dime qué pasa. 

Da un pequeño suspiro.

—Me siento mal por Edy.

—Él estará bien pronto, no te preocupes, Tom —le digo llegando a la entrada del colegio.

Me agacho a su altura y le acomodo su cabello honguito y su uniforme. Coloco bien su pequeño bolso. 

—Te quiero, hermana —me dice y quiero llorar.

—Yo te quiero muchísimo más, bebé —me levanto—. Ahora, ve con tus amiguitos.

—¿Vendrás por mi más tarde?

—Sip, estaré aquí cuando salgas. 

—Bueno, adiós Clari —se despide agitando su manita.

—Adios. 

Doy un largo suspiro y me volteo hacia la parada del autobús, son las ocho de la mañana y en treinta minutos siempre pasa uno. Cuando llego hay una señora algo mayor y me siento al lado de ella. Saco mi celular, no es muy nuevo pero todavía sirve para algo, y me meto en Instagram, veo algunos reels. Me aparece una mujer que ya la había visto antes, creo que es bruja o algo así. 

Aunque lo creas imposible, tu amor está a la vuelta de la esquina y moverá tu mundo. —saca otra carta—. Esta carta me habla de que salgas de tu zona de confort y arriésgate. 

La paso, no me interesa nada de amor ahorita. Aunque sí me gustaría enamorarme y que me amaran, ahora no es el momento para hacerlo. 

A los minutos llegó el bus, y me subo a ello. Miro las casas pasar a través de la ventana del bus, y a personas también, sonrío al ver un pequeño niño haciendo un berrinche a su–creo–madre. 

Luego de unos aburridos minutos después, llego al hospital. Bueno, no directamente pero si al frente. Bajo del auto bus, no antes de pagar, y camino hacia el lugar hospitalario. Saludo a la recepcionista y le pregunto por Edward, me indica en la habitación en la que están y me encamino hacia allí. Toco la puerta antes de entrar y los veo allí, conversando de algo. 

—Hola. 

Mi madre al verme se le ilumina la mirada, y me saluda. Edward no lo hace, pero igual le extiendo su comida. Lo devoran en un instante y mamá me notifica que a Edward le darán de alta por la tarde, y que el doctor le dijo que para que no empeorara buscara los medicamentos lo antes posible, ella también dice.

—Pondré de mi parte, hija, y también ayudaré. Ya hablé con la vecina y ella sabe dónde puedo trabajar. 

Asiento sin decir nada, en parte no me gustaría que mamá hiciera algo porque ¿Quién cuidaría de mis hermanos? Sin embargo, no le quitaré su decisión. 

Luego de dejar todo listo decido ir primero a la cafetería para hablar con el señor Carlos. Caminando por la calle en donde vi por última vez a Hamilton me entran escalofríos y no sé el motivo. Llego a Bluebar y saludo a los del turno de la mañana, y le digo a una de las chicas que si se encuentra el señor dueño, está dice que sí.

Al llegar a la puerta de gerencia toco y tras de ésta se escucha un:

—¡Pase!

Abro y entro. Me encuentro con papeles regado por la mesa y tras ella un señor calvito con una sonrisa no tan genuina. 

—Clarissa, que sorpresa verte. ¿Qué te trae por aquí?

—Buenos días señor, disculpe que haya venido de sorpresa pero necesito hablar con usted… Más bien pedirle un favor.

—Ok, sientate.

Lo hago. Mis manos sudan del nerviosismo ya que no estoy lista para escuchar una negativa.

—Bueno señor… Quería saber si usted pu-uede darme un préstamo —trago cuando veo que se rasca la barbilla.

—Clari, Clari. No soy de hacer favores ni mucho menos dar préstamo —quiero llorar—, pero contigo haré la excepción. ¿Cuánto quieres?

—Unos dos mil quinientos dólares —le suelto

—¿Qué? —exclama—, ¿es una broma?

—No, señor.

—Lo siento Clarissa pero no puedo, pensaba que era unos mil, pero ¿Dos mil quinientos? no, no puedo.

Mis ojos se inundan.

—¿Cuanto es lo que usted me puede prestar?

—Mil como máximo, de allí no puedo subirlo.

Es algo, por lo menos nos va a ayudar en algo. Tendré que hablar con Matilde, hacer de nuevo galletas, haré lo que sea necesario.

—Pero…  el favor con favor se paga así que te los daré pero tendrás que hacer un favor a mi también —el tono que usa no me gusta. 

—Di-igame, señor —titubeo.

Su sonrisa se amplía, y me suelta su propuesta. Me quiero negar pero dije que haría todo con tal de salvar a mi hermano, así que acepto.

Espero no arrepentirme.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

Espera ¡¿qué?! —exclama Sav—. ¿Y tu aceptaste así como si nada?

—¿Qué más puedo hacer? —me encojo de hombros—. Si no aceptaba no me daría el dinero, y lo estoy necesitando.

—Pero ¿acompañar a su hijo sádico a un baile? ¿y si te hace algo?

—No lo creo Savy, sólo es un baile. 

Y sí, la dichosa propuesta del señor Carlos era que acompañara a su hijo a un baile, ya que—según él—su hijo era muy apuesto y ninguna de las chicas de su instituto querían con él porque las opacaría. Cuando acepté el me dijo que me pagaría trescientos dólares más está semana.

—¿Sabías que asesinaron a una chica en un baile? —me dice abriendo sus ojos exageradamente—. Yo no me confío.

Voy a decirle algo pero otra voz me interrumpe.

—¡Clari, atiende los que acaba de llegar!

Sí. Me encuentro en la cafetería. Aunque no debería de estar hablando con Sav en el trabajo, no podría hacerlo si no era aquí. Porque tenía que ser en persona.

