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Capítulo 21: Confesión.




—Oh, mierda, creo que interrumpimos —le dice entre dientes una gemela a la otra.

Me levanto rápidamente de Landon y me siento en el sillón, tratando de que no se vea mi desnudez de allá abajo. Landon sí se levanta para recibir a sus hermanas.

—¿Qué hacen aquí? —les pregunta, y su voz sale ronca.

—Lo sentimos, Landy —dice una.

—No sabíamos que estabas… ocupado —acota la otra, mirándome con una sonrisa sin mostrar dientes.

—No interrumpieron nada —les dice—. Solo hablaba con mi novia. 

Las gemelas abren los ojos exageradamente y me miran. Están en shock. Les sonrío y levanto la mano en saludo.

—¿Novia, Landon? —le pregunta la gemela de ojos marrones.

—Sí, es mi novia. Les dije que me gustaba alguien —me señala—, ella es ese alguien.

Mi novio camina hacia mí y me levanto con cuidado. Agarro su mano y la aprieto, demostrando mis nervios; él me dedica una sonrisa. Landon se coloca detrás de mí.

—Clarissa, ellas son mis hermanas —me dice al oído.

—Mucho gusto, soy Clarissa Smith.

—Oh, por Dios, ¡pero qué hermosa! —exclama alegre la de ojos grises—. Soy Anna Hamilton —se señala.

—Gracias, y un gusto —le sonrío.

—Yo soy Hanna Hamilton, y me puedes diferenciar por mis ojos —aletea sus pestañas.

También río. Me abrazan, agarrándome desprendida, pero les correspondo al rato. Escucho la risa de Landon detrás. Cuando me separo de ella, estoy más allá sonrojada.

—Gracias por hacer que mi hermano vuelva a creer en el amor.

Mi corazón da un vuelco con las palabras de Anna. Les sonrío, negando, pero cuando Landon me abraza por detrás y coloca un beso en mi cuello, me ruborizo y las gemelas me dicen con su expresión que sí.

—Y bueno, ¿para qué vinieron? —les pregunta su hermano.

—Bueno, es que… mamá nos va a cancelar las tarjetas que nos dejó papá si no le damos tu nuevo número telefónico —le responde Hanna.

Landon se tensa a mi alrededor. Ladéo mi cabeza para mirarlo y se encuentra serio. Se separa de mí, poniéndose recto.

—Madre no puede hacer eso, ya ustedes superan los veintiún años y pueden hacer lo que quieran con las cuentas —les relata—. Papá dejó eso estipulado.

—Lo sabemos, pero sabes cómo es mamá.

Poco a poco me voy sintiendo ajena a todo lo que veo. Aunque me encanta ver a Landon en modo serio, no puedo estar aquí en algo tan familiar como esta discusión. Así que le tomo la mano a Landon, interrumpiéndolo en lo que les iba a decir a las gemelas, y su mirada llega a mí. Me pongo de puntillas y le digo en su oído:

—Voy al departamento, nos vemos ahí.

Agarra mi nuca y estampa sus labios con los míos sin importarle que ahí estén sus hermanas. Tras separarnos, me dice:

—Dile a uno de los choferes que te lleven. No quiero que andes mostrando lo que es mío por ahí.

Esto último me lo susurra y me vuelvo roja, ya que tengo miedo de que sus hermanas logren escucharlo. Me volteo y le dedico una sonrisa a las gemelas, despidiéndome.

—Espero volverlas a ver.

—Oh, sí, eso es seguro —me responde Anna.

Salgo de la oficina, no sin antes lanzarle una mirada a Landon. Me despido de Fanie cuando la veo y camino un poco incómoda por la desnudez de mi intimidad. Al llegar a la salida, busco a un chofer y lo encuentro; me acerco a él y le digo que, por orden de Hamilton, me lleve a casa. El señor, sin refutar, me hace una seña para que lo siga. Le doy mi dirección cuando enciende el auto.

En el camino al departamento, me entristezco, ya que mi plan era almorzar con mi hombre, pero no se pudo. Aunque no me quejo tanto, porque me fui con una buena experiencia.

Cuando llego al departamento, entro al baño y me doy una ducha refrescante. Al salir, ya vestida, me dirijo a la cocina. En el proceso, detallo —como siempre— la sala. Cuando Landon me había dicho que el departamento ya estaba listo, no imaginé que la remodelación sería tan radical. El color de las paredes es diferente, los muebles son totalmente mi gusto, y los adornos que estan en la mesita, la pequeña cómoda y las paredes fueron reemplazados. El piso alfombrado también fue cambiado. La sala es totalmente otra. Sonrío, respirando profundamente, feliz.

En la cocina, preparo el almuerzo para mí, pero también para Landon, ya que sé que más tarde vendrá. Como en mi habitación viendo videos en mi teléfono y río al ver algunos graciosos. Al terminar, bajo y lavo lo que ensucié para luego regresar a mi habitación.

