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Capítulo 03

—Cuál es el pronóstico para hoy —hablo por lo bajo cerca de Laura.

—Por el momento, nada nuevo, entretuve a los habituales inversionistas de la empresa. Me han comunicado que están ansiosos por la presencia de Parker, también mencionaron algunas propuestas que llegaron a ellos gracias a terceros. Si todo va bien, el próximo año, La Constructora Wright será el centro de atención —Sus palabras logran calmar mi inquietud y suspiro alejando la tensión en mí.

—Excelente —libero una carcajada gracias a los nervios y, sin querer, bebo todo el contenido de la copa.

Ella me lanza una mirada de advertencia al ver que me termino de un sorbo el champán.

—Contrólate, Ekaterina.

—Tranquila. No he tomado demasiado... Bebí un poco de "Whisky" antes de venir.

—¿En serio piensas que voy a creerte esa falacia? ¿Quién crees que soy?

—No he querido mentir —me rindo fingiendo bienestar.

Aunque en estos momentos estoy lejos de sentirme lúcida y no es porque bebí alcohol, sino debido a la situación que está superándome. Desde un principio no tuve que presentarme a la cena y haberlo puesto en manos de Noah habría sido más fácil, pero por alguna razón mi orgullo ya no me deja encerrarme.

No puedo permanecer como una muñeca que manejan a su antojo.

«No sirve de nada seguirles el juego. No lo voy a hacer de nuevo.»

—¿Tomaste la medicación? —Su mirada me demuestra que está aterrada, porque sufro de migraña y sabe más que nadie que a veces para mantenerme ausente bebo sin medir la cantidad o el tiempo.

Me encojo.

—No lo hice —miento.

Ella lo sabe por su expresión entristecida, pero decide aferrarse con delicadeza a mi muñeca y me sonreí con dulzura.

Laura se acerca a mi oído hasta el punto de sentir su caliente respiración, acariciar mi cuello, y eso hace que me erice.

—Eres más fuerte de lo que aparentas, pero tampoco deberías estar acabando contigo de esta manera —Sus palabras me dejan estática y abro los ojos tan grandes como puedo. Por alguna razón, ahora mismo, sobra hacer un comentario sarcástico y me sumo en la necesidad de aguantar las lágrimas.

Tiemblo por reprimirme.

—¿Wright?

Los ojos azules de mi amiga se abren de tal manera que me obligan a voltear sobre mis talones y por la sorpresa el pulso se dispara.

Mis labios se despegan al ver a la persona que está enfrente de nosotras y de nuevo las emociones estancadas en mi estómago me dejan sin palabras. Exhalo. Me apresuro a tenderle la mano al hombre de ojos claros como el cielo que está de pie a un metro de distancia.

—Un placer —suspiro.

Aunque mi voz se estanca en mi garganta cuando su inmensa mano rodea la mía erizando cada vello de mi cuerpo. La presiona sin hacerme daño.

Trago con fuerza

—¿Con quién tengo el placer de hablar?

El hecho de verme siendo devorada por su mirada me modifica la voz, incluso puedo llegar a sonar encantadora enfrente de ambos hombres.

—Nos topamos con usted esta mañana, no creímos que se estuviera tratando de la mismísima Ekaterina Wright.

El sujeto más bajo decide hablar primero, pero yo no puedo dejar de ver a ese hombre a los ojos como si tuviera un imán. Oprimo los labios —ansiosa— y noto que desvía la atención a ellos poniéndome en alerta.

«¿Miraste mi boca?»

El hecho de pensarlo me hace sentir acalorada y llevo una mano hacia ella, deslizo los dedos sobre mi labio inferior y noto su mirada clavada en ello.

«Sinvergüenza.»

No soy capaz de verme, pero asumo que debo ser un tomate.

—Dante Frost —No puedo evitar llevar mi atención hacia quién se presenta con mucho entusiasmo y, por alguna razón, mi instinto me dice que ya sé como se llama la persona a su lado—, soy la mano derecha de Christopher Parker.

—Es un placer —musito con calma. Aunque no sé qué más afirmar y las palabras deciden quedarse estancadas en mi garganta—. He oído mucho de ustedes —Me apresuro a decir para no incomodarlos.

La expresión de Dante se suaviza dejando a la vista una sonrisa reluciente de esas que le fascinan a Laura, quien se apresura a estar a su lado.

Ella coloca una mano en el hombro contrario invitándolo a retirarse.