El día pasó rápido luego de salí de la oficina del señor Calvito y su propuesta. Dejé a Ed y mamá en casa descansé un poco y ahora me encuentro aquí, en el Bluebar.

Voy hacia la pareja que acaba de llegar, y les tomo su pedido. Le doy le papel a Nathan y el procede a hacerlos. Voy nuevamente con mi amiga a terminar de hablar.

—Cambiando de tema —dice—, te daré algo de dinero —voy a rechistar pero me interrumpe— y nada de negativas, sólo quiero ayudar ¿okey?

Suspiro rendida.

—Esta bi...—la campanita de la entrada suena y cierro los ojos en señal de frustración.

—Tranquila, tu compañera lo está atendiendo.

Abro mis ojos, volteo a verlos y…

Mi garganta se seca y siento mi cuerpo temblar. Se ve más guapo de lo normal hoy, con su traje completamente negro y su barba bien cortada, veo que le articula algo a mi compañera y se sienta a una mesa delante de donde estoy. El señor Hamilton busca con su mirada algo hasta que quedan fijos en mí, sus iris grises me penetran el rostro y este se torna de un color carmesí. 

—Uuh, es guapo —la voz de mi amiga me hace quitar la mirada.

—¿De qué hablas?

—Del hombre al que te quedaste mirando, dah —dice—. ¿Cuántos años tendrá? ¿38?

—34…

—¡Oh, lo investigaste!

—Shh cállate. Y no fui yo, fue Mara.

—Oh si, Mara esto, Mara lo otro, siempre la maravillosa Mara —niega dramática—. ¿Se te han olvidado los casi veinte años de amistad? Eres cruel Clarissa, eres cruel.

La drama Queen Savannah aparece y me río de ello. Volteo a ver de reojo a Landon y el se relame los labios por el sorbo que dio de su café.

—Ay, Clarissita —suspira—, te has enamorado del ruquito.

—Estás loca —niego—. Pero en serio, dame ideas para conseguir dinero.

—Vender tu virginidad —agrando los ojos—, ok no, lo siento. 

Hace una mueca apenada. 

—Ok, en serio, ¿Quizás algunos trabajos en internet?  —levanta una sus cejas—. He oído que pagan por unas horas al día, pero no sé a ciencia cierta.

Mi mente piensa muchas cosas, pero ninguna tiene éxito. Lo que dice Savannah no es de ayuda porque no tengo tiempo, y mi vieja laptop no es compatible con ese tipo de trabajos. 

¿Vender mi virginidad? El pensamiento está en mi mente…

La primera vez de una chica no se compra, eso no se vende, eso se entrega por amor y por decisión propia, no me quiero vender, me sentiría como una prostituta, pero la necesidad llama y necesito el dinero. Mis ojos se llenan de lágrimas cuando por cabeza empiezan a pasar imágenes de yo debajo de un viejo verde, gordo y sudoroso, de yo llorando y sintiéndome asqueada. Me niego pero quiero ver a mi hermano sano y libre, si es de vender mi virginidad al primero que me dé un millón de dólares lo haré.

—¿Clari? —Savy me llama y la miro—, lo siento, de verdad que lo hago, sé que estás en una situación difícil y no se que decirte… 

—Lo haré —la interrumpo.

—¿Qué? ¿Qué harás? —mi amiga frunce su ceño.

—Venderé mi virginidad, eso es lo único que me podría dar el dinero necesario.

Savannah niega horrorizada. La entiendo, si fuera ella tampoco querría que mi mejor amiga, casi hermana, vendiera su virginidad.

—No Clarissa, hay otros métodos. Puedes intentar ser niñera, conozco unos niños que…

—No tengo tiempo, Sav, y lo sabes —digo escuetamente, interrumpiendola—. Tampoco me estoy queriendo ir por lo fácil, no me quiero rendir, pero, es lo único que me puede dar el dinero rápidamente. 

Me encojo de hombros. Sin remedio, sin más nada que hacer. Nadie me prestaría ese dinero por la exuberante cantidad. Ahora mismo estoy pensado en el bienestar de mi familia que en el mío, y espero que ellos paguen de buena manera lo que haré o que por lo menos la vida lo haga premiándome con felicidad.

—¿Sabes sobre alguna aplicación, o como podré hacerlo? —le solicito a ver si sabe de algo.

—Clari… estás…

—¿Si sabes o no?—la corto.

Ella asiente.

—Se llama Virgiuls, no me preguntes cómo lo sé —suspira—, te creas un perfil con un par de fotos, te describes y listo, esperas a que te seleccionen.

—¿Me ayudarías en eso? —le pregunto.

—No estoy de acuerdo con esto… pero te amo, eres prácticamente mi hermana y contigo hasta en las peores —acuna sus manos con las mías—. ¿Estás segura de hacer eso?

—Si.

Ella suspira y se levanta.

—Ve a la casa luego de que salgas de aquí, te quedarás a dormir —se despide de mí con un beso en la mejilla.

Me levanto cuando la campana suena indicando que mi amiga salió. Recojo el vaso en donde ella bebió un refresco y volteo a caminar. En el trayecto veo a Landon, me ve serio pero en sus ojos veo intriga, sus ojos no se despegan de mí pero yo los míos si lo hacen con él. 

Suspiro profundamente cuando me encuentro en el baño del Bluebar, me veo a mi en el espejo y me digo que sea fuerte que siempre hay una felicidad luego de las tragedias, de las tristezas. Me autoenveneno diciendo que será lindo cuando muy en el fondo no se si sea cierto. 

Sólo espero que así sea.


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En la vieja versión, cuando publiqué el capítulo 5, ya el libro había alcanzado su primer K :')

El próximo capítulo lo narra el señor Hamilton. 🫦

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