Hablo con mamá por teléfono un rato mientras estoy en la habitación. Le pregunto si ya comieron y cosas así. Estoy tentada a decirle que estoy pensando en quedarme con ella un par de días para recuperar el tiempo y porque a veces es feo estar sola, pero cuando estoy a punto de decírselo, me llega un mensaje de Landon diciendo que en una hora o menos estaría aquí, así que descarto la idea de ir a casa de mamá. Unos minutos después, dejo de hablar con ella y empiezo a hacer una pequeña lista de los cursos que necesitaré para la universidad, porque sí, lo he aceptado.

Se me antoja comer un chocolate, así que bajo a la alacena y agarro uno de allí. Decido comerlo en la sala para ver un poco de televisión y me siento en el sillón de piel rosa para una persona. Minutos después, escucho el cerrojo de la puerta. Me tenso, pero luego me relajo, porque el único que tiene llave es Landon. Confirmo que es él cuando asoma su cabeza y entra por completo. Corro hacia él y enrollo mis piernas y brazos alrededor de su cuerpo, fundiéndonos en un abrazo. Le doy besitos en los labios mientras nos dirigimos al sillón.

—¿No que vendrías en una hora? —le pregunto en su regazo, él ya sentado en el sillón.

—O menos, eso te envié.

Le doy otro beso.

—¿Tienes hambre?

—Sí… —responde.

—Deja que te sirva, guardé un poco de…

—Tengo hambre, pero no de comida —ronronea, interrumpiéndome.

Sonrío y me muevo sobre él.

—Ah, ¿sí? ¿De qué tienes hambre? —le musito.

—Uhm... será de tu sensual cuerpo —besa mi cuello.

Besa mi mandíbula para luego llegar a mis labios. Yo correspondo el beso con pasión. Empiezo a mover mis caderas en círculos, frotando mi centro contra su semi-erecta polla. Landon me enciende solo con hablar; a veces pienso que lo nuestro podría ser dependencia sexual, ya que con él descubrí qué es el sexo y a Landon le gusta lo estrecho de mi coño… Pero todo pasa a segundo plano cuando recuerdo que él estuvo para mí en momentos difíciles, cuidó de mí, se preocupó por mí… está enamorado de mí.

Ya mi entrepierna chorrea, así que me pongo de pie, quitándome el short de pijama y la braga en el proceso. Me siento en el sillón, en el que antes estaba sentada, abriéndome para darle la bienvenida a mi coño.

—Ven.

Veo cómo se relame los labios y mira con deseo mi zona V. Sonríe lascivamente y da unos pasos hacia mí. Me besa en los labios con furia, mientras dos de sus dedos juguetean con mi clítoris.

Se arrodilla y agarra mis muslos, jalándolos para que su nariz llegue a la frente de mi coño y sus labios a los míos vaginales. Da un beso y me estremezco; da un lengüetazo y gimo. Abro mis piernas tanto como puedo, hasta que su lengua encuentra mi botón. Lamida tras lamida, succiona mi coño, sacándome gemidos de placer. Devora y saborea cada rincón de mi vagina. Pongo mi mano en su cabello y arqueo mi espalda, disfrutando del placer que me está dando. Siento cómo mete su lengua en mi agujero y suelto un gritito.

Las cosquillas en mi vientre se hacen sentir como un fuego. Me remuevo más en su boca, sintiendo que estoy a punto de estallar. Landon mueve su lengua más rápido y… exploto en millones de pedazos. Mi hombre devora cada gota de mi sexo con lamiditas. Sube, dándome besos en el vientre, abdomen y senos, hasta llegar a mis labios. Mi respiración es irregular, pero igual le correspondo el beso.

—¿Estás satisfecha? —le murmuro en los labios.

—Aún falta algo.

Me levanta, pegando su erecta polla en mi abdomen. Sonrío y lo empujo al otro sillón, sentándolo. Desabrocho su cinturón y desabotono el botón de su pantalón. Ahora es mi turno de arrodillarme; le quito por completo su pantalón y también su bóxer apretado, liberando su…

«Mierda»

Es tan grande, majestuosa, venosa y preciosa. Su polla salta hacia su abdomen, cubierto solo por su camisa blanca. Relamo mis labios y luego paso mi lengua por su tronco y…

—No me refería a esto, nena —dice en un tono ronco—, pero si lo quieres hacer…

Se acomoda más en el sillón y abre las piernas. Reúno saliva en mi boca y beso su punta, para luego meterlo en mi cavidad bucal hasta donde puedo. Con mi lengua rodeo un poco su tronco; puedo sentir sus venas palpitando dentro de mí. Empiezo a succionar de la forma en que sé que le encanta.

Lleno el espacio restante de su polla con mi mano y comienzo a bombardear, a su vez que sigo succionándolo. Con mi otra mano acaricio sus bolas tensas.

—Nena… —jadea.