—Es un placer, Laura Rojas —es reluciente, tanto que llama la atención de los dos sujetos. Ella le tiende la mano libre para estrecharla—. ¿Le concierne conocer a los inversionistas de La Constructora mientras la señorita Wright y el señor Parker discuten?

Él mira de reojo al recién nombrado, quien asiente.

—Su presencia en la velada es... —Otra vez. Me quedo sin palabras cuando su mirada empieza a analizarme sin pudor—. Un placer —Bajo la cabeza, sintiéndome cohibida por el hombre que está de pie enfrente de mí.

—He viajado a Londres con el objetivo de charlar las cláusulas del contrato con usted. Pero en la mañana me sentí rechazado cuando no la encontré, ¿cómo debería tomar su actitud? —Levanto la cabeza al oír sus palabras cargadas de sentimiento, el cual finge muy bien porque lo que buscaba era llamar mi atención para que lo vea a los ojos. En cambio, su sonrisa lobuna me hace encoger por la simple razón de sentirme intimidada—. Además de invertir en La Constructora Wright deseo que la señorita lleve adelante los planos de mi futuro hotel en Hawái.

Y, por primera vez, la comisura de mis labios se curvan en un gesto que rebosa felicidad porque no soy capaz de ocultar mis emociones. Hago mi cuerpo a un lado sin despegar nuestras miradas y lo invito a una de las mesas con la confianza que jamás he tenido, porque es la primera persona que cree en mi trabajo sin menospreciarlo. «Es esa la seguridad que estaba buscando, a lo mejor pueda cerrar bocas con este compromiso.»

—En ese caso, nos estamos retrasando, señor Parker —Es genuina la sonrisa, al igual que la certeza de mi cuerpo al invitarlo—. Mi agenda estaba desbordada, pero hubiese sido un placer charlar con usted. No hace más que halagarme con su presencia el día de hoy.

Es cierto lo que estoy diciendo, aunque puede que tal vez suene coqueta y al igual que su mirada desvele la seguridad que él mismo sacó a la luz.

Sin embargo, qué mujer no se sentiría encantada con el hombre de 35 años que está a mi lado. Él es un caballero y bastante famoso entre el sexo opuesto. Dulce. Atractivo. Imponente. Exitoso. Millonario. «Sin duda es alguien que llama la atención.»

Él me regala una sonrisa que logra erizarme como si leyera mis pensamientos sobre su presencia y, en el momento que avanza, su mano descendiendo por mi espalda haciendo que me enderece y la vergüenza se haga nudo en mi estómago.

Desvío la mirada, sintiéndome acalorada de pies a cabeza y oprimo los labios al verlo de soslayo. «Es una locura que un hombre como él desee poner su imperio en mis manos, ¿tan seguro estás de mí?»

Seguir con mis ojos cada movimiento me hace tomar nota y asumo que Parker es educado. Lo puedo ver cuando corre la silla con la finalidad de que yo me siente primero.

—Se lo agradezco —Levanto la cabeza para verlo y en ese momento, —viéndome desde arriba mientras sostiene la silla— sonríe enseñando sus hoyuelos.

Vuelvo a la realidad, sintiéndome una descarada por recibir su amabilidad y muy en el fondo me percibo avergonzada por mi comportamiento.

—En el mundo en el que estoy acostumbrado a moverme es difícil encontrar a una mujer como usted, Wright.

Mi mirada café se abre de par en par y es imposible tragar con dificultad cuando lo veo sentarse enfrente. Cara a cara. «¡Dios!» No puedo evitar que mi cabeza piense cosas innecesarias, ¿qué quiso decir? «¿Él me hizo un cumplido?»

—No debería apresurarse —rio para ocultar la pena y acomodo algunos mechones de mi cabello —castaño claro— detrás de la oreja—. Me encantaría oírlo cuando finalicé el trabajo que tengo con usted, Parker.

Él se desajusta —un poco— la corbata azul manteniendo el contacto visual y la razón de que su sonrisa seductora no desaparezca empieza a ponerme nerviosa.

—¿Y qué trabajo tengo pendiente con la señorita?

—Aún no lo sabemos, ¿qué es lo que desea de mí? Después de todo, es usted quien vino a buscarme.

Él esboza una sonrisa que me aterra.

«Creo que tuve que hacer un uso apropiado de mis palabras.» Pienso abochornada.

—Es muy inteligente.

—A lo mejor apresurada.

Parker enarca una de las cejas antes de hacerle un ademán a la persona encargada del "Catering" con el objetivo de que le traiga una copa.