Sigo con mi trabajo, hasta que chorros de su liberación llegan a mi garganta. Me despego de su pene, escuchándose un plop. Sigo moviendo mi mano hasta que su pene se vuelve a poner rígido. Trago su semen bajo su atenta mirada, y él sonríe.

Me extiende su mano y correspondo, poniéndome en su regazo nuevamente. Lo beso de manera dulce y tierna.

—Te quiero.

Esas palabras, dichas por él con su voz ronca, hacen que mi pecho se infle de amor.

—Yo también te quiero —le respondo.

Nos levanta llevándonos hacia la habitación. Me río porque sé el motivo por el que nos dirige ahí. Este hombre es insaciable.

Abre la puerta de una patada. Me recuesta en la cama cuando llegamos. Quita mi blusa de tirantes de un jalón y luego lleva mi seno derecho a su boca. Lo chupa como un bebé, mientras que el seno izquierdo recibe la atención de su mano.

—Landon…

—Quiero meterme mi polla profundamente en ti, nena.

—Hazlo —le digo—. Quiero sentirte.

Desabotona su camisa rápidamente mientras yo me acomodo en la cama, abriendo las piernas en un gesto de invitación.

—Es un paraíso —susurro.

Landon se lanza sobre mí, besándome con intensidad, succionando mis labios. Siento la punta de su erección en mi entrada y, en un solo movimiento, me penetra profundamente.

—Ay —gimo, sorprendida.

—Lo siento, ¿te lastimé? —la preocupación tiñe su voz.

—No, no. Sigue —le animo.

Saca casi por completo su miembro y vuelve a entrar. El vaivén es un placer indescriptible. Me besa mientras se mueve dentro de mí, creando una conexión ardiente.

En un instante, cambia de posición y quedo encima de él. Me muevo de atrás hacia adelante, de arriba hacia abajo, trazando círculos, disfrutando de la fricción entre nuestros cuerpos. Lo beso con pasión mientras él agarra mis caderas, marcando el ritmo.

Minutos después, siento que estoy a punto de explotar, y segundos más tarde, Landon también alcanza su clímax, llenándome por completo.

Me tumbó a su lado, tratando de regular mi respiración. Río, consciente de lo locos que estamos el uno por el otro.

—¿Aguantarías otro? —me pregunta con picardía.

—Landon… —le reprocho, aunque no puedo evitar rodar los ojos—. Déjame respirar un poco y tal vez…

Su risa me interrumpe.

—Está bien, nena.

Después de unos largos minutos, lo veo acariciarse su miembro semi-erecto y no puedo resistir la tentación. Me monto sobre él y nos entregamos nuevamente.

Una y otra vez.

Sin nada que se interponga entre nosotros.

Llenándome de él.

Hasta que caemos rendidos.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

Al despertar, siento el brazo de Landon alrededor de mi cintura. Quiero que permanezca así, pero mi estómago ruge de hambre y también necesito ducharme. Logro zafarme de él sin despertarlo y me levanto por completo, notando que está amaneciendo.

«Joder, ni siquiera cenamos».

Estábamos tan cansados de todo lo que hicimos que no tuvimos tiempo ni para eso.

Me encamino al baño y me tomo mi tiempo en ducharme y exfoliar mi cuerpo. También me cepillo los dientes. Cuando salgo, Landon sigue dormido, pero en otra posición. Sonrío al pensar que realmente está agotado. Abro mi closet y escojo un conjunto de braga y sujetador blanco, me lo pongo junto con un pantalón y una blusa sencilla. Necesito salir por dos cosas:

1. Comprar un desayuno listo para comer.

2. Comprar la pastilla anticonceptiva.

Ayer, Landon no usó protección conmigo; se vino dentro de mí y me imagino que él no quiere bebés todavía.

Me peino un poco el cabello y me aplico perfume. Agarro mi pequeño bolso y meto mi celular, un poco de dinero en efectivo y las tarjetas de crédito. Justo cuando voy a salir de la habitación, su voz me detiene.

—Nena… ¿a dónde vas? —me pregunta con voz enronquecida.

Me vuelvo y le sonrío un poco.

—Voy a comprar el desayuno y también iré a la farmacia —le digo.

—¿Para qué?

—Ayer no usaste protección y tengo que…

—No —me interrumpe.

—¿Qué?

—De nada te sirve que te tomes la pastilla, Clarissa.

Frunzo el ceño, claramente confundida.

—¿De qué hablas?

Suspira profundamente.

—No puedo tener hijos, Clarissa —suelta, dejándome estática con su confesión—. Soy estéril, así que no te tomes esa pastilla; te puede deshabilitar. Ya te lo he dicho.

Lo último lo murmura casi para sí mismo, y yo todavía no puedo creerlo. Recuerdo su expresión de confusión y enojo la vez anterior en la que me vio tomarme la pastilla.

Joder, Landon es estéril.

••••

trakaaass! Jaja

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