—¿Ah, sí? ¿A qué se refiere con ser apresurada? —Su pregunta me obliga a pensar y mostrarme expuesta por algunos segundos, pero la sonrisa que abarca mis facciones hace que su semblante se suavice.

—¡Los jóvenes somos muy apasionados!

Recuerdo el adjetivo que suelen adjuntarme y no de una forma positiva. Mi padre, incluso mi pareja, se quejan de mi actuar llegando a condicionarme en todo momento. A veces, yo tengo miedo de hablar porque no sé si lo haré bien y el hecho de que alguien tan importante esté charlando conmigo de una manera tan trivial me hace sentir segura.

—El mundo de los negocios a menudo suele ser cruel para los recién nacidos.

Sé que hay una diferencia relevante en nuestra edad, él me lleva 9 años, por lo que está claro que posee más experiencia y no me ofende su manera de hablar, porque sé que no lo hace con la intención de menospreciar.

—Pero su actitud apasionada, lejos de ser algo negativo, es una virtud. Los adultos tenemos que dejar un poco el careto para ser más naturales y espontáneos. La honestidad se ha perdido, por lo que... le recomiendo seguir así, Wright.

El hecho de que la persona que desconozco me esté dando una simple lección que tendría que haberme dado mi padre me hace sentir destruida. Sin embargo, mi corazón deja de lamentarse y el peso que habitaba en mis hombros desaparece.

—Gracias —la comisura de mis labios se curva en ese instante y sin querer bajo la mirada sintiéndome melancólica—. Es usted alguien muy amable.

Mis brazos se erizan, cada parte de mí se expone ante un desconocido, y la razón de verlo ligeramente hace que comprenda que ni siquiera él se esperaba esta reacción.

Su mirada se abre con asombro y luego le cede al enternecimiento que hace que desvíe mi atención porque solo logro sentirme desnuda ante alguien que recién estoy conociendo.

«¿Será que ya me emborrache?» El dolor que había se esfuma y me siento liviana, ya que el peso de la responsabilidad de ser quien soy desaparece.

—Por otro lado, ¿qué cláusulas deseaba charlar sobre el futuro contrato que tendrá con La Constructora? Aún no lo hemos escrito, pero nuestros abogados harán el mejor trabajo. No tiene que preocuparse por ello.

—No debería apresurarse, señorita —bebé con calma de la copa—. Estoy aquí con el objetivo de conocer a mi compañera, no para hablar de negocios. Y de esta cena creo que me iré con una sensación agradable.

—Es alguien sincero, será un placer trabajar a su lado. Laura, mi secretaria, se contactará para pautar nuestra siguiente reunión.

—He dicho que nada de negocios.

Su tono autoritario hace que oprima los labios y la vergüenza vuelve apoderarse de mí.

—No quería incomodar —me apresuro a decir sintiéndome ansiosa.

Él deposita la copa a fin de ponerse de pie acomodándose el saco. Luego rodea la mesa con calma para llegar detrás de mí y mover cuidadosamente la silla en donde estoy sentada con el objetivo de ayudarme.

Y soy muy consciente de todos los movimientos que realiza. No puedo creer que esté viendo con tanta atención a un hombre, es decir, jamás me he sentido atraída por la curiosidad, incluso cuando conocí a Noah y me perturba ser impertinente. «Por Dios, se trata de un inversionista, no de mi mejor amiga. ¿Por qué llamas tanto mi atención?»

Entonces me exalto cuando su mano —inmensa— cae con delicadeza sobre mi hombro, dejándome sin palabras, más que eso. Mi mirada se instala en él con rapidez y sus ojos nuevamente hablan por sí solos.

Tiende su ayuda y la acepto con la seguridad que Parker maneja al tocarme como si fuéramos conocidos de toda la vida.

La situación en mi cabeza transcurre en cámara lenta, porque ser ayudada y que este mismo sujeto deslice por mi espalda desnuda, la yema de sus dedos me da escalofríos y es muy consciente porque nota como la piel de mis brazos se eriza.

—Le daría mi saco para protegerla del frío, ¿pero acaso no sería atrevido? ¿No lo crees, Ekaterina?

Lo miro a los ojos y pienso que estoy en graves problemas porque mi nombre en su boca me produjo entusiasmo. «¿Por qué lo dijiste de esa forma... como si quisieras devorarme?» Y me lamento cuando veo sus labios gruesos.